155 crónica las putas de kerouac Versus simon starling comida barbecue música festival del centro histórico cine 58 muestra internacional de cine arte juan gaitán letras alberto manguel diseño calder escena tóxico DEl 26 DE MARZO AL 8 DE ABRIL DE 2015 | $0.00 CERO PESOS | AÑO 4 | WWW.FRENTE.COM.MX
Rojo . López Castro . Magallanes
Diseño . Libros . Arte Por Gabriela Jáuregui y Diego Rabasa
del 26 de marzo al 8 de abril de 2015 | índice | frente | 3
Editorial por felipe soto viterbo Lo sublime y lo conciso Dirección general Gustavo Guzmán
Dirección editorial Raúl David Vázquez | ruleiro@frente.com.mx
editor GENERAL Felipe Soto Viterbo| fsoto@frente.com.mx
editora PRINT Lorena Villa Parkman | lorena@frente.com.mx
EDITORA web Abril Mulato | amulato@frente.com.mx
Editores Agenda Mariana Coppel | mcoppel@frente.com.mx agenda@frente.com.mx
#155
E
l buen diseño, como el arte, tiene un carácter visceral ante el que toda explicación fracasa. Una página bellamente formada impone orden y belleza a la lectura. Una ilustración contundente da cauce a los sentimientos de quien la contempla —y todos sabemos que el raciocinio suele rendirse ante la emoción—. La portada de este número reúne a tres diseñadores que a lo largo de su trayectoria han cruzado la frontera ciertamente la distinguen y la aprovechan en calidad de contrabandistas que llevan lo sublime al diseño y lo conciso al arte). Todo editor de revistas sabe que las portadas salen mejor si se planean, pero que el azar —que tiene mucho sentido del humor y de lo poético— siempre está invitado a intervenir. El pretexto original era entrevistar a Vicente Rojo con motivo de su retrospectiva en el muac por 60 años de trayectoria… De ahí consideramos que sería interesante que la entrevista la realizara uno de sus herederos. Pensamos en Alejandro Magallanes, quizá el ilustrador editorial más influyente de los últimos años. Pero tras varios intentos infructuosos de coordinar la charla entre ambos, quiso la felicidad que el postergado día de la entrevista, ahí se apareciera también Rafael López Castro, quien representa el eslabón generacional entre Rojo y Magallanes. El resultado es que tres grandes diseñadores de libros, que juntos abarcan más de medio siglo, expusieran sus visiones ante la inminente digitalización del papel y recorrieran la historia de las páginas y las editoriales con las que muchos de nosotros crecimos.
Música Cristina Pérez | cperez@frente.com.mx Humberto Morales | hmorales@frente.com.mx
Cine Roberto Garza | roberto@frente.com.mx
Comida Alonso Ruvalcaba | aruvalcaba@frente.com.mx
Arte
En este número
Gabriela Jáuregui
Letras Diego Rabasa | diego@frente.com.mx
ESCENA Mayté Valencia Salinas| mayte@frente.com.mx
DIRECTORA DE ARTE Astrid Stoopen | astrid@frente.com.mx
Fernando Bustos Gorozpe
Xalapeño mudado al DF. Maestro en Filosofía por la uv. Profesor en la Universidad Anáhuac Norte. Trabaja cuestiones relacionadas con la imagen, cine, ciberespacio y filosofía. Colabora también en La Tempestad, Nexos, Tierra Adentro y Filme Magazine.
diseño editorial Claudia Cedeño | claudia@frente.com.mx
COORDINACIÓN de fotografía Victoria Garza Levy | vicky@frente.com.mx
corrección Paula Bouchot
Distribución Arturo Hiriart | ahiriart@frente.com.mx Más por más | Presidente Masaryk 169, Col. Chapultepec Morales, Mexico, DF. CP. 11570.
oficina frente Yoali Maya Guzmán | yoali@frente.com.mx
Colaboradores Abraham Cruzvillegas, Julio Trujillo, Verónica Gerber Bicecci, Luigi Amara, BEF, Mónica Isabel Pérez, Mauricio Patrón Rivera, Cucho Jiménez, Humberto Morales Cruz, Cristina Pérez, Emilio Rivaud, Toni François, José Antonio Valdés Peña, Fernando Bustos Gorozpe, Hito Steyerl, Cris Winters, Fernando Hernández Urias, José Velasco, Burgerman, Valeria Cepeda, Abraham Huitrón, Carlos Velázquez, WARpig, Guillermo Montesinos, Eduardo Salles
CONSEJO ADMINISTRATIVO Gustavo Guzmán, Alejandro Romero, Rodrigo González, Miguel Heredia, Jorge Obregón, José Jorge David Vázquez, Raúl David Vázquez, Luis Enrique Wah y Rodrigo Velázquez.
José Manuel Velasco
Estudió Literatura Hispanoamericana en la Universidad Iberoamericana y actuación en el Centro Universitario de Teatro (cut). Ha colaborado en publicaciones como Blog Indieo, Chilango y La barraca. Junto con Antonio Tamez, Horacio Lozano y Gerardo Arana †, forma parte del Laboratorio Murciélago, un taller de escritura experimental en la ciudad de Querétaro. Da clases en preparatoria y hace malabares sobre monociclo.
Guillermo Montesinos Rivero
Nació en la Ciudad de México. Con estudios en Parsons School of Design, de Nueva York. Vivió en esa ciudad por ocho años. Dedicado a la fotografía de retrato. Trabajó por varios años para diversas editoriales nacionales y extranjeras. Su material es representado por agencias de fotografía stock, en España, Latinoamérica y Estados Unidos.
LA ciudad DE FRENTE. Periódico de distribución gratuita; de publicación catorcenal. Publicado por La Ciudad de Frente a sus Contenidos, S.A. de C.V. Editor responsable: Felipe de Jesús Soto Viterbo. Número de certificado de reserva de derechos al uso exclusivo otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor 04-2015-011512301400-101. Certificado de Licitud de Título y Contenido: (en trámite). Domicilio de la publicación: Av. Presidente Masarik No. 169 planta alta, col. Chapultepec Morales. Del. Miguel Hidalgo. México, D.F., C.P. 11570. T 5914 0335. Impreso por: SPI Servicios Profesionales del Impresión. Mimosas 31, col. Santa María Insurgentes. Del. Cuauhtémoc. C.P. 06430. T. 51170100. Los artículos de los autores colaboradores de esta publicación reflejan únicamente la opinión de los mismos y no necesariamente coinciden con la de este editor. D.R. ©La Ciudad de Frente a sus Contenidos, S.A. de C.V., México, 2015. www.frente.com.mx Se prohíbe la reproducción parcial o total de las obras y demás contenidos de esta publicación sin previa autorización por escrito del editor.
4 | frente | índice | del 26 de marzo al 8 de abril de 2015
Índice #155
fotos de portada cucho jiménez intervenidas por alejandro magallanes
7 AGENDA
Música, Cine, Arte y Escena
12 CONTRALORÍA
Abraham Cruzvillegas, Julio Trujillo, Verónica Gerber Bicecci, Luigi Amara, BEF
14 CRÓNICA
Las putas de Kerouac por Mónica Isabel Pérez
17 VERSUS
Simon Starling por Mauricio Patrón Rivera
20 EN PORTADA
Los artistas del libro por Gabriela Jáuregui y Diego Rabasa
28 MÚSICA
Charlas con los músicos del Festival del Centro Histórico por Humberto Morales Cruz Sharon Van Etten, una chica simple por Cristina Pérez Columna El sonido anterior por Emilio Rivaud Columna Nuevos discos, nuevas drogas por Carlos Velázquez La Roma Records Arriba/Abajo por Toni François + Reseña disco y La vara
34 CINE
58 Muestra Internacional de Cine por José Antonio Valdés Peña Paul Thomas Anderson contra los arquetipos estadounidenses por Fernando Bustos Gorozpe + Estrenos
38 ARTE
Por un museo crítico y participativo por Gabriela Jáuregui Fragmento de Los condenados de la pantalla por Hito Steyerl
42 DISEÑO
Calder: captor del movimiento por Cris Winters Perfil Vero Díaz por Cris Winters
46 LETRAS
Alberto Manguel y el placer (inagotable) de los libros por Diego Rabasa Novedades editoriales por Fernando Hernández Urias
50 ESCENA
El falso presagio de los grillos por José Velasco Del infierno dantesco al jazz de Montreal por Mayté Valencia Columna Mutis por Mayté Valencia
54 COMIDA
Barbecue: primeras notas cruzadas por Alonso Ruvalcaba Guarniciones Pesca del día Columna El rincón de Burgerman por Burgerman
58 debutantes Yo lo hago Café Toscano Cabrera Bucardón
60 DETRÁS
Charlyfornication por Carlos Velázquez Mi veldá por WARpig Acné por Gibrán Michel
62 gráfica
Alcantarilla chilanga por Guillermo Montesinos
64 maldad ilustrada
por Eduardo Salles
6 | frente | AGENDA | del 26 de marzo al 8 de abril de 2015
A agenda
Verbo mata todo… Por Mariana Coppel
L
FESTIVAL VERBO Teatro Fru Fru Donceles 24. Del 26 al 28 de marzo A partir de las 18 horas. Entrada libre. Fb: FestivalVerbo / Tw: FestivalVerbo Más información: www.festivalverbo.com
os puristas tendrán razones para argumentar que un evento poético habita exclusivamente en un verso de métrica exacta, pero los amates del lenguaje guarro invitan a abordar la poesía de una manera lúdica. Uno de ellos es Fausto Alzati Fernández, director del Festival Verbo que se llevará a cabo del jueves 26 al sábado 28 de marzo. En el contexto de este festival, la poesía es algo explosivo que estalla en el lenguaje cotidiano, en la voz del que grita que se venden pepitorias o pastillas de propóleo en los vagones del metro; que está en el sonsonete de los ricos y deliciosos tamales oaxaqueños, en los alaridos del que compra fierro viejo; que habita en el clamor de los mercados y hasta en la tonada de una mentada de madre. La poesía no tiene por qué quedar enmarcada por la cursilería o los lugares comunes. La poesía es, en palabras de Fausto Alzati, algo que vive en todos los ruidos que emitimos. Fausto Alzati Fernández, autor de Buda, drogas y pop (Textofilia, 2012), Poemas perrones pa’ la raza (Mono, 2012) y Sabor a mí (Mono, 2013) gestiona, dirige y actúa en este festival donde se honra el ejercicio de tirar verbo —por eso su nombre—. Es un espacio enmarcado por la experimentación, donde la poesía se desenvuelve sin la nata solemne, trascendiendo los límites del texto escrito y convirtiéndose en un
producto energético, trasgresor, tragicómico, histérico, divertido y, sobre todo, tangible. La primera edición de Verbo se llevó a cabo en el 2013, como una iniciativa de la asociación civil Más libros mejor futuro, que opera gracias a Conaculta y al programa Todos somos uno. Se realizó en el Antiguo Palacio de Medicina. Alzati, además de ser amante de la poesía, es asiduo a los cafés del centro y aficionado a la energía que se mueve en esa zona de la ciudad. Alzati compara la curaduría del festival con la preparación de un guiso, es un proceso orgánico donde se van eligiendo voces —como si fueran especias— con distintos acentos, estilos y discursos que pretenden hacer malabares con el lenguaje, que retoman el sonido de la palabra, la dotan de poder y recuperan la narrativa oral para insertarla en otras plataformas de expresión y comunicación multidisciplinaria. El programa incluye sesiones de open mike, slam de poesía, lecturas musicalizadas en vivo, DJ sets, videopoemas y expresiones multimedia. Podría decirse que es un festival urbano, que invita de una forma más descarada e irreverente a olvidar de una vez por todas que consumir poesía es aburrido. Es una excusa para salir a dar la vuelta, divertirse, pasar o perder el tiempo, consumir y escupir poemas.
“Generalmente, la gente lee poesía para convertirse en una mejor persona o porque le va a servir para algo —dice Fausto—, nosotros lo que queremos es divertirnos.” La idea, finalmente, es que “la banda vaya por gusto y no por obligación”.
— Poetas — De México participan Mónica Nepote, Fausto Alzati Fernández, Ashauri López, Luis Téllez, Xitlálitl Rodríguez, Rojo Córdova, Antonio Calera-Grobet, Mardonio Carballo, Paola Llamas, Emmanuel Vizcaya, Danny Dior, Yohanna Jaramillo y Tino El Pingüino, entre otros. Habrá un dueto formado por Julieta Venegas y AJO, de España. De Estados Unidos viene Natasha “T” Miller. Como plato fuerte estará mezclando poesía y rap La Mala Rodríguez.
— Imperdible — Lukas Avendaño, un muxe de Oaxaca, coreógrafo, bailarín y antropólogo que asume su rol a partir del manifiesto Hablo por mi diferencia, del chileno Pedro Lemebel. Acompañará su lectura con música de piano.
del 26 de marzo al 8 de abril de 2015 | AGENDA | frente | 7
Lo mejor de la quincena del 26 de marzo al 8 de abril
1 | Landscapes of the Mind. Paisajismo británico
2 | Intoxicaciones artificiales
3 | Zero in one / Rouge / Harry
4 | Nach
1 | Arte
2 | Cine
3 | escena
4 | Música
LANDSCAPES OF THE MIND. PAISAJISMO BRITÁNICO El Museo Nacional de Arte acaba de inaugurar una exposición compuesta por más de 100 pinturas representativas del arte británico. La colección es de Tate Gallery. Inicia con los artistas topográficos del siglo XVIII y recorre el Romanticismo, el Im-presionismo, el prerrafaelismo, las vanguardias y el modernismo del siglo pasado. Hay obra de Gainsborough, Stubbs, J.M.W. Turner Whistler, Nicholson y David Hockney, de quien se exhibe “Bigger Trees Near Warter”, una obra de 4.6 m de alto y 12 m de ancho. Museo Nacional de Arte Tacuba 8, Centro. Martes a domingo, de 10 a 18 horas. $42 Hasta el 21 de junio
INTOXICACIONES ARTIFICIALES Programa dedicado a trabajos de cine abstracto producidos por pioneros de tecnologías como video sintetizadores, gráficos por computadora, colores excéntricos e imágenes líquidas. Se realizará en el Foro al aire libre Gabriel Figueroa. Algunos de los trabajos cinematográficos son Corrientes de carne, de Adam Beckett; Colorado colorido, de Phil Morton; Silencio, de Jules Engel; y Arabesque D, de Larry Cuba & John Whitney, entre otros. La selección consta de más de 20 cortos filmados entre los años sesenta y la actualidad. Viernes 27, 19:30 horas CINETECA NACIONAL Av. México Coyoacán 389, Coyoacán Entrada libre
ZERO IN ON / ROUGE/HARRY Les Ballets Jazz de Montréal, compañía de danza contemporánea, presenta tres obras en el marco del Festival del Centro Histórico. Harry, dirigida por el coreógrafo Barak Marshall, es una pieza musicalizada con jazz y folk israelí en la que el protagonista deberá confrontar conflictos existenciales y físicos. Zero in on, de Cayetano Soto, exhibe un juego de poder entre dos bailarines. Rouge, de Louis Robitaille, es un estremecedor homenaje a las civilizaciones antiguas donde se explora la relación entre dominados y dominadores. Lunes 30, martes 31 de marzo. miércoles 1 de abril, 20:30 horas. TEATRO DE LA CIUDAD Donceles 36, Centro. $220-$600
NACH El rapero y poeta español presentará su nuevo álbum A través de mí, en SALA. Como sus entregas anteriores, es un disco dotado de crítica social y crónicas líricas. Además, estará tocando en el Festival Hip Hop Music Fest, donde participan Public Enemy, XZIBIT, Crazy Town, Kase.0, Rapsusklei & Juaninacka, Dharius, Delinquent Habits, Gera y MXM, entre otros. A partir de las 12 horas en el Pepsi Center WTC. SALA. Puebla 186 esq. Insurgentes, Roma Norte. $635 Jueves 2, 21 horas. Hip Hop Music Fest: Pepsi Center WTC. Dakota s/n, Nápoles. sábado 4, 12 horas. $719
8 | frente | AGENDA | del 26 de marzo al 8 de abril de 2015
Lo mejor de la semana del 26 de marzo al 1 de abril Jueves 26
Viernes 27
Sábado 28
Domingo 29
Música LILA DOWNS Showcase de su nuevo álbum Balas y chocolate. 21 horas. EL PLAZA CONDESA Juan Escutia 4, Condesa. $600
Arte OBRA COMPARTIDA: VICENTE ROJO Inauguración. 12 horas. COLEGIO NACIONAL Donceles 104, Centro. Entrada libre.
Música DAWN: MAGOS HERRERA Y JAVIER LIMÓN 20 horas. AUDITORIO ESCUELA DE MEDICINA República de Brasil 33, Centro. $276
Escena XX COMEDY Con Paty Bacelis, Gloria Rodríguez Sayún, Dario Fimbres, Monica Escobedo y Karla Leon. Último día. 19:30 horas. FORO SHAKESPEARE Zamora 7, Condesa. | $156
Escena IMPROSPORT Dirección: Adrián Aranda, José Luis Saldaña y Adrián Medina. 20:30 horas. FORO SHAKESPEARE Zamora 7, Condesa. $100
Música SHARON VAN ETTEN 21 horas. EL PLAZA CONDESA Juan Escutia 4, Condesa. $434
Escena SAFARI EN TEPITO Últimos días. Recorrido por las calles del barrio bravo. 17-21 horas. TEATRO EL MILAGRO Milán 24, Juárez. $400
Música AMANDA MARTÍNEZ Cantante canadiense de raíces mexicanas y alma flamenca. 17 horas. AUDITORIO ESCUELA DE MEDICINA República de Brasil 33, Centro. | $276
Arte OJO EN ROTACIÓN: SARAH MINTER Curadores: Cecilia Delgado Masse y Sol Henaro. Martes a sábado, de 10 a 17:30 horas. MUAC Insurgentes Sur 3000. Centro Cultural Universitario. $40
Música SANTANA & JOURNEY 20 horas. PALACIO DE LOS DEPORTES Av. Río Churubusco y Añil s/n, Granjas México. $492-$2521
Arte DEATH NEVER TAKES A VACATION Obra de Daniel Guzmán. Martes a jueves, de 11 a 18 horas. Viernes y sábado, de 11 a 16 horas. GALERÍA KURIMANZUTTO Gobernador Rafael Rebollar 94, San Miguel Chapultepec.
Escena HOMÉRIDAS Dirección: Ximena Escalante. Compañía Nacional de Teatro. 18 horas. LABORATORIO DE ARTE ALAMEDA Mora 7, Centro. Lunes 30 | $221
del 26 de marzo al 8 de abril de 2015 | AGENDA | frente | 9
Lunes 30
Martes 31
Miércoles 1 ¡Ya revivió nuestro correo! Mándanos tu evento. agenda@frente.com.mx
Cine LA GRAN BELLEZA (Paolo Sorrentino, Italia, 2013) 20:30 horas. FILM CLUB CAFÉ Blv. Manuel Ávila Camacho 1695. $35
Arte CALDER: DERECHOS DE LA DANZA Martes a domingo, de 11 a 20 horas. MUSEO JUMEX Miguel de Cervantes Saavedra 303, entre Presa Falcón y Lago Zurich. $30
Música RECITAL DE MELODÍA Con el tenor Ramón Vargas y Mzia Bakhtouric. 17 horas. PALACIO DE BELLAS ARTES Av. Juárez esquina Eje Central, Centro Histórico.
Música LOS RUMBEROS DE NACIMIENTO Ritmos afrocubanos de Matanzas. 19 horas. TEATRO DE LA CIUDAD Donceles 36, Centro. $140-$310
Escena TRUE WEST Laboratorio de teatro presenta una obra de Sam Shepard. Dirección: Iván Arana. 20:45 horas. FORO LUCES DE BOHEMIA Orizaba 193, Roma. | $180
Plan B ARMENIA Y LA MÚSICA DE TIGRAN MANSURIAN Conferencia. Imparten Mario Lavista y Tigran Mansurian. 18 horas. COLEGIO NACIONAL Donceles 104, Centro. Entrada libre
Cine LA DANZA DE LA REALIDAD (Alejandro Jodorowsky Chile, Francia, 2013) 18 horas. FILM CLUB CAFÉ Blv. Manuel Ávila Camacho 1695. $35
Música PHILIPPE QUINT & MATT HERSKOWITZ TRÍO 20 horas. ANFITEATRO SIMÓN BOLIVAR Justo Sierra 16, Centro. $350
Arte ESPECIES ENDÉMICAS: UN AÑO DE ENCUENTROS SABATINOS Retoma ejercicios del taller “Dibujo y movimiento” impartido por la artista Galia Eibenschutz. Martes a domingo, de 10 a 19 horas. MUSEO DEL CHOPO Dr. Enrique González Martínez 10, Santa María la Ribera. | $30
10 | frente | AGENDA | del 26 de marzo al 8 de abril de 2015
Lo mejor de la semana del 2 al 8 de abril Jueves 2
Viernes 3
Sábado 4
Domingo 5
Arte DEMO PUNK: ALTERNATIVA Y RESISTENCIA Vinilos, casetes e impresos representativos del movimiento punk. Martes a domingo, de 10 a 19 horas. MUSEO DEL CHOPO Dr. Enrique González Martínez 10, Santa María la Ribera.
Escena MICRO TEATRO “POR MÚSICA” 20 horas. MICRO TEATRO Roble 3, casi esquina con Insurgentes, Santa María la Ribera. $60 por obra.
Música FATOUMATA DIAWARA Voz y alma de la música de Mali. 18 horas. TEATRO DE LA CIUDAD Donceles 36, Centro. $140-$310
Escena LISA. ANOTHER GREAT DAY! 18 horas. LUNARIO Paseo de la Reforma 50, Bosque de Chapultepec. $400-$800
Música ENSEMBLE KAYRA Explora la música de la tradición griot. 21 horas. ZINCO JAZZ Motolinía 20, Centro. $100
Música JULIAN JOSEPH TRÍO Reino Unido. 20 horas. AUDITORIO ESCUELA DE MEDICINA Brasil 33, Centro. $250
Arte WILLIAM KENTRIDGE: FORTUNA La exhibición es una revisión de la obra de Willliam Kentridge. Miércoles, viernes y domingo, de 10 a 18 horas. Jueves y sábado, de 10 a 20 horas. MUAC Insurgentes Sur 3000. Centro Cultural Universitario. | $40
Escena LOS LOCOS ADDAMS 18 horas. TEATRO INSURGENTES Insurgentes Sur 1587, San José Insurgentes. $590-$1300
Cine SHORTS MÉXICO Festival de cortometrajes. Superhéroe, de Roberto Candiani; Cassandro “el exótico”, de Michael Araizaga; y Ciudad intervenida, de César Moheno Plá. 19:30 horas. CINETECA NACIONAL Av. México Coyoacán 389, Xoco. | $40
Música DANNAH GARAY 21 horas. ZINCO JAZZ Motolinía 20, Centro. $20
Música ECOS DE ANTAÑO Ernesto Elorduy, Marcela Chacón y Jósef Olech. 12 horas. ANFITEATRO SIMÓN BOLÍVAR Justo Sierra 16. Entrada libre
Arte ALOTROPOS Seis creadores combinan dibujo y escritura. Martes a domingo, de 10 a 19 horas. MUSEO DEL CHOPO Dr. Enrique González Martínez 10, Santa María la Ribera. | $30
del 26 de marzo al 8 de abril de 2015 | AGENDA | frente | 11
Lunes 6
Martes 7
Miércoles 8
Música DAKHA BRAKHA: CAOS URBANO La nueva música de Ucrania. 20 horas. AUDITORIO ESCUELA DE MEDICINA Brasil 33, Centro. $340
Música ARTIBUS ENSAMBLE Homenaje a José Emilio Pacheco, Luis Villoro, Samuel Gitler y Silvio Zavala. 20 horas. ANTIGUO COLEGIO DE SAN ildefonso Justo Sierra 16. | $350
Música CABARET BRISE-JOUR Por: L’orchestre d’hommes-orchestres de Quebéc. 20 horas. TEATRO DE LA CIUDAD Donceles 36, Centro. $220- $600
Plan B CONFERENCIA: CAMBIO CLIMÁTICO Imparten: Ligia Pérez Cruz y Jaime Urrutia Fucugauchi. 19 horas. COLEGIO NACIONAL Donceles 114, Centro. Entrada libre
Arte COLABORACIONES FORZADAS Intervención de Santiago Merino. MUSEO DEL CHOPO Dr. Enrique González Martínez 10, Santa María la Ribera. $30
Plan B CONFERENCIA: LA CIUDAD DE TENOCHTITLÁN Imparte: Eduardo Matos Moctezuma. 12 horas. COLEGIO NACIONAL Donceles 114, Centro. Entrada libre
Escena GÉNERO MENOR Compañía de cabaret presenta: En el país de los medios, Tres veces te engañé, De Príncipes, princesas y otro bichos y Rebelde con causa. 20:30 horas. FORO SHAKESPEARE Zamora 7, Condesa. $200
Arte HABRÁN MÁS COSAS BUENAS EN LAS MÁS COSAS BUENAS QUE HABRÁN La obra de Adrián Regnier es un lenguaje entre diversos medios audiovisuales. Martes a domingo, de 10 a 18 horas. MUSEO DE ARTE CARRILLO GIL Av. Revolución 1608, esquina Altavista. | $21
Música THE TALLIS SCHOLARS Polifonía isabelina y novohispana. 20 horas. ANTIGUO COLEGIO DE SAN ildefonso Justo Sierra 16, centro. Entrada libre
12 | frente | contraloría | del 26 de marzo al 8 de abril de 2015
C contraloría
Abraham Cruzvillegas | Tras Sinbyeong
El lenguaje es sabor que entrega al labio la entraña abierta a un gusto extraño y sabio: despierta en la garganta; su espíritu aún espeso al aire brota y en la líquida masa donde flota siente el espacio y canta. Jorge Cuesta “Canto a un dios mineral”
Y quiere que me libere de sus emociones, de sus pulsiones, casi también de sus ideas, mi voluntad es grande con la suya, y al tiempo aparece más como su necesidad —que se convierte simultáneamente en una contradicción y una tautología plenas— no es mía, en su transfiguración alquímica, su concepto descansa del yugo hipertrófico de lo afectivo, es capullo en el que se gestan las palabras por sí y para sí mismas, son. Del más cristalino de sus accesos verbales brotan y le retoñan con métrica impecable los que como argumentos congelados componen la crisis de sus propios presupuestos: se tornan volutas churriguerescas en el aire, se evaporan y se reintegran al ciclo vital, son lágrimas, son saliva. Yo soy el verbo, soy el sustantivo, soy la coma, la diéresis y el diptongo, yo rijo y exijo, demando y obligo, para que en el laberinto se unan las determinaciones ínfimas donde se revuelven oscurísimas y turbias las luces filtradas de las tríadas significativas
que acaban siempre por solamente dar fe de la sempiterna incapacidad comunicativa del poeta; soy tú por tú, soy ti, soy ello y el empeño de la enzima que torva se inclina y reposa en las celdas que contienen las infinitesimales mitocondrias que dan cuerpo al músculo debilitado y que procuran la chispa de sus bujías de sus sinapsis y de su eructo abstemio y reseco. No te quiebres, que en tu autoinflingida demolición señalas el déficit de mi riqueza, que pintas en el panorama una infinita pérdida de futuro, y ya te extraño, examino tu convulsión, revuelto en el trance del que no importa si no vuelves, con el hocico espumeante y el ano ensangrentado, te veo reducido a tu mínima expresión, en tu acceso a un estadio diverso de la inteligencia, uno de una percepción intensa y monstruosa, que solamente puede ser gestionada en la comunidad del lenguaje, no en lo asequible, no en la técnica, no en la virtud, tal vez nomás en el apilamiento de los grafismos y los fonemas
en el neologismo; tu cuerpo mutilado pende de ti mismo, chamanístico y luminoso, con los ojos en blanco, y accedes a la conjugación de una lengua que no era y que nadie comprenderá, desquebrajada, vulnerable, hermanada con todo lo que existe, pero en un animismo que no puede ser religioso: alcohol, corbatas, enzimas, cajas, haces de luz, jeringas, probetas, ingenios azucareros y proverbios cafeinómanos. Que repiquen en Córdoba los endecasílabos cada vez que cese la didáctica, todas las veces que se derrumben las tenebrosas voces que ingenuas pretenden callar otras. En la descomposición de la sintaxis se construyen, destruyen y reconstruyen las razones, en su inestabilidad sólo son coherentes con la violencia que nos sirve de paisaje, y habría que exigir la aventura que continúe tu empresa desaforada, que alguien por favor me destroce y se arrime a la querencia donde se revuelven los papelitos; de ahí soy.
