Hispanos GS magazine
ARTS AND IDEAS THAT MATTER
GS magazine
VOL. 9 / 2024
welcome
EDITORIAL | _2
interviews
EDUARDO GARRIGUES | por TGSM _4
politics & society
EL ESPAÑOL EN EEUU | por Daniel Ureña _8 readings
JEFFERSON, LIBERTAD | por Luis Francisco Martínez Montes, Vicente López-Ibor _12 cosmopolitan biographies
UN HISPANISTA NORTEAMERICANO POR DESCUBRIR | por Patricia Fernández _18 readings
EL SACRO IMPERIO HISPANO | por Alberto Gil Ibáñez _26 travels
BROOKLYN MESTIZO | por Ángel Satué _30 politics & society
LA EUROPA DE EDUARDO LORENÇO | por Antonio Rubio Plo _34 arts & trends
LA TRANSFERENCIA CULTURAL | por Cora Cavada Oliveira _38 cosmopolitan biographies
CORTÉS Y EL LIDERAZGO | por Carlos Cremades _40
interviews
OCTAVIO A. HINOJOSA MIER | por TGSM _44 geopolitics
RESEÑA PRÓXIMO INFORME GEOPOL 21 - LATAM | por Luis Valer, Ricardo Gómez _48
GS
MAGAZINE Edita: Global Square Editorial S.L. , Madrid
CO-FUNDADORES: Luis Francisco Martínez Montes • Vicente López-Ibor Mayor •
DIRECTOR: Luis Francisco Martínez Montes DIRECTOR PLANIFICACIÓN Y OPERACIONES: Nicolás Pérez López-Ibor • DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Pilar Seidenschnur • ASESORÍA COMUNICACIÓN Y MARKETING: Wasabi Comunicación Integral S.A. • ASESORÍA JURÍDICA: José María Martínez • IMPRESIÓN: Gráficas 82 •
CONSEJO ASESOR: Luis Francisco Martínez • Parag Khanna • Bruce Jentleson • Jaime Olmedo • Hugo Fontela • Daniel Motta • Ana María Salazar • Gabriel Lacerda • Vicente López-Ibor • Facundo Mendizábal • Michele Kearney • Jennifer Clinton • Carlos López-Ibor • Ana Lago •
HISPANOS
Hispanos, hace referencia al más completo significado del mundo hispánico y cómo este ha evolucionado a lo largo de la historia, en su dimensión geográfica, política y cultural.
H ablar de los hispanos hace dos siglos significaba tener en cuenta un conjunto de territorios, conectados gracias a la consonancia de un imperio español que dominaba el mundo tejiendo una red cultural, promulgando la educación, los avances científicos, y fomentando el progreso y la igualdad de derechos.
Hablar de los hispanos en el presente, precisa entender el conjunto de pueblos que aún separados y a veces alejados, conforman un lazo de unidad, con base en lenguaje común y en otros muchos nexos culturales.
Mirar a hispanos a futuro, es un ejercicio de prospectiva, sin duda. Avances que tanto en términos cuantitativos, de población, demográficos; como en su amplitud geográfica van a tener numerosos efectos en el devenir de muchos países, continentes y el conjunto del planeta.
En este número que presentamos, explicamos como aquel pasado, este presente y el deslumbrante futuro se conectan e interpretan, y cómo son estos hispanos, de ayer, de hoy y los de mañana, los que tuvieron, tienen y tendrán un papel importante, y a veces, determinante en el curso de los acontecimientos globales y en el conjunto de la humanidad. l
EDUARDO GARRIGUES
Eduardo Garrigues, hijo del ilustre jurista Joaquin Garrigues, es Embajador de España. Diplomático y escritor, es uno de los mayores expertos en la historia y divulgación de la presencia hispana en los Estados Unidos. Fundador y presidente del Capítulo de Toledo.
—A qué propósito responde la creación del Capítulo de Toledo, ¿cuáles son sus fines, que personas lo integran, en qué consisten sus actividades y programa de acción?
La constitución del Capítulo de Toledo, registrado como Asociación sin Ánimo de Lucro, responde a la preocupación de personas de diferente formación y profesión, que pensamos que la actuación de un grupo de la sociedad civil resulta oportuna y necesaria para la defensa y difusión del legado de España en Norteamérica. Creo oportuno aclarar que en este caso la palabra “defensa” no puede interpretarse como una reacción integrista sobre lo que se expresa y se publica en diversos medios, sino un intento de exponer una versión más objetiva de lo que por la tendencia, que algunos llaman “autoflagelación” , prevalece en amplios sectores de la historiografía y la enseñanza en España.
—En 2026 se conmemorarán los 250 años de la independencia de
LA ACTUACIÓN DE UN GRUPO DE LA SOCIEDAD CIVIL
RESULTA
NECESARIA PARA LA DEFENSA Y DIFUSIÓN DEL LEGADO DE ESPAÑA EN NORTE AMÉRICA.
EEUU. ¿Cuál es su valoración de aquel acontecimiento?
El aniversario de la Independencia de los Estados Unidos es sin duda una fecha importante en la relativamente corta historia de ese país, pero también debería ser considerada en España como una buena oportunidad para que se conozca y reconozca la imprescindible ayuda de la Corona Española
ciudadano honorario (muchos años después de haber nombrado a La Fayette) puede ser considerado un dato indicativo pero claramente insuficiente. La falta de conocimiento y reconocimiento en los Estados Unidos sobre el papel imprescindible que le corresponde a España en la época en que estaba en juego la Independencia de las Colonias de Norteamérica de la
EL ANIVERSARIO DE LA
INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS DEBERÍA
SER CONSIDERADO EN ESPAÑA COMO UNA BUENA OPORTUNIDAD PARA DAR A CONOCER LA IMPRESCINDIBLE AYUDA
LA CORONA ESPAÑOLA EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA.
en la Guerra de Independencia. Me parece evidente que para poder valorar esa importante contribución deberíamos intentar que se conociera antes en España, para poder explicarlo mejor en los Estados Unidos.
—¿Cree que, tras un largo olvido, la participación de España en el mismo está siendo finalmente reconocida como se merece?
El que el Congreso de los Estados Unidos haya reconocido a Bernardo de Gálvez como
metrópoli, Inglaterra, obedece a varias razones. Existe un elemento claramente subjetivo en la mentalidad de los líderes americanos rebeldes: es cierto que luchaban para independizarse de Inglaterra pero muchos de ellos se habían formado ya con los prejuicios que este último país y otros europeos habían difundido en relación con España. Como elemento objetivo es importante destacar que, mientras que la ayuda de la Corona Francesa, que había perdido en la
guerra anterior la mayor parte de sus posesiones en Norteamérica y no pretendía recuperarlas al ayudar al ejército rebelde, España seguía ocupando amplios territorios, sobre todo al oeste del río Mississippi; por lo que nuestro país se convirtió en poco tiempo de potencia aliada a potencia rival (especialmente en relación con la expansión hacia el oeste que juzgaba necesaria la nueva nación)
—Como profundo conocedor de la relación entre el Mundo Hispánico y de Estados Unidos, ¿cuál cree que es el papel que está llamada a desempeñar la población hispana en aquel país? ¿Cuál habría de ser a su entender la posición de España? ¿Estamos haciendo lo suficiente para que el elemento hispánico ocupe en Estados Unidos el lugar que se merece por historia, cultura, peso demográfico y económico?
Intentaré contestar de la mejor forma posible a una cuestión que resulta difícil responder de forma satisfactoria. Si nos atenemos a los datos publicados por las agencias especializadas la población de origen hispano en los Estados Unidos sumaría unos 60 millones de personas. Mucho más difícil sería intentar precisar cuántos ciudadanos que en ciertos casos se autodenominan “hispanos” y en otros se consideran “latinos” se sienten herederos del legado de España en Norteamérica. Resulta evidente que, debido a la escasez de fondos que los gobiernos de distinto signo dedican a temas culturales, desde el punto de vista de la diplomacia pública no se ha hecho una tarea satisfactoria a la hora de intentar atraer a esa población hispana a la
órbita de la cultura española. En comparación con los numerosos centros culturales de otros países europeos sólo existen cinco Institutos Cervantes distribuidos en diferentes estados de esa gran nación.
—Además de su eminente carrera como diplomático, otra de sus facetas es la de escritor. ¿Cuál es la relación a su entender entre diplomacia y literatura tanto en general como en su experiencia vital en particular?
A finales del siglo XIX y principios del XX se nombraban con cierta frecuencia a escritores de renombre como cónsules o embajadores; ejemplos recientes serían los escritores Octavio Paz y Carlos Fuentes. De alguna forma esos nombramientos parecían justificados en cuanto al deseo de ofrecer un puesto en la administración a quienes habían demostrados un alto nivel cultural; pero creo que también respondían a la convicción de que la profesión de diplomático se prestaba a una
dedicación intermitente, lo que ha cambiado en la actualidad porque es evidente que el desarrollo de un puesto de responsabilidad en la carrera diplomática puede resultar incompatible con la vocación artística o literaria.
—Si puede decirlo, ¿puede compartir con nosotros si está preparando algún proyecto de novela o ensayo?”
Debido a que desde hace tiempo estoy reuniendo una biblioteca sobre la relación de España con
América (especialmente con Norteamérica) con frecuencia me piden que coordine o participe en seminarios o conferencias que tratan de ese tema. En la actualidad estoy trabajando en un proyecto literario que no tiene una relación directa con el legado de España en América, pues estoy escribiendo sobre la obra literaria de Herman Melville y otros autores de su tiempo que influyeron en la expansión del gobierno de Estados Unidos en el océano Pacífico que hasta mediados del siglo XIX había sido considerado como un “lago español”. l DESDE
politics & society
EL ESPAÑOL EN EEUU
Daniel Ureña Presidente de The Hispanic Council.
El español es la segunda lengua más importante del mundo en número de hablantes. Son casi 500 millones de personas los que emplean nuestro idioma de forma nativa.
Tal y como indica el último informe del Instituto Cervantes “El español: una lengua viva”, la tendencia sobre el uso del español, tanto en países hispanohablantes como en los no hispanohablantes, ha sido ascendente.
Además, la demografía del español como lengua materna, aunque esté presente en más de 50 países, se divide en dos grandes territorios. Por una parte, aquel que comprende el conjunto de los países de Iberoamérica y, en segundo lugar, España como cuna del nacimiento de esta lengua.
A pesar de esto, Estados Unidos también es uno de los actores clave en la expansión del español y ya se coloca como el quinto país con más hispanohablantes del mundo. La comunidad de hispanos en E.E.U.U. es la minoría más grande del país, por lo que su peso es y será crucial en el ámbito político. Así lo podremos comprobar, una vez más, en las próximas elecciones presidenciales de noviembre, donde los hispanos tendrán un papel esencial en muchos de los estados considerados decisivos, como Florida o Arizona.
El informe realizado por The Hispanic Council en 2023 sobre el uso del español en Estados Unidos ya indicaba que, para estas próximas elecciones presidenciales, más de 36 millones de hispanos están llamados a las urnas, lo que supone un 14,7% del electorado total del país. Este número, que ha ido creciendo a lo largo de las décadas de manera relevante, obliga, en algún modo, a introducir dentro de los marcos discursivos de la campaña no solo referencias a la comunidad hispana, sino también la propia lengua.
Desde los primeros vídeos de campaña en inglés hasta los nuevos retos de los candidatos por incluir entre su círculo de confianza candidatos bilingües o que, al menos, gestionen el español de manera fluida para poder dirigirse a la minoría más extendida de Estados Unidos, el español ya forma parte de la política de Estados Unidos.
Fue en la campaña de 1960 de John F. Kennedy cuando encontramos el primer ejemplo de campaña en español. Fue Jackie Kennedy quien hizo la primera in-
El idioma
español ya
forma
parte de la política de Estados Unidos.
tervención en español durante la campaña electoral, animando a apoyar los Viva Kennedy Groups. En las elecciones de 1988, George H. W. Bush difundió durante la campaña cuatro anuncios en español, que contribuyeron a incrementar el apoyo de los hispanos al candidato republicano, que finalmente logró la victoria en las urnas. A partir de este momento, han sido constantes los incrementos presupuestarios para atraer el voto hispano por cualquiera de los dos históricos partidos, demócrata y republicano.
