9 minute read
Silva Herzog, burócrata en segundo Grado
SILVA HERZOG, BURÓCRATA EN SEGUNDO GRADO
Es muy vivo don Jesús Silva Herzog. Un “hacha” en materia de historia económica; pero sobretodo extraordinariamente vivo en materia de actualidad burocrática. Conoce bien la principal “debilidad”, que es una de las fuerzas del lamentable régimen mexicano; su constante dependencia de causas internacionales que pueden darle el apoyo de que no disfruta, y puede tener, ni se ha preocupado por gestionar en el pueblo mexicano. Y don Jesús, mi amor estoy conociendo esa debilidad, ha seguido la táctica de procurar servir a las fuerzas internacionales más que a los combatientes gobiernos que esas fuerzas patrocinan en México. Es así, un burócrata en segundo grado. Los gobiernos de aquí, nacen y mueren y son demasiado efímeros y a menudo están peleados unos con otros, Y quién con uno de ellos se liga verdaderamente, puede perder la chamba, la influencia y en ocasiones hasta la vida, al derrumbarse al gobierno de su predilección; pero quién se vincula a la mafia internacional, no corre esos riesgos, y los gobiernos locales más opuestos –pero todo similares en sumisión a la mafia–, seguir andando influencia, canonjías y poder a los agentes de esta porque. Queda pues,
Advertisement
* Revista La Nación. Año III No. 140, 17 de junio de 1944. Pág. 26. Firmado como Manuel Castillo.
1944
para tipos menores, esa burocracia de primer grado de curules, gubernaturas y otras posiciones similares. Don Jesús la desdeña. La usa y la aproveche; pero la desdeña. Compadrea con los gobernantes en turno y los utilizó; pero los desprecia y no cree deberles lealtad alguna. Está por encima de ellos. Es uno de los súperburócratas y sus “amarraderas” están más altas. De ello es buena muestra su folleto La Revolución Mexicana en Crisis, que empezamos a comentar en el pasado su número.
Después de hacer un resumen–¡Qué resumen!– de la Historia de México, Silva Herzog inició pollito analiza los problemas más principales de México. El agrario, el del petróleo, el de la minería. Habla luego de los ferrocarriles con la misma suficiencia crítica y con la misma mentalidad marxista: dice que los ferrocarriles nacionales están en críticas condiciones. La causa es que desde hace “algunos lustros sea subordinado todo a la política, a faltado a menudo competencia y honradez en los de arriba y disciplina y responsabilidad en los de abajo”. Sí don Jesús, eso es parcialmente cierto. Sólo parcialmente, porque como decían los contemporáneos de Hernán Cortés, a quien usted ha llamado “bandolero”, “la honradez y el agua de arriba bajan”, y ¡Cómo puede pedirse que las cosas hayan ido bien en los ferrocarriles cuando arriba sólo ha habido lo que usted sabe! Además, No es cierto que haya habido “indisciplina e irresponsabilidad en los de abajo”, si en el lenguaje marxista de usted, don Jesús, por “los de abajo” al entenderse los obreros auténticos. Ellos han estado y están dispuestos a trabajar con aptitud, con disciplina y con responsabilidad. Los irresponsables e indisciplinados e ineptos, han sido y son los marxistas “de arriba”: los líderes, los economistas como usted, don Jesús, los políticos del Gobierno. ¡Qué fácil es para ustedes, marxistas, confesar errores y abusos, hacer “autocrítica”, como ustedes dicen; pero inmediatamente buscar excusa, y buscarla en “los de abajo! Lo que falta en los ferrocarriles, y todo el mundo lo sabe, es limpieza y capacidad en “los de arriba”. El último viejo mecánico de una casa redonda, tiene más responsabilidad, más disciplina, más sentido de su dignidad como trabajador
MÉXICO EN LA OPINIÓN DE MANUEL GÓMEZ MORIN 1940 - 1945. ARTÍCULOS
y como hombre, que todos los líderes, administradores y políticos con quién es usted, don Jesús, ha estado y sigue estando asociado.
