JosĂŠ Donoso
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El inventario del mundo. Por José Saramago
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Una voz vigente. Por Sebastián Schoennenbeck
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Correr el tupido velo. Texto escogido
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Historia personal con Donoso. Por Breno Donoso
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Diarios tempranos. Por Cecilia García-Huidobro
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Conversaciones con José Donoso. Por Fernando Sáez
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Textos Escogidos. Por José Donoso
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Cuaderno de Composición: TALLER LATINOAMERICANO DE POESÍA PABLO NERUDA
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Nueva publicación: 30 años Fundación Pablo Neruda
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Gonzalo Rojas
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Jorge Luis Borges
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Raúl Ruiz
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José Balmes
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El desprecio. Por David Bustos
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Padres. Por Leila Guerriero
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Canto a la diatriba. Por Antonio Gil
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La cruel agresión. Por Sigmund Freud
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LEA! (recomendaciones de libros)
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* Director: Fernando Sáez Editor General: Tamym Maulén Diseño y diagramación: Maximiliano Andrade / Felipe Orellana Colaboradores: Sebastián Schoennenbeck / Breno Donoso / Cecilia García-Huidobro David Bustos / Leila Guerriero / Antonio Gil / Cecilia de Lucio / Augusto Orta / Darío Dassie / Jair Trujillo Miguel Carpio / Paula Simonetti / Matías Mateus / Agradecimientos especiales: Fotografía de interior: Natalia Donoso, página 9 © Fundación Pablo Neruda / Fernando Márquez de la Plata 0192, Providencia, Santiago de Chile / www.fundacionneruda.org / Teléfono (56-2) 2777 87 41 Derechos reservados © Impreso en Valparaíso por Impresos Libra, que actúa solo como impresor / Representante legal: Raúl Bulnes Calderón Octubre 2016
JOSÉ DONOSO INVENTARIO DEL MUNDO. Por José Saramago UNA VOZ VIGENTE. Por Sebastián Schoennenbeck CORRER EL TUPIDO VELO. Texto escogido HISTORIA PERSONAL CON DONOSO. Por Breno Donoso DIARIOS TEMPRANOS. Por Cecilia García-Huidobro CONVERSACIONES CON JOSÉ DONOSO. Por Fernando Sáez EL OBSCENO PÁJARO DE LA NOCHE. Texto escogido LA DESESPERANZA. Texto escogido
EL INVENTARIO DEL
por José
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o deberá sorprendernos que en Donoso predomine una atmósfera narrativa distorsionada de origen abiertamente expresionista, a mi parecer mucho más acentuada que las tonalidades esperpénticas que en su obra igualmente se reconocen. La extraordinaria novela que es El obsceno pájaro de la noche tiene en el cine, sino me equivoco demasiado, un pariente “ontológico” próximo, y ese es El gabinete del Dr. Caligari de Robert Wiene. No importa que los eventos narrados nada tengan en común. En una obra y en la otra, lo que se exhibe es un mismo inmundo y obsceno abismo, un precipicio que fascina al lector y absorbe al espectador, como si estuvieran a punto de caer en el interior infinito de un catalejo puesto al contrario. Los pasillos tortuosos, los patios viscosos, las puertas falsas, las ventanas abiertas al vacío, las escaleras suspendidas, los sonámbulos dormitorios de la Casa de Ejercicios puestos allí como un modelo en escala reducida del sistema planetario humano, son su misma y propia suma. Sucesivamente, como en una agónica mise en abyme, el mundo contiene a Chile, Chile contiene a Santiago, Santiago contiene la Casa, la Casa contiene al Mudito, y dentro del Mudito no hay ninguna diferencia entre el Todo y la Nada. Cuando, al principio de ésta tentativa de análisis, forzadamente breve y seguramente frustrada, después de haber citado las palabras de Judit, me referí a aquella noche “que parecía ir retomando, una tras otras, cada hora vivida”, afloraba ya ahí lo que se me figura que son las dos principales características del proceso narrativo donosiano: en primer lugar, lo que llamaría la iguala-
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ción o fusión del pasado, del presente y del futuro en una sola unidad temporal, pero una unidad que es inestable, deslizante; en segundo lugar, como consecuencia lógica extrema, la suspensión, la paralización del propio tiempo. Un lector sólo medianamente atento dirá: “Lo que sucede en La desesperanza, desde la llegada crepuscular de Mañungo hasta el momento en que Judit se adormece abrazada a la perra muerta, no puede caber en una noche”. Juzgando por las apariencias, ese lector tiene razón. Años más tarde, José Donoso, vendrá a escribir una novela a la que llamará La desesperanza, pero a ella, a la desesperanza ya la conocíamos desde la última página del Pájaro de la noche. Que la desesperanza no es una buena guía, eso lo sabe Donoso: ¿por qué entonces habla y vuelve a hablar de ella, por qué inmoviliza su transida imagen y nos fuerza a mirarla? Tal como otros grandes escritores –Dostoievski y Kafka son ejemplos de esa peculiar relación con la durée-, José Donoso no ha hecho más que parar el tiempo. ¿Para qué? Solo puedo ofrecerles una respuesta. Que Donoso lo ha hecho simplemente para que pensáramos, despacio, muy despacio, si somos en verdad humanos. ¿Lo hemos pensado? ¿O es que seguimos encerrados en el saco de nuestra propia absurdidad, esperando la hoguera y las cenizas como quien renunció ya a la vida? Si el buen escritor es, como creo, él que nos persigue con preguntas, entonces José Donoso es de los más excelentes. Por eso y por ser quien es le doy las gracias. Conferencia realizada en Santiago de Chile, 1994.
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VIGENTE por
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veinte años de su muerte, la vigencia de José Donoso es un tema controversial. Si bien el autor forma parte indiscutidamente del canon nacional, su posición dentro del concierto de las letras hispanoamericanas fue incierta. Él mismo ironizó acerca de su propia marginalidad en el ensayo titulado Historia personal del boom (1972) Por otro lado, la obra maestra de José Donoso, El obsceno pájaro de la noche (1970), está asociada al formato de la gran novela hispanoamericana de los años sesenta y setenta. Sin embargo, este formato monumental, probablemente menos familiar o cómodo para el nuevo lector, fue problematizado por Donoso en El jardín de al lado (1980) Esta obra, en efecto, cuestionó un modelo de novela que pretendía ser un gran relato todavía capaz de garantizar sentidos y de asegurar una identidad nacional, una convicción política o una masculinidad incuestionable. En suma, Donoso no puede estar sujeto a una identificación unívoca. Algunos acontecimientos más o menos recientes han despertado un nuevo interés por su figura. Su homosexualidad develada, la publicación de sus ensayos y crónicas, el libre acceso a sus papeles personales guardados en universidades norteamericanas, la biografía escrita por su hija Pilar y su suicidio, transformarán a José Donoso, tarde o temprano, en un protagonista legendario. Esta
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inquietud, la cual rebasa el plano de lo estrictamente literario, podría motivar, no obstante, una relectura que sea capaz de resignificar su obra. Creo que el lector actual de la narrativa de José Donoso busca huellas o ecos de una subjetividad que nos trastorna, porque su voz disonante altera, complejiza y diversifica un rol gravitante para todos nosotros y ese rol no es sino el del padre. En otras palabras, una posible vigencia de la obra donosiana radica en un siempre renovado efecto de extrañamiento: aquello que es tan familiar como un padre se torna siniestro. Esta lectura de la extrañeza tal vez suponga un asomo de libertad. Algunos relatos evidencian la desfiguración de la casa y de la familia cuyo centro fue la autoridad paternal. El lugar sin límites (1966) relata la inversión familiar coronada con un padre travestido. Don Jerónimo de Azcoitía, el poderoso terrateniente y senador de El obsceno pájaro de la noche, también es un padre extraño, porque establece la monstruosidad como la norma bajo la cual se rige el mundo creado para su hijo. Estos padres que nos dislocan contrastan con el padre familiar que tiene lugar en las primeras páginas de Este Domingo (1966). Remontándose a su niñez, el narrador de esta obra relata el trayecto que hacía con su padre en auto rumbo a la casa de la abuela. La confortable compañía de su padre le permite describir el interior del auto como una “redoma de tibieza”.
