Cuentos 1ºe f

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EL NIÑO SOLITARIO

Era una vez un niño que tenía 9 o 10 años, estaba solo prácticamente todo el día porque sus padres debían trabajar. Su familia era muy pobre y era una persona que había inmigrado. Él estaba muy solo en todos sitios. Quería tener amigos pero nadie le aceptaba. Un día se encontró un amigo. Era un chico muy fuerte, que le protegía cuando iban a burlarse de él. Al final los otros se llevaban su merecido. Gracias a este amigo este chico consiguió que le respetaran. Incluso se hizo amigo de estas personas que se burlaban de él. Alejandro Martínez Zapata, 1º E


LA NIÑA GORDA Una niña llamada Sofía era discriminada en el colegio por ser obesa. Todos la trataban

muy mal por cómo

era. Un día la niña dejó de comer, se puso muy enferma por desnutrición pero entendió que esa no era la solución, superó la desnutrición. Cuando volvió al colegio le decían que era rara por dejar de comer y unos compañeros en especial le decían “foca, gorda, ballena…”, la niña se puso muy triste. Ella pensó “tengo que acabar con esto”. La niña se propuso comer sano, hacer ejercicio, y no dejar que insultasen a otras personas. Bárbara Esteban García, 1º F


Un niño que se llamaba José Luís era pobre y vivía con sus padres María y Fernando y su hermana Julia. Su hermana estaba enferma de cáncer, decía el médico que si no se operaba Julia moriría en un año y seis meses. Sus padres se pusieron muy tristes porque no tenían dinero para que la operación de Julia. Los padres y su hermano fueron casa por casa pidiendo dinero pero no consiguieron todo el que su hija necesitaba. Ellos no se iban a quedar quietos, pero su niña cada vez se ponía mas mala. Estuvieron intentándolo, el médico dijo que solo le quedaban seis meses de vida si a la niña no se le operaba. Los padres intentaron conseguir todo el dinero, solo les faltaban 500 euros y la operación costaba 3.000. Por suerte vino un familiar que también era pobre pero reunió los 500 euros que faltaban y la niña se pudo operar y sobrevivió gracias a su tío. La niña cada vez que ve a su tío se pone muy contenta y le da un abrazo y le da las gracias. Lo mismo que a sus padres y a su hermano José Luis.

Christina Feijoó Beltrán, 1ºE


Había una vez un niño huérfano con más o menos unos 13 años que se llamaba Rubén. Se crío solo trabajando en el campó. Vivía bajo un puente con un perro que le acompañaba llamado Billy, los dos se protegían mutuamente, se tenían mucho cariño. Cuando Rubén se iba a trabajar su perro se quedaba esperándolo hasta que llegase, lo recibía con un buen lametazo. Juntos se iban al parque a jugar con la pelota, después se iban a un restaurante ecuatoriano, donde les regalaban comida. En las noches de frío se arropaban con sábanas viejas que tiraban a la basura. A finales del mes le pagaban un poco de dinero por su trabajo. Él tan feliz se compraba zapatos y comida para su perro Billy. Como ningún otro niño él estaba feliz, no se sentía nunca triste, en fin, ya estaba acostumbrado. Pasaban los años y Rubén iba haciéndose cada vez más mayor, ya se daba cuenta de las cosas. Se sentía solo ya que su perro Billy había fallecido. El quería tener una linda familia. Pasando los días conoció a una linda muchacha llamada Esmeralda. Y poco a poco se fue enamorando de ella. Esmeralda también se había enamorado de Rubén pero no quería mostrar sus sentimientos al igual que Rubén. Pasando meses se iban enamorando más y más y cada vez se tenían más confianza entre ellos así que Rubén tomó una decisión y era decirle lo que sentía por ella. Llevándole un ramo de flores el día siguiente se lo dijo y también le preguntó si quería pasar el resto de su vida con él, juntos. Esmeralda contenta aceptó y dijo que ella también lo quería y que quería pasar el resto de su vida con él. Y ya pasando los años tuvieron dos hijos muy guapos llamados Ángel y Freddy. Y fueron muy felices… R. Daniel Torres Poma, 1º F


