Ediciones FUNDECEM / Paisano no 10

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de

revista

POESÍA

Paisano

Víctor Valera Mora William Osuna Vicente Gerbasi Gilberto Ríos Gustavo Pereira Ramón Palomares Gelindo Casasola

Maravilloso país en movimiento


Maravilloso país en movimiento En Mérida, en los alrededores de la Avenida Urdaneta, hay varias casas de línea y figura similares a las de ciertas construcciones del centro de la ciudad; el ojo reconoce en todas, si no una misma manera, sí un mismo estilo. Recuerdo la primera vez que entré a una de aquellas construcciones: un amplio ventanal abierto al este dejaba entrar la luz de la mañana; al fondo, y también a la izquierda, una delicada escalera en curva se abría desde el primer piso como una cascada hacia la sala. ¡Qué manera de resolver un espacio doméstico! –pensé- ¡Lo que hace un arquitecto! Algo parecido ocurre con los poetas. No es lo mismo decir que Venezuela es plural y diversa, a llamarla, como hace poderosamente el Chino Valera Mora: ¨Maravilloso país en movimiento, donde todo avanza o retrocede, donde el ayer es un impulso o una despedida…¨ Poema vital y síntesis que debería figurar en todos los textos escolares y todas las antologías nacionales: una perla a la espera de que despertemos a ella. Un amigo fotógrafo nos propuso que revisásemos el texto de sala de su exposición en Atenas. Es un proyecto hermoso, lleno solamente de fotos de Venezuela, cada una distinta de todas las otras. Cada foto está montada en una pieza rotatoria que parece asignarle una hermana o compañera, todo en una especie de marco de romanilla. El espectador o participante gira las manivelas del marco y ve las fotos ocultas y oculta las fotos visibles. Cada marco permite componer distintos collages. Le dijimos sin pensar mucho: -John –ese es su nombre- el texto de sala está muy bueno, pero hay mucha poesía venezolana que puede acompañar esas fotos, sugerir maneras de juntarlas-. En una tarde hicimos una selección de poemas y se la enviamos. Antes de terminarla nos topamos con el poema Maravilloso país en movimiento. Fue como leerlo la primera vez. Se lo enviamos inmediatamente por teléfono, con la sugerencia de nombrar así la exposición, que parecía pensada y construida a partir del poema del Chino. Terminó llamándose así Khora in Kinesis: País en movimiento. Ahora las palabras y la sensibilidad del Chino resplandecen en Atenas, en griego. Lo que sigue es una selección de poemas acerca de Venezuela o sus regiones, escritos por poetas venezolanos contemporáneos, es decir, por poetas que comenzaron a publicar en la década de los sesenta. Hay una excepción: Vicente Gerbasi. Su empatía leopardiana con la luz díafana del mediterráneo y los recuerdos de la niñez, es sólo superada por su deslumbramiento ante el verdor y la vitalidad del paisaje de Venezuela. Componen el resto de la selección poemas de Gustavo Pereira, Ramón Palomares, William Osuna, Gilberto Ríos y Gelindo Casasola, para cerrar con otro leopardiano. La selección se basó en el recuerdo de lecturas y en los libros que teníamos a mano. No pretende ser rigurosa ni exhaustiva. Pretende, eso sí, mostrar cómo los poetas contemporáneos venezolanos han escrito mucho y muy bien acerca de su país y de su entorno. Cómo lo que ahora algunos llaman diversidad cultural y diversidad biológica figura en estos poemas, aparentemente crípticos, íntimos y primeramente formales. Las llanuras, las montañas, las selvas y el mar, los hombres, las mujeres, los niños y sus ciudades, los atardeceres y las flores en materos de lata, en fin, todo lo que cabe en la palabra geografía, figura en estos maravillosos poemas. Chemané Arias Rodolfi, Mérida, 2017. Chemané Arias Rodolfi. Nacido en Tucupita, actual Estado Delta Amacuro, en septiembre de 1978. Historiador del Arte y la Arquitectura. Trabajó durante dos años en Egipto fotografiando los monumentos de El Cairo. Ha impartido clases universitarias en Arapuey, Nueva Bolivia, Ejido, San Cristóbal y Mérida. Autor de los libros de arquitectura La Iglesia de San Miguel de Boconó y su retablo mayor y Matemática y belleza en la Arquitectura de Hassan Fathy, además del poemario Postrera sombra blanco día. Actualmente forma parte de Encayapa, colectivo dedicado a aplicar técnicas constructivas de la arquitectura tradicional de Venezuela. Es tutor del Programa de Estudios Abiertos de la Universidad Politécnica Territorial de Mérida.