Esta inversión no solo debe ser explicada desde el punto de vista económico, pues hay un fuerte componente humano que también debe resaltarse. Para las elecciones de 2016, por ejemplo, en las que la presidencia se decidía entre Hillary Clinton y Donald Trump, el componente español tuvo, efectivamente, su repercusión en lo económico y en lo humano. La candidata por el Partido Demócrata decidió contar para su vicepresidencia con Tim Kane, senador de Virginia, una decisión que venía justificada por el perfecto dominio del español de Kaine y su capacidad de dirigirse a la comunidad hispana de manera fluida.
Este aumento del capital humano con capacidades lingüísticas en español, también se ha experimentado en los representantes electos para cada cámara de Estados Unidos, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. En la actual legislatura son 47 diputados de la Cámara Baja los que tienen raíces
A medida que pasa el tiempo, los hispanos bajan los niveles de uso del español, no de conocimiento y entendimiento, mientras que los políticos aumentan su empleo en sus comunicaciones digitales.
hispanas, es decir, más del 10% de todos los representantes.
A pesar de esto, sigue existiendo cierta brecha entre ambos partidos representados, pues 35 de los 47 son demócratas. Aún así, es interesante observar como dentro del Partido Republicano, el número de políticos de origen hispano ha aumentado de manera notable en los últimos años. Así, en las elecciones para la Cámara de Representantes de 2016, solo fueron siete los hispanos elegidos por el Partido Republicano, es decir, cinco menos que los electos en 2022.
El último informe de The Hispanic Council también muestra cómo, efectivamente, las redes sociales se han vuelto un espacio en el que los diferentes congresistas apuestan por el uso del español. De los 411 representantes en la Cámara Baja, 113 de ellos han utilizado el español en alguna de sus comunicaciones, especialmente en X (antes Twitter), donde se ha disparado. Se refleja, también, cómo en 2018, 62 congresistas utilizaban el español, lo propio hacían 69 de ellos en 2020 y, ya en 2022, 74 fueron los representantes
que se comunicaban, parcialmente, en español. En los últimos dos años, por tanto, el uso del español en la Cámara de Representantes estadounidense ha aumentado en 39 congresistas.
Es cierto, sin embargo, que, como muestra el informe de UnidoUS 2019, solo el 33% de los votantes hispanos considera decisivo o influyente en su voto que un candidato utilice el español en sus comunicaciones, muy por detrás de cuestiones como que ponga en valor la diversidad y una a las personas (76%) o que tenga ideas políticas alcanzables y realistas (73%). Estos datos, por otro lado, no parecen afectar a la evolución que está experimentado el uso del español en los políticos de E.E.U.U., de hecho, nada más lejos de
la realidad, las cifras mostradas dejan una clara evidencia de la importancia que este idioma está teniendo, en los últimos años, para los representantes estadounidenses.
Dejando a un lado la cuestión política, es importante recalcar que la población hispana en Estados Unidos se ha disparado en las últimas décadas. Hoy hay más de 62 millones de hispanos en el país y su distribución también ha variado desde finales del siglo pasado. Si bien la tendencia de ubicación geográfica era inicialmente el sur de Estados Unidos, en la actualidad, la distribución es mucho más amplia a lo largo y ancho de todo el territorio. Esto tiene dos cuestiones importantes a las que se debe prestar atención.
Desde España debería trabajarse con visión estratégica sobre cómo cuidar y promover el uso del español no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.
Por una parte, en 2021, la proporción de hispanos nacidos dentro de las fronteras de E.E.U.U. (68,2%) era ya mayor que los hispanos nacidos fuera de este país (31,8%). Esto puede ser un factor que movilice a esta comunidad a ubicarse en distintos puntos de Estados Unidos que no suelen ser lo tradicionales, es decir, en los estados del sur. Por otro lado, y como consecuencia directa del punto anterior, el bilingüismo se ha multiplicado desde los inicios del siglo XXI. De hecho, según Pew Research Center, muchos hispanos residentes en E.E.U.U. no consideran saber español como requisito para manifestarse como miembros de esta comunidad. Según datos de este centro, el 67,6% de los hispanos afirman emplear, en mayor o menor grado, el español en su entorno doméstico frente el 32,4% que asegura utilizar solo el inglés, a pesar de tener, también, conocimiento nativo o bilingüe de este idioma.
Es paradójico, por tanto, observar cómo, a medida que pasa el tiempo, los hispanos bajan los niveles de uso del español, no de conocimiento y entendimiento, mientras que los políticos aumentan su empleo en sus comunicaciones digitales.
Quizá, todo esto sea una mera estrategia política para capitalizar el voto de la comunidad de minorías más grande de Estados Unidos o una simple reacción al aumento natural de los hispanos en E.E.U.U. Sea lo que sea, bien por la concienciación política, bien por el legado intergeneracional o bien por la importancia de las raíces familiares, el español parece gozar de buena salud en un país que aspira a ser el segundo con más hispanohablantes del mundo, más que España y más que Colombia para 2050. No obstante, desde España debería trabajarse con visión estratégica y a largo plazo sobre cómo cuidar y promover el uso del español no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. l
JEFFERSON, LIBERTAD
Vicente López Ibor-Mayor Doctor en Derecho y graduado por Harvard Business School
Luis Francisco Martínez Montes Embajador de España en Kazajistán
Buenas tardes a todos;
Sr. Presidente, señoras y señores
Académicos. Constituye para los autores de «La pasión de la libertad» –a quienes hoy represento al encontrarse Luis Francisco Martínez Montes en misión diplomática fuera de España- una satisfacción especial y un gran honor presentar este ensayo en una Institución de tanto relieve, y ante ustedes.
Texto de la intervención de la presentación del libro en la Academia de Ciencias Morales y Políticas presentado por Adolfo Menéndez, Presidente Asociación Atlántica Española, Eduardo Garriges, Embajador de España y Presidente del Capítulo de Toledo y a Benigno Pendás, Presidente de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de España.
Permítanme que exponga sumariamente el porqué de la obra, su propósito y sus circunstancias, y el contexto. Y subrayar a continuación, también con la exigida brevedad, tres notas sobre su contenido; una en relación con los valores políticos, su expresión y formulación; otra sobre la vinculación de España con el periodo fundacional americano; y finalmente otra, sobre los padres fundadores; los framers.
Viniendo de orígenes profesionales y académicos distintos, aunque afines, a los autores nos une, una cercana relación con la sociedad americana, su vida universitaria, cultural y profesional y el interés por su historia, maestra de la vida, como recordó el renacentista Lorenzo Valla. También la atracción
intelectual por las raíces culturales y políticas de la revolución norteamericana, las notas principales que definen su construcción constitucional y la relevancia y participación de la monarquía hispánica en aquellos acontecimientos.
Tras el Covid decidimos dar el empujón definitivo a este libro preparado en sus bases, unos años antes. De alguna forma, la ensombrecedora etapa de la pandemia nos animó aún más a dirigir e intensificar nuestras lecturas y poner rumbo intelectual a las trece colonias, con el fin de estar en condiciones de cumplir el mandato que nos habíamos impuesto y ultimar un ensayo breve, pero con densidad en el análisis de los hechos.En aquel contexto y en muy pocos años, el radicalismo se acentuó, con expectativas poco edificantes. Las estatuas de Jefferson, antes veneradas, yacían o eran mutiladas en diversos puntos de la geografía estadounidense, incluyendo la Universidad de Virginia, que el mismo Presidente había fundado. En NYC, el Consejo Municipal votó en octubre de 2021 retirar la efigie del New York City Hall, y la polarización política, habían aterrizado. El resultado es un espejo donde se reflejan las contradicciones de nuestra época, me temo agravadas.
Cabe recordar que, los primeros miembros de la familia Jefferson llegaron a América en 1612, eran originarios de Gales y se establecieron en Virginia. En 1740, tres años antes del nacimiento de Thomas, Londres dicta la “Plantation Act”, ofreciendo con ello a los extranjeros de origen europeo -y credo protestante- la posibilidad de adquirir la ciudadanía británica por residir en las Colonias, algo que de inmediato aprovecharon no pocos alemanes y escandinavos. Las Colonias disponían de una estructura económica esencialmente agrícola y pesquera y la esclavitud era una muy lamentable realidad social, ampliamente extendida.
Desde 1758 a 1766, es decir un año después de la conclusión de la guerra de los siete años, el gobierno británico, ante el creciente deterioro de sus arcas públicas, había acentuado el régimen impositivo sobre las colonias, en términos asfixiantes (tributación sobre tabaco, arroz, algodón, azúcar, té o impuesto sobre el timbre o “Stamp Act” de 1765) todo ello había generado gran tensión entre las colonias y el imperio y aquellas acabaron demandando -no sin intentos previos de carácter conciliador- el reconocimiento de representación política y jurídica para la fijación impositiva. El 16 de diciembre de 1777 tuvo lugar el llamado motín del té en el Puerto de Boston. Las cartas estaban echadas. Había dado comienzo como diría, García Pelayo, la Guerra de liberación nacional o de independencia norteamericana.
Precisamente la declaración de la Independencia, aprobada el 4 de julio de 1776 en Filadelfia por las trece colonias norteamericanas, había sido el gran instrumento catalizador de la Revolución. Fred Kaplan ha afirmado que fue una poderosa arma de guerra y un grito de libertad que se oyó no sólo en las colonias e Inglaterra, sino en todo el mundo entonces conocido. Y lo fue por su carácter político, su inspiración y aliento para el pueblo combatiente en las colonias, y el mensaje que con ello transmitió a las potencias y actores políticos diversos, tanto dentro como fuera del continente americano. A partir de entonces, las trece Colonias se expresaron como un cuerpo político nuevo: los Estados Unidos de Norteamérica.
El Segundo Congreso Continental aprobó un año después, en 1777 los llamados Artículos de la Confederación, un ensayo Constitucional que resultó insuficiente y fallido. Washington dijo que era “un alma sin cuerpo”, y Joel Richard Paul ha subrayado que los doce años que van desde la declaración de independencia a la Constitución fueron una tierra de nadie constitucional, “in no man´s land”. La debilidad estructural y escasa capacidad operativa de los Artículos de la Confederación, “Unión Perpetua” (denominación que se reveló como un mal presagio), juntó a numerosas expresiones de descontento por el estado del funcionamiento político y económico Colonial, desencadenaron la llamada “Rebelión de Shays”, en el verano de 1786, con
asalto de juzgados y otras dependencias públicas, animando al Congreso para proponer una reforma de los Artículos de la Confederación. Un Comité de Redacción se ocupó de presentar un texto breve, actuando como ponentes Hamilton, Samuel Johnson, Rufus King, James Madison y Morris. El proyecto de Constitución entró en vigor en marzo de 1789, y anticipaba la formación de un vigoroso gobierno nacional. Un mes después George Washington era designado primer Presidente de los Estados Unidos.
La Constitución adopta mecanismos de equilibrio constitucional que ya habían sido ensayadas en Massachusetts por John Adams. Así, el Presidente dispone de derecho de veto de los actos del Congreso, pero está sujeto a impeachment. Los principios de independencia y separación y equilibro de poderes se aseguran, con mecanismos de frenos y contrapesos “checks and balances”. El Presidente es el jefe del Ejército pero el Congreso declara la guerra y asegura con sus votos los créditos para ella; dirige la acción exterior, aunque al Senado le cumple ratificar los Tratados. Los jueces del Alto Tribunal son nombrados con carácter vitalicio, pero ratificados por el Senado y con la capacidad de activar el control judicial, el “judicial review”, que ponderó magistralmente Marshall en numerosas resoluciones.
aportación de personalidades muy diferentes, pero en buena medida complementarias, guiadas por un espíritu patriótico de creación de una nación basada en instituciones, ponderando la libertad política y afirmando, sin equívocos su sagrada unidad.
En aquel contexto y en muy pocos años, el radicalismo se acentuó, con expectativas poco edificantes. El resultado es un espejo donde se reflejan las contradicciones de nuestra época, me temo agravadas.
España
El segundo principio de la Declaración reafirma la libertad como derecho inalienable; y en el preámbulo constitucional las ideas de unión “a fin de formar una Unión más perfecta” y libertad para “asegurar para nosotros y nuestra posteridad los beneficios de la libertad”, son pilares incuestionables del nuevo orden político. A ello hay que añadir la cláusula madisoniana del “national negative”, el mecanismo federal; y la impronta religiosa, expresada desde la Declaración de la Independencia.
La obra constitucional concluida en Filadelfia fue complicada y compleja, y tuvo el epilogo de la articulación en su proceso de ratificación por los Estados y en el encaje del “Bill of rights”. Pero debemos recordar el aspecto clave doctrinal que apoyó aquel proceso, inspirado en los 85 ensayos de El Federalista cuyos promotores principales eran Madison y Hamilton, acompañados de Jay (eran los “Tácitos” de aquel momento).
