El Proyecto Nacional y Popular Hacia su Consolidación Este conjunto de compañeras y compañeros, reunidos en el marco del Encuentro Nacional de Gestar, expresamos nuestro apoyo incondicional a nuestra Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en reconocimiento a su coraje y valentía para dirigir un exitoso Proyecto Nacional justo e inclusivo que ha permitido que los argentinos recuperemos nuestra dignidad y alcemos la cabeza nuevamente reflejando en la mirada el gran orgullo de trabajar para el engrandecimiento de la Patria. De la misma manera queremos expresar nuestro reconocimiento y homenaje al compañero Néstor Kirchner, por la coherencia con que asumió su decisión de “no dejar las convicciones en las puertas de la Casa Rosada” cuando asumió la presidencia en el 2003. Coherencia y decisión que lo llevó a militar sin medir riesgos ni costos personales, hasta el límite de entregar su vida un 27 de Octubre de 2010 en pos de defenderlas y de sostener la gestión de la presidente Cristina Kirchner, su compañera amada de toda la vida, la “presidenta coraje” como él la llamaba. De la mano de la Compañera Cristina y continuando el camino iniciado por el Compañero Néstor Kirchner, Argentina vive hoy una hermosa primavera, el período de crecimiento más largo de nuestros 200 años de historia, donde cohabitan la protección de los derechos humanos, entendidos éstos como derechos sociales y libertades civiles y religiosas, con memoria colectiva, donde lo único prohibido es prohibir. Lo que podemos percibir si salimos a la calle y nos guiamos por el sentir de las mayorías populares, por la alegría que late en su corazón, vemos un país que ha vuelto a creer, a confiar, a soñar, un país lleno de esperanza. El camino no ha sido fácil, ni mucho menos. El gobierno nacional ha tenido que sortear dificilísimos obstáculos nacionales e internacionales y las críticas incesantes del más formidable aparato mediático en épocas. Sin embargo, mientras el mundo se derrumba por las consecuencias inherentes a un modelo rapaz de capitalismo financiero, la Argentina se ha atrevido a romper cadenas y yugos ideológicos y ha surgido como faro con un nuevo paradigma de compromiso social y responsabilidades compartidas que entiende a lo colectivo como superador de lo individual y que los intereses del Estado deben recuperar el lugar perdido luego de años de salvaje neoliberalismo.
La gran calidad de gestión y visión estratégica de nuestra Presidenta puede medirse por la magnitud de las dificultades superadas. En 2002 el país estaba despedazado, profundamente quebrado económica y moralmente, pero sobre todo lo aquejaba un enorme problema de autoestima. La desocupación ascendía a 25%; el Banco Central apenas tenía 11,000 millones de dólares en reservas internacionales; más del 140% del PBI estaba comprometido en deuda pública interna y externa; más del 54% de nuestra población estaba sumida en la pobreza y más del 25% sufría en la indigencia. Adicionalmente, en 2008 se desató una de las peores crisis financieras de las últimas décadas. De 2008 a 2009, el PBI real cayó 4,3% en la Unión Europea, 3,5% en Estados Unidos y hasta 5,5% en Japón, llevando a una tasa de desempleo actual de más de 10 y 8.3% en la fuerza laboral europea y estadounidense, respectivamente. En 2010, casi una cuarta parte de la población de la Unión Europea estaba en riesgo de pobreza o exclusión social y al término de 2011 la eurozona no sólo no creció sino que su PBI se redujo 0,3%, mientras que en Estados Unidos apenas creció 0,7%. Similarmente, el consumo privado en Europa cayó 0,4% y en Estados Unidos únicamente creció 0,5%. En 2009 el déficit de los gobiernos de la Unión Europea ascendía a 6,4% de su PBI. Sin embargo, las firmes y oportunas decisiones tomadas por nuestra Presidenta no sólo evitaron que la Argentina cayera en esta espiral descendente sino que posicionaron al país en un lugar privilegiado para aprovechar al máximo la coyuntura y volverla un punto de inflexión en el mapa geopolítico regional y mundial. Gracias a Cristina, la brújula del orden económico de las naciones desarrolladas ahora apunta al sur y los resultados tienen años dejándose notar. Actualmente, nos enorgullece decir que la Argentina ha registrado una explosiva tasa de crecimiento en su PBI: entre el año 2003 y el 2011 acumuló un crecimiento en términos reales del 113% (sólo superado en ese período de tiempo por China e India), destacando el sector automotriz con un incremento de 324%, pero también otros sectores industriales, agropecuarios y de servicios. Hoy nuestro ingreso per cápita es casi el doble que el promedio de toda América Latina. En el año 2002, Argentina producía el 0,65 del PBI mundial; hoy es el 0,90 y nos encaminamos a llegar al 1% en pocos años.
