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Baluarte, No intervención, Deserción

BALUARTE, NO INTERVENCIÓN, DESERCIÓN

Baluarte

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La defensa fundamental, la defensa única de las Naciones menores, son los principios. Ellas no pueden ni deben agobiarse bajo el peso de presupuestos gravosos de guerra, de marina, de aviación, de fortificaciones que siempre, aún siendo una carga aplastante para sus pueblos, resultan insignificantes frente al ataque de potencias mayores.

Si la tesis fue cierta hasta antes de esta guerra, más lo es seguramente, después de lo que esta guerra nos ha enseñado. Mucho más después de la bomba atómica. Y muchísimo más, después de que hemos visto la aplicación de ese otro elemento, de mayor y más cruel potencia desintegradora que la bomba atómica porque desintegra la conciencia social: la propaganda, el gente provocador, el gobierno pelele, la traición sistematizada y organizada.

El único Baluarte de las Naciones Menores en la vida internacional, como el único baluarte, también de la libertad, el orden, de la justicia y de la suficiencia en la vida interna, hoy más que nunca, son los principios.

* Revista La Nación. Año IV No. 202, 25 de agosto de 1945. Pág. 8. Firmado por Manuel Castillo.

1945

No intervención

México lo sabe. Y después de penosas experiencias de su historia, no sabe con conocimiento intelectual y con conocimiento en su propia carne, con conocimiento de todo su ser. No ha tenido, no tiene la posibilidad si quiera de otra defensa que no sea el proclamar y abrazarse a los principios esenciales que rigen la paz justa en la internacional y el orden libre, dinámico y fecundo en lo interno.

Abandonados, negados esos principios, ¿Cuál es la Barrera que puede alzarse, de orden material, entre las potencialidades inmensas de nuestro país y el apetito internacional? ¿Cuál puede ser la fortaleza que en lo interno salve las libertades de los hombres y de las mujeres de México frente a la voracidad siempre despierta de poder, de riqueza, de vergüenza?

Un Estado de Derecho el interno y un Estado de Derecho en la internacional. Ese es el anhelo, esa es la esperanza de México; esa debe ser invariablemente su bandera.

Y en lo internacional, la más concreta expresión de esa bandera se encuentra en los principios de no agresión, de no intervención, que son como la cara externa de la muralla qué en el interior se expresa en la fórmula positiva del derecho que cada pueblo tiene para resolver el mismo sobre sus propios destinos.

Resolver el mismo, conforme a su propia convicción, conforme a sus propias necesidades, conforme a su propio sentido del deber, conforme a su estilo de vida, conforme la conciencia de su propia misión. El mismo y no otros, y no conforme al deseo, o a la necesidad, Cuba la ideología, o al interés de otros.

Deserción

Pero desde hace años, México –o más exactamente, la falsificación de México que es el México oficial–, bien empeñado en rutas de deserción, en el abandono de lo más claro y mejor de su ser, en la negación de sus más vitales intereses. Porque sobre los intereses y el ser y la identidad del México real, de la Nación verdadera,

MÉXICO EN LA OPINIÓN DE MANUEL GÓMEZ MORIN 1940 - 1945. ARTÍCULOS

se han sobrepuesto la continuidad y el ser y el interés de un grupo mezquino que medra acampado sobre el México real. Y en vez de la austera e irrevocable adhesión a los principios salvadores en lo internacional y en lo interno, se ha erigido como norma el oportunismo de la complicidad y de la adhesión a las causas circunstanciales del momento. Quién deserta de los principios, se vuelve siempre esclavo de las circunstancias y servidor degradado de las ideologías.

Y ahora, en estos días, arrastrado por el declive fatal de su trayectoria de abandonos, México anegado abiertamente el principio capital de su única defensa posible como Nación, el principio de no intervención. Ese es el significado mortal que tiene el patrocinio oficial de México para la formación aquí, del llamado Gobierno Exiliado Español.

Independientemente de lo que desde otros puntos de vista importantísimos significa la formación de ese gobierno, para México, desde el más limitado punto de vista –limitado pero absolutamente vital– desinterés inmediato y directísimo, quiere decir que México se cierra la puerta para embocar en el futuro, contra siempre posibles agresiones extrañas, el principio inviolable de la no intervención; qué México destruye los muros de su único Baluarte y admite que, en el futuro, fuera de sus fronteras, otros sean los que juzguen cuál es el gobierno que le conviene, cuáles los programas, el estilo de vida y la misión de como pueblo debe tener.

Quedé señalada concretamente la grave responsabilidad de quienes así abandonan la fortaleza esencial de la Nación. Pero quede, también, constancia solemne de que no es el pueblo de México el que abandona el principio. El pueblo de México sigue abrazando a él y, con él y por él, a los más altos valores y a las normas más capaces de convivencia de los hombres y de las naciones.

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