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TEMA DEL ATÚN PARA VENEZUELA Y LA NECESARIA REAFIRMACIÓN HISTÓRICA DEL DESARROLLO ATUNERO VENEZOLANO

Carlos E. Giménez B. y Abelardo A. Riera F. - FUNDATUN - 22 de abril de 2024

INTRODUCCIÓN

A propósito de la participación de la Fundación para la Pesca Sostenida y Responsable de Túnidos (FUNDATUN) en el “Foro de Pesca y Potencialidades del estado Sucre”, organizado por la Cámara de Comercio, Industria y Producción de Cumaná, y en el reciente “Taller Conversatorio sobre las Organizaciones Regionales de Ordenación Pesquera (OROP´s) donde Venezuela participa”, organizado por el Ministerio del Poder Popular de Pesca y Acuicultura (MinPESCA), es bueno recalcar lo que se ha reiterado en otra multiplicidad de escenarios y es que “Venezuela es un país atunero”. Esta calificación deriva del hecho cierto que nuestro país ha logrado obtenerla por una amplia variedad de razones, las cuales se podrían sintetizarse en que:

  1. Somos un país con vocación de consumo de atún desde hace casi un siglo.

  2. Se desarrolló una flota pesquera atunera que ha sido competitiva para desarrollar esta actividad tanto en nuestras aguas jurisdiccionales, como en Altamar y en las aguas jurisdicciones de otros países, con el debido permiso o licencia.   

  3. Se construyó una plataforma infraestructural de apoyo a la pesca atunera de gran magnitud que incluía: astilleros, varaderos o diques secos, talleres de reparación de embarcaciones, de motores y de componentes necesarios para la actividad como redes, helicópteros, refrigeración, entre otros.

  4. Se constituyó una capacidad industrial sólida para la cadena productiva de transformación y colocación de productos orientada no solo al consumo directo en fresco y conservas de atún, sino que también incluía una parte para la cadena de Alimentos Balanceados para Animales (ABA), haciendo el debido proceso para harina y/o aceite de pescado.

  5. Se consolidó un importante capital de recursos humanos (supraestructura) en torno a la actividad, constituido por inversionistas, armadores, tripulaciones preparadas para las faenas de pesca, soporte humano en tierra para las actividades directas, derivadas y conexas a la captura.

  6. Se contó con la debida conciencia del sector oficial para apoyar políticas públicas adecuadas para esta actividad tan importante en el orden agroalimentario.

  7. Nos integramos, desde hace buen tiempo, a la gestión del aprovechamiento sostenido y responsable promovido desde las Organizaciones Regionales de Ordenamiento Pesquero (OROP´s) atuneras donde desarrolla sus actividades de pesca atunera, al haberse convertido en Parte Contratante de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (CICAA o ICCAT), de la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT) y el Acuerdo sobre el Programa Internacional para la Conservación de los Delfines (APICD).

  8. Se atendió al amplio, completo y detallado régimen jurídico internacional para la seguridad alimentaria, el acceso regular a alimentos suficientes, la conservación de las especies marinas extraídas, así como su aprovechamiento sostenible y responsable de los recursos que emana de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la cual forma parte del Sistema de Naciones Unidas y desde donde se emanan normas generales en materia pesquera a través de instrumentos como el Código de Conducta para la Pesca Responsable y otros importantes acuerdos en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar; también en atención y/o colaboración con otras organizaciones del sistema, como la Organización Marítima Mundial (OMI), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización Mundial de Comercio (OMC), entre otras.

  9. Consecuencia de todo lo anterior, logramos acumular “Derechos Históricos” como país a participar en las pesquerías de túnidos en la zona de Altamar (constituye el 54% de la superficie marítima), cuyos recursos son “Patrimonio Común de la Humanidad” y cuya utilización debe ser debidamente canalizada a través de convenciones multilaterales.