16 al 1 se acabara todo para mí, como si esta espera gris fuera la cuenta regresiva de algo definitivo? Surge una interrogante: ¿qué me distingue de los hombres huecos que avanzan lentamente en el corazón de la ciudad? ¿qué distingue a cada uno de ellos de mí, seguramente también un hombre hueco ante sus ojos? Entonces comienzo a ver individuos, rostros aislados, bocas que formulan vocabularios personales y que mordieron hace rato el pan tostado de un desayuno único, impar e irrepetible. La crónica de uno solo de esos desayunos, del río de pensamientos de una sola de esas personas al tomar el café, podría llevar miles de páginas. La distancia entre los hechos y su representación es infinita, susurra alguien dentro de mí. Sólo es verdadero el simulacro. Ahora distingo circulando en mi organismo, por una asociación natural de pensamientos y sabores (¿recordar un sabor es saborearlo?), la mezcla de café americano
y exprés que me preparé en la mañana, esa medida de intensidad cafeínica a la que me he acostumbrado o programado para inaugurar los días. Y pensar en café me lleva al grano. En un golpe de vértigo presiento, mientras veo descender lentamente por el aire una flor de jacaranda, que podría ir reduciendo esto que llamo realidad hasta sus átomos, en una especie de espiral inversa imantada poderosamente por la particularidad. “Cuando los peces todos… deshacen su camino hacia las algas”, recuerdo de repente. Georges Perec se carcajea. Mi propia involución se precipita hacia una gota de sangre, o menos: una minúscula burbuja de nitrógeno, un píxel nada más en un crucero de la megalópolis. ¿Qué sé yo? Así que no te quejes de la espera, me digo, y siéntate a escribir lo que percibes, si puedes, si te consigues enlazar al ritmo de tus pensamientos. Redacta el simulacro. Y eso es exactamente lo que estoy haciendo.
Julio Trujillo | Obra negra Simulacro Estoy parado fuera de mis oficinas a la espera de que me dejen entrar: nos evacuaron por un simulacro de temblor y ahora el ingreso será en orden inverso al de salida, primero los pisos de arriba y al final los de abajo. Trabajo en el primer piso y ya estoy lamentándome por esta hora perdida en el ritual urbano de la prevención, de simular periódicamente, cronometrándola, nuestra reacción ante la gran sacudida. Recuerdo cuando tembló de verdad en un simulacro y no sabíamos con precisión qué pliegue de la realidad habitábamos ni quiénes éramos. Filas de gente, filas de coches, acumulación de claxonazos, sirenas, silbatos. Consigo sustraerme, como si recortara una silueta de papel, de la caótica escena. La verdadera pérdida de tiempo, me digo, es considerarla y vivirla como tal. Haz algo. ¿Y si estos minutos fueran, de alguna misteriosa manera, la cumbre de mi existencia? ¿Si al terminar el ingreso de los pisos
del 26 de marzo al 8 de abril de 2015 | contraloría | frente | 13
Verónica Gerber Bicecci | Hoja de observación Ro(Bots)
Elogio desapasionado de la cruda
LOCALIZACIÓN: Camas Lamas, Dr. Velasco y Cuauhtémoc FECHA: 12 de febrero de 2015 HORA LOCAL: 2:30 p.m. CONSTELACIÓN: colonia Doctores EQUIPO: iPhone 4
A la pulquería Los Insurgentes, en su quinto aniversario
NOTAS: ¿No a los robots? Aunque sus creadores aseguran, con cierta razón, que los bots (aféresis de robot) no son inherentemente malvados ni inherentemente brillantes, en México se han vuelto sinónimo de censura, se han rebautizado: peñabots, y definido como un ejército que neutraliza las críticas al gobierno. La desaparición de los hashtags #Yamecansé, #Yaséquenoaplauden o #EndefensadeAristegui, por mencionar sólo tres casos, hacen que un esténcil contra los robots no resulte tan simple ni descabellado. Tal vez no se trata de un reproche llano a los avances tecnológicos (que mucho tendrían de criticables en términos ecológicos), ni siquiera a la ciencia ficción (un género que nos ha entretenido y confrontado a todos), sino de un llamado recio para detener los abusos en uno de los pocos espacios que alguna vez gozó de libertad en todo el mundo: internet. Según la página OpenNet Initiative, a pesar de los numerosos asesinatos de periodistas, en el 2011 internet se mantenía relativamente libre y abierto en México —para poco menos de la mitad de toda la población del país, que es la que tiene acceso—. Pero a partir del 2014, es evidente que Twitter dejó de ser “democrático”: hemos sido testigos de fuertes ataques a las tendencias más críticas, y de serias amenazas a una incipiente comu-
BEF | Monorama
Luigi Amara | Postales del subsuelo
nidad web que intenta compartir información de forma veloz para hacer visibles las injusticias de nuestro país (creer que se puede cambiar el mundo frente a la pantalla de una Mac es ingenuo, pero alguna molestia deben causar los hashtags si alguien invierte dinero en eliminarlos). Stephen Hawking, quien le debe en mucho su sobrevivencia y posibilidad de comunicarse a los robots, dijo hace poco que un buen día ellos podrán reprogramarse a sí mismos y, eventualmente, acabar con la raza humana. Los bots están diseñados para imitar el comportamiento humano y ya realizan actividades complejas como, por ejemplo, fungir de interlocutores en algunos chats. Tal vez no presenciaremos la catástrofe que sobreviene al desarrollo de la inteligencia artificial, pero lo cierto es que, si es posible sacrificar la libertad de expresión en manos de una tropa de zombis inmateriales, el camino a la destrucción será mucho más corto.
Fantasma que estremece la ebriedad, lado oscuro de la francachela, playa a la que somos arrojados desde lo más alto de la cresta de la ola, la cruda es una región —más que un estado descarnado del cuerpo—, de la que con toda suerte de remedios disparatados y caldos, de cocteles y exudaciones autoinfligidas, queremos huir tan pronto empieza a apoderarse del día, sin que muchas veces alcancemos a apreciar su cualidad metafísica, su lucidez limítrofe, su silencio. Si la embriaguez nos descentra de quienes somos, la cruda es ese desfase compensatorio, esa contramarea implacable también conocida como resaca. Tras haber estado fuera de sí durante la juerga, el yo es sorprendido en el otro extremo del dial, en unas antípodas de sed y escalofrío que no son más que una forma alterna, dolorosa, de estar fuera de nosotros mismos. Allí, movidos por una lógica pendular, lo que antes era ingesta y camaradería se ha tornado en vómito y recogimiento; el sol fustiga como un ojo severo el más insignificante de nuestros pasos, y la mujer que yace a nuestro lado, ayer una vaporosa odalisca bajo el cielo estrellado, es sólo un animal dormido. Que a nadie extrañe que el primer impulso al despertar, entre temblores y promesas de no beber ni una gota más, sea destapar una cerveza. Siempre me he preguntado si la llamamos así por la crueldad de su verdad, por la crudeza y desencanto que otorga a la mirada, por esa condición áspera, destemplada, que adquiere la conciencia doblegada por el
sufrimiento y la jaqueca. Tal vez tenga que ver con que nos arrastra a un estado de fragilidad y repliegue, en que el cuerpo pareciera no estar preparado ni en sazón, y en el que, como si durante la noche hubiéramos desandado el camino —avanzando no se sabe si de cabeza o hacia atrás—, tuviéramos que reaprender los movimientos más elementales de la existencia. Creo que fue Alí Chumacero quien dijo que un hombre crudo es un animal sagrado. A las horas y días de fiesta le sigue un periodo no menos extraordinario de recomposición —a menudo de remordimiento—; un tránsito trabajoso, salpicado de menjurjes casi siempre picosos y casi siempre inútiles, hacia la vida de todos los días, y es su mismo desfase lo que le confiere ese halo sacro, excepcional, quién sabe si sobrehumano, decididamente fuera de este mundo; como si un lento y crudo invierno se interpusiera entre la ebriedad y la rutina. Sería una exageración decir que cada brindis se justifica por las arduas recompensas de la cruda. Pero es desde allí, desde su condición de quiebre o resquebrajadura, que me ha parecido atisbar las cosas sin miramientos, sin falsas expectativas, incluso diría que desde la otra orilla del deseo. Después de las largas peroratas y necedades de la noche anterior, de tantas palabras arrastrándose inconexas, entre efusiones fáciles y bravuconadas, qué alivio que los labios apenas se abran para recibir la bendición de un vaso de agua y una aspirina.
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C crónica
Las putas de Kerouac Por Mónica Isabel Pérez
Existen los speakeasy en la ciudad, y no son esos bares que quieren imitar la secrecía de los originales. Ni siquiera sería correcto llamarles en inglés: ésta es la historia de un bar clandestino en el Centro. Así: sin poses; solamente ilegal.
Tenía
12 años la primera vez que leí En el camino. Nadie me había pedido que lo leyera. Es más, nadie me había hablado de él siquiera. Pero resultó que en mi escuela decidieron ampliar la biblioteca y, entre todos los libros nuevos que llegaron, estaba ése. Era la edición de Anagrama, de la colección color naranja con la foto clásica de Jack Kerouac abrazado de su amigo Neal Cassady. No sé bien qué fue lo que me llevó a tomar ese libro. Quizá que la contraportada hablaba de un recorrido por el continente y de algunos atractivos como complemento: “De Nueva York a Nueva Orleáns, Ciudad de México, San Francisco, Chicago y de regreso a Nueva York. Alcohol, orgías, marihuana, éxtasis, angustia y desolación…”. Por entonces yo ya estaba en tercero de secundaria, el año en que dejé de ser una nerd en toda regla. Cambié los anteojos por lentes de contacto, me quité los zapatos ortopédicos y —algunas veces— me pintaba los labios, aunque eso estaba prohibido en la escuela. Aun así —con todo y mis ganas de cambiar— pasaba horas en la biblioteca, un hábito que no podía dejar aunque los pocos libros de ficción que había eran particularmente aburridos. Eso hasta la gran remodelación, cuando llegó esa maravilla. VIAJES, ALCOHOL, ORGÍAS, MARIHUANA. Las letras parecían brincar
del libro. Lo solicité para llevarlo a casa y temblé un poco cuando le di la credencial a la bibliotecaria. Luego, ya en casa, lo mantuve mezclado entre otros libros. Parecía un niño ocultando una Playboy bajo su cama. Del libro más famoso de Kerouac saqué conclusiones personales que mantengo vigentes: 1) que lo que más quiero en la vida es escribir y viajar, 2) que viajar es aún más gratificante si lo haces con tus mejores amigos y 3) que puedo recorrer el mundo, pero que la fuente de inspiración más angustiante, desoladora y emocionante la tengo en casa. Me obsesioné tanto con En el camino como con el centro de esta ciudad. Decía Kerouac: “Vimos Ciudad de México extendida sobre su cráter volcánico y despidiendo humo y a la luz del atardecer. Nos lanzamos cuesta abajo por avenida de los Insurgentes, derechos hacia el corazón de la ciudad, en Reforma. Los niños jugaban futbol en enormes descampados y levantaban polvo. Nos abordaron algunos taxistas y nos preguntaron si queríamos chicas […] vimos solitarias figuras en las oscuras callejas”. Hablaba de prostitución, de pulquerías, de venta de drogas sobre la calle como si nada, de mariachis, de fiesta eterna, de “calles vivas toda la noche”, un lugar donde las cosas jamás terminan. Y yo quería ver todo eso, quería explorarlo, perderme en las calles de la ciudad donde nací. Pero eran los noventa y el Centro era una zona prohibida. Vivíamos a diez minutos de las Torres de Satélite, donde nada pasa. Donde para-qué-vasal-Centro-si-puedes-ir-a-Plaza-Satéliteque-es-un–lugar-seguro y donde la única visita permitida al DF sucedía en familia, o cuando algún maestro enloquecido solicitaba la visita obligada a algún museo. Nadie quería ir al Centro. “Es un nido de ratas”, me decían para persuadirme, sin saber que justo eso era lo que me resultaba atractivo. Luego sucedió que Slim lo compró todo y lo renovó y lo limpió y hasta la gente de Satélite se animó a visitarlo. Y entonces pude ir sola y caminar por avenida Juárez y por Madero, y hasta por Regina. Y las cosas ya no me supieron igual. No es que sea una negada del progreso, pero me sentí traicionada. “No hay memoria del México de aquellos años”, advirtió José Emilio Pacheco en Las batallas en el desierto sobre el México que tanta fascinación me causaba. Familias enteras caminando sobre las avenidas, organilleros “tocando” y recibiendo propinas, esculturas humanas causando furor. De repente estábamos en esa cosa que lla-
man “la ciudad de la esperanza”. Faltaba un arcoíris para hacerme sentir un poquito más miserable. Había llegado tarde.
*** Con los años se me pasó la obsesión por la podredumbre. Visité Nueva York, Nueva Orleáns, San Francisco y Chicago. Empecé a conformarme con saber que, a pocas cuadras de mi casa está —sobre el 212 de Orizaba— el cuartucho en el que Kerouac terminó de escribir En el camino y donde desarrolló novelas que sigo amando, como Tristessa. Digamos que me acomodé bien en el way of life de hipster de clase media, que logré que mi vida fuera toda escribir y viajar, que huí de Satélite y me establecí cerca de mis fantasías de adolescente. Que las cosas no van mal, pues. Pero que uno es terco y que las obsesiones siempre vuelven y que esa espina de querer andar entre la angustia y la desolación es, casi seguro, un mal crónico, una vocecita que espera a que uno tenga un segundo de paz mental para interrumpirlo, para llamarte como flautista de Hamelín y llevarte a los lugares en los que se supone que no debes estar. Y entonces decidí perderme en la Merced, pero sin hacerme la asustada porque hay putas. Sobre eso se ha dicho bastante y se seguirá diciendo hasta el final de los tiempos. Ya sabemos que en nuestras calles hay prostitución, no tenemos que fingirnos sorprendidos cuando leemos las historias de quienes la ejercen. Sorpresa deben provocar, más bien, los que desconocen el tema. En fin. Que L., un viejo amigo mío, tuvo más visión de negocio que sus colegas satelucos (otros que, como yo, decidieron escribir o hacer radio o salir en la tele). Él no. Él puso una tienda en la Merced. Y al principio, claro, fue amedrentado. “Tú qué, güero, quién te llamó o qué”, le decían los dueños del barrio y él, como si nada, les lanzaba una risita y les decía: “¿Quieres bolsa o así está bien?”. Y así hasta que poco a poco se fueron acostumbrando a su presencia. Tan así que las chavas que llegaban a empezar el turno comenzaron a tenerle confianza y de pronto ya se cambiaban en el baño de la tienda y le encargaban sus mochilas. Él, con su agudísimo olfato para el dinero, se apuró a comprar unos lockers para rentárselos. Nunca, hasta hoy, le ha hecho un piropo a ninguna de ellas y, a cambio, ellas lo quieren. “Es que están hartas de escuchar tanta vulgaridad”, me dice L., “y pues yo las trato normal, porque la verdad es que son bien normales”. Entre más chavas empezaron a guardar sus cosas en los lockers
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“No sé qué pensar cuando, luego de unas
de L., más borrachines empezaron a merodear la tienda. No tiene mucha lógica porque las pueden ver todo el tiempo que quieran paradas sobre la avenida, pero quién sabe, quizá verlas ahí en toda su normalidad comprando unos Twinkies o unos Pingüinos las dota de algo mágico, como si estuvieran fuera de foco, inalcanzables…
*** “Dame una caguama, pero déjame chupármela aquí, güero, no seas gandalla”, empezaron a decirle. Y pues L. no es gandalla. O al menos sabe bien con quién no serlo así que, antes que perder todo lo que había ganado, les fue diciendo que sí a los que se lo pedían. “Pero en la bodega y sin desmadre”, advertía. Como es natural, se empezó a correr la voz de que el Güero permitía compra con descorche y cada vez comenzó a llegar más gente. El resultado: un speakeasy de verdad. No como el Jules Basement o el Artemisia o los muy fancy que visité en Chicago como The Office (a los que llevo en el corazón, pero que en definitiva no viven al margen de la ilegalidad), sino uno en serio, casi como los de la época de la Prohibición, pero sin glam. “Si un día necesitas ayuda, llámame”, le dije a L., quien luego de muchos cómo crees, me dijo que siempre sí le cayera cuando qui-
siera. No es que necesite ayuda para atender a la banda, que es bastante autosuficiente, sino que necesita a alguien más que al cajero —su mano derecha— para platicar y no aburrirse. Así que agarramos nuestras caguamas y subimos a la bodega para chismear de esto y lo otro. Conforme van llegando, los clientes se acercan a la esquina donde L. y yo estamos sentados sobre unos cajones de refrescos. “Perdón por interrumpir, Güero, nomás te vine a saludar”, es la frase que más escucho. A mí me saludan estirando la mano de manera tímida, como sin querer estrecharla de verdad, apenas un toquecito porque piensan que soy el ligue del Güero, y pues uno no raya el cuaderno de quien lo deja chupar a gusto con sus cuates, así que hay un tierno y raro halo de respeto. Se ponen nerviosos hasta cuando volteo a verlos para preguntarles si quieren algo más. “No, señorita, orita bajamos por más”, me dicen, y vuelven a poner los ojos en el juego de futbol. Porque claro, L. ya les instaló una pantalla y, para cuando no hay partido, una rocola que hoy empieza a sonar inmediatamente después de terminado el juego. No sé qué pensar cuando, luego de unas cuantas salsas, escucho que ponen “Du Hast” de Rammstein. ¿Es neta? “Los que la ponen siempre son ese par, bien rockers”, me dice L. riéndose mientras me señala
a unos enchamarrados con cuantas salsas, escucho que ponen ‘Du cuero negro. Recorro el lugar Hast’ de Rammstein. ¿Es neta? ‘Los que la con la vista y siento alivio. El Centro que yo idealizaba a los ponen siempre son ese par, bien rockers’, 12 años todavía existe. No es me dice L. riéndose mientras me señala a para nada una pocilga, sólo hay un poco de mugre y chela unos enchamarrados con cuero negro. tirada en el suelo. Es un lugar estrecho, pero hay un espejo de pared comA las 11 es hora de cerrar la tienda. Hay una pleta que le da la ilusión de amplitud. Sobre chava que se encarga de limpiar a las 10:45, esas superficies hay vinilos decorativos con lo que para los clientes es señal de que deben forma de strippers, con tubo y todo. Los asien- abandonar el lugar. Se hace el corte de caja y tos son, por lo general, las cajas de refresco, todo ese proceso administrativo que los que pero para quienes llegan temprano hay un par sólo vamos por un six nunca vemos. Mientras de silloncitos de plástico. Justo ahí hay una L. hace cuentas, lo espero leyendo las bolsas de pareja. Tendrán unos 19 años. Ella tiene un las papitas. Ahora hay más variedad que antes. globito de helio en las manos con alguna “Papas a la francesa con chile y limón”, dice frase cursi escrita en él que no alcanzo a leer una bolsa. Así de absurdo. Hay con habanero, porque no traigo lentes. No importa, ella lo en corte delgado, unas que regalan no el 20 atesora entre sus manos y se deja abrazar por ni el 15 sino el 19 % extra. Puras tonterías que su novio que la llevó ahí no sé si pensando quién sabe quién inventa. Me concentro en eso que era un buen lugar para terminar su cita y en devolverles el hasta luego a los clientes, (alguien debe darle un consejo a ese chico). que se van contentos a sus casas o a seguirla en Luego están los rockers, la banda futbolera algún lado o a echarle una rezadita a la Santa y, en otro circulito hecho de cajones rojos, Muerte que está a la vuelta. Una vez bajada la un hombre viejo rodeado de tres jóvenes a cortina, nosotros salimos a caminar mientras quienes les dispara las caguamas. “Dicen decidimos a dónde ir a cenar para continuar la que es gay y que los regentea”, me dice L. y charla. Tomamos Izazaga porque es una aveagrega, “pero pues ve tú a saber, yo prefiero nida grande y hay más luz y está más “fresa”. no enterarme, así de lejitos y en buena onda En el camino, los transeúntes nos miran más sospechosos a nosotros que nosotros a ellos. está todo bien”. Vemos al menos a tres hombres hablando (gritando) solos y a otro semidesnudo meando o cagando o quién sabe qué haciendo en una jardinera, mostrando el trasero sin pudor a la gente que pasa por la avenida y que la verdad ni se inmuta al verlo. Las putas que Kerouac describía decadentemente seductoras, tienen caras de aburrimiento mortal mientras ven fijamente las pantallas de sus smartphones. Un poco antes de llegar por donde está el hotel Virreyes (donde empieza la parte fresa, digamos), escuchamos una cumbia bien en alto que sale de una puertita. Afuera hay banda, unos tres chavos fumando y metiéndose coca así como si nada. Y pues sí, nada, porque ni la policía se atreve a decirles algo. —Hay que crashear esa fiesta, le digo a L. —¡Tas loca, ya no salimos! Además ya es bien tarde —me dice—. Ya pedí un EasyTaxi. Vamos a cenar al nuevo Mog y de ahí vemos qué hacemos, ¿no? Total. Estamos en la ciudad donde las cosas jamás terminan. F
”
Mónica Isabel Pérez (Ciudad de México, 1983) es editora y escritora. Colabora en distintos medios de lujo, viajes, moda y estilo de vida. Sus artículos han sido publicados en revistas como Elle Decoration, L’Officiel, Grazia, GQ, Life & Style, SoHo, Travel + Leisure, Código, Time Out y Rolling Stone, entre otras. Es editora general de A, The Style Guide by Andares.
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v versus
“Mi obra, al contrario de la de Duchamp, necesita una enorme cantidad de trabajo, y el objeto realmente termina conformado por una serie de cicatrices que lo definen.”
Simon Starling ARTISTA visual
El Premio Turner es uno de los premios más prestigiosos del arte. Se entrega a ingleses menores de 50 años y consta de 40 000 libras (cerca de un millón de pesos). En el 2005, Starling lo ganó por convertir una pequeña bodega en balsa y navegar por el río Rin hasta Basilea. A propósito de Bowls, su primera exposición individual en México en la Casa Estudio Luis Barragán, nos habló sobre la belleza, los reconocimientos, las colaboraciones y el ready-made. Entrevista: Mauricio Patrón Rivera | fotografía: cucho jiménez
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¿Cómo te recibió la Ciudad de México? Es tu primera exposición individual en Latinoamérica, ¿cierto?
La gente es encantadora, me siento afortunado por eso y por tener la suerte de trabajar en dos de los edificios más hermosos de la ciudad —la Casa Estudio Luis Barragán y el Museo Experimental El Eco de Mathias Goeritz—. El año pasado vine por primera vez a preparar una de las piezas para esta exhibición, así que todo es muy nuevo para mí. Ya conocía el trabajo de Barragán (referente obligado en el movimiento modernista), pero realmente no podría haber dicho eso hasta estar dentro de su obra, lo que hace es crear espacios que te modifican psicológicamente y eso no lo ves en las fotografías. Es muy inspirador.
Después de recibir el Premio Turner en el 2005, ¿qué otro reconocimiento te gustaría obtener?
Este premio me permitió ampliar mi audiencia. En realidad, lo que quisiera es seguir teniendo la posibilidad de hacer exposiciones interesantes. El Turner puede ser muy cruel, en especial en el contexto británico porque genera mucha controversia, pero hizo feliz a mis papás, no podía no aceptarlo (bromea).
¿Vienes de una familia de artistas?
No realmente. Mi abuelo era arquitecto y mis padres siempre se han interesado por lo que hago. Mi trabajo nunca ha sido controversial para mi familia, al contrario, siempre me han apoyado.
¿Y cómo entiendes la belleza en tu trabajo?
No estoy seguro de lo que es. Pero me gusta cuando la encuentro en lugares inesperados. Creo que mi trabajo no es sobre la belleza, sino sobre lograr comprometer a las personas en las historias y los procesos de mis piezas. Espero que eso funcione de forma inmediata, que sea sorprendente. Además, siempre he estado atento, por ejemplo, a hacer libros como un complemento a la pieza que es expuesta, y últimamente me he interesado en la película, como una forma de registrar los procesos. Ha sido un gran aprendizaje, no soy cineasta, pero mis primeros años como artista fueron con la fotografía y ya luego empecé a trabajar con las manos, entendí la importancia de cómo es que se hacen los objetos. Trabajo con procesos estructurales, con edificios, por decirlo de alguna manera.
su propio rumbo. Claro que pienso en cómo se verá la exposición final, pero en realidad me centro en echar a andar ciertos modelos y estructuras conceptuales, y veo hacia dónde van. Por ejemplo, el filme que presenté en El Eco —llamado El Eco, como un resonar metatextual— utiliza fotografías que fueron tomadas aquí mismo pero en 1953, y uso esos mismos encuadres como una especie de storyboards para la película. La obra también se va conformando por esta preexistencia de las cosas que luego la integran.
“Bike/Chair” es una de tus obras más importantes de tu carrera. Fundes el material de una silla para hacer una bicicleta y viceversa. ¿Estás intentando rehacer el readymade de Marcel Duchamp; poner un objeto y observar cómo al exhibirlo se modifica el sistema que lo hace inteligible?
Creo que podría partir de ahí, pero termina siendo un anti-ready-made, su antítesis. Mi obra, al contrario de la de Duchamp, necesita una enorme cantidad de trabajo, y el objeto termina conformado por una serie de cicatrices que lo definen. Se puede entender como un proceso de destilación: detrás de grandes investigaciones lo que expuse son tres máscaras del estilo del teatro Noh japonés, un filme de diez minutos en El Eco, tres tazones de plata y una serie de daguerrotipos a partir de obras de José Luis Barragán. Poco a poco, el proceso creativo me lleva a objetos más sencillos pero que condensan una significación enorme. En la exposición Bowls (cuencos de plata) hago justo eso. Los objetos que se exponen son más que ellos mismos, tienen muchos niveles, están llenos de anécdotas, se vuelven intertextuales porque resumen una serie de relaciones que los crearon.
¿En tu obra abundan las anécdotas, las fantasmagorías, las conexiones por casualidad?
Sí, mi trabajo se desata a partir de la casualidad. Por ejemplo, haber conocido a Paola Santoscoy —directora de El Eco— en una residencia en Cornwell, justo cuando yo estaba fascinado por las esculturas de Henry Moore sobre la era nuclear y ella me explicó que el gran muro de El Eco había albergado un mural de Moore. De ahí parten las dos obras expuestas en este recinto: El Eco y Project for a Masquerade. De cierta forma tienes que ser abierto y perceptivo para sentir cuándo es que estos “accidentes felices” suceden.
¿Al comenzar a trabajar en un nuevo proyecto te preocupas desde el inicio por su estética final o le dejas ese resultado al proceso?
¿Cómo es que operan el tiempo y el espacio en tu trabajo?, ¿por qué esta obsesión por alterarlos?
Mi trabajo resulta en muchas formas y maneras. La estética se va forjando en el propio camino de tal forma que creo que al final una pieza sólo puede verse así como es y no de otra manera. Parto de la idea de tener un concepto que toma su propio lugar e incluso si en algún momento sale de mi control, toma
No se puede pensar en ambos por separado, están irreversiblemente entrelazados. Hacer un filme como El Eco implica una concepción del espacio arquitectónico, está incrustado o colapsado en la película. Me gusta ser irrespetuoso con el tiempo histórico, mezclarlo, hacer colapsar un tiempo dentro de otro y un
espacio dentro de otro, y ver qué sucede. Son como colisiones creativas, creo.
¿Intentas provocar y ser crítico con tu trabajo o sólo juegas conceptualmente?
Un buen ejemplo de esto sería un trabajo que me fue comisionado en un parque natural en Escocia. Propuse hacer una isla de algas que flotaría entre otras islas, una estructura autorregulada conformada por una especie invasiva y me di cuenta de que estaba tocando algunas fibras sensibles, porque uno de los patrocinadores también estaba pagando a campesinos escoceses para destruir esta plaga. Pero luego hice otra versión de esta pieza para la Bienal de Venecia y la isla iba por el gran canal, lo cual tenía mucho más sentido.
¿Cuál fue tu reacción cuando dos periódicos se burlaron de la obra “Shedboatshed” que te ameritó el Premio Turner?
No me molestó, al contrario, creo que demostraron entenderla muy bien. Fue un tanto satírico, pero lo disfrute. Aún tengo colgados los recortes de periódico en mi estudio. Se intentaron burlar que convirtiera un cobertizo que encontré en el río Rin en una balsa y la llevara por el río hasta el final, es decir, hasta Basilea, en Suiza, y luego la convirtiera de nuevo en un cobertizo. Pero descubrieron que era muy complicado llevar a cabo esto. De alguna forma se volvió también parte del trabajo, yo hice una transformación de esa madera y ellos rehicieron la acción de rehacer.
Tu obra se basa casi en su totalidad en un trabajo en equipo. ¿Cómo llevas el tema de la colaboración, las conversaciones y la coautoría?
Sí, hay muchos autores en mis obras, algunos incluso muertos. Trabajo con artesanos muy específicos, como el herrero Michael Steger en Berlín —para Bowls— o con Yasuo Miichi en Osaka —para Project for a Masquerade—. De alguna forma, ellos se vuelven extensiones de mí. Te da la oportunidad además de dar un paso atrás en el proyecto y obtener una visión más crítica. Con ellos discuto sobre los proyectos, son largos procesos de negociación. Yasuo me mandaba modelos de las máscaras y yo regresaba observaciones, fue un trabajo de meses sólo con las máscaras. Pero el resultado es increíble, un punto intermedio entre una artesanía clásica de Japón, la máscara de teatro Noh y un retrato occidental. Lo mismo pasó con Pilar Pellicer, la actriz y bailarina mexicana que en 1953 posó
frente al mural de Moor en El Eco y ahora hizo un reenactment de esta sesión. Fue producto de una negociación, de explicarle la intensión y convencerla de regresar a esta sesión fotográfica 60 años después.