Además, como el gobierno nacional entiende que no basta con generar riqueza si ésta no se distribuye en forma adecuada, el modelo económico y las políticas sociales aplicadas permitieron que la distribución del ingreso mejorara sustancialmente respecto a 2003 y que el Índice de Desarrollo Humano fuera en el año 2011 uno de los más altos de toda América Latina. La reorganización del esquema productivo y el fin de la dicotomía entre el mercado interno y el de exportaciones posibilitaron la generación de más de cinco millones de puestos de trabajo, con una tasa de desempleo actual del 6.7% y una tasa de empleo del 43%, que representan los mejores indicadores laborales en décadas. Más empleos y mejores ingresos permitieron que la pobreza cayera del 54 al 8,3%, mientras que el porcentaje de indigencia se redujo de 28% a poco más de 2%. El consumo privado, principal motor de la demanda agregada del país, creció entre 2003 y 2011 más de 77%. Y si analizamos la inversión como porcentaje del PBI, encontramos que la Argentina registró un enorme salto, pasando de 14,1 a 25,3% en 2011, superando a España (21,8 %), Japón (21,4 %), Brasil (19,8 %), Alemania (19,1 %), Estados Unidos (15,8 %) e Inglaterra (14,1 %). La tasa de inversión en el año 2011 fue la más alta desde que se tiene registro en nuestro país, desmintiendo que el crecimiento se haya dado por viento de cola. Un puntal del modelo nacional ha sido la acumulación de reservas. Después de haber pagado en 2009 y 2010 a tenedores de títulos privados y organismos multilaterales de crédito la suma de 26.316 millones de dólares, las reservas internacionales han crecido marcadamente, totalizando casi 47.000 millones de dólares a pesar de las últimas cinco corridas cambiarias donde el Banco Central ha tenido que vender 15.897 millones. Esto se logró gracias a la duplicación de nuestro comercio exterior respecto a la década de 1990, que era del 17% y hoy estamos entre el 34 y el 35% (suma de importaciones y exportaciones como porcentaje del PBI); aumentamos casi tres veces nuestras exportaciones, pasando de 25.600 millones de dólares a más de 70.000. En lo que respecta a las medidas de inclusión, las políticas sociales del gobierno de Cristina conformaron un récord histórico de inversión que alcanzó el 30% del PBI, donde las erogaciones de la ANSES representaron más del 10% del valor de la producción nacional. Un organismo que en la década de los 90’ estaba destinado a desaparecer, o en el mejor de los casos a permanecer como una oficina residual,
hoy es un baluarte de la inclusión social y un ejemplo de que lo público se puede manejar con compromiso político y social, pero también con capacidad y honestidad. Cabe destacar que hemos alcanzado el mejor salario mínimo, vital y móvil de toda la región y tenemos el índice más alto de cobertura previsional, donde el 96% de los argentinos en edad de jubilarse tienen un haber. Con la Ley de la Movilidad jubilatoria dos veces por año, nuestros abuelos han tenido una recuperación en sus haberes jamás vista en la historia. De hecho, de 2003 a 2012 el haber mínimo subió más de 1.000 % y se otorgaron 23 aumentos. Por el impulso de nuestra querida Presidenta, se creó la Asignación Universal por Hijo para la Protección Social, que representa una iniciativa totalmente inédita en nuestro país (y podemos decir también en el mundo) por su alcance, ya que representa el 1,2% del PBI. Sin embargo, lo más relevante de la AUH es que ha logrado plasmar en una realidad concreta el principio doctrinario de nuestro movimiento justicialista expresado en la frase de Eva Perón “Donde existe una necesidad, nace un derecho”. Los niños y niñas que reciben la AUH son titulares de un derecho reconocido por el Estado y no meros “beneficiarios” de un programa asistencial gubernamental. Por este motivo profundo, es que algunos políticos de la oposición, los medios de comunicación hegemónicos y aquellos voceros de las corporaciones que detentaron por décadas el poder real en la Argentina, insisten en atacar la AUH a pesar de los evidentes resultados obtenidos en materia de mejora de los indicadores sociales, a pesar de que es aplicada mediante esquemas operativos y administrativos eficientes y transparentes y a pesar de que cuenta con un abrumador respaldo popular. Como en otras épocas los grupos concentrados, oligárquicos y enemigos de lo nacional, atacaron las conquistas sociales de Perón y Eva, hoy otras personas, pero representantes de los mismos sectores, atacan las conquistas sociales de Néstor y Cristina. En 2002 la Argentina destinaba 5% de su PBI al servicio de la deuda externa y 2% a educación. Sin embargo, se ha logrado reorientar esa ecuación estratégica y actualmente se destina 6,47% a la educación y apenas 2% al pago de la deuda. Se han repatriado más de 880 científicos (uno cada 4 días de gestión desde el 25 de
