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Giovanna Sinead Sánchez Inda.

La poesía infantil como género literario infantil.

Escribir poesía para niños supone una sensibilidad especial, un gusto por las palabras, por los ritmos sencillos que hacen que, poco a poco, el niño vaya entrando en ese mundo especial de la armonía poética. Es difícil escribir poesía para niños y también es difícil editarla porque la poesía, por desgracia, no es un género mayoritario cuando debería serlo porque si se cultiva la sensibilidad desde “la cuna” quizás los ciudadanos y ciudadanas del futuro serían más comprometidos, más cívicos y, sobre todo, más humanos. La poesía mejora a las personas, embellece el mundo, permite imaginar y abstraerse de la cotidianeidad, a veces gris o mezquina. A los niños no hay que hurtarles la magia del ritmo, el calor de unas palabras acogedoras, el regazo de unos sonidos que emanan tranquilidad, calma y armonía. Características de la poesía infantil Por lo tanto, la poesía infantil, como la poesía con mayúsculas, o es buena o no lo es. Sobran las etiquetas. No obstante, si hay que afinar un poco más, la poesía infantil, en principio, debería tener, entre otras, las siguientes características: Armonía: La armonía se logra engarzando con acierto y belleza las palabras para que el niño capte que allí hay un juego –literario o no- sugerente y rico en matices. Cuanto más pequeño sea el niño más armonía se exige entre el contenido y el continente. Brevedad: El niño, el más pequeño, tiene una capacidad de atención determinada, y para que no se disperse, conviene introducirle en la poesía a partir del arte menos y de las combinaciones estróficas sencillas, que no faltas de elaboración. Facilidad: Los poemas deben ser entendidos por sus lectores, sin mermar, eso sí, la calidad literaria. Así, hay varias figuras retóricas muy empleadas por los poetas que escriben para niños: la metáfora, la comparación, la personificación, la onomatopeya y la antítesis son algunos ejemplos. Colorido: La poesía destinada a los niños tiene que despertar la imaginación, la emoción, el asombro ante el mundo.


Musicalidad: La combinación de acentos y entonaciones (oraciones exclamativas, oraciones interrogativas, suspensiones; retahílas, repeticiones, fórmulas...) logran un ritmo destacado que es la base de la musicalidad de muchos de los poemas destinados a los niños. Realidades cercanas: los poemarios más apreciados por el lector infantil son aquellos que aluden a objetos, personajes, realidades que los niños pueden entender por su cercanía o por su maravillosa presencia. Cuando el universo se convierte en niño, la poesía triunfa. – La poesía es una herramienta perfecta para ejercitar la memoria de los niños. Las rimas hacen más fácil la memorización del texto, y recitar poemas mejora la expresión corporal y la dicción. – La poesía infantil puede ser percibida por los pequeños como un juego. Inventar versos, continuar poemas o simplemente recitarlos, es una actividad divertida que implica a los pequeños y les hace partícipes del proceso creativo. Al igual que las canciones infantiles, los poemas que los niños aprenden y cantan son parte de su rutina de juegos. – Aumenta su vocabulario y su capacidad perceptiva. Los niños acostumbrados a escuchar poesía desarrollan más su creatividad, captan mejor lo que ven a su alrededor, tienen una mirada más “sensible” hacia las cosas que le rodean. – La poesía ayuda a comprender situaciones emocionales complejas, mejorando su crecimiento interior. Por supuesto, al igual que las narraciones, los poemas tienen que ser adecuados a la edad del niño, aunque, al mismo tiempo, muchos poemas tienen varios niveles de lectura. Adaptémonos a la edad de nuestro hijo a la hora de interpretarlos.


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