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ICONOS
Saint-Exupéry, que fue un experimentado piloto, posa delante de su avión, L’Intransigeant.
ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY
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VUELA LA IMAGINACIÓN
CUANDO ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY decidió que el principito habitara en el más pequeño de los mundos posibles, no podía imaginar que desde allí llegaría hasta el más recóndito de los rincones de nuestro planeta a través de al menos 150 millones de lectores. Superados los 75 años desde su primera edición (6 de abril de 1943), El principito, inamovible referencia de la literatura infantil y fantástica, es el segundo libro más traducido de la historia, por detrás de la Biblia.
Nacido en 1900 en una familia acomodada de Lyon, Saint-Exupéry fue un admirado piloto que trabajó primero para el correo postal francés, después en Sudamérica y finalmente para el ejército aliado durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque no siempre sin contratiempos: sufrió su más famoso accidente aéreo, que no el único, en un trayecto París-Saigón (hoy, Ho chi Minh) interrumpido en el desierto del Sáhara: tras sobrevivir milagrosamente a la colisión, SaintExupéry y el mecánico André Prévot aguantaron cuatro días de alucinaciones, sin agua y en un mar de dunas, hasta la llegada de un beduino que salvó sus vidas. Este episodio es el punto de partida de El principito, cuya historia todavía hoy no ha dejado de escribirse. No así la de SaintExupéry, de cuya enigmática muerte se tardó 50 años en encontrar la causa. Desapareció para siempre el 31 de julio de 1944 en Marsella durante una misión de reconocimiento, pero el primer rastro del cadáver no apareció hasta 1998, cuando un pescador francés encontró un brazalete con los nombres de Antoine y de su esposa salvadoreña, Consuelo. Dos años más tarde, un buzo halló frente a la Costa Azul los restos del P-38 Lightning en el que el escritor había volado por última vez. Por suerte, nuestra imaginación sigue volando con él. G. Grosso