León o huevón

Os voy a contar la historia de un niño muy especial llamado Juancho Pancho. Este chico vivía en una cabaña a las afueras de la ciudad, vivía con su madre, Paca Pacheco, su padre, Juanito Quinto, su hermana Lilly y su hermano Rocky. Un día a la salida de las clases quedó con sus amigos en el parque para una de sus grandes investigaciones sobre los insectos del parque a las 17:00 h. Juancho llegaba tarde y ahí estaban sus amigos, sobre todo Merche, la chica que le gustaba, y a su lado estaban Juan, Ángel, Laura y Eva. Cada vez que Merche le miraba se sonrojaba. Después de terminar la investigación volvían todos juntos a casa y estaba oscureciendo. A Juancho le entró miedo y estaba a punto de convertirse. Por eso era tan especial, porque cada vez que tenía miedo se transformaba en una gallina cornuda, con patas de cerdo, cola de ratón y cabeza de mosca. Después de convertirse se fue corriendo a casa de su abuela y le contó lo que había ocurrido. Ella le respondió: “Cuando te vuelva a ocurrir eso cree que eres un león y no un huevón”. Después de irse a dormir quedó toda la noche pensando en ello…

Ayub Belaidi, 1º F


Los niños del fútbol Había una vez un niño llamado Mark que estudiaba en el instituto Raimon. Mark iba a formar un equipo de fútbol pero le faltaba uno. Vino un equipo muy bueno y misterioso, iban perdiendo cuando un niño llamado Axel Beis, el mejor jugador que había en el mundo, se unió al equipo de Mark y aunque perdieron no se rindieron y fueron mejorando, entrenando. Cuando vinieron otra vez a jugar con ellos, fueron a muerte y ganaron el torneo nacional.

FIN Francisco Cegarra Pérez,1º E


El hada de los niños Érase una vez un 19 de junio de 1966 en una pequeña aldea de Murcia donde vivían cinco niños muy traviesos. Un tarde como todas las tardes, los cinco chicos salían a la calle a dar un paseo: dos niñas llamadas Elizabeth y Rosana y tres niños llamados Raúl, Javier y Alejandro. Como todos los días al salir de sus casas las madres de los niños les decían “no vayáis al bosque del norte” y los niños siempre obedecían. Hasta que un día los niños se aburrían tanto que decidieron ir a ver qué había en ese bosque, menos Raúl y Elisabeth que no querían desobedecer a sus padres y les daba miedo. Insistieron hasta que consiguieron convencerles. Se adentraron todos en el bosque, empezaron a ocurrir cosas extrañas, se adentraron en un paseo muy oscuro y sombrío, los niños tenían mucho miedo. Llegó la noche y estaban muy cansados pero no pararon de andar hasta que vieron una luz, anduvieron hacia la luz, había un prado muy grande con una casita luminosa y de colores. Los niños extrañados y con mucho miedo, al llegar a la casita tocaron a la puerta y les abrió un hada muy bonita y amable que les invitó a que pasaran. Los niños pasaron y el hada les invitó a tomar un chocolate a cada uno. Al terminar el chocolate los niños no podían más y se quedaron dormidos. A la mañana siguiente cuando despertaron, los niños decidieron que ya era hora de regresar a casa, el hada les dijo un camino en el que no pasarían miedo ninguno y muy seguro. Los niños salieron del prado, miraron para atrás y la casita ya no estaba pero siguieron su camino. Enseguida llegaron a la aldea, estaban los padres de los niños muy preocupados buscándolos. Ellos les contaron que en el bosque había una casita con un hada, los padres les dijeron a los niños que a ellos les pasó lo mismo que a ellos cuando eran pequeños ...Pasaron los años y cuando fueron adultos se reunieron y fueron a visitar al hada. Fueron por el camino que ella les indicó y el hada se alegró mucho de verles y les dijo que durante todo ese tiempo había estado cuidando de ellos.