La Constitución fue, por tanto, el resultado de un delicado equilibrio de intereses -territoriales, demográficos y económicos entre los Estados meridionales, intermedios y septentrionales- y de la
La relación de Jefferson con el mundo hispano a la que dedicamos amplio espacio en nuestro ensayo fue claramente mayor de lo que generalmente se ha sostenido. Jefferson fue un gran admirador -como otros padres fundadores- de la cultura y la lengua española, que, al parecer, aprendió durante su travesía hacia Francia, leyendo “El Quijote”. Incluso recomendó a su futuro yerno que estudiara español, por considerar que sería la lengua más práctica junto con el francés, para la sociedad y la República Americana. En el caso del español acertó plenamente, pues hoy EE.UU es un país con enorme fuerza y pujanza en número y relevancia de hispanohablantes.
Asimismo, Jefferson era sin duda consciente del fundamental apoyo que España y su Imperio prestaron a la causa de la liberad en las Colonias.
De hecho, como recordamos en el libro, son muchos los apellidos de ilustres españoles que contribuyeron al triunfo de la causa norteamericana. Baste citar, de nuevo y por todos, la decisiva labor militar de Bernardo de Gálvez en el frente meridional, la captura de convoyes británicos por la Armada Española o la
sustancial ayuda logística y económica prestada por Madrid al ejército continental de Washington, cuando este se encontraba al borde de la quiebra.
Por último, quisiéramos hacer un apunte breve sobre las figuras políticas de aquel momento histórico, de quienes pudiéramos decir sin sorpresa, que eran gente de otra época, no solo en sentido cronológico. John Adams el constitucionalista, Hamilton, del que Tayllerand llegó a afirmar que era el mejor político de su tiempo; James Madison el arquitecto de la “Bill of Rights”; Franklin, la figura política más cosmopolita de la civilización colonial; Thomas Jefferson, del que John Meachal en un ensayo canónico, “El arte del poder” señaló que era el mejor y más eficaz político de su generación; y George Washington, el líder indiscutible, del que Jefferson llegó a subrayar que “era un hombre sin miedo”, definiendo así la capacidad de aglutinar a todos bajo su dirección, y su capacidad y carisma de líder. Washington aportaba la seguridad y la confianza en el país y la confianza en sí mismo de cada uno de los ciudadanos. La responsabilidad y la visión de liderazgo. El objetivo nacional. Fue en no poca medida, el gran promotor de símbolos, “from many, one”.
Pero también hubo rivalidades entre “los framers”, antes y después de la formación de los partidos políticos. Una pugna paradigmática fue la que sostuvieron Jefferson y Hamilton. Fred Kaplan ha escrito que entre 1790 y 1793 Hamilton ocupó la plaza más elevada entre los enemigos ideológicos de Jefferson.
guerra exterior; empleó la doctrina de los “poderes implícitos” para la compra de Luisiana y no repudió, la creación de un sistema financiero, como había sido propuesto por su adversario. En definitiva, terminó aceptando un Estado fuerte y una nación vigorosa como condición “sine qua non” para la supervivencia y progreso de la República, que tanto contribuyó a crear.
A la cultura, lectura y promoción de la educación, dedicó Jefferson con una mayor intensidad sus últimos años. Waldo Emerson, escribió que: “La naturaleza y los libros pertenecen a los ojos que los ven”, y bien podría ser ese el espíritu de Monticello, en el que Jefferson pasó los últimos años de su vida.
A la cultura, lectura y promoción de la educación, dedicó Jefferson con una mayor intensidad sus últimos años. Waldo Emerson, escribió que: “La naturaleza y los libros pertenecen a los ojos que los ven”, y bien podría ser ese el espíritu de Monticello, en el que Jefferson pasó los últimos años de su vida.
Una tradición no aislada de pensamiento opone los modelos jeffersionano y hamiltoniano como dos visiones del futuro estadounidense. El loquiano y el hobbesiano. Ahora bien, conviene recordar que Jefferson, a pesar de sus reticencias iniciales, terminó aceptando la Constitución federal, dotó con mejores medios a la Marina, que lanzó por vez primera a una
En aquel marco, nos legó un repertorio monumental de intercambios epistolares. Merece ser destacado, para ir concluyendo, un fragmento de una sola carta, la que escribió el 17 de febrero de 1825, cuatro meses antes de su muerte, a un gran amigo y correligionario. Pronto sabrán quien fue. En ella afirma que: “las penas son menores cuando se comunican a un amigo. La amistad que nos ha unido desde hace ya medio siglo y la armonía de nuestros principios y empresas políticas ha sido para mí una fuente de constante felicidad durante ese largo período (…)” y añade: “(…)Si alguna vez ha contemplado la tierra un sistema de Administración orientado con miras firmes e inequívocas al interés general y protegido por la verdad, es aquel al que hemos dedicado nuestras vidas. Habéis sido para mí una columna en la que me he apoyado toda la vida”, dice Thomas Jefferson a James Madison, su antiguo hombre de Estado, sucesor en la presidencia de la Nación, concluyendo su carta con un ruego “(…) cuidad de mí cuando haya muerto, y tened la seguridad de que dejaré con vos mi postrer afecto”.
Tras la presidencia de Thomas Jefferson, su influencia política no dejó de proyectarse y crecer, bajo las
presidencias de Madison y Monroe, e incluso hasta la Presidencia de Quincy Adams, que sí bien significaba la vuelta del partido federalista, había tenido una estrecha relación casi familiar con el presidente Jefferson como “early mentor”. Era la extensión de la democracia Jeffersoniana, la era de los “good feelings”, de la que escribió Alexis de Tocqueville en su “La democracia en América”.
Entre 1815 y 1860 como nos recuerda Maldwyn A. Jones, los Estados Unidos se transformaron a mayor velocidad que los dos siglos precedentes. La población continuó duplicándose cada 25 años, en 1860, superó los 35 millones de habitantes siendo mayor que Reino Unido. Las fronteras del país se extendieron al Pacífico y la base territorial se duplicó nuevamente. El número de Estados se incrementó de 18 a 33. La sociedad agraria Jeffersoniana, fue en gran medida reemplazada por un acelerado crecimiento económico, y comercial. Pero nada de ello hubiera sido posible, sin el aliento que los principios y los aires en favor de la libertad también económica y la igualdad que el presidente virginiano había promovido con tanto empeño. Pasión por la libertad. Identidad y destino común.
Agradecemos muy especialmente a mi querido amigo Luis Francisco Martínez Montes por su impulso y magnífica labor en la realización de esta obra. Hemos disfrutado mucho llevándola a cabo con múltiples in-
tercambios de textos, comentarios, correcciones, conversaciones y apoyos mutuos. Cuando llegábamos en la redacción a algún punto muerto me he permitido invocar, en favor de Luis, el tercer argumento de Adams.
También queremos agradecer a nuestros queridos e ilustres amigos Adolfo Menéndez, Eduardo Garrigues que haya aceptado acompañarnos en este Acto de la Academia y presentar la obra, con tanta brillantez y solvencia intelectual. Agradecemos, también, las bellas palabras que recoge de Jennifer Clinton en su generosa presentación en la que afirma que “la democracia es un viaje” y a la editorial Thomson Reuters quien siempre acoge nuestras propuestas, con prontitud y profesionalidad.
Y de manera especial, agradezco a la Academia de Ciencias Morales y Políticas y a su Presidente Benigno Pendás por tal cordial y calurosa acogida.
Este libro, como saben, se dedica en su hoja de cortesía a Marcelino Oreja, ilustre miembro de esta Corporación, con quien los autores hemos colaborado largo tiempo, como expresión de homenaje y profunda admiración a su trayectoria, y profundo testimonio de afecto y amistad.
Reiteramos pues, nuestro agradecimiento a la Academia por su amable invitación y a todos ustedes por acompañarnos está tarde. Muchas gracias. l
UN HISPANISTA NORTEAMERICANO POR DESCUBRIR:
ARCHER M. HUNTINGTON Y LA HISPANIC SOCIETY OF AMERICA EN NY
Dra. Patricia Fernández Lorenzo
Doctora en Historia y biógrafa de Archer M. Huntington
El fundador del museo español en Nueva York
Quien se acerque a visitar la Hispanic Society of America, situada en el Alto Manhattan, al oeste de Broadway entre las calles 155 y 156, se topará con los excelentes ejemplares de las colecciones reunidas por su fundador, el neoyorkino Archer Milton Huntington (1870-1955) desde finales del s. XIX hasta las primeras décadas del s. XX. El museo cuenta con más de 800 pinturas, 600 acuarelas, 1.000 esculturas y 6.000 objetos decorativos, incluyendo una colección de textiles. Asimismo, posee una amplia colección de 15.000 grabados de varias épocas y más de 175.000 fotografías desde 1850. Junto a ellas, destacadas piezas de arqueología ibérica y artesanía de las Américas conviven con una colección de pintura de finales del XIX y principios del s. XX, en la que destaca la inmensa obra de Joaquín Sorolla, “los Paneles de la Regio-
cosmopolitan biographies
nes”, que compuso por encargo de Huntington para la sala de lectura. Por su parte, con más de 200.000 ejemplares del s. XI al XX, la biblioteca reúne la mayor colección de manuscritos y libros raros fuera de España, destacando los más de 15.000 libros impresos antes de 1701, de los cuales hay 250 incunables. No obstante, las cifras tan solo dan ligera cuenta de la magnitud de la obra coleccionista de Huntington1
El visitante de hoy en día se encuentra con una institución privada que apenas ha cambiado en los últimos ciento veinte años. A falta de inversiones y de un público suficientemente extenso para los parámetros museísticos de hoy en día, sus inmuebles requieren de una renovación –que ha comenzado hace cinco años– y sus colecciones de un enfoque museológico que conecte de manera más directa con el público en general y con la población hispana que vive en su entorno más inmediato en particular, trabajo al que está dedicado, no sin dificultades, el nuevo equipo directivo.
Por ello precisamente, resulta más fácil imaginar el efecto que debía crear entrar en la Hispanic Society of America, tras su apertura en 1908, y ascender por su escalinata de piedra, adentrarse en la sala de estilo hispano renacentista y ver colgados el retrato de la duquesa de Alba de Goya, el del conde duque de Olivares de Velázquez o alguno de los quince cuadros atribuidos al Greco que posee esta excelsa colección. Dicha experiencia debía trasladar a los iniciados y conocedores de la cultura hispánica a un universo artístico-cultural plenamente español. El escenario creado al efecto transmitía, sin duda alguna, la gloria de una época dorada en la historia de España. La presencia de esculturas romanas, piezas medievales talladas en madera y vitrinas llenas de restos arqueológicos de cerámica o bronce, hacían pensar en la prolífica producción artística de los pueblos hispánicos a lo largo de los siglos. Por su parte, los lomos de los cientos de miles de libros de su biblioteca, con sus encuadernaciones en cuero repujado y sus vitelas doradas, hablaban a sus lectores de una producción literaria copiosa y dilatada en el tiempo. Además, el conjunto compuesto por el edificio y sus colecciones
1 Tesoros de la Hispanic Society of America. Visiones del mundo hispánico, [cat. exposición celebrada en Madrid desde el 4 de abril hasta el 10 de septiembre de 2017], Madrid, Museo Nacional del Prado-Hispanic Society of America, 2017.
dejaban suponer el distinguido gusto y el buen conocimiento de un exquisito coleccionista, que se había formado en el estudio del idioma, el arte, la literatura y las costumbres españolas, en gran parte, a través de sus viajes España.
La peculiaridad de contar con una colección de retratos de distinguidos, literatos, mecenas y artistas españoles pertenecientes a la llamada Edad de Plata de la cultura española2, muchos de ellos amigos y conocidos de Huntington, pintador por Sorolla –y en menos medida a Zuloaga y José María López Mezquita–, completaba su ambición de reunir en un museo una muestra de cultura e historia hispánica, cuyo finalidad era que sus compatriotas pudiesen conocer la España que Huntington había conocido3
Aunque la visita sea imprescindible para entenderlo en toda su amplitud, esta es una somera descripción del pequeño y compacto museo español con que había soñado el joven Huntington desde que tenía apenas veinte años, y que se convirtió en una realidad en 1904, tras recibir en herencia la fortuna familiar de su progenitor, el potentado empresario de los ferrocarriles y los astilleros, Collis Potter Huntington, y gracias a la ayuda de su entregada madre y aficionada coleccionista, Arabella Huntington4
A lo largo de la dilatada vida de su fundador, es fácil imaginarse a Huntington recorriendo su museo y biblioteca en las primeras décadas del siglo, cuando la Hispanic Society of America era el foco de difusión del hispanismo erudito en Nueva York y él un hispanista comprometido con la internacionalización de la cultura española en su plenitud profesional. España estaba de moda y las colas de neoyorquinos esperando para entrar a la exposición de Sorolla de 1909 habían sido el mejor trampolín hacia la notoriedad5.