¿Concibes tu trabajo de forma colectiva o individual?
Es muy complicado. En algún sentido creo que he hecho un trabajo más como de curador, pidiendo a colaboradores que hagan ciertas producciones, pero también hago mi propio trabajo. Tengo proyectos que se basan en exposiciones anteriores en los mismos espacios que ocupo, y hago curaduría con colecciones de esos museos como la del Art Club de Chicago. Varía mucho, sin Pilar era imposible hacer El Eco, pero con la familia de la Casa Prieto López, de donde sale el cuenco de Barragán, lo que hicimos fue conversar. Eduardo, el nieto de Prieto López, fue muy receptivo y aceptó prestarnos este cuenco de plata fundida que salió de los cubiertos de su familia por capricho de José Luis Barragán. Nos dio mucha información e historias de los objetos de la Casa Prieto López, pero no al nivel de una colaboración directa.
¿Has volteado hacia Latinoamérica? ¿En dónde más te gustaría exponer o trabajar?
Me gustaría trabajar más aquí. De hecho, está la probabilidad de que esta exposición viaje a Guadalajara. También tengo interés en otros lugares, como Argentina, donde viajé con estudiantes a la zona del Chaco argentino y a Buenos Aires para trabajar en un proyecto colaborativo.
Pensando en el inicio de tu carrera, ¿fue muy complicado poder vivir de tus creaciones artísticas cuando empezaste?
Es imposible mantenerse del trabajo artístico al inicio. Probablemente, pasé unos diez años obteniendo ingresos de otras fuentes. Trabajé como fotógrafo, haciendo foto para otros artistas y para museos. Además, a eso habría que sumarle que comencé mi carrera en Glasgow donde no había un circuito de galerías comerciales. Es difícil recordar si hubo algún momento en específico donde logré vivir del arte. Más bien es algo gradual, el mercado del arte sube y baja y es imposible de predecir. Incluso ahora lo pienso, y mi trabajo suele ser muy costoso de producir, la mayoría de las veces yo hago la inversión inicial, esperando que alguien más se interese en mi idea. Y sólo después de que mi obra va avanzada es que puedo recuperar esa inversión.
“Mi trabajo resulta en muchas formas
y maneras. La estética se va forjando en el propio camino de tal forma que creo que al final una pieza sólo puede verse así como es y no de otra forma. Parto de la idea de tener un concepto que toma su propio lugar e incluso si en algún momento sale de mi control, toma su propio rumbo.”
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Los
artistas
del libro Por Gabriela Jáuregui y Diego Rabasa
Nos reunimos con los tres grandes maestros del diseño editorial mexicano y la charla, de admiración mutua, se extendió en rememorar, discutir y celebrar la creatividad y el cuidado detrás del trabajo de los libros. Tres generaciones que marcaron nuestra memoria bibliográfica discuten sobre la supervivencia del impreso en el entorno digital, los límites entre el arte y el diseño y la accidentada historia de las editoriales en México.
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foto: cucho jiménez
E
Vicente Rojo
l libro-objeto ha sido ídem de múltiples profecías apocalípticas. La radio, la televisión, las computadoras (desde el cd-rom hasta Wikipedia) y los libros electrónicos han desatado alarmas fatalistas que invocan el fin del libro tal y como lo conocemos por ser un “artículo” innecesario e inútil. No obstante el libro sigue ahí. Si su peso específico ha disminuido en buena parte del mundo, esto no se debe al detrimento que le han causado los formatos digitales, sino a la pauperización de los intereses culturales derivados de una sociedad inscrita en una ecuación de producción + consumo = enajenación total. Decíamos entonces que el libro sigue ahí y que sigue ahí como un objeto que enarbola un sentido y un significado mucho más profundo y complejo que el de cualquier bien sujeto a ser consumido y/o mercantilizado. Los grandes diseñadores editoriales juegan y han jugado un papel central en mantener vivo el romance entre los lectores y los libros. Muchísimos han sido los lectores y las lectoras que han sucumbido mediante un amor a primera vista con títulos que les han cambiado la existencia. Casi todas las grandes colecciones editoriales que han existido han tenido como uno de sus estandartes un aspecto que resulta ser al mismo tiempo una invitación que una carta de intenciones. México ha tenido una gran tradición de diseñadores editoriales que encuentran en Vicente Rojo a su faro más luminoso. De la escuela del maestro Rojo han surgido otros grandes artistas entre los que destacan dos pertenecientes a un igual número de generaciones distintas: Rafael López Castro y Alejandro Magallanes. Y usamos la palabra artista porque ninguno de los tres nombres referidos, Rojo, López Castro o Magallanes, pueden ser acotados a su quehacer como diseñadores. Los tres han desarrollado una obra en paralelo, en diversos formatos y con distintos alcances, que se ha gestado siempre a manera de contrapunto de su labor como diseñadores. ¿Dónde empieza una y termina la otra? Las fronteras, afortunadamente, no son claras. Frente se dio a la tarea de realizar un encuentro entre estos tres maestros no sólo porque el cuerpo de su obra representa un mérito y un motivo en sí mismos suficientes para realizar una pieza periodística sino con la intención de discutir y profundizar acerca de temas como los límites (o la inexistencia de ellos) entre un oficio concreto y un quehacer artístico, la importancia del diseño en el oficio editorial, la transformación de los criterios estéticos en las últimas décadas y muchos más. Esperamos que disfruten tanto la lectura como nosotros lo hicimos escuchando a estos tres grandes maestros.
Las tres generaciones
…
La primera generación la representa el pionero diseñador y artista Vicente Rojo (n. 1932). Refugiado de la guerra incivil1 española y mexicano por convicción, así como miembro de la generación de la Ruptura, su obra como pintor ha sido igual de
reconocida que su oficio como diseñador de varios suplementos culturales y cofundador, editor y director artístico de Era. La segunda generación la encarna Rafael López Castro (n. 1946), quien bajo la tutela de Rojo se inicia como diseñador en Imprenta Madero, después es director de arte del Fondo de Cultura Económica y cofundador de El Ermitaño. Ahora es diseñador por cuenta propia y fotógrafo de tiempo completo. Y la generación más joven se ve reflejada en Alejandro Magallanes (n. 1971), diseñador, artista y autor. Sus carteles han sido expuestos y galardonados en varias muestras en México y el extranjero, y ha destacado su diseño editorial, notablemente ejemplificado en los libros de Almadía. Las tres generaciones se entretejen, se reconocen, se influencian. Esto nos quedó muy claro apenas llegamos a la cita. Caía la tarde en Coyoacán, se veía cambiar la luz filtrada por las hojas del bambú sobre las pinturas de gran formato apiladas en los muros del estudio de Vicente Rojo. Él estaba terminando de empacar una gran cantidad de obra para su próxima exposición retrospectiva que abarcará 60 años de trayectoria en el muac este mes de abril. El cotorreo empezó desde la puerta, antes siquiera de prender grabadoras: los tres, viejos amigos, tienen una conversación en curso desde hace años, así que Gabriela Jáuregui y Diego Rabasa nos insertamos, in media res. La conversación se divide en tres partes, pero como con nuestros tres hablantes mismos, las partes se articulan entre sí.
Primera parte Edición, afinidades y visión
…
López Castro: Las portadas que diseñaste para la colección de El volador de la editorial Joaquín Mortiz son de las portadas más bellas que hay… Rojo: Lo bonito de las portadas con Joaquín Díez-Canedo es que él me contaba lo que estaba publicando, y me lo contaba críticamente. Me daba una versión muy crítica de lo que él publicaba. Tuvo un problema económico fuerte y vendió la editorial [en 1985]. Hubo una fiesta enorme en el San Ángel Inn, para celebrar la venta de Joaquín a Planeta. Y de allí salimos varios diciendo que ése fue el funeral de Díez-Canedo. Rabasa: ¿Se podía vivir del diseño editorial o lo hacían además de muchos trabajos? Rojo: Yo vivía del diseño. López Castro: Antes teníamos que vender paletas, pero a partir de Imprenta Madero sí vivíamos del diseño con un sueldito bajito, bajito. Rabasa: Magallanes, ¿tú tenías que hacer diseños de otras cosas, no?, ¿no nada más de libros? Magallanes: Tenía que hacer de todo, y hasta la fecha. Rojo: Pero ¿tienes que hacer cosas que no te interesan?
1. Es una broma entre refugiados —como el maestro Rojo— llamarle así a la guerra civil del 39.
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Magallanes: No, no. Siempre cosas que me interesan. También hago carteles, animaciones. No sólo diseño editorial, aunque es el trabajo que más hago. Rojo: ¿Es el que te lleva más tiempo? Magallanes: Exacto. Rojo: Para mí era imposible guardar todo. Todos los originales desparecían. O trabajábamos o archivábamos. Imagínate los suplementos de Novedades firmados por mí, de 1956 a 1961, con [Fernando] Benítez, uno cada semana. Y luego del 61 al 66 con Monsiváis, otro cada semana, era imposible guardar eso, yo no podía. No tenía tiempo, lo veía y desaparecía. Debo tener a lo mejor cuarenta o cincuenta. López Castro: El día que yo llegué a trabajar con Vicente me puso a ver revistas, a ver si algo aprendía. Me decía: “Todo lo que tenga tipografía lo recortas y lo pones aquí”. Vicente había hecho un enorme archivo visual para el diseñador gráfico. Quizá el único de ese tiempo. Rojo: Eran tres archiveros de estos de metal llenos de carpetas de retratos, pintores, escritores, músicos. Había otro con la Primera Guerra Mundial, otro enorme con la Segunda, otro con la guerra de España, la revolución china, rusa. Todo estaba ahí. Eso todavía existe. Lo rescaté de Imprenta Madero. Magallanes: ¿Cómo diagramabas los suplementos?, ¿qué día empezabas? Rojo: En Novedades entré con Miguel Prieto, tenía 17 o 18 años, y había una hoja grande, como del tamaño ahora del Excelsior y el Reforma, y también unos esquemitas pequeños donde se hacía el diagrama. Se hacía sobre pequeñito y luego aparte se hacían las cabezas con los tipos que tenía el Novedades. Se hacía un lunes. Llegaba Fernando Benítez, que era un ser maravilloso porque hacía de todo. Recibía las colaboraciones excepto la primera página y la tercera que eran las de más peso, que las tenían pactadas y me decía cómo la iba a ilustrar, a veces venía ya con foto (eso se agradecía mucho). Recibía los originales, los corregía, cabeceaba, hacía la nómina… todo eso de 5 a 9 de la noche. Estaba haciendo el suplemento semanal mientras él contaba sus aventuras eróticas, rompía originales y los tiraba. Yo recién llegado después de 10 años de franquismo, veía eso y me parecía maravilloso. Me parecía la libertad absoluta. Se llevaba muy bien con los colaboradores, comentaba mientras iba corrigiendo, cabeceando y recibiendo a las bellas damas que llegaban. Magallanes: ¿En qué año? Rojo: En el 50 fue que entré como aprendiz, Prieto murió en el 56 y me quedé como director artístico. Fernando le quiso dar un tono más periodístico al suplemento cultural con textos más ligeros sin perder el peso que tuvo siempre. El problema de esos lunes era que si no había imagen yo tenía que hacer algún dibujo para llenarlo. Ése era el sistema en aquel momento: un suplemento de 12 páginas de ese tamaño hecho por dos personas —director y director artístico—. No había jefe de redacción. Yo veo las revistas que se hacen ahora y tienen unos equipos grandes, dice editor, editor social, editor responsable, etcétera [risas]. Magallanes: ¿Para las colaboraciones de prensa tú invitabas a tus amigos? Rojo: Sí, se juntaba material. Fernando pedía cosas, como “para la siguiente semana un cuento”. Entonces yo le pedía a Vlady algo para el cuento, o a Felgueres una cosa abstracta.
Diez en doce, 1989 Signos modernos, 2008
Le pedía también mucho a Gironella, a Cuevas, un poquito después a Toledo y también recurría a Héctor García, al Taller de Gráfica Popular y a los sellos prehispánicos, cosas que no estaban en la prensa y hacía que Novedades fuera diferente. Cuevas me mandaba un montón de cuadernos y me decía: “Escoge lo que quieras”. Cada lunes al acabar todo ese paquetón, diseño, originales, Fernando subía con el director de Novedades, Alejandro Quijano, que era lo mismo director de la Academia Mexicana de las Letras que presidente de la Cruz Roja Mexicana. Fernando subía y nos quedábamos dos o tres gentes y decíamos: “Este número es el último”. Así pasaron 13 años hasta que Fernando bajó un día y dijo: “Me han corrido”. Con él nos fuimos 30 personas. Era una época que ahora parece inimaginable. Era una ciudad pequeña, transitable. Yo vivía en Coyoacán, en el 67 hacía 20 minutos y me estacionaba en la calle de Amberes frente a la galería Juan Martín. Algo que no se repetirá nunca. Para ustedes jóvenes, o no tan jóvenes, es inimaginable. Se podían hacer muchas cosas muy íntimas, muy cercanas y muy correspondidas.
Imprenta Madero, 1966
Homenaje nacional a Rufino Tamayo, 1987
Jáuregui: ¿Con esa interconexión entre las artes fue como salió la colaboración para el corto de cine que hiciste con [Juan José] Gurrola? Rojo: Sí, eso vino de un proyecto de Max Aub que era el director de Radio unam: entre otras cosas a él se le ocurrió hacer los discos de Historia de México que todavía se siguen haciendo. Y, como tenía muy buena relación con Jaime García Terrés, director
Museo José Luis Cuevas, 1989
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de Difusión Cultural, se interesó en hacer cine y se hicieron tres cortos. Uno con Cuevas, otro con Gironella y otro conmigo, todos dirigidos por Gurrola. Los tres cortos en algún momento se llegaron a unir en una película que se llamaba La creación artística. Gurrola era otro personaje extraordinario. No se pueden imaginar lo que era. Cuando se habla de la generación de la Ruptura se piensa en un grupo de pintores. La generación era la relación que teníamos 10, 12 pintores con escritores, como Juan García Ponce, Vicente Leñero, José Emilio Pacheco, Monsiváis, Ibargüengoitia y Fuentes, y con la generación de teatreros, Ibáñez, Gurrola, Jodorowsky, el primero en su mejor época; músicos, cineastas como Fons. Era una relación constante, permanente. Hacíamos reuniones de intercambio de ideas, muchas fiestas con abundante alcohol. López Castro: Cuando Vicente Rojo se emborracha es porque se toma cuatro vasos de agua… [risas]. Rojo: Íbamos a las fiestas, pero nos íbamos temprano, y al día siguiente nos enterábamos de quiénes se habían peleado. Era todo un conjunto, también teníamos mucho respeto por los mayores, Rulfo, Arreola, Paz, quedaba algo de Gorostiza, Pellicer, ya eran figuras grandes. Todo estaba muy presente en los 50, pero lo que se movía ahí eran revistas y editoriales. En los años 60 comienza Era, dos años después [Joaquín] Mortiz y dos o tres años después Siglo XXI. Rabasa: ¿Era tenía una clara intención política o no tanto? ¿La comenzaron como un gesto político o como un proyecto cultural? Rojo: Las dos cosas. Éramos hijos de refugiados españoles republicanos y eso era definitivo, aunque ya para entonces éramos mexicanos. La parte política estaba muy presente, pero eso no quería decir que el interés mayor era literario. Rabasa: Cuando muere Franco, ¿tenían la intención de llevar la editorial a España?
Zona Roja, 1976
Rojo: No. Algunos compañeros volvieron a España, como Tomás Segovia, pero creo que nadie más. Cuando yo llegué aquí en el 49 supe que éste era mi país, y además lo hice en el año 50 no sólo por lo del suplemento, también hice el servicio militar todos los domingos del año. Marché 50 domingos y los dos últimos consideré que ya estaba mexicanizado porque pagué cinco pesos para que me firmaran la cartilla. Llegaban los oficiales, muy pequeñitos, y decían: “¡A estaturarse!”. Tenían un sistema que yo no entendía muy bien, en círculo [risas]. Entonces, una vez que el oficialito se daba la vuelta, todos empezaban a cambiar. Yo pensaba que eso era maravilloso, después de 10 años de franquismo, ¡que no pudieran ni estaturarnos! Confirmé que estaba en un país que vale la pena. Magallanes: Vicente, según yo, en Era tú también eras editor y escogías autores que te interesaban y se publicaban.
Coronación, 1976
Rojo: Sí. Era comienza en el año 60. Yo llevaba mis trabajos de difusión cultural de la unam y del inba a Imprenta Madero. Yo había empezado a asesorar Imprenta Madero desde el año 54. En ese momento, Imprenta Madero estaba en la calle de Amberes, y se especializaban en hacer cajas para medicinas para un laboratorio. Cuando llegué ahí, los encargados y los dueños, los Espresate, eran hijos de refugiados españoles y coincidíamos en una organización antifranquista (aunque no teníamos ningún éxito, como se demostró). Vivíamos en ese ideal. Yo le pregunté al encargado de la imprenta, José Azorín: “¿Por qué en los tiempos libres no hacemos una editorial?”. Y él me contestó: “Voy a hablar con don Tomás Espresate”, el dueño. Regresó a los pocos días y me dijo que don Tomás, un
hombre de negocios, había dicho que hiciéramos una sociedad —tres hermanos Espresate, él y yo—. Veinte por ciento de acciones para cada quien, que nosotros pusiéramos 20 000 pesos cada uno e Imprenta Madero nos daba un crédito de 100 000 pesos para empezar a trabajar. Ninguno teníamos los 20 000 pesos, pero don Tomás era una gente maravillosa. Se armó la editorial. Mi relación tenía que ver con autores. A través de Novedades y la revista Universidad y el equipo que colaboraba con las dos. Novedades con un carácter más popular de diario y la revista Universidad con un nivel más alto. Además, don Tomás dijo: “Que sea una editorial de jóvenes”. No dijo para jóvenes. “No quiero personas mayores.” Jordi Espresate estaba en la parte administrativa y estaba a punto de acabar su carrera de ingeniería para irse a la Revolución cubana. Jordi y yo hicimos la sociedad. Neus, su hermana, estaba fuera estudiando. El primer año empezamos a escoger entre los dos. El primer autor fue Fernando Benítez y hablando de las dos corrientes, La batalla de Cuba era de Biblioteca Era, la colección más política, y Viaje a la Tarahumara inauguró la colección literaria que se llamaba Alacena. Los colaboradores eran mis amigos. José Emilio Pacheco, Alfonso Reyes, Salvador Novo, Jaime García Terrés, Max Aub, Leonora Carrington. Al año llegó Neus como administradora y directora. Era muy buena lectora, pero no tenía relación con escritores y yo seguí llevando todo mientras se iba integrando. Luego hicimos traducciones también, pero a lo largo de 35 años todos los libros que salieron tenían el visto bueno de ella y mío. La selección fue compartida todo el tiempo. Magallanes: Ahora que te animaste a publicar tu libro de textos es donde se nota que eres un editor y un gran escritor. Es increíble también ver cómo ejerciste estas otras profesiones además del diseño y de ser artista. Rojo: La parte editorial es de los trabajos más nobles que hay, de los más importantes y mejores. Magallanes: Pasó un poco lo mismo cuando tú eras socio en El Ermitaño, Rafael. Cuando veo algunos de los títulos se nota que son ideas tuyas. López Castro: Hay un evento que me gustaría recordar porque es a través de él que yo llego a Vicente Rojo. En el año 68, Juan Manuel Torres, quien sabía mi admiración por el trabajo de Vicente en Era, me sugirió que lo buscara. Lo busqué y me dijo que se iba a Europa un rato, pero que a su regreso nos veíamos. Llegué a Imprenta Madero y ahí Vicente me enseñó a ordenar y a darle reglas a este juego visual. Es importante recordar que no había escuela de diseño gráfico en México. Cuando se hizo la licenciatura invitaban a Vicente a que diera clases y un día tuvo la puntada de invitarme. Gracias a él me dediqué a recorrer las diferentes escuelas que no tenían licenciatura o que querían hacerla o que no sabían qué hacer cuando ya la tenían. En eso Magallanes y yo coincidimos en Oaxaca, más o menos hace 15 años, llegamos y dimos una plática en el iago porque Oaxaca no tenía escuela de diseño. Andar de profeta de diseño gráfico, ¡dios bendito! En Oaxaca después de las pláticas se fundó la escuela. Eso fue hacer diseño gráfico por amor al oficio, porque no hay nada más rico que sentarse en una mesa, en mi caso, no tan ordenada como la de Vicente, y empezar a aventar cosas, rayar y poner y sacar el chingado tipómetro, que ya es un artefacto prehispánico. Medir, discutir si un centímetro más o dos a la altura del libro, “¿de qué tamaño tiene que ser un libro?” es una de las discusiones más ricas que se puede tener con uno mismo. Amar el oficio era el gusto por sobrevivir, por estar pasándola bien con la gente que trabajaba y ponerte abusado y mentar madres y padres también. Vicente y yo vamos a cumplir 200 años juntos y vamos a seguir festejando el oficio.
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Rabasa: Alejandro, ¿tú crees que lo digital ha tenido un impacto en la forma en que se hace el diseño editorial? Magallanes: Es mucho más rápido. Hay soluciones más inmediatas. Tiene una desventaja no tener la tipografía físicamente y colocarla físicamente. A mí me tocó un poco en galeras, ya no en tipos de plomo, pero con Letraset y con cálculo tipográfico. Visualmente aprendías más a ver el dibujo y la letra, y, por lo tanto, a hacer mejor diseño. Lo digital me ha beneficiado porque lo haces rápido, a gusto, y puedes echar a perder sin que tenga consecuencias. Pero, ciertamente, se pierde la cuestión de taller, donde tenías que colaborar con muchas más personas. López Castro: Yo, platicando con Vicente, le decía: “Te acuerdas allá en los sesenta no habíamos cien diseñadores gráficos”. Y me contestó: “Todavía no hay más de cien”. Lo digital hace que el diseño gráfico se haga rapidísimo, es cierto, pero ¿hacerlo rápido enriquece al diseñador? Mi ejemplo máximo de diseño gráfico es un puesto de periódicos donde ves las portadas de revistas y diarios. Así es como llegó a mí el gusto de diseñador gráfico, porque a mí, como a Vicente, lo que nos preocupa es que se lea. Un día ve las páginas de ediciones Era y luego nada más por curiosidad ve otras páginas: la preocupación editorial es que quepan la menor cantidad de páginas, ampliar la caja, reducir el tamaño de la letra, y entonces el lector, ¿cómo lee? Para mí el ejercicio verdadero del diseñador gráfico es incluir al lector. El diseño gráfico es un ejercicio de amor a la lectura en el que imagen y texto se juntan porque alguien decide que es bueno leer. ¡Y además pasarla bien! Con este muchacho te da gusto leer. Y le pone mucho sentido del humor. Es rico leer un libro que te hace sentir bien, que te da gusto empezar. La modernidad es buena, pero para mí diseño gráfico es el ejercicio amoroso para el lector, para la lectura. ¿Cómo lo hace cada quien? Sigamos platicando. Magallanes: Rafa, ¿tú llegaste a diseñar fuentes tipográficas? López Castro: Lo intenté pero no. Magallanes: ¿Llegaste a adaptarlas? López Castro: No. Por cuestiones de la historia. A principios del año que viene cumplo 50 años de diseñar, y al revisar mis archivos me encontré esas paginitas donde yo dije: “¿Pensabas que esto podía ser un tipo?”. ¡No pa’ nada! Aunque tengo casi todo el alfabeto. Magallanes: Vicente, diseñaste varias fuentes tipográficas. Rojo: No se pueden llamar fuentes tipográficas, eran familias para las cabezas. Yo hice el diseño, pero al poco tiempo vi que Letraset hacía cada año un concurso internacional de nuevas letras y el que ganó el premio seis meses después de que yo había diseñado una familia con un diseño parecido al mío. Hice el alfabeto completo para Nazarín, para Torero!, para Pedro Páramo. Y también Don Juan 67 con Mauricio Garcés [risas]. López Castro: Me acuerdo que en esa época entrar a la oficina de Vicente Rojo presentaba un problema: en la entrada tenía la imagen de una mano que te apuntaba con una pistola, para que te midieras: no había que quitarle tiempo y
eso lo aprendías sin que él te lo dijera. Cuando empecé a trabajar con él, por una ventanita me pasaba cosas para que yo marcara y calculara tipografía. Mi oficio de diseñador gráfico empezó calculando tipografía y Vicente siempre tranquilo. Eran los otros los que siempre le decían: “Oiga maestro, no sea usted pendejo, calculó muy mal, se pasaron seis líneas”, y había que calcular con mínimo margen de error. Ajustábamos para que la columna quedara de ese tamaño. Aprender a contar golpes de máquina era fundamental. A Vicente y a mí nos tocó ver llegar la computadora a Imprenta Madero, y yo no podía creer que la maquinota esa pudiera hacer tantas cosas. Nos daba mucho gusto que esa maquinota, la fotocomponedora, calculaba y corregía, pero al principio era una pésima tipógrafa.
foto: cucho jiménez
Segunda parte ¿Análogos vs. digitales?
Rojo: Antes había lo que era la composición en frío. Era muy rápido. Era como una máquina de escribir elegante. Esa pregunta que haces sobre la computadora, en el caso de Alejandro él aprovecha la computadora pero al mismo tiempo ha recuperado el diseño a mano de las letras. Es como salvarse de la computadora. Recuperar, tipográficamente hablando, la mano, la letra. Magallanes: Es mucho más divertido poder trabajar en papel, no podría bocetar sobre la máquina y le quita mucha diversión estar pegados en la pantallita. López Castro: Estos cien diseñadores gráficos espero que se diviertan en la computadora. Es maravillosa. Es la actitud personal y profesional la que determina su relación. Yo no sé ni prender la computadora.
Rafael López Castro
Rabasa: Algo que ha incidido en el diseño editorial es que los libros ahora están hechos para durar menos, se hacen con menos cuidado porque van a estar tres meses en la mesa de novedades y luego ¡para afuera! Y las ediciones masivas también tienen menos cuidado en detalles estéticos. Pienso que el diseño editorial se ha intervenido por ahí más que por el lado de la computadora. Magallanes: Sí, es verdad. Cuando haces este tipo de ediciones vas ajustando la tipografía, cortando márgenes y en acabados y producción también. Hay menos respeto por el objeto que se está diseñando. Jáuregui: Y por el lector… López Castro: Yo pienso que es el fantasma amoroso, el lector. Magallanes: ¿Les he platicado cómo me hice amigo de Rafael? Justo salía yo de la universidad en la enap y dije “¿con quién voy a trabajar?”, igual que Rafael fue contigo [a Vicente] pues yo dije, “voy a ir con Rafael López Castro y con Germán Montalvo”. Muy amables me recibieron en sus estudios. Le enseñé mis cosas a Rafael y se tomó todo el tiempo. Rojo: Y tú sufriendo… [risas]. Magallanes: Yo estaba aterrado, fue muy amable. Me dijo: “Muy bien, me gusta mucho, pero se ve que no te gustan las escuadras”. Y le digo: “No, pero sí puedo”. “¿Sabes?, mejor seamos amigos y nos seguimos viendo, pero no tra-
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foto: cucho jiménez
bajes aquí conmigo, yo necesito otra cosa”. Y después fui con Germán que tenía su oficina en el Pedregal y Germán tenía una planta de trabajadores. Cuando Rafael no me dio trabajo me recomendó con Germán. Y tampoco trabajé con Germán [risas]. Trabajé después con Rocío Mireli. Yo tampoco sabía usar la computadora y después de estos fracasos con mis ídolos, cuando Roció me preguntó si sabía usar la computadora le contesté que sí sabía y aprendí en una semana. Pero así fue como nos hicimos amigos. López Castro: ¡Eso fue lo importante, maestro! Prefiero tener un amigo a un ayudante que me dijera: “Cabrón, me pagas muy poquito”. Magallanes: A mí me impresionó mucho que se tomaran el tiempo para recibir a un recién graduado. Ahora les voy a platicar cómo nos hicimos amigos de Vicente. Rafael le había estado tomado fotografías un año entero, aquí mientras estaba pintando, porque Vicente tenía una exposición en Indianilla y una de las partes era los retratos que hizo Rafael de las manos de Vicente trabajando. Tomó cerca de 8000 fotografías de las cuales hizo una selección de setenta. Me invitó a ver a Vicente para enseñarle la selección. Vicente las vio y dijo: “Yo creo que pueden ser menos” e hizo una selección de treinta. Rafael dijo: “Pues va”. Rojo: Yo expuse los cuadros que estuvo fotografiando y luego él, al mismo tiempo, hizo una expo de fotografías. Fueron como cuarenta. Alejandro Magallanes
Magallanes: Cuarenta después de la negociación que estuvo muy linda [risas], y cuando nos fuimos, Rafael estaba muy pensativo, pues no sabía qué hacer con todo lo demás. Lo que hicimos fue un video de stop-motion de los ocho meses de trabajo. Rojo: El video es una belleza. Cuando se inauguró la exposición de las pinturas y las fotos, había una parte donde se pasaba el video. Es un disparadero precioso. Rafael: El maestro Magallanes no lo hizo nada mal. A pesar de que tú eras el tema y yo el autor de las fotos, él lo hizo a su manera. Hasta Monsiváis lo festejó. ¿Te acuerdas? Magallanes: Y así fue como nos conocimos. Yo estaba fascinado. Parece que Vicente trabaja rapidísimo porque el video reduce un año de trabajo a 12 minutos [risas]. Rojo: Un día llegó Rafa y me dijo: “Quiero hacer un libro de manos de artistas, ¿no te importaría que te tomara fotos?”. Una pregunta absurda porque le iba a decir que sí. “Tú no te preocupes, yo voy allá y te fotografío las manos, callado.” Se pasó un año hablando [risas]. Me ayudaba a cargar los cuadros, y además tenía el drama que estaba dejando de fumar. Cada día decía: “Ya llevo 48 horas, 20 minutos”, y así. Sufría mucho. López Castro: Con Vicente aprendí que el diseño gráfico se aprende haciéndolo, que el choro está bien para quien tenga esa habilidad; yo no la tenía. Aunque no deje de hablar [risas]. Diseñar se aprendía viendo. A mí me impresionaba cómo dejaba los márgenes blancos, dónde ponía las fotos, los folios. El inventor del alto contraste fue Vicente, lo usaba como recurso de diseño.