Si de familias se trata, José Donoso es una voz que, al condensar múltiples genealogías, nos permite identificar las herencias recibidas por la narrativa reciente. Años después, Macarena Areco (2015) propuso dos series genealógicas para la narrativa chilena que actualmente alegoriza la nación: la novela de la intimidad y la novela de la intemperie. Mientras la primera se remonta a la casa de Martín Rivas, la segunda, en cambio, comienza con Don Guillermo de J.V. Lastarria y establece una tradición de recorridos y salidas que abren espacios opuestos a los del encierro casero tal como se aprecia en la obra de Manuel Rojas. Creo que José Donoso se presenta como un nudo en el cual convergen ambas series genealógicas. Las casas donosianas, espacios de encierro y alienación donde viejas y monstruos relatan sus pesa-
dillas, serán alternadas con recorridos urbanos narrados en clave anti-épica. Pienso, por ejemplo, en las correrías del Mudito por calles, y parques. El miedo y la desesperación también determinan el desplazamiento por la ciudad nocturna en La desesperanza (1986), relato en el cual se contrasta una ciudad sitiada con la casa neruadiana. Esta casa es otra excepción: no se trata de un espacio aplastante, sino abierto y convocador. Estos recorridos no solo atañen a los personajes y al espacio. Es también la misma escritura la que se desplaza hacia otros ámbitos como el visual. En Casa de campo, por ejemplo, se cultiva un lenguaje pictórico para describir la misma novela. En suma, Donoso sintetiza diversas tradiciones que se reconocen en el presente. Tal vez esa sea una de las razones por la cual insistimos en hablar de lo donosiano.
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CORRER EL VELO Washington DC, viernes 23 abril de 1993 Cuaderno 63 Novela sobre cartas literarias. Muere un escritor. Queda la hija solitaria worshipping at his shrine, carta de la Universidad de Princeton diciéndole que tienen un paquete de cartas y diarios íntimos que su padre había depositado en sus manos. Ella se extraña porque creía que se habían vendido hacía mucho tiempo, para comprarle la casa cuando se casó. Los vende ahora por el buen precio que le indican y acepta la proposición de un biógrafo para hacer la biografía concentrándose en los papeles. Ella se olvida de este permiso. Los papeles le parecen demasiados, demasiado difíciles de leer y referente a gente que ella no conoce ni le interesa. Su hijo va al pueblo y compra el libro. Se sienta bajo un árbol a leer. Se horroriza. Los secretos más nefastos sobre el abuelo admirado. Se enfrenta con su madre sin decirle nada. Ella adivina lo de su padre con lo que nunca quiso enfrentarse, lo que ha oído murmurar y ha olvidado. No lee el libro. Toma el auto y una pistola para ir a asesinar al autor. El auto choca. Descubren que ella se ha pegado un tiro con el auto a toda velocidad porque no puede soportar lo que sabe. Esta novela, la de los papeles, sucede en Valparaíso o en Viña del Mar o Cachagua. Es el diario de vida que cuenta el reverso de todo lo que todo el mundo sobre sobre él, pero sin jamás nombrar el pecado.
Pilar Donoso, Correr el tupido velo. (Editorial Alfaguara, Santiago de Chile, 2009).
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José Donoso con Pilar Donoso. Archivo de Natalia Donoso ©
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PERSONAL CON DONOSO por
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si hacemos un gran tiraje de El lugar sin límites, novela breve y elemental del universo donosiano, y lo repartimos a lo largo y ancho de Chile, para mirarnos la identidad en su espejo abyecto, pasional y residual? Mi historia personal, el deleite con los libros de Donoso, debe comenzar con esta idea desbordada como su obra. Cuando leí El obsceno pájaro de la noche, sentí una pulsión casi corporal que me llevaba a contarles a otros la dimensión de lo que iba leyendo. Aunque fuese complejo trasmitir o reseñar, yo necesitaba hacer sentir ese rincón oscuro y sórdido, pero fantástico y primoroso, en el que Donoso me había puesto a vivir. Porque ese fue uno de los propósitos de su creación: invitar al lector a ser parte de estas casonas desvencijadas, con viejas resentidas y mágicas, donde la miseria y la hipocresía poseen máscara y mugre; cruzar por sus polvorientos pasillos psíquicos para chocar con la realidad más cruda: el intento de sociedad y su fracaso. Siendo estudiante de sociología, ninguna teoría logró desplegar en mí de modo tan completo un imaginario estético, social y cultural, sobre la problemática de los cuerpos, las micro relaciones de poder, la explotación y la deshumanización, como las lecturas de El Lugar sin límites, Casa de Campo, Este Domingo, El Obsceno pájaro de la noche, Tres novelitas burguesas, Sueños de mala muerte, entre otras. En la obra de Donoso estaba la metáfora perfecta de la identidad chilena, o mejor dicho: del afán de apropiar estilos extranjeros, del conventilleo y carnavalesco de las clases populares, del chisme y el cuchicheo de nuestras
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Breno Donoso Betanzo
tétricas actitudes y personalidades. Una legítima riqueza extraída desde lo más hondo y oscuro de la visión de este escritor cercano y corriente como un Pérez o un González. El mismo ímpetu que me hacía contarles a otros sobre mis lecturas donosianas, me hizo pensar sobre ciertas dificultades que puede traer su lectura. Así que agradecido por sus novelas, dispuse rastros que pueden servir para entrar en el universo donosiano. No es un novelista clásico -dije- por ningún motivo lineal ni previsible, sino un artista en eterna hipomanía, en eterno periodo artístico del desorden. Pero cuidado; este desorden es adrede, es parte de su laboratorio de escritura, de su método literario. Y lo más importante, el lector debe ser co-autor de este imaginario que se despliega y pliega como la enagua sudorosa de una de sus viejas. Uno debe convertirse en una vieja, en un mudo, en un residuo que la sociedad postergó al olvido, pero que ansía de hablar, mentir, crear para recobrar la identidad robada, fragmentada, indefinida. En menos de un año ya había leído la mayor parte de su obra. Pero ya no era sólo su obra lo que me apasionaba, sino el autor en sí. Recuerdo que el 2014 yo era becario del taller de poesía de la Sebastiana, y de vez en cuando, Sergio Muñoz invitaba a escritores para que compartieran con nosotros sus aventuras con la literatura. En una ocasión conocimos a Carlos Trujillo, y dentro de las muchas cosas que se hablaron, no sé cómo llegó a Donoso, y yo salté de inmediato, preguntándole si lo había conocido personalmente. Me dijo que sí, que había compartido con él, que era todo un animal lite-
rario, pero nunca envilecido ni críptico, sino abierto y dispuesto a compartir lecturas y enseñanzas. Yo miraba a Carlos con detención, medio ingenuo medio melancólico, como esperando recoger en su mirada algún vestigio del viejo Donoso. Correr el tupido velo, libro escrito por su hija Pilar Donoso, fue la mejor entrada en su atmosfera ya más personal: en estas páginas se encuentran sus obsesiones, las máscaras recién diseñadas, los conflictos con su sexualidad, los problemas económicos, las ulceras, sus simpatías y sus antipatías crudas y develadas como sus novelas. Para fabular la realidad tuvo que pasar por fuertes estados de desequilibrio psíquico, es decir, escritor como profesión, oficio, o todo.
