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HOTEL MANDARIN ORIENTAL RITZ MADRID

CAMBIAR TODO PARA SEGUIR IGUAL

TRAS TRES AÑOS DE REFORMA, EL RITZ HA VUELTO A ABRIR SUS PUERTAS. COMPLETAMENTE RENOVADO PERO FIEL A SU ARISTOCRÁTICA ESENCIA, EL HOTEL LUCE MÁS LUMINOSO Y MODERNO.

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TEXTO GIUSEPPE GROSSO FOTOGRAFÍA BEATRIZ MERCADER

En la página siguiente, la instalación Remolino del Retiro suspendida del techo del vestíbulo. Es obra del estudio español afincado en Londres Haberdashery. ÉRASE UNA VEZ UN REY, Alfonso XIII en concreto, refinado amante del lujo y de la excelencia allá donde los hubiera (que en aquella época solía ser lejos de Madrid). Tanto es así que cuando Alfonso XIII se casó, tuvo que enfrentarse a un embarazoso inconveniente: en toda la capital del reino no había una oferta hostelera a la altura del linaje de los invitados reales, que tuvieron que ser hospedados en residencias particulares. Y eso no podía ser. Siendo conocedor de las maravillas de los nuevos hoteles-palacio que empezaban a brotar en los centros de París y Londres, el rey se empeñó en dotar también a su ciudad natal de una estructura que la pudiera colocar en el mapa del lujo de principios de siglo XX.

Y así fue que Alfonso XIII dijo: hágase el Ritz; y el Ritz se hizo donde antiguamente surgía el Teatro Tívoli, según el proyecto del francés Charles Mewes (el mismo arquitecto del Ritz parisino) y bajo la supervisión de los españoles Luis de Landecho y Lorenzo Gallego, quienes lograron levantar el primer edificio de España con estructura en hormigón armado. Para la gestión fue involucrado el mismísimo César Ritz, hotelero suizo, cuya experiencia y visión garantizaron esos estándares de calidad y elegancia que se siguen asociando universalmente a su nombre.

El hotel se inauguró finalmente un 2 de octubre del año 1910 y desde entonces nunca ha cerrado, ni durante la Guerra Civil. En sus elegantes habitaciones se ha alojado la flor y nata de la aristocracia y de la política mundiales: desde la realeza de los cinco continentes hasta personalidades como, por citar algunas, George Bush, Mikael Gorbachov, el emperador etíope Haile Selassie, Yasir Arafat y Fidel Castro (quien recibió a un comité de trabajadores del hotel). En principio la rígida etiqueta del Ritz no admitía a famosos y personajes de la farándula, pero, desde que se suprimió esta norma, un variopinto elenco de actores, cantantes y artistas de la talla de Woody Allen, Dalí, Frank Sinatra, Rita Hayworth y Ava Gardner ha pasado por los salones del hotel.

Un largo y prestigioso desfile que se ha interrumpido solo en 2018, cuando, tras

En la página anterior, uno de los salones tras la reforma. Bajo estas líneas: A la izquierda, el restaurante Deessa, en la sala Alfonso XIII; en la pared una luna de sal de la artista Rachelle Reichert. A la derecha, detalle emblemático del jardín del hotel, donde, los domingos, se sirve el brunch.

la adquisición del hotel por el grupo chino Mandarin Oriental en 2015, el Ritz cerró sus puertas por primera vez para una reforma que ha durado tres años y ha devuelto a la estructura el imponente esplendor que el tiempo había podido ofuscar pero no borrar. “Como con una dama de belleza magnética e innata”, en palabras del arquitecto Rafael de La-Hoz, responsable de la titánica reforma que ha costado más de cien millones y cuyo broche es sin lugar a duda la recuperada bóveda de cristal, que vuelve a lucir en toda su delicada belleza tras 80 años ocultada por unas cubiertas. A través de los cristales que la conforman, la luz entra a borbotones e incendia los mármoles de los salones principales en los que la herencia de un pasado secular se funde con lo nuevo. Como la mastodóntica puerta principal que sustituye a la antigua puerta giratoria, suprimida por LaHoz con la intención de recuperar los planos originales, que preveían, además, otro ingreso en el lado opuesto, en la calle Felipe IV, que también se ha recuperado.