Rojo: Cuando había una mala foto, la mejoraba. Magallanes: En La noche de Tlatelolco utilizaste el alto contraste, pero además coloreado y es increíble. ¿Se sigue conservando esa portada? Deberían de volver a tus portadas. Rojo: Habría que readaptarlo. Aunque algunos de los libros de Alacena están en edición facsimilar. Magallanes: Los colaboradores de Era estaban increíbles: Jodorowsky con Topor, Carrington con Ernst... Rojo: Teníamos relaciones [risas].
Tercera parte Virtudes y vicisitudes: artistas y diseñadores
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Magallanes: Vicente, y el primer logo de Era, ¿qué es? Rojo: Estaba hecho a partir de una pintura mía, de una serie que se llama Los presagios. La aproveché y vi que resultaba para hacer una figura humana con un puño levantado. Tenía cierto sentido, y de ahí salió. Magallanes, tú estudiaste en la enap. ¿Qué tipo de ideas sacaste de allí, cómo fue tu escuela? Magallanes: Estudié Diseño Gráfico, pero me gustó estar allí porque estaba Aceves Navarro, Pedro Ascencio y Melquiades Herrera, entonces me metía en las clases de arte también. Pero los de arte decían que los diseñadores eran las putas del arte. Los de diseño decían que los de arte eran marihuanos sin dinero. De todas las clases me echaban. Pero había una biblioteca muy bonita, allí vi a Steinberg, André François, [Roman] Cieślewicz, [Shigeo] Fukuda… En toda la carrera no llevé una sola clase de tipografía, hasta después cuando hice el servicio social con Mauricio Rivera y trató de enseñarme. Rojo: No había una clase de tipografía propiamente. Magallanes: Me empecé a interesar por las tipografías, las egipcias, las cairo, las clarendon supergordas, comencé a copiar tal cual. Hace poco le hice un cartel al maestro Ripstein y le dije que me encantaba el que le hiciste tú, Vicente. Y me dijo que ésa fue su primera película. Rojo: Él era muy joven, 22 años, y en una ocasión dijo: “Yo hice la primera película para que Vicente Rojo me hiciera los títulos”. Somos amigos. Es muy bueno. Magallanes: ¿El cartel es de la película Tiempo de morir? Rojo: Sí. Eran épocas en las que hacíamos de todo, compartíamos ideas, gustos, criterios. Era una época muy buena, de intercambio. Unos se iban fuera y traían catálogos, compartíamos libros que leíamos, era una generación muy amplia y muy rica, con mucha integración. Jáuregui: Hablando de esta idea de intercambio de disciplinas y esta ausencia de fronteras, donde todos se llevaban con todos: los tres son diseñadores y artistas plásticos, ¿dónde empieza uno y dónde acaba otro?, ¿o los dos se funden?
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López Castro: El único que te va contestar bien esa pregunta es Vicente. Él sí lo tiene claro: él dice “hasta aquí, y ahora me dedico a pintar”. Rojo: Yo llevé las dos tareas de manera paralela sabiendo que eran opuestas, pero siempre he querido que las cosas opuestas se unan. Me gusta la contradicción. Yo llevaba con el mismo gusto el diseño y la edición haciéndome la idea y la ilusión de que era útil social, política y culturalmente hablando. Tenían la misma función, entre ellas, como dice Rafael acercarse al lector, crear lectores si era posible. Lo sentía como una misión. En cambio, cuando pintaba yo suponía ( y sigo suponiendo) que no servía para nada lo que hacía. El diseño me ponía los pies en la tierra. La pintura no creo que convenza a nadie de nada, me echaba a volar y hasta la fecha es así. Lamenté mucho que por motivos de salud tuve que dejar el diseño. De 12 horas que tenía, se redujo a cuatro horas buenas. Suponía que el diseño tenía una estructura muy armada, la pintura tenía una forma más libre y, claro, podía pasar al diseño, era inevitable ese traspase. Son opuestas y complementarias al mismo tiempo.
López Castro: Estoy de acuerdo y no. La pintura te hace libre, te ayuda a ver y aprendes a leer, a hacer tu propia lectura. Cuando un cuadro no te gusta te vas, no lo miras, no lo ves, no juegas. En cambio, diseño gráfico es “¿no quieres leer?, ¿cómo no?”, ahí está, pérate. Son dos disciplinas que se ayudan y a la vez son muy diferentes.
pintura esas dudas que iba resolviendo con premura y necesidad aquí quedaban libres, y por eso en cada uno de los cuadros hay 10 debajo, en diseño no. A Mortiz nunca le llevé dos portadas para que escogiera una. Me divertía con él, pero le llevaba un boceto y punto. Nunca he hecho dos ideas para una portada, mientras que detrás de cada cuadro sí hay muchas ideas.
Rabasa: Sí me pregunto si el espacio acotado del diseño en el ejercicio de trasladarlo al espacio abierto de la pintura, por ejemplo, cambia la manera de percibir la pintura, de hacerla.
Rabasa: Justo hace rato mencionaste esta frontera más permeable, que en la pintura podías usar más colores y eso lo llevaste al diseño.
Jáuregui: O viceversa, si la pintura cambia el quehacer del diseño.
Rojo: Sí, y al mismo tiempo pasa lo opuesto. Por ejemplo, estos cuadros son letras, todavía sigo pensando que la letra es nuestra compañera, nuestra amiga, nuestra protectora.
Rojo: Detrás de cada uno de estos cuadros hay 8 o 10 años. En el diseño no es así. Yo nunca tuve esto que se llama “cliente”. La gente me pedía algo porque sabía que lo podía hacer, y que lo haría bien según mi criterio. Ese mismo sistema lo he aplicado a la pintura, pero en diseño ibas sobre seguro, en tiempos y en calidad. En el diseño la duda tiene que resolverse rápido; en la
López Castro: En mi caso no fue pintura, fue fotografía. Yo digo que aprendí a diseñar para comprarme una cámara, porque quería ser fotógrafo. Rojo: Hubo un concurso de cartel para los 40 años del Fondo de Cultura Económica y éramos jurados Fernando Balboa y yo. El premio se lo sacó Rafael. López Castro: Con eso compré mi primera cámara, eso costaba una Hasselblad. Después no tenía para el camión. Luego se la vendí al nieto de Siqueiros. La foto me ha resultado muy atractiva, me gusta jugar con la imagen. Magallanes: Lo que estaría increíble es que ahora que celebramos tus 50 años de diseño saliera tu libro. Rojo: Hace 10 años que surgió la idea de hacer un libro con el diseño gráfico de Rafael y aún no se logra. López Castro: Empecé a revisar todas las veces que he retratado y ordenado mi obra. Vicente me ha aguantado. Tenía que ser con su paciencia. Rojo: Siempre he estado al pendiente de su trabajo gráfico, pero además tiene muchas fotografías excepcionales, pero cuando viene y dice “voy a hacer esto”, siempre es nueva la idea. Magallanes diseña, dibuja y anima. Magallanes: Para mí todo es obra propia, sólo cambia un poco el lugar donde lo pones: la librería, el museo, etc. Lo que es curioso es la percepción desde afuera. La gente tiende a segmentar. Cuando exhibo dibujo le llaman ilustraciones, aunque sean dibujos. A mí me parece divertido que no haya etiquetas, y sí más bien depende del contexto donde lo pongas. Lo que más me gusta es la parte de dibujo. Rabasa: ¿La disciplina del trabajo concreto e instrumental del diseño ha alimentado la producción artística que sucede en un espacio supuestamente más libre? Rojo: Yo hacía las dos tareas al mismo tiempo compartiendo hasta donde podía, pero sabiendo que iba a ser social, cultural y políticamente útil, y otra que no servía para nada. La pintura me parece excepcional. Sentía que con la edición cumplía una función que era necesaria, la pintura es totalmente innecesaria. Lo cual no quiere decir que estén hechas con el mismo cariño. Las vi siempre al mismo nivel.
Colección Almadía
La conversación continuó un rato más hasta la merienda. Decidimos quedarnos aquí, acompañados por esta idea que tiene Vicente Rojo de la letra como nuestra protectora y amiga porque estamos seguros que el intercambio entre estos tres sigue, y seguirá muchos años más.
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M música
Charlas con los músicos del FCH Por Humberto Morales Cruz
Platicamos con Philippe Quint, Magos Herrera, Julian Joseph y el maestro Shlomo Mintz: algunos de los músicos que llenarán la parte auditiva del Festival del Centro Histórico ya clásico. Aquí está lo más sustancioso de estas conversaciones.
El
Centro es un corte transversal de nuestra ciudad en el lugar en el que la densidad histórica es más alta, es una herida por la que se alcanzan a ver los huesos: su piel de bares, tiendas y vendedores de tacos de canasta cubre apenas edificios de oficinas art déco, iglesias coloniales, templos prehispánicos y más. “En el Centro, nada ha sido suficientemente viejo ni convincentemente nuevo”, decía Carlos Monsiváis. Ése quizá sea el mejor talante de nuestro núcleo urbano: su diálogo entre la tradición y la vanguardia. El Festival del Centro Histórico amplía esta característica orgánica del espacio y la hace global, es una oportunidad para ver una muestra de la cultura mundial en el marco físico y semántico del ombligo de nuestra ciudad. Si bien el Festival del Centro Histórico es un evento multidisciplinario, la música es el tema de esta sección y el festival en este aspecto no decepciona. Es con música que esta celebración de la cultura será inaugurada y clausurada. El calendario del festival es un buffet del que tomaremos los que más nos guste y se nos antoje, pero es más interesante verlo como una obra completa. En los 19 días que durará podremos escuchar música académica y sonidos populares, proyectos de lejos y canciones de casa, jazz londinense y música tradicional ucraniana reinterpretada. Esta gama de sonidos tan amplia y tan llena de vida es un espejo del espíritu complejo y emocionante del Centro Histórico mismo.
*** Philippe Quint Nacido en Rusia pero naturalizado estadounidense, Philippe Quint ha tocado como solista con orquestas tan importantes como la Sinfónica de Chicago, La Filarmónica de Londres y la Sinfónica de San Diego; sin embargo, siempre se hace tiempo para tocar en nuestro país. Para el Festival del Centro Histórico tiene preparados cuatro conciertos —¡cuatro!—. En ellos interpretará música de cámara de Beethoven, Brahms, Moncayo y otros. Estará acompañado por músicos internacionales y mexicanos. Has estado trabajando con el maestro Carlos Prieto, especialmente, en la Orquesta Sinfónica de Minería con la que grabaste los conciertos para violín de Bruch y Mendelssohn. ¿Cuál ha sido tu experiencia con la orquesta y los músicos del país?
Eso es correcto. He estado tocando con varias orquestas mexicanas, sobre todo con la de Minería. Esa relación ha sido extraordinaria: las grabaciones que hice con Carlos Miguel Prieto y esta orquesta incluso estuvieron nominadas para dos premios Grammy. Además de esta mancuerna, he tocado con casi todas las orquestas mexicanas, incluso de otros estados: entre sus filas hay músicos extremadamente talentosos. Eso hace que estas colaboraciones sean emocionantes para mí y por eso siempre vuelvo. Me siento atraído a México porque es uno de los países más coloridos en los que he estado. Además, su gente es muy amable, muy generosa y tiene una sensibilidad especial para el arte. Para el festival estarás tocando música de cámara. Siendo identificado desde hace tiempo como “solista”, ¿tienes oportunidad de tocar este tipo de música a menudo?
Julian Joseph
No, casi nunca puedo tocar música de cámara y para mí ésa es la música más importante jamás escrita. Este festival me da la oportunidad de juntarme con mis amigos mexicanos y con algunos de los más extraordinarios músicos de fuera. Cada año en esta época del año yo me aboco a la tarea de tocar la mejor música de cámara y es maravilloso hacerlo en México.
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Julian Joseph Julian es un pianista de jazz nacido en Londres. Estudió en el Berklee College of Music y desde entonces se ha vuelto una figura importante en la escena de la música sincopada. Su estilo se caracteriza por ser ecléctico, integra elementos de otros géneros en su música. También es un tipo interesado en la educación y desde el 2013 tiene su propia academia. Claro, además de tocar con trío, big band, cuarteto y más… ¿Qué proyecto vas a traer al festival?
Voy a ir con mi trío. He tocado con ellos por casi dos décadas. Mi bajista es Mark Hodgson y el baterista es Mark Mondesir. Todo este tiempo hemos estado experimentando con música original y el repertorio clásico de jazz. Ellos han sido, en gran medida, el motor de mis trabajos más grandes, como el trabajo con big band. El trío está muy emocionado de tocar en México.
Tienes tu propia academia y, a propósito de la educación de jazz, ¿qué piensas de la película Whiplash y su aproximación al modo educativo?
Es curioso, fui a ver esa película con dos amigos bateristas y pasamos un buen rato. Obviamente, la película me parece una exageración que tiene fines dramáticos. En realidad no es un retrato del mundo del jazz, lo que quiere es mostrar los límites de la pasión humana.
Entonces, ¿cómo tiene que ser la educación del jazz?
Tiene que ser una cosa basada en la experiencia del jazz, a mi parecer. Siempre tiene que enseñarse con lo que es. En ese sentido, los alumnos tienen que aprender escuchando a los grandes maestros del jazz. La perfección sólo se alcanza a través de la experimentación personal y de la perseverancia. Los alumnos tienen que ser guiados a través de la práctica.
Magos Herrera Probablemente es la cantante mexicana de jazz más exitosa de todos los tiempos. Ha interpretado en el Carnegie Hall, en el Lincoln Center y en el Festival de Jazz de Montreal, entre muchos otros. Desde el 2008, Magos vive en Nueva York y es una impulsora acérrima del jazz mexicano tanto dentro de las fronteras de nuestro país como en el exterior. Para esta edición del festival, ella se presentará junto con el guitarrista de flamenco Javier Limón. Promete darnos su versión de esta fusión entre la música andaluza y el jazz que ha sido explorada por músicos como Miles Davis, Chick Corea y Chano Domínguez. Ha habido un boom de jazz en México, hay muchos jóvenes que se han involucrado con este género y tú eres parte de ese motor que ha movido el horizonte del jazz. ¿Cómo ves el panorama?
Ésa es la pregunta de los 100 000… Desde hace 20 años ésa es una pregunta a la que me he enfrentado; desde que empecé a cantar ha estado ahí y es válida. Definitivamente, la escena ha cambiado en México. Hay más escuelas, más músicos jóvenes que están preparándose para hacer una escena más fuerte. Creo que el hecho de que el mundo se haya vuelto digital y que las cosas estén más cerca hace que las nuevas generaciones tengan la información mucho más accesible y no sólo a nivel didáctico, sino inspiracional. Ahora las bandas y los músicos importantes también van a México. La verdad es que aún falta mucho por hacer, no podemos cruzarnos de brazos y decir “ya está”. La visibilidad de los jazzistas mexicanos afuera aún es bajísima y falta infraestructura para que la escena nacional se desarrolle plenamente.
Shlomo Mintz Shlomo Mintz fue alumno de Isaac Stern y es uno de los violinistas más importantes de la actualidad. Él será el encargado de cerrar las actividades del Festival del Centro Histórico. Viene a México para interpretar el concierto para violín de Sibelius acompañado por la Orquesta Sinfónica de Minería. La música clásica, aunque no sea políticamente correcto decirlo, es un universo lleno de jerarquías. En las orquestas, el escalafón más alto lo ocupan los violinistas. Este instrumento ha capturado la imaginación de los compositores que lo han hecho piedra angular de buena parte del repertorio de la música sinfónica. Ahora pensemos en solistas o, mejor aún, en los solistas de escala mundial; viajar por el mundo tocando con las orquestas más importantes es una forma de apoteosis. Este rango está reservado a un pequeño grupo de personas y, aunque los hay en todos los instrumentos, una gran parte de ellos son violinistas. El violinista israelí Shlomo Mintz es uno de ellos, desde que a los 11 años fue invitado por el director Zubin Mehta para suplir a Itzhak Perlman que estaba indispuesto por enfermedad, Mintz vive en ese Olimpo y es heredero de una tradición musical que se remonta varios siglos hacia el pasado en un trazo continuo de alumnos que se transforman en maestros. Vienes a tocar el concierto para violín de Sibelius. ¿Podrías decirnos cuál es tu relación con esta pieza?
Mi encuentro con la música de Sibelius fue muy temprano. La primera vez que escuché su concierto para violín fue interpretado Jascha Heifetz, obviamente fue un momento maravilloso. Este concerto es fascinante y tiene un carácter verdaderamente único con respecto al resto del repertorio importante para violín. Estoy seguro de que seguirá tocándose por mucho tiempo y que será una pieza que despertará la obsesión en generaciones futuras.
Habiendo trabajado personalmente con algunos de los personajes más importantes del universo de la música clásica de nuestro tiempo, ¿quiénes te han inspirado e influido en mayor medida?
Me han inspirado muchas personas a lo largo de mi carrera: Jascha Heifetz, Isaac Stern, Arthur Rubinstein, Antal Doráti, Eugene Ormandy, Klaus Tennstedt, Carlo Maria Giulini, Claudio Abbado y muchos más. Gente que ya está ahora en los libros de Historia. Es difícil decir quién de ellos ha sido mi mayor influencia porque siento que mi vida ha sido un viaje muy largo y cada uno de ellos influyó en mí lentamente a lo largo de los años. Algunos de ellos lo hicieron de manera más directa, pero en definitiva he aprendido de todos y he tratado de entender la esencia de su filosofía y de adaptar en mí su modo de hacer arte. Yo he llegado a este punto de mi vida siendo una mezcla de muchas personas y estoy muy agradecido por su ayuda y por su trabajo.
Tienes un programa de radio en el 107.9 de FM, la estación del IMER consagrada al jazz. ¿Crees que papel de Horizonte ha sido fundamental para el desarrollo de esta escena?
¿Hay algún o algunos compositores que te resulten más cercanos que el resto o alguna obra que sea tu preferida?
Definitivamente. El simple hecho de que exista Horizonte es un regalo para todas las personas a las que les gusta la música porque son muchos los programas que comparten a grandes artistas. Creo que el hecho de que me hayan invitado a tener un espacio en la estación me permite colaborar aunque sea con un granito de arena, con la experiencia de las cosas que tengo oportunidad de vivir en Nueva York. Se trata de acercar esta experiencia a México.
No, he aprendido a corresponder a todos los compositores. Cada vez que interpreto alguna pieza me transformo para integrarme a la filosofía del compositor, para ver desde su punto de vista. No tengo favoritos porque siempre dejo que la música me absorba y sólo espero percibir la energía del público y emitir energía para que ellos puedan disfrutar lo que oyen. Espero que eso suceda en el concierto con la Orquesta de Minería.
Philippe Quint
“El calendario del festival es
un buffet del que tomaremos los que más nos guste y se nos antoje, pero es más interesante verlo como una obra completa.”
30 | frente | música | del 26 de marzo al 8 de abril de 2015
Sharon Van Etten, una chica sencilla Por Cristina Pérez
La cantante y compositora de Nueva Jersey, a una semana de empezar la gira de su álbum Are We There —en el Plaza Condesa este 27 de marzo—, habló con Frente acerca de su música y su vida. Ella es una de esas chicas que te cantan al oído con un poder de sanación eficaz para cuando te rompen el corazón. Sus canciones hablan de experiencias con las que puede ser fácil identificarse. Es, después de todo, una chica con preocupaciones, rutinas y relaciones desastrosas como cualquiera; claro que ella, a diferencia del resto de nosotros, ha atinado al traducir sus vivencias en canciones realmente buenas. Are We There, su disco más reciente, fue producido por ella misma. Como parte de la gira de este disco, se presentará en la Ciudad de México el 27 de marzo para hacer que los asistentes lloren por sus amores perdidos. Contesta el teléfono con un tono amigable que mantiene durante toda la conversación. Habla con naturalidad de su vida y su trabajo. Es originaria de Brooklyn, creció en Nueva Jersey y, actualmente, vive en West Village, Manhattan: “Aquí siempre está sucediendo algo. Tener que mantener el paso me ayuda a ser creativa, también conocer lugares diferentes, probar comida nueva, mostrar mi música. Es muy emocionante”, comenta. Siente la misma emoción de conocer cosas nuevas cuando está de gira, pero reconoce que es una parte difícil de su trabajo, que la saca por completo de su cotidianidad: “Viajar y tocar todo el tiempo con la banda me ayuda a reac-
tivar la escritora en mí, pero se vuelve difícil, ¿sabes? Extraño mi casa, mi familia y amigos”. A pesar de los contratiempos, ella y su banda están emocionados: es la primera vez que se presentan en la Ciudad de México. Su vida ha influido completamente en su música y viceversa. El desarrollo de su carrera, los tours y la creciente fama se han colado en sus relaciones: “Tuve que aprender en el camino que [una relación] no sólo es una cosa de compatibilidad, quien sea que esté conmigo tiene que comprender lo que hago y apoyarme para que funcione. En el pasado no estaba mucho en casa por que salía de gira y no fui muy buena compañera”. Gracias a sus canciones nos enteramos, de alguna manera, de estos trances. Uno de los mayores aciertos de su música es que al contar su historia personal está contando las historias de muchos otros. Sharon es una chica sensible y aparentemente sus entusiastas también: hace poco hizo llorar a un presentador de televisión en Nueva Zelanda, que no pudo ir a su show, por lo que ella decidió aparecer de sorpresa en su programa. Algunos de los grupos y solistas que la marcaron desde la infancia fueron The Beatles, The Everly Brothers, Whitney Houston y The Mamas and The Papas, entre otros.
El sonido anterior
Quien se pasee por el Strip (o lo recorra con Google Maps, como hice yo) podrá apreciar los edificios coronados por letreros panorámicos que anuncian películas y marcas de ropa. Pero en los años 60 y 70, esos espacios estaban ocupados por música. Los grupos se anunciaban allí. El fotógrafo Robert Landau se dedicó desde su adolescencia a fotografiarlos, y una exposición que se presentará hasta agosto de este año en el Skirball Cultural Center de Los Ángeles reúne algunas de las fotos más interesantes. En el artículo en línea "When Rock 'n' Roll Loomed Large Over the Sunset Strip" puede leerse una entrevista donde recorre la historia de estos anuncios, que resumo brevemente a continuación. Los Doors fueron los primeros en ocupar uno de estos espacios. Una foto muestra a los cuatro integrantes posando junto a la versión monumental de sus rostros. Los anuncios adaptaban el arte de los discos a la escala y el formato panorámico. Para que la portada de Abbey Road cupiera fue necesario hacer sobresalir las cabezas de los Beatles por fuera del marco rectangular
Por Emilio Rivaud Un paisaje musical
S
unset Strip es un tramo del famoso bulevar de Los Ángeles. La zona está llena de tiendas y restaurantes, y también es habitáculo de estrellas. Ahí estaban los clubes de música cuyos nombres son conocidos hasta el día de hoy. El London Fog fue el primero donde tocaron los Doors antes de ser la banda oficial del Whisky a Go Go. Frank Zappa y Bob Marley, entre otros, grabaron conciertos legendarios en el teatro Roxy, y en el On the Rox, el bar que está encima del teatro, John Lennon y Harry Nilsson protagonizaron borracheras legendarias. Al Rodney Bingenheimer’s English Disco acudían las estrellas del glam rock para ser vistas bajo el efecto de las drogas de moda.
Siempre la ha atraído el camino de la canción, todos sus álbumes (Because I Was In Love, Epic y Tramp) se dedican a explorarlo depositando particular atención en la parte sentimental. En su primer disco eran sólo ella y su guitarra; el segundo ya tenía un sonido más sofisticado, enriquecido con distintos instrumentos; y el tercero fue producido por Aaron Dessner, vocalista de The National. La música con la que se identifica es la que está provista de melodías poderosas y fuertes. Escribir canciones, por más simples que puedan parecer, es un arte que requiere de precisión. “Me gustan mucho músicos como Neil Young, PJ Harvey y Lucinda Williams, autores que se preocupan por las melodías. Me gusta la música que no es muy compleja ni muy producida, sólo la que es realmente buena.” Empezó a escribir canciones desde muy joven, pero no las mostró hasta que Kyp del anuncio. Un adolescente aprovechó esta característica para robarse la cabeza de Paul; la desaparición misteriosa de la testa se sumó a las señales que aún esgrimen quienes creen en la leyenda de la temprana muerte del músico. El anuncio de Backless (1978), de Clapton, reproducía la cubierta del disco, y mostraba al guitarrista sentado en un sillón iluminado por un par de lámparas enormes que sobresalían del anuncio y se encendían por la noche. Aunque ya era posible ampliar las fotografías e imprimirlas a gran escala, la calidad de la impresión dejaba mucho que desear, de modo que los anuncios eran pintados a mano. La historia de estos pintores y sus técnicas también es interesante. Los músicos y las disqueras subsistían decorosamente de la venta de discos y de las giras. Había una distancia entre música y publicidad que pocos cruzaban, porque era mal visto hacerlo. “En consecuencia —explica Landau en entrevista— estos anuncios tienen una cierta latitud, en la que podían poner una imagen sin ningún texto, y en muchos casos quienes los veían no tenían
Malone, integrante de TV on the Radio, la animó a tomarse la música más en serio. La producción de Are We There contó con el apoyo del productor Stewart Lerman, quien le dio la libertad de hacer el álbum a su modo. El resultado es un disco que muestra su habilidad como cantautora y compositora, y un auténtico deseo por expresar lo que siente. “Cuando escribo, usualmente, la melodía y la progresión de acordes llegan primero, las letras, un poco después. Me siento más cercana a la música, de alguna manera”. Se despide con cariño y, después de reafirmar su emoción por tocar en México, colgó el teléfono. Sharon Van Etten Plaza Condesa Juan Escutia 4, Condesa 27 de marzo, 21 horas
idea de qué estaban anunciando. Hay uno de Pink Floyd que tenía la imagen de un cerdo, un perro y una oveja. Si no sabías que el grupo tenía un nuevo disco llamado Animals, no sabías de qué era el anuncio.” Anunciarse en Sunset Strip importaba porque se trataba de uno de los puntos neurálgicos de la industria musical de su momento, y no tanto porque fuera visto por las miles de personas que pasaban en su auto todos los días (aun si entre esos miles estaban los mandamases del negocio). Los diseños eran una extensión del concepto visual de un disco, y en esa medida servían como un guiño para los fans y anzuelo para los no iniciados. Daban de qué hablar por unas semanas y luego desaparecían. Llegaron los años 80, y fueron sustituidos por una manifestación más efímera e inmaterial. El video mató a los artistas del espectacular. Cualquiera podía entender que la televisión era una plataforma más eficaz para promocionarse. De aquellos panorámicos quedaron fotos como las de Landau, y el aura irremplazable de la nostalgia por un paisaje perdido.
32 | frente | música | del 26 de marzo al 8 de abril de 2015
RO M
S •L
A• R
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ECORD
Los 10 vinilos más vendidos de marzo en La Roma Records:
1 LaXVIBanda Bastön 2 Metrika Afterwards Blenders 3 Los Chavos bien Attack 4 Massive Mezzanine Gallagher’s 5 Noel High Flying Birds 6 Nortec Motel Baja mató un policía 7 Elmotorizado 8 9 10
La dinastía Scorpio Belle & Sebastian Girls in Peacetime Want to Dance Ariel Pink Pom Pom Electrique Music #80
Álvaro Obregón 200 Bis 1, Roma T. 52642140
Reseñas Natalia Lafourcade Hasta la raíz Sony Music 2015 Siendo apenas una adolescente, Natalia rompió fronteras sociales con temas como “En el 2000” y “Ella es bonita”, esas canciones se integraron al cancionero popular del capitalino promedio y personas que no coinciden casi nunca en territorios musicales las corearon. Con los años sus creaciones fueron madurando y por eso, cuando el último día del año pasado anunció por medio de su cuenta de Facebook que venía un nuevo álbum después de seis años sin sacar material original, la emoción alcanzó a varios. Al día siguiente compartió la canción “Hasta la raíz”, un track fino y delicioso, enriquecido por muchas texturas, que sólo hizo crecer las expectativas. El disco ya está entre nosotros y lleva por nombre el de esa prometedora primera pieza. Por desgracia, el resto del álbum quedó algo disparejo y buena parte de él no está a la altura de la canción que le da nombre. En la misma publicación virtual de fin de año, Natalia escribió que éste es el disco en el que por primera vez se dio la oportunidad de “escarbar profundo” en sus sentimientos. No se puede negar que es un álbum visceral, sobre todo en la lírica de las canciones. Pero hay algo que no cuaja. Las emociones son y ¿deben? ser la materia prima de toda obra, eso seguro que no le falta a Hasta la raíz; sin embargo, se necesita estructura para forjar la emoción en algo que penetre en los demás y justo ahí falla. Este material no funciona porque a excepción de algunos temas que merecen ser escuchados (“Hasta la raíz”, “Mi lugar favorito”, “Palomas blancas” y “Vámonos negrito”) el resto resulta reiterativo. El disco está construido siguiendo la lógica de una relación que acaba. La atmósfera de rompimiento invade una parte importante del álbum y varias canciones tropiezan con la misma piedra. Hay una sensación de que sobran minutos porque el sentido de las letras y el registro de arreglos sonoros son demasiado homogéneos. La emoción está, aunque el álbum como una obra completa resulta empalagoso.
