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Sastrería mexicana
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Arriba, Gustavo Castellanos, creador de Merma Negra. Abajo, algunos modelos de Morera Grosso.
REPRESENTANTES DE LA SASTRERÍA MEXICANA
SER UN SASTRE SIEMPRE HA GOZADO DE PRESTIGIO, EL CABALLERO MEXICANO ES AMIGO DE LAS BUENAS TELAS Y LOS DETALLES DE CALIDAD. TE MOSTRAMOS ALGUNOS DE LOS NOMBRES MÁS DESTACADOS.
TEXTO JAVIER FERNÁNDEZ DE ANGULO FOTOGRAFÍA RAÚL PÉREZ MÉJÍA
EN EL PANORAMA ACTUAL destacamos sastres a medida como Bugallo, con una larga tradición en trajes a medida, maneja el tres piezas con una elegancia poco habitual. Morera Grosso es una marca ya emblemática, Gerardo es la cuarta generación de una firma que empezó en el mundo de las telas, y conocen el oficio desde sus entrañas, con una mirada más sofisticada está Tomorrowland Tailors, que arrancó con éxito con Maximiliano Villegas. Trajes funcionales, abrigos de cashmere y que visten a estrellas de la alfombra roja como Juan Pablo Zurita. Welton & Sons empresa fundada en 1983 es una mezcla perfecta de tradición de padres a hijos, pero con una mirada cosmopolita con influencia de tendencias, atención a la calidad, cortes clásicos con detalles originales.
Igual que Antonio Solito, que apuesta por un trabajo de camisas de alta gama y trajes a medida al nivel de cualquier país europeo. Se pueden hacer forros personalizados, con sastrería en el corazón de Polanco. Calidad asegurada. The Bespoke Club ofrece una gran variedad de telas, y la capacidad de adaptarse a cualquier capricho del cliente. En su propuesta esta sastrería de lujo que incluye zapatos de alta gama, sport jackets y camisetas,
Gentleman ha podido conversar con dos sastrerías emblemáticas por un lado la clásica de Morera Grosso y la vanguardista de Gustavo Castellanos inventor de un nuevo concepto de sastrería donde el arte y la creatividad dominan bajo la marca Merma Negra.
Morera Grosso, por su parte, en poco tiempo ha situado su sastrería entre las más destacadas de América Latina, con una selecta clientela en México, entre empresarios, políticos y destacadas personalidades. En 2010 comenzaron la importación de tejidos desde Europa, en 2015 empezaron a realizar sus propias hechuras creando La Sartoria y en 2018 se constituyeron como la única marca en Latinoamérica que controla su proceso de hechura de trajes propios.
Entre sus selectas telas y tejidos high end encontramos: Loro Piana, Holland & Sherry o Vitale Barberis Canonico. Ojal milanés con hilo de seda, botones exclusivos y la garantía “fit de por vida” que ofrece hacer ajustes a la prenda para que luzca perfecta siempre, son algunos de los detalles de una marca que quiere ser líder en la sastrería masculina.
Con otro corte menos clásico esta la sastrería de Gustavo Castellanos, él nos explica el ADN de la marca, “Merma Negra lleva diez años buscando su lugar en el mundo de la moda, trabajamos mucho con artistas, mano a mano con ellos, creativos, diseñadores con ellos creamos el taller Nahuatex para desarrollar proyectos externos, maquilamos, incubamos proyectos textiles, con un día a día muy amplio de creación y reflexión, nos unimos con gente creativa y transformamos sus ideas en productos textiles. Vamos con distintos artistas. Siempre para hacer ropa, con sus fantasías y nuestra ejecución”.
Han roto la frontera entre masculino y femenino: “ No creemos que se necesite hacer ropa de hombre o de mujer, tenemos una prenda en la cabeza y la ejecutamos, a veces la creamos para hombres y se la llevan mujeres, vemos una cosa, creamos una prenda y el sexo de quien la compre no importa”, explica. “Como telas”, señala “trabajamos con materiales y tejidos plano, las gabardinas, chamarras, lanas, hacemos mucho mesh de telas transparentes, que permiten ver el cuerpo, es lo que el cliente pide”. Y añade, “Raymundo Valentín, en nuestro equipo, amplía los productos que manejamos. Por ejemplo nos pidieron un proyecto de traje para una boda con detalles como una Virgen de Guadalupe en el forro. No solo hemos perfeccionado la maestría de la sastrería, sino que además lo disfrutamos mucho”. A la hora de pensar en diseñadores que le inspiran a Gustavo, le gustan artistas plásticos, recientemente ha colaborado con Carlos Martiel “que hace performance y se hace director creativo de la colección de esta temporada. Trabajamos con Victor del Moral y Mare Goufri, cada temporada cambia el estilo y la dirección del proyecto”.