mayo de 2003) y se ha creado una cartera específica para garantizar mayor inversión en ciencia y tecnología. Conectar Igualdad es el programa de su tipo más importante en el mundo; lleva distribuidas más de 1,8 millones de netbooks entre alumnos y docentes de educación secundaria de escuelas públicas, de educación especial y de institutos de formación docente, mientras que iniciativas similares como la portuguesa Portátil Magallanes ha entregado 1.360.000 computadoras y el venezolano Proyecto Canaíma lleva 670.000. Es importante resaltar que la mayor cobertura de Conectar Igualdad la tienen aquellas provincias con mayor incidencia de la pobreza (Chaco, 87 % y Formosa, 73 %), permitiendo reducir una brecha fundamental para esta nueva sociedad en la cual vivimos, la sociedad digital. Un punto fundamental del que nos sentimos particularmente orgullosos es la determinación que tuvo Néstor y continuó Cristina para desendeudar al país, limpiarnos del default y romper esa cadena que generaba miseria y tragedia, peleando en foros nacionales e internacionales por el derecho de la Argentina a exigir responsabilidades compartidas y a negarse firmemente a sujetar el devenir del país a los caprichos de intereses extranjeros. Porque “los muertos no pagan”, como decía Néstor con pasión desenfrenada cuando defendía la posición del país. Luego de renegociar la deuda pública con una reducción neta de más de 70.000 millones de dólares (la mayor quita de deuda de la cual se tiene registro en la historia mundial), con una gran decisión soberana terminamos el tutelaje con el Fondo Monetario Internacional, recuperamos autonomía para defender los intereses de los argentinos y aplicamos la segunda parte de la restructuración que nos llevó a cubrir el 93% de la deuda. Mientras que en 2003 la deuda pública externa representaba el 95,3% del PBI, actualmente es solo el 16,9%. No es poca cosa que podamos decir que la Argentina no forma parte del grupo que se inyecta activos financieros tóxicos a un sistema de finanzas internacionales enfermo y que ha dado muestras sobradas de estar agotado. La promoción del trabajo argentino también ha sido fenomenal, pasando de 80 a 280 parques industriales y a un 80,1 % de uso de la capacidad instalada. En 2003, el 45% de los préstamos del Banco Nación se destinó a las grandes empresas; para la banca minorista el 29%; para las cooperativas el 8%; para las empresas vinculadas el 10%, y para las PYMES el 8%. Actualmente, las grandes empresas
tienen el 19%; la banca minorista el 19%; las cooperativas el 3%; las empresas vinculadas el 2%, y el 57% por ciento de la cartera de préstamos se destina a la pequeña y mediana empresa, verdadera generadora de trabajo y valor agregado. Aunque los bancos no pueden ser el centro de la economía, son parte importante de ésta, por lo que las políticas del gobierno de Cristina han permitido que, en un sano equilibrio entre las necesidades del capital y el objetivo final de inclusión social, los bancos de la Argentina hayan registrado la mayor rentabilidad de los últimos años. Si bien es cierto que vivimos un mundo nuevo, paradójicamente lo que faltaba era alguien con ideas frescas, con sintonía fina. En este sentido, la conducción económica del país hoy está en la Casa Rosada, como expresión de la máxima autoridad política del país y no en tecnocracias infestadas de intereses corporativos, como lo eran en la década de los 90’. Por eso, hoy actúan en forma articulada la promoción del comercio exterior, la protección del mercado interno y las áreas de agricultura y ganadería. Además, reconociendo que no puede haber reglas generales para todas las empresas ni para todos los empresarios, ha decidido crear una Subsecretaría de la Competitividad para discutir y debatir entre los trabajadores, los empresarios y el Estado las formas de mejorar e innovar. Algunos desafíos hacia el futuro se vinculan con políticas ya iniciadas pero cuya aplicación integral llevará más tiempo. Sabemos que la recuperación de la política no podría prosperar sin recuperar la palabra. Un gran hito en esta dirección fue la aprobación contra viento y marea de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que permite distribuir la palabra y fortalecer la democracia dando pluralidad a las voces para que el discurso no se vuelva monocorde. En el mismo sentido, hay que destacar también en la gestión de la presidenta la importancia que ha tenido la reforma política impulsada por ella, corporizada en las PASO, las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias que se realizaron el 14 de agosto del 2011. En esa competencia, que involucró a todos los partidos políticos, el peronismo permitió dirimir y resolver la crisis de identidad y contradicción que venía arrastrando desde el fallecimiento de Juan Domingo Perón en 1974. Porque ese día el pueblo argentino respaldó a Cristina Kirchner con más del 50 por ciento de los votos y dio la espalda a aquellos dirigentes que, invocando una supuesta identidad peronista, se presentaron en realidad como máscaras encubridoras de una propuesta conservadora liberal. Por lo tanto, podemos