—humberto morales
La vara
Blink sin Tom El baterista de Blink 182, Travis Barker ha revelado que tocar sin su otrora delantero, Tom DeLonge, ha sido un verdadero alivio. Recuerden que lo despidieron por negarse a grabar un nuevo disco juntos y que en su lugar está el vocalista de Alkaline Trio, Matt Skiba. Mientras sus ex compañeros andan de gira, DeLonge ha amenazado con sacar cuatro álbumes y quince novelas este año.
Jamie xx: va por todo El integrante de The xx ha confirmado que ya viene su primer larga duración en solitario. Aún sin título, el material saldrá en junio. Si las canciones que hasta ahora ha mostrado son un indicativo, hay razones para emocionarse. También reveló que después se dedicará de tiempo completo a grabar con The xx.
Nuevos discos, nuevas drogas Por Carlos Velázquez
Juan Cirerol en el Vive Latino Hace algún tiempo se comentó en las “reses sociales” el errático comportamiento con el que Juan Cirerol acompañaba sus presentaciones. Cancelaciones intempestivas, enfrentamientos verbales con dueños de bares, etc. Se rumoraba que se debía a su abuso de sustancias. Obviedad cuando se es tan puntual al componerle una canción a la metanfeta. Pero más allá de su circunstancia personal lo más inquietante era cierta vacuidad de su tercer disco. Posee grandes canciones, pero carece de la fuerza y el elemento sorpresivo de los dos primeros. Por lo que permitir que su cuarto álbum fuera producido por externos, Toy Selectah y Marc Monster, principalmente, fue la mejor decisión que pudo tomar. El último gran disco de Dylan, Time Out of Mind, fue producido por Daniel Lanois. A Cirerol se le ha arbolgenealogiqueado con varios cantautores, y en sus dos primeros discos se escucha que ha asimilado bien al Dylan de Another Side y The Freewheelin’, pero suena más Cash que nunca. En su presentación en el Vive Latino 2015 se hizo acompañar de un conjunto. Un bajista y un baterista. Y aunque uno se despache las percusiones, lo primero a lo que nos remiten es a The Tennessee Two, la banda soporte de Johnny Cash en sus inicios. Nada prepara al artista como el escenario. Y qué manejo del público tiene Cirerol. Ha adquirido unas tablas a base de recorrerse bares, cantinas, taquerías y escenarios a nivel internacional. El pasado Vive se presentó en la Carpa Intolerante, pero ahora le soltaron la Carpa Rockampeonato, de mayor capacidad, y la desbordó. Sé que sonará a lugar común, pero pasó por el Vive como una tolvanera. El desmadre personal fomenta la mística del artista. Y que Cirerol viva a cien por hora le otorga una indispensable aura de malditismo a su persona. Confieso que después del tercer disco pensé que se desinflaría. El muchacho está nadando a contracorriente. Un cantante con un bajo sexto no es precisamente el modelo de éxito de las disqueras. Sin embargo, ver a Cirerol en acción en el Vive no deja duda: lo mejor está por venir. No sé va a quedar en mera promesa. Se va a convertir en un referente de nuestra cultura.
Peter Hook: neceando con Joy Division Aparentemente, el señor Hook no puede dejar atrás el pasado. Recién anunció que tocará en un solo concierto toda la música que hizo Joy Division, grupo del cual fue bajista. El evento es el 18 de mayo y quizá lo más relevante sea que tiene fines benéficos. Mientras tanto, sus ex compañeros de New Order ya preparan disco nuevo desde enero, aún sin título o fecha de publicación.
Muse: otra vez El trío de Devon, Inglaterra, acaba de anunciar la inminente llegada de su séptimo álbum de estudio. El título es Drones (así de predecibles son estos muchachos) y sale el 8 de junio. Pero mientras tanto, ya hay un par de canciones circulando, “Psycho” y “Dead Inside”.
David Crosby: mal conductor David Crosby, el compinche de Nash, Graham y a veces de Young, le acaba de dar un golpe con su auto a un corredor. Crosby conducía su vehículo a 55 millas por hora, la velocidad límite, cuando, aparentemente, fue cegado por el sol. La víctima sufrió graves lesiones, pero sobrevivió. A ver cómo viene la demanda.
del 26 de marzo al 8 de abril de 2015 | música | frente | 33
Die Antwoord Vive Latino Foro Sol 15 de marzo de 2015
abajo
ARRIBA
Por Toni François www.tono.tv
34 | frente | cine | del 26 de marzo al 8 de abril de 2015
C cine
58 Muestra Internacional de Cine
Amar, beber y cantar
Meek's Cutoff
Por José Antonio Valdés Peña La Muestra Internacional de Cine llega a su edición número 58 con una selección de películas realizadas por autores internacionales de la talla de Alain Resnais, Kim Ki-duk, Bruno Dumont, Kornél Mundruczó, Panos H. Koutras y Atom Egoyan, así como por los mexicanos Jorge Pérez Solano y la experimentada Dana Rotberg. Pasemos lista a los filmes que conforman esta edición de primavera. El pequeño Quinquin
La
Consulta fechas y horarios en www.cinetecanacional.net
Muestra Internacional de Cine, organizada por la Cineteca Nacional, es el evento cinematográfico con mayor tradición en la exhibición fílmica de nuestro país. Si se hace un recorrido por su programación, desde sus orígenes a la fecha, en ella se puede trazar tanto el desarrollo artístico y tecnológico del cine mundial desde hace más de cuatro décadas como los movimientos cinematográficos, cineastas y estilos más relevantes del cine contemporáneo. En su edición número 58, la Muestra incluye a veteranos que han revolucionado la historia del cine, como Alain Resnais, alternando con otros directores favoritos de los cinéfilos mexicanos como Kim Ki-duk, Kornél Mundruczó y Atom Egoyan. Con ellos comparten espacio Paolo Virzi, Shlomi Elkabetz y Jorge Pérez Solano. Sus novedosas propuestas completan un círculo que engloba la razón de ser de la Muestra, ya que reúne tanto a los cineastas ya clásicos como a aquellos que representan el futuro del cine mundial. La participación mexicana en la Muestra es siempre esperada. En esta ocasión, Jorge Pérez Solano aporta una notable ópera prima, La Tirisia (2014), misma que es en parte un retrato de un México rural
actual, con asperezas palpables, en el cual un puñado de personajes enfrenta el ocaso gradual de sus esperanzas. Pero también es una reflexión sobre el paso del tiempo en la vida, en medio de una aridez que refleja la personalidad de sus protagonistas, víctimas de una tristeza que los corroe. Directora de la celebrada Ángel de fuego (1992), la cineasta mexicana Dana Rotberg regresa a la pantalla grande con Mentiras blancas (2013). Se trata de una reflexión sobre la imposibilidad de entendimiento entre culturas que involucra al pueblo maorí y la comunidad blanca de Nueva Zelanda en una historia de principios del siglo XX cuyas protagonistas son tres mujeres enfrentadas al dilema del aborto. Rotberg consigue un filme tan conmovedor como riguroso acerca de la condición femenina sujeta a moldes sociales. El suspenso del thriller como género cinematográfico está representado por dos ejemplos notables en la Muestra. El primero, Cautiva (2014), es un regreso del armenio-canadiense Atom Egoyan a los territorios de clásicos suyos como El dulce porvenir (1997), en los cuales un hecho trágico (en este caso el secuestro de una niña) entrelaza
del 26 de marzo al 8 de abril de 2015 | cine | frente | 35
la vida de varios personajes relacionados con la víctima, envueltos todos ellos en una narrativa fragmentada que alterna los tiempos narrativos de forma aleatoria, provocando desconcierto en el espectador, quien deberá armar el rompecabezas en su propia mente. El segundo thriller proviene del francés Bruno Dumont, quien reaparece con su más reciente filme, El pequeño Quinquin (2014). Realizada para la televisión, se trata de una comedia negra de muy larga duración (cerca de tres horas y media) acerca de un detective que investiga las extrañas muertes ocurridas en un pequeño poblado del norte de Francia en las cuales está involucrada una pandilla de adolescentes víctimas del aburrimiento. El director refrenda su estilo contemplativo y su gusto por los actores no profesionales para retratar tanto lo brutal como lo abiertamente surreal, en medio de un ambiente dominado por la extrañeza y un sutil tono de farsa. El húngaro Kornél Mundruczo participa con su sexto largometraje, Hagen y yo (2014). En un futuro próximo, los perros de raza mixta son abandonados por millares a causa de una ley racial animal. Pronto los animales se rebelan contra los hombres, en una guerra que solamente la dueña de uno de estos canes podrá detener. Alternando con maestría entre el terror y lo fantástico, la cinta ha sido vista también como una curiosa alegoría en contra del racismo. Capital humano (2014), del italiano Paolo Virzi, es un thriller social en el cual un accidente une las vidas de un millonario y un empresario en quiebra para orquestar el oscuro retrato de una sociedad en franca bancarrota moral, victimizada por una economía en declive que hace a sus habitantes perder los estribos. Más o menos en los mismos terrenos se encuentra Hermosa juventud (2014) del español Jaime Rosales, una de esas películas que sorprenden por su urgencia, al denunciar las terribles consecuencias emocionales que el desempleo, ese fantasma tan actual que recorre el mundo entero, va dejando en sus jóvenes protagonistas, una pareja que va siendo devorada por el desencanto. Apelando a su estilo minimalista, el también director de La soledad (2007) retrata magistralmente un vacío existencial de resonancias universales. Deseos sexuales entrelazados entre los miembros de una misma familia son la médula del nuevo filme del maestro coreano Kim Ki-duk, Moebius (2013). Algo así como una posdata, en tono de comedia negrísima, a la tormentosa relación entre madre e hijo de su anterior cinta, Piedad (2012), pero extendida a un cuarteto de seres humanos guiados por la culpa y la necesidad de la carne del otro al mismo tiempo.
Hagen y yo
“[...] la Muestra incluye a veteranos que
estrenos
han revolucionado la historia del cine, como Alain Resnais, alternando con otros directores favoritos de los cinéfilos mexicanos como Kim Ki-duk, Kornél Mundruczó y Atom Egoyan.
”
La familia y el matrimonio en la comunidad judía han sido temas recurrentes en la obra de los hermanos israelíes Ronit y Shlomi Elkabetz, inéditos también en México. Su más reciente filme, El juicio de Viviane Amsalem (2014), es el retrato de una mujer que lucha por conseguir su divorcio ante tribunales religiosos cuyo fallo, de ser contrario a sus deseos, podría marginarla socialmente. Tres filmes de la 58 Muestra giran alrededor de visiones acerca de la infancia enfrentada a destinos inciertos en el panorama social latinoamericano. El niño y el mundo (2013), del brasileño Alê Abreu, recurre a la animación para acercarse al tema, narrando la odisea de un niño abandonado que deja su aldea para adentrarse en un mundo de seres fantásticos. El resultado es tan conmovedor como original. Mientras que desde Paraguay arriba una grata sorpresa, 7 cajas (2012), la ópera prima de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori. Lo sencillo de su trama (un muchacho cargador de bultos debe transportar las siete cajas del título, con contenido desconocido, hacia un punto cambiante del populoso mercado 4 de Asunción) inspiró a los cineastas, ambos de extracción televisiva, para orquestar una frenética odisea a través de la miseria y la violencia cotidiana del lugar. Por su parte, Xenia (2014) marca el regreso del realizador griego Panos H. Koutras a la Muestra después de Strella, más que una mujer (2009). Su nueva cinta es una reelaboración de la odisea homérica en la cual dos hermanos albaneses parten en busca de su padre griego tras la muerte de su madre, enfrentándose en el camino a fuertes retos y decisiones que marcan sus vidas para siempre mientras también persiguen su sueño de ser cantantes. La estadounidense Kelly Reichardt, directora de Meek’s Cutoff (2010), un muy interesante western inédito en México acerca de la desconfianza a los “diferentes” en tiempos de los pioneros norteamericanos, aporta a la Muestra su más reciente filme, Radicales (Night moves, 2013), una cinta de ficción que narra los esfuerzos de tres personajes, movidos por el desencanto y el activismo radical, que tratan de llevar a cabo un acto de sabotaje, sin importarles las consecuencias. El resultado final es una reflexión sobre la culpa filmada con la soltura de un semidocumental cuya intensidad dramática va siempre en aumento. En particular, la edición número 58 de la Muestra Internacional de Cine incluye en su programación una conmovedora despedida artística: la del cineasta francés Alain Resnais, fallecido en marzo del 2014 a los 91 años de edad. Su último filme, Amar, beber y cantar (2013), es una irresistible comedia de equivocaciones sentimentales en la cual la vejez, el amor, el teatro, la vida y la muerte se fusionan a manera de epitafio para una obra fílmica que incluye obras maestras de la talla de Hiroshima, mi amor (1959).
TIMBUKTU Dir. Abderrahmane Sissako. Con: Ibrahim Ahmed, Toulou Kiki, Fatoumata Diawara. Empecemos por decir que Timbuktu es una película política y humanamente necesaria. Se trata del relato más honesto y escalofriante que se ha hecho sobre el yihadismo. La historia: no muy lejos de Tombuctú, un pueblo sufre el régimen de terror impuesto por los yihadistas, decididos a controlarlos mediante su fe y religión. La música, risas, cigarrillos e incluso el fútbol han sido prohibidos. Las mujeres se han convertido en sombras, pero resisten con dignidad. Todos los días, nuevos tribunales improvisados emiten sentencias trágicas y absurdas. Kidane y su familia se han salvado del caos imperante, pero su destino cambiará abruptamente.
AMORES INFIELES (The Third Person) Dir. Paul Haggis. Con: James Franco, Mila Kunis, Olivia Wilde, Liam Neeson, Maria Bello, Adrien Brody. Esta película está formada por tres historias entrelazadas que se ubican en París, Nueva York y Roma. En la primera, Michael (Neeson), un escritor que recientemente dejó a su esposa Theresa (Bello), recibe la visita de su amante Anna (Wilde). En la segunda, Julia (Kunis) ha sido acusada de intentar matar a su hijo, un cargo que ella firmemente niega. Y en la tercera, Sean (Brody), un hombre gringo de negocios viaja a Italia y se enamora de Mónica (Atias).
HOME: NO HAY LUGAR COMO EL HOGAR Dir. Tim Johnson. Adaptación del libro The True Meaning of Smekday, de Adam Rex, Home no aporta mucho al cine de animación ni cuenta una historia sorprendente que no se haya visto antes; sin embargo, está repleta de elementos muy divertidos que sin duda gustarán al público infantil. ¿De qué trata? Cuando el alienígena más irritantemente optimista de la galaxia se encuentra huyendo de su propia raza, se verá forzado a formar equipo con una chica adolescente muy testaruda. Estos extraños fugitivos acabarán salvando el planeta.
36 | frente | cine | del 26 de marzo al 8 de abril de 2015
Paul Thomas Anderson contra los arquetipos estadounidenses Por Fernando Bustos Gorozpe Con el estreno de Inherent Vice (Vicio propio) como pretexto, revisamos la trayectoria y filmografía de Paul Thomas Anderson, un cineasta californiano cuya obra ha evolucionado a tal grado y de tal manera que hoy es considerado como uno de los mejores contadores de historias en el medio cinematográfico.
C
uando se habla de cine contemporáneo son dos Paul Thomas Anderson los que aparecen en el radar. El bueno, dicen algunos, es aquel que nació en 1970 en California y que según se cuenta, a la edad de siete años escribió en su libreta que quería ser escritor, productor y director. Pronóstico que el tiempo reclama para 1988 con su primer corto The Dirk Diggler Story y que luego reafirmará para 1996 con el estreno de su primer largo Hard Eight (Sydney) que llevaría el nombre del cineasta al festival de Cannes. Anderson, que desde chico tenía claro su objetivo, educó el ojo frente a las pantallas. Sus maestros fueron Kubrick, Scorsese, Orson Welles y Max Ophüs, entre otros. Sin dinero para financiar la escuela de cine, el camino que elige es el de la práctica. Antes de ser cineasta trabajó como asistente de producción en la televisión. La teoría la tenía, lo que faltaba
era el manejo de la cámara y el dinero para poderse financiar sus experimentos. Así es como tiempo después de su primer corto nace otro, Cigarettes and Coffee, que logra presentar en el festival de Sundance en 1993 y que será un claro parteaguas en su carrera, pues es sólo después de esto que el cineasta recarga fuerzas para ofrecer lo que será su primera ópera prima Hard Eight. Frente a ese cine que apuesta por la continuidad intensificada, alarde de efectos especiales y CGI, Anderson ha permanecido heroicamente de pie frente al vendaval. Revolucionario y paciente confía en retratar al cuerpo como un todo en vez de fraccionarlo con planos detalle y primerísimos planos. Quizá por eso grandes actores, como Daniel Day-Lewis o Joaquin Phoenix, se le han entregado con los brazos abiertos. Sus películas no son para verlas de pasada, por ello ante la casi obligatoria duración de 90 minutos de metraje, él ha apostado por sobrepasar la línea: que la cinta se demore el tiempo necesario. Si el asunto es disponer de un conjunto de técnicas para comunicar una gran historia, el tiempo no debería sino ser aliado y no enemigo. Su narración es un rascacielos en
la cinematografía contemporánea. Si de autores modernos se trata, Anderson ha hecho lo suyo. Su mirada pesada, analítica y descriptiva está ahí en cada una de sus cintas. Los cimientos de su estilo se hallan en la escena inicial de Boogie Nights (1997) donde una cámara, que parece viva, enfoca una luminaria con el título del filme para luego volcarse sobre la calle e introducirnos al interior del Hot Traxx. Finísimo plano secuencia a base de travellings que pasa por diferentes planos y que baila con la gente hasta abrirse paso y dejar ver ahí, entre toda la multitud, a Dirk Diggler (Mark Wahlberg), el mesero que habrá de devenir en estrella porno. La cinta que relanzó la carrera de Burt Reynolds y presentó a Wahlberg y a Julianne Moore como dos actores con potencial, fue en realidad su gran entrada a la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, a la que por cierto, le falta destrozar en alguna futura producción, pues un rasgo que ha sido distintivo de su cinematografía es el poner en tela de debate esos mitos arquetípicos que han servido para preservar ese cliché aspiracional que es Estados Unidos. Inherent Vice (en México le pusieron Vicio propio), su más reciente cinta protagonizada por Joaquin Phoenix, es prueba de este punto. La historia que sigue a Doc Sportello, un detective hippie adicto a las drogas, es una crítica al mítico California que algún día se inmaculó como el gran paraíso y que desde la óptica del director es una falacia, pues lejos de erigirse, el estado se ha derrumbado a causa de intereses de los mismos norteamericanos. Bajo una cinematografía ejemplar, Anderson retoma aquí elementos del film noir para desmitificar al estado Dorado: el detective, los criminales, el policía sucio y la femme fatale. La película por supuesto es un monumento, pero al interior es un viaje sin sentido que oscila entre los delirios y escasos momentos de lucidez del personaje principal. Esto ha dividido las audiencias, pues mientras algunos afirman que es una grandiosa película otros la acusan de ser un tedio a la pupila. Paul Thomas Anderson, ese genio del cine que parece llegó a su punto alto con Magnolia (considerada dentro de las mejores películas de los noventa) y There Will Be Blood (2007), parece extraviado con sus últimas dos cintas. Es claro que en The Master toca un conflicto existencial y que en Inherent Vice apunta por romper ese Estados Unidos de los años sesenta y setenta que Hollywood ha inflado, pero falta el resultado final como un todo. La especialización narrativa ha dejado fuera al público que no lee las cintas con base en planos cinematográficos, duración de tomas, ángulos y paleta de colores. Si con Boogie Nights, Magnolia y There Will Be Blood Anderson sumó gran cantidad de seguidores de su trabajo, es con The Master e Inherent Vice que cobra distancia. Lo cierto es que a pesar del debate que sus últimas cintas han generado, Paul Thomas Anderson ha cambiado la industria cinematográfica. Autor consistente arrojado al cine, es un punto de cesura en el plano secuencia y en el drama plagado de acción, que al igual que los intensos personajes que construye, sabe guiar a los intérpretes a ese punto de transformación que sus guiones requieren.
“Su narración es un rascacielos
en la cinematografía contemporánea. Si de autores modernos se trata, Anderson ha hecho lo suyo. Su mirada pesada, analítica y descriptiva está ahí en cada una de sus cintas.”
Inherent Vice
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A
Por un museo crítico y participativo
arte
foto: ramón ruiz sampaio
Por Gabriela Jáuregui
El colombiano Juan Gaitán es uno de los directores de museo más jóvenes de nuestra ciudad. Hace un par de meses asumió el cargo como cabeza del Museo Tamayo. Nos compartió un poco acerca de su labor, su visión y lo que significa para él dirigir una institución de tal importancia.
En
enero de este año, Juan Gaitán tomó el cargo de director del Museo Tamayo, relevando a Carmen Cuenca Carrara, directora del recinto desde el 2011 y quien dejó el puesto después de supervisar la extensión del mismo y su reapertura en el 2012.
Gaitán fue curador adjunto en la galería de arte Morris and Helen Belkin en Vancouver del 2006 al 2008; además de curador del Witte de With, Centro de Arte Contemporáneo de Arte en Rotterdam del 2008 al 2011; y recientemente, curador para la 8a Bienal de Berlín en el 2014. Su primer contacto profesional con México fue mediante la curaduría de Zona Maco Sur. En opinión de Gaitán, estas secciones de feria le dieron la oportunidad de acercarse a la obra de artistas con quienes no había tenido oportunidad de trabajar. “Ésa fue mi primera incursión
en el contexto mexicano”, dice. “La segunda fue una exposición basada en la colección Jumex en el espacio de Ecatepec que curé junto con Magalí Arriola llamada El Cazador y la fábrica, otra experiencia maravillosa y divertida.” Frente tuvo la oportunidad de platicar con el nuevo director de uno de los museos más importantes de México. Habló, entre otros temas, sobre su visión de lo que debe llegar a ser el Tamayo, sobre la crisis del sistema político actual, el estado de la crítica de arte y del diálogo que provocan las artes que a su vez genera una visión constructiva de nuestra sociedad.
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Gracias a la exitosa exposición de Yayoi Kusama, el Tamayo se encuentra quizá en uno de sus mejores momentos. Se acerca una exposición de Francis Alÿs muy esperada, la primera en México en muchos años. ¿Qué más sorpresas tienes?, ¿cómo te gustaría aprovechar este momento donde tanta gente joven se ha acercado al museo?, ¿nos puedes compartir tu visión de lo que es un museo?
¿Cuál es tu percepción del mundo del arte en la Ciudad de México?
La Ciudad de México tiene una escena artística muy activa y organizada, con muchos artistas que respeto y admiro. Creo que no sólo yo, sino también muchos en Latinoamérica vemos a México como un país que ha abierto el paso al circuito artístico, y que ha logrado encajar en la escena internacional sin dejarse marcar por el regionalismo, fomentando prácticas individuales muy fuertes. Cuando estaba en Canadá, como estudiante de Arte y luego de Historia
del Arte, el arte contemporáneo mexicano sonaba mucho a través de figuras como Teresa Margolles, Gabriel Orozco, Francis Alÿs y Santiago Sierra, pero también entonces eran muy importantes Silvia Gruner, Ximena Cuevas, Melanie Smith, y Olivier Debroise y Guillermo Santamarina, quien le abrió el paso a muchos de ellos. De hecho, ahora que lo pienso, mi primer encuentro con Guillermo fue en 1997, el último año que viví en Colombia. Él nos platicó de todo lo que se había desarrollado en torno al Ex Teresa y La Panadería.
Pienso también que nuestra “imaginación política actual […] está
determinada principalmente por la imagen más que por el texto escrito, y el arte contemporáneo, en la medida en que entabla un diálogo crítico y analítico con la imagen…”
Aquí hay varias preguntas que quiero responder por separado si te parece bien. Es cierto que la exposición de Yayoi Kusama puso al museo en un plano muy ventajoso porque de ser un museo de arte contemporáneo relativamente conocido, el Tamayo pasó a ser un punto de referencia. Pero también esta situación lo puso en un estado de crisis, ya que no está capacitado para recibir a tantas personas a la vez. No sé qué tanto fue resultado de esta exposición, pero hoy en día el Tamayo es líder en usuarios de redes sociales, con al menos cuatro veces más que el museo mexicano que le sigue en cantidad de audiencia. Esta visibilidad es importante para nosotros que buscamos transferir a futuras exposiciones, como la de Francis Alÿs y otras que vienen después y están maravillosas. Pero no puedo mencionarlas oficialmente porque en la crisis económica en que se encuentran los museos en México en este momento es difícil asegurar que podamos llevar a cabo los proyectos que tenemos diseñados. En cuanto a qué visión tengo para el museo, hay que comenzar por aclarar que estoy hablando de uno de arte contemporáneo, es decir, un museo dedicado a apoyar y proyectar la producción artística actual y a presentar exposiciones que de una forma u otra nos ayuden a desarrollar una mejor imaginación política y social. Pienso también que nuestra imaginación política actual, dado que vivimos rodeados de imágenes, está determinada principalmente por la imagen más que por el texto escrito, y el arte contemporáneo, en la medida en que entabla un diálogo crítico y analítico con la imagen, es fundamental en esta tarea de ayudar a llevar nuestra imaginación a un plano más eficaz frente a lo que sucede hoy en día. ¿Puede ser el Tamayo un espacio que se abre al presente y a todas las artes?, ¿un punto de encuentro o de conversación?
¡Precisamente! De hecho, el proyecto de museo se divide en dos partes: de un lado, al centro del proyecto, está el programa
de exposiciones que vamos a realizar con Daniela Pérez como subdirectora artística. Las exposiciones que se realizan en un museo como el Tamayo deben ser críticas y analíticas mas no panfletarias y contestatarias, pues no creo en la función propagandística del arte, en ningún sentido. De otro lado, lo que buscamos desde los proyectos de dirección es invitar y asociarnos con los proyectos culturales constructivos que se están desarrollando por todo México y por fuera también, a través del textil, la cerámica, la gastronomía, etc. Es decir, el museo debe impulsar tanto la crítica y el análisis de la realidad como aquellos proyectos que, desde la cultura, están generando respuestas positivas, diálogos progresivos con la tradición. Cuando mencionas que el museo tiene cuatro veces más usuarios en redes que cualquier otro museo en México, me recuerdas cuando en una entrevista Glenn Lowry, director del MoMA de Nueva York, me comentó que el museo del siglo XXI debe ser uno interconectado y digital. Al parecer, el Museo Tamayo, ya lo es. ¿Qué ventajas crees que esto puede traer específicamente en el contexto de México?, ¿lo digital cambia el arte? Aquí hago un guiño a Marshall McLuhan, que no caduca nunca.
El otro día me llegó un proyecto de museo del siglo XX, lo cual me causó mucha gracia porque pensé que esa idea tiene más sentido que la del museo del siglo XXI porque sí es muy real la importancia de ver todo lo que hemos hecho y nos hemos hecho en los últimos cien años. Pero igual, si hablamos del museo en el presente (estamos claramente en el siglo XXI, pero quién sabe qué será de este siglo dentro de 85 años) sí es cierto que debemos entender cómo se comunican nuestros públicos entre ellos, y la realidad es que en México la actividad en redes sociales y en medios digitales es altísima. Que tengamos un número de usuarios tan alto nos da una gama muy amplia de posibilidades para desempeñarnos
foto CortesíA: museo rufino tamayo
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Considero, como ellos, que la poesía y la “ cultura, en general, son un producto de alta
necesidad en la medida en que ayudan a una sociedad a definirse mejor, a imaginarse mejor, a proyectarse mejor hacia el futuro.” como museo público y de entablar un diálogo con nuestros públicos que puede ir en varias direcciones, y en el cual el museo no es simplemente fuente y arbitro del conocimiento y los parámetros estéticos, sino también plataforma de interacción en torno a la realidad y el lugar que ocupa el arte contemporáneo en esta realidad. En cuanto a tu pregunta de si lo digital cambia el arte, es clarísimo que sí, pero esto no es simplemente un efecto de la era digital. A diferencia de lo que quisieran pensar las corporaciones que producen la tecnología, el arte contemporáneo y los movimientos sociales no son producto de sus productos. En la medida en que lo digital es un “medio” (la referencia a McLuhan es acertadísima) el arte contemporáneo hace uso de ello, pero siempre con una actitud crítica, siempre analizando cómo su mecanismo interno se despliega en el mundo, en la sociedad. De acuerdo con McLuhan, los medios son herméticos y autorreferenciales, por eso pensaba que la recepción de un mensaje, ya sea por la radio o la televisión, debe contemplar el medio mismo como parte integral del mensaje. Creo que en el arte contemporáneo esta relación analítica con el medio, así sea pintura o dibujo, es fundamental. Estoy de acuerdo contigo que en tiempos de crisis debe resurgir la crítica. ¿Tú cómo ves la escena actual de la crítica en México?, ¿a quién lees?, ¿qué te parece que hace falta?
