Esperando a papá. Cuando era pequeña un día estaba esperando en la central de Fresnillo a mi papá que estaba por llegar de trabajar, mi mamá y yo lo esperamos sentadas en las sillas de este lugar. Paso mucho tiempo y no llegaban, ni mi papá ni sus demás compañeros de trabajo así que nos empezábamos a desesperar, además que el me había prometido que me iba a llevar una sorpresa, así que esperaba también esa sorpresa con ansias. Como no llegaba le pedí dinero a mi mamá para mientras subirme a los caballitos y carritos mecánicos que había antes en la central, también le pedí dinero para las maquinitas de videojuegos y me compro un gran chicle que no podía ni masticar por lo grande y duro que estaba, era de esos que están en bola, estaba rico, era color rosa y sabia a fresa. Mi mamá me cumplió todo lo que pedía porque no quería que me impacientara, no quería que hiciera mis berrinches, cabe mencionar que cuando era pequeñita era muy pero muy berrinchuda, bueno es entendible porque era la única hija y me consentían demasiado. Me fui a sentar nuevamente en las sillas de la central y por fin vimos a todos los trabajadores compañeros de mi papá que venían entrando por las puertas de la central, cuando por fin vi que venía mi papá corrí todo lo que pude y le abrace las piernas, pues mi papá es muy alto, traía una chamarra por lo que no le alcanzaba a ver su cara, después me tendió la mano y la agarre, caminamos así agarrados de la mano, y me di cuenta que mi mamá no venia conmigo, se me hizo extraño, además mi papá no me daba mi sorpresa, hasta que dije ¡Un momento donde esta mi sorpresa y porque no vienen mama con nosotros! Me solté de la mano y por fin pude ver su cara. La sorpresa que me lleve al verlo, ni siquiera era mi papá, pero que torpe, voltee para atrás, mi mamá y mi papá estaban atrás solo burlándose pues me equivoque de papá, como me pude equivocar si ese señor era muy gordo y ni se parecía nada a mi papá después de todo, ese señor también se estaba riendo, el es un compañero amigo de mi papá, sentí mucha vergüenza creo que me puse roja como un tomate, después mis papas fueron por mí, mi papá me abrazo y en seguida me dio una gran paleta, de esas que me encantaban cuando era niña, era de esas paletas que la chilindrina comía en el chavo del 8 y que siempre se me antojaba, después de eso se me paso la vergüenza y fui contenta con mamá, papá y mi paleta gigante a casa. Giovanna Sinead Sánchez Inda.