La invitación es fervorosa. Leer a José Donoso es leer y desentrañar al Chile de ayer, pero sobre todo de hoy. Los jóvenes debemos acudir a su renovada vigencia para enriquecer nuestras visiones de mundo, nuestras propuestas estéticas. El escenario que metaforizó no ha cambiado mucho. Las mujeres, la disidencia sexual, los desclasados, los lumpenes, las putas, los putos, los patrones, las viejas cuicas, el casero de las papas, misiá Chela, todos siguen caminando con sus problemas por estas escenografías hermosas y siniestras que nos legó Donoso. Que se lea Donoso, para conocernos y reconocernos como país, como comunidad.
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TEMPRANOS por
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Cecilia García-Huidobro
os diarios tempranos de José Donoso son una suerte de catch as catch can, un verdadero cuerpo a cuerpo con la escritura. Planea, ensaya, desecha y vuelve a probar. Se felicita por el comienzo de un relato, se recrimina ante los desaciertos, se angustia frente a la seca. Todo sazonado con numerosas conjeturas sobre la creatividad. Y es que mientras escribe, también especula sobre la escritura misma. Como uno de esos reporteros con sombrero hacia atrás y libreta en mano que el cine hollywoodense hizo tan familiar en la década de los cincuenta, quiere atrapar la noticia exclusiva sobre la factura creativa. Vuelve una vez y otra vez sobre el qué, el cómo, el por qué…Dejemos de lado el cuándo porque lo que sus apuntes muestran es que para él no hay cuándo si se trata de escribir. Casi cualquier momento es oportuno para hacerlo. “Para mí, la primera frase de un libro o los primeros párrafos son muy importantes. Es de donde cuelga un libro”, dijo, poco antes de morir (La Nación, 15 de mayo de 1995). Vive a la pesquisa de una idea, un personaje, una situación; entre tanto, su escritura apuesta por soltar amarras. “El escritor puede echar mano absolutamente de todo lo que quiera con tal de escribir una buena novela. No puede haber una teoría de la novela, es lo que quiero decir (…). Pero si comienzas a escribir una novela con una teoría, terminas como el noveau roman francés: secándote…y haciendo una porquería” (Chapman, s/f). Definitivamente su aproximación a la novela no es reflexiva. “Soy una persona que piensa en imágenes más que en teorías”, decía a menudo. Todo intento lo emprende más bien desde la escritura misma, una búsqueda con la camisa arremangada , esforzándose por romper sus propias barreras. Incluso las del yo. “La literatura es aquel quehacer en el que está mi búsqueda existencial. No busco una palabra, una forma. Soy yo mismo lo que busco, busco mi sociedad. Esto es irreversible para cualquier escritor, para todos, por más distintos que sea” (Informaciones de las Artes y las Letras, 3 de marzo 1979). Se podría decir, sin embargo, que Donoso elaboró su propia teoría avant la lettre y tempranamente. “Dickens fue muy importante para mí. En el colegio inglés al que fui (que en esa época era un gran colegio en Chile) realmente leíamos 2 o 3 obras de Shakespeare al año cuando teníamos doce años. Entonces se me formó una conciencia muy temprana de otro idioma, otra cultura, y eso fue muy útil porque te da una perspectiva distinta hacia las cosas (Pérez Luna, 1976).
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Fragmentos
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ónde están el demonio y el ángel? Creo que esto es interesantísimo de plantear y tengo que ver cómo. El individuo que de pronto ve la existencia del mito, la espiritualidad del mito, de la tradición, de la espina dorsal y no ser puro detalle o pormenor. Y de pronto ve que en J. Eso no existe. No le importa su historia, no busca su significación, no le interesa: le quita el presente y el poder. ¿Quiénes somos? ¿Creemos, realmente, que cuando llueve es el Dios de la lluvia? ¿Cómo sacarlo adelante? Esa facilidad de Carlos Fuentes para hacer algo de alguien de carácter “general” esa imposibilidad nuestra de hacer algo de validez universal. Somos un pueblo sin alma. Somos pormenor, olvidamos la historia, no nos sumamos a nada. VERÉ si puedo hacer algo con todo esto, no puedo dejarlo así, integrarlo poco a poco. Claro que si quiero que esto tenga validez universal no puedo pensar plantear el tema asó, tengo que darlo vuelta, transformarlo, generalizarlo. El tema es más bien, en el sentido histórico también, la búsqueda del padre. Es el símbolo general, del que puedo colgar todo lo demás.
stoy ante mi “gran novela” ya comenzada, y creo que la voy a dejar. Me siento mentiroso escribiendo sobre problemas sociales y políticos, por lo menos tratados como tales, no los siento así. El material, no lo niego, es bueno, pero tengo que sintetizarlo, reducirlo, componerlo en torno a algunos temas, no dejar que se me disuelva, y que haya demasiado en la novela que sea tentativo. Desde luego, para escribir una novela de tesis social, hay que tener la tesis y yo, francamente, no la tengo. Por lo menos no como tesis. Por lo tanto, esa forma de novela no es para mí, básicamente porque creo que un lado y otro mienten, porque me parece que toda verdad es reversible y controversible, porque, como de costumbre, no puedo tomar partido sin conocer íntimamente todas las posibilidades de ambos lados, y aun entonces, el triunfo de un partido, de “una verdad”, será triunfo y será verdad sólo en el determinado lapso de tiempo, después ya no lo será. Ahora, yo estoy definitivamente confundido por esto. No tengo tesis social que sostener, además no soy pensador, ensayista, sino escritor y artista: la tesis probada con un escrito no es suficiente, por muy buena que sea la tesis, si no está bien escrita.
Cuaderno 31, Los Domínicos, 19 de septiembre, 1964.
Cuaderno 21-A, Santiago (Ismael Valdés Vergara), 25 de noviembre, 1961.
José Donoso, Diarios Tempranos. Donoso in progress, 1950-1965. (Ediciones UDP, Santiago de Chile, 2016).
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CON JOSÉ DONOSO
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o quise escribir desde muy chico, sobre las cosas que me rodeaban. Lo primero que escribí habrá sido a los 14 años, fue un cuento sobre Talca… Yo me desparramo mucho. Los libros son lo único que me recoge, son mi receptáculo, sin eso yo no existo. Yo quería tener mi sello, mi marca. * La vida que me ofrecían en mi casa no me interesaba nada. Yo siempre buscaba otra cosa. Una cosa que tenía magia para mí. Lo ajeno, lo lejano, lo distinto, los otros mundos, que no me pertenecían y yo quería arremolinarlos. Quería ser aventurero. Pero nunca tuve los pantalones para serlo. Yo quise arrancarme de mi casa muchas veces. Quise estar en situaciones difíciles, comprometidas, pero siempre hubo un freno en mí. * Mi infancia fue muy fregada, mi competencia con los otros hermanos, mi menoscabo frente a mi padre sin que mi padre tuviera nada que aportarme.