Miranda Sánchez Martínez, 1º E


“La vida en los suburbios” Jack era un chico normal al que le tocó vivir la vida como a cualquier otro chico, pero él no tuvo suerte… Jack vivía en una humilde choza de madera en un barrio del Ganton. A los 10 años cada día de su vida era como un escupitajo en la cara, su madre ejercía la prostitución y él no llegó a conocer a su padre, por lo que nunca se sintió querido y aceptado por nadie, pero la falta de atención no era su mayor problema… Cada mañana al salir a la calle los otros niños de su barrio le daban palizas y le insultaban, pero él no se podía defender. Él no podía relacionarse ni estar con alguien que le entendiese, pues él no podía permitirse una educación. Creció y a los 16 años su vida seguía igual, cada día le daban palizas aun mayores. A priori Jack parecía un chico alto y fuerte pero en el fondo seguía siendo aquel chico que solo necesitaba un poco de amor y comprensión; él siguió adelante y no emprendía la violencia con los demás chicos sino contra el papel. Empezó en las batallas de gallos urbanas para ganarse el respeto de los que un día fueron sus enemigos, él creció y fue a más, cada canción que escribía era mejor que la anterior y así prosiguió su camino. A los 17 años dio el salto a la fama arrasando en todo el país con sus canciones de historias de superación inspirando a millones de personas. Jack, conocido como “Slym Sady” y también por “Eminem”, fue el mejor rapero de la historia. Tras su fama Jack sucumbió en la droga, la cual corrompió su alma y persona, pero al final cómo no- lo volvió a superar. Guillermo González Martínez, 1º F


La familia destronada Érase una vez una familia que eran los reyes de Francia. Los reyes de Francia tenían una sola hija llamada Elisa y esa niña quería tener una hermanita pero su mamá no quería porque para sus padres Elisa era la única niña que querían. Ella era lista, simpática, graciosa, amable, cariñosa… y sus padres tenían miedo de que si tenían otra niña no fuera igual que Elisa y fuese muy rebelde. Los padres de Elisa se llamaban Santos y María. A Elisa le gustaba ser princesa de Francia porque tenía todo lo que ella quería. Elisa tenía 12 años y le encantaba ir al colegio porque le encantaba estar en el recreo con sus amigas jugando a la comba. La mayoría de las niñas le preguntaban siempre lo mismo: -­‐¿Elisa, tu por qué no vas a esos colegios privados tan caros si tus padres tienen mucho dinero? Y Elisa respondía lo de siempre: -­‐Porque por mucho dinero que tengan mis padres a mí me gusta vivir mi infancia como los demás niños. Entonces todas las niñas pensaban “pues menuda tontería”, cuando de pronto llegó al colegio el padre de Elisa que escuchó toda la conversación con las niñas. El padre de Elisa le dijo que le iba a cambiar de colegio para que las niñas no le volvieran a preguntar esas tonterías, la niña se fue llorando a su habitación sin decir ni media palabra. A Elisa no le pareció bien lo que hizo su padre. De pronto Elisa salió de su habitación y le echó en cara a su padre por primera vez: -­‐¡Que no por tener todo el oro del mundo vas a encontrar la felicidad, ni la tuya ni la de los que están a tu alrededor! Y vale que tú siempre quieres lo mejor para mí, pero ya llega una cierta edad en la cual yo debo tomar mis propias decisiones porque no siempre vas a estar tú a mi lado para poder pagarme las cosas ni defenderme cuando te necesito, tengo 12 años y necesito que pares de atosigarme y que sepas que no siempre vas a ser el rey de Francia y todo esto que estás haciendo te lo devolverá la vida con cosas malas! El padre se quedó con la boca abierta y su hija volvió a su habitación desahogada y enfadada. En cinco horas más tarde alguien llamó al padre de Elisa y le dijo que estaba demandado por robo, pero que le perdonaban el tema de prisión si abandonaba el puesto de rey. El padre de Elisa aceptó abandonar su puesto de rey. María, Santos y Elisa empezaron a buscar casa por el pueblo y a guardar sus pertenencias. Al día siguiente la pequeña familia ya se estaba instalando en la nueva casa y Elisa cambió totalmente de actitud porque a ella le gustaba ser la princesa. Un par de años después Elisa repitió primero de ESO por su cambio de actitud, la gente de su instituto se reía de ella porque ahora ella estaba sin dinero, nadie la quería en ese instituto, bueno, ni en ese ni en ninguno. Ella se callaba cada vez que le insultaban hasta que un día de pronto en una clase se levantó y explicó:


-­‐¿Os sentís bien al hacer esto?, ¿vuestros padres nunca os han enseñado a respetar a las persona aunque estén hundidos en la miseria? Todo el mundo se quedó callado pero Elisa salió de la clase y seguían metiéndose con ella. Ya llegó un día en el que se hartó y Elisa empezó a robar, a pegar a la gente, y a dar problemas en casa. Los padres de Elisa se quedaron muertos y se preguntaban a sí mismos que cómo había podido cambiar tanto Elisa con lo buena que era. Sus padres intentaban hablar con ella y explicarle que con robar ni nada parecido iba a poder parar el que la gente se metiera con ella. En unos días a Santos le tenía que ver su médico y le recogió la ambulancia, María le acompañó. Cuando María fue a decirle a la enfermera que Santos tenía cita con su médico, de repente a Santos le dio un infarto en la misma puerta del hospital. Un médico le cogió corriendo del suelo y lo ingresaron, le pudieron salvar. A las dos horas le volvió a dar otro infarto y le pudieron salvar otra vez. Los médicos llamaron a Elisa y le dijeron que su padre había sufrido dos infartos y le pedían que fuera al hospital para estar con su padre. Elisa lloró y cuando llegó se enfadó con su madre porque no le dejaba quedarse a dormir en el hospital con su padre. Al día siguiente, un viernes triste, a Santos le volvió a dar otro infarto y le salvaron otra vez. Elisa esa misma noche se que quedó a dormir con su padre y a las cinco de la madrugada le volvió a dar otro infarto. Elisa le miraba la cara a su padre y el padre le miraba a ella cuando el padre se puso a llorar. Elisa cogió un pañuelo y le limpió las lágrimas hasta que la echaron de la habitación. Pocos minutos después le dijeron que su padre había muerto por cáncer de corazón. Elisa cayó mala le tuvieron que pinchar cinco tranquilizantes y tres pastillas de ansiedad. Varios años después su madre se echó un nuevo novio con el cual tuvo una niña y Elisa no aceptaba esa relación, entonces Elisa se fue de casa y no volvió. Juani Benegas Moya, 1º F


UNOS NUEVOS HERMANOS Érase una vez que una madre iba a tener un bebé, era una niña a la que iba a poner de nombre Miranda. Su hermano Nacho se puso muy contento cuando la mañana siguiente se lo dijo la canguro. El niño quería ir al hospital para ver a su hermanita Miranda que nació cuando el niño llegó al hospital. El niño quiso coger a Miranda, su nueva hermanita. Cuando la niña ya sabía correr, saltar y hablar el niño ya no le hacía caso ni nada. La niña siempre le mordía, pero cuando lo hacía él siempre tenía que hacerle caso, si no su madre le pegaba. Cuando la niña Mirando tenía 5 años la madre estaba embarazada, iba a tener otro niña llamada Ainara. Cuando la niña nació Nacho ya no quería tener un hermanito, pero su padre quería tener dos niños más y una niña más. A los 3 años tuvieron dos gemelos, les llamaron Luis y luisa. Nacieron cuando Ainara iba a 1º de primaria, la madre la tuvo el mismo día que empezó a ir a la escuela. Todos sus amigos le querían mucho como a todos los demás porque iba a tener dos hermanos. La familia se alegro mucho porque iba a ser la primera vez que iban a tener gemelos. Cuando la madre y el padre llegaron a casa y sus hermanos vieron a los gemelos se quedaron pasmados. Miriam Calero Arrés, 1º E