Si se suman a estas razones las ventajas competitivas y comparativas asociadas a la ubicación geográfica y al ser país productor de petróleo, tenemos todas las potencialidades necesarias para no solo decirlo sino serlo de hecho; sin embargo se debe prestar la debida atención para no comprometer la permanencia en esta actividad y tampoco abandonar lo que ha construido en el país en esta materia, que debería ser cada día más importante. No obstante, esta síntesis cobra mayor relevancia cuando la hacemos coincidir con los conocimientos necesarios, el camino recorrido y la gente que nos trajo a la actualidad.

ENTENDIENDO EL RECURSO

Una buena parte de los recursos pesqueros comerciales normalmente no se circunscriben exclusivamente a las aguas jurisdiccionales de un determinado país; pues ya sea como huevos o juveniles transportados por las corrientes o por cumplir un ciclo de viaje extremo, al ser depositados por sus padres en áreas de cría distintas al área de desarrollo y al área de apareamiento (grandes migraciones), se hace frecuente que compartan los espacios entre jurisdicciones de varios países distintos. Esta situación se hace más relevante y evidente en uno de los grupos de recursos comerciales más importantes del planeta como son los túnidos (también conocidos como atunes y especies afines) donde confluyen especies migratorias que se mueven por las zonas jurisdiccionales costeras de más de un país (transzonales), como algunos carites (del género Scomberomorus), con otras que transitan inclusive la Altamar (altamente migratorias), como es el caso de los atunes tropicales (de los géneros Thunnus y Katsuwonus). Esto le da sentido a aquella reflexión atribuida al Padre Sarmiento, a mediados del siglo XVII, que señalaba “Los atunes no tienen patria ni domicilio constante, todo el mar es patria para ellos. Son unos peces errantes vagabundos, que a tiempo están aquí y a tiempo están allí”, “Y si por imitación de los atunes, no se formaron las voces tuno y tunar, de la voz del atún o del Thunnus latino, no se puede negar que los vagabundos y tunantes son unos atunes de tierra, sin patria fija, sin domicilio constante y conocido, sin oficio ni beneficio público y, tal vez sin religión y sin alma…”, y que complementada con la frase de Gordon (1954), que señalo “la propiedad que es de todos es la propiedad de nadie”, permitiría concluir que ningún país puede señalar que tiene atún en sus aguas, sino que por sus aguas pasa el atún.

ENTENDIENDO LA HISTORIA

Vale la pena reflejar o recordar algunos hitos importantes de este proceso de evolución de la actividad atunera en el país; iniciando con lo ocurrido a mediados de la década de los cincuenta con la contratación de la embarcación palangrera “BOSSO MARU”, por parte de la empresa “Productos Mar” (actualmente AVECAISA), para actividades de exploración comercial; a la que se le unieron las naves “SHOYO MARU” y “ALTAMAR III” para 1959, con operaciones que llegaron hasta 1960.

No era Venezuela un país atunero y la materia prima la obtenía fundamentalmente de desembarques de flota extranjera, en cuyo caso se trataba de una importación. En el período posterior y hasta 1973, el país eleva su producción atunera por encima de las 2.500 ton. Al principio se trató de una salida para estabilizar en el tiempo la producción industrial de conserva y harina de pescado, agregando el rubro de conserva el atún a los de sardina y pepitona existentes.

A partir de 1975 se dan los primeros cambios importantes para la estructura de la flota atunera nacional. Se incorporan algunos buques del tipo cerquero, de empresa venezolana, al Océano Pacífico Oriental(OPO); sin embargo es a partir de 1979 cuando se inicia el desarrollo en esa zona y se comienza a instrumentar todo lo necesario para garantizar la permanencia en dicha zona. Para aquella fecha también se incorporan algunos cañeros a la zona del Atlántico Centroccidental; no obstante que, entre 1974 a 1979, decae la flota atunera palangrera.

La importancia que el país había ya le había dado a la actividad atunera impulsa políticas que inician cambios hacia un desarrollo sostenido de la pesca atunera. Se garantizaba el suministro de materia prima proveniente del Atlántico a través de una política de estímulo a través del combustible (1x1 y el 1,5x1- que significaba precio preferencial de combustible por el desembarque de cada kilogramo). En 1979, se establece la política de arrendamiento con opción de compra que permitió incorporar en el corto y mediano plazo, barcos de gran calado para la pesca de atunes. En 1983, fue puesta en vigor la Ley de Privilegios e Hipotecas Navales (Gaceta Oficial Nº 32820), que permitió dar en garantía hipotecaria, las naves pesqueras; ya que anteriormente solo era permitido la prenda naval en grado once. Estas políticas fueron fundamentales para la formación y consolidación de una flota atunera en el país.

