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TRIANGULACIÓN GEOPOLÍTICA

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DERIVAS DE CIUDAD

DERIVAS DE CIUDAD

TRIANGULACIÓN GEOPOLÍTICA:

DE AMÉRICA LATINA A EUROPA, PASANDO POR ÁFRICA

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Luis Valer del Portillo. Director y Fundador de GEOPOL 21

Pablo Eduardo Toro Monroy Investigador Principal de GEOPOL 21 para América del Sur

EL FLANCO SUR DE EUROPA, EL SAHEL COMO ZONA DE TENSIÓN, ORIGEN Y TRÁNSITO

La región africana del Sahel es una de las más inhóspitas del planeta. Espacio geoclimático que abarca aproximadamente cuatro millones de km2, desde Senegal en las costas occidentales de África hasta Sudán en las orillas del Mar Rojo atravesando desiertos arenosos prácticamente llanos. Se trata de una zona muy seca, donde la vida es dura y los recursos escasean. Desde hace años se ha convertido en una zona de paso de rutas migratorias de personas de países sub-saharianos en su camino hacia Europa.

Sin embargo, pese a sus yermos suelos, el Sahel ocupa un lugar geostratégico siendo una zona de peligros y amenazas de todo tipo. A la destrucción del medio ambiente por el avance de la desertificación, la crisis hídrica y de alimentos, se ha de añadir la proliferación de grupos armados, especialmente de carácter fundamentalista islámico. Grupos terroristas de corte yihadista que se han hecho fuertes en la región y que constituyen un elemento desestabilizador de gran entidad con repercusiones regionales e internacionales, especialmente en Europa.

Fronteras porosas, gobiernos inestables y funcionarios locales corruptibles, han hecho que países como Malí o Burkina Faso se hayan convertido en nuevos tableros de la pugna geopolítica global entre Europa, Rusia y Estados Unidos. Sin lugar a dudas, quien más se juega en estas arenosas tierras es Europa que ve con preocupación el deterioro de la se- guridad y la pérdida del control gubernamental de amplios espacios en la región.

Una inestabilidad local con alcance global

La Unión Europea ha identificado al Sahel como una de sus prioridades estratégicas en materia de seguridad y desarrollo. En los últimos años, la UE ha adoptado una serie de iniciativas para abordar las amenazas en la región y mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales. Desde Europa se enfocan los retos a la seguridad y estabilidad en el Sahel desde cuatro perspectivas de trabajo:

1. Eliminar la amenaza yihadista: probablemente el objetivo a corto plazo más acuciante. Las fuerzas militares europeas y de los Estados del Sahel deben colaborar y trabajar de manera estrecha desplegando una estrategia conjunta que busque perseguir y eliminar la presencia de grupos yihadistas en la región. Estos grupos como Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) o la filial de DAESH (con importante presencia en Nígeria, Burkina Faso y Níger) e incluso grupos armados tuareg suponen elementos desestabilizadores que dinamitan el progreso de los países del Sahel. En respuesta a estas amenazas surgieron las misiones de la Unión Europea como EUTM y EUCAP que buscaban mediante medios militares adiestrar y dotar a las fuerzas militares regionales para afrontar y eliminar la amenaza yihadista, todo ello con el apoyo de las fuerzas europeas con una especial mención al papel de España.

2.Políticas de desarrollo económico y social. Los gobiernos de los Estados presentes en el Sahel deberían, en coordinación con la Unión Europea y la Unión Africana, implementar programas que logren modernizar y hacer más productivas y eficientes las economías regionales que dependen en gran medida de la agricultura y ganadería muy expuesta al cambio climático. En lo social es fundamental políticas más ambiciosas en lo referente a la educación. Dotar de una educación básica a las poblaciones del Sahel es una garantía de estabilidad y prosperidad, pero sobre todo de futuro pues aleja el fantasma del yihadismo que se aprovecha de los más necesitados.

3. Políticas de paliación y adaptación al cambio climático. La desertificación de las zonas que hoy son productivas en agricultura y ganadería es un riesgo de primer nivel. Sin un sector agrario productivo y no de subsistencia, estas sociedades se verían abocadas al colapso del sistema, produciendo mayores flujos migratorios e incluso un mayor descontento social que podría espolear a grupos terroristas. Garantizar el acceso al agua, especialmente en las poblaciones rurales mediante la construcción de infraestructuras destinadas a tal fin es clave para el futuro regional.

4. Afianzar un entorno de estabilidad política. Para conseguir este indispensable objetivo del que dependen el desarrollo de las dos anteriores políticas, es fundamental que se produzca una mayor implicación de la Unión Europea. Apuntalar la débil estabilidad política de la región y dejar poco espacio a alzamientos militares dentro de los gobiernos como ya ha ocurrido o incluso de grupos rebeldes, es solo alcanzable con la cooperación de todos los actores en la región. Para ello, es clave el papel de foros como el G-5 Sahel, un espacio de encuentro donde de los gobiernos de Mauritania, Burkina Faso, Mali, Níger y Chad actúan de manera coordinada para lograr un escenario de paz y estabilidad.