* Yo comencé a ir a la bohemia a los 17 años. Iba donde un grupo que se juntaba en El Negro Bueno, no tengo idea quienes eran esas gentes, pero igual iba. En esas juntas me acuerdo haber oído nombrar con horror, algo como sagrado la existencia de Augusto D´Halmar. Decían que era muy marica. Yo lo miraba como un dios, se me presentaba enigmático, leyenda. También estaba Eduardo Barrios, en ese tiempo salió Gran señor y raja de diablos que fue un éxito. La gente en ese tiempo leía a los autores chilenos. * La cimarra: eso era mi vida. La cimarra como tabla de salvación. Sentía que no estaba limitado a la casa de mis padres, que podía ser libre. Buena institución la cimarra, muy necesaria para el espacio propio. Los adultos me explicaban qué era eso, te decían mira lo que te puede pasar si lo haces; y eso era la tentación. Yo lo veía como cosa positiva lo que ellos me mostraban como negativo. * Yo tenía otra forma de desquite ante el mundo: el ser homosexual, esa era mi manera. Un mundo tenebroso, que se movilizaba apenas, un mundo que yo no podía tocar. * Un día con un amigazo, Juan de Dios Vial, caímos en una conferencia de Neruda en la U de Chile, en el salón de honor. Fue una conferencia que habló por primera vez de su niñez: de los puentes sobre el río de Imperial, río Carahue, su casa en Temuco, todo esto me sedujo absolutamente como nada antes, realmente qué seducción más grande, el ritmo de la prosa… fue mágica esa oportunidad. Ahí me fascinó la literatura como posibilidad. Incluso me puse un plazo: si a los 30 años no era escritor, no lo sería nunca. Y me salvé jabonado. * Para mí es fácil considerar un libro como obra de arte; todo lo sentía muy conectado: la pintura, el quehacer artístico estaba metido dentro de mí formando un todo. El ballet que me encantaba en esa época, que ahora me importa un huevo, lo encuentro una huevada mayúscula… cómo están esos huevones arriba levantando la pata. Antes íbamos al ballet de Josse, era la época de la Mesa Verde, o un poco antes, era muy impactante… Arrau tocando el Carnaval, escuchando a Schumann en el Municipal, u oyendo a Brailovsky tocando a Chopin, en fin, un sin número de expresiones en desarrollo. * Tengo un tremendo complejo de inferioridad, y eso se transforma en una falta de seguridad. Mi inseguridad es muy grande. Probablemente los méritos de la literatura son la inseguridad, la literatura da cuenta de toda la inseguridad de los escritores. Cada escritor es una visión distinta de la inseguridad.
Fragmentos de entrevistas inéditas de Fernando Sáez a José Donoso.
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Textos Escogidos:
EL PÁJARO DE LA NOCHE
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isiá Raquel Ruiz lloró muchísimo cuando la madre Benita la llamó por teléfono para contarle que la Brígida había amanecido muerta. Después se consoló un poco y pidió más detalles: —La Amalia, esa mujercita tuerta que medio la servía, no sé si se acuerda de ella... —Cómo no, la Amalia... —Bueno, como le digo, la Amalia le hizo su tacita de té bien cargado, como a ella le gustaba de noche, y dice la Amalia que la Brígida se quedó dormida al tiro, tranquilita como siempre. Parece que antes de acostarse había estado zurciendo una camisa de dormir preciosa de raso color crema... —¡Ay, qué bueno que me dijo, madre por Dios! Con la pena se me estaba olvidando. Que hagan un paquete con ella y que la Rita me la tenga en la portería. Es la camisa de dormir de novia de mi nieta la Malú, la que se acaba de casar, se acuerda que le estuve contando. En la luna de miel la rajó con el cierre de la maleta. Me gustaba llevarle trabajitos así a la Brígida para que la pobre se entretuviera un poco y todavía se sintiera parte de la familia. Nadie como la Brígida para estos trabajos finos. ¡Tenía una mano...! Misiá Raquel se hizo cargo del funeral: velorio en la capilla de la casa de Ejercicios Espirituales de la Encarnación de la Chimba, donde la Brígida pasó sus últimos años, con misa solemne para las cuarenta asiladas, las tres monjas y las cinco huerfanitas, y asistencia de sus propios hijos, nueras y nietas. Como se trataba de la última misa que se celebraría en la capilla antes de ser execrada por el arzobispo y demolida la casa, la can-
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tó el padre Azócar. Luego, entierro en el mausoleo de los Ruiz, como ella siempre se lo había prometido. El mausoleo, por desgracia, estaba bastante lleno. Pero con unos cuantos telefonazos misiá Raquel dispuso que, fuera como fuera, se las arreglaran para hacerle un lugar a la Brígida. La confianza en que misiá Raquel cumpliría su promesa de dejarla descansar a ella también bajo ese mármol hizo que los años postreros de la pobre vieja transcurrieran tan apacibles: su muerte fue como una llamita que se apagó, según la retórica anticuada pero conmovedora de la madre Benita. Dentro de un tiempo, claro, iba a ser necesario efectuar una reducción de algunos restos sepultados en el mausoleo —tanta guagua de cuando no había remedio ni para la membrana, una mademoiselle muerta lejos de su patria, tíos solterones cuyas identidades se iban volviendo borrosas—, para encerrar esa miscelánea de huesos en una cajita que ocupara poco espacio. Fragmento
José Donoso El obsceno pájaro de la noche (Editorial Alfaguara, Santiago de Chile, 1970).
la (Fragmento)
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DE COMPOSICIÓN Taller Latinoamericano de Poesía Pablo Neruda
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l Taller latinoamericano de Poesía Fundación Pablo Neruda, desde hace años viene desarrollando un programa de cooperación y colaboración entre países del continente: invita a poetas jóvenes extranjeros a compartir con sus pares chilenos, con un programa de actividades variado: lecturas de poesía, presentaciones de libros y visitas a las tres Casas Museo de Pablo Neruda en Santiago, Valparaíso e Isla Negra. Poetas jóvenes de Argentina, Bolivia, Uruguay, Perú, Nicaragua, han sido parte de este taller, que este año, al cumplirse una década de su inicio, sumará convenios con Colombia y México. A continuación, presentamos una muestra de poesía de algunos de los participantes del “Taller Latinoamericano” en años anteriores.
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MATÍAS MATEUS (Montevideo, Uruguay, 1985)
Inés Tenía cuatro años y un día de berrinche me dijiste que si seguía llorando se me iban a acabar las lágrimas y yo las empecé a guardar para momentos importantes las doblé con suavidad de agua en los manteles a cuadros que bordaste las reservé para heridas y nubes hice presión para que no salieran fue un dulce engaño abuela sabías que el dolor que no lloraste hacía un surco de Ezcaray a Argentina y por dentro despacio iba el grito sabías que las lágrimas cuando se callan se nos vuelven escombros nos despiertan de bronca y apenas podemos respirarlas lloremos lo que sea abuela lo que sea así la lluvia no nos duele
CECILIA DE LUCIO (Córdoba, Argentina, 1983)
No voy a hablar voy a hablar de otra cosa nunca es eso no te voy a decir basta voy a dibujarte este sutil paraíso de papel sin contarte los piojos ni los sueños la mirada que se abre hacia una infancia breve de las hamacas voy a hablar de los rosarios será que no rezás que no te hamacaste ayer mañana nunca no voy a retomar la cuenta moretones que se van pero hacia adentro para volver a estallar en el gesto de los hijos de tus hijos y ad eternum me olvidaré después cuando esté hablando a nadie de Picasso
eso duele no tu mano firme como la rigidez de un loco le diste vuelta la cara y volvió otro de un golpe tu hijo se hizo hombre no me vas a decir que ellos son niños hombre de mil años canta Goyeneche voy a hablar de otra cosa aunque me vuelvo a este abecedario que solo habla de vos y de mi infancia nada más no dice basta no se hizo para decir basta no voy a hablar del golpe y de la marca de la forma en que tu mano aplasta el gesto de tu hijo como si fuera mosca de verano voy a hablar de la forma en que tu mano se levanta desde adentro del poema y lo deshace
PAULA SIMONETTI
(Montevideo, Uruguay, 1989)
Curtidos Sino aprecio las nubes, ¿quién lo hará? Pura palabras estas armas sin herir al que no las entiende. No hay tiempos para juegos ni trajimos el reglamento. Podemos jugar a otra cosa el querer de unos segundos un tic que tac toda la VIDA. La que nos dio el tiempo merecido. Al fin, que más podemos hacer aparte de convertirnos. (En una estadística.)