Desde antes que Venezuela se incorporara a la pesca atunera, a nivel internacional, empiezan a firmarse acuerdos orientados hacia la conformación de comisiones multilaterales que apunten hacia el aprovechamiento sostenido de los recursos atuneros y de especies afines, con una visión de conservación a largo plazo. En ese entendido, Venezuela inicia los procesos de incorporación y en otras forma parte del origen de las comisiones internacionales que rigen el aprovechamiento de los túnidos en las aguas oceánicas en las que desarrolla su actividad; vale decir la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (CICAA o ICCAT), la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT) en el Océano Pacífico Oriental (OPO) y el Acuerdo sobre el Programa Internacional para la Conservación de los Delfines (APICD), también en ésta última área y dado que ejercía una pesca de atunes que involucraba a los delfines. La membresía a esas convenciones es lo que le ha otorgado a nuestro país Derechos Históricos de participar en las pesquerías atuneras en las zonas que rigen los acuerdos que dieron origen a las comisiones respectivas.

De las misma manera hay que señalar que nuestro país se transforma en un bien llamado país atunero por la progresión que en paralelo de la capacidad industrial instalada para transformación y distribución, por las crecientes instalaciones frigoríficas; sumadas las empresas prestadoras de servicios como: estiba, caleta, vitualla y reparaciones (menores y mayores) para las unidades pesqueras que lograron entrar tanto en el Atlántico Centroccidental como al Pacífico Oriental.

ENTENDIENDO A LA GENTE DEL ATÚN

El emprendimiento de la actividad atunera en Venezuela le corresponde en primer lugar a los empresarios, que asumieron el riesgo desde el comienzo y tuvieron la visión para ese tipo de emprendimiento. Por otra parte, al sector oficial, que entendió que era necesario dar respuestas de tipo normativo y legal que pudieran establecer la confianza en el país para ese desarrollo e inversión; que adicionalmente emprendió el desarrollo de infraestructura para las actividades de soporte como: el Puerto Pesquero de Cumaná, culminado en 1981, y la reactivación técnica del Puerto Internacional de Güiria, mediante el funcionamiento del varadero (syncrolift), instalaciones frigoríficas sub-cero, facilidades para avituallamiento, transporte y exportación/importación; que también supo acompañar a los armadores en los 90´s, cuando se originó una cierta aversión contra nuestras unidades para atravesar el canal y un tribunal marítimo utilizaba la llamada “vía expedita” para embargar las unidades, para hacer una exposición en la Asamblea Nacional de Panamá y permitir una mayor seguridad jurídica para la flota atunera venezolana que transitaba hacia el Océano Pacífico Oriental (OPO).

Aun cuando la lista de los emprendedores y personalidades venezolanas que lo hicieron posible es enorme, y ya se ha mencionado en textos previos (Giménez, 1990 y 2009), es sentida la necesidad de reiterar el agradecimiento a sus nombres; porque mediante su audacia, generaron ese gran aporte a nuestro país, como lo es el desarrollo pesquero atunero venezolano y la ganancia de los derechos históricos internacionales derivados.