Maravilloso país en movimiento Maravilloso país en movimiento donde todo avanza o retrocede, donde el ayer es un impulso o una despedida. Quien no te conozca dirá que eres una imposible querella. Tantas veces escarnecido y siempre de pie con esa alegría. Libre serás. Si los condenados no arriban a tus playas hacia ellos irás como otros días. Comienzo y creo en ti maravilloso país en movimiento.

Víctor Manuel Valera Mora. (Valera, 1935 - Caracas, 1984). De vivir tendría 82 años. Es uno de los grandes poetas venezolanos del siglo XX. Activo militante de la izquierda. Su libro más importante es Amanecí de bala, con ilustraciones de Carlos Contramaestre. La mujer, el erotismo, la ciudad, los objetos y la vida cotidiana, las luchas sociales, la historia son algunos de los temas de la poesía del Chino, manejados en un maravilloso lenguaje que todo lo amalgama y todo se lo lleva por delante.

VÍCTOR VALERA MORA

(Canción del soldado justo, 1961)


SELECCIÓN POEMAS DE CARACAS Epopeya del Guaire El río Guaire tiene malos modales, cuando va en los autobuses nunca le cede el puesto a las parturientas, se sienta primero que las damas, en los entierros grita más alto que las viudas, dice impertinencias del muerto, cuentos de los otros ríos. A mí que no me nombre, dice el Orinoco, no fue grumete en La Invencible ni pudo unir sus aguas a los siete mares de China. Los indios lo taparon con concha de totuma para que los españoles no se lo bebieran. No se parece a los ríos de don Jorge Manrique. La mar océano no lo soporta; respecto a él filosofa como un sabio chino: “Un río que no sabe morir es un golfo” ¿Quién lo maleó? No lleva doblón, ni sencillo, ni baúl de pirata en sus dominios. Tampoco rabo de tigre, tiene la carne peluda.

WILLIAM OSUNA

No trabaja, no canta. Se monta en un perol de leche o sobre el capó de un carro a mirar los colores de la ciudad: es un río que contempla, no para que lo contemplen. Tan pobre: si la luna de los amantes se atreviera a conversar con él ningún puente la aceptaría; que no le vaya a pelar los ojos a la laguna negra, el poeta Acevedo sería capaz de encerrarlo en un soneto. Bronca de ríos y que hermanos. No me meto en esos líos familiares. Así me enseñaron en la escuela. No es mi problema. Por el camino que da a la selva, donde se gesta un remolino de caimanes; y el árbol de caucho brilla como un estuche de precioso bisturí, Andrés Mejía le fue


a meter chirimbolos del Guaire al Magdalena: el Magdalena tan reilón con sus dientes de oro y muelas de esmeralda lo dejó beber ron durante tres días. No le paró. Lo emborrachó, le silbó una cumbia, un bambuco. Y así se lo envió al Motatán, metido en un guacal de manzanas para la casa de Hermes Vargas. Cuentos de Andrés. Más sabe Andrés por Andrés que el Magdalena y sus pedrerías. La flor fétida, el aceite de las refinerías, la garcita urbana y una nevera desportillada son cifras que acompañan. En algunos casos el sol es un golpe de espuelas contra las aguas revueltas.

