Documento de trabajo Comisión “7 D. Eliminar privilegios para la pluralidad de voces” Ley de Medios. Encrucijada o punto de partida Proponemos pensar en la cantidad de leyes votadas en los nueve años que van desde el 2003 a estos días. Esas leyes transformaron nuestra sociedad desde lo cultural, lo económico, lo social. Han reparado situaciones de marcada injusticia, han terminado con discriminaciones fuertemente arraigadas en nuestra sociedad, han incorporado miles de personas a un sistema que los había excluido e ignorado. Fueron leyes que trajeron aparejados fuertes debates. Leyes que, como no puede ser de otra manera, al defender los derechos de unos afectaron los intereses de otros. Sin embargo ninguna de estas leyes trajo aparejada tanto “ruido” ni tampoco tuvieron la resistencia en su aplicación que ha traído aparejada la Ley N° 26.522. Porque ante una ley no solo vetusta sino creada en tiempos de dictadura, llena de parches y modificaciones, que no contenía en sus artículos y reglamentación la fabulosa transformación que trajo consigo la revolución digital y el fenómeno de los cables, la televisión satelital, las radios comunitarias etc., porque? volvemos a preguntar,esta nueva ley votada mayoritariamente por nuestro congreso nacional, ha sufrido tantas demoras para ponerse finalmente en marcha. Creemos que la respuesta la encontraremos en el subtítulo de esta documento. Porque la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es ambas cosas, encrucijada y punto de partida. Es encrucijada para los grupos que se consolidaron ya no como relatores de la realidad sino como constructores de la misma, no en constructores de su verdad sino en dueños de la única verdad. Esos grupos que instalaron como una certeza que ningún gobierno por democrático que fuera resistirían cinco tapas negativas consecutivas, que como en una “task – force” donde la tapa del diario se replicaba hasta el hartazgo en el audio de la radio y a su vez es puesto en las pantallas del cable y el aire terminaba asfixiando cualquier posibilidad de pensar la noticia. La noticia no debía ser pensada sino instalada. Es punto de partida para una comunicación más democrática, con mayor diversidad de miradas y lecturas. En una sociedad que busca la verdad aceptando
más de un punto de vista, que entiende el debate y la participación como el único modelo posible para la construcción de una comunidad organizada, respetuosa de mayorías y minorías. En “La fuerza del motor” Paul Virilo advierte sobre el fenómeno de los medios que pasaron de relatar lo que había pasado, a lo que estaba pasando en tiempo real y a la peligrosa instancia de contar lo que iba a ocurrir. Los medios concentrados cumplieron al pie de la letra la definición del filósofo francés. Al contar lo que iría a pasar no importaba demasiado que estuviera pasando. Así más de una vez en nuestro país hemos visto como se anunciaba que faltaría trigo y leche que nunca faltó, o que un dólar llegaría a costar todo el circulante en pesos de la Argentina. Ese formato de comunicación tiene en la Ley de Medios una encrucijada difícil de superar y es por esa razón que tantos artilugios legales y de los otros se han puesto en estos tres años que corren desde su promulgación por el Congreso Nacional. La pluralidad de voces es imposible de pensar si la concentración de medios está en manos de grupos pequeños en representatividad social pero gigantesca en su estructura económica. Hasta los años 80 si bien los medios de comunicación mantenían directa relación entre el poder económico y el poder informativo, es difícil encontrar medios masivos que no estuvieran directamente relacionados con los tradicionales sectores de poder (La Nueva Provincia en Bahía Blanca, El Tribuno en Salta o la Voz del Interior en Córdoba son solo algunos ejemplos). Pero a partir de los noventa esa realidad cambió para peor. Esos medios perdieron a manos de los grandes grupos concentrados de la capital su independencia provincial para pasar a ser suplementos de las líneas editoriales centralizadas. Así los cables de pueblo o pequeñas ciudades fueron comprados, las radios se transformaron en repetidoras de la Capital, y el hombre común tuvo que escuchar que la mañana en la que vivía era lluviosa y destemplada aunque en las calles de su pueblo el sol rajara la tierra. Si no se reparaba en al menos respetar la diversidad del clima que se podía esperar de la diversidad de ideas. A un mes del 7 D cabe hacer algunas reflexiones. Preguntarse porque una fecha establecida por la justicia es transformada por un grupo mediático en un tema opinable. Porque la sensación de soberbia y poder más allá de todo sentido hace que un vocero secundario del Grupo Clarín advierta que no acatarán la ley y no
presentarán su plan de desinversión. Porqué medios externos al grupo y aún perjudicados por este hoy mantienen una posición absolutamente alineada con el monopolio. La respuesta está en el fin de los privilegios para una oligarquía mediática que ve en la Ley de Medios un nuevo y trascendental paso en la construcción de ciudadanía y democratización de las voces y opiniones a las que hasta hoy consideraban como convidados de piedra en la construcción de una sociedad que ha decidido tener a la realidad como única verdad.