afirmar que en la Argentina actual el peronismo ha vuelto a ser uno, tiene el perfil nacional y popular de sus orígenes y lo conduce Cristina Kirchner y que es este posicionamiento político previamente alcanzado el que hizo posible que el 23 de octubre de 2011 la presidenta fuera reelegida por más del 54 por ciento de los votos. En ausencia de un nuevo marco teórico que explique este mundo y los caminos a seguir, las medidas del gobierno para fortalecer la UNASUR cobraron gran relevancia porque expresaron una política inteligente, cooperativa y colaborativa para que todos los países de la región aprovecharan el comercio y lazos intrazona y desarrollaran efectivamente la generación de valor. Asimismo, atendiendo un reclamo que vive y late en la conciencia popular, la Presidenta no ha cejado en sus intentos por presentar en todas las plataformas internacionales el derecho legítimo de la Argentina a la soberanía de Malvinas, atacando en varios frentes la actitud colonialista de Gran Bretaña y su negativa a obedecer las resoluciones de la ONU, logrando incluso un histórico acuerdo en el MERCOSUR para bloquear la entrada de barcos con bandera isleña. La intransigencia inglesa se relaciona en gran medida con los recursos naturales de Malvinas y los países desarrollados han preferido cerrar sus ojos ante la flagrante violación del derecho internacional con la esperanza de compartir de alguna forma la riqueza petrolera de la zona, situación inconcebible bajo el modelo argentino actual de protección a los bienes del Estado. Luego de años de desinversión durante la década de 1990, el tema energético ha vuelto a la agenda nacional, con una inversión cercana a los 20.000 millones de pesos en proyectos que “no se ven”, pero que han permitido sostener un crecimiento significativo en el consumo de energía. Así, mientras que en 2003 teníamos 9.000 kilómetros de línea de alta tensión de 500 kilovoltios, actualmente contamos con casi 12,000. En 2003 la Argentina generaba 17.900 megavatios de electricidad; hoy la generación eléctrica se ha elevado a más de 23.400. Otra medida importante fue el 39% de ampliación en el transporte de gas y la culminación de Yacyretá, la represa de llanura más grande del mundo, que provee con energía limpia 15% de la producción del país. Reconociendo el enorme potencial minero de la nación, que no sólo ocupa el sexto lugar mundial entre los países con mayores recursos sino que, además, se estima
que falta explorar y explotar el 75 % de su superficie con potencial, el gobierno nacional y los gobiernos de las provincias con yacimientos mineros están impulsando un modelo de minería ambientalmente sustentable que posibilite al mismo tiempo la diversificación industrial y la reconciliación entre las necesidades del capital privado y la justicia social de redistribuir los beneficios entre los dueños originales de los recursos, limitando la extranjerización de la economía a fin de que no se escapen las utilidades sin reinversión. Este fue el marco de la creación de la “Organización Federal de Estados Mineros” (OFEMI). También, en función de las necesidades actuales y futuras del país y con la intención de corregir un resabio de la convertibilidad, Cristina presentó y consiguió la aprobación de una reforma a la Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina que reivindica la importancia conferida por el Ejecutivo Nacional a la estabilidad monetaria pero poniendo la misma al servicio del crecimiento, el empleo y la inclusión social. Definitivamente, apoyamos a nuestra Presidenta y coincidimos en que es tiempo de dar vuelta la página de la historia del desencuentro, del enfrentamiento, de la confrontación y que todos, al unísono, garanticemos la continuidad de un proyecto político, económico y social que definitivamente transformó a la Argentina, a cada rincón de la Patria. Nos comprometemos a poner todo nuestro empeño y esfuerzo para que esta transformación no se detenga y para que todo el pueblo siga unido construyendo un país mejor, federal, igualitario y profundamente inclusivo.