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Aleluya, sí, Aleluya
¡ALELUYA, SÍ, ALELUYA!
Apartir del primero de julio, en efecto, “se observara una franca tendencia de baja en todos los valores”, “contamos con más de cincuenta” mil toneladas de maíz en Nayarit, recolectadas, inclusive, con la ayuda de elementos “del ejército”, y ese maíz será traído a la Ciudad de México, mediante un magnífico servicio “que permitirá la llegada de treinta carros diarios”. A principios de julio, “contaremos con cuarentena a “cincuenta mil toneladas de maíz en Tamaulipas. “Además, se han contratado en el exterior doscientas mil toneladas de maíz… la Nacional distribuidora tiene adquiridas en Estados Unidos “cuarenta millones de libras de manteca… “Por convenio con los Estados Unidos recibiremos “cincuenta mil toneladas mensuales de trigo canadiense, americano, australiano y argentino y “diez mil toneladas mensuales de harina”. Muy próximamente se iniciará un proceso de notable mejoría que “provocara el aumento del poder adquisitivo de nuestra moneda”. ¿No es todo esto bastante para que el pueblo de México se llene de júbilo? Claro que lo es. A regocijarse, pues, todo el mundo. Porque los datos antes transcritos, fueron dados para contento del pueblo de México por el señor
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* Revista La Nación. Año III No. 141, 24 de junio de 1944. Pág. 6. Firmado como Manuel Castillo.
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Secretario de Hacienda no se equivoca. Y si se equivoca, él no pierde. ¡Vivan las importaciones! Y, como dicen que gritaban los ignaros en un momento de abyección lamentable en España: “¡Vivan las caénas!
Dejada esta constancia de nuestra admiración y de nuestra disciplina de unidad nacional, acerquémonos un poco más lectores amigos, al examen de los datos que integran el panorama risueño del eufórico señor Ministro: “Contamos con cincuenta mil toneladas de maíz en Nayarit, recolectadas, inclusive, con ayuda de elementos del Ejército”. Cincuenta mil toneladas significan, aproximadamente, un dos y medio por ciento de la producción total de maíz de la época revolucionaria; quiere decir que hace falta cuarenta veces esa suma para alcanzar un nivel de producción que todavía es inferior no ya al mínimo de la producción potencial de México, sino al mínimo del muy sobrio consumo de maíz que hace el pueblo de México. Y con “las cuarenta o cincuenta mil toneladas adicionales de maíz que se producirán en Tamaulipas” según informó el Secretario de Agricultura a su colega de Hacienda, se llegará, cuando ese informe se realice, a un cuatro o cinco por ciento del mencionado nivel mínimo de producción insuficiente todavía para las necesidades. ¿Son estos datos suficientes para justificar la alegría? No, ciertamente.
En cambio sí es una nota optimista, la que informa de la ayuda de elementos del Ejército para la recolección de maíz en Nayarit. Magnífico. Ese nuevo tipo de colaboración alienta y fortalece. ¿Qué circunstancias la han impuesto? Los odiosos reaccionarios han de pensar que fue debida a la falta de trabajadores en el campo; pero no es eso, no es eso. Ya lo explicará el señor Ministro.
En cuanto a la afirmación implícita de que la producción nacional de maíz y de trigo no bastará para el consumo, no es nada nuevo. El señor Ministro sólo citó la producción de Nayarit y de Tamaulipas, como un pequeño botón de muestra de lo que podría hacerse aquí, si otros colegas suyos en el Gobierno quisieran cumplir como él cumple. No lo hacen; pero afortunadamente el señor Ministro de Hacienda está para suplir las deficiencias de los otros y por eso ha
MÉXICO EN LA OPINIÓN DE MANUEL GÓMEZ MORIN 1940 - 1945. ARTÍCULOS
contratado ya en el exterior doscientas mil toneladas de maíz, cuarenta millones de libras de manteca, diez mil toneladas mensuales de harina y cincuenta mil toneladas mensuales de trigo. No faltaba más. De algo han de servirnos, si no nuestras tierras, si las reservas que tanto sacrificio nos ha costado formar. Con ello, para pagar el valor de las importaciones, como dijo el señor Ministro gentilmente, “nuestra reserva en oro empezó a movilizarse”. ¡Al fin! Ya era una preocupación para el señor Ministro que la reserva no se movilizara. Empezó a movilizarse ya y saldrán de ella, aproximadamente, sesenta millones de dólares para pagar los artículos de primera necesidad que no producimos y que tendremos que importar este año. Suponiendo que el déficit de producción se cubra totalmente con lo que ahora vamos a importar, como el monto total de la reserva, según en otras ocasiones lo ha dicho el Ministro, es de 25,000,000 de dólares, la movilización integral de esa reserva durará cuatro años. Por cuatro años más, por tanto, podremos seguir en la deliciosa política económica actual, sin preocupaciones. Estamos tan solventes que podemos pagar al contado lo que necesitemos para suplir nuestra incapacidad de producir. Que produzcan los que no tienen reserva o los tontos que quieren aumentar o inmovilizar sus reservas. ¡Nosotros no somos de esos! A nuestro pesar se nos hizo una reserva que, además, “se había inmovilizado”. ¡Qué horror! Vamos a movilizarla mandándola para afuera. Quedamos, pues, en que las dos pruebas fundamentales de la situación bonancible de México, cuyos efectos esplendidos hemos de empezar a sentir desde el próximo primero de julio, consisten en que estamos importando subsistencias que aquí podríamos producir pero que para demostrar nuestra prosperidad no producimos, y en que estamos movilizando –es decir, mandando al extranjero– nuestras reservas que estaban muy incómodamente inmovilizadas. Mientras más importemos, en consecuencia, y más pronto echemos fuera o “movilicemos” la reserva, la economía nacional, según esa tesis, será más bonancible.