En mi infancia yo quería al Orinoco. En ese cruce había un araguaney, donde se enlazaban los gatos, que lo miraban a uno con sus ojos de oro. El viento corría por ahí: hablaba como duro cartón. Bajaba gruesa neblina por La Puerta de Caracas. Todos los autobuses pasaban de largo y se metían al cine. Mi infancia que tenía más colores que los de un poeta de provincia en su provincia, no distinguía las aguas, todas eran iguales. (San José Blues + Epopeya del Guaire y otros poemas, 2003)

WILLIAM OSUNA

El río Guaire es mi amigo. Yo le pido la bendición. Él es como un burrito indómito que atraviesa la ciudad cargado de botellas vacías: ningún río de las Francias y de las Alemanias se le compara. Está enamorado de la quebrada de Catuche. Qué amores Intercambian bacinillas detrás de los estacionamientos, si los vieran. El Dumbo Márquez no lo quiere: su Harley Davidson se ahogó en sus aguas. Yo sí lo quiero, no es como el Orinoco que se alimenta de músicos; se tragó toda una orquesta, y las cartas de amor de Argenis Daza Guevara; y si no quería cantar y amar, ¿por qué lo hizo? Qué desperdicio. Tan pedante.


Santa Rosalía – La Parroquia Legendaria es Vuestra Hospitalidad Solo que De vez en cuando Vuelan Botellas vasos y cuchillos En un éxtasis deslumbrante En una breve herida La noche Se sacia. (Antología de la mala calle, 1990)

WILLIAM OSUNA

Barrio Largas aceras hileras de casas línea de cal que sigue al pie del cementerio piedra negra para cantarte en elegía si hay elegía calle donde rebotaron nuestros batazos pared pintada de rojo para que renuncie el de la soga puño sobre puño para escoger los mejores fiesta de los de abajo Barrio Barrio perdoná si al evocarte voy más a risa que a lagrimón la palabra límite viene y nos mira pasaste en el derrumbe eres el brazo norte de una autopista el nombre de Araña que no conocemos fábula de amor que concluye entre latas de aceite y latas de refresco. (Antología de la mala calle, 1990) William Osuna. Nació en Caracas en 1948. Es autor del famosísimo poema Epopeya del Guaire, parte de una obra que incluye los títulos: Mas si yo fuera un poeta, un buen poeta (1978), Antología de la mala calle (1990, 1994, 2002), San José Blues + Epopeya del Guaire y otros poemas (2003). Dirigió el Taller de Poesía del CELARG. Es Premio Nacional de Literatura en el año 2006. Caracas, el beisbol, y el erotismo son sus grandes pasiones, vertidas en un lenguaje a la vez onírico y callejero de gran belleza.


SELECCIÓN POEMAS DE ZULIA / AMAZONAS Región de Venezuela Tierra de escarabajos de luna, sola de palmeras dispersas en una leyenda oscura, profunda de aguas astrales, espacio de brujos que ven el azul de la madrugada en los ojos de una culebra escondida en los helechos.

(Retumba como un sótano del cielo, 1977)

Mi alma se mueve lentamente verde en la lluvia de la selva que gira con las orquídeas pálidas. Tiene lumbre de piedra preciosa en los ojos de la pantera tensamente recostada sobre una roca de cuarzo que brilla con el relámpago profundo de hojas. El alma, con el trueno, retumba como un sótano del cielo. (Retumba como un sótano del cielo, 1977)

VICENTE GERBASI

Selva


Luces de Selva Gotas de rocío iluminan orquídeas del amanecer. La selva que murmura y canta en el azul de los sentidos. Aves vuelan. En jardines fluviales. El día vuelve a nuestro encantamiento con el sol entre árboles de oro.

III En el viento de la lluvia el relámpago ilumina fantasmas vegetales de la noche. Se abren y se cierran las puertas de las horas. Vago solitario en la eternidad.

VICENTE GERBASI

(El solitario viento de las hojas, 1989)

Vicente Gerbasi. (Canoabo, 1913 – Caracas, 1992). Poeta, diplomático, editor. De padres italianos, es autor del célebre poema Mi padre, el inmigrante en el que en un lenguaje y simbología novedosas explora los grandes problemas del hombre, y el paisaje de Italia y Venezuela. Miembro fundador del grupo Viernes en 1937. Premio Nacional de Literatura en el año 1969. Fue director de la Revista Nacional de Cultura por muchos años.


