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Artículos de lujo, Aumento de impuestos, El nuevo impuesto, Moneda
ARTÍCULOS DE LUJO, AUMENTO DE IMPUESTOS, EL NUEVO IMPUESTO, MONEDA
Artículos de Lujo
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En el desastre sin nombre qué es el manejo de la hacienda pública nacional en estos años (potencialmente cargados de ricas posibilidades para México y desperdiciados lamentablemente por falta de programa, por falta de imaginación, falta de aptitud técnica, por servir subordinación al apetito y al urgencia inmediatos), acaba de darse un paso que merece especial comentario: el establecimiento de un impuesto sobre compraventa de artículos “de lujo”.
Desde el punto de vista general, es obvio qué hace mucho tiempo el régimen fiscal necesitado una revisión. Una revisión para continuar ordenada y programáticamente la evolución técnica que en ese régimen fiscal se inició desde que fue creado el Impuesto sobre la Renta. Una revisión para poder cubrir con el impuesto la mayor cantidad posible del presupuesto, sin necesidad de acudir al sistema monstruoso y destructor de la falsificación de moneda para hacer frente a las erogaciones que realmente hubieran sido necesarias.
* Revista La Nación. Año IV NO. 183, 14 de abril de 1945. Pág. 10. Firmado como Manuel Castillo.
1945
En vez de una revisión cuidadosa, sistemática, ordenada, la Secretaría de Hacienda ha venido dando palos de ciego, poniendo en vigor reformas parciales, creando frecuentes contradicciones y deshaciendo, en vez de afirmar y complementar, la unidad del sistema. Y desde el punto de vista del ingreso, la Secretaría ha preferido, aún después de duplicar o triplicar el presupuesto de gastos, no hacer el incremento debido de los impuestos, si no acudir al camino más fácil de sacar billetes de la nada mediante el uso ilegítimo del Banco de México Hola apariencia del empleo del Crédito Público.
Aumento de impuestos
Nuevos impuestos debieron ser establecido desde hace tiempo; pero orgánicamente concebidos, dentro del sistema general, con la responsabilidad derivada de hacer sentir directa y claramente a los causantes, el crecimiento del gravamen requerido qué bueno que le contesto me siento para cubrir el crecimiento del presupuesto. Eso habría hecho que la opinión no pasará inadvertido se egresos fantásticos o innecesarios; qué, con grande beneficios nacional, la formación de los presupuestos hubiera tenido jerarquía, y su ejecución orden y control.
La Secretaría de Hacienda, en este punto como toda su actuación, optó mejor por el camino irresponsable, por el de las drogas heroicas. Insensibiliza al paciente y ha estado gastando lo que no era necesario gastar o lo que, siendo necesario, debió ser obtenido en el sacrificio de los contribuyentes; pero evitando que la Nación se dé cuenta del gasto indebido o del gravamen que el implica.
Por excepción, más por el ánimo de crear molestias innecesarias qué por el de obtener ingreso, movida por sectarismos ideológicos, la Secretaría ha creado impuestos como el de dividendos o se ha aferrado a sistemas que, tras su apariencia fiscal, no son sino ejecución de un plan totalitario de absorción de la economía por el Estado. En este último caso se encuentran, por ejemplo,
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todas las medidas incluidas dentro del régimen absurdo de aforos y subsidios, hecho exclusivamente para fomentar la creación de monopolios o imponer el control de instituciones oficiales o semioficiales sobre el aprovechamiento de los recursos naturales del País.
Pero la parte mayor de la diferencia entre los ingresos y los egresos, se ha cubierto con el uso indebido del Crédito Público, como el caso de los sobregiros o en el de las emisiones colocadas en instituciones de crédito oficiales o con su garantía de recompra.
De este modo, se ha inyectado morfina al pueblo de México para que crea que las alegres erogaciones hechas sin programa ni control, no le cuestan. De hecho le cuestan incomparablemente más que si se hubieran demandado de los causantes, de todos los habitantes de México, 30 o el 40% de sus salarios, rentas o ingresos de cualquier género.