2 Mainer Baque, José Carlos, La Edad de Plata (1902-1939). Ensayo de interpretación de un proceso cultural, Madrid, Cátedra, 1981.
3 La colección de retratos contiene los de Marcelino Menéndez Pelayo, Francisco Rodríguez Marín, Pío Baroja, Juan Ramón Jiménez, Jacinto Benavente, Ramón Menéndez Pidal, Leonardo Torres Quevedo, José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala, Manuel Bartolomé Cossío, el Marqués de la Vega Inclán, José Benlliure, Mariano Benlliure, Miguel de Unamuno, Concha Espina, Joaquín Sorolla, Ignacio Zuloaga, Alfonso XIII, el duque de Alba o José Echegaray, entre otros.
4 Shelley M. Bennett, The Art of Wealth: The Huntingtons in the Gilded Age, San Marino, The Huntington Library Press, 2013.
5 Sorolla y la Hispanic Society. Una visión de la España de entresiglos [cat. exposición celebrada en Madrid desde el 4 de noviembre de 1998 hasta el 17 de enero de 1999], Madrid, Museo Thyssen Bornemisza, 1998.
Más difícil es imaginárselo deambulando entre estos mismos cuadros durante la Guerra Civil Española, angustiado por el destino que esperaba a algunos de sus amigos españoles, acuciado por la propaganda partidista desplegada en la ciudad de Nueva York y preocupado por la irresponsable destrucción del patrimonio histórico-artístico español6. La Hispanic Society of America era, como había dejado escrito el novelista Vicente Blasco Ibáñez tras su visita, “España en América gracias al noble y generoso españolismo de este gran americano”7, y preservar ese espíritu fue la máxima de Huntington en vida.
Más que un viajero en busca del alma española
La imagen de Huntington, como la del viajero aventurero de maneras aristocráticas en busca de objetos de arte que reflejasen el alma española, ha llegado hasta nuestros días cargada de un halo de romanticismo que la hace muy atrayente. Si a ello se suman su profundo conocimiento del castellano y del árabe, sus recorridos por España en mula siguiendo la ruta del Cid Campeador en 1892, sus excavaciones arqueológicas en la ciudad romana de Itálica, en Sevilla, en 18988, sus tertulias en casa del Marqués de Jerez de los Caballeros en Sevilla o sus encuentros con representantes de la aristocracia española como el duque de Alba, el conde Valencia de don Juan o el marqués de la Vega- Inclán, y el propio Alfonso XIII, el conjunto nos devuelve una imagen sugerente pero anclada en sus años de juventud.
Sin embargo, superando esa imagen icónica al observar sus acciones u omisiones y al leer sus cartas con los ojos de hoy en día se percibe que Huntington fue un hombre permeable a su tiempo. A pesar de que las raíces de su vocación fuesen profundamente decimonónicas, y ancladas en los modos de vida de
6 Cabañas Bravo, Miguel y Bolaños, María (eds.), En el frente del arte. Ricardo de Orueta, 1868-1939, Madrid, Acción Cultural Española, 2014.
7 A History of the Hispanic Society of America. Museum and Library, 19041954, Nueva York, Hispanic Society of America, 1954.
8 Maier Allende, Jorge, «Archer Milton Huntington, Jorge Bonsor y la arqueología andaluza», en Manuel Bendala, Constancio del Álamo, Sebastián Celestino y Lourdes Prados (eds.), El tesoro arqueológico de la Hispanic Society of America, Madrid, Museo Arqueológico Regional, 2009, pp. 108-133.
la llamada Gilded Age9, era por completo consciente de los cambios que estaban teniendo lugar en la sociedad del s. XX.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, Huntington empezó a ser consciente del proceso imparable de democratización de la cultura. Entre apoyar a las nuevas formas de enseñanza masiva del español en Estados Unidos, que se puso de moda tras la Primera Guerra Mundial -tomando el relevo a la enseñanza del alemán, que había sido la lengua preferida hasta entonces en el país- o apoyar la erudición de los estudios histórico-artísticos, Huntington optó por el elitismo cultural, y ello a pesar de que su actitud le dejase apartado de las corrientes mayoritarias del hispanismo de los años veinte en su país. En este sentido, fue consecuente con una concepción erudita de la cultura: él era un filántropo de cuna y un mecenas por convicción. No se consideraba el propietario de la herencia que había recibido de sus padres, sino más bien un gestor cargado de la responsabilidad de hacer un buen uso de ella y, en este ámbito, siguió los dictados de su propia conciencia. Esa misma respon-
sabilidad por gestionar su fortuna con fines filantrópicos le impidió desarrollar como le hubiera gustado su carrera de estudioso o Scholar, una trayectoria que había iniciado con la traducción al inglés del libro medieval por excelencia, El Cantar de mio Cid, en 1897. No obstante, al empezar a publicar treinta años después su abundante producción poética, demostró que él se sentía un hombre de letras10
Por ello, aunque no haya trascendido suficientemente, Huntington fue un estudioso, pero no fue, sin embargo, un intelectual en el sentido habitual del término, pues en ningún caso pretendió influir en la sociedad a través de los medios de comunicación. Al contrario, fue reservado en extremo, tanto con sus opiniones como con su imagen pública. No concedió entrevistas y su aversión por la reproducción fotográfica de su imagen hizo que solo facilitase una foto a la prensa. A falta de otras, esta imagen ha sido tan profusamente utilizada que ha terminado por convertirse en la imagen icónica que ha llegado de él hasta nuestros días.
10 Archer M. Huntington escribió, editó y publicó más de 30 libros de su obra poética, entre ellos destacan The Ladies of Vallbona, 1931, Moraima´s Tower, 1933, Polvo, 1933 o Collected verse, 1953.
Un puente cultural entre España y Estados Unidos
De entre las numerosas reflexiones que podrían derivarse del estudio de la biografía de un personaje tan singular como Huntington, una se perfila como la más trascendente, y es el talante conciliador que subyace en las iniciativas con las que Huntington contribuyó a promover una especial relación cultural entre Estados Unidos y España; un talante que evidencia que su espíritu de constructor de infraestructuras culturales11tuvo su correlato en una dimensión complementaria como constructor de puentes culturales entre ambos países.
Los años 1898 y 1953, dos fechas con una especial significación en la historia de las relaciones diplomáticas, marcan el punto de arranque y el punto final de este breve análisis. Los cincuenta y cinco años que quedan comprendidos entre ambas conforman un periodo durante el cual los contactos políticos entre España y Estados Unidos fueron, en general, poco significativos. Debido a ello, Huntington y la Hispanic Society of America ocuparon un espacio casi virgen y adquirieron una dimensión pública en España que superó con creces a la propia de un coleccionista y su museo.
El sucinto recorrido histórico propuesto comienza con la guerra hispanoamericana de 1898, que representó el momento de máxima tensión en las relaciones diplomáticas entre ambos países12. A pesar de las circunstancias bélicas, el desenlace de la guerra no dejó secuelas importantes en las respectivas poblaciones. Aunque los españoles mantuvieron un sentimiento generalizado de antipatía hacia la joven república norteamericana13, Estados Unidos fue percibido por las elites como un modelo para la modernización del país más que como un enemigo14. En la potencia vencedora, donde se había reavivado intencionadamente la leyenda negra que acompañaba a España desde hacía trescientos años15,
11 Upham Pope, Arthur, Archer Milton Huntington: Last of the Titans (1870-1955), Palm Beach, s. e., 1957.
12 Arranz Notario, Luis, «El estallido patriótico», en España fin de siglo 1898, Barcelona, Fundación La Caixa, 1997, pp. 334-342.
13 Chislett, William, «El antiamericanismo en España: el peso de la historia», documento de trabajo 47/2005, Madrid, Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, 15 de noviembre de 2005.
14 García Monzón, Isabel, Viaje a la modernidad: la visión de los Estados Unidos en la España finisecular, Madrid, Verbum, 2002.
15 Moradiellos García, Enrique, «Más allá de la leyenda negra y del mito romántico: el concepto de España en el hispanismo británico contemporaneísta», en Ismael Saz (ed.), España: la mirada del otro, Madrid, Marcial Pons, 1998, pp. 183-200.
se desató una corriente de signo contrario en forma de una inusitada atracción por el arte, la arquitectura, la música, la danza, la indumentaria y, en general, la cultura española que inundó Estados Unidos de aroma español. Esta corriente de admiración cultural por España ha sido denominada en la historiografía norteamericana como la “Spanish Craze”16
Tampoco Huntington, observador privilegiado entre ambas orillas del Atlántico, se dejó llevar por la retórica belicista y antiespañola y contribuyó con sus iniciativas a alentar la cultura hispánica en su país primando el acercamiento serio a la realidad española sobre los tópicos habituales y ofreciendo una imagen amable del país en comparación con la que se había ofrecido en la prensa estadounidense. Véase, como botón de muestra, su libro A Note-book in Northern Spain que, publicado en 1898, ofrece una imagen de España muy alejada de los tópicos del momento17
En 1904, la fundación de la Hispanic Society fue la materialización de su sueño de juventud, pero también enlazó con la voluntad de las autoridades estadounidenses de recomponer las relaciones con España tras la guerra. Por ello, aunque la fundación de la Hispanic Society of America partiese de la iniciativa personal de un joven millonario, el éxito que registró tras su inauguración acompañó desde la esfera cultural a las resoluciones tomadas desde Washington para promover la reconciliación y establecer un nuevo marco de relaciones bilaterales. Además, la participación en el primer Comité Consultivo de la Hispanic Society de John Hay —secretario de Estado del presidente Theodore Roosevelt— mostraba de manera simbólica el apoyo de institucional del Gobierno a la nueva forma de proyección pública de los estudios hispánicos.
No hay que olvidar que la cultura marcó la pauta de las incipientes relaciones extraoficiales con España. En la península se recibieron con sorpresa y agradecimiento las primeras ediciones de libros raros y antiguos por parte del opulento neoyorquino y sus exposiciones en Nueva York de la obra de los pintores contemporáneos Joaquín Sorolla o de Ignacio Zuloaga en 1909 fueron ce-
16 Kagan, Richard L.,«The Spanish Craze: the Discovery of Spanish Art and Culture in United States», en Ignacio Suárez-Zuloaga(ed.), When Spain Fascinated America, Madrid, Fundación Zuloaga-Ministerio de Cultura del Gobierno de España, 2010, pp. 25-46.
17 Huntington, Archer Milton, A Note-Book in Northern Spain, Nueva York, Putman & Sons, 1898.
lebradas como un hito para la internacionalización de la cultura española. Además, el apoyo económico de Huntington a la fundación de la Casa Museo del Greco en Toledo en 1910 y de la de Cervantes en Valladolid en 1912, y su respaldo a intelectuales españoles en Nueva York demostraron a las autoridades españolas y al entorno del monarca el sincero interés del «rico yanqui»18 —como le tildaba la prensa española— por la revalorización del patrimonio cultural español.
La Primera Guerra Mundial marcó un punto de inflexión. La entrada de Estados Unidos en la guerra frente a la neutralidad española incrementó el interés de la diplomacia estadounidense por España. El equipo del presidente Woodrow Wilson quiso utilizar todas las vías de propaganda posibles para promover una imagen positiva de los aliados en territorio español y, para conseguirlo, no dudó en apelar a los principales protagonistas del hispanismo en Estados Unidos. A Huntington se le solicitó que participase como representante de Estados Unidos en las negociaciones bilaterales de los acuerdos comerciales con España de 1918. Por primera vez, aunque con muy poco interés por su parte -ya que siempre apostó por mantenerse alejado de las veleidades políticas- asumió una representación oficial19. También se reforzaron las colaboraciones de las universidades norteamericanas con Huntington para atraer a intelectuales españoles a impartir conferencias a Estados Unidos. El objetivo era que, a su regreso a España, dichos intelectuales pudiesen ofrecer una imagen positiva de los estadounidenses. Como buen patriota norteamericano, Huntington respondió positivamente a las solicitudes, pero, superada la Gran Guerra, se resistió a la deriva panamericanista del hispanismo estadounidense, que respondía más a un interés político que a una cuestión de índole intelectual.