Me parece que no sólo en México, sino a nivel mundial, la crítica se limita hoy en día a exponer opiniones personales que, en
su gran mayoría, son irrelevantes y tienen más que ver con la opinión que tienen los críticos de sí mismos que con su posición ética y política frente a su propio quehacer. Así que, salvo un par de escritos —por ejemplo los más recientes de Carlos Amorales, quien es artista y no crítico, y los de María Minera— no me interesa mucho lo que se hace pasar por crítica actualmente y prefiero leer literatura. Dicho esto, sé que hay conciencia de la necesidad de una crítica más comprometida con la realidad política y social y con la cultura, y que se están gestando cosas en torno a esto. Lo que creo que hace falta es que la crítica no se limite a acusar y lanzar juicio, sino que también vean que es importante estar del mismo lado y aprovechar todas las posibilidades que abre el arte contemporáneo para acercarnos de una manera más productiva a nuestra realidad actual. Y en tiempos de crisis, en este caso de presupuestos en las artes, ¿qué opciones quedan para lograr proyectos?, ¿qué papel crees que cumplen, por ejemplo, los pequeños espacios autogestivos?, ¿cómo puede extenderse el museo hacia éstos o invitarles?
Pienso dos cosas: por un lado, aunque dirijo un museo y estamos muy afectados por los recortes presupuestales, no quisiera que el término “crisis” se limite a un simple problema de dinero. Creo que la crisis va mucho más allá y que estos recortes son efecto de un fenómeno más amplio, que tal vez vemos aquí en México magnificado, pero que está sucediendo en todas partes.
Soy historiador de profesión, y me parece Me refiero a la crisis del sistema político que es una labor compleja, ubicada entre actual, del sistema democrático, que muy la construcción de la idea de nación y la rápidamente se ha ido embocando en una revisión crítica de esta misma construccorriente determinadamente financiera, y ción. El crítico critica. En el ámbito de los le ha ido dando la espalda a los proyectos de museos, los curadores, que es un neoloconstrucción social y cultural. Quiero traer gismo del arte contemporáneo, eran traal caso un manifiesto que considero muy dicionalmente aquellos encargados de importante escrito por un grupo de poetas salvaguardar las obras de la colección y prominentes del Caribe a finales de los 90 ahora son más mediadores que se acercan titulado “Manifiesto para los productos de alta necesidad”, claramente viéndolos a la obra de un artista o de varios artistas como complementarios a los productos de con el fin de generar las condiciones más necesidad básica. Considero, como ellos, propicias posibles para la presentación de que la poesía y la cultura, en general, son estas obras, y que a la vez, establecen un un producto de alta necesidad en la medida diálogo con ellas y con los artistas, que de en que ayudan a una sociedad a definirse una manera u otra se exterioriza a través de la exposición. Creo que la labor curatorial, mejor, a imaginarse mejor, a proyectarse cuando es rigurosa, es casi tan impercepmejor hacia el futuro. Sin esto, sin esta tible como la labor museográfica, y a la mirada crítica interna, sin este diálogo vez igualmente esencial y productiva. En que provoca la poesía, la literatura, el arte cuanto al director, en mi opinión y desde contemporáneo, no tenemos la posibilidad mi posición actual, su labor es asegurar de generar una visión más amplia y constructiva de nuestra sociedad. que el equipo del museo, los curadores, En cuanto a las alianzas transversales museógrafos, educadores, y también críticos y demás participantes, pero ante todo entre el museo y otros espacios o proyectos, los artistas, tengan las mejores condiciones una de nuestras ambiciones en el Tamayo posibles para ejercer su labor. es comenzar a invitar a gente que está realizando proyectos culturales afirmativos. La idea aquí es que el museo tenga como acti- ¿Cómo defines el arte que te interesa? Más que una definición te puedo decir que vidad central la producción y apoyo al arte cuando algo me interesa es porque abre contemporáneo y su lógica analítica, y que nuevos caminos al pensamiento, porque a la vez se vea rodeado de una serie de proyectos que nos llevan hacia adelante, como hay algo que tú, como escritora también, sociedad, a través de la producción cultural. imagino has visto en la literatura que va más allá de lo formal y que involucra lo afectivo. ¿Cuáles son las diferencias entre director, Sí creo que hay buen arte y mal arte, y no curador, crítico, historiador, museógrafo creo que esto sea cuestión de opinión, pero y cuál sería tu mezcla particular en este dentro del buen arte hay cosas que nos afectan y cosas que no, y en eso tiene mucho que coctel de títulos? De atrás hacia adelante: nunca he sido ver la vida personal. Entonces pienso —aquí museógrafo, pero su labor es fundamental muy resumido, porque si no esto se vuelve en la medida en que median la brecha que un ensayo— que el arte me interesa cuando existe, siempre, entre la obra concebida establece una experiencia empírica que por los artistas y la realidad infraestructransforma mi pensamiento crítico. En otras tural de un museo o espacio expositivo. palabras, me pone a pensar.
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Fragmento de Los condenados de la pantalla Por Hito Steyerl La videoartista y ensayista alemana Hito Steyerl ha trabajado el tema de la importancia política y social de la imagen hoy en día. Les compartimos un fragmento del ensayo “Desaparecidos: entrelazamiento, superposición y exhumación como lugares de indeterminación” que forma parte de su antología de ensayos Los condenados de la pantalla, publicada por Caja Negra en el 2014. Para poder pensar, a seis meses de la desaparición de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, por dónde seguir adelante.
***
L
a fosa común que supuestamente contiene los restos de mi amiga Andrea Wolf está ubicada en las montañas al sur de Van, Turquía. El cementerio es un basurero de harapos, escombros, casquillos de bala y muchos fragmentos de huesos humanos. Un rollo fotográfico carbonizado que encontré en el lugar podría ser el único testimonio de lo ocurrido durante la batalla que allí tuvo lugar a finales de 1998. Aun cuando varios testigos han dado un paso al frente declarando que Andrea y algunos de sus camaradas del pkk [Partido de los Trabajadores de Kurdistán] fueron víctimas de una ejecución extrajudicial después de haber sido capturados como prisioneros, no ha habido ningún intento de investigar este posible crimen de guerra, ni de identificar a las cerca de cuarenta personas supuestamente enterradas en la fosa común. Jamás tuvo lugar investigación alguna. Ningún experto visitó el lugar. Ningún observador no autorizado puede romper la superposición; no es que no haya habido observadores, es que no han sido autorizados. Es un lugar excluyente, incompatible con las reglas dominantes del realismo político. Un lugar construido por la suspensión del imperio de la ley, más allá del ámbito de lo expresable, lo visible y lo posible. En este lugar, incluso la evidencia impúdica dista de ser evidente. Su invisibilidad es una construcción política alimentada por la violencia epistémica. Ésta es la razón principal por la que las fotografías del rollo carbonizado siguen fuera de circulación, empujadas a una zona de probabilidad cero. Los medios técnicos, el saber experto y la motivación política para investigarlas y analizarlas no están disponibles. Pero estas imágenes ilegibles también pueden ser contempladas bajo una perspectiva diferente: como imágenes pobres, cosas condenadas por la violencia y la historia. Una imagen pobre es una imagen que permanece irresuelta: enigmática e inconclusa por el descuido o el rechazo político, por la falta de tecnología o financiamiento, o por tratarse de registros apresurados o incompletos captados bajo circunstancias riesgosas. No puede dar cuenta cabal de la situación que supuestamente representa. Pero si bien se oscurece aquello que intenta mostrar, sus propias condiciones de visibilidad son claramente visibles: es un objeto subalterno e indeterminado, excluido del discurso legítimo, de convertirse en un hecho; un objeto sujeto a negación, indiferencia y represión.
Las imágenes pobres adoptan otra dimensión cuando se extienden en el espacio fraccional. Pueden ser imágenes de escáner en 3D, piezas de un compresor de basura, huesos y balas, rollos fotográficos carbonizados, cenizas dispersas o fragmentos de pruebas dispersas e ininteligibles. Así como los intereses comerciales, políticos y militares definen la resolución de las imágenes que los satélites toman de la superficie de la Tierra, de la misma forma definen la resolución de los objetos que están enterrados bajo esa superficie. Estos objetos indeterminados son mónadas de baja resolución, en muchos casos literalmente objetos materiales comprimidos, diagramas fosilizados de violencia política y física: imágenes pobres de las condiciones que les dieron vida. Aun cuando no puedan mostrar las ejecuciones extrajudiciales, los asesinatos políticos o los tiroteos contra las manifestaciones que podrían haber documentado, portan consigo las pruebas de su propia marginación. Su pobreza no es una carencia sino una capa adicional de información, que no se refiere al contenido sino a la forma. Esta forma evidencia cómo se trata a la imagen; si es vista y transmitida o si, por el contrario, es ignorada, censurada y obliterada. Incluso cuando se destruye su contenido, el chasis de un rollo de película de 35 mm revela lo que le ha sucedido al arder en llamas, al haber sido tratado con sustancias químicas desconocidas, incinerado junto con los cuerpos muertos de quienes tomaron esas fotos. Expone la violencia que implica mantener este particular estado de indeterminación. A través de su composición material, estas imágenes pobres van mucho más allá de la esfera de la representación y alcanzan un mundo donde el orden de las cosas y de los seres humanos, de la vida, la muerte y la identidad, queda en suspenso, y “todo es lleno, lo cual hace que la materia esté trabada toda... Y, por consiguiente, todo cuerpo resiente los efectos de cuanto pasa en el universo, de tal modo, que aquel que todo lo ve podría leer en uno lo que en todos sucede y aun lo que ha sucedido y sucederá, advirtiendo en el presente lo lejano tanto en los tiempos como en los lugares”, escribe Leibniz. ¿Pero quién es el abominable lector del que habla el texto de Leibniz? ¿Se trata del observador absoluto dotado de una autoridad ilimitada? Sea quien fuere, no está a la altura de su deber. No podemos dejar a algún oscuro ídolo monoteísta, quien supuestamente lo lee y lo sabe todo, el trabajo de observación. No tenemos necesidad de hacerlo. La zona
de probabilidad cero, el espacio en el que las imágenes/objetos se desdibujan, pixelan y salen de circulación, no es una condición metafísica. En muchos casos se trata de una obra del hombre, y es mantenida por la violencia epistémica y militar, por las tinieblas bélicas, el crepúsculo político, el privilegio de clase, el nacionalismo, los monopolios mediáticos y la indiferencia persistente. Su resolución se gobierna de acuerdo con paradigmas legales, políticos y tecnológicos. Un hueso que podría ser un resto abyecto en algunas partes del mundo, una imagen pobre mezclada entre desperdicios y arrojada a un vertedero junto con televisores rotos, podría en otras partes ser sobreexpuesto, escaneado en hd o 3D, ampliado en alta resolución, investigado, examinado e interpretado hasta que sus misterios fueran resueltos. El mismo hueso puede verse en dos resoluciones diferentes: unas veces como una imagen pobre anónima, otras veces como una prueba oficial transparente. El positivismo es por tanto otra forma de denominar el privilegio epistémico, cuando éste es asumido por los observadores oficiales que controlan las altas tecnologías de medición y están autorizados para establecer la verdad de los hechos. Pero confundir este privilegio con una solución cuando en realidad sólo es prueba de una resolución epistémica superior constituye una manera de pensar descuidada e interesada. No sólo significa negar que se expanden áreas de probabilidad cero y enormes limbos en el imperio de la ley. También supone protegerse de un pensamiento inquietante: que todo podría ser diferente y que la probabilidad no depende de la mera contingencia. Si el observador masculino omnivisionario de Leibniz es impotente, entonces la justicia es ciega ante la diferencia de resolución. Acaricia cuidadosamente los bordes, las grietas y los cortes tanto de las imágenes resistentes y lustrosas como de las mónadas de baja resolución abandonadas en el espacio fraccional, registrando su perfil tectónico, sintiendo sus heridas, con plena confianza en que lo imposible podría ocurrir y de veras va a suceder.
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D diseño
Calder: captor del movimiento Por Cris Winters La obra del estadounidense Alexander Calder, quien redefinió la historia del arte y el diseño, se exhibirá en el Museo Jumex hasta el 28 de junio. Calder: derechos de la danza se pensó como una exposición que mostrara las piezas representativas del artista y las hiciera conversar con la arquitectura de un museo del siglo XXI.
En
la pintura y la escultura, el sentido de movimiento siempre ha sido considerado como uno de los principales elementos de la composición. Los futuristas dejaron como legado pinturas en las que plasmaron su obsesión por el movimiento, mientras que Fernand Léger hizo lo mismo en el cine a través de su legendario Ballet Mécanique. En la escultura, la sensación de movimiento llegó de la mano del artista estadounidense Alexander Calder, quien redefinió la historia del arte y el diseño a través de su transformación del espacio y el uso de materiales no convencionales hasta coronarse como uno de los escultores más influyentes de nuestra época. Según narra él mismo en uno de los manuscritos de los archivos de la Fundación Calder, en julio de 1926, Alexander “Sandy” Calder visitó Europa por primera vez. Justo en esa época, el hijo del también escultor Stirling Calder había dejado la pintura temporalmente y entre otras cosas dedicaba su tiempo a hacer juguetes con articulaciones para regalar a sus amigos. Uno de esos objetos llamó la atención del escultor español José de Creeft, quien le recomendó exponer los juguetes en el Salon des Humoristes. El estadounidense siguió el consejo y comenzó a explorar más con el movimiento de aquellas figuras que terminarían por convertirse en el antecedente de las esculturas de alambres que lo harían famoso. En ese viaje a Europa germinaría su fascinación por el arte abstracto y por el de Mondrian, la cual quedó inmortalizada en cada uno de sus móviles y stabiles (unos móviles con partes no móviles que fueron apodados así por el artista franco-alemán Jean Arp). En ese descubrimiento también encontraría su misión: crear formas plásticas en movimiento. Casi noventa años después de aquellos afortunados experimentos con alambres, la obra del precursor del arte cinético llega a México al Museo Jumex a través de la exposición Calder: derechos de la danza, que según la promotora de arte Gina Jaramillo es una exhibición particularmente relevante, ya que marca el regreso de Calder al país. “A pesar de ser un artista muy vinculado a México y Latinoamérica y haber inspirado a artistas subsecuentes, ésta es la primera vez que se organiza una exposición suya en más de 25 años. La última que se hizo fue en el Centro Cultural de Arte Contemporáneo”, explicó. Además de la muestra, se presentará un libro dedicado al artista. La muestra está conformada por casi una centena de obras producidas entre los años veinte y sesenta. Hay esculturas de alambre, móviles, stabiles, pinturas y joyería, que en su mayoría pertenecen a la colección de la Fundación Calder. La selección también incluye algunas piezas que se presentarán por primera vez en México y Latinoamérica, como las tres esculturas creadas en 1936: “Snake and the Cross” (“Serpiente y la cruz”, hecha de alambre, madera, cuerda, pintura y hoja de metal), “Red Panel” (“Panel rojo”) y “White Panel” (“Panel blanco”), estas dos últimas hechas con madera contrachapada, chapas, tubos, cables, alambres y pintura. Otra obra destacada es “53 Black Dots” (“Puntos negros del 53), una pieza con 12 elementos de distintos colores, formas y tamaños, la cual es un ejemplo del interés de Calder por la dicotomía contemporánea de la ausencia y la presencia. La exhibición también incluye “Aztec Josephine Baker”, la cual es una representación casi de tamaño real de la bailarina afroamericana que, curiosamente, también tuvo una relación cercana a México gracias a su amistad con el coleccionista Robert Brady.
del 26 de marzo al 8 de abril de 2015 | DISEÑO | frente | 43
Otro de los valores agregados de la exposición, que estará abierta al público hasta el 28 de junio, es que fue curada por Alexander S. C Rower, presidente de la Fundación Calder y nieto del artista. “Rower es famoso porque siempre hace una curaduría original, él nunca repite y siempre hace algo diferente de acuerdo al lugar. En este caso, parte del atractivo es ver cómo las obras conversan con la arquitectura de un museo del siglo XXI”, dijo Jaramillo, quien además explicó que para la museografía, S. C. Rower trabajó de la mano de la arquitecta mexicana Tatiana Bilbao quien es seguidora del concepto de “arquitectura emocional” postulado por Mathias Goeritz, quien promueve un diseño de espacios capaz de responder a las emociones humanas, buscando la consumación del arte y la arquitectura. La filosofía de la museografía está lejos de ser el único guiño que la exhibición hace a Goeritz, pues uno de los hilos narrativos de la muestra es precisamente la conexión del artista estadounidense con Latinoamérica: además de haber visitado México, Venezuela y Brasil en múltiples ocasiones (la primera en 1948), Calder fue amigo cercano del arquitecto Goertiz. Precisamente gracias a esa amistad, el artista cinético fue comisionado para realizar una escultura para la Ruta de la Amistad, uno de los proyectos de las olimpiadas culturales que México organizó con motivo de los Juegos Olímpicos de 1968. El resultado de la encomienda fue “El sol rojo”, escultura monumental que permanece en la entrada del Estadio Azteca. Esta pieza es la más grande dentro del cuerpo de obra de Calder (mide más de 25 m de altura) y ahora los asistentes a la exposición podrán apreciar una pequeña maqueta de la misma. Además, incluye esculturas de gran formato, como “La Grande Vitesse” (1969), “Segments” (1973) y “Scarlet Digitals”, una pieza abstracta de 1945 que se mantuvo fuera del alcance del público hasta hace poco tiempo. En esa misma sala estará “The Big Ear”, una
“… él creía que si Duchamp había
logrado deshacerse de la forma representativa y plasmar el deseo de movimiento en su pintura ‘Desnudo bajando las escaleras’, él podría hacer lo mismo con figuras plásticas.”
obra de 1943 que como su nombre en inglés indica, hace alusión a la oreja: es un stabile que amplifica la voz a través de un arco dinámico. Calder: derechos de la danza pretende que el espectador descubra que lejos de un diseñador de móviles decorativos o un simple escultor, Calder fue lo opuesto, tal como lo explicó Sartre en Les Mobiles de Calder: “Calder no sugiere el movimiento, sino que lo captura. Él jamás imita, y no existe un arte más veraz que ése”.
Calder: derechos de la danza Museo Jumex Miguel de Cervantes Saavedra 303, Ampliación Granada Hasta el 28 de junio
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¿Cuáles son los principales retos o áreas de oportunidad en la práctica profesional del diseño contemporáneo?
perfil
El reto principal como diseñador emergente es hacerte notar. Hoy en día, hay muchos diseñadores mexicanos e internacionales increíbles. Prácticamente, la competencia no es local y mucho menos nacional, es internacional. Considero que el reto principal es sobresalir, que la gente y los medios te conozcan y les guste tu marca. Es un proceso de innovación en el que como diseñador debes de crear tu propio estilo, pero al mismo tiempo entender el mercado para crear cosas que gusten al público sin perder la esencia característica de tu marca.
Vero Díaz
Diseño de moda
¿Cuál es el principal vicio o desventaja del panorama nacional en cuanto a diseño se refiere?
Por Cris Winters
Que los consumidores aún no valoran tanto las prendas diseñadas y hechas en México. Tristemente, aún se les da mayor prestigio a diseñadores internacionales cuando muchas veces la calidad de la prenda del diseñador mexicano es similar o incluso mejor.
Luego de estudiar diseño y producción de modas en el cedim de Monterrey, la diseñadora Vero Díaz partió a Nueva York para cursar dos posgrados en la legendaria y aspiracional Parsons: The New School of Design. En México se han presentado sus prendas atemporales en Mercedes-Benz Fashion Week y su trabajo ha sido reconocido por la plataforma ELLE México Diseña, la cual le ha otorgado el tercer lugar en dos ocasiones. ¿Cómo surge la marca/colectivo? ¿Quiénes lo conforman?
Yo, Vero Díaz, soy la diseñadora. La pasión por el diseño la tengo desde chiquita. Recuerdo que en secundaria, en horas de clase, dibujaba a mis amigas, les hacía vestidos. Cuando cumplí 15 años me diseñé mi propio vestido, y fue en ese momento cuando me di cuenta de que quería dedicar mi vida al diseño de modas.
¿Cuál es la filosofía principal detrás de tu práctica?
Siempre innovar y mejorar.
¿Cómo describirías el proceso de diseño de Vero Díaz, los elementos esenciales de tu propia metodología?
¿Quiénes tienen una práctica de diseño —en todas sus variantes— en México que merecen ser reconocidos por el público en general?
Creo que cada artista, independientemente de la rama en la que se especialice, tiene un sello y algo que lo distingue de los demás.
¿Un edificio o espacio que cualquier persona en la Ciudad de México debe visitar?
Todo nace con la inspiración y ésta llega en el momento menos esperado. Cuando se tiene la inspiración y vienen las ideas a la cabeza, me aparto de todo el mundo y las plasmo en papel, hago bocetos, coloreo, creo paletas de colores, etc. Después dejo esas ideas descansar unos días y las retomo para poder hacer los bocetos finales de cada colección. Posteriormente, busco las telas, los colores y los estampados. Luego viene la producción de las prendas.
¿Cuáles son los proyectos por los que eres más reconocida?
Los dos años en los que participé en ELLE México Diseña y en su respectiva pasarela en la semana de la moda oficial en México.
Aunque suelo ir seguido a la Ciudad de México (y volveré a ir el 15 de abril para presentar mi colección en Mercedes-Benz Fashion Week), no conozco tantos lugares como para sentirme con la confianza de recomendar alguno. Sin embargo, creo que toda persona que visite Mérida, ciudad en la que vivo, debe de conocer Paseo de Montejo, recorrer sus calles y disfrutar de la arquitectura.
¿Cuál sería un proyecto que te gustaría hacer?
Un objetivo a largo plazo es crear un instituto que forme a excelentes diseñadores de moda y que tenga un centro de emprendimiento e incubación de negocios para que al egresar, cada diseñador pueda posicionar su marca y verla como un negocio.
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L letras
Alberto Manguel y el placer (inagotable) de los libros Por Diego Rabasa
Cada
cierto tiempo surge una nueva amenaza que anuncia el fin del libro impreso tal y como ha existido desde que Gutenberg inventó la imprenta. Primero fue la radio, después la televisión. Luego vinieron los cd-rom, luego internet y sus temibles libros electrónicos. Objeto de místicos atributos, el libro se ha negado a darle la razón a las fatales predicciones. Incluso en aquellos países donde el cambio paradigmático (el paso de lo digital a lo analógico en nuestra forma de lectura) parecía darse de forma más acelerada, ambos formatos han aprendido a convivir e incluso en los últimos años las librerías independientes, el hogar por excelencia del libro impreso, han experimentado un resurgimiento tras un periodo aciago. En el mercado hispanoparlante —y en especial en nuestro país— el libro como objeto sigue siendo, por una apabullante mayoría de 99 a 1, el formato de lectura predilecto de los lectores. El escritor argentino Alberto Manguel ha puesto a disposición del libro y la lectura buena parte de su vida. En libros como La ciudad de las palabras (Almadía, 2010) o Historia de la lectura (Almadía, 2011), Manguel lleva a cabo una fascinante investigación que nos conduce con gran elegancia a los orígenes de la escritura y la lectura, las modificaciones que éstas han tenido a través del tiempo y de las transformaciones de la Historia, nos lleva a través de textos iniciáticos en la historia de la literatura como las epopeyas de Gilgamesh, los viajes de Ulises, la comedia de Dante, la obra de Kafka o Jack London, y nos explica dónde yace la sustancia eterna de estos grandes clásicos. En el 2014 publicó, junto con Álvaro Alejandro, un breve libro llamado Para cada tiempo hay un libro (Sexto Piso) en donde realiza un juego de espejos entre imagen y texto en el que volvemos a ver desfilar ante nosotros algunos de los aspectos centrales en esta actividad —máxima encargada de transmitir el conocimiento humano— que es la lectura. Los dejamos en compañía de dos de los grandes lectores, escritores y pensadores de nuestra lengua.
El escritor argentino Alberto Manguel es uno de esos raros sabios que parecen haber reunido en su interior todo el conocimiento que la palabra escrita ha creado. Recientemente, Manguel sostuvo una conversación pública con otro lector y escritor de raza, este mexicano, ahora columnista en Frente por cierto, de nombre Luigi Amara. Reproducimos para nuestros lectores los momentos más destacados de dicha conversación, así como un breve y hermoso texto de Manguel.
Luigi Amara. En México cada vez que entrevistan a un escritor suelen preguntarle ¿qué harías para promover la lectura? Y lo que yo suelo responder es, porque uno nunca sabe bien qué responder ante eso, precisamente porque para mí el interés por los libros y la lectura sigue siendo enigmático en última instancia, es que tendríamos que permitir que los niños jueguen y manipulen los libros, el objeto libro. Para que la lectura surja y se promueva me parece que los libros en primer lugar tienen que formar parte de tu vida cotidiana, que estén en tu entorno y que, por otra parte, no tengan esta aura de respetabilidad, de deber, con que suelen rodearse los programas sociales de promoción de la lectura. Alberto Manguel. No, todos los programas son así. Fíjate, en Colombia, donde hacen cosas maravillosas en la Biblioteca
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Central, cuando el gobierno construye casas para gente necesitada, viviendas para personas con muy bajos recursos, éstas incluyen pequeñas bibliotecas. Es una pequeña biblioteca, con cinco o seis libros, un libro de cocina, uno de autoayuda, cuentos infantiles, una antología de poesía y una antología de relatos. Y esa pequeña biblioteca forma parte de las cosas esenciales de la casa como la comida, el baño o el dormitorio. Así que cuando estas personas reciben su hogar conviven con los libros como parte de su paisaje esencial. Y esto ha tenido un éxito enorme porque resulta ser un comienzo que despierta una curiosidad por la gente que ha incluso aumentado de manera importante el tráfico en las bibliotecas porque a partir de esta pequeña biblioteca en el hogar la gente quiere entrar en contacto con los libros. Porque no venimos al mundo sabiendo cómo se usa un libro. Te cuento una experiencia: nosotros somos lectores, muy bien. Yo no soy un jugador de videojuegos. Cuando mi hijo adolescente era un fanático de los juegos de video iba a los salones de juegos de video a pasar tardes enteras ahí. Un día le dije que quería ir con él para ver cómo era. Llegamos al salón y yo no sabía si había que pagar una entrada, presentar un documento o pasar algún tipo de prueba para entrar. Y menos sabía qué hacer frente a esas máquinas, si había turnos asignados o había que esperar a que alguien se entumiera y decidiera pararse, y luego veía que ponían monedas en un sitio. Yo no conocía el ritual de ese salón de juegos. Los centros de lectura, las bibliotecas, las librerías tienen sus rituales propios. Tampoco conocía, por ejemplo, el ritual de la biblioteca virtual que tiene a su alrededor una serie de promesas del tipo “en la red están todos los libros” que no terminan de cumplirse. A propósito un pequeño paréntesis: la mitad de los libros de mi biblioteca no están en internet, y la mitad que sí está no está en las ediciones que tengo yo, con las introducciones, los textos complementarios, la traducción específica que me interesa, etc. Las actividades colectivas exigen el aprendizaje de rituales y cuanto más temprano podamos aprenderlos mucho mejor. Diego Rabasa. Has escrito mucho sobre los orígenes del libro y la lectura, y en tus libros y textos se advierte con mucha emoción y puntualidad dónde surge o qué forma adquiere la necesidad por leer. Quiero preguntarte, Alberto, acerca de la necesidad por escribir. ¿Dónde se separa una de la otra? ¿En qué momento un lector siente el impulso de hacer sus propios textos? Alberto Manguel. Borges decía… qué original esto de citar a Borges verdad (risas), ni modo, siempre hay que citarlo. Borges decía que el lector lee lo que quiere, pero que el escritor escribe lo que puede. Esa diferencia entre la generosidad vasta e ilimitada de la lectura que le permite al lector leer cualquier cosa y aquella que experimenta el escritor que tiene que admitir “yo no soy Cervantes, yo no soy Shakespeare” es fundamental. El escritor tiene la obligación de admitir sus limitaciones. Aquí hay una diferencia fundamental entre los dos actos. ¿Cuál es
el impulso que lleva a un lector a pasar del otro lado? No lo sé. En mi caso empezó con esa arrogancia del adolescente que quiere ver su nombre al lado de los libros de su biblioteca, ¿no? El Quijote, Hamlet, un libro de Manguel. Por qué no. Muy pronto descubrí que esos textos que yo escribía no merecían ser vistos por nadie. Y eso me dio un alivio enorme. Pensé: “Qué necesidad tengo de escribir habiendo tantísimo del otro lado de la página”. Pero en la medida en que el tiempo pasó descubrí algo en mi vida que era como una premura que yo no sabía cómo resolver y como todas las mejores respuestas que he encontrado en la vida me fueron dadas por la literatura me dije: “Voy a escribir un texto, algo que ponga en palabras esta premura”. Cuento algo muy brevemente: yo fui al Colegio Nacional de Buenos Aires a hacer la escuela secundaria. Me fui de Buenos Aires en el 69 y durante la dictadura militar, el colegio fue uno de los centros que la policía militar usaba para investigar y ahí arrestaron a muchísimos alumnos adolescentes que fueron torturados, muertos, desaparecidos. Muchos años después me encontré con un compañero —que pensé que estaba muerto, por cierto— y hablamos del colegio, de los profesores que nos habían impresionado y había sobre todo uno, entre los varios de profesores de Literatura, que nos enseñó cómo aquello que leíamos en palabras en realidad reflejaba nuestras emociones, nuestros deseos, nuestros miedos. Y entonces mi amigo me dijo: “Sabés que ese profesor fue el que denunciaba a los alumnos en el colegio”. Y lo conocíamos particularmente bien porque éramos amigos de él, le confiábamos nuestras vidas. Así que podía informar con mucha puntualidad a los militares acerca de nuestras actividades. Cuando me enteré de eso, me sobrevino una pregunta muy angustiante: “¿Qué hago?”. ¿Qué hago con el hecho de que la persona que me dio esa confianza en la literatura, esa apertura hacia la literatura para identificarme, es la misma persona que fue responsable de la tortura de niños? Y no sabía cómo integrar ambos hechos. Así que escribí una novela donde un personaje, con una situación completamente distinta, podía formularse una duda semejante o darle forma a ese conflicto a través de las palabras. Eso fue fundamental para mí, me ayudó a resolver ese problema y en adelante la máquina de hacer libros no se ha detenido. Luigi Amara. En muchos de tus libros te has interesado por la manera que encuentran algunos libros de sobrevivir a la catástrofe, la destrucción o el olvido. Por otra parte, está esta vieja pregunta de los libros que uno se llevaría a la isla desierta.