Obviamente, la monstruosa política de sobregiros y de misión indebida de moneda, ha causado la inflación, ha sido una de las causas sustanciales del alza en el costo de la vida. Y si el costo de la vida ha subido más del doble, en realidad los mexicanos hemos sido obligados ya, por la increíblemente tonta y cobarde política de Hacienda, a sacrificar más del 40% de nuestros ingresos corrientes. Y eso solo por un efecto reflejo de las tonterías de Hacienda. Falta todavía el sacrificio que el pueblo de México debo hacer para pagar los alegres despilfarros que desde 1936, sobre todo, vienen haciéndose.
El Nuevo Impuesto
Ahora se dicta sin coordinación con un programa orgánico, el decreto que establece el impuesto sobre artículos de lujo.
Como todas las medidas de Hacienda desde hace años, el decreto parece redactado por primerizos, sin experiencia alguna ni en técnica fiscal y en técnica legislativa.
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Carece, desde luego, de definiciones. Graba la compra venta de alfombras y tapetes, de antigüedades, de aparatos cinematográficos o fotográficos, de aparatos de radio, de artículos de cristalería, porcelana, relojería, joyería e imitaciones; de artículos de tocador y belleza, de automóviles, muebles, pianos y pianolas; de objetos artísticos y de pieles de abrigo. Gran esfuerzo hicieron los redactores del decreto para determinar, cómo se ve, los artículos de lujo.
En cuanto al esfuerzo de definición, sus expresiones mayores consistieron en considerar como “de lujo” las alfombras “cuando su precio excede de $25 metro cuadrado”; en definir como “de lujo” los automóviles para pasajeros “que tengan precio superior a $8000; en considerar “de lujo”, también, “los jabones que valgan más de punto 75 centavos los 100 g” los ajuares -no se dice de cuántas piezas- “con precio mayor de $500”, y las piezas sueltas de muebles “que valgan más de $100 cada uno”; en estimar “lujosos los juegos y vajillas de cristal porcelana o imitación”, cuando su precio excede de $100 “el juego”, considerándose por lo tanto que si se trata de piezas sueltas, siempre que el precio de cada una de ellas sea inferior a $100, no se trata de artículos de lujo ni se causa el gravamen. De este modo una estupenda vajilla de porcelana China para 24 personas, con cerca de 1200 piezas, puede ser comprada, plato por plato, taza por taza, sin causar el impuesto, aunque el precio total pueda ser de más de $50000. Y una molestísima vajilla de queramos para el hogar de un empleado modesto, pagará impuestos por que costará $120.
La definición de objetos artísticos merece párrafo especial. Son, según el decreto, “los que tengan por finalidad el adorno o decorado de salones, habitaciones o despachos”. Un ramo de flores, dentro de este lenguaje técnico precisó del Secretario de Hacienda, queda dentro de la definición. y las cortinas de cretona floreada que la humilde señora de casa agrega a la ventana para alegrar la fría desnudez del cuarto, también están incluidas en la definición. Y el cajón vestido qué sirve a la joven para dar decoro a su recámara amueblada primitivamente, también está incluido por definición en el impuesto ¡y las
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cabezas vacías que adornan los salones principales de la Secretaría de Hacienda!
El impuesto se causa, a razón de 3% sobre los artículos dichos; pero hay que ver el papeleo pensado por los autores del decreto para disque controlar el pago. Quienes honradamente quieran cubrir el impuesto, tendrán que estar sujetos a tal cantidad de trámites, de requisitos, inspecciones, de visitas, que seguramente para ellos el costo de comprobación del pago será mayor que el monto del impuesto. Y seguramente para el fisco el costo de recaudación y de vigilancia será también incomparablemente mayor que el rendimiento del impuesto. En cambio, por todos los que da la puerta abierta para la evasión y el fraude fiscales. Una vez más la política hacendaria insiste en sus temas constantes: castigar, oprimir, vejar, hacer imposibles el trabajo o la actividad económica lícitos, y crear premios, estímulos para el mercado negro, para la subversión, para el fraude fiscal. Subsistituir el esfuerzo honorable y responsable para la especulación incontrolada y destructora. ¿Es esto lo que México necesita? ¿Qué medidas este tipo puede resolver los gravísimos problemas de ordenación de nuestra economía? ¿Así se va a hacer frente a las necesidades nacionales?