Lago de Maracaibo

En las pandillas mortales y ciegas de la tecnología en la distorsión siniestra y aviesa astro negro de los medios de comunicación Entre gaiteros pendencieros de El Saladillo y El Empedrao constreñido por cábrias petroleras en el cielo del Lago de Maracaibo (Cuaderno de poemas, 2009) Gilberto Ríos. (Maracaibo, 1936 – Mérida, 1998). En enero de 2017 cumpliría 81 años. Poeta merideño que publicó un solo libro en vida: Los Wendall dulces parientes de la luz. Se dedicó, entre otros asuntos, a no ganar ningún premio, ningún reconocimiento, a no recibir homenajes. Su total desprecio por los convencionalismos de los sistemas artísticos y culturales era solo pureza, como evidencia su poesía delicada y cortante. En 2009 se publicó Cuaderno de Poemas que recoge poemas inéditos.

GILBERTO RÍOS

En los caminos de Sivan a la sombra de los cerezos en flor impávida a la merced de los improvisadores de oficio


SELECCIÓN POEMAS DE COSTA / MAR

VICENTE GERBASI

Con el mar Si alguien me llama digan que no estoy. Ando por las olas del mar, sí, ya de noche, por ese mar de hojas de luna, por el sonido con que embrujé el mar, por la lejanía en el sonido marino del mar. Si alguien me llama digan que estoy solo con el mar. (Los oriundos del Paraíso, 1994)

El viento que eriza la piel del agua El viento que eriza la piel del agua El pedazo de madera húmeda que flota El cangrejo en la hendija de los peñascos a pleno sol ¿Son el lenguaje que siempre he esperado La respuesta que nunca quise oír?

(El libro de los somaris, 1974)

Gustavo Pereira

Las lluvias llenan todo de soledad Mi cabaña de playa es asediada por los vientos del norte De noviembre a mayo es la temporada de los grandes vientos Pero después vienen las lluvias y llenan todo de soledad En los rincones húmedos buscan refugio las alimañas y las arañas Se esconden de los truenos y de las furias del cielo El piso de madera se llena de manchas como países y yo me lleno de temores y presentimientos.

(El libro de los somaris, 1974)

Gustavo Pereira. Nació en Margarita en 1940. Será recordado como creador del somari, forma poética original emparentada con el epigrama, el proverbio y el koan. Es el autor del Preámbulo de la Constitución de la República Bolivarina de Venezuela. Premio Nacional de Literatura en el año 2000. Además de haber escrito parte de la mejor poesía venezolana de los últimos 50 años es autor de libros como Costado indio (2001) e Historias del Paraíso (2015).


Poema en torno a un marinero Recuerda, Luis Camilo. Recuerda aquel domingo que llegué a tu casa, soltero al sol, lleno de voces fáciles, voces silenciosas, casi de amigos íntimos. Tal vez el mar se nos quedó muy lejos (ahogado en algún rincón del mundo) Recuerda que sentimos al mismo tiempo nuestra propia distancia. El mar marino con los hombros cansados de torres petroleras. Torres de acero frío, acero coronado de botas y fusiles. Las torres petroleras no cantan, Luis Camilo. No pueden cantar. Escupen, escupen sombra, latigazos que nos llagan el alma.

Vivo despellejando el horizonte, gritando fuertemente al oído del hombre, al ojo de la tierra: -¡Este poeta es pulso y sangre enarbolada, potro crepuscular viene del mar en llamas a galopar el viento! No pasará la muerte mientras siga tu canto rompiendo todo parque sin luna, toda mirada triste y escapada en este golpe de sal a las espigas, el folletín bancario, llamado “casas muertas”, este sueño de cuentos infernales. Nos abrazaremos en el camino más ancho de Venezuela y hablaremos de marinos. Marinero.

