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Oscuro objeto de deseo

ROLLS-ROYCE CULMINA SU GAMA MÁS POTENTE CON EL BLACK BADGE GHOST, UN AUTOMÓVIL DISEÑADO PARA PERSONALIZAR EL ALTER EGO DE LA EMBLEMÁTICA FIRMA BRITÁNICA.

TEXTO MIGUEL ÁNGEL RINCÓN

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Arriba y abajo: Detalle del faro y el Pantheon Grille, la parrilla frontal característica de Rolls-Royce; volante con botón Low integrado, que desbloquea todas las tecnologías del Black Badge Ghost para una experiencia de conducción deportiva; la tapicería incorpora un patrón de diamante profundo en carbono y fibras metálicas.

FICHA TÉCNICA Rolls Royce Black Badge Ghost Motor: V12 delantero longitudinal + Cilindrada: 6.750 c.c. + Potencia: 600 CV + Transmisión: Automática de 8 velocidades + Velocidad máxima: 250 km/h + Aceleración de 0-100 km/h: 4,8 s + Consumo mixto: 15,8 l/100 km.

ESTE PODRÍA SER TAN SOLO UN REPORTAJE sobre el Black Badge Ghost, el flamante último modelo lanzado al mercado por una de las marcas icónicas del motor mundial, Rolls-Royce. También podría narrar la experiencia insólita de su presentación, celebrada en una noche de lluvia a 80 kilómetros de Londres, en la oscuridad de un ignoto aeródromo perdido en la campiña. Pero lo que hace en realidad, tomando ese lanzamiento como punto de partida, es reflexionar acerca de cómo uno de los fabricantes de vehículos más exclusivos del mundo da forma a la expresión más contemporánea del lujo materializando algo tan abstracto como es el deseo.

Cuando BMW adquirió Rolls-Royce en 1998 puso en marcha una revolución pausada en la marca. La fábrica desde la que salen al mercado los vehículos permanece en el lugar donde siempre estuvo, en la localidad de Chichester, en West Sussex (en el sur de Gran Bretaña), pero de ella comenzaron a nacer nuevos modelos que habían de definir una etapa también nueva. El Phantom, en 2003, reinterpretaba la idea de grandeza que siempre había acompañado a Rolls-Royce. El modelo Ghost, que enseguida se convirtió en la marca más vendida de la casa, apareció en 2009 para transmitir una visión menos formal y más audaz de su línea de diseño. Le siguieron el Wraith, el Dawn y por último el Cullinan, un todoterreno con el cual se culminó esta fase de renovación.

Un perfil renovado El efecto de toda esa nueva gama fue inmediato y asombroso. La media de edad de los compradores de Rolls-Royce descendió drásticamente, transfigurando a la marca en la más joven del Grupo BMW, por debajo incluso de Mini. El éxito comercial desbordó cualquier expectativa. La pregunta que se formula casi por sí misma es: ¿cómo pudo la marca de coches que nuestro subconsciente colectivo asocia a las bodas de las casas reales y el estilo de vida anacrónico que retrataba la popular serie de televisión Downton Abbey lograr una proeza así?

La respuesta, posiblemente, tenga que ver con su modo de relacionarse con sus clientes. El diálogo de sus respectivos departamentos con el comprador final es tan fluido que es este, en último término, quien determina la orientación de los vehículos. Un 85% de los autos de la marca posee personalizaciones decididas por los clientes y llevadas a cabo por el departamento Bespoke

Bespoke de Rolls Royce, conformado por cerca de un millar de artesanos, diseñadores e ingenieros cuya misión es hacer realidad cualquier sueño.

De hecho, fue de ese diálogo con el cliente de donde surgió la línea Black Badge, de la cual el Black Badge Ghost que ahora se presenta es el exponente más avanzado a nivel técnico y de diseño. La gama en su conjunto, que actualmente supone el 27% de las ventas de la marca, viene a materializar el deseo expresado por diferentes compradores en el transcurso del tiempo de encontrarse a través de su Rolls-Royce con su alter ego más oscuro, disruptivo y seductor y consolida el concepto de hecho a medida como un rasgo permanente y diferenciador.

Black Badge adopta el negro como lenguaje universal de la subversión. Es una línea pensada para clientes cada vez más jóvenes, más iconoclastas y rompedores. Líderes del mundo de las finanzas, la tecnología y las artes que han alcanzado la cima rompiendo los moldes, dibujando mapas propios en el sistema, muchas veces a través de la transgresión de los códigos establecidos y manejando criterios del lujo nuevos y tan personales que requieren una atención individualizada.

Ruedas de 21 pulgadas. El cilindro de cada rueda está compuesto por 22 capas de fibra de carbono dobladas sobre sí mismas en tres ejes. Un buje de aluminio forjado en 3D se une a la llanta con sujetadores de titanio. El tapacubos flotante permite que la doble R permanezca siempre en posición vertical.

El negro profundo en esta gama es un símbolo. Los colores vivos del interior, una insignia. El contraste entre ambos, una conversación que se entabla desde la marca con movimientos creativos presentes en la alta costura y el arte contemporáneo en los que se han inspirado los diseñadores de Rolls-Royce para culminar su gama con el Black Badge Ghost, su obra maestra. Una bestia oscura y majestuosa que encarna el concepto formulado por los ideólogos de la casa Rolls-Royce para definir su propia perspectiva de lo exclusivo en nuestro tiempo, la post opulencia, que describe un lujo fundamentado en los materiales de calidad y el trabajo realizado de forma meticulosa, sin ostentación, con una cierta sobriedad incluso, pero con razones más que sobradas para satisfacer los deseos de aquellos que han logrado alcanzar el éxito a través de la ruptura de lo establecido.

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