Moneda
Del mismo carácter, de la misma tendencia a sustituir el esfuerzo sincero con la apariencia irresponsable, del mismo propósito de oprimir y limitar el trabajo productivo para fomentar la especulación, es otra medida reciente en materia hacendaria: la de aumentar el depósito que los bancos deben tener en el de México para restringir las operaciones de crédito y con ello, dice Haciendo, reducir el momento de moneda circulante.
En estas columnas, desde 1943, reiteradamente denunciamos la conspiración del Secretario de Hacienda para romper los cauces de un sistema Nacional de crédito y derrumbar un régimen monetario estable y vigoroso. Durante varios años, frente a nuestra crítica, Hacienda sostuvo la conveniencia Nacional de
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“ampliar” anchamente los cauces de crédito y de crear signos monetarios nuevos. Lo sostuvo abiertamente. Lo sostuvo indecorosamente cuando con el apoyo indecoroso de vaqueros miopes o egoístas, torpemente destruyó el régimen de crédito construido en ardua labor de muchos años. Y con alegría irresponsable se lanzó el camino del sobregiro y al del estatismo dispensador de créditos a través de instituciones oficiales desviadas de su fin o expresamente creada para facilitar esa corrupción.
Pronto vinieron el alza de precios, intolerable aumento del costo de vida, y el mismo Secretario de Hacienda qué gritaba enfurecido contra los que oponían al desbarajuste monetario y de crédito, sin pudor; pero también sin eficacia, se lanzó a establecer controles y restricciones sobre el crédito, a prometer que no se harían más emisiones de valores públicos y a jurar sobre su kanemal eh leído y peor dirigido, que pagaría sus deudas con el Banco de México.
Ninguna de esas cosas ha tenido lugar. Ni se han suspendido las emisiones de valores públicos, Y sí ha pagado el crédito mal habido del Banco de México, ni, por supuesto, rotos los controles sistemáticos de un verdadero sistema crediticio, han podido reemplazar con eficacia esos controles las medidas disparatadas de restricciones que la Secretaría de Hacienda a dictar y qué, como siempre, sólo han sido útiles para contribuir el crédito legítimo y provechoso; pero no han afectado en un punto a la especulación inmoral y dañina de la Nación.
La nueva medida es otro ejemplo más de esta conducta. Y por supuesto, no restringida en forma alguna el exceso de moneda circulante. ¿Cómo va a restringir lo si la Secretaría de Hacienda directa o indirectamente sigue obligando al Banco de México a quedar moneda nueva?
Estos palos de ciego, esta conducta inorgánica y asistemática de Hacienda, puede explicarse mejor con el ejemplo que alguna vez hemos utilizado ya en esta página: hay un estanque, que es la economía nacional; a ese estanque a fluye en una tubería con agua limpia queda diez litros por segundo, y un caño con agua sucia queda mil metros por segundos. El tanque está por derramarse
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con inmensos perjuicios. Y el responsable, con grandes gestos de azoro, haces fuerzas por cerrar la estrecha tubería del agua limpia al mismo tiempo que abre a toda su capacidad el ancho caño de las aguas podridas.
Es cuando se revisan todos estos errores increíbles cuando aparece clara la razón profunda por la que los responsables de ellos suspiran por “la revolución social”, por la realización de un cataclismo que, entre las ruinas totales, oculta el resultado de su impericia, de su pereza mental, Jesús sectarismo primario y destructor.