(Canción del soldado justo, 1961)

VÍCTOR VALERA MORA

No hablamos de pescadores saliendo de la vida con grandes canastos llenos de peces de velas marinos. Tan sólo lloramos en silencio, silenciosamente con vergüenza homicida. Hoy en el pelo sufres las terribles paredes donde tu voz y tu familia habitan, difícil para tus ojos de Porlamar errante, para tu verso estibador de antiguos camaradas. Lanza de luz, es tu sonido gaviota en pie de guerra. Limonero del mar, hortelano cantor de vuelo y roce. Tu corazón, esquila y alborada, abriendo todos los párpados caídos.


SELECCIÓN POEMAS DE MÉRIDA / ANDES

GILBERTO RÍOS

Afuera el río Afuera el río súbitamente incontenible al látigo de la lluvia y la tempestad indomable herido y soberbio ruge y tengo frío y me acerco a la ventana mas la noche resplandece infinita y espléndida y el vientre del viento estrecha bajo las estrellas y sobre los picos de la Sierra Nevada del cieno al oro mi plumaje

(Cuaderno de poemas, 2009)

La ciudad de las palomas

GELINDO CASASOLA

Con labio de nieve toco tus rosas y las veo volar volando. Ciudad de las palomas murmurantes me arrastro a besos sobre tus senos altos de águilas arrebatado de amor como un ciervo. Tan brillante duermes cuando la aurora blanca te levanta te iza a los cóndores del sol para que te lean sus lenguas y yo recostado a ti apasionado busco tus ojos ventanales tu monte de Venus cubierto de pinos. ¡Oh, bosques que al crepúsculo llamean! y deshecho te entrego las uñas en las piedras de los ríos que van hacia ti. Hierve tu boca rumorosa y las águilas no conocen de amor más esférico. El iris se cubre de montañas y sabes a granadas ciudad de las naranjas ciudad de las naranjas

(El Honguero Apasionado, 1979)

Gelindo Casasola. (Udine, 1956 – Mérida, 1980). Publicó en vida el libro de poemas Pasturas, además de poemas sueltos en periódicos y revistas. Formó parte del grupo de jóvenes poetas merideños vinculados a la revista Laurel, movimiento en espera de mayores estudios. El éxtasis en la naturaleza, la musicalidad de la frase, la violencia de las imágenes y la serenidad subyacente caracterizan su hermosa poesía.


Ciudad Dulce poema de piedra vieja y nueva Arte fluido que corres en asfaltos de trébol áspero y sangre metálica Tu alargada joya que se anilla en el agua Tu cuerpo de sal pálida en su engaste de brocado Pálida y sentada en una mano extendida Qué crepúsculo no se tiende en tu sexo Qué lluvia no destila tu melancolía Los espectros temblorosos discurren por tus parques envolviendo tus fuentes Alta ciudad de páramos cerrada, secreta, consentida.

(Mérida elogio de sus ríos y otros poemas, 2015)

RAMÓN PALOMARES

Ciudad


RAMÓN PALOMARES

Entre el río

Voy a entrar en un río me quito la ropa y entro y le abro la puerta y miro adentro de su casa y voy a estar sentado en las sillas negras y en los espejos; cuando hable escucho qué dice y qué quiere y cómo manda a todos y dice que se vá a remolinear y veré cuando sus patas empiecen a despedazar la ladera. Tomaré agua de su corazón y me beberé su cuello y haré gárgaras y escupiré adentro y en los ojos le pondré piedras y le quitaré los diamantes y los pedazos de oro y de ojos le pondré unos gatos y veré qué vestidos se pone y cómo hace para correr y si está durmiendo le escarbaré a ver qué sueña. Yo vi qué come el río y vi su mesa y tenía platos como guayabas podridas y ganado muerto y casas y todas las siembras que se llevó y un hilo verde, muy verde, como un ángel. Me estuve sentado viendo un gran campo que estaba debajo y allí cantan todos y se ponían morados hasta que se oyó una voz durísimo y salieron iglesias y calles de las nubes y todos corrieron y comenzó el río a decir que se iba a morir.

