Gerard Jover. Historia Medieval de España (2021)
Universitat de Barcelona
consagradas para demostrar que éstas no eran el cuerpo de Cristo. Estas declaraciones (Suma antijudaica) constituyen la base del relato que Alonso de Espina utiliza para alimentar la leyenda negra y el desprecio hacia el pueblo semítico. 4.2. El estereotipo judío La consagración de estos duros tópicos en la sociedad castellana estuvo estrechamente ligada a la prolífica obra de maestros cristianos como el propio Espina, que refiere al respecto que el judío provenía de una estirpe bíblica infrahumana que formaba parte de un pueblo de deicidas y traidores que practicaban la magia negra, asesinaban niños, profanaban hostias y practicaban la usura. Todo ello se acompañaba —insiste el autor— de costumbres de inmoralidad, de odio y animadversión hacia los cristianos. Este hecho explicaría que en todo momento Espina se dirija a ellos con trato de inferioridad, discriminación y subordinación jurídica, reivindicando siempre la urgente necesidad de represión y expulsión desde una posición abiertamente intransigente. A este respecto, resulta destacable un pasaje del Libro III que ilustra claramente la perspectiva sacrílega asociada a los judíos: Alonso de Espina narra en su obra una llamativa historia sobre un judío que deseaba obtener el corazón de un cristiano con finalidades rituales. Para ello, acude a un verdugo, quien en vez de proporcionarle un corazón humano le ofrece uno de cerdo. Sin saberlo, el judío practicó un maleficio sobre el cerdo, y no sobre el cristiano. Al poco tiempo, un grupo de cerdos acudió al lugar donde el judío había enterrado el corazón para devorarse entre sí. Se difundió la creencia de que si el corazón enterrado hubiese sido el humano, habrían sido los cristianos quienes se habrían asesinado mutuamente22. Son de gran interés estas líneas, ya que no sólo revelan la imagen del hebreo a ojos de la cristiandad, sino que advierten del peligro de posibles complots judíos, tomando como referencia el libelo de sangre (acusaciones en las que se afirmaba que los judíos cometían crímenes empleando sangre humana durante sus rituales religiosos)23. Lo más significativo es lo que defiende Monsalvo Antón (1999) al respecto, pues las imputaciones descritas como crudelitates iudeorum prácticamente suponen pasar de la satanización literaria a la incriminación penal de los judíos24. En todo momento, la obra deja ver un aumento de la violencia y de los juicios escatológicos (blasfemia, criaturas inmateriales, etc…) ante un 22
Fortalitium fidei, f. 143 v. HASSÁN, I.; IZQUIERDO, R. (eds.) (2001): «Judíos en la literatura española». IX Curso Cultural Hispanojudía y sefardí de la Universidad de Castilla-La Mancha, 54. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, p. 122. 24 MONSALVO ANTÓN, J. M.: Ob. cit., p. 1078. 23
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