De la política de crédito, Silva Herzog sólo encuentra relevante que “se han fundado una serie (sic) de instituciones por medio de las cuales el Gobierno interviene en forma… decisiva en la vida económica”. Al estatista, al esclavo esclavizante, sólo le interesa eso: que el Gobierno intervenga en forma decisiva en la vida económica, porque eso mata la posibilidad odiosa de que haya hombres libres. En cuanto a la política fiscal, el señor Silva, actual empleado de Hacienda, sólo puede decir la tonta trivialidad, falsa además, de que en la Hacienda pública “se han realizado cambios en consonancia con las nuevas corrientes del pensamiento financiero contemporáneo”. Cómo los aforos y subsidios, por ejemplo, como el control de precios y la Nacional Distribuidora.
Terminada así la exposición histórica “a paso de oso”, y el análisis crítico de problemas fundamentales, análisis tan agudo, fino y exacto como el lector habrá visto, don Jesús entra a la segunda parte de su estudio, formulándose y contestando coquetonamente la que el llama “una pregunta fundamental… ¿Se ha logrado mejorar las condiciones de vida del pueblo mexicano?” “en nuestra opinión” –responde– “La respuesta es tímidamente afirmativa”, “algo se ha hecho; pero mucho menos, muchísimo menos de lo que hubiera podido hacerse”. “El nivel de vida del obrero calificado… se ha elevado un poco; se ha elevado un poco también la economía campesina en algunas zonas agrícolas; un número considerable de habitantes de las ciudades y de los campos, que tal vez –sin tal vez, don Jesús– forman la mayoría, no han aumentado su salario real, no han participado de los beneficios de la obra revolucionaria. En algunas regiones apartadas” –tan apartadas como Ixtacalco, por ejemplo, don Jesús, o Tepito o Santa Julia o la Merced–, “hay núcleos de población, que viven ahora cómo vivieron sus antepasados hace cincuenta, cien o trescientos años, sí nutrición apropiada, sin cultura y sin fe en los gobernantes. No se ha hecho lo que se debía y pudo haberse hecho, por falta de probidad, de patriotismo, y por
1944
sobra de codicia de no pocos de los encargados de la cosa pública, desde muy arriba hasta muy abajo, desde la Ciudad de México y las capitales de Estado, hasta el más pequeño municipio o centro ejidal. Ya se apunta nuestra opinión: el problema de México es ante todo un problema de honestidad”.
Con esta confesión general, que de todos modos precisa recoger porque es objetivamente cierta aunque sea subjetivamente insincera en boca de quién no sólo colaboró en el pasado sino sigue cooperando todavía con la “falta de probidad y de patriotismo”, comienza Silva Hersog exposición de la “crisis de la Revolución”. Rápidamente señala en el movimiento obrero “la falta de educación política y de una ética sindicalista que ha producido con frecuencia una retórica confusa, una demagogia desorbitada y actos absurdos que a la postre se vuelven en contra del mismo trabajador”. E indica, lo que es también objetivamente cierto, Cómo es indispensable que los “dirigentes del movimiento obrero, sean honorables e instruidos” y que el propio movimiento tenga sobre todo “un férreo espinazo moral”. ¡Curioso lenguaje en labios comunistoides!