La gran crisis llegó con el estallido de la Guerra Civil Española. La decisión del Gobierno estadounidense de decretar el embargo de la venta de armas al Gobierno de la Segunda República incitó a Huntington a mantener la neutralidad de la Hispanic Society, una institución cultural que podía verse comprometida con facilidad por los llamamientos propagandísticos de los dos bandos enfrentados. Huntington se alineó públicamente
18 La Vanguardia, 26 de agosto de 1904.
19 Montero Jiménez, Jose Antonio. El despertar de la gran potencia: las relaciones entre España y los Estados Unidos (1898-1930), Madrid, Biblioteca Nueva, 2011.
con la mayor parte del hispanismo estadounidense, que evitó hacer pronunciamientos públicos20, mientras millones de americanos se conmovían como en raras ocasiones lo había hecho por un conflicto en el que no estaba implicado su país21. De nuevo su sentido de la responsabilidad institucional como presidente de la Hispanic Society prevaleció sobre el sentimiento personal de decepción, que apenas quedó reflejado en la intimidad de las cartas con sus amigos22.
El desenlace de la guerra española y la proximidad ideológica de los vencedores con las potencias del Eje incrementaron la desconfianza entre Estados Unidos y España. A pesar de las circunstancias adversas para España, Huntington demostró que su compromiso con el hispanismo estadounidense se mantenía vivo al financiar la construcción de la Hispanic Reading Room en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Esta fue su última gran contribución al hispanismo en su país.
Los contactos entre España y Estados Unidos quedaron seriamente debilitados tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, y España fue relegada al aislacionismo internacional. La población estadounidense rechazaba el carácter totalitario del régimen franquista mientras las autoridades españolas focalizaban sus intereses diplomáticos en Hispanoamérica23. Poco podía hacer Huntington en tales circunstancias. No obstante, a finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta premió con las medallas de la Hispanic Society las trayectorias intelectuales de varios profesores españoles exiliados que trabajaban en universidades americanas, como Rafael Altamira, Juan Ramón Jimenez y Ramón Pérez de Ayala, o el músico Pau Casals, a la vez que lo hacía con intelectuales que habían permanecido en España tras la guerra —algunos de ellos sin el merecido reconocimiento, como José Ortega y Gasset o Gregorio Marañón—. Frente a la intolerancia reinante, sus premios de una institución tan prestigiosa eran una bocanada de aire fresco que llegaba desde Nueva York; un gesto conciliador que
20 Faber, Sebastiaan, Anglo-american Hispanists and the Spanish Civil War. Hispanophilia, Commitement and Discipline, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2005.
21 Fox Maura, Soledad, «Miradas opuestas: la Casa Blanca y la opinión pública estadounidense ante la guerra de España», Circunstancia, núm. 19, 2009.
22 Fernández Lorenzo, Patricia, Archer M. Huntington, el fundador de la Hispanic Society of America en España, Madrid. Marcial Pons, 2021 (2º ed.).
23 Niño, Antonio, y Montero Jiménez, José Antonio (coords.), Guerra Fría y propaganda: Estados Unidos y su cruzada cultural en Europa y América Latina, Madrid, Biblioteca Nueva, 2012.
distinguía el talento con independencia del alineamiento político y que fue correspondido con el homenaje que en 1950 le hicieron prestigiosos españoles exiliados en Estados Unidos desde el Wellesley College24
El inicio de la Guerra Fría despertó el interés de Washington por colaborar militarmente con el régimen franquista y en 1953 se firmó el Pacto de Madrid para el establecimiento de las bases militares americanas en España25. Huntington era un anciano de ochenta y tres años enfermo de artritis que se dedicaba a la poesía desde su granja de Connecticut, mientras en España daba comienzo una campaña en la prensa para reivindicar su figura como el entrañable amigo de España26 Oportunismo propagandístico y sincero sentimiento de gratitud se combinaron en proporciones desiguales en unas iniciativas lideradas desde el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Instituto de Cultura Hispánica que sirvieron para contrarrestar la patrimonialización de su figura por parte de grupos de intelectuales del exilio.
24 Estudios Hispánicos. Homenaje a Archer M. Huntington, México, Wellesley College, 1952.
25 Delgado Gómez-Escalonilla, Lorenzo, «¿El amigo americano? España y Estados Unidos durante el franquismo», Studia Historica. Historia Contemporánea, núm. 21, 2003, pp. 231-276.
26 Cañellas Mas, Antonio «Las políticas del Instituto de Cultura Hispánica, 1947-1953», Historia Actual Online, núm. 33, 2014, pp. 77-91.
El embajador de Estados Unidos en España participó en todos los actos que se sucedieron en la península en homenaje a Archer Huntington y su esposa Anna Hyatt, desde la presentación del monumento a los hispanistas en Pedralbes (Barcelona)27, hasta la inauguración de Los portadores de la antorcha en la Ciudad Universitaria de Madrid28. En sus intervenciones declaró que durante años Huntington había sido un embajador extraoficial dedicado a fortalecer los lazos entre ambos países, frase con la que le otorgaba el reconocimiento expreso por parte de la diplomacia estadounidense de haber sido un valioso vínculo entre ambos países.
Visto con la perspectiva que da el tiempo, Huntington y la Hispanic Society of America sirvieron públicamente al objetivo de limar asperezas y promover un reencuentro entre los pueblos español y estadounidense en dos momentos cruciales. Si tras la guerra de 1898 la creación de la Hispanic Society abrió nuevos cauces de colaboración cultural entre España y Estados Unidos, tras la firma del Pacto de Madrid de 1953, el regalo de Huntington de La antorcha a la Ciudad Universitaria fue un símbolo de amistad entre los pueblos tras un periodo de enfrentamiento diplomático. Desde este punto de vista, Huntington emerge como una figura cordial en las relaciones bilaterales, un hombre que durante su vida no escatimó esfuerzos en acercar culturalmente España a Estados Unidos, dos mundos diferentes que pasaron por momentos de aproximación y de distanciamiento, de colaboración y de enfrentamiento debido a circunstancias políticas y culturales ajenas a su propia voluntad.
Por todo ello, más allá del incuestionable valor histórico-artístico que tienen las fabulosas y todavía poco conocidas colecciones de arte y libros que guarda la Hispanic Society of América en la zona alta de Manhattan, esta colección tiene el valor adicional de ofrecer una panorámica del mundo cultural e intelectual que inundó con acento español la vida de Huntington, un personaje complejo y lleno de matices cuyas contribuciones a la cultura española deben ser conocidas y reconocidas en toda su diversidad. l
27 Socias Batet, Inmaculada, «El memorial de Barcelona a Archer Milton Huntington, el fundador de la Hispanic Society of America, y a su esposa, la escultora Anna Hyatt Huntington», en Inmaculada Socias Batet (ed.), Conflictes bèl·lics, espoliacions, col·leccions, Barcelona, Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona, 2009. 28 Fernández Lorenzo, Patricia, Archer M. Huntington (op. cit.) pp. 333-344.
EL SACRO IMPERIO HISPANO Y LA GUERRA DE LOS NOMBRES
Alberto Gil Ibáñez
Doctor en Derecho y en Ciencias de las Religiones
Autor del libro El Sacro Imperio Romano Hispánico. Una mirada a nuestro pasado común para una nueva Hispanidad (ed. Sekotia, noviembre 2023)
La Guerra Cultural se desarrolla habitualmente a través de tres instrumentos principales: la falsificación del relato, la manipulación de las imágenes y la imposición de los nombres. No obstante, la relevancia de este último terreno ha venido siendo menospreciada, a pesar de que resulta simple constatar que el peso que ejercen el nombre y el apellido sobre el individuo que los porta se da de igual o mayor manera a nivel colectivo, siguiendo el célebre adagio hermético “lo que es arriba es abajo”. Poner nombres a las cosas es tarea propia de dioses pues condiciona nuestro imaginario colectivo y la manera en que percibimos el mundo. Y es que “quien denomina, domina”, como recuerda el profesor venezolano de política lingüista Carlos Leáñez.
Pues bien, el mundo hispano se ha mostrado especialmente ingenuo ante la batalla terminológica y el peso de las marcas de prestigio a través de la Historia. Aceptó, de manera harto pasiva, que el “Nuevo Mundo” fuera bautizado por otros como “América”. Y esos “otros” no fueron precisamente los indígenas, sino unos oscuros geógrafos centroeuropeos que lograron imponer, con sorprendente facilidad, la peregrina tesis de que quien
descubrió el nuevo continente fue un tal Américo Vespucio —dejando caer además, como quien no quiere la cosa, que actuaba a las órdenes del Rey de Portugal— y no Colón. No tenemos espacio para adentrarnos en los muchos puntos oscuros de este relato, curiosamente asumido acríticamente por gran parte del mundo académico, pero sí resaltaremos su gran relevancia geopolítica.
Por de pronto, si se hubiera nombrado el continente “Las Indias”, como lo llamaban los españoles, o “Colombia”, como llegó a proponer un tal Bolívar, un país muy relevante de la zona no podría incluir todo el territorio en su gentilicio o en sus lemas patrióticos. Es decir, los estadounidenses no osarían llamarse “indios” o “colombianos”, ni podrían decir las “Indias para los indios” como sí hacen, con asombrosa pasividad del resto de ciudadanos americanos, con el apelativo “América” apropiándose el todo por la parte. No es casual en este sentido la imposición de la denominación “Latinoamérica” en lugar de “Hispanoamérica” o “Iberoamérica”, mientras no existe “Angloamérica” o el calificativo “hispano” adquiere connotaciones negativas en los EEUU. O
El mundo hispano se ha mostrado especialmente ingenuo ante la batalla terminológica y el peso de las marcas de prestigio a través de la Historia.
como la dicotomía entre beatíficos “colonos” y maléficos “conquistadores”, según se trate de unos o de otros.
El mundo hispano tampoco reaccionó firme y airadamente cuando el Meridiano “0”, que era tradicionalmente, desde tiempos de Tolomeo, el de “El Hierro” (Islas Canarias), se sustituyó con nocturnidad y alevosía en una Conferencia Internacional organizada en los EEUU en 1884, por el de Greenwich (Inglaterra) que además produce numerosos problemas de medición. Algo parecido ha ocurrido en materia de cartografía cuando la denominación “Mar de Hoces” se cambió por “Paso de Drake” o las “Islas de San Pedro” se redenominaron como “Georgia del Sur.
La importancia de los nombres se muestra asimismo a la hora de construir una nación. No es casualidad que en el siglo XIX, Francia decidiera cambiar el apelativo original de Karl (en alemán) o Karolus (en latín) por el de “Charlemagne”, en francés. Ningún académico clamó entonces contra ese cambio calificándolo de “anacrónico” ni se quejó de que se borrara cualquier sombra de un personaje convertido en mito por interés nacional. Pocos saben hoy, por ejemplo, que Carlomagno fue iletrado, eliminó físicamente a sus sobrinos o intervino en cuestiones doctrinales de la Iglesia y que a él se debe que el mundo católico conciba el origen del Espíritu Santo (del Padre “y” del Hijo) de manera diferente al mundo ortodoxo (cfr. Bruno Dumézil, Charlemagne).
Nadie se extraña tampoco hoy del secuestro terminológico que venimos sufriendo donde ciertas denominaciones, si son positivas, tienen gentilicio exclusivo de otras naciones a condición de no sea hispana (como “modernidad”, “ilustración” o “liberalismo”) aunque en realidad su contenido pudiera haber nacido por estos lares. Al mundo hispano sólo se le pueden atribuir calificaciones negativas. De hecho, nadie dijo gran cosa cuando una epidemia de las más mortíferas de la Historia, que había surgido en Kansas y condicionado probablemente el re-
sultado de la I Guerra Mundial, se le bautizó como “gripe española”. Así la siguen llamando incluso ingenuos presentadores de las noticias en la Televisión nacional española. Y sin embargo, nadie se extraña que no haya cuajado la denominación “Covid chino”, ni que ninguna otra gran nación haya aceptado que se le una históricamente con una gran pandemia mortífera, evitando así que la marca nacional se vea contaminada.