AUGUSTO ORTA CÓRDOBA (Córdoba, Argentina, 1982)
Niño interior Si lo buscas tal vez le estén exprimiendo el sudor, creo que lo han vuelto a internar si es que no ha vuelto a escapar; por quinta o sexta vez o séptima u octava. Si no lo encuentras ahí, ve al putero. No le gusta acostarse con las mujeres pero a ellas las considera amigas porque ellas no lo abruman con tareas ni con lecciones ni promedios. En el manicomio, ahí no está. Ya estuvo algún tiempo encerrado en un cuarto encadenado a una muerta y una cruz, durmiendo en el suelo con dos guardianes enfermeros que hurgaban los culos de las flores de los sueños buscando si llevaban algo de droga o de sexo.
MIGUEL CARPIO
(Oruro, Bolivia,1993)
Vicios Tengo los vicios de un perdedor. El amor La Poesía La imaginación. Tengo los vicios obstinados. Canallas Irreverentes Rebeldes. Tengo los vicios de un loco. Incongruentes Desafinados Inauditos. Tengo los vicios vencidos Encarcelados Moribundos Destartalados. Tengo los vicios que abandonaste Perdidos Heridos Absortos. Y tengo mis vicios y ellos a mí. Mas yo no me tengo. Me soy tuyo. Ese es mi vicio.
DARÍO CARLOS DASSIE (Córdoba, Argentina, 1986)
Florecimiento de la piedra Mi oficio es mirar el ombligo Recorrerlo en forma de mapa hasta llegar al fondo de la amplitud de los ojos A quién más sino a las mujeres le construimos castillos de naipes donde nos jugamos la vida eligiendo al azar una calle o una ciudad para caminar a su lado sin imaginar que la muerte ronda los extramuros De no ser el ombligo esa cicatriz o huella de la vida jamás hallaría el sabor perfecto la fina transparencia en su leche de coco de negra y chontaduro Sin embargo no es el ombligo un simple recipiente Es el ojo del cíclope que observa y mide la potencia sexual El ombligo es el panóptico desde donde la mujer gobierna El ombligo es el punto exacto lugar o copa donde nacen flores silvestres que como al desayuno El ombligo tiene la malicia de un tuerto tiene la llave es la puerta para penetrar en el sótano pero no sólo eso es la cuerda de rescate la soga de ahorcado desde donde el cadáver sonríe
JAIR TRUJILLO (Sur de Colombia, 1988)
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l cumplirse en treinta años de la Fundación Pablo Neruda, creada en 1986 por testamento de Matilde Urrutia, se realizó una cuidada publicación conmemorativa que reúne la trayectoria de esta institución a lo largo de los años. Su historia y patrimonio, las Casas Museo y la obra literaria de Pablo Neruda, además de la nutrida extensión cultural en los centros culturales de Isla Negra, La Chascona y La Sebastiana, junto con talleres, premios, publicaciones, libros y revistas, entre muchos otros, conforman un legado de gran valor cultural para Chile y sus poetas, que sigue en constante crecimiento y desarrollo. 30 años. Fundación Pablo Neruda. 1986 – 2016”. Ediciones Fundación Pablo Neruda 2016. 26
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rojas
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e niño aprendí solo, que hay que mirar hacia adelante y hacia atrás y no tenerle miedo al miedo. No es para tanto; nunca es para tanto. Ese aprendiz interminable que soy yo mismo, escribo cada día al amanecer. Siempre me funcionó esa hora. Y el silencio, que sigue siendo para mí la única voz. Demórate demorándote todo lo que puedas. Prisa para qué. Este oficio es sagrado y no se llega nunca. Se escribe y se desescribe todo el tiempo. Gonzalo Rojas (1916-2011) Fragmentos del discurso al recibir el Premio Cervantes 2003
JORGE LUIS
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racias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo, Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto, Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises, Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad, Por el firme diamante y el agua suelta, Por el álgebra, palacio de precisos cristales, Por las místicas monedas de Ángel Silesio, Por Schopenhauer, que acaso descifró el universo, Por el fulgor del fuego, Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo. Fragmento de Otro poema de los dones Jorge Luis Borges (1899-1986)
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Augusto de Campos
raúl
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dmiro de mis compatriotas su capacidad para decir disparates, para bromear todo la noche o varios días seguidos, por puro deporte. Es la manera chilena de filosofar. Se juega con las palabras por puro gusto, se le da vuelta a un problema en todos los sentidos para festinarlo. La poesía popular no hace otra cosa, y como yo soy de origen campesino, y criado con cuentos, esta ebriedad de palabras me apasiona . Raúl Ruiz (1941-2011)
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Balmes (Cataluña, España 1927 – Santiago de Chile 2016), llegó a Chile en 1939, junto a sus padres, como refugiados de la Guerra Civil Española, a bordo del célebre barco Winnipeg. Como artista visual realizó la totalidad su obra en nuestro país, dejando un legado importantísimo para las futuras generaciones de artistas chilenos. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, de la que llegó a sr decano. Obtuvo la nacionalidad chilena en 1947. En 1952 se casó con la pintora Gracia Barrios, su compañera de toda la vida. Militante del Partido Comunista, en 1973 partió al exilio a París acompañado de su familia. Su extensa trayectoria le ha valido diversas distinciones, destacándose el reconocimiento oficial del Gobierno de Chile al otorgarle el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1999. osé
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Augusto de Campos
PADRES. Por Leila Guerriero EL DESPRECIO. Por David Bustos CANTO A LA DIATRIBA. Por Antonio Gil LA CRUEL AGRESIÓN. Por Sigmund Freud ILUSTRACIONES: OBRAS DE JOSÉ BALMES
el por
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arias veces en la vida me he encontrado con la palabra desprecio, pero nunca la retuve demasiado, su sabor amargo cerró mi interés. Pero la primera vez que pude detenerme y paladearla en su longitud, fue en la película El Desprecio de Jean – Luc Godard, aparte de la destacada actuación de Brigitte Bardot, Jack Palance y Fritz Lang, me inquietó su título. Mediante los mecanismos de lo políticamente correcto, el aprecio es una palabra con mayúscula y el desprecio, es más bien opaca y pequeña. Una es fecunda y crea lazos de afecto, la otra es improductiva y crea rencores. De ahí que el título del director francés me descolocara o me dispusiera reflexivamente ante el contenido de la palabra desprecio. Quizás Kafka sintió algo parecido con Felice Bauer. Ambos se conocieron el 13 de agosto de 1912 en casa de Max Brod, a partir de ese encuentro casual comenzarían una infatigable correspondencia. Al leer sus cartas podemos transitar desde el apasionado entusiasmo amoroso, hasta la desazón y el (auto)desprecio. Un arco que recorre todos los colores emocionales. Felice para Kafka era un robo a su tiempo de escritor, y como dice Piglia, la veía como una interrupción a su arduo trabajo de escritura. Sin embargo la necesitaba al menos para expresarle que estaba escribiendo o como testigo de su estrafalario mundo interior. Se trataba de una distancia productiva, que si se transformaba en algo materialmente cercano, lo perturbaba. A pesar de ello Kafka decidió casarse con Felice, tras una suma no menor de rodeos, comenzaron los preparativos, debía cambiarse de casa e instalarse. Pero al observar los muebles que ocuparían su nuevo es-
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Agresión
David Bustos
pacio cotidiano, que hasta hace poco era pura interioridad, se sintió acabado y sin fuerza de seguir adelante. Decidió romper con ella. El despreciado es una desviación impertinente, indeseado por dónde se le mire. Hay una violencia psicológica que se asoma con fuerza tras esa extirpación del otro. En el Chile de hoy, de goteras institucionales, donde prima la memoria a corto plazo y la valoración de capitales de la libre competencia, los despreciados recuperan la palabra, articulan el lenguaje de sus demandas. Pero los despreciadores profesionales no escuchan. No quieren atender el teléfono social por el que ellos mismos fueron elegidos. Al igual que Kafka quieren romper su contrato. Esa dramaturgia de la desconfianza, de los acuerdos, fue precisamente la gasolina que hizo al escritor, tras anular su matrimonio con Felice, escribir El Proceso. Su puesta en escena, acaso su salvación. En cambio en El Desprecio de Godard, el guionista es abandonado por su esposa. Al igual que Kafka se trata de otro caso de amor fallido. La exuberante Brigitte Bardot que hace el personaje de Camile, se fuga con el adinerado productor que había contratado a su esposo. El desenlace de la película muestra a la nueva pareja, libre de ataduras, emprendiendo un viaje de carretera rumbo a Roma. Pero el descapotado impacta a un camión. En la última escena vemos a ambos cuerpos ensangrentados y sin vida. Es imposible adelantar una moraleja respecto al deprecio, pero podría decir que en algún momento, un violento efecto boomerang cae directo en la cabeza del que desprecia. Al menos eso quisiera creer, pero sé que en el fondo estoy equivocado.