ENTENDIENDO A FUNDATUN

La aparición de la Fundación para la Pesca Sostenida y Responsable de Túnidos (FUNDATUN) es el resultado de una respuesta institucional al desarrollo de la actividad atunera y, sin temor a la equivocación, ha sido de gran importancia tanto para el sector privado, que la creó y le otorgó las herramientas, como para el Estado, que a través de los sucesivos cambios en la administración pesquera la ha mantenido. Los resultados de la gestión resultan elocuentes: próximos a cumplir 25 años en la gestión del Programa Nacional de Observadores de Venezuela (PNOV), que mantiene junto a la CIAT el 100% de monitoreo de las actividades de la flota atunera venezolana en las aguas del Océano Pacífico Oriental (OPO) y que cuenta con el respeto internacional por sus altos estándares; adicionalmente se han desarrollado programas de formación de observadores, cursos para certificación y recertificación de capitanes y tripulantes, tanto en Venezuela como en el exterior; cuenta con el boletín mensual COFA convivencia pesquera, que es editado dentro de su Programa de Difusión de Asuntos Pesqueros y Ambientales, que se ha proyectado con mucha fuerza ante la opinión nacional e internacional, por tratarse de una publicación técnico-divulgativa, que ya supera los 24 años de publicación y que actualmente se está editando puntualmente; ha participado en diversos programas de investigaciones llevados adelante mediante acuerdo o convenios con universidades y otros organismos de investigación del país; que ha realizado actividades de investigación oceanográfica y pesquera en el marco de las compensaciones hechas mediante la Ley Orgánica de Ciencia y Tecnología e Innovación (LOCTI); adicional a que cuenta con reconocimiento y relaciones establecidas con reconocidas organizaciones multilaterales de ordenación atunera y pesquera en general como (CIAT, ICCAT y FAO).

En 2005, FUNDATUN se enorgullece de haber formado parte del Premio Margarita Lizárraga que la FAO otorgó al APICD en reconocimiento a sus “iniciativas exhaustivas, sostenibles y catalíticas” para la conservación de los recursos de las pesquerías atuneras del Océano Pacífico Oriental; las cuales incluía la implementación de los Programas Nacionales de Observación. El premio lleva el nombre de una excepcional mexicana de gran calidad humana y profesional, que fue quizás de las personas que mayor dedicación entregó al establecimiento de las normas para la pesca sostenible; siendo ella responsable meritoria del Código de Conducta para la Pesca Responsable y del cual deriva el nombre de la Fundación.

ENTENDIENDO LA ACTUALIDAD

Hasta inicios del 2000, con estructuras de apoyo en tierra (muelles, diques secos, frigoríficos, plantas procesadoras de lomos de atún y de conserva-harina), con facilidades de acceso y precio a combustible (por obvias razones al ser un país petrolero) y con una ubicación geográfica privilegiada para el acceso a los grandes mercados, Venezuela logró consolidar el sector atunero del país; sin embargo toda esa trayectoria no ha estado exenta de problemas, pues se ha entrado en una etapa de un constante deterioro de las ventajas competitivas del país. A nivel de flota se pueden señalar como algunas de las más importantes:

Ø constantes señalamientos negativos hacia la flota en esta actividad, tanto a lo interno como fuera del país, que se derivan de problemas asociados al combustible; los cuales van desde las precisiones de aprovecharse de la compra de combustible al precio que ofrece un país productor petrolero (precio ofrecido por igual a todas las actividades que lo requerían), a las de beneficiarse del comercio del producto por su bajo precio (tráfico de combustible) hasta llegar a las actuales carencias para el reaprovisionamiento para jornadas, sobre todo para ir a aguas tan distantes.

Ø envejecimiento de una flota que ya tiene sus años de servicio, con poca o ninguna renovación o actualización; lo cual repercute en la disminución de los días de pesca efectivos.

Ø deterioro de las infraestructuras en puerto, necesarias para la realización de una actividad de este tipo, como pueden ser la carencia de diques (varaderos) con las condiciones necesarias para la realización del mantenimiento a estas embarcaciones de altura que deben recorrer grandes distancias, entre otras.

Ø deterioro de los servicios portuarios en atraque y de los servicios de apoyo logístico que tienen que ver con la descarga, el aprovisionamiento y el avituallamiento de embarcaciones para cubrir las jornadas de pesca.

Ø marcado retroceso en cantidad y calidad de las infraestructuras de procesamiento de este producto, para la producción de enlatados, harinas y aceites, y de almacenamiento refrigerado, que permite la armonización entre los requerimientos de esas industrias y los tiempos de descargas de la flota; esencial para liberar al barco de la totalidad de su carga una vez en puerto y no tenerlo retenido por ello. Adicional a los problemas propios que deben sortear esta industria respecto a servicios, materiales e insumos de producción (electricidad, combustibles, lubricantes, hojalata, transportes, etc.).

