La luz en velazquez francisco javier cervigon ruckauer

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“IMPRESIONES” DE LA LUZ DE LA DIGNIDAD EN VELÁZQUEZ La primera estancia de Velázquez en Italia le permitió conocer en circunstancias privilegiadas, como enviado del Rey de España, las obras de grandes pintores de la época y, según algunos historiadores, los que más le atrajeron e influyeron fueron Tintoretto, Guercino, Giorgione, así como los frescos de Miguel Ángel y Rafael en El Vaticano, entre otros.

Tintoretto Giorgione

Rafael

Miguel Ángel

Los modelados anatómicos, los juegos de luces, la armónica claridad de color y una composición más estructurada y compleja son características que adquiriría y mejorarían notablemente los cuadros de Velázquez tras esa influencia de los pintores de los que aprende en Italia. Los fondos de sus pinturas se suavizan y los toques de luz producen efectos sorprendentes entre las zonas iluminadas y las sombras. Su técnica en este periodo valora más la luz en función del color y la composición, prueba de ello es que Velázquez empieza a jugar con la luz para dar un efecto a los detalles y volúmenes, menos preocupado por el dibujo detallado de los mismos. Así, deja de modelar la forma, tal como es, para pintar según la impresión visual, lo que exigía un conocimiento profundo de cómo se producen los efectos de luz en las cosas representadas y precisaba una gran seguridad, una gran técnica y un instinto considerable para


poder elegir los elementos dominantes y principales, aquellos que permitirían al espectador apreciar con exactitud todos los detalles como si hubiesen sido pintados de verdad detalladamente. Un ejemplo de esta técnica es el retrato Felipe IV de castaño y plata (A la derecha) donde, mediante una disposición irregular de toques claros, se sugieren los bordados del traje del monarca. Se puede decir que a la vuelta a Madrid Velázquez busca sobre todo la representación naturalista de la luz, los efectos atmosféricos de la luminosidad cambiante. Su objetivo es la representación realista de la luz y sus efectos en toda su temática de este período, que es muy variada (batallas bélicas, retratos reales, retratos de los filósofos…). La luz es el elemento primordial para que los retratos de Velázquez

destaquen

por

su

tremenda

dignidad

y

el

distanciamiento con sus retratados, huyendo de cualquier crítica o apreciación personal. En los retratos de los monarcas, el pintor se obliga para dar el aspecto que mejor responda a la Felipe IV (Izquierda)

El príncipe Baltasar Carlos (Derecha)

La reina Isabel de Francia (Abajo)

dignidad del retratado y de su condición. El pintor era ya un maestro en el realismo y en el tratamiento de la iluminación, como pone de manifiesto en el retrato ecuestre, dónde se refuerza una sensación mayor de poder y autoridad del retratado. Los exteriores de estos retratos ofrecen un absoluto dominio de la luz y de la representación del paisaje. El increíble verismo de la obra en el tratamiento de la luz y del espacio es quizá la máxima representación del Barroco de la confusión de arte y realidad. Es decir, constituye el ejemplo más logrado de lo que debía ser la pintura: una representación de la realidad que nos resulte tanto o más veraz que la realidad misma.


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