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Pero el jubiloso y optimista señor Ministro no se detuvo en los datos que antes dejamos consignados y brevemente comentados. Aseguró, también, enfáticamente, que han estado haciendo esfuerzos para que no crezca más el stock monetario. O dicho en palabras comunes, para que no se pongan más billetes en circulación. Curioso este señor Ministro que señala como un grande éxito lo que apenas es elemental cumplimiento de una obligación y que, además, no tiene empacho ahora en decir que se procura no aumentar la emisión de billetes y restringir el crédito, cuando con idéntica euforia hace muy poco decía –e invocaba supuestos argumentos técnicos para fundar su actitud– que lo debido era emitir billetes, aumentar los gastos públicos y “abrir anchos cauces al crédito".
En la misma línea de anuncios relativos a la reducción del exceso de dinero el señor Secretario afirmó que “lejos de pedir al Banco de México” anticipos, le entregará a fines de este mes cuarentena o cincuenta millones”. ¿Qué, no le habíamos pagado ya toda la deuda al Banco de México? El mismo Gobierno “no ha hecho emisiones” de bonos y continuó financiando las obras públicas con sus propios recursos. ¿Sí? Por ahí se han citado varias emisiones de bonos hechas después de la anterior promesa del Ministro; además, se sabe que continúa la corriente de crédito del Banco de México a instituciones oficiales; pero sobre todo, ¿acaso no se ha estado recibiendo el anticipo de impuestos que deberían causarse el año que entra? ¿Y cuál es el programa para suplir el próximo año esos impuestos?
Con un gran sentido de la ironía, y en vista de “lo bonancible de las circunstancias”, el Secretario de Hacienda dijo: “recomendamos a nuestro pueblo que conserve sus economías en moneda nacional, en el concepto de que podrá adquirir en breve aquellos artículos –los no indispensables– a precios más bajos”. A renglón seguido, como para fundar su graciosa recomendación, afirmó que las exportaciones de México habían creado hasta ahora un superávit en nuestra balanza comercial; pero que el aumento en las importaciones,
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provocará la salida de reservas. ¿Tiene esto algún sentido? O la prensa desfiguró las palabras del técnico, o esto se ha equivocado en los libros que debe leer. ¿Estamos bonancibles porque aumentará nuestras economías o el poder adquisitivo de nuestra moneda? Todas las casas del mundo han cambiado mucho; pero el cambio más sorprendente sería aquél en que la mejor situación de un país se expresara en aumento de importaciones y cesación de exportaciones!
Es que al señor Ministro le ha aterrorizado –siempre recuérdense sus viejas explicaciones sobre el exceso de dinero en el mercado– que aumenten nuestras reservas y que haya más posibilidades de desenvolvimiento económico de México. Por eso le alegra que las reservas se vayan; por eso, de un brinco pasó del inflacionismo agudo al deflacionismo; por eso, en vez de ocurrírsele que los recursos disponibles pudieran ser encauzados a inversiones productivas y de positivo servicio para el País, sólo ha pensado en hacer imposibles esas inversiones, en poner trabas al desarrollo económico y en seguir una risible y perjudicial política y de crédito a base de congelaciones y de topes no sólo ineficaces para el fin que él dice proponerse, sino resueltamente absurdos en un país en que sólo el crédito agrícola podría emplear varias veces las posibilidades de crédito que el señor Ministro ha congelado.
Pero todo lo anterior es de poca monta. Hay algo mucho más grave en lo que el Secretario de Hacienda declaró: las subsistencias que el Ministro va a importar, no serán ni distribuidas por el Gobierno, ni por sus urgencias responsables; el reparto de subsistencias se hará “entre miembros de las centrales”, Es decir, que el Gobierno nuevamente se pondrá, él mismo, a desviar a las organizaciones obreras de su misión y a alentar los factores internos de su disgregación moral, confiando a los líderes –que ya sabemos que nos son los trabajadores– la distribución de las subsistencias que se adquieran con el dinero público. Los campesinos y el resto de la población, por otra parte, quedan fuera del pensamiento oficial en este caso. ¿Hay alguna razón para proceder así, distinta del deseo de poner los recursos del pueblo en manos de los politicastros
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y liderzuelos para dar a éstos, a cambio de compadrazgos políticos, un medio más de fortalecimiento de su absurdo, desprestigiado y ahora tambaleante control sobre los trabajadores y sobre la población entera del País? ¿Aun el hambre del pueblo ha de usarse para los más mezquinos propósitos políticos? ¿A ese precio se compra la dudosa lealtad de los falsificadores de la representación obrera? Quizá este paso es uno de los más graves en la anarquía de la política social y económica actual. Con él se inicia un camino abominable, peor que el del abuso de la cláusula de exclusión; más cruel, más opresor que todos los que hasta ahora ha puesto en práctica el régimen; el de poner la posibilidad misma de adquirir las subsistencias indispensables, en manos de quienes no sólo no son capaces ni tienen responsabilidad para asegurar una distribución limpia, objetiva, libre, sino que por razón natural utilizaran esa posibilidad en aumentar su control sobre el pueblo necesitado. ¿El Gobierno acepta esta conducta anárquica de su Ministro? ¿Deliberadamente y a sabiendas la aprueba? O ¿es que se ha dado cuenta de las falacias, de las contradicciones, de la incoherencia técnica, del entreguismo político, de la conspiración social que hay en el pensamiento y en la conducta del Ministro?