por
Leila Guerriero
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yer vi a una mujer en el metro. Tironeaba del brazo de una nena y gritaba: “¡Caminá, pelotuda! ¡Idiota! ¡Caminá!”. Cuando veo cosas así, y las veo a menudo, puedo sentir cómo ese cerebro infantil se llena de esporas venenosas que, en pocos años, florecerán transformadas en traumas, furia contra los otros, brutalidad. ¿Para qué sirve un padre? ¿Para hacer qué con la carne que parió? Mis padres tenían, sobre la cama, un cuadro con una frase cursi de Khalil Gibran: “Los hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida”. Mi padre me enseñó a pescar, a hacer el fuego, a leer, a limpiar pinceles con aguarrás, a escuchar a Beethoven. Me dijo así se mata a un pez cuando se lo saca del agua, así se pela un pato, así se sobrevive a la pérdida, así a un hombre peligroso, así se juega con fuego. Me daba de beber vino caliente cuando volvíamos del campo. El otro día practicamos tiro usando de blanco unas monedas. Él, casi orgulloso, contemplando la que yo había agujereado, me dijo: “Siempre fuiste mejor que yo”. Mi madre me enseñó a leer poesía, a estudiar, a levantar el ruedo, a tener la paciencia de la prolijidad, a cocinar, a decir buen día, perdón y gracias, a montar una casa, a vivir sola, a estar sola, a conducir (con una camioneta que tenía la rigidez de un tractor y que ella manejaba con la falda haciendo un pliegue tan femenino entre sus muslos que daban ganas de aplaudir). “Ay, —decía mientras me enseñaba—, tenés tanto sentido de la coordinación, sos tan segura, tan serena”, aunque todo eso era, por supuesto, mentira. No sé si mis padres fueron buenos padres. Pero, si pienso en ellos, podría citar esa parte de la Illiada en la que Héctor, al despedirse de su hijo antes de ir a la batalla, dice: “Que algún día se diga de él cuando suba del combate: ‘Helo ahí, es mucho más valiente que su padre”. Es una carga pesada. Pero, al menos, no es una promesa de aniquilación.
Agresión
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CANTO A LA por
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l bello y mal comprendido arte de la diatriba, contra lo que habitualmente se cree, nunca nace de un arranque de descontrol o de furia asesina. Diatriba significa ‘ataque o crítica violenta’ y se refiere específicamente a ese antiguo género, a ese discurso acre, irónico, desbocado, que es gozado intensamente por todos los que lo escriben y lo leen a excepción, claro está, del afectado. En lo personal la hemos cultivado con infinito placer literario, para darles entre los cachos a algunos señorones cornudos de mucho rififí y pavoneo (que corren como locas a llamar a su conchitoreado asesor legal). Les cae también lo suyo a una que otra institución deleznable; a costumbres cotidianas particularmente repulsivas tanto como a engendros pestilentes perpetrados en el universo del arte por algún mentecato presumido, de los que abundan por estos tan artísticos lares, y a los que alguien, sí señor, tiene la obligación de mandar a lavarse las tetas al río. La diatriba se sirve de técnicas variadas, y su arsenal es abundoso, pudiendo fluctuar entre el artero halago falso, exagerado, vergonzozo, pero intocable por las leyes de la injuria, hasta la frontal y directa mandada de regreso al seno de la santísima madre, adornada siempre de epítetos como un árbol pascuero: rutilantes y embaucadores. Esta forma de agresión es dulce y deleitosa como un suspiro limeño. Hoy tenemos la oportunidad de disfrutarla a la diatriba usando las redes sociales, o la columna de un periódico como es el afortunado caso de quien escribe estas líneas. No es género que se le de a cualquiera, claro, hay que ser intrínsecamente cabrón y conocer sus leyes internas,
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Agresión
Antonio Gil
sus pulsos y sus mañas. Sirve como insuperable bolsa de vómitos. Pocas cosas son más gozosas que enterarse de la reacción de los afectados a la retahíla de garrotazos y baldadas de excremento que les hemos compuesto. Es agresiva, arbitraria, muchas veces calumniosa (cuando acusa de canalladas, puntos flacos y miserias, no del todo probables, pero que el diatribista, oblicuamente, con mañas de envenenador, convierte en vagamente verosímiles, ayudado por la baja capacidad lectora de las muchedumbres) La diatriba se redacta serena, calmamente, en un plan casi bucólico y ni siquiera hace falta tener inquina alguna contra el blanco elegido. Es ya una señora vieja esta discursiva. Tanto que viene del Siglo de Oro español cruzando las guerrillas entre Neruda y Huidobro y De Rokha, en un momento luminoso de nuestras letras. Hoy, con tanto chilenito lineal, unidimensional y colijunto se ha perdido público para este arte excelso. Bello como los delgados estiletes venecianos o una fina escopeta del doce salida de la casa de don Víctor Sarasqueta, sita en la en la calle Eibarresa del poblado de Ardanza. Ni Dios está libre, sepa usted, de este sublime y agresivo arte del bien insultar, el que que por desgracia se ha convertido en una especie en extinción debido al enfriamiento global del cerebro del chileno, cada día más pusilánime y lame suelas. Escasea, sí, pero la diatriba jamás será un pterodáctilo o un pájaro Dodo mientras corra la sangre a treinta y seis grados y medio por las venas.
Obra de José Balmes.