Totalmente renovado, pero devotamente fiel a su aristocrática esencia, el hotel volvió a abrir sus puertas el pasado 15 de abril bajo la dirección de Greg Liddell: 153 habitaciones, 53 de ellas suites, decoradas con piezas de arte únicas creadas ad hoc para los espacios del hotel, que bien podrían estar en un museo. De hecho, la decoración, a cargo del estudio francés Gilles&Boissier, dialoga continuamente con las colecciones de los cercanos museos y, en general, con la cultura e incluso el paisaje de España. Difícil, por ejemplo, imaginar algo más español (y más artístico) que los sinuosos movimientos del abanico de una bailaora de flamenco, en los que se inspira la escultura de Factum Arte que dinamiza el espacio de la recepción. El arte español vuelve a ser protagonista en la llamativa decoración del bar Pictura, donde unos retratos fotográficos de la

artista Paula Anta inmortalizan, al estilo de Velázquez, algunos personajes emblemáticos de la cultura nacional contemporánea: desde la barra –territorio del barman Jesús Abia–, es posible intercambiar miradas con la escritora Elvira Lindo o el arquitecto Alberto Campo Baeza, que escudriñan la sala desde las paredes ataviados con vestimentas del siglo XVII. Espectacular también la instalación Remolino del Retiro, que acoge a los huéspedes nada más entrar, inspirada en la vegetación del cercano parque: unas hojas que cuelgan del techo creando caprichosos destellos de luz. Son de dos distintos materiales: latón para las hojas de los árboles autóctonos, níquel para las especies originariamente foráneas que, como los huéspedes del hotel, han acabado acostumbrándose al clima madrileño.

Gastronomía con estrellas El arte, omnipresente en todos los espacios (en las paredes de las habitaciones hay cuadros que reproducen detalles de obras expuestas en el Museo del Prado), inspira también la excepcional propuesta gastronómica firmada por el triple estrella Michelin Quique Dacosta, autor de las cartas de todos los restaurantes del Ritz, empezando por el Deessa, que ofrece probablemente la propuesta más personal del chef. Ubicado en la sala Alfonso XIII, se asoma directamente al mítico jardín del hotel, el Jardín del Placer, donde también es posible beber una copa, cenar o, los domingos, tomar el brunch. Los que prefieran estar a cubierto sin privarse de la vista del cielo madrileño, deberán reservar en el Palm Court (donde se sirve también el tradicional afternoon tea), situado debajo de la bóveda de cristal, con una carta más tradicional. Y, para un picoteo más informal, el Champagne Bar: amplia selección de champán para maridar con tapas de autor.

Otra gran novedad del nuevo Ritz es el spa dirigido por The Beauty Concept, con una carta de tratamientos personalizados y piscina cubierta que se abre entre el blancor de los mármoles que recubren el suelo y las paredes. En el techo, un enjambre de led que brillan en la penumbra y recrean el firmamento que se vería en una noche despejada desde el jardín. Para soñar con los ojos abiertos.

En la página anterior, imágenes de la Turret Suit, una de las 53 suites del hotel, que surge en una de las dos torres del edificio. 78 metros cuadrados, vistas al jardín, suelos de madera, cabeceros de cuero español, lujosos baños de mármol. Desde 3.350 euros/noche. Arriba, vista desde el exterior de la torre con la cúpula que acoge la suite.

De izquierda a derecha y de arriba abajo, fachada del hotel NH Collection San Sebastián Aránzazu; una de las habitaciones, de decoración elegante y moderna y profusa luz, e imagen de una de las zonas comunes.

CITA EN EL NORTE

El hotel NH Collection San Sebastián Aránzazu ofrece un alojamiento tranquilo, moderno y elegante, y una gastronomía de primera calidad, a cinco minutos de la playa de Ondarreta y un paseo del casco viejo. LA UBICACIÓN, EN EL BARRIO DE ONDARRETA, es uno de los atractivos del hotel HN Collection San Sebastián Aránzazu: en una zona residencial a resguardo del bullicio de la ciudad; a cinco minutos de la playa de Ondarreta; y a apenas 25 minutos del casco viejo andando por el paseo marítimo. A su alrededor cuenta con numerosos bares y restaurantes, entre ellos varios galardonados con estrellas Michelin.

Sus 180 habitaciones, elegantemente decoradas en estilo moderno, son amplias y luminosas y están dotadas con todas las comodidades y wifi gratis. En el mismo hotel, el restaurante Kukuarri ofrece a los huéspedes una formidable experiencia gastronómica con una amplia carta basada en productos frescos y de temporada. Bajo la filosofía del comercio justo, trabaja con carne de primera calidad, pescados de lonja, las mejores verduras y hortalizas, y una cuidada carta de vinos, también disponible en el bar del hotel junto a tapas y snacks. Gimnasio y parking son otros de los servicios de este hotel que admite mascotas y cuenta con varios certificados que confirman su compromiso medioam-

biental. nh-collection..com J. P.

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