De todas estas cosas trato en mi nuevo libro, pero especial hincapié hago en defender la denominación (marca) Sacro Imperio Romano Hispánico para identificar el proceso singular que acaeció durante más de tres siglos (1492-1820) en la América Virreinal, que incluía asimismo Filipinas y otras islas menores en Asia, como parte del Virreinato de Nueva España. En este sentido, trato de demostrar que el que sucedió al Imperio romano (SPQR) no fue tanto el Sacro Imperio Romano Germánico sino el hispánico —el heredero natural ocultado— pues fue éste (SIRH) el que llevó la civilización greco-romana “plus ultra”, del Mediterráneo al Atlántico y luego al Pacífico.
Desde Carlomagno hasta Hitler, pasando por Napoléon, todos los dirigentes europeos han estado obsesionados con ser herederos del Imperio romano. Con ello trataban de obtener una legitimación histórico-moral para sus construcciones y conquistas. Hasta los mismos fundadores de los EEUU no pudieron resistirse al dulce encanto de la marca de prestigio de lo que son prueba sus rituales (Presidente/Emperador), cuadros (la Apoteosis
En 1492, cuando Europa y su legado corrían serios riesgos de desaparecer por el mayor empuje de otros Imperios como el árabe, el otomano y el chino, fue la conexión con América lo que la salvó de su irrelevancia, constituyendo el acontecimiento político y cultural probablemente más relevante de la Historia de la Humanidad. El mundo hispano salvó a un Occidente que hoy mayormente le desprecia.
de Washington) o edificios (Capitolio). Todos menos el único que realmente sucedió al romano tanto en sentido geográfico como cualitativo pues desde el derecho a la filosofía, desde las infraestructuras hidráulicas a las ciudades, desde el humanismo cristiano a la economía, desde el arte a la lengua, los modos de gobernar o la tarea civilizatoria, el Imperio hispano no sólo imitó sino que llevó todas y cada de las aportaciones romanas una también aquí “plus ultra”.
Es más, en 1492, cuando Europa y su legado corría serios riesgos de desaparecer por el mayor empuje de otros Imperios como el árabe, el otomano y el chino, fue la conexión con América lo que la salvó de su irrelevancia, constituyendo el acontecimiento político y cultural (que los dos hemisferios se conocieran y conectaran entre sí) probablemente más relevante de la Historia de la Humanidad. El mundo hispano salvó a un Occidente que hoy mayormente le desprecia. Y sin embargo, si Francia o Inglaterra hubieran descubierto América en 1492, ¿habrían permitido que el Sacro Imperio fuera otro que el Sacro Imperio Franco o Británico, como marca de prestigio? l
BROOKLYN MESTIZO
Anka Satué
Director de Sociedad Global
First and penultimate chapter
Brooklyn Mestizo is a good name for a pub that’s been neglected like the one that houses my band from time to time, or for a stray dog. For a homeless person, which is not the same, maybe it would be too much. Too poetic, almost epic. But for a car from the seventies, with the feat on its tyre strips and in the back seats, it would do well. Brooklyn Métis, Mestizo. That’s my name, Brooklyn Mestizo Sanchez, from the port of Hudson and Puerto Rico, in a way that only Caribbean fusion with jazz music can achieve. She, who is carrying dishes from one table to another, is Marcela Fiorella Smith. From Puerto Rico and the Port of Hudson, which is not the same fusion (melting pot, which is said on this side of the river), but it looks like her. So we could continue with all the members of the band. Mine.
Fiorella has a deep look. Her eyes are a normal chocolate brown, which are also camouflaged by her brown skin. The quick succession of dull days doesn’t make a dent in the shine of that couple of coffee beans that show up in her bangs, smooth. At the end of the day, those two ounces of chocolate in her pupils seem to carry all the weight of the Latino race. Centuries and centuries of cross-breeding and nuclear fusion. Yeah, that’s how I see it. And I like to sing it. And sing about it. The union of two worlds, two continents and two or three or four races, resulting in a spectacular release of energy. Pure life. Fiorella keeps within herself, in each incipient wrinkle of her face, a particular knowledge of what nuclear fusion means. If the brains at MIT were to ask her, they would be surprised, and she would probably end up teaching in Boston. His mestizo look has a direct line to his Latino heart, even though his WASP habits sometimes give away a new incipient fusion. Thirty-five years in New York, living as a Latino, being a Latino, no matter how much you surround yourself with its people, makes you inevitably skeptical, melancholic, somewhat WASP, until the Spanish-language musical beats, lurking on every corner, at every dog stand and gas station, give you a loving puncture in the pit of your stomach. That’s the Latin thing in America.
My band when they play is EMP. It’s been on several local news programs, but never on the six o’clock news. Pure musical energy flooding the dirty, damp basement of the Hill Bridge building, where we usually bring music and order to the nightly chaos of the Latin multiverse that is Brooklyn, amidst a motley chorus of white European descendants, and black brothers.
Hill Bridge had its moment of splendor. Clearly, it no longer does. The Hill Bridge had to be in Brooklyn a kind of Monticello in Las Vegas. My band is not even close to winning a new, renovated Hill Bridge for the neighborhood. We are here to give light (or rather, put salt and pepper in C, D, E) to Fiorella’s heart. She knows it, and she usually thanks us by closing Merry’s Coffee and giving us a taste of her magnificent “Apple pie” with Venezuelan rum. Something new is emerging. It takes the form of tasty desserts. In me, in a vibrant new music. It’s about the palate and the tongue, the mouth, the language, the feelings.
Fiorella gave me a kiss. I don’t know the meaning of that kiss. The only thing I know is that in that kiss was contained the secret of the world. It doesn’t matter if it was on the cheek or on the mouth, from a friend or a lover, from love or affection. There was a kiss, by two people, near the Hudson River, while the city was sleeping, while the band was playing, and while Columbus Day was coming.
The remaining chapter, and first from the end
For a waitress in Brooklyn to be called Marcela Fiorella Smith and to serve coffee near the Hill Bridge is to be known by all. Not a bad job from Thursday to Sunday. As they say, tips allow me to pay the rent and raise a pretty girl. Going from table to table, leaving conversations unfinished but continuing, allows me to live day after day a surreal experience without equal. The band that composes their songs at Merry’s takes advantage of this experience. In particular, Brooklyn Mestizo, which could be the future name of the entire district. Or a stray dog, because of the epic nature of the name. He’s the trumpet player. He told me once that he learned to play in juvie. I don’t know if it’s true or false, but at the time, a couple of years ago, which is when I met him, I was impressed.
Physically, he’s rather thin, pale, and the other day he kissed me. I think we both got excited listening to the rest of the band. I think he also thinks that I kissed him, that I approached him, but I didn’t. At best, my Latin blood with drops of Puerto Rican WASP, I could tell that I got too close when I served him apple pie. He’s more Latino in this crawling thing.
His trumpet sound is light, and instead, it sounds like two worlds meet. On the premises, in the street, next to the metro and sheltered from the rain by an old cinema canopy, or at the Columbus Day parade on October 12, in the middle of 5th Avenue.
Each in their own way, I feel intimately that we are the frontier in a frontier country. I feel it in every cafe I serve. We are foreigners in our own country, which is a nice way of being Latin, ...universal.
Capítulo primero y penúltimo
Brooklyn Mestizo es un buen nombre para un bar venido a menos como el que acoge a mi banda de música de cuando en cuando, o para un perro callejero. Para uno vagabundo, que no es lo mismo, tal vez sería demasiado. Demasiado poético, casi épico. En cambio para un coche setentero, que llevase la gesta en sus tiras de neumáticos y en los asientos traseros, le iría bien. Brooklyn Mestizo. Ese es mi nombre, Brooklyn Mestizo Sánchez, del puerto de Hudson y de Puerto Rico, de una manera que sólo la fusión caribeña con la música de jazz puede conseguir. Ella, la que está llevando platos de una mesa a otra, es
Marcela Fiorella Smith. De Puerto Rico y del puerto de Hudson, que no es la misma fusión (melting pot, que se dice en este lado del río), pero se le parece. Así podríamos seguir con todos los miembros de la banda. La mía.
Fiorella tiene una mirada profunda. Sus ojos son de un normal marrón chocolate, que además se camuflan con su piel trigueña. La sucesión rápida de días apagados, no hace mella en el brillo de ese par de granos de café que asoman por su flequillo, liso. Al final del día esas dos onzas de chocolate que tiene por pupilas, parece que cargan con todo el peso de la raza latina. Siglos y siglos de cruces y de fusión nuclear. Sí, así es como lo veo. Y me gusta cantarlo. Y cantar sobre ella. La unión de dos mundos, de dos continentes y de dos o tres o cuatro razas, dando como resultado final una espectacular liberación de energía. Pura vida. Fiorella guarda dentro de sí, en cada arruga incipiente de su rostro un conocimiento particular de lo que significa la fusión nuclear. Si los cerebros del MIT le preguntasen, se quedarían sorprendidos, y probablemente acabara sentando cátedra en Boston. Su mirada mestiza tiene línea directa con su corazón latino, a pesar de que sus costumbres WASP a veces delatan una nueva fusión incipiente. Treinta y cinco años en Nueva York, viviendo como latino, siéndolo, por mucho que uno se rodee de su gente, te vuelve inevitablemente escéptico, melancólico, algo WASP, hasta que los compases musicales en español, al acecho en cada esquina, en cada puesto de perritos y en cada gas station (gasolinera), te hacen notar un pinchazo enamorado en la boca del estómago. Eso es lo latino en EE.UU.
Mi banda cuando toca es PEM. Ha salido en varios noticieros locales, aunque nunca en el de la seis. Pura Energía Musical inundando los bajos del edificio Hill Bridge, sucios y húmedos, donde solemos poner música y orden al caos nocturno del multiverso latino que es Brooklyn, en medio de un coro variopinto de descendientes de blancos europeos, y de hermanos negros.
El Hill Bridge tuvo su momento de esplendor. Es evidente que ya no lo tiene. El Hill Bridge tuvo que ser en Brooklyn una especie de Monticello en Las Vegas. Mi banda ni por asomo está llamada a conquistar para el barrio un nuevo y reformado Hill Bridge. Estamos para dar luz (más bien, poner sal y pimienta en do, re, mi) al corazón de Fiorella. Ella lo sabe, y nos lo suele agradecer cerrando el Merry´s Coffee y dándonos a probar su magnifico “Apple pie” con ron venezolano. Algo nuevo emerge. En
ella se plasma en la forma de postres sabrosos. En mí, en una nueva música vibrante. Se trata del paladar y la lengua, de la boca, del lenguaje, de sentimientos.
Fiorella me dio un beso. No se explicar el significado de ese beso. Lo único que se es que en ese beso se encerraba el secreto del mundo. No importa si fue en la mejilla o en la boca, de amiga o de amante, de amor o de cariño. Hubo un beso, de dos personas, cerca del río Hudson, mientras la ciudad dormía, mientras la banda tocaba, y mientras el Columbus Day llegaba.
El capítulo que resta, y primero desde el final
Para una camarera de Brooklyn llamarse Marcela Fiorella Smith y servir cafés cerca del Hill Bridge es ser conocida por todos. No es mal trabajo de jueves a domingo. Como suele decirse, las propinas me permiten pagar el alquiler y sacar adelante a una niña bien linda. Ir de mesa en mesa, dejando conversaciones inacabadas pero que continúan, me permite vivir día tras día una experiencia surrealista sin igual. De esta experiencia se aprovecha la banda que compone sus canciones en el Merry´s. En especial, Brooklyn Mestizo, que podría ser el nombre fu-
turo del distrito entero. O de un perro vagabundo, por lo épico del nombre. Es el trompetista. Me dijo una vez que aprendió a tocar en el reformatorio. No se si será verdad o mentira, pero en su momento, hace un par de años, que es cuando le conocí, me impresionó.
Físicamente es más bien delgado, tirando a paliducho, y el otro día me besó. Creo que nos emocionamos los dos escuchando al resto de la banda. Creo también que el piensa que yo le besé, que me acerqué a él, pero no fue así. Todo lo más, mi sangre latina con gotas de WASP puertorriqueño, podría reconocer que me acerqué demasiado al servirle pastel de manzana. Él es más latino en esto de dejarse arrastrar.
Su toque de trompeta es ligero, y en cambio, suena como cuando dos mundos se encuentran. En el local, en la calle, junto al metro y a resguardo de la lluvia por una vieja marquesina de cine, o en la cabalgata por el día de Colón, el 12 de octubre, en plena 5ª Avenida.
