La Transposición didáctica. Yves Chevallard. El didacta de las matemáticas se interesa en el juego que se realiza tal como lo puede observar, y luego reconstruir, en nuestras clases concretas- entre un docente, los alumnos y un saber matemático. Tres lugares, pues: es el sistema didáctico. Una relación ternaria es la relación didáctica. Esta es la base del esquema por el cual la didáctica de las matemáticas puede emprender, por tanto, la tarea de pensar su objeto. El concepto de transposición didáctica, en tanto remite al paso del saber sabio al saber enseñado, para el didacta, es una herramienta que permite recapacitar, tomar distancia, interrogar las evidencias, poner en cuestión las ideas simples, desprenderse de la familiaridad engañosa de su objeto de estudio. Es uno de los instrumentos de la ruptura que la didáctica debe ejercer para constituirse en su propio dominio; es aquel por el cual la entrada del saber en la problemática de la didáctica pasa de la potencia al acto: en la medida en que el “saber” deviene para ella problemático puede figurar, en adelante, como un término en el enunciado de problemas (nuevos o simplemente reformulados) y en su solución. La “materia” (enseñante, alumnos, saber) que vendrá a ocupar cada uno de los lugares, satisfaga ciertos requisitos didácticos específicos. El saber enseñado debe aparecer conforme al saber a enseñar. O mejor, la cuestión de su adecuación, no debe ser formulada. Ficción de identidad o de conformidad aceptable. Un contenido de saber que ha sido designado como saber a enseñar, sufre a partir de entonces un conjunto de transformaciones adaptativas que van a hacerlo apto para ocupar un lugar entre los objetos de enseñanza. El “trabajo” que transforma de un objeto de saber a enseñar en un objeto de enseñanza, es denominado la transposición didáctica. No se comprende lo que ocurre en el interior del sistema didáctico sino se toma en cuenta su exterior. Se hace evidente que es precisamente el concepto de transposición didáctica lo que permite la articulación del análisis epistemológico con el análisis didáctico, y se convierte entonces en guía del buen uso de la epistemología para la didáctica. En la periferia del sistema de enseñanza, que denominaremos ahora sistema de enseñanza stricto sensu. Es preciso dar su lugar a una instancia esencial para el funcionamiento didáctico, , se enfrentan con los problemas que surgen del encuentro con la sociedad y, sus exigencias; allí se desarrollan los conflictos, allí se llevan a cabo las negociaciones; allí maduran las soluciones. La noosfera es el centro operacional del proceso de transposición, que traducirá en los hechos la respuesta al desequilibrio creado y comprobado (expresado por los matemáticos, los padres, los enseñantes mismos). Ésta mantiene dentro de límites aceptables la autonomía del funcionamiento didáctico La noosfera opta prioritariamente por un reequilibrio por medio de una manipulación del saber. Es ésta, pues, la que va a