Pensando en el futuro añade “con la sostenibilidad, estamos trabajando en una nueva marca, 100% sustentanble junto a Umberto Mizrahi, queremos hacer un producto cíclico con máximo respeto a la naturaleza, es un desafío que tiene ahora la moda”. Y señala, “Merma Negra se ha mantenido con discreción en el mundo de la moda. Nos hemos enfocado en la confección, sin luces de artificio”.
Este espacio no solo es un taller es una incubadora de empresas, laboratorio de ideas, de patronajes innovadores, que unen talentos que terminan como vestidos, sacos o trajes excepcionales. Pura vanguardia de la moda. Y concluye: “Queremos más , vamos por más, pero de la forma correcta” .
SOBRE BASES SÓLIDAS
PIEDRA DE TOQUE DE LA ELEGANCIA, EN POCOS ACCESORIOS COMO EL CALZADO CONCURREN TANTAS CERTEZAS. LA VARIEDAD ACONSEJA ACLARAR CIERTOS CONCEPTOS.
TEXTO MARÍA ROSA
OBJETO DE CULTO, EL ZAPATO ha dado origen a fetichismos y encarnado mitologías, despertando el interés de estetas, historiadores y filósofos. También de científicos, pues no faltan los estudios de prestigiosas universidades que han tratado de estudiar posibles concordancias entre el tipo de zapato que calzamos y nuestra personalidad.
El escritor, actor y prescriptor de la elegancia en el vestir y el vivir, el italiano Giovanni Nuvoletti (19122008), enumeró en uno de sus textos algunos de los nombres con los que el zapato ha ido peregrinando por el mundo y la historia: “Zueco, chancla, sandalia, babucha, chancleta, bota, botín, chapín, alpargata, bailarina, madreña, mocasín, pantufla, zapatilla, plantilla, escarpín, zapatín, zapatón, polaina, borceguí, chinela...”. Las más autorizadas personalidades de los tribunales de la moda y de la mundanidad coinciden en atribuir al zapato un valor de símbolo social, un estatus propio. Si se quiere juzgar la elegancia de alguien, solo es preciso mirar a sus pies; si se quiere arruinar la elegancia propia, incluso disfrazada con un buen traje, no hay nada como descuidar el calzado que lo acompaña.
Así que para tener un guardarropa elegante hay que invertir en zapatos. Y conocer los modelos y usos adecuados. Aunque dejémoslo claro: nada es una ciencia inamovible al respecto; como en tantos otros aspectos, también en la moda hay criterios subjetivos. Por ejemplo, el que mantiene que un zapato, para que refleje estatus, debe denotar un cierto uso; si está nuevo, pues, acaba con él. Eso opinan algunos.
Siempre y esto si es una certeza, hay que prestar especial atención a los materiales y a las formas, aspecto en el que encontramos tal variedad que no siempre facilita la elección adecuada. En los colores, hay más cosas claras: a pesar de las corrientes cromáticas llamativas de hace unos años, todavía vigente en algunos casos, es casi imposible fallar con el negro y los distintos marrones.
Arriesguémonos con algunas precisiones, aunque, como decimos, siempre sujetas a discusión. Ahí va la primera: un guardarropa debe incluir siete pares de zapatos: dos para el invierno, de piel gruesa, fuertes y resistentes; tres para el verano, de piel más fina; otro par de zapatos elegantes para la noche, y un par versátil, entre lo deportivo y lo desenfadado, válido para cualquier estación. La especialista Irvana Malabarba, autora del libro Unos señores zapatos, mantiene que una vida laboral y social contemporánea requeriría disponer de unos 20 pares para adaptarnos con facilidad y precisión a cualquier circunstancia. Completado tal arsenal con
En la página siguiente, el actor y bailarín Fred Astaire, junto a una parte de su profusa colección de zapatos, 1941.