5 minute read

Un caso sin importancia, Ocasión de rectificar, Preparación inadecuada

UN CASO SIN IMPORTANCIA, OCASIÓN DE RECTIFICAR, PREPARACIÓN INADECUADA

Un caso sin importancia

Advertisement

En su número pasado, La Nación explicó la historia de Chichihualco, según datos publicados en el Diario Oficial del Gobierno de México. Un pequeño pueblo del Estado de Guerrero, formado por agricultores, dueños, por compra hecha hace muchos años, de pequeñas parcelas, muchas de ellas no mayores de diez hectáreas. Un grupo artificiosamente formado, vigentes en su mayoría ni agricultores, ni vecinos del pueblo, ni arraigos en él por amor y por trabajo, solicitando ejidos. Un fallo agrario concediendo esos ejidos con afectación de las pequeñas parcelas de los vecinos del pueblo. Luego, una larga lucha fomentada por autoridades mezquinas e inhumanas para ejecutar ese fallo privando a los agricultores verdaderos de sus cortos patrimonios, imposibilitando el trabajo en la región, llenando de ansiedad y de luto, por repetidos, actos de violencia, los humildes hogares del pueblo. Una injusticia tan manifiesta y una torpeza tan extraordinaria, que el Gobierno federal tuvo que intervenir reconociendo la torpeza y la injusticia y declarándolo así expresamente, como fundamento

* Revista La Nación. Año I No. 45, 22 de agosto de 1942. Pág. 3. Firmado por Manuel Castillo.

1942

de un acuerdo que ordenó a la Secretaría de Hacienda a dar a los campesinos afectados una indemnización en efecto.

Ese es el caso. Tal vez uno entre millares de casos análogos que difícilmente llegan al conocimiento de la opinión pública; pero que desde hace años se vienen sucediendo con el resultado de un desastre para la producción agrícola nacional y de una interminable sucesión de dramas humanos que se expresan en aumento de la miseria en el campo, en dolores callados de viudas y huérfanos, en despoblación rural e incremento del proletariado urbano, en odios y rencores, en incertidumbre y desesperación.

Ocasión de rectificar

¿No muestra todo ello con hiriente claridad, la monstruosa situación en que el campo mexicano se encuentra? ¿No es este caso de Chichihualco, ocasión precisa para revisar a fondo un proceso que de tal modo desfigura y aparte de su fin la acción agraria que no es ya movimiento de justicia ni ha consistido el esfuerzo sistemático y genuino de mejoramiento, sino que constituye un régimen de injusticia, de ruindad, de incomprensión, de fomento de las formas peores de la presión y del metro político?

Desde hace muchos años, tal vez desde 1915, seguramente desde 1926, no ha habido en México quien se oponga haciendo excepción quizás de los políticos enriquecidos en la Revolución, a la formulación y a la realización eficaz, estudiar y adoptar ese programa. El Estado mexicano ha podido, sin trabas, estudiar y adoptar ese programa. Ha tenido tiempo y recursos para realizarlo. En lugar de ello, preso en una red de turbias complicidades, de interesadas ineptitudes, ha consentido o fomentado una acción puramente mecánica, destructora, inspirada en una falsificación de lucha, deliberadamente orientada a enredar y confundir los términos del problema, sin asegurar una clientela política, el control de una maquinaria de dominación que va desde los politicastros adueñados de los altos puestos de la administración, hasta los liderzuelos agraristas locales, violentos,

MÉXICO EN LA OPINIÓN DE MANUEL GÓMEZ MORIN 1940 - 1945. ARTÍCULOS

voraces, impunes. Arriba unos cuantos se disputan a la sombra del agrarismo, puestos de representación, de metro o de poder. A veces hasta la Presidencia de la República, y ellos tienen que tolerar a los miembros del siguiente eslabón de la cadena, senadores y diputados, gobernadores. Estos a su vez, necesitan corromper a las supuestas autoridades municipales que a su turno se apoyan en comisarios ejidales, en jefes de defensas, en esa fauna innumerable e inhumana de los pistoleros. Ni una sola idea. Ni un sólo ideal. Exacción, violencia, impunidad, metro económico y político, complicidad degradante, ruina y dolor de México y de los campesinos mexicanos, vergüenza nacional mal oculta por una propaganda falaz y costosísima.

Es tiempo ya de que esta situación concluya, de que se conozca la verdad. La verdad que conocemos individualmente todos los mexicanos; pero que no puede ser base firme de una acción colectiva eficaz, mientras no sea públicamente proclamada y sostenida. La verdad que es Chichihualco y otros millares de Chichihualcos despojados, enlutados, despoblados, merced a la cruel estupidez de una política agraria inhumana, irracional, contraria la Nación.

Reparación inadecuada

En Chichihualco, el Estado movido por la inocultable injusticia, intentó una reparación acordando el pago de una indemnización en dinero a los campesinos despojados de sus pequeñas parcelas. ¿Es esto justo, conveniente? ¿Puede traducirse, acaso, en los términos de una economía monetaria qué tiene sentido en otros sectores de la vida nacional, el drama de una economía agrícola en la que por ventura para México, la moneda es aún solamente instrumento subsidiario y lo que cuenta son pedazos de tierra, mazorcas, espigas, amor y trabajo de seres humanos, trabajo y amor incorporados en los frutos, en las tierras, en las casas de adobe y de paja, en el pueblo humildísimo, en la pobre iglesia, en el modesto paisaje que ha sido por generaciones escenario de fiestas y de sacrificios, esfuerzos y pasiones, de dolores y alegrías?

1942

Y esto es sólo en cuanto al reparto mismo de la tierra. Sólo en cuanto a la tierra que ya está cultivada. Queda aún, para pensar debidamente en el problema agrario, el ancho campo de las tierras no sujetas aún a cultivo, de las inmensas extensiones –tierras de nadie– de baldíos nacionales que son muchas veces más grandes que las zonas hasta hoy sujetos a cultivo. Queda el crédito agrícola. Y queda el mejor uso del agua y queda la asistencia técnica, el mejoramiento de los cultivos, del instrumental, de la maquinaria, de los métodos, de los aprovechamientos del campo. Y queda la organización adecuada, libre y eficaz, de los campesinos para la producción, para el almacenaje, para el transporte; y la industrialización, y la prevención meteorológica, y la lucha contra plagas y enfermedades, y la vivienda campesina, y la escuela rural, y un régimen de justicia y de seguridad en el campo. Y queda, en suma, no sólo intacto después de casi 30 años de sacrificios nacionales, sino terriblemente más complejo, todo el problema agrario que puede y debe ser resuelto el día que el Estado mexicano conozca y acepte su naturaleza, su responsabilidad, sus fines verdaderos y su verdadera función.

He aquí un objetivo concreto para la actividad constructiva que ahora más que nunca debe tener el Gobierno. Un objetivo que a la vez implica la realización de algunas de las más caras esperanzas del pueblo de México, y el mejor real esfuerzo de preparación para la guerra o para la paz, para la vida, en suma, de la Nación y para el cumplimiento de sus destinos.

This article is from: