Algunas razones para investigar Arqueología en el Perú Desde hace algunos años, la información acerca de las sociedades y /o culturas prehispánicas y también de las sociedades aborígenes contemporáneas ha crecido en forma considerable. El aumento de los conocimientos sobre nuestros más antiguos antepasados y nuestros connacionales aborígenes ha sido el producto del desarrollo de algunas disciplinas muy específicas. Gracias a investigaciones arqueológicas y con la participación de muchas otras disciplinas afines, conocemos hoy en día la gran antigüedad de los primeros grupos de cazadores y recolectores que habitaron nuestro territorio y las características específicas de muchos otros que vivieron en el norte, en la costa o en las alturas de nuestro hermosa cordillera, en el centro o el sur, del Perú. Buscando razones para comprender el fenómeno señalado surge inmediatamente, como una primera explicación, el deseo de conocer los orígenes de nuestra nacionalidad y, en general, de todo lo que pueda explicar, desde el pasado, la actual realidad cultural y social del Perú, a pesar de las dificultades epistemológicas que presentan estos estudios. Existe en algunos y también muy relacionado con lo anterior, la necesidad de desprenderse del presente, recorrer los múltiples caminos del ayer que nos muestran acontecimientos diferentes y, desde allí, retornar a nuestro tiempo, llenos de información y con algo de sabiduría. La reconstrucción de los hechos del pasado, el conocimiento de las culturas más antiguas que se pierden casi en el olvido es, por sí sola, una buena razón para estudiar ese pasado prehistórico. Si a esto se agrega que ese pasado lejano llega hasta nosotros por intermedio de algunos grupos étnicos, de sus culturas, y se incorpora a nuestra "historia" de los últimos siglos, comenzamos a comprender la fuerza y el valor que tienen estas investigaciones. No sólo interesa lo que sucedió sino lo que sigue aconteciendo; no sólo importan las sociedades y culturas del ayer, sino cómo siguen actuando esas unidades sociales en los tiempos más recientes, y, en algunos casos, contemporáneamente a nosotros. Creemos, sin embargo, que hay también otras razones que explican este creciente interés por conocer los tiempos prehispánicos del Perú. Aunque pueda parecer casi increíble hay también razones estéticas, si así pueden llamarse. Cuando nos sumergimos en el pasado y comenzamos a recrear sus acontecimientos, el historiador, en este caso el arqueólogo, obtiene satisfacciones espirituales muy grandes. Recrear los hechos humanos, la formación de una cultura, la organización de una sociedad, la adaptación de una comunidad en un medio ambiente natural, es también algo bello y produce belleza. Naturalmente que no es la primera vez que se dice que historiar es un arte y que el conocimiento del pasado es una actividad muy delicada que necesita manejar valores estéticos. ¿Qué otra cosa es organizar y presentar coherentemente la vida humana en
sus múltiples actividades y matrices? Y si esa vida ya no es tal, y por tanto se encuentra en tiempo ido ¿cómo reconquistarla, cómo darle una nueva vida si no es con ciencia y arte, con conocimiento, respetando los hechos y configurando una realidad, una totalidad a partir de algunas piezas aisladas? Creemos también que la relación que surge entre el científico que investiga los tiempos prehistóricos y esos tiempos pasados es bastante profunda. Por una parte, la relación con el objeto que se analiza, conoce y se incorpora, enriquece al ser mismo del científico. En el investigador, al término de su quehacer, existe plenitud; hay un enriquecimiento interior, producto de la integración no sólo de una gran cantidad de datos sino de la totalidad del conocimiento aprendido. Por otra, la relación entre pasado y presente es tan fuerte, tan sólida, que al conjugarse en nosotros el tiempo se hace uno solo en nuestro ser. Esta unidad entre ayer y hoy permite, además, replantear la posición de la prehistoria como ciencia y el objetivo último de ella. Pero más que una nueva definición de nuestra ciencia, lo que nos importa es acentuar el conocimiento científico del pasado y su relación íntima con los otros tiempos. A propósito de esta relación entre Pasado y Presente, que hemos enfatizado, y desde otra perspectiva, el arqueólogo norteamericano Lewis Binford, en su libro "In pursuit of the Past" (traducido al español en 1988 "En busca del pasado") ha insistido que aunque los yacimientos conservan elementos del pasado, el registro arqueológico es un fenómeno contemporáneo y las afirmaciones que hacen los estudiosos sobre él no son afirmaciones históricas. Si se intenta investigar la relación existente entre los vestigios materiales del pasado que conocemos en el presente, con las actividades humanas del pasado, causantes de estos vestigios arqueológicos, nos enfrentamos a un gran desafío intelectual. Si reconocemos que el registro arqueológico también se compone de símbolos, además de los vestigios materiales, la dificultad del conocimiento es más grande. El conocimiento del pasado se obtiene de los restos arqueológicos, contextualizados, a partir de inferencias que se construyen en el presente. ¿Pero cómo hacer inferencias científicas? Todo el libro de Binford es su intento de desarrollar métodos para hacer inferencias que sean fiables, mucho más que otras realizadas anteriormente. Uno de los caminos recomendado por el arqueólogo norteamericano, ya en la década de 1970, es la investigación etnoarqueológica. Como este autor ha influido en muchos arqueólogos chilenos es interesante conocer algunas de sus ideas sobre este tema. Nos recomienda que investiguemos de qué manera los restos del pasado paleolítico, que son "estáticos", pueden pensarse desde la movilidad de actuales grupos de cazadores y recolectores, del uso que hacen de su espacio físico, de su adaptación al medio ambiente climático y social, de la fabricación de artefactos y de sus múltiples usos, de la es-
El Tukuy Rikuq seguirá atento, siempre vigilante del patrimonio, denunciando cualquier atentado contra éste.
BOLETÍN INFORMATIVO
Carlos Campos Napán tructura de sus lugares de trabajo, de vivienda, de celebraciones, etc. Analizando la conducta viva de grupos de aborígenes, aspira a trazar algunas líneas interpretativas que ayuden a los estudiosos del pasado a construir modelos explicativos para conocer lo que ocurrió en el pasado. Podemos preguntarnos hasta dónde estos modelos establecidos para conocer situaciones del pasado humano, a partir del registro arqueológico, dan a conocer sucesos relevantes o significativos. Siguiendo, por ahora, los conceptos de Binford, las relaciones que hacemos entre las consecuencias estáticas (restos de un yacimiento arqueológico) y las causas dinámicas, propias del comportamiento social del pasado, ¿podremos contrastarlas empíricamente? Parece poco probable que se considere suficiente estudiar los comportamientos de pueblos aborígenes actuales para sacar conclusiones útiles -modelos de conducta- que permitan el conocimiento del pasado. Si se responde afirmativamente estamos frente a una creencia: que hay un conjunto de rasgos que subyacen permanentemente y que son característicos, por ejemplo, de la organización espacial interna de la vida de un yacimiento de cazadores, no importando su situación en el tiempo. Por cierto que la Etnoarqueología, como la Arqueología Experimental, la Arqueología Espacial, la Zooarqueología, etc., son disciplinas necesarias para la búsqueda de métodos que nos ayuden a "leer" correctamente el "texto" propio de los "contextos arqueológicos". Pero como el propio Binford lo ha escrito, no es posible hacer analogías entre grupos actuales y grupos paleolíticos. Esta es una antigua conclusión que a veces se olvida. De todos modos los análisis inteligentes hechos por Binford -aunque incompletossirven para exigirles a los arqueólogos una metodología digna de los desafíos que presentan sus yacimientos y sus contextos arqueológicos. Estos temas, estas preguntas, han estado presentes a lo largo de la historia arqueología peruana. Diferentes teorías han estado presentes en los artículos, informes y libros escritos por los arqueólogos desde fines del siglo pasado hasta el presente. Desde el Evolucionismo Darwinista y el Positivismo Francés, pasando por escuelas Históricas, Ecologistas, Materialistas, Procesuales y recientemente Postprocesuales, la arqueología peruana ha oscilado entre la descripción bien hecha pero limitada hasta las generalizaciones sin base empírica; tal vez lo consolador sea que, en general, ha primado una combinación de empiria e inferencias moderadas que han permitido consolidar, poco a poco, el valor científico de nuestro conocimiento del pasado peruano.
Grabado de Pañamarca, tomado de Squier (1877)
Diciembre 2004 Año 1, nº 1
Tukuy Rikuq “El que todo lo ve” GRUPO KUNTUR
Editorial
Contenido: Cerro de la Horca: el tan cotidiano problema del saqueo de los restos de nuestros antepasados
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Des...informando con San Marcos al día: El Estadio de San Marcos
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Algunas razones para investigar Arqueología en el Perú
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GRUPO KUNTUR Miembros: -José Luis Fuentes Sadowski -Alfonso Ponciano Gonzáles -Ronald San Miguel Fernández -Carlos Campos Napán
Hecho el Depósito Legal: Nº 2004-8913 Cualquier correspondencia enviar a:
Bienvenidos al primer número del Boletín Tukuy Rikuq “El que todo lo ve”, primer vocero del Grupo Kuntur, grupo de egresados y estudiantes de arqueología de San Marcos hondamente preocupados por el desarrollo académico de nuestra carrera y por la protección de nuestro tan abandonado patrimonio arqueológico. Es nuestra intención hacer llegar mediante este Boletín el verdadero panorama que tiene el estado de conservación de los sitios arqueológicos de nuestro país, además de artículos de divulgación académica referidos a nuestra carrera, de todas formas la principal razón por la que concebimos al Tukuy Rikuq es para divulgar pequeños artículos que denuncien el terrible y desolador estado actual que tiene el inmenso y riquísimo patrimonio arqueológico peruano, con miras sobre todo de informar a los no muchas veces bien informados y conscientes de este problema estudiantes de arqueología, no sólo de la ciudad de Lima, vale decir estudiantes de la UNMSM, UNFV y la PUCP, sino también del resto del país. A partir de este primer número del Tukuy Rikuq hace su aparición oficial en el medio de divulgación arqueológica el Grupo Kuntur, grupo de personas que venimos reuniéndonos desde el año 2003 con miras no sólo de ayudarnos a crecer académicamente sino también intercambiando ideas sobre los graves problemas actuales del patrimonio arqueológico y las posibles soluciones que estos problemas podrían tener, hasta el momento modestamente sólo podemos decir que los problemas que conciernen al patrimonio son más complejos de lo que imaginábamos, y que muchos de ellos no se solucionarán sin una participación activa de todos, arqueólogos, estudiantes de arqueología y la población en general. Así queremos dar paso a estos tres primeros artículos del Boletín, comprometiéndonos a seguir creciendo en las ediciones posteriores y a que el Grupo Kuntur se solidifique más y más, dando vida a otras publicaciones y actividades, desde aquí también queremos hacer la invitación a todos los estudiantes de arqueología ó arqueólogos en general que quieran publicar notas denunciando la destrucción y desidia de sitios arqueológicos, con mucho gusto y satisfacción los incluiremos en nuestras próximas ediciones. Sin más preámbulos saludamos a nuestro público lector y esperamos que lo expuesto aquí cale hondamente en sus conciencias y corazones.
grupo_kuntur@yahoo.es afodec_gk@hotmail.com
GRUPO KUNTUR
Tukuy Rikuq
Año 1, nº 1
Tukuy Rikuq
Año 1, nº 1
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Cerro de la Horca: el tan cotidiano problema del saqueo de los restos de nuestros antepasados
Des...informando con San Marcos al día: El Estadio de San Marcos Alfonso Rógger Ponciano Gonzáles
José Luis Fuentes Sadowski
Vista General de Cerro de la Horca Foto Roxana Lazo Marzo 2004
“...al incesante huaqueo, que día a día, noche a noche, horada el complejo arqueológico y lo deja lleno de cráteres como un campo de batalla.”
Vista del huaqueo en Cerro de la Horca Foto José Fuentes Octubre 2002
Cerro de la Horca es un complejo arqueológico situado en ambas márgenes de la desembocadura del río Fortaleza, en la costa norcentral del Perú, a escasa distancia del límite norte del Departamento de Lima, la mayor parte de este complejo arqueológico se sitúa en la margen norte ó derecha de la desembocadura, en la zona donde se llergue un solitario promontorio rocoso que presenta un acantilado hacia el río y el mar, de aproximadamente 90 m. de altura, cerro que le da el nombre al complejo arqueológico pues éste se denomina Cerro de la Horca. En la cima de este promontorio se ubica una estructura arqueológica que presenta una serie de plataformas que colindan con el acantilado. Hay un consenso de asignar la ocupación principal del sitio, en base a las escasas investigaciones realizadas, a las sociedades Chimú e Inca (aprox. inicios del siglo XV hasta mediados del siglo XVI) aunque al parecer tendría una ocupación desde tiempos más antiguos, desde el Horizonte Medio. Cerro de la Horca a pesar de su considerable extensión (aprox. 75 ha.) nunca ha sido objeto de una investigación sistemática ni de considerable profundidad acerca de sus implicancias en la historia prehispánica del valle de Fortaleza, las únicas personas que lo han visitado y han dejado datos puntuales del sitio fueron Wiener (1880), Langlois (1938), Giesecke (1939), Tabío (1977), Bonavia (1985) y Villacorta (2000), fuera de las menciones de los anteriores investigadores nadie más se ha preocupado del sitio aparte de las exploraciones que hicimos nosotros durante el 2002. Las primeras visitas que hicimos al sitio se realizaron en 1997 y el 2000, posteriormente durante el 2002, específicamente entre los meses de Agosto a Noviembre realizamos un total de cinco salidas al sitio arqueológico, dentro de la realización del curso de Prácticas Pre-profesionales II, finalmente elaboramos un Informe Final de nuestro proyecto de investigación realizado allí a finales de ese año. Aunque la publicación de los resultados presentes en este Informe se realizará en otra oportunidad la razón del presente artículo es denunciar la sistemática destrucción que sufre el sitio arqueológico debido al incesante huaqueo, que día a día, noche a noche, horada el complejo arqueológico y lo deja lleno de cráteres como un campo de batalla. Nosotros pudimos ser testigos de ello, desde la primera
vez que visitáramos el sitio en 1997 pudimos advertir que amplias zonas sobre todo del sector situado entre el cerro llamado propiamente Cerro de la Horca y la Panamericana estaban siendo sistemáticamente huaqueadas, con la consiguiente destrucción de la arquitectura pública del sitio y los contextos funerarios, en la salida del año 2000 y en las siguientes cinco salidas del 2002 (transcurriendo en éste año un tiempo entre salida y salida de aprox. 15 días) pudimos advertir con mayor claridad la celeridad con que zona por zona de este sector situado entre el cerro y la Panamericana eran saqueados, salida tras salida fuimos testigos de cómo montículo tras montículo eran primero perforados luego removidos y finalmente terminaban literalmente “cernidos” por acción de las palas y picos que dejaron sus huellas visibles en la arquitectura. Durante el tiempo que estuvimos haciendo los trabajos de campo en el sitio agricultores de los alrededores nos informaron que los autores del saqueo eran una banda de huaqueros procedentes de la costa norte y que inclusive había instalado su lugar de almacenamiento de los objetos arqueológicos extraídos del sitio en una pequeña casa de madera situada a unos 100 m. aprox. al SE del sitio, ésta casa se situaba en la margen derecha del río y podría pasar por una simple casa de cualquier guardián de los cultivos, aunque no nos cercioramos de ello nos dijeron que esa casa estaba al cuidado de una persona de avanzada edad. ¿Cuál sería la solución para este problema que no sólo afecta a este sitio del valle de Fortaleza sino a muchísimos sitios de todos los valles de la costa del Perú? Nosotros nos atrevemos a proponer dos medidas, la primera sería una enérgica intervención policial en las noches de los sitios en los cuales el huaqueo se dé, y la otra, la más difícil y lenta de realizar, pero de resultados mucho mayores que la primera, es la de concientizar , crear conciencia, educar a la población a respetar y proteger el patrimonio arqueológico, denunciando todo acto de huaqueo del que tenga noticia, ése es el camino, largo y difícil, pero que a largo plazo puede dar enormes frutos para la protección de nuestro patrimonio, ése es el ideal que debemos trazarnos todos, sobre todo los arqueólogos y que debe inculcarse también en los estudiantes de arqueología.
Durante el presente año los estudiantes hemos sido testigos de las constantes tomas de las facultades dentro del campus universitario, de las tardías elecciones estudiantiles y de los demás órganos de gobierno, de las huelgas de los trabajadores administrativos, además de negar la verdadera historia que esconde la construcción del Estadio de San Marcos. Nos encontramos frente a un medio, el Boletín “San Marcos Al Día”, que no informa la verdad y los acontecimientos que suceden en la universidad, la problemática estudiantil y otros hechos que debieron comunicarse en su oportunidad. Lo más errado fue que en la edición Nº 138 de este citado Boletín publicaron lo siguiente: “Muchos hablan del Estadio de San Marcos sin conocer su historia y algunos incluso suelen utilizar adjetivos, Monumental u Olímpico, como los refaccionadores de 1992-93,...También suele afirmarse, a veces públicamente, que la universidad lo construyó sobre una huaca prehispánica, sin los necesarios estudios de suelos, ni consideración por nuestros monumentos arqueológicos...Estas afirmaciones son pura fantasía.”, sin embargo la realidad es otra, como lo demostraremos a continuación: El Estadio de San Marcos sí fue construido sobre una de las PIRÁMIDES LIMA (200 d.C. – 800 d.C.) denominadas Huaca Concha o Huaca La Cruz, pertenecientes al Complejo Maranga, sobre el cual se asienta el actual Campus Universitario de San Marcos, el Parque de Las Leyendas y la PUCP. Para lo cual me remito a lo siguiente: “El conjunto de montículos de adobitos corresponden al centro ceremonial de Maranga, con seguridad el complejo más importante de la cultura Lima (ca. 200-800 d.C.) en el valle del Rímac. Esto no solamente por la monumentalidad de sus construcciones sino por la extensión y las características del ordenamiento urbano del conjunto. Este se organiza en un eje principal orientado 25º hacia el NE, alineamiento que resulta perfectamente perpendicular a la línea del litoral, demarcada por los acantilados que se encuentran a unos 2km. al suroeste del sitio...Algunos montículos son de gran tamaño como la Huaca San Marcos (13) (300 x 120 x 30 m. de altura) como más al norte el montículo (12) (la Huaca Concha) , destruído casi íntegramente en los años 40 con la construcción en el lugar del estadio de la Universidad de San Marcos. Estos grandes montículos no estaban aislados sino rodeados por otras estructuras de posible carácter residencial y administrativo,..”.(Canziani, 1987:10-11). Además, en 1873 Thomas Hutchinson llamó al bajo Rímac como Huatica mencionando 17 huacas, prestando atención al complejo identificado por él como Huacas de Pando y que presentaba tres estructuras mayores: el montículo central (hoy Huaca San Marcos), la Huaca Concha y una no descrita. En 1894 Middendorf denominó esta zona
como la Antigua Ciudad de Huadca elaborando un plano del área arqueológica dividiéndola en letras y números. El 17 o Huaca Concha media 210 m. de largo, 105 de ancho y 30 m. de alt. En 1925, Kroeber y Jijón y Caamaño realizaron excavaciones de la Huaca I (17 de Middendorf), y tenía un eje mayor norte-sur alcanzando 284 m x 181 m. en la parte sur y 102 m. de ancho en su lado norte. Media 26 m. de alto y exhibía un plano en forma de T. Fue construida a base de plataformas superpuestas, ubicándose las más amplias al norte y la más alta en la parte central sur. En 1952, una Comisión del Senado de la República constató que la Huaca Concha o edificio 17 había sido afectada al construirse el estadio en el lugar dónde ésta se levantaba. Según el Informe de ésta Comisión del Senado (1953) el escombramiento y demolición de la huaca se produjo durante el gobierno del Mariscal. Oscar R. Benavides. Estas referencias son solo algunas que ni siquiera han tenido la gentileza de revisar. Por lo menos deberían investigar los estudios de Max Uhle, Julio C. Tello, del Dr. Villar Córdoba, o las recientes investigaciones de Daniel Chumpitaz y Joaquín Narváez (1999), publicadas en el Boletín del Museo de Antropología y Arqueología de San Marcos y entre otros estudios sobre el Complejo Maranga. Es más, dos de los alumnos sanmarquinos que participaron del rescate de piezas arqueológicas de la Huaca Concha (1993) momentos previos a su destrucción por las remodelaciones de dicho Estadio, contextualizaron poco tiempo atrás éstas piezas y así les dieron el valor que se merecen por ser evidencia tangible de nuestro pasado histórico y arqueológico. Y también en el 2002 se realizó una puesta museográfica que trataba sobre los graves daños y atentados realizados en Huaca Concha (1992-93) mostrando al público asistente los pocos materiales arqueológicos recuperados durante su rescate y que hoy se almacenan en el Gabinete de la E.A.P. de Arqueología. Esta muestra se llamó: “Huaca Concha Diez Años Después” y fue organizado por estudiantes de arqueología con asesoramiento de algunos profesores y montada en el propio Gabinete de la mencionada escuela. Esta es la verdad señores estudiantes sanmarquinos, a pesar que esta mentira salió en el mes de mayo, nosotros no nos hemos olvidado. Y lo peor de todo, hasta ahora no ha salido ninguna rectificación del Sr. Rector ante sus palabras publicadas en este Boletín, ni del historiador Mario Meza, quien realizó la “investigación” sobre el Estadio, en este mismo Boletín de “San Marcos Al Día”. Por lo tanto invocamos a los autores y responsables de tan grave mentira expresar a la comunidad universitaria la verdad que se esconde debajo del Estadio y no sean cómplices de los destructores del Patrimonio Arqueológico de nuestra nación.
“El Estadio de San Marcos sí fue construido sobre una de las PIRÁMIDES LIMA (200 d.C. – 800 d.C.) denominadas Huaca Concha o Huaca La Cruz”
Vista de la Huaca Concha desde la Plataforma 1 de la Huaca San Marcos Foto José Fuentes Mayo 1997