Durante el gobierno del General Díaz, dice Silva Hersog sobre el problema de organización política de México, “hubo poca política y mucha administración. Al triunfo de la Revolución ocurre precisamente lo contrario, particularmente en los estados. Por regla general no se han puesto trabas a la libre expresión del pensamiento político ni a la organización de partidos opositores” –¿le parece don Jesús?– “pero invariablemente los candidatos triunfantes a la Presidencia, a los gobiernos de los estados y a las Cámaras legisladoras, han sido aquellos que han contado con la simpatía y el apoyo oficiales. Este sistema se perfeccionó desde que fue creado el PNR” –hoy PRM–, “buena parte de los gobernadores de los estados y hasta algunos ministros” –¿Ningún presidente, don Jesús?– “han sido políticos profesionales sin profesión o generales iletrados: y como sus amigos o favoritos, nunca personas de elevada talla, son con frecuencia los designados para desempeñar las altas funciones legislativas, aquí se encuentra la explicación de la modesta altura intelectual y del no muy elevado nivel moral
MÉXICO EN LA OPINIÓN DE MANUEL GÓMEZ MORIN 1940 - 1945. ARTÍCULOS
de los diputados en las provincias de y de buen número de los miembros de las Cámaras Federales”.
Otra confesión, no muy iluminante; pero que también precisa recoger. Y en ella apunta más la oreja de la consigna, pues ante los hechos de inmundicia política, descritos con “timidez afirmativa”, don Jesús dice: “el mal estriba en que a menudo las elecciones negativa”. Así, después de señalar la suciedad de la imposición constante, que inevitablemente produce ineptitud y corrupción, don Jesús no puede pensar que el remedio consistiría en que no hubiera imposición. Y con pietismo pueril, o más bien con picardía práctica, admite que la imposición debe seguir y sólo lamenta que “la selección sea negativa”.
De un brinco se eleva a consideraciones filosóficas sobre el momento presente, “las condiciones del sistema capitalista, han producido el totalitarismo y la guerra”, “la crisis económica ha ocasionado el descoyuntamiento de los viejos principios éticos y de la antigua fe en los destinos de los hombres”, “la humanidad se encuentra desorbitada y absorta, perdida en su propio abismo, sin rumbo y sólo con una esperanza nebulosa de salvación”, “el hombre ya no cree en los cambios de la ciencia para alcanzar su felicidad. Ahora se ha vuelto cínico o reaccionario, pesimista o simplemente amoral”. “Sólo unos cuantos varones de recia contextura ética, no se han dejado aniquilar por los acontecimientos; dudan de muchos de los viejos valores y con ánimo terco se afanan por descubrir la salida del laberinto”. ¡Qué bonito, don Jesús, eso de “esperanza nebulosa de salvación”, Y eso de “la vieja fe en los caminos de la ciencia para alcanzar la felicidad”, Y eso de que “los hombres se han vuelto cínicos y reaccionarios” y “sólo unos cuantos varones dudan de los viejos valores y con ánimo terco se afanan por descubrir la salida del laberinto!” ¿A quiénes se refiere usted, don Jesús? No, desde luego, alimenta mayoría de los mexicanos. Esa inmensa mayoría ha sabido desde siempre, desde que vinieron los primeros “bandoleros” franciscanos con el “bandolero Cortés”, que los caminos de la ciencia no son los de la felicidad; esa mayoría
1944
no “duda de los viejos valores” cuando estos son los valores eternos; no tiene “esperanza nebulosa de salvación”, pues sabe bien dónde está la salvación, en qué consiste y cómo lograrla. Suposiciones muy firme, particularmente en cuanto a la ética. Y la de usted también lo es, don Jesús, a su pesar, puesto que al hablar de “varones de recia contextura ética”, está usted admitiendo que hay un patrón, un paradigma no destruido de valores éticos. Los que “se han vuelto cínicos o reaccionarios, o simplemente amorales”, son esos “varones de recia contextura” A quién es usted se refiere: sus cuates, sus compadres, sus jefes, don Jesús; los que andan perdidos en “nebulosas” y “laberintos” porque carecen de valores; los que después de causar el fracaso técnico, la miseria económica, la desorbitación social, el desastre moral que usted describe, –y después de aprovecharse de ello– mandan a sus agentes a fraguar una nueva simulación: la de la “autocrítica”, la del falso golpe de pecho, la del arrepentimiento sin enmienda, sin rectificación y, sobre todo, sin restitución; sobre todo sin restitución. Ni del dinero, ni del poder.