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la cruel agresión
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a verdad oculta tras de todo esto, que negaríamos de buen grado, es la de que el hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor, que sólo osaría defenderse si se le atacara, sino, por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas también debe incluirse una buena porción de agresividad. Por consiguiente, el prójimo no le representa únicamente un posible colaborador y objeto sexual, sino también un motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin
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Agresión
su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y matarlo. Homo homini lupus: ¿quién se atrevería a refutar este refrán, después de todas las experiencias de la vida y de la Historia? Por regla general, esta cruel agresión espera para desencadenarse a que se la provoque, o bien se pone al servicio de otros propósitos, cuyo fin también podría alcanzarse con medios menos violentos. En condiciones que le sean favorables, cuando desaparecen las fuerzas psíquicas antagónicas que por lo general la inhiben, también puede manifestarse espontáneamente,
Obra de Juan Pablo Langlois.
desenmascarando al hombre como una bestia salvaje que no conoce el menor respeto por los seres de su propia especie. Quien recuerde los horrores de las grandes migraciones, de las irrupciones de los hunos, de los mogoles bajo Gengis Khan y Tamerlán, de la conquista de Jerusalén por los píos cruzados y aun las crueldades de la última guerra mundial, tendrá que inclinarse humildemente ante la realidad de esta concepción. La existencia de tales tendencias agresivas, que podemos percibir en nosotros mismos y cuya existencia suponemos con toda razón en el prójimo, es el factor que perturba nuestra relación con los semejantes, imponiendo a la cultura tal despliegue de preceptos. Debido a esta primordial hostilidad entre los hombres, la sociedad civilizada se ve constantemente al borde de la desintegración. El interés que ofrece la comunidad de trabajo no bastaría para mantener su cohesión, pues las pasiones instintivas son más poderosas que los intereses racionales. La cultura se ve obligada a realizar múltiples esfuerzos para poner barreras a las tendencias agresivas del hombre, para dominar sus manifestaciones mediante formaciones reactivas psíquicas. De ahí, pues, ese despliegue de métodos destinados a que los hombres se identifiquen y entablen vínculos amorosos coartados en su fin; de ahí las restricciones de la vida sexual, y de ahí también el precepto ideal de amar al prójimo como a sí mismo, precepto que efectivamente se justifi-
ca, porque ningún otro es, como él, tan contrario y antagónico a la primitiva naturaleza humana. Sin embargo, todos los esfuerzos de la cultura destinados a imponerlo aún no han logrado gran cosa. Aquélla espera poder evitar los peores despliegues de la fuerza bruta concediéndose a sí misma el derecho de ejercer a su vez la fuerza frente a los delincuentes; pero la ley no alcanza las manifestaciones más discretas y sutiles de la agresividad humana. En un momento determinado, todos llegamos a abandonar, como ilusiones, cuantas esperanzas juveniles habíamos puesto en el prójimo; todos sufrimos la experiencia de comprobar cómo la maldad de éste nos amarga y dificulta la vida. Sin embargo, sería injusto reprochar a la cultura el que pretenda excluir la lucha y la competencia de las actividades humanas. Esos factores seguramente son imprescindibles; pero la rivalidad no significa necesariamente hostilidad: sólo se abusa de ella para justificar ésta. Fragmento de El Malestar en la cultura, escrito en 1929 y 1930.
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principios de siglo me topé con Avisos luminosos en un canasto de ofertas de libros usados. Pequeño volumen de Hernán Miranda que pronto se volvió de consulta, de vara. Digo, no tanto por la impronta de su poesía sino porque me enseñó que un poeta funciona cuando carga sobre sus hombros lo que puede cargar, ni más ni menos. Por cierto, Bar abierto, recoge el grueso de su producción poética en una antología de buena factura, con poemas de indiscutible fuerza y genio donde seguimos disfrutando esa voz sin aspaviento cruzada por la retórica del ciudadano, del periodista y del exilio de un autor que temprano asimiló con gracia y estilo propio la influencia lárica, la antipoesía. Cierto, la obra de Miranda parece menos elocuente e intensa, ambiciosa o sorprendente, que la de algunos poetas de su generación. Pero nunca nos pasa gato por liebre. Está libre del exceso que adorna obras que plantean en sus tesis más de lo que son capaces de decir. Miranda sin abrir nuevos derroteros limpia el lenguaje con la poesía de siempre, a escalas que no exigen tanto entrenamiento y garantizan deleite y educación emocional y civil. E.G. B. Hernán Miranda
Bar Abierto (Ediciones UDP. Santiago, 2014).
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Lea!
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swaldo Reynoso es uno de esos grandes autores ocultos de la narrativa latinoamericana y, como tal, dejó una obra rebelde y siempre joven a descubrir. Fallecido este año, su libro más representativo fue Los Inocentes, original de 1961 y reeditado hace poco tiempo por la editorial Estruendomudo, actualmente radicada en nuestro país. Cargado de una prosa trepidante y tensando al límite el lenguaje coloquial de los barrios bajos con la experimentación formal, en Los Inocentes encontramos historias de esa adolescencia sudamericana criada en los arrabales. Porque así como es Lima, podría ser perfectamente en Santiago, Buenos Aires o Asunción donde transitan sus personajes. Pequeños robos, confusas iniciaciones sexuales y una fuerte carga de marginalidad, hacen de esta una obra actual y a rescatar en el imaginario del continente. F.O.B. Oswaldo Reynoso
Los inocentes (Estruendomudo. Lima, 2008).
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as muchas maneras de abordar una historia, un relato, es quizás una de las mejores condiciones de la literatura, la amplitud de opciones provoca también sus mayores dificultades. Por eso, cuando se descubre un libro como este, breve, inteligente, conciso, que al mismo tiempo desentraña y ofrece personajes, un mundo completo y reflexiones y procedimientos narrativos que quedan dando vueltas en la cabeza, se confirma el verdadero placer de la lectura y es imposible no admirar la capacidad y certezas de una verdadera escritora. F. S. G. Sylvia Molloy
Desarticulaciones (Eterna Cadencia. Buenos Aires, 2016).
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ioleta Parra (1917 – 1967), es una de las grandes poetas y músicos chilenos del siglo XX. Poesía reúne su obra poética completa, con epílogos de Pablo de Rokha, José María Arguedas, Gonzalo Rojas, Pablo Neruda y Nicanor Parra. Es el mismo Nicanor quien en su célebre “Defensa de Violeta Parra”, sale al paso nombrando a su hermana como un manantial inagotable de vida humana: “Tú no te compras ni te vendes / Porque hablas el leguaje de la tierra / Viola chilensis”, y en más de una ocasión ha señalado, con orgullo, que de todos los Parra, Violeta es la más grande. Es impresionante el cariño y la identificación con que, cada vez, las generaciones más jóvenes ven en Violeta Parra su gran maestra, su hermana. Es que sin duda, junto a Gabriela Mistral, son las madres de Chile. T.M. Violeta Parra
Poesía (Editorial Universidad de Valparaíso Valparaíso, 2016).
Lea!
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n esta recopilación de artículos bajo la premisa de que la vida de un hombre no es completa si no ha conocido el amor, la pobreza y la guerra, Hitchens despliega no solo una feroz inteligencia sino que siempre lo hace con naturalidad, encanto y humor. Y nunca del lado fácil o políticamente correcto, con una pasión que contagia, omnívoro de temas. Tal como señala la ensayista de primer orden, S. Sontag: “Sus aliados, entre los que me cuento, disfrutamos con la precisión de su puntería. Que tiemblen sus objetivos.” O, como expresa ese gigante de la prosa inglesa actual, Ian McEwan: “Si Hitchens no existiera, habría que inventarlo”. Ya voy por el primer cuarto de su Autobiografía, Hitch-22, apenas terminé Amor, Pobreza y Guerra, definitivamente asumido como otro de sus fan que no descansará hasta leer todo lo que se traduzca de su portentosa e incisiva lengua qué como la de Martin Amis siempre está contra el cliché, del lado del amor a la sabiduría, aunque no sea el camino fácil o conveniente, porque la verdad nunca es tan obvia ni llana, blanca o negra. E. G. B. Christopher Hitchens
Amor, pobreza y guerra (Debate, 2014).