YUKI SUMIONE Un día en Yakahama, una ciudad de Japón, una niña llamada Yuki Sumione llegaba a la ciudad debido a que su padre, por motivos de trabajo, tuvo que mudarse a otra parte de Japón. Era nueva y no conocía a nadie, bueno, simplemente tenía un conejito pequeño de color negro llamado Miko que siempre llevaba con ella a clase o a donde fuera. Eran las 7 am y Yuki tenía que ir a clase pero creía que iba a ser un mal día ya que al terminar de vestirse se había dado cuenta de que iba a perder el autobús. Cogió la mochila y a su conejo y salió corriendo para alcanzar el autobús. Para su mala suerte, a punto de llegar el autobús arrancó manchando con agua sucia la ropa de Yuki. Yuki se tiró al suelo de rodillas pensando que aunque corriera llegaría tarde, por suerte un chico apareció y le dijo que si quería que la llevara él con su bici. “Sí”, dijo yuki. Entonces le dio la mano y la subió al manillar. Yuki le preguntó que cuál era su nombre, se llamaba Keita. Keita le preguntó que si era nueva en la ciudad, y ella afirmó con un ligero movimiento de cabeza. Llegaron al instituto, Keita se separó de Yuki y se fue con un grupo de amigos. Yuki estaba confundida, no sabía dónde tenía clase ni nada, así que fue a secretaría a preguntar, le dijeron la clase pero ella no sabía dónde estaba. Después de 5 minutos buscando de clase en clase encontró la suya, llamó a la puerta y entró, todos la miraban y el profesor le preguntaba que por qué llegaba tarde. Ella muy avergonzada le dijo lo que le había pasado y el profesor le perdonó el retraso y la colocó en un sitio. Yuki miraba hacia sus compañeros tímidamente y ellos pasaban de ella y se ponían a cuchichear de ella con otros compañeros. Yuki pensaba que no se referían a ella y no se preocupaba por ello. Sonó el timbre, ella se dirigía hasta la salida cuando sus compañeros de clase se cruzaban por su camino sin dejarla salir, entonces decidió esperar para salir la última. A la salida, Yuki cansada de su primeria día se dirigía a su casa, pasó keita con la bici y le preguntó que si quería que la llevase, ella negó con la cabeza y keita se fue. Yuki miraba los alrededores para memorizar mejor el camino, ella buscaba atajos que le hicieran llegar antes, por uno de ellos decidió meterse, el que le llevó a los pies de un sakura rosa en plena primavera. Yuki se quedó asombrada mirándolo ya que tenía una gran belleza, y además los pétalos eran ligeros como el algodón pero un poco ásperos como la corteza de un roble. Yuki se había dado cuenta de que iba a llegar tarde para comer, así que cogió bien su carpeta y corrió hacia su casa velozmente. Una vez en su casa, se le habían olvidado las llaves dentro, lo cual era un problema porque su madre trabajaba hasta tarde y ella tenía la comida sobre la mesa. Entonces se fijo en el árbol. Yuki después de un rato pensando cogió un compás con cada mano y con ayuda de la punta de cada compás y la fuerza de sus pies Yuki consiguió subir al árbol, del que tenía miedo de caerse. Pegó un salto y apoyó un pie en su ventana, la cual estaba abierta. Después se agarró con una mano al pomo de la puerta y de un pequeño salto ya se encontraba dentro. Después de relajarse bajó a la cocina y para su mala suerte la comida estaba fría y tuvo que ponerla al microondas, mientras la comida se preparaba ella se tumbó boca arriba horizontalmente en el sofá viendo así la tele boca abajo. ‘’Tinn’’ sonó el sonido de la tan preciada comida que se merecía después de un día de estudio y trabajo. Yuki comía cómodamente sentada en el sofá viendo la televisión cuando de repente sonó el móvil el cual asustó a yuki que casi tiró el plato al suelo, era su madre diciéndole que esa noche se iba a retrasar ya que le habían salido horas extra y así tendría para comprar un


lavavajillas nuevo. Mientras Yuki ponía el lavavajillas sin saber que tenía un agujero en la parte trasera, se fue a echarse a dormir un poco en el sofá, mientras tanto la cocina estaba con 2 cm de agua con jabón que se salía. A las 6 pm Yuki despertaba con un bostezo de agrado al haber dormido perfectamente, bajó a la cocina y vio que salía líquido de debajo de la puerta y pensaba que se había dejado la puerta de la nevera abierta algo, que habría hecho pudrirse la comida. Abrió la puerta y un nivel de agua de 4 cm se abalanzó sobre sus zapatillas. Ella nerviosa cogió mucho papel de cocina y lo primero que hizo fue ponerlo por debajo de la puerta evitando así que el agua y el jabón se expandieran sobre el salón y la armara más. Apagó el lavavajillas y cogió la fregona y todo lo que podía utilizar para limpiar el suelo de la cocina, después del desastre y estando ya todo limpio soltó un suspiro de satisfacción al haber resuelto su problema. Con el desastre había perdido una gran parte de la tarde y no había preparado las cosas para el día siguiente, Yuki tuvo que estudiar ya que si no repetiría. A la mañana siguiente Yuki en el instituto tenía un problema, al estudiar el tiempo que le quedaba se le olvidó hacer los deberes y el profesor estaba pasando mesa por mesa revisando el trabajo. Una chica de su clase se dio cuenta de su problema y le dijo al profesor que había estado en su casa y se había dejado el cuaderno, y el profesor con voz de aviso le dijo que era la primera vez y no le contaría. Yuki se dio cuenta de que había hecho una amiga o eso le parecía a ella, por desgracia su siguiente clase era matemáticas y esa asignatura era la que más le costaba con diferencia. Al acabar la clase Yuki fue a su clase de matemáticas, le pareció un milagro ya que Keita estaba allí y el solía sacar buenas notas. Keita le ofreció estudiar y practicar esa tarde en casa de Yuki si a ella le parecía bien, por desgracia su madre era muy protectora y no le gustaba que llevara ningún chico a su casa. Su madre estaba divorciada y no le solía ir bien en el amor, pero su mente no pensó y dijo “Sí”, ella se había quedado bloqueada por lo que había hecho, era fin de semana y había invitado a un chico a su casa con su madre presente, ¿Qué hara Yuki?... Rubén Sánchez Cano, 1º F