En definitiva, Europa en el Sahel se juega mucho más que pacificar una región desértica. Entre otras cosas, se juega su rédito como ente geopolítico autónomo capaz de solucionar de manera independiente los problemas que afectan a su vecindario; por otro lado, se juega el no dejar que esa región clave para la seguridad comunitaria caiga en manos de grupos armados yihadistas que puedan constituir en la región un nuevo califato como el que vimos en Siria con Daesh; y por último, se juega el no dejar espacio a una Rusia que busca aliados en África y que los ha encontrado en Mali y Burkina Faso donde golpes de estado recientes con un sentimiento anti-francés y anti-occidental han encontrado en Moscú y los mercenarios de Wagner un nuevo y nada conveniente aliado. Se antoja fundamental para Europa y Occidente el recuperar la iniciativa en esta región donde de manera menos clara pero igualmente importante, se está jugando la partida por el liderazgo global.

LAS RELACIONES ENTRE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE CON LA UNIÓN EUROPEA

La formación de la Unión Europea (UE) y su ejemplo integrador tuvo impacto en América Latina y el Caribe (ALC) en el contexto del proceso de paz en Centroamérica y de transición democrática en toda la región. Desde la celebración de la primera cumbre UE-ALC en 1999 realizada en Brasil, han ocurrido cambios en el sistema internacional que han alterado las dinámicas de la relación entre ambos continentes. El ascenso de ALC en el contexto de la multipolaridad le entregó mayor autonomía y presencia en los asuntos globales. En Europa, la crisis económica, las tensiones sociales derivadas y la fragmentación Norte y el Sur, disminuyeron la influencia de la UE en los asuntos globales (Gratius, 2015: 223-225). España, que asumirá este año la presidencia del Consejo Europeo, es el segundo inversor más grande en ALC, y pese a ser uno de los más afectados por la crisis, mantiene un vínculo cultural e histórico preferencial con la región. El ejercicio de la presidencia del Consejo es una oportunidad para posicionar este vínculo al centro de la agenda internacional.

Dos elementos pueden inaugurar esta nueva etapa. Primero, en Brasil —la principal potencia emergente de ALC— regresa al poder Lula da Silva con una ambiciosa agenda exterior. Si bien, en el pasado optó por vínculos prioritarios con potencias emergentes no occidentales en el marco de los BRICS, el escenario actual de tensión global con China y Rusia permite explorar una nueva geometría en las relaciones entre regiones. La UE en general, y España en particular, tienen intereses en África, especialmente en la zona del Magreb y el Sahel. Brasil ha mostrado disposición por acercarse a África, siendo prioritarios los países lusófonos (Hirst y Soares de Lima, 2015: 149). Se abre una ventana de oportunidad para triangular una relación entre Europa, mediante la Península Ibérica, ALC y África, que incluso podría gozar de relativa autonomía de las potencias centrales. En segundo lugar, en la nueva agenda de seguridad ha adquirido relevancia el problema del narcotráfico. La Comisión Europea ha definido este asunto como un eje prioritario para las relaciones entre la UE y ALC. Europa se ha caracterizado por presentar un enfoque alternativo al de EE.UU. y su “guerra contra las drogas” (Gratius, 2015: 228-230). El tema ha vuelto a la discusión a propósito de que Europa parece estar convirtiéndose en el principal destino de las exportaciones latinoamericanas de droga, tras décadas de demanda preferentemente estadounidense. En Alemania, Países Bajos y Bélgica se han realizado los mayores decomisos de droga proveniente desde ALC. De hecho, el puerto de Amberes se ha vuelto un punto rojo, en las incautaciones de cocaína y drogas sintéticas. Cooperar en este punto será un desafío para ambas regiones. Es un complejo equilibrio, como saben los latinoamericanos, el combatir las rutas transnacionales del narcotráfico, al tiempo que no se retrocede en la concepción no militarista del problema que se ha sostenido desde Europa.

REFERENCIAS

Gratius, Sussane. 2015. “Latin America’s Relations with Europe. A Stable but Limited and Fragmented Partnership”. En Domínguez, Jorge y Ana Covarrubias (Eds), Routledge Handbook of Latin America in the World. Routledge, New York. pp: 223-234.

Hirst, Mónica y María Soares de Lima. 2015. “Rethinking Global and Domestic Challenges in Brazilian Foreign Policy”. En Domínguez, Jorge y Ana Covarrubias (Eds), Routledge Handbook of Latin America in the World. Routledge, New York. pp: 139-152.

Stronski, Paul, 2023. “Russia’s Growing Footprint in Africa’s Sahel Region. Carnegie Endowment for International Peace. Disponible en: https://carnegieendowment. org/2023/02/28/russia-s-growing-footprint-in-africa-ssahel-region-pub-89135

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