Ø La excesiva cantidad de trámites y controles, adicional a la participación de múltiples entes de fiscalización; lo cual dificulta el desempeño efectivo de la actividad, ya sea porque no tienen mecanismos ágiles de tramitación y/o por carecer de instalaciones locales y descentralizadas, implicado traslados para gestionarlos.

Ø retroceso en cantidad, calidad y/o regularidad de la participación en los foros y reuniones internacionales de pesca, como son los Organismos Regionales de Ordenación Pesquera (OROP´s) y otros organismos del Sistema de Naciones Unidas que abordan la temática pesquera.

A nivel de procesamiento y distribución, la capacidad instalada para la producción de conservas de productos del mar (sardina, pepitona y atún) es aun de buenas proporciones, no así la capacidad operativa; a ello se suma la problemática de la distribución de productos ocasionada por problemas de movilidad, derivados del combustible y controles en el traslado de mercancías. Es necesario garantizar los insumos y servicios para los eslabones de la cadena de transformación y transporte; como servicios básicos confiables y continuos (agua, luz, etc.), capacidad frigorífica y servicios relacionados, hojalata suficiente (como un producto nacional terminado de Siderúrgica del Orinoco  - SIDOR C.A.), talleres de reparación, servicios de suministros de materias primas, de provisión de equipos y repuestos necesarios, mano de obra calificada para atención, servicio y mantenimiento, entre otras.

EN CONSECUENCIA DE LO EXPUESTO SERÍA CONVENIENTE RECALCAR que la problemática se supera con la implementación de una gerencia y ordenación adecuada, en manos de personal profesional capacitado y conocedores de las materias específicas de una actividad tan compleja; sobre todo integrados con todos los actores del sector atunero, actuando en conjunto y de manera coordinada, trabajando centrados en el OBJETIVO PAÍS por delante, consensuando soluciones (más que imponiéndolas) y atendiendo a las siguientes premisas:

  • Reducir la flota atunera venezolana, tanto en Atlántico Centroccidental como Pacífico Oriental, es contrario a nuestra calificación de país atunero; por lo que se debe trabajar de forma mancomunada entre sector público y privado para que Venezuela siga siendo país atunero.

  • Hay que revisar la actual capacidad de descarga en nuestro país para garantizar que Venezuela siga siendo país atunero.

  • Se debe atender y gestionar, ante las organizaciones pesqueras a las que pertenecemos y los países que las integran, las mejores facilidades en materia pesquera para nuestra flota de altura y gran altura para garantizar que Venezuela siga siendo un país atunero.

  • Se debe ser celosos con el cumplimiento de los compromisos económicos adquiridos, como el pago de las cuotas/membresías para la participación en las OROPs, a efectos de garantizar que Venezuela siga siendo país atunero.

  • Todos los actores de la actividad atunera de captura deben sincronizarse con los actuales lineamientos de la pesca sostenida y responsable que se emanan de las OROPs y de los órganos del Sistema de Naciones Unidas, a los efectos de evitar ser incluidos en la lista de países que no cumple con las obligaciones de combatir la Pesca Ilegal, No Declarada y No Reglamentada (Pesca INDNR), y Venezuela siga siendo un país atunero.

  • Todos los actores de la actividad atunera, no solo de captura, debe actualizar su participación gremial a todos los niveles; debido a lo complejo y dinámico que son las normas de participación en pesquerías internacionales y de esa forma contribuir a garantizar que Venezuela siga siendo país atunero.

FUENTES DE INFORMACIÓN:

Giménez C. (1990). “El atún: base cierta de una actividad industrial”. Editorial ITALGRÁFICA, Caracas-Venezuela. 160 p.

Giménez C. (2009). “El Atún: la actividad atunera en el contexto de la pesca mundial y venezolana”. FUNDATUN. Caracas-Venezuela. 376 p. ISBN 9803902202

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