Cada uno a su modo, siento íntimamente que somos la frontera en un país de frontera. Lo noto en cada café que sirvo. Somos extranjeros en nuestro propio país, que es una linda manera de ser latino, universal. l
LA EUROPA DE EDUARDO LORENÇO
Antonio Rubio Plo
Analista de política internacional, escritor y doctor en Derecho y Relaciones Internacionales
La cultura, más que el peso político, es el signo de la permanencia de Europa, pero para que esto siga siendo así, los habitantes del variado mosaico de naciones europeas deben tomar conciencia de ello.
El año pasado se conmemoró el centenario del nacimiento de Eduardo Lourenço, uno de los grandes pensadores y ensayistas portugueses de la segunda mitad del siglo XX y de inicios del siglo XXI. Murió casi centenario, en diciembre de 2020. Un gran europeo que ejerció su docencia universitaria, entre otros lugares, en Coimbra, Hamburgo, Heidelberg, Grenoble y Niza. Fue un notable analista de las identidades ibéricas, pues había nacido cerca de la ciudad fronteriza de Guarda en 1923, pero al mismo tiempo fue un enamorado de Europa, no de la Europa de las variables políticas y económicas, cambiantes por su propia naturaleza, sino de la Europa cultural, que también conocía al ser un representante de lo que antes solía llamarse la filosofía de la historia. Sus amplias lecturas y sus certeras interpretaciones son a la vez útiles e ingeniosas y lo seguirán siendo porque Lourenço es todo un clásico de las letras portuguesas, por no decir de las europeas.
Portugal y Europa no representan para él las islas de los amores, donde encontraron reposo los navegantes de Os Lusíadas. No son un lugar para jubilarse de la historia sino un escenario para seguir buscando sentido y, por tanto, futuro a lo que se llamó el Viejo Mundo, que no será sustituido tan fácilmente por el Nuevo Mundo ni por los otros mundos llegados de Oriente. La cultura, más que el peso político, es el signo de la permanencia de Europa, pero para que esto siga siendo así, los habitantes del variado mosaico de naciones europeas deben tomar conciencia de ello. Con todo, Eduardo Lourenço no solo reflexionó sobre Europa sino también sobre el conjunto de Occidente, al que también pertenecerían Estados Unidos y Rusia, aunque los genuinos occidentales fueron los europeos.
“Pero es poco probable que una nación que aún no hace ni cincuenta años tenía gravísimos problemas de coherencia étnico-política interna y era obligada a retirarse apresuradamente del conflicto vietnamita, esté en condiciones de imponer su modelo de “imperialismo” en un mundo donde existen naciones como China, India y Japón que, excepto la última, le deben más a Inglaterra, Francia o Alemania por haber entrado en el circuito de la civilización moderna que a los Estados Unidos propiamente dichos”.
Estas palabras fueron escritas por Lourenço poco después de los atentados terroristas del 11-S, cuando es-
taba en marcha la respuesta estadounidense contra el Afganistán de los talibanes. Poco después, llegaría la segunda guerra de Irak, culminación del conflicto por la liberación de Kuwait. Eran los tiempos de una ilusión adolescente, en palabras del escritor portugués, la de Estados Unidos que creía que su supremacía militar, financiera y económica le aseguraría el dominio del mundo. Por el contrario, Lourenço conocía bien los entresijos de la historia y no era muy optimista sobre una aparente victoria sobre el régimen de Sadam Hussein. Es verdad que el presidente iraquí no gozaba de excesiva simpatía entre muchos árabes y musulmanes, pero estos nunca aceptarían la humillación de un país de los suyos invadido por ejércitos occidentales. Tarde o temprano, esta humillación se trasladaría al cercano escenario europeo, opinaba nuestro autor, y la sucesión de atentados terroristas le daría la razón. Si la crisis de Suez de 1956, en la que Francia y Gran Bretaña fueron humillados por estadounidenses y soviéticos que les obligaron a retirarse de Egipto, marcó un inicio para la decadencia europea, las dos guerras del Golfo supusieron, según Lourenço, un nuevo Suez para Europa. El continente europeo conocería, años después, en su propia carne los efectos del resentimiento musulmán.
“Una de las cosas más lamentables de la política europea es que no existe ninguna estrategia en la relación con Rusia”.
Eduardo Lourenço enseñó buena parte de su vida en universidades francesas y era un ferviente admirador del general De Gaulle que, a su juicio, había tratado de buscar un equilibrio entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Era bien conocido el anticomunismo del presidente francés, pero no era menos cierto que no quería que Europa occidental fuera un simple escu-
“Una de las cosas más lamentables de la política europea es que no existe ninguna estrategia en la relación con Rusia”
do de Washington contra la amenaza soviética. Pese a la existencia de los bloques, opinaba que Rusia seguía siendo parte de Europa. Lourenço era de la misma opinión, y no demostraba tener demasiado entusiasmo por la expansión de la OTAN y la UE hacia el este. No entendía cómo se pretendía aislar a Rusia y al mismo tiempo abrir a Turquía las puertas de Europa. Con todo, hay que tener en cuenta que la Rusia a la que se refiere Lourenço no es tanto la de sus gobernantes actuales sino la representada por la cultura ortodoxa que a finales de la Edad Media contribuyó a la formación del Estado ruso moderno. Frente a la tentación asiática de Rusia, el escritor portugués subrayó la europeidad del país más extenso del planeta
“Es mejor leer a Tácito, el autor de La Germania, que los discursos humanísticos de un europeísmo mítico con el que ocultamos nuestro tribalismo estamental”.
Esta cita pertenece a los años del fracasado proyecto de Constitución europea. Eduardo Lourenço creía en la Europa de las naciones, al modo gaullista, y no en la filosofía de Habermas con su patriotismo constitucional y su ciudadanía universal, medicina para el trágico pasado alemán. El ensayista luso era partidario del proceso de integración europea, pero seguía creyendo que la realidad concreta de Europa era la de un conjunto de “naciones” y que es mucho más importante lo
Antes que una realidad política, Europa es una realidad cultural. Sin la cultura, subrayaba Lourenço, Europa sería un envoltorio vacío, una realidad sin alma.
que han vivido y viven como “naciones” que la existencia de un “centro” o una voluntad política digna de ese nombre. Antes que una realidad política, Europa es una realidad cultural. Sin la cultura, subrayaba Lourenço, Europa sería un envoltorio vacío, una realidad sin alma. Si Europa se aparta de sus valores culturales y se vuelve indiferente a su herencia y su riqueza cultural, “no será sino una Disneylandia para nuestro seudo infancia de europeos”. Hay que estar de acuerdo con Lourenço en que esto es muy posible en nuestra época, en la que tanto los dirigentes políticos como las sociedades parecen valorar más el imperio de las emociones que el heroísmo de la razón, por emplear la conocida expresión de Edmund Husserl. De hecho, la visión de la Europa actual no era muy alentadora para nuestro autor. Estos eran sus puntos de vista: Gran Bretaña podía haber dado un mayor sentido global a Europa pero había preferido tomar un camino ilusorio y verse contaminada por un nuevo nacionalismo; Francia seguía siendo huérfana de De Gaulle y se enredaba en debates de carácter casi religioso sobre la laicidad; Alemania, la “buena Europa” se negaba a asumir protagonismo para ocultar su pasado; España y Portugal se comportaban como Quijotes intentando salvar a Europa de sí misma… Esto lo decía Lourenço en 2017.
“Por eso la primera y fundamental de las exigencias del espíritu europeo es la libertad…. Los sofistas, oscura o claramente interesados en la defensa de cualquier especie de tiranía, consideran siempre oportuno afirmar como el Trasímaco de La República o el inolvidable Calicles del Gorgias, que la libertad es un concepto vacío… Pero ninguna tiranía fue lo suficientemente honesta o fuerte para confesar públicamente a sus súbditos que no eran libres”.
Esta cita procede de Heterodoxia, la primera gran obra de Eduardo Lourenço, cuya primera versión data de 1949, de sus años de profesor en Coimbra. Haría una versión definitiva en 1987. Me gusta relacionarla, pues tendría muchas vinculaciones, con su defensa de la cultura europea. Lourenço previno contra la tentación de una Europa que se vuelve ajena e indiferente hacia su pasado, como si nunca hubiera existido. Por el contrario, nuestro autor seguía creyendo que era el continente de Tomás de Aquino, Dante, Erasmo, Montaigne, Cervantes, Shakespeare, Galileo, Newton, Goethe, Tolstoi y Joyce. Creo que Lourenço estaría de acuerdo en que, si Europa se aleja de su cultura, se aleja también de la libertad. Desgraciadamente, existen sofistas empeñados en que así sea l
LA TRANSFERENCIA CULTURAL arts & trends
Cora Cavada Oliveira. Coordinadora Cultural Consulado General de España en Nueva York.
La presencia de la cultura española en Nueva York es cada vez más dinámica y goza de mayor fuerza. Hay muchos ecos de los que ya no están pero que siguen brillando en los lugares más emblemáticos de la ciudad, como Picasso en el MET o el MoMA, Sorolla en la Hispanic Society, las bóvedas de Rafael Guastavino en la gran Estación Central, los eternos poemas de Lorca sobre Nueva York o el legado de Paco de Lucía en el Carnegie Hall el pasado mes de febrero.
Pero conviene resaltar también las visitas del Teatro Real, del Festival
Flamenco y de la Compañía Nacional de danza como grandes embajadores culturales en la ciudad que nunca duerme.
En estos momentos los artistas españoles en Nueva York son capaces de propiciar ese encuentro extraordinario, esa ruptura de la cotidianidad y de lo monótono, invitando a la reflexión. Sus proyectos humanizan la gran ciudad y nos impulsan al entendimiento y al intercambio de sensibilidades y saberes.
Me siento orgullosa de poder expresar con rigor que la cultura es-
Los proyectos de los artistas españoles humanizan la gran ciudad y nos impulsan al entendimiento y al intercambio de sensibilidades y saberes.
pañola está presente y destaca en la gran manzana en todas sus disciplinas.
El maestro, Joaquín Achúcarro, que es sin duda uno de los mejores pianistas de nuestro país, le regala a los neoyorquinos un concierto en el Guggenheim por su 90 cumpleaños. La artista contemporánea Elena del Rivero exhibe sus banderas en la alcaldía de Nueva York conmemorado el trabajo invisible de las mujeres. El Mago Pop debutando en un gran teatro en Broadway. Sara Baras con sus tacones de leyenda llena de aplausos el New York City Center. En la zona cero Calatrava deja boquiabiertos a los transeúntes con su icónica estación, que ya se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad. Destacar a Jaume Plensa con su escultura de Carlota pidiendo silencio a la ruidosa isla de Manhattan. La artista Berta Moreno los domingos con su saxo en Birdland, una histórica sala de Jazz . Los diseñadores de moda como Alejandro Palomo, Agatha Ruiz de la Prada y Custo Barcelona desfilando en New York en la Fashion Week. Irene Vallejo presentado su libro “El infinito en un junco” en el colegio de las Naciones Unidas. Vanesa Álvarez la primera española de la historia, en pintar el mural en Union Square de 700 metros cuadrados. Joaquín Sabina y Raphael colgando el sold out en el Hulu teather o Rosalía en el Radio City Hall. Fernando Trueba emocionado a los espectadores presentando “El olvido que seremos” en Quad Cinema. Cayetana Guillén-Cuervo protagonizando la obra teatral “Puertas abiertas” en el teatro “Repertorio Español”. Kirmen Uribe presentado su libro en la Noche Europea de la literatura “Nueva York-Bilbao- Nueva York”.
El poeta Marcos de la Fuente dirigiendo el festival Kerouac. Los arquitectos Campo Baeza, Miguel Quismondo y Jacobo Mingorance diseñando el pabellón Robert Olnick del museo Magazzino. Antonio Diez,el ceramista que expone en el Upper East Side en la galería Leila Heller, al director de cine Brais Revalderia que abrió 100 Sutton Studios, a Esther Partegás con su obra en la importante feria de arte contemporánea “The Armory Show”.
El fotógrafo de la emigración Alberto Martí con su exposición en Ellis Island, Jorge Lamelas el bailarín de ballet que llegó a la gran manzana con tan sólo 15 años, el mural del gran Domingo Zapata en Houston St, la ilustradora Patricia Bolaños que en su último libro “New York is the Thing” presenta 10 curiosos personajes únicos newyorkinos, el escultor Santi Flores que exhibió durante meses su obra a escasos metros de Times Square, la artista multidisciplinar Gema Rupérez que expuso en Brooklyn o el payaso biligüe Juan Sombrero representado por el científico medioambiental de Columbia University Jaime Benavides, inculcando la ciencia a los más pequeños entre risas, son algunos de los ejemplos de cómo nuestra cultura está más viva que nunca y esto es
Tenemos una presencia vibrante en la capital del mundo, enriqueciendo la vida cultural y artística de Nueva York de manera significativa.
algo de lo que debemos apreciar y reconocer.