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os fanáticos de Raymond Carver, leen, releen, prestan y pierden sus libros. Comentan con entusiasmo algún cuento –por ejemplo ese inolvidable “Quién quiera que hubiera dormido en esta cama”- y no pueden acordarse en cuál de los cinco libros podría estar. Por eso, esta gran idea editorial de reunir en un solo tomo, de más de setecientas páginas, todos los relatos de Carver, incluso aquellos encontrados después de su muerte, se celebra como un acontecimiento que evitará confusiones y olvidos. F. S. G. Raymond Carver
Todos los cuentos (Editorial Anagrama. Barcelona, 2016).
nuevas lecturas
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Christopher Rosales. Canciones Espectrales. Novela, Abducción Editorial
Catalina Gré. Hacia otra orilla Poesía, Editorial Castor y Polux
Pablo D. Sheng. Charapo. Novela, Editorial Cuneta
Angélica Panes. Este pasar de cosas Poesóa, Edicola Ediciones
Maximiliano Andrade. Bonzo Poesía, Editorial Castor y Polux
Ernesto González Barnert. Cul de sac. Poesía, Editorial Pez Espiral
Floridor Pérez. Obra completamente incompleta Editorial Universidad de Valparaíso
Sergio Muñoz. Lenguas de humo transparente. Poesía, Ediciones Altazor
poesía,
Juan Cameron. Poemas desde el andén Editorial Universidad de Valparaíso
poesía,
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José Donoso Escritor chileno. Formó parte del llamado boom latinoamericano de los años 1960 y 1970. Nació el 5 de octubre en Santiago de Chile y falleció en esa misma ciudad el 7 de septiembre de 1996. Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1990. Es considerado uno de los narrados chilenos más importantes e influyentes del siglo XX. Su obra es reconocida en diversas partes del mundo, y cuenta con traducciones a numerosos idiomas. A continuación detallamos su extensa producción artística. Novelas Coronación (1957); Este domingo (1966); El lugar sin límites (1966); El obsceno pájaro de la noche (1970); Historia personal del boom (1972); Tres novelitas burguesas (1973). Contiene: Chatanooga Choochoo, Átomo verde número cinco y Gaspard de la nuit; Casa de campo (1978); La misteriosa desaparición de la marquesita de Loria (1980); El jardín de al lado (1981); Cuatro para Delfina (1982). Contiene los textos: Sueños de mala muerte, Los habitantes de una ruina inconclusa, El tiempo perdido y Jolie Madame; La desesperanza (1986); Taratuta/Naturaleza muerta con Cachimba (1990); Donde van a morir los elefantes (1996); Conjeturas sobre la memoria de mi tribu (19996); El mocho (póstuma, 1997); Lagartija sin cola (póstuma, 2007) Cuentos Veraneo y otros cuentos, 1955, contiene siete cuentos: “Veraneo”, “Tocayos”, “Fiesta en grande”, “El güero”, “Dinamarquero”, “Dos cartas” y “Una señora”; El charleston, Nascimento, Santiago, 1960; contiene seis cuentos: “El hombrecito”, “Ana María”, “El charlestón”, “La puerta cerrada”, “Paseo” y “Santelices”. Recopilaciones Artículos de incierta necesidad (1998); El escribidor intruso. Artículos, crónicas y entrevistas, (2004); Diarios, ensayos, crónicas. La cocina de la escritura, 2009. Diarios tempranos.Donoso in progress (2016). Poesía Poemas de un novelista (1981)
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JORGE LUIS BORGES Escritor argentino. Nació el 24 de agosto de 1899, en Buenos Aires, y falleció el 14 de junio de 1986 en Ginebra. Es considerado uno de los escritores más reconocidos del siglo XX. Entre sus numerosas obras se encuentran: El jardín de los senderos que se bifurcan. (1941); Ficciones (1944); El Aleph (1949) y La muerte y la brújula (1951).
ANTONIO GIL Escritor, académico, publicista y periodista chileno. Nació en Santiago el 9 de junio de 1954. Entre sus obras destacan los libros de poesía: Los lugares habitados (1982); Cancha rayada (1985); Mocha Dick (2006) y las novelas: Hijo de mí (1994); Mezquina memoria (1999); Circo de pulgas (2003); Carne y Jacintos (2010) y Apache (2014).
GONZALO ROJAS Poeta chileno, nació en Lebu el 20 de diciembre de 1916 y murió en Santiago el 25 de abril de 2011. Premio Nacional de Literatura de Chile 1992 y Premio Cervantes 2003. Entre sus libros de poesía destacan: La miseria del hombre (1948); Contra la muerte (1964); Oscuro (1977); Transtierro (1979) y Del relámpago (1981).
SEBASTIÁN SCHOENNENBECK Profesor, Doctor en Literatura de Universidad de Chile, Área Narrativa Hispanoamericana. Actualmente, es docente en la Universidad Católica de Chile. Ha estudiado la obra de José Donoso en diálogo con el orden y el espacio señorial, el siglo XIX en Hispanoamérica, los imaginarios teratológicos de la colonia hispanoamericana.
RAÚL RUIZ Cineasta Chileno, Nació en Puerto Montt el 25 de julio de 1941 y murió en París el 19 de agosto de 2011. Entre su obra destacan: Tres Tristes Tigres (Chile, 1968); Diálogo de exiliados (Francia, 1974); La hipótesis del cuadro robado (Francia, 1978); Las tres coronas del marinero (Francia, 1982); y Días de campo (Chile, 2005). JOSÉ BALMES Pintor español radicado en Chile. Obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas de Chile en 1999. Nació en España el 20 de enero de 1927 y murió en Santiago el 28 de agosto de 2016. SIGMUND FREUD Médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. Nació en Príbor el 6 de mayo de 1856 y murió en Londres el 23 de septiembre de 1939. LEILA GUERRIERO Escritora y periodista argentina. Nació en Junín el 17 de febrero de 1967. Como periodista y escritora destaca su labor en diversos medios escritos de Argentina, España y Chile. Algunas de sus obras son: Los suicidas del fin del mundo. (2005); Frutos extraños (2009); Una historia sencilla (2013). FERNANDO SÁEZ GARCÍA Escritor chileno, fue integrante del taller literario de José Donoso. Entre sus obras destacan las biografías: Todo debe ser demasiado, sobre Delia del Carril y La Vida Intranquila, sobre Violeta Parral; y las novelas: Aire Visible (1983 y reeditada en 2015) y La novela de Amanda Romo (2000), además del libro de cuentos Guantes Amarillos (2013).
CECILIA GARCÍA HUIDOBRO Periodista chilena, Profesora de castellano y Magíster en Literatura, Pontificia Universidad Católica de Chile. Es la actual Decana de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales, y gestora de las Jornadas Donosianas. Autora del reciente libro “Diarios Tempranos. Donoso in progress”, Ediciones UDP, 2016. DAVID BUSTOS Poeta y guionista chileno. Ha escrito alrededor de nueve teleseries y publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía: Nadie lee del otro lado (2001), Zen para Peatones (2004), Peces de colores (2006), Ejercicios de enlace (2007), Jardines Imaginarios (2010), Hebras Viudas (2011), Dos Cubos de azúcar (2014). Obtuvo el premio Municipal de Santiago el 2007. BRENO DONOSO Investigador y escritor. Estudiante de Sociología de la Universidad de Playa Ancha. Ha formado parte de los talleres de la Fundación Pablo Neruda en La Sebastiana y la Chascona, y del taller LEA en 2016.