El pueblo de las cuatro esquinas Érase una vez un pueblo situado en un valle entre cuatro altas montañas. El pueblo estaba encerrado sin salida porque las montañas estaban muy altas y nadie podía escapar de allí. Los niños eran débiles porque no les daba el sol. Un día nació un niño muy listo y cuando empezó a hablar dijo que él arreglaría el problema, que quitaría una montaña. El pueblo pensó que no valdría la pena y como los recursos no eran excesivos, el pueblo decidió abandonarlo en el bosque, y solo le dejaron unos cubiertos, un mechero y una lanza. El pueblo siguió viviendo y el niño con la cuchara sopera empezó a escarbar y a quitar la montaña y pasaron decenas de años y la montaña fue menguando, y al final tras cien años la montaña desapareció. El pueblo pensó que era un espíritu porque creían en ellos y no se acordaron del pobre niño.

Pablo Arenas Fernández, 1º E


Había una vez una niña llamada Lusi, ella era famosa y sus padres eran muy ricos. Lusi al ser cantante no podía ir al colegio como los demás niños, por eso ella tenía un profesor particular, pero se aburría aprendiendo sola. Como aún era muy pequeña no se quejaba. Cuando llegó a una edad temprana, sus padres se separaron y ella lo pasó muy mal, para que no echara tanto de menos a su padre, su madre le regaló una perrita llamada Kira. Cuando Lusi cumplió 15 años, llamaron a su casa diciendo que su padre estaba ingresado en el hospital. En el hospital el médico le dijo que su padre estaba en graves circunstancias y si no recibía pronto un trasplante de corazón no aguantaría mucho tiempo. Lusi con sus ojos entristecidos y llenos de lágrimas pasó a ver a su padre, una semana más tarde, llamaron a Lusi del hospital y le dijeron que habían encontrado un corazón para su padre y que lo iban a operar de inmediato. Lusi salió corriendo de su casa al hospital, pero cuando llegó ya ella demasiado tarde, salió el doctor del quirófano y le dijo a Lusi que su padre había muerto y que no pudieron reanimarlo. Ella se fue a su casa a prepararse para el funeral. Tres años más tarde la madre de Lusi le regaló un viaje en un crucero que recorrió el Caribe entero, aquel era su primer día, a ella le encantaba el mar. Se dirigía a su camerino, se tropezó y un chico la agarro. Él se llamaba Diego y era alto, ojos azules, pelo rubio y también era famoso. A lo largo de la semana se fue enamorando de él y ella pensaba que él la amaba tanto como ella y por eso decidió hacerlo dueño de su piel. Una mañana se levantó de la cama y vio que al lado de su cama había un baúl y encima del baúl había una carta que decía: “Te amo, Diego”. Le puso que no abriese el baúl. Cuando llegó a su casa saludó a su madre y se fue a su habitación para ver lo que había dentro. En su cuarto abrió el baúl y dentro había una flor marchita y una carta que decía: “Bienvenida a la vida del sida”. Este cuento trata de cómo la vida de una niña de 15 puede cambiar para siempre.

RAQUEL JIMÉNEZ ZAPATA. 1ºE


Niño palomas Érase un niño que de pequeño tenía un palomo de Madrid y de ahí tuvo un puñado de palomos. Entonces empezó a hacer concursos y se hizo palomero. Hizo amigos y en su casa entrenaban en su campo y le dieron un palomo que se llamaba Enrique y era el más rápido de todos. Víctor Sánchez Samper, 1º F


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