“Quienes descubrimos que somos lectores, descubrimos que lo somos cada uno de manera individual y distinta. No hay una unánime historia de la lectura, sino tantas historias como lectores.”
Alberto Manguel. Chesterton decía que el libro que se llevaría a la isla desierta era un manual para construir barcos. Luigi Amara. Claro, o Robinson Crusoe para evitar tener que llevar un diario… La pregunta que te quiero hacer es si los libros que te llevarías a la isla desierta coinciden con aquellos que buscarías rescatar del olvido o la destrucción. Imagina que tu biblioteca está en llamas, ¿rescatarías los libros que te llevarías a la isla desierta u otros por su valor cultural, histórico, etcétera? Alberto Manguel. Primero quiero darte la respuesta de Cocteau a la primera parte de la pregunta. A Cocteau le preguntaron: “¿En caso de un fuego qué rescatarías, el gato o el Picasso?”, y él respondió: “Rescataría el fuego”. Creo que sí, serían los mismos libros. Aunque depende de la hora del día, del humor en que me desperté esa mañana, de mi edad también. Pero es cierto que para cada tiempo hay un libro. A veces me arrepiento de que en mi juventud leí demasiado apresuradamente y no con suficiencia el Rey Lear, por ejemplo. Leemos el libro adecuado para el momento. Luigi Amara. Una pregunta obligada sería: si para cada tiempo hay un libro, ¿cuál es el libro para el tiempo actual? Alberto Manguel. El libro que a lo largo de mi vida tuvo respuestas, o si no respuestas al menos un eco en mi experiencia, es Alicia en el país de las maravillas. Porque leído en mi adolescencia fue un libro sobre la locura y el absurdo del mundo de los adultos; leído en la edad adulta era un libro sobre lo absurdo de la burocracia; leído hoy me parece que estamos en la mesa del Sombrerero Loco, esa mesa dispuesta para cien personas en la que llegamos para sentarnos y nos dicen “no hay sitio, no hay sitio”. “¿Cómo no hay lugar?”, piensa Alicia, “hay lugar para muchos”. Y nosotros ahora vivimos en una sociedad en la que hay lugar para muchos más, pero las puertas están cerradas y decimos como el Sombrerero Loco a muchísimas personas que no tienen alimento “hubo mermelada ayer y habrá mermelada mañana pero hoy no”. Ofrecemos vino, pero no hay vino como le sucede a Alicia. Alicia dice: “Es grosero ofrecer vino si no hay vino” y el Sombrerero replica: “Es grosero sentarte a la mesa si no has sido invitada”. Ése es el mundo en el que vivimos hoy.
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Texto de Alberto Manguel incluido en Para cada tiempo hay un libro: ¿Qué es el placer de la lectura? ¿En qué consiste ese extraño sentimiento de intimidad compartida, de sabiduría regalada, de maestría del mundo a través de un mero juego de palabras, de entendimiento adquirido como por acto de magia, de manera profunda e intraducible? ¿Por qué nos lleva, a lo largo de nuestra vida, a rechazar ciertos libros sin misericordia y a coronar a otros como clásicos de nuestra devoción si algo en ella nos conmueve, nos ilumina, pero sobre todo nos deleita? Como lectores, nuestro poder es aterrador e inapelable. No nos enternecen ni las súplicas de los críticos ni las lágrimas de los lectores que nos han precedido. Implacables, a través de los siglos, juzgamos y volvemos a juzgar a los libros que ya se creían a salvo. Por puras razones de gusto, en el paraíso de la lectura Cervantes ocupa el lugar que Martorell y Galba, autores del Tirant, han perdido, a pesar del juicio del mismo Cervantes. ¿Nuestros autores adoraban a Grazia Deledda y a Mazo de la Roche? A nosotros no nos gustan: al infierno con ellas. ¿En vida Melville fue despreciado y el pobre Kafka vendía apenas unos pocos ejemplares? Hoy Melville está sentado a la diestra de Dante y los editores de Kafka financian sus veleidades con las regalías de sus libros.
Novedades editoriales Por Fernando Hernández Urias
1. La comemadre. Roque Larraquy. Turner. Madrid, 2014. 157 páginas. 210 pesos. Roque Larraquy es un escritor argentino nacido en 1975 y que tardó siete años en escribir las 157 páginas de La comemadre. Se trata de una novela compuesta por dos historias separadas por casi 100 años. La primera, situada en 1907, narra las aventuras del doctor Quintana y su loco amor por la misteriosa jefa de enfermeras del lugar, Menéndez. El médico trabaja en el sanatorio Temperley, una pequeña clínica situada a las afueras de Buenos Aires, propiedad de Mr. Allomby. Se trata de un lugar en el que se lleva a cabo un extraño experimento: los médicos cortan las cabezas de enfermos terminales en búsqueda de una respuesta que explique qué nos espera después de la vida. Mientras que la segunda historia tiene lugar en el año 2009 y es protagonizada por un niño obeso que de la noche a la mañana se convierte en un artista con fama internacional que está decidido a convertir su cuerpo (y el de otras personas) en una obra de arte.
2. Carsick. John Waters. Caja Negra. Buenos Aires, 2014. 320 páginas. 300 pesos.
El placer de la lectura, que es el fundamento del arte de cada lector, se muestra variado y múltiple. Quienes descubrimos que somos lectores, descubrimos que lo somos cada uno de manera individual y distinta. No hay una unánime historia de la lectura, sino tantas historias como lectores. Compartimos ciertos rasgos, ciertas costumbres y formalidades, pero la lectura es un acto singular. No soñamos todos de la misma manera, no hacemos el amor de la misma manera, tampoco leemos de la misma manera. Los libros que atraviesan nuestras vidas son, para cada uno de nosotros, maravillosamente diversos, como nuestras vidas mismas. Todo lector tiene sin duda un libro que para él es mágico, secreto, que quiere guardar sólo para él y si, por caso, ese libro se hace popular, famoso, el lector se siente traicionado, abandonado, porque todo lector es también un amante celoso. Todo lector tiene un libro que generosamente quiere compartir; otro que ha olvidado, pero cuya sombra lo sigue obsesionando como un fantasma; otro más que lo aterra; un quinto que le depara una memoria casi perdida; un sexto que nunca ha terminado, pero que conoce de memoria; un séptimo descubierto a una edad avanzada, pero que ilumina su vida como si lo hubiera leído desde siempre, desde antes de que aprendiera a leer. El catálogo es casi infinito.
“¿Qué es lo que estoy tratando de demostrar con esto, realmente? Quiero decir, no es que esté aburrido. Una ex convicta que conocí hace poco afirmaba que su pasado delictivo no era consecuencia de una infancia desafortunada, sino del simple hecho de ‘querer tener aventuras’. Yo también quiero eso. Emociones fuertes”, dice un hombre de 66 años que ha decidido viajar únicamente pidiendo aventón desde la puerta de su casa, en Baltimore, hasta un departamento en San Francisco. Pero no es cualquier personaje; se trata de John Waters, el excéntrico cineasta John Waters, responsable de películas delirantes como Pink Flamingos, Hairspray y Cry-Baby. Y ésta no es cualquier historia, sino el relato (parte ficción y parte realidad) de un viaje alocado por el que desfilan extraterrestres, estrellas pornográficas, moteros, una bebé llamada Tarántula y un par de criminales llamados Lunática A. Lunares y Siempre Listo.
3. El uranista. Luis Panini. Tusquets. México, 2014. 202 páginas. 189 pesos. Cuatro días en la vida de un viejo que trabaja como ilustrador en una editorial. Le gustan los rompecabezas y colecciona imágenes de adolescentes semidesnudos que aparecen en revistas de chismes y catálogos. La historia comienza un viernes, día en que el viejo decide visitar el centro comercial en busca de un nuevo juego en el que invertir su tiempo. Ahí, se encuentra con dos personajes que trastocarán sus días de descanso: un joven que con un simple rozón consigue erizar su piel y un hombre vestido completamente de negro que parece seguir de cerca al viejo. El fin de semana se complica cuando el anciano pierde su cartera y tiene que encontrar la forma de cancelar su tarjeta de crédito antes de que alguien haga cargos extraños con ella. Y mientras el mundo del viejo entra en crisis, en un buzón de correo del edificio en el que vive aparece una mano ensangrentada y una niña pintora con un solo ojo inaugura su primera exposición en una galería.
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E escena
El falso presagio de los grillos POR JOSÉ VELASCO Cada quien puede ser su propio veneno: la toxicidad es interna, psicológica; después sólo se expande. Con Tóxico, Hugo Arrevillaga, director teatral, pone otra de sus obras en cartelera y lo hace, como es habitual, con una propuesta inteligente.
En TÓXICO FORO LUCERNA Lucerna 64, Juárez Del 6 de marzo al domingo 24 de mayo del 2015 HORARIOS Viernes: 20:45 Sábados: 18:30 Domingos: 20:00 Precio: $363 Duración: 1:35
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el 2004, en Vancouver, un grupo de 19 personas aborda un autobús que se dirige al centro de la ciudad. En una de las paradas del trayecto sube un inmigrante con una mochila; su color de piel es oscuro y, al juzgar por su apariencia, el tipo reúne las características de un posible terrorista. Uno de los pasajeros asegura haber visto a aquel extraño derramar un líquido peligroso entre los asientos. ¿Será posible? ¿Un ataque bioquímico? Alguien más empieza a percibir los síntomas de la intoxicación. No hay duda, ¡fue él!, el inmigrante de la mochila. Tras un rápido conciliábulo los pasajeros señalan al delincuente y exigen a la justicia restaurar el orden a través de la supresión del sospechoso. A partir de este acontecimiento el dramaturgo canadiense Greg MacArthur escribió el argumento de Tóxico: Elena, una madre de familia clasemediera, cree ser víctima de un ataque químico mientras viaja en autobús al centro de la ciudad. El criminal posee rasgos fácilmente identificables: piel negra, aire extranjero, un olor particular y, quizá,
apariencia indígena. Es raro y contrahecho (le faltan dos dedos de la mano izquierda); el prototipo de personaje que los noticiarios muestran como responsable de crímenes atroces. Greg encontró su historia cuando un amigo iraní le pidió que escribiera algo relacionado con el brote de xenofobia que sobrevino a los ataques terroristas del 11 de septiembre en el World Trade Center de Nueva York. “Él me pidió que contara el punto de vista de la sociedad canadiense; de inmediato pensé en las formas como nuestros miedos se manifiestan dentro de la sociedad”, explica el director y dramaturgo originario de Toronto, quien se declara intrigado por los mecanismos psicológicos que utilizamos para enfrentar nuestros miedos: “Es muy loco descubrir que creamos ficciones para expiar nuestros temores; normalmente preferimos crear culpables de la nada en vez de cuestionarnos a nosotros mismos”. —¿Y cómo llegó tu proyecto hasta México? —se le pregunta. —Serendipia —alega Greg —una serie de coincidencias que me tienen aquí disfrutando del sol y no helándome en Montreal a cuarenta grados bajo cero. Humberto Pérez Mortera, productor y traductor de esta obra, conoció a Greg durante una residencia artística en Montreal. Tras un largo período de trabajo con dramaturgos francófonos como Luc Tartar, Wajdi Mouawad y Daniel Danis, esta ocasión, Pérez Mortera buscó traducir
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para expiar nuestros temores; normalmente preferimos crear culpables de la nada en vez de cuestionarnos a nosotros mismos.” masivos poseen estrategias de exclusión sumamente refinadas. Actualmente, la paranoia, el sospechosismo, el terror al contagio y la obsesión por la higiene conviven —en tensión francamente esquizoide— junto a los discursos en pro de la diversidad, el multiculturalismo, el diálogo interreligioso y el respeto a la discrepancia. Tóxico es un botón de muestra de la contradicción inherente a las sociedades neoliberales, donde se aboga por la creación de comunidades plurales e inclusivas, pero en las que, simultáneamente, se relega y se criminaliza todo aquello que no encaje en los estándares normalizadores pautados, en buena medida, por el mercado y la cultura de consumo. “Es una de esas obras que hay urgencia por contar”, dice Arrevillaga emocionado. Y no sólo por la potencia de la historia creada por Greg MacArthur, sino por la vigencia de su temática en una sociedad como la mexicana, tan lastimada por el clasismo, la intransigencia y los prejuicios culturales. En su Antropología, el filósofo Immanuel Kant menciona una dolencia que condensa con exactitud la aflicción psicológica que padece Elena, el personaje cardinal de Tóxico. Se trata de la Grillenkrankenheit o enfermedad de los grillos, una afección donde el individuo asegura ser víctima de males terribles y funestos. Ella puede escuchar el cri-cri de los síntomas en cada parte de su cuerpo. Similar a alguien que sale a dar un paseo nocturno por su jardín, Elena escucha el sonido de los grillos agazapados en la sombra; sin embargo, cuando intenta identificar a los insectos que emiten el ruido, resulta imposible localizarlos: su canto es un presagio falso. La Grillenkrankenheit posee algo de hipocondría y de psicosis: deriva de un miedo irracional a ser atacado por agentes extraños que desean nuestro sufrimiento. De acuerdo con Arrevillaga, el foco de infección —la mayoría de las veces— habita en nosotros mismos y mina el tejido social desde su base: la familia. En este sentido, Tóxico compone un retrato de las sociedades contemporáneas, donde el culto al yo y la carencia de un sentido comunitario generan monstruos que cancelan la posibilidad de un encuentro con el otro. Greg MacArthur afirma que sus obras “suelen hablar de la lucha que atraviesan los outsiders por formar parte de la sociedad”; para Arrevillaga, este montaje “invita al espectador a tomar una postura”. Sólo por medio de un reconocimiento con la alteridad es posible iniciar un diálogo. Suponer que las fracturas sociales están fincadas en trastornos idiopáticos pone en entredicho la seguridad de nuestras creencias y nos invita a la transformación. Desde esta perspectiva, Tóxico es un paliativo contra la parálisis y el dogmatismo; una defensa contra el más funesto de los males: el miedo.
MUTIS CREADORES DE LA MAQUINARIA ESCÉNICA POR MAYTÉ VALENCIA
ELOY HERNÁNDEZ
S
u contacto con la escena fue a partir de la dramaturgia, pero desde hace cuatro años se dedica a la producción teatral. En colaboración con Mariano Documbs, un administrador con especialización en técnicas de negociación en Harvard, Eloy ha producido un número nutrido de obras que llenan la cartelera actual del teatro en la ciudad.
FOTO: SALVADOR PERCHES
algún texto escrito originalmente en inglés. Finalmente encontró a Greg MacArthur, leyó tres de sus obras y eligió Tóxico. “La traducción la hicimos entre los dos y verificamos los detalles con una traductora experta; tan pronto estuvo lista la traje a México con la idea de montarla”, explica Humberto. Como espectador, al escuchar los diálogos, uno percibe de inmediato la naturalidad del español “mexicano”, y no esa especie de español neutral al que solían recurrir las series de televisión en los años noventa. La obra llegó a manos del director Hugo Arrevillaga —célebre por el exitoso montaje de la tetralogía La sangre de las promesas, de Wajdi Mouawad— quien quedó prendado rápidamente del texto de MacArthur. “La revisión de la identidad de un ser humano a partir de su propia toxicidad es sumamente interesante; pensar que podemos ser nuestro propio veneno me parece una hipótesis poderosa para la creación artística”, expone Arrevillaga; y es que Tóxico supone una inversión de los elementos y del imaginario alarmista que los medios de comunicación propagaron después del ataque a las Torres Gemelas: la verdadera amenaza nunca es externa, más bien germina al interior de cada conciencia. La familia de Elena (Gabriela Murray) reúne las contradicciones que habitualmente encontramos en las sociedades de bienestar. Guille (Víctor Huggo Martín), el marido, está dispuesto a secundar los miedos de su esposa y a ajustar el presupuesto familiar en aras de recuperar la vida de antaño. Los hijos, Félix (Andrés Torres Orozco) y Alicia (Ana González Bello), deben volver a casa para solidarizarse con la enfermedad de su madre, quien —como un agujero de materia oscura— vampiriza la vitalidad de sus seres queridos. El malestar de Elena aumenta progresivamente —“avanza como una bomba de tiempo”, dice Arrevillaga— y funciona como catalizador de las incongruencias en las que incurren, una y otra vez, cada uno de los personajes. Ni siquiera la doctora Bathia (María Gelia Crespo) consigue detener el derrumbe moral y psicológico de la familia. “A mí me interesa hablar de todo aquello que no somos capaces de observar o que no tenemos el valor para observar de frente”, expone Arrevillaga. A diferencia de otros de sus montajes, donde la situación de guerra estaba encuadrada en un marco de violencia geopolítico, en Tóxico, el territorio de combate se extiende al interior de la familia y de cada uno de sus miembros. “Es una guerra silenciosa, de bajo impacto, que va deconstruyendo las relaciones interpersonales desde la base de la sociedad”, explica Arrevillaga, quien al paso de los años ha conseguido una merecida fama como director generoso, inteligente, abierto a la crítica y siempre dispuesto a reinventarse. Tanto MacArthur como Arrevillaga consideran pertinente emplear el teatro como vehículo de crítica hacia la intolerancia en todas sus vertientes; sobre todo en una época en la cual las democracias liberales y los medios
“Es muy loco descubrir que creamos ficciones
Tienes formación de abogado, ¿cómo te ha servido eso en la producción teatral? Soy egresado de Derecho por la unam y también estudié Gestión Cultural en la udg. Algo que me ha servido del derecho es que es un mundo más cuadrado donde tenemos que ir con certezas, y en lo escénico luego eso se olvida por la emoción de estrenar y estar arriba del escenario.
¿Qué implica la producción teatral? Para empezar, no eres productor porque sabes dónde comprar barato, dónde hay ofertas o porque eres el psicólogo de los actores. El productor es un creativo más, a quien le llega un texto y a partir de eso decide quién puede ser el adecuado para dirigir, para actuar o para hacer la escenografía. La piedra angular es el texto y en un segundo plano entra el director y el productor. El productor no sólo es quien abre la cartera, sino también quien forma al mejor equipo creativo.
Pero hay veces donde el equipo ya está formado o donde no hay un texto desde el cual partir, ¿no? Es una visión distinta de lo que generalmente se cree de la producción. Todo mundo piensa que el productor es un inversionista. Si hay productores que lo son, pero también hay otros que sólo son ejecutivos y otros que hacen ambas cosas: es su dinero y ejecutan el proyecto. A mí me han llegado proyectos que lo único que quieren es un apoyo económico, pero eso no me interesa, a mí me gusta trabajar en el desarrollo completo de la obra —respetando al director, al escenógrafo, iluminador, pero en una sinergia y con un texto que te atrape—. Algo que aprendí al trabajar en Teatro La Capilla, con Boris Schoemann y Hugo Arrevillaga, es que el texto es el eje de toda la obra, es lo que la sostiene.
¿Cuáles son los retos que ves en la producción del teatro en México? Hay un puente roto. Antes Manolo Fábregas estrenaba un éxito de Broadway y aun siendo comercial tenía éxito para un público como el del Palacio de Bellas Artes. Era teatro bueno o malo, no era teatro musical, culturalin o comercial. Después, una serie de directores muy importantes y representativos como Margules, Mendoza o Tavira empezaron a complejizar al espectador y si éste no entendía era un idiota. A partir de ahí nos olvidamos del público. Hubo una división entre las obras culturales y las comerciales. Por lo que pugno es que los proyectos culturales se conviertan en productos escénicos; no están peleados. Algunas obras que nacieron de un cobijo institucional pueden saltar al ámbito comercial y con igual éxito. Esta frase de “Por amor al arte” ha sido como un cáncer. Los teatreros creamos para público endogámico, es decir, para gente de teatro y lo peor es que ni ellos quieren pagar; muy poca gente paga su boleto completo. ¿Por qué siempre invitamos a familiares y amigos primero? Ellos siempre son los que van a ir, mejor dejarlos al último, cuando la taquilla está cayendo, e idear un buen plan de difusión. Hacer del proyecto algo autosustentable.
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Del infierno dantesco al jazz de Montreal POR MAYTÉ VALENCIA El Festival del Centro Histórico 2015 cuenta con una programación de artes escénicas nutrida y propositiva. En ella podrá verse el trabajo de uno de los directores teatrales más destacados a nivel internacional, Eimuntas Nekrošius, o la versatilidad de la compañía Les Ballets Jazz de Montréal, una de las más relevantes en danza contemporánea.
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LA DIVINA COMEDIA Funciones: Del jueves 26 al sábado 28 de marzo, a las 18 horas.
ZERO IN ON | ROUGE | HARRY TEATRO DE LA CIUDAD ESPERANZA IRIS Funciones: Del lunes 30 de marzo al miércoles 1 de abril, a las 20 horas. TEATRO DE LA CIUDAD ESPERANZA IRIS Donceles 36, Centro Histórico
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a oportunidad de ver el trabajo de compañías, directores y otros artistas internacionales no se presenta con frecuencia. La importancia de los festivales y encuentros artísticos reside precisamente en ello: en que ofrecen al público —y a los mismos creadores— la ocasión de experimentar y conocer formas culturales distintas a las propias; de ampliar la perspectiva y dialogar con otras poéticas. En la Ciudad de México, desde 1985, se realiza el Festival del Centro Histórico, un evento que, con más de treinta años de experiencia, se ha consolidado como un espacio enérgico y vital para las distintas manifestaciones artísticas. Su enfoque ha sido, desde el inicio, brindar un balance entre tradición y vanguardia a través de la presentación de algunos de los creadores más reconocidos de la actualidad en danza, música, teatro, ópera y artes visuales. Peter Brook, Akram Khan, Arditti Quartet, el ballet de Maurice Béjart o Les Ballets C de la B, entre otros, son algunos de los valiosísimos creadores escénicos que se han presentado en el festival. Este año, la oferta deja entrever propuestas interesantes y difíciles de perder. LA DIVINA COMEDIA: UN CLÁSICO CONTEMPORÁNEO “Es una especie de genio”, expresó el dramaturgo estadounidense Arthur Miller —otro genio de la escena— sobre el director de este montaje, Eimuntas Nekrošius, tras ver su trabajo Pirosmani Pirosmani hace casi treinta años.
Fundada en 1998, la compañía Menos Fortas se ha dedicado a la producción de las obras del director lituano cuya creación surge, por lo general, a partir de textos clásicos —a los cuales les imprime un sello contemporáneo—, con temas que se enfocan en el aspecto psicológico y emocional de los caracteres. En sus creaciones, Nekrošius ha retomado a autores como Shakespeare, en su afamada trilogía Hamlet, Macbeth y Otelo; Antón Chéjov, en una versión renovada del Tío Vania que fracturó el hito creado por el ruso Konstantin Stanislavski; al compositor Richard Wagner con su versión de la ópera La valquiria; a Goethe y su Fausto; o a Fiódor Dostoievski en El idiota. Por cuarta ocasión, la compañía toca el suelo mexicano (se ha presentado tres años en el Festival Internacional Cervantino y en el 2012 estuvo en el Palacio de Bellas Artes). Esta vez, Nekrošius vuelve su mirada hacia los albores del Renacimiento y crea La divina comedia, puesta en escena que se inspira en la obra homónima del poeta italiano Dante Alighieri. La metáfora es un elemento esencial en su trabajo. En La divina comedia, a partir de los círculos infernales del universo dantesco, Nekrošius explora temas como la creación, la fe o el amor, y confronta al protagonista con dudas, temores y esperanzas que son igual de terribles en cualquier época, incluso —o sobre todo— en la contemporaneidad. LES BALLETS JAZZ DE MONTRÉAL Se trata de una de las compañías internacionales más destacadas de danza contemporánea. En el festival presentarán tres coreografías que muestran su versatilidad escénica: Zero in on, Rouge y Harry. Zero in on (something or someone) fue la frase de la que partieron los creadores para montar
esta coreografía. “Concentrarse en algo o en alguien” es la traducción literal y es justo lo que se observa en escena: un dueto de bailarines —un hombre y una mujer— que enfocan toda su energía y fuerza en una danza envolvente. El espacio escénico que utilizan es reducido justamente para dirigir la atención del espectador en esos dos cuerpos que, con gran capacidad técnica y en perfecto diálogo, forman posturas escultóricas que mezclan potencia y flexibilidad, bajo los sonidos minimalistas del compositor Philip Glass. Rouge, del brasileño Rodrigo Pederneiras, cuenta con música original de Les frères Grand —que a su vez está inspirada en las melodías de los nativos americanos— y es una danza directa, enérgica, brutal. Los movimientos de los bailarines tienen una fuerte carga dramática: son pulsiones, instintos, estímulos de agresividad o combate, pasión (como todo aquello que simboliza el color rojo). En palabras del coreógrafo se trata de un “un discreto homenaje a los pueblos originarios” y la propuesta gira en torno a temas como la confrontación y el choque entre culturas, así como las relaciones de poder entre dominantes y dominados. Finalmente, Harry es una propuesta del coreógrafo americano-israelí Barak Marshall que, a partir del protagonista, expone un tema recurrente de la condición humana: los conflictos existenciales y la capacidad de sobreponerse a ellos. El contexto de la pieza es una guerra —tanto interna como externa— y en ella se refleja una fuerte influencia del trabajo de Pina Bausch. La coreografía de Marshall sobrepasa el movimiento dancístico y también enfatiza en la gestualidad. La propuesta está musicalizada con jazz de principios del siglo XX y con folk israelí, lo que le brinda una energía e intensidad peculiar.