(Paisano, 1964)

Ramón Palomares. (Escuque, 1935 – Mérida, 2016). Sus poemarios El reino (1958) y Paisano (1964) deslumbraron al mundo cultural de la época. Miembro del grupo Sardio, se vinculó luego con El Techo de la Ballena. Palomares logra en su poesía hermanar el mundo cultural de los campos andinos y el lenguaje de la poesía contemporánea. Premio Nacional de Literatura en 1975. Recibió la Orden Libertadores en homenaje a su alto verbo.


TAMANACA (LISBETH CONTRERAS)

Ilustrador invitado

TAMANACA (Lisbeth Contreras) Explorar los dibujos de Tamanaca, es salirse del mundo racional de paredes y pisos sólidos, para disponerse a conocer un caos de símbolos, que juegan entre sí para darle existencia a figuras de líneas y colores simples, gritadas desde la angustiosa memoria femenina. Así, mediante algunas imágenes anuncia un plano de cognición diferente a lo verosímil; ella un enigma, que utiliza la técnica del dibujo y la pintura, diluyéndola con saliba y lagrimas, como recurso para contar historias, decir aquello que no puede expresarse de otra manera, de disecar situaciones y llenar vacíos, para hacerlas perennes, sacadas del recuerdo, cargada de emociones, nacidas desde lo más profundo del ser y posibles a traspasar cuerpo cualquiera.


Gelindo Casasola Espacios “¿Soy yo acaso esa ilusión / que pienso? Enrarecido entre las / amapolas y entregado a la belleza / de las imágenes que estallan / bajo un cielo tranquilo”. Quizá en estas frases inaugurales del poema La Vigilia, de título tan elocuente, esté la médula de la poesía de Gelindo Casasola: la violencia y la serenidad simultánea de cada palabra, musicalidad del verso y la frase, plenitud más allá de la individualidad y la conciencia. “El poeta nace con experiencia”, pudo sentenciar enigmáticamente Charles Baudelaire. Gelindo Tarcisio Calligaro Casasola murió en Mérida en 1980 a los 24 años de edad. Publicó en vida el libro de poemas Pasturas, al que pertenecen los versos citados, y poemas sueltos en periódicos y revistas. Luego de su muerte se sumaron otras publicaciones. En 1998 apareció Argonáutica, que reúne todas sus poesías, con prólogo de Luis Alberto Angulo. En Espacios, los compiladores Stephen Marsch y Daniel Arella han sumado a Argonáutica sus propios estudios introductorios, cartas del poeta, la introducción de Casasola a Pasturas, y una reseña crítica de la época al mismo poemario, totalmente desencaminada. Ni Casasola, ni Pasturas, ni la revista Laurel, ni el movimiento de jóvenes constelado alrededor de ella figuran en la historia de la literatura venezolana. Extrañas Gelindo Casasola. Espacios. omisiones, pues la fuerza, la calidad y belleza de la poesía Compiladores: Stephen Marsch y de Casasola no consienten que se la soslaye; cabe en un Daniel Arella. Fundación Editorial volumen, pero el tiempo no la extingue. Sin duda Espacios el perro y la rana, Colección Poesía Contemporánea Venezolana, Caracas, es una aproximación fundamental a la obra y persona de 2014. este extraño vástago espiritual de El Valle de Mérida y de Giacomo Leopardi, todavía a la espera de sus lectores.

Paisano revista de POESÍA Mérida, República Bolivariana de Venezuela / Año 3 / Nº 10 Editor invitado de Revista Paisano Nº 10: Chemané Arias chemane.arias@gmail.com Ilustraciones: Tamanaca - Lisbeth Contreras tamanacalis@gmail.com Diagramación y diseño: Unidad de Literatura y Diseño FUNDECEM

Mérida, Mayo 2017 Depósito Legal: LF4912014800580

Gobierno Socialista de Mérida Gobernador Alexis Ramírez Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida - FUNDECEM Presidente Pausides Reyes Unidad de Literatura y Diseño FUNDECEM Coordinador Revista Paisano Ever Delgado e-mail: literaturaydiseno@gmail.com Issuu: https://issuu.com/fundecem twitter: @FUNDECEMLityDis


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