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C
Barbecue: primeras
comida
Por Alonso Ruvalcaba
La
barbacoa de esta nota no es ni la barbacoa mexicana (un hoyo en el suelo, en el fondo del hoyo un pequeño infierno, sobre él una “barbacoa” y sobre ésta un borrego hecho pedazos y un estómago relleno de sus vísceras, envueltos en hojas de maguey) ni lo que fuera del sur de Estados Unidos llaman en inglés barbecue. Esa barbecue es una “parrillada” (o, más local, más anticuado, una “bisteciza”): cocciones relativamente rápidas sobre calor intenso, seco, directo, abierto al aire. Esta nota habla de barbecue en el sentido gringo sureño. La cocción en esta barbecue es lenta, encerrada, a temperaturas gentiles, al humo (húmedo) de mezquite u otras maderas. A un cerdo entero le lleva normalmente 24 horas cocinarse, a una paleta de cerdo entre 12 y 14 horas, las costillas entre 5 y 6… En esta barbecue la carne siempre está bien cocida. Cualquier rastro de sangre o de grasa no disuelta es vista como un error muy grave. (Más que un arte o una artesanía la barbecue es un deporte.) Todo el tejido tiene que haberse fundido. La carne debe separarse limpiamente del hueso y deshebrarse en tiras largas, húmedas. “Barbacoa” llegó al inglés por el camino del español y a éste del haitiano (barbacòa) o del francés de los indios de Guyana (brabacot); la primera aparición inglesa está en un texto de 1697; la escribieron borbecu. La barbacoa es o fue un artefacto caribeño que puede ser definido como “armazón de palos colocada sobre postes”. Esta armazón podía servir para dormir, como un pequeño tapanco. Así se lee en La descripción de las Indias, de Reginaldo de Lizárraga (1569): “En estas sabanas hay muchas casas, o ‘barbacoas’ por mejor decir, puestas en cuatro cañas de las grandes, en cuadro, tan gruesas como un muslo y muy altas, hincadas en el suelo; tienen su escalera angosta, por donde suben a la ‘barbacoa’ o cañizo donde tienen su cama y un toldillo para guarecerse de los mosquitos; aquí duermen por miedo de los tigres”. También servían para crear una especie de pira funeral. En la Relación
FOTO: mike willis
La barbecue en el sentido gringo sureño es muy diferente a la barbacoa mexicana. La cocción de esta última es lenta, encerrada, al humo (húmedo) de mezquite u otras maderas. La carne, por consiguiente, siempre está bien cocida. La versión gringa es, más que arte, un deporte de paciencia y recetas secretas.
del descubrimiento del río Apure hasta su ingreso en el Orinoco (1892) se encuentra este curioso pasaje: “El llorar al difunto dura cuatro o cinco días, y cuando el cuerpo va corrompiéndose hacen un hoyo a fuer de sepultura, y sobre él una barbacoa: en el hoyo o sepultura hacen un fuego lento, y en la barbacoa ponen sentado al muerto…”. Por supuesto, también servían para cocer: la Relación de todo lo que sucedió en la jornada de Omagua y Dorado (1559) dice: “Hallamos en este pueblo algún maíz y cacabi y pescado asado en barbacoa, y se tomaba mucho con anzuelos. Los indios vinieron a rescatar con nosotros. Son desnudos…”. Bajo los palos, entre los postes, hay leña o ascuas de leña; sobre los palos, carne. Es una cocción en que la proteína no entra en contacto directo con el fuego; lo hace, oblicuamente, a través del humo y el tizne. El artefacto ha ido cambiando; ya no suele llamarse barbecue sino pit (“hoyo”, “pozo”). El pit puede ser horizontal, como un barril acostado con una compuerta, o vertical, parecido a un gran sarcófago. Hay otras formas. Lo más importante es que su calor y su humo puedan encerrarse. El chef encargado del pit se llama pitmaster. Un pitmaster es un atlante, un titán. Debe tener una fuerza física que no se requiere ni del taquero ni del parrillero argentino. Soldar debe estar entre los primerísimos lugares de sus capacidades; su dios no es Dioniso sino Hefesto. Un verdadero pitmaster debe ser capaz de tunear su pit o incluso de crearlo de la nada; sus guantes son los de un herrero, no los de un cocinero. La palabra pitmaster en relación con barbecue está registrada por primera vez en 1939, pero ya al final del siglo XIX existió un John W. Callaway, sheriff del condado de Wilkes, Georgia, a quien se le conoció como genius at the pits. Era blanco, como los pitmasters de antaño, que no necesitaban cargar carbón o darle la vuelta a un puerco completo: sus trabajadores, negros, hacían ese trajín. Y antes que sus trabajadores: sus esclavos. El deporte de la barbecue también ha padecido la política racial del sur de Estados Unidos. (Hoy el cliché quiere que el pitmaster sea un hombre negro, entrado en años, ajado. Caso de estudio: Freddy Hayes de Freddy’s BBQ, restaurante favorito de Frank Underwood en esa simpática colección de lugares comunes llamada House of Cards.) ¿Sabores, aromas? Dos elementos son esenciales a la barbecue: humo y tizne. Por alguna razón el humo, “lo ahumado”, no está incluido
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notas cruzadas
@burgermanmex
de la mostaza y la cayena; la wet sauce estilo Memphis, que lleva limón y polvos de cebolla y ajo; la mopping sauce texana, que lleva comino, anís, cilantro; el dip de Kentucky, cuya base es salsa inglesa. Y las guarniciones. Los frijoles horneados son casi inevitables; se endulzan con casi todo: azúcar mascabado, miel, melaza. Los hush puppies (croquetas ligeramente picantes) son necesarios en una barbecue de Carolina del Norte. La ensalada de papa todavía recuerda que llegó con inmigrantes alemanes. La col del red slaw estilo Lexington (también Carolina del Norte) se sazona con cátsup y vinagre; la del slaw estilo Tennessee, con mostaza y mayonesa.
Jugo Maggi y Cheez Whiz: restaurante Embers FOTO: MASA ASSASSIN
en la lista de los sabores primarios: salado, amargo, ácido, dulce. Su ausencia hace de semejante lista una cosa arbitraria. Todas las cocinas ahúman o buscan de alguna forma lo ahumado porque el humo es atávico. No hay descripción para ese sabor salvo: “ahumado”, tal como no hay descripción para lo salado o lo dulce más que “salado y dulce”. El tizne podría verse como un pariente del humo; tal vez como su concentración extrema. Pero también hay “quemado” en el tizne, hay “ascua”. Quien pruebe una barbecue considerará tan importante el humo y el tizne como la cocción de la carne o la sazón de la salsa o el rub, que hacen el platillo y lo distinguen, regionalmente, de otros. El pulled pork (“puerco deshebrado”) es tal vez el plato más antiguo de esta tradición: plato colonial. Con la guerra civil los cocineros negros desperdigaron la costumbre de cocer en barbacoa por los Estados Unidos, obra en gestación. Al oeste a Texas, al norte a Kansas City, Memphis, Chicago. La migración fue recogiendo otros animales: pollo, cabrito, obviamente res. En Texas, estado vaquero, el brisket es rey; en Kentucky, el borrego comparte protagonismo con el pollo y el puerco. Carolina del Norte tiene barbecue oriental y occidental; ambas de puerco, ambas con ensalada de col. Su diferencia clave está en la salsa: la oriental es más avinagrada, más picante; la occidental, más parecida a una cátsup. Lo que me lleva a las salsas. La gran mayoría llevan vinagre de sidra, melaza, miel, azúcar mascabado, cátsup. El asunto son las proporciones y los toques finales. Las hay con café (un punto más de ahumado para el plato más ahumado de Estados Unidos) y jalapeño; las hay con Dr. Pepper o Coca-Cola para endulzar. Existe la salsa de Georgia, que adquiere picor
El rincón de BURGERMAN
* * * En el DF somos infinitamente pequeños consumidores de barbecue al estilo del sur gringo. Pero algo va despuntando luego del viejo estándar de Texas Ribs (Insurgentes Sur 826, del Valle; T 5536 4202) y Tony Roma’s (que si no me equivoco está en Masaryk 52, Polanco). Mezquite Ribs & Wings es un food truck (@MezquiteRW) que suele estacionarse en festivales cheleros. Tennessee es como una cadena con sólo un par de locales (Tamaulipas 80, Condesa; T 5211 8397; Masaryk 270, Polanco; T 5282 1234, si es que la remodelación de esa avenida no lo forzó a cerrar ya). De entre los más o menos nuevos Pinche Gringo (Cumbres de Maltrata 360, Narvarte) tiene muchos aficionados y, cuando menos, un pit de veras; Bocagrande (Campeche 346, Condesa; T 6728 1762) es más joven y sin duda alguna más sabroso; en Smokey’s (Revolución 1544, San Ángel) hay, según los reportes, buen sándwich de pulled pork. Cronch BBQ reina solitario en la colonia Providencia (Manuel Salazar 74; T 6363 3245). Po’Boys Texas BBQ (Coyoacán 1123, del Valle; T 5559 2123) va agarrando su paso —y, si a mí me preguntan, me quedo con su pavo ahumado—. Porco Rosso (Zacatecas 102, Roma; T 5264 4355) está en veremos, tal vez por asuntos delegacionales. Y tiene que ser una buena idea la apertura de Garufa BBQ en el Mercado del Carmen (Amargura 5-8, San Ángel; T 5550 2514).
“Hoy el cliché quiere que el pitmaster
Posdata. ¿Las alitas son una extensión de la cocina barbecue? Tal vez, si no en cocción sí en perfil de sabores. Ésas están mejor afincadas en el DF. Piensen en Verandahs (Avenida Toluca 571-9, Olivar de los Padres; T 6728 7719), en Queen Wings (Insurgentes Sur 542, Roma; T 6278 3748), en Churumbelo (Convento de Capuchinas 28, Jardines de Santa Mónica; T 4633 9038), en La Butaca (Pafnuncio Padilla 2, Satélite; T 5393 1546)…
FOTO: SPUTNIKRENT
FOTO: josh bousel
sea un hombre negro, entrado en años, ajado. Caso de estudio: Freddy Hayes de Freddy’s BBQ, restaurante favorito de Frank Underwood...”
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esde hace más de 50 años hay un lugar en Polanco que se jacta de tener las mejores hamburguesas de toda la Ciudad de México. Desde que tengo uso de memoria está ahí impertérrito ante las modas e incólume ante el embate de la modernidad y el siglo XXI. El restaurante Embers, en la avenida Ejército Nacional 840, es el legado de otra época, de otro México más nacional y menos globalizado. Que un restaurante de hamburguesas sobreviva tanto tiempo es significativo. Algo bueno deben de hacer. Andaba por la zona y recordé que hace muchísimo tiempo que no iba y me di una vuelta. Iba acompañado de un escudero de lujo: @sumajestaeltaco, taco-nossieur por excelencia de las delicias culinarias mexicanas. Mi otro acompañante, @alongtheriverun, chef no oficial y tragón de vocación, se negó a ir porque, al estar a dieta, no quería echar a perder su esfuerzo por algo que él llamó una hamburguesa de jugo Maggi y queso Cheez Whiz, hecha con carne refrigerada del Costco. El menú está conformado por 53 tipos de hamburguesas. Básicamente es la misma hamburguesa planteada con más o menos complementos, cada una con un nombre alusivo a sus ingredientes. Está, por ejemplo, la Argentina: bañada con salsa de chimichurri y con rebanadas de cebolla cruda; está también la Castro Burger: servida con frijoles y plátanos en mantequilla. En fin, se entiende. Se puede pedir el pattie de carne en tamaño normal o grande: de 200 o 400 g. Me decidí por la Jessie James en su versión grande: 400 g de carne con “queso” Cheez Whiz, aguacate y tocino. Término medio, por favor. Mientras uno espera tiene derecho a pasar a la barra de ensaladas, una especie de reminiscencia ochentera generalizada por Chazz y por Fuddruckers (ahora extintas en nuestra ciudad). Llegó la hamburguesa y de entrada me sorprendió el pan. Pan Bimbo industrializado. Más pequeño que la carne de 400 g, la cual rebosaba y rebasaba la capacidad del bollo. Bueno, dije, no puede estar tan mal, por lo menos la carne no es del Costco. Se veía bien. Antes de dar la primera tarascada, corté un pedacito de carne de lo que rebosaba y lo probé solito: sin nada. Me supo muy bien. Por cuestiones del bollo la tuve que partir a la mitad y atacarla en partes. Aunque no me parecía carne congelada, sí me supo a carne genérica que tenía complementos como Maggi o salsa inglesa. No era lo que esperaba para un lugar que lleva más de 50 años haciendo hamburguesas. He probado burgers mucho mejores, más tradicionales y más cercanas a lo que puedes degustar en su país de origen. Aun así, vale la pena darse una vuelta para tener una ventanita a otro tiempo y a otro modo de concebir las cosas.
Puede ser que no estén de acuerdo conmigo. Para eso, sus comentarios y sugerencias siempre son bienvenidos en @burgermanmex; en Instagram también como “burgermanmex”, en el blog: burguerman.blogspot.com y en la página de Facebook: www.facebook. com/burgerman.mex. Se agradecen todos sus likes y retuits.
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guarniciones BBQ lit
Pesca del día Barbecue: asuntos de raza
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emos como a través de un vidrio oscuro. La tradición de la barbecue, en el sur gringo, concernía a blancos y negros. A veces, las grandes fiestas al aire libre eran visitadas y acaso disfrutadas por todos. Pero no por igual. Algunos pitmasters negros comandaban la cocción, pero su familia no podía sentarse en las mesas principales. En muchos restaurantes le tocaba al negro la chamba tremenda de atender el carbón, pero le estaba negado el paso al comedor; en otros, cuyos dueños eran negros, se atendía a blancos y negros, pero en comedores segregados. La historia de la barbecue está tan rasgada como la historia del sur. (Cf. Barbecue: The History of an American Institution.) Aquí: “Cooking Meat, Barbecue Style”, Frank Leslie’s Illustrated Weekly, diciembre 9, 1891; “Los hoyos en un picnic masón”, Kissimmee, Florida, 1886; “Preparing a Tray at Scott’s Barbecue”, Carolina del Norte, 1944.
En lo que esperamos la aparición de Franklin Barbecue: A Meat-Smoking Manifesto, que estará a la venta el 7 de abril y proviene del que para muchos es el mejor joint de barbecue de Texas si no es que de Estados Unidos, hay mucho que leer. Algunos libros se aproximan al asunto desde un punto casi didáctico. Serious Barbecue (Hyperion, 2009) se detiene en la selección de cortes, la ciencia detrás del ahumado, etc. Está escrito por un chef: Adam Perry Lang. Elizabeth Karmel también es chef y comparte el espíritu de Lang. Asume que su lector está en pañales (yo lo estoy, así que lo agradezco; la mayoría de los barbecue cooks que hay en México también, así que acaso lo agradecerán) y lo lleva de la mano en Taming the Flame (Wiley, 2005). Smoking Meat: The Essential Guide to Teal Barbecue, de Jeff Phillips (Whitecap Books, 2012), es una compilación extraída de un sitio popularísimo: smoking-meat.com. (Si no tienen nada que hacer, pierdan unas horas ahí.) Hay libros que indagan barbecues regionales. The Grand Barbecue, de Doug Morgul (Kansas City Star Books, 2001), se concentra en Kansas; Texas BBQ (University of Texas Press, 2009), del fotógrafo Wyatt McSpadden, en la tejana; Memphis Barbecue: A Succulent History of Smoke, Sauce & Soul (The History Press, 2014), de Craig Meek, no descuida la historia de su ciudad y su música. Barbecue Crossroads (University of Texas Press, 2013), de RobbWalsh, es un libro en el camino: de Texas a Carolina del Norte y de regreso. Walsh tiene otro recomendable: Legends of Texas Barbecue: Recipes and Recollections of the Pit Bosses (Chronicle Books, 2002). Otros más adoptan una óptica histórica. El mejor es Barbecue: The History of an American Institution (University of Alabama Press, 2010), de Robert F. Moss, ocupado seriamente en la destrucción de mitos (la barbecue es una “invención” del sur, por ejemplo) y en la exploración detenida de algunas ideas recibidas, como aquella que data las diferencias regionales a los tiempos de la guerra civil. Un libro indispensable.
Preparing a Tray at Scott’s Barbecue
Cooking Meat, Barbecue Style
Los hoyos en un picnic masón
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D debutantes
Yo lo hago Ante tus ojos colocan los ingredientes en estado líquido y rápidamente se congelan y les dan forma. ¿Es este el fin de las heladerías que te sirven en bola?
Yo lo hago Vicente Suárez 24, local 2 De lunes a viernes, de 8 a 20 horas; sábado, de 9 a 20 horas; domingo, de 11 a 20 horas De $35 a $45 pesos.
Como
orgánico y luego existo. No es ninguna novedad que esta máxima esté inscrita en el decálogo del buen vecino de la Condesa. Si además de orgánico es “diferente” —partiendo de la idea de que no hay nada original en esa colonia (tampoco en el mundo)— el producto tendrá una buena probabilidad de subsistir y no sumarse a la lista de establecimientos que abren y cierran a los pocos meses. Hace unas semanas se sumó a esta oferta gastro-hipster la heladería Yo lo hago. Llamó la atención por un letrero escrito en el pizarrón de su entrada “helados al comal”. Aunque comal y fresco no son palabras que aparecerían en el mismo campo semántico, el asunto cambia cuando el comal es una plancha de acero inoxidable a cuarenta grados bajo cero. Todo lo que toca esa superficie se congela en menos de un minuto. Lo líquido se hace sólido, lo escurridizo cremoso. Esta tecnología se inventó en Corea para satisfacer las necesidades de un mercado adicto tanto a los alimentos saludables como al espectáculo, pues resultaba más entretenido ver cómo un ingrediente cambiaba en segundos su consistencia, que ver a alguien verter una simple bola de helado en un vaso. Hay, sin embargo, otro atractivo: el único
límite en la selección de ingredientes es la imaginación del comensal. Alejandra, dueña de la heladería y joven actriz preocupada por la salud, nos contó que todo lo que pasa por la plancha está preparado a base de soya orgánica en polvo. Además de sus cualidades nutrimentales, es un ingrediente insípido que se opaca con el sabor de cualquier otro. Si sólo fueran de agua, explica, la consistencia sería más parecida a un raspado, si fueran de leche, ésta sería reconocida de inmediato por el paladar. La soya, en cambio, hace que la textura sea parecida a la de un buen sorbet y que se pueda experimentar con los cinco sabores básicos: dulce, salado, ácido, amargo y umami (del japonés umai, delicioso, y mi, sabor). Nos aclara que el glutamato, distintivo de la sensación umami, está vetado de estas preparaciones por lo que son muy aptas para diabéticos, hipertensos, ortoréxicos e intolerantes a la lactosa. Los helados de Yo lo hago —llamados así por el libre albedrío que otorgan a sus visitantes, aunque también podría ser por el acrónimo de you only live once (YOLO)— se dividen en tres niveles. Cada uno tiene una lista de ingredientes que pueden mezclarse al antojo. El primero incluye frutas frescas de temporada: fresa, manzana, zarzamora, mandarina,
higo, chicozapote, jícama, kiwi o mamey, etc. En el segundo nivel están los ingredientes pecaminosos: cajeta, Nutella, queso, cacao, almendras, nuez, arándanos, y las especias, como cardamomo, romero, menta, hierbabuena o anís. El tercer nivel es el más interesante, a prueba de torito, incluye bebidas alcohólicas, como tequila, ron, vodka, rompope, amaretto, cerveza, vino tinto, vino blanco y el preferido de la casa: el mezcal Embajadores, hecho orgánicamente —como era de esperarse—, en un pequeño rancho de Oaxaca. ¿Cómo reacciona una chela en el comal bajo cero? Alejandra contesta que tarda más en congelarse por el alcohol, que no es lo más recomendable, pero que ha servido unos cuantos con buenos resultados, precisamente, porque la soya no sabe a nada. Las recomendaciones de la casa son cacao, limón y cardamomo; frambuesa, menta y romero; fresa, plátano, galleta y queso doble crema; y el de pepino, hierbabuena y limón. Nosotros probamos el de zarzamora y mezcal, su consistencia es cremosa y el sabor del destilado es evidente y poderoso, aunque no lo suficiente para emborracharse. Para acompañar, hay café y galletas caseras. —Mariana Coppel
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Café Toscano Cabrera La simetría accidental de los dos principales parques de la Roma se acentúa ahora porque tanto plaza Río de Janeiro como el parque Luis Cabrera tienen su Café Toscano.
S
e van acabar primero el agua y el petróleo, que los restaurantes argentinos e italianos que abren en las colonias de moda de la Ciudad de México. El Café Toscano empezó siendo un cafecito de barrio, para que los vecinos del parque México tuvieran un espacio tranquilo para reunirse o escapar de la casa con un libro. La marca de su café empezó a identificarlos entre los parroquianos, era más conocido como “Café Illy” que por su verdadero nombre. Después de un tiempo repitieron la fórmula de instalarse frente a un parque y abrieron una segunda sucursal en la plaza Río de Janeiro. Ahí también se convirtió en un café de barrio, pero se añadió una carta sencilla y un bar. La familia creció con dos sucursales más: una ubicada en el mercado de la calle Michoacán, también en la Condesa y otra en San Ángel. Hace unas semanas, con el mismo estilo, pero un poco menos rústico, abrieron una
cuarta sucursal en una esquina de la calle Orizaba, y de nuevo frente a un parque, ahora el Luis Cabrera. Además del menú de siempre, agregaron una considerable lista de cocteles, quizá, para lucir su barra de mármol que próxi-
Hay otro muy bueno, si sigues sobrio, de ginebra, destilada por ellos mismos, eucalipto y jugo de toronja. Conociendo a los vecinos de la Roma, no tardará en ser un nuevo epicentro Café Toscano Cabrera de los especímenes de Orizaba 145 entre Zacatecas y parque ropa desenfadada y con Luis Cabrera anteojos de armazón que De lunes a domingo, de 8 a 24 horas pululan en la colonia. Como en el resto de las sucursales, las mesas son compartidas, la cocina está a la vista, tienen un horno de piedra donde se preparan las pizzas y el pan que llega a la mesa crujiente y calientito, con un dip de queso crema y pimientos. Para abrir boca te recomendamos probar el carpaccio de res servido con láminas de parmesano. De la sección de las pastas prueba la rigatoni pesto, preparada con queso de cabra, piñones y albahaca. Al centro puedes compartir una ensalada de verduras a la leña… Pero el menú es amplio y hay pizzas (ninguna inolvidable, aunque matan el hambre) y platillos más mamente habrá de convertirse en un área de densos. Aquí recomendamos el estofado de res. bar. El personal está instruido para describir Dicen que más vale bueno por conocido que los tragos de tal forma que contagian el antojo. malo por conocer. Ya se verá si los vecinos de la Prueba el de mezcal, cítricos y chile chipotle, Roma se enamoran de este nuevo hijo Toscano. o el de tequila, jarabe de romero y piña. —Valeria Cepeda
Bucardón El alcohol y la literatura siempre han estado hermanados. Lo cual no significa que un bar con libros sea una fórmula de éxito. Este lugar en la Juárez discretamente pretende demostrarlo.
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entro de un enorme edificio art déco de color negro, en la esquina de Donato Guerra y Bucareli, se encuentra Bucardón, un bar apto para echar una copa, actividad que se complementa, al menos utópicamente, con la literatura. El interior del lugar da una sensación de amplitud, quizá por el escaso mobiliario. En medio hay una vitrina con libros que sirve de fondo para un escenario improvisado en donde se presentan bandas locales de jazz, rap y rock. Según Emiliano Becerril, uno de los socios, la idea es que sea una suerte de librería, con títulos de editoriales mexicanas pequeñas, donde puedas comprarte un libro y pedir algo de beber. Por ejemplo, organizan “la recomendación de la semana”, donde en la compra de un título te regalan un mezcal de la casa. Una buena forma de incentivar la lectura. Como de noche todos los gatos son pardos, la luz es muy tenue, se está casi a oscuras, pero lejos de ser un defecto, agrega al ambiente un halo de misterio y tranquilidad. La música no molesta por su volumen, a pesar de ser en vivo, y en la calle tampoco hay mayor escándalo. Una vez al mes se tocan discos completos. Por ejemplo, hay una noche donde sólo se pone música de Serge Gainsbourg, un ingrediente más para la cachondez. El menú está diseñado para acompañar la bebida, hay empanadas japonesas, sándwiches y aceitunas. Nos prometen que pronto habrá
más comida, y en un futuro no muy lejano planean abrir un restaurante en la parte de arriba. En la búsqueda, a veces infructuosa, de viernes por la noche de un lugar que no se atasque, Bucardón es un buen remanso. Se puede escuchar una banda en vivo y maridar el mezcal con alguna lectura. —Abraham Huitrón
Bucardón Donato Guerra 1, Juárez Fb: bucardon1 / Tw: @bucardon bucardon.com De martes a sábado, de 19 a 2 horas
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Charlyfornication: Biopic de un rockstar de la literatura mexicana | por Carlos Velázquez
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BETTER CALL SAUL
detrás
Breaking bad me atrofió. Estoy enganchado a Better Call Saul. Pero no sé por qué. ¿Nostalgia de Walter? ¿Ninguna serie de la actualidad me satisface? ¿Es buena? Cuando anunciaron el spin-off basado en Saul Goodman se cacareó tanto la mentada genialidad de Vince Gilligan que erróneamente asumí que se trataba de una segunda parte de Breaking Bad. Pero los dos primeros capítulos de la serie me dejaron estupefacto. Sitúa al abogado en su campo natural: los juzgados. Un reto para Gilligan. Porque para juzgados en las teleseries los de The Wire. Recordemos que el éxito de las grandes series se ha establecido a partir de su demarcación de otro producto televisivo. No obstante que algo las una. En el caso de Los Sopranos, The Wire y Breaking Bad: la narrativa de la violencia. Durante los primeros dos capítulos de Better Call Saul me quedé esperando a que la genialidad de Gilligan apareciera. Pero no surgió. Entonces, me percaté del gran daño que me ha causado Breaking Bad, que inició con las dos series antes citadas. No sólo se trata de que la caja idiota sea incapaz ya de proponer modelos narrativos, sino a que inconscientemente me convertí en un adicto a las series del narco. Uno exigente, además. Porque por mucho síndrome de abstinencia que se experimente, está uno impedido para engancharse a productos de menor calidad. Queremos nuestra droga como a nada en el mundo, pero la sustancia que nos convirtió en junkies se llama Shakespeare. He
ahí quizá la causa por la que no me puedo aproximar a otras series: necesito a la mafia. Sea italiana, albuquerqueña o baltimorense. La lucha contra las drogas es la gran novela americana del arranque de siglo. Nunca veré House of Cards, no por prejuicio, sino porque la gran narrativa teleserial la ha relegado al rango de relato menor. Concluida Californication sólo me queda Shameless, que disfruto bastante, pero no me resulta abrasiva. Sólo Shakespeare sabe por qué no abandoné Better Call Saul. Si bien aparecen los paisajes desérticos que dotaron de estética a Breaking Bad, no son tan pronunciados. Y su cortinilla de presentación está más cerca de Inherent Vice de Pinchon que de la meta azul. Pujando llegué al capítulo seis de Better Call Saul y se produjo el estallido. Apareció por fin don Gilligan quien con esta serie ha creado un nuevo género: la telenovela para junkies. Telenovela porque Better Call Saul no es un relato, en principio, de la droga, te atrae como si de ella se tratara. El sexto capítulo narra la historia de Mike. Y se trata de un absoluto Breaking Bad en su punto más elevado. Es imposible terminar el capítulo y no encontrase jadeante. Es como volver a probar una droga que pensaste que jamás volverías a tener acceso a ella. Como la cocaína que consumí en la década de los ochenta. Asistimos a la metamorfosis de James Gilligan en Saul. En el abogado que lava dinero del narco. Un proceso lento, pero que comienzo a disfrutar inexpugnablemente. No es un renacer de Breaking Bad, ni de las series, pero en el mundo de la droga equivale a una buena dosis de un producto semipuro.
Mi veldá | por WARpig HIPERREAL Hace unos años había un proyecto en Radioactivo 98.5 FM que se llamaría “Hiperreal”. Consistiría en audio de realidad. Nada actuado, nada preproducido, simplemente audio en situaciones reales como un partido de futbol, una charla, un rompimiento amoroso, una ambulancia, etc. Era una idea interesante, pero no sé por qué no se desarrolló mejor. Hace unos días estuve en Urgencias en un hospital. Un dolor agudo. Ingresé y me acosté a esperar a ser atendido. Me despertó el ajetreo: llegó un señor con un balazo. Sólo audio porque estaba rodeado de cortinas plásticas. El señor gritaba, se quejaba y lloraba. Después, otro señor cerca de mí, casi sordo porque le preguntaban sus datos y su dirección y decía: “¿Qué? No la escucho. ¿Qué?”. Un doctor dijo la palabra “fístula”. Mis padres han trabajado buena parte de su vida en hospitales y me dicen: “Uy, hijo. Eso no es nada!”. Y comienzan a sacar el repertorio hardcore: mi mamá en un hospital de urgencias de la Cruz Verde en los años sesenta y mi padre en un hospital del issste en los ochenta. Historias de terror. Hiperreales. Y eso que no son de la época de la barbarie mexicana reciente. Y ahí estaba yo con mi (ahora) dolorcito y dos personas en verdadero sufrimiento. Tres horas después me subieron a ese laberinto
Acné | por Gibrán Michel @gibran.michel
Queen of pain, queen of pain. These marks will be hard to explain. The Cramps
que es el backstage de un hospital. Al que si estás sano NUNCA tienes acceso. Dolor. No lo puedes mear, ni cagar, ni escupir, ni vomitar. Ahí está. No se va. Anestesia general. “Diga chistes”, me pide el anestesista. Yo con mascarilla, sedado, al ver el caos de quirófano, staff, doctores y utensilios alcanzo a decir: “Ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba entendiendo…”. El staff se ríe. Y me dejo ir. Adiós. Despierto en una habitación traquila. Rodeado de familia. Pero nadie me dijo nada de las curaciones posoperatorias. En la primera, “alguien” olvidó suministrar el analgésico intravenoso y los doctores no usaron anestesia local. Grité como nena. En la segunda, la tortura fue nivel Game of Thrones: me dijeron que sería al otro día a las once de la mañana. Te preparas para la batalla mentalmente, y los guerreros con sus espadas dentadas no llegaron. Entonces, ¿a qué horas? Nadie sabe. Y así pasaron las horas (con dolor) esperando a que me aplicaran aún más dolor infernal. De las once de la mañana a las nueve de la noche. Dolor e incertidumbre hasta recibir, no alivio, sino más dolor e incertidumbre. Justo lo que quiere nuestro gobierno que aceptemos. Soy su wet dream. Aguantador.
alcantarilla chilanga | Guillermo Montesinos | instagram @memofoto #memofotomanholemx
62 | frente | grรกfica | del 26 de marzo al 8 de abril de 2015
G
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