No puedo terminar sin felicitar a la gestora madrileña Verónica Sabagg, que consiguió que el día de la mujer en Nueva York se celebre con un concierto de la orquesta de Naciones Unidas, dirigida por una mujer con músicas de todas las partes del mundo, y todas obras de compositoras, y al coruñés Sergio Pardo Director de Arte Público de la ciudad de Nueva York, que se encarga de que el arte esté en las esquinas de los hospitales, de las escuelas, de las calles y de las plazas.
Nuestra cultura, nuestra lengua y el talento español tienen una presencia vibrante en la capital del mundo, enriqueciendo la vida cultural y artística de Nueva York de manera significativa. l
CORTÉS Y EL LIDERAZGO
Carlos Cremades Presidente de la Real Academia de la Mar.
Los grandes hechos de la historia tienen detrás un alma, un protagonista, un líder… Dicho líder puede ser carismático o no –hay líderes que son simplemente eficaces–, pero es cierto que, analizando dichos acontecimientos, solemos descubrir una persona con características singulares que los lidera. La conquista de Méjico, uno de los hechos más extraordinarios de la historia, no es una excepción. Cortés fue su líder. Hoy se habla mucho de liderazgo, pero ¿qué cualidades debe tener un líder?, ¿tenía Cortés esas cualidades’, ¿en qué grado? Pasaremos a enumerar dichas cualidades y examinaremos a través de hechos concretos cómo las encarnaba Cortés. Dicho análisis debe forzosamente ser
resumido, pues los hechos y hazañas de Cortés darían para escribir muchos libros.
La empresa de Inteligencia Artificial OPEN AI a través de su chat GPT define 7 cualidades imprescindibles para un líder:
1. El líder debe ser inspirador.
Antes de la partida, Cortés habla claro a su tropa, les dirige una arenga de la que hablarán todos los cronistas, les habla de la gloria, de la nación española, del Rey, de la importancia de la cristianización para llevar la salvación a los indios. A esa tropa socialmente heterogénea, muchos simples aventureros, les habla de humanismo y de grandeza, pone a todos los oyentes en el mismo cesto, sean hidalgos o aventureros. Cortés les inspira.
2. El líder debe ser comunicativo y comunicar los objetivos de forma clara.
Cortés tiene un objetivo claro, hacerse con el control del imperio azteca, cristianizarlo y crear una sociedad mestiza. Al incorporar la evangelización de los pueblos, eleva el objetivo a la categoría de misión en el más amplio sentido del término. Cortés comunica dicho objetivo claramente desde la partida, y estará presente a lo largo de toda la conquista y de la creación del Virreinato.
3. El líder debe ser empático y persuasivo, con su equipo y con sus posibles aliados. Cortés supo ganarse a su gente con su carisma personal, y la confianza de los jefes totonacas y tlaxcaltecas que le contaron sus más íntimas filias y fobias. Los tlaxcaltecas, incluso después de la debacle de La Noche Triste, fueron siempre fieles a su alianza.
4. El líder debe ser resolutivo.
5. El líder debe ser creativo, flexible y adaptar su estrategia ante los problemas y oportunidades que surgen.
He unido estas dos virtudes del líder, porque a menudo se ejercen en común, pues la resolución de los problemas debe de ser creativa.
Cortés ha desobedecido al Gobernador Diego Velázquez, y este, que se ve burlado, envía órdenes de arresto contra Cortés acusándole de rebelde y traidor, y hará llegar sus gravísimas acusaciones al Consejo de Indias y a la Corte. La situación de Cortés es crítica ante su gente, saben que ha desobedecido al Gobernador, y él sabe que tarde o temprano llegarán malas noticias de la Corte. En esa situación ¿qué hacer?
Entonces elabora una jugada maestra, que demuestra que su paso por Salamanca y por las tareas administrativas en Santo Domingo y en Cuba no habían sido en balde. Fundará una villa, la Villa Rica de la Veracruz, y celebrándose elecciones en la misma se nombrará un corregidor y un alcalde. Dichos órganos serán los que nombren a Cortés Capitán General, es decir, Cortés crea un órgano administrativo nuevo y, por tanto, independiente de Cuba y de Velázquez,
que es el que le apodera como Capitán General. El trasfondo jurídico lejos de ser una invención de Cortés, está hábilmente impregnado de la filosofía jurídica de las Leyes de Toro de 1505 y, sobre todo, de las Siete Partidas, en concreto a la segunda y tercera, en que cabe dirigirse al Rey directamente apelando a él como encarnación del bien público por encima de la autoridad inmediata, si esta es egoísta e interesada. El esquema jurídico, original y creativo, le sirve de excusa legalmente defendible para legitimarse, para poder decir a Carlos I que él no ha desobedecido a Velázquez, puesto que depende del concejo y consistorio de Veracruz, y precisamente por ello envía el quinto real no a La Habana sino directamente al Rey, para asegurar el mayor bien común.
Pero esta brillante idea legal no es por sí misma suficiente. Velázquez tiene sus amigos en la Corte que acceden al todopoderoso Obispo Rodríguez de Fonseca, presidente de la Secretaría de Indias, y le instan a que conceda título a Velázquez por explorar Méjico y a que todo el peso de la justicia caiga sobre Cortés. El 1 de julio llegan emisarios de Cuba que traen una carta por la que el rey ha concedido título a Velázquez para que sea él, el encargado de la exploración de México.
Cortés no tiene ya ningún título para seguir adelante, si no reacciona rápidamente, no solo habrá desobedecido a Velázquez, sino que estará contraviniendo las órdenes directas de Carlos I. Se habrá convertido en un usurpador de funciones y un rebelde, reo de muerte no solo ante el gobernador sino ante el mismísimo Rey. En dichas circunstancias, decide remitir una carta del cabildo al mismísimo Carlos I, en el que el cabildo suplica humildemente al Rey que diese la gobernación a Hernán Cortés, su caudillo, capitán general y Justicia Mayor, electo por ellos -el cabildo- y le confirme en dichos cargos. La carta, un prodigio de habilidad diplomática, escrita obviamente por Cortés, llegará junto a un montón de dádivas y presentes. Cortés le envía no solo el quinto real, sino la totalidad de lo recogido hasta ese momento – tiene que convencer a la tropa para ello - y lo envía todo con dos de sus capitanes, Portocarrero y Montejo (julio de 1519). Si estuviéramos en una partida de póker diríamos que Cortés pone el resto - todos sus haberes - en la mesa de juego. Contrasta en una persona tan dinámica y aventurera como Cortés, esta finura jurídica y diplomática para legitimar
sus acciones, y, a la vez, conocer la psicología humana enviando todos sus haberes al Rey Los regalos enviados por Cortés son cuantitativa y cualitativamente extraordinarios y fascinaron a Europa. Serán expuestos en el Palacio del Ayuntamiento en Bruselas, causando estupefacción y asombro. El gran pintor Alberto Durero al contemplar las ruedas de oro y plata, escribe asombrado en su diario:” A lo largo de mi vida nada he visto que regocije tanto mi corazón…”
Pero, además, los regalos llegan en el mejor momento posible, Carlos I marcha para su coronación como Emperador en Aquisgrán. Ha tenido que pedir un préstamo millonario a los Fugger –avalado por activos españoles–para comprar los votos de los electores alemanes, el dinero remitido por Cortés le sirve para disminuir dichos empréstitos. Solo lo expuesto en la exposición de Bruselas tiene un valor de 37,5 millones de maravedíes, más de cuatro veces la inversión efectuada por la expedición que dará la vuelta al mundo. La mera aceptación de los regalos por parte de la Corona, constituye un acto que respalda implícitamente las tesis cortesianas.
6. El líder debe ser justo y parecerlo. Velázquez tiene su “quinta columna” entre las tropas de Cortés, expedicionarios que piensan que es mucho más seguro apoyar al Gobernador que embarcarse en una aventura incierta con el insurrecto Cortés, y quieren volverse a Cuba. Pocos días después de la partida de Portocarrero con la carta y los regalos, organizan un complot para apoderarse de un bergantín matando al maestre y huir a Cuba a informar al gobernador. El complot es descubierto, los dos cabecillas son ahorcados y a otro le aplicaron castigos menores. Vemos que Cortés impone la disciplina de una manera drástica, pero no se atisba ni el menor rastro de venganza en sus decisiones.
Pero Cortés sabe que dicho proceder no es suficiente, hay que convencer, hay que ilusionar a su gente. Ante lo sucedido, Cortés reúne a su tropa, habla con ellos, y con un gesto efectivo y lleno de significado hunde las naves, barrenándolas – para que todo el mundo sepa que “la decisión” está tomada -, nadie podrá volver a Cuba. La leyenda transformará “hundir” en “quemar” y, a partir de entonces quedará en el acervo popular la expresión “quemar las naves”, como expresión de que se ha tomado una decisión que no tiene marcha atrás. Bernal dice que los soldados apoyaron a Cortés en su decisión. Pero “quemar las naves” es mucho más que una medida práctica que imposibilita la vuelta. En la Eneida, Iris promueve la quema de las naves para evitar que el viaje prosiga; Alejandro Magno quema las naves al llegar a las costas de Fenicia antes de enfrentarse a un enemigo muy superior, César cruzando el Rubicón proclama que la suerte está echada, que ya no hay marcha atrás. Al “quemar las naves”, Cortés es consciente de que él y sus hombres se inscriben en el mundo de la gloria antigua, en el mundo de los mitos y de los héroes.
7. El líder debe ser capaz de crear equipo, y facilitar su crecimiento.
Cortés después de animar a su tropa en pos del éxito les dice: “no os parezca temeridad esta confianza mía, pues se funda en que os tengo a mi lado, y dejo de fiar de mi lo que espero de vosotros”. Pero esto solo son palabras del líder, pero ¿de verdad calaron en la tropa’, ¿de verdad la tropa las hizo suyas?A mediados de 1521 se libran terribles combates en Tenochtitlan, Cortés herido en una pierna y prendido por siete capitanes aztecas, es arrastrado hacia el altar para matarlo extrayéndole el corazón. Cuando su fin parecía inevitable, Cristóbal de Olea, Lerma, un indio llamado Bautista, y Cristóbal de Guzmán
que traía un caballo intentaron liberarle, Lerma acabó con una lanzada en la garganta, Cristóbal de Guzmán y el caballo fueron muertos, Olea murió por rescatarle, gracias a todos ellos Cortés pudo salvarse... Era la segunda vez que Olea – de 26 años – salvaba la vida de Cortés: la vez anterior había sido en la toma de Xochimilco en que Cristóbal ayudado por indios tlaxcaltecas liberó a Cortés de una muerte segura, saliendo Olea con tres cuchilladas considerables”, “cuyas cicatrices -en palabras de Bernal Díaz del Castillo- decoraron después la memoria de su hazaña”. Lo sucedido, evidenciaba lo que decía el propio Bernal: “todos pusiéramos la vida por él”. Frase que constituye el “desiderátum” que todo líder desearía escuchar de su gente. Sí, Cortés era un líder que había sabido crear equipo y por el que su gente era capaz incluso de dar su vida.
A estas siete cualidades, yo añadiría dos más que considero imprescindibles: la perseverancia y el temple o comportamiento del líder en situaciones límite. Cualidades que por necesidades de espacio desarrollaremos en una próxima entrega. l
OCTAVIO A. HINOJOSA MIER
Octavio A. Hinojosa Mier, líder hispano fundador y propietario de Plus Ultra Strategies, LLC, una compañía consultora de ges ón de asociaciones y polí cas públicas con sede en Aus n,Texas.
—¿Qué posición política y militar tomó España durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos? ¿En qué medida España contribuyó al esfuerzo bélico de los colonos?
—Entre 1776 a 1779 España tomó una postura oficial de neutralidad con respecto a la lucha de independencia de los Estados Unidos de América. Sin embargo, debido a sus intereses geopolíticos en la América Septentrional, España opto por apoyar la causa de los colonos angloamericanos de manera clandestina.
Es importante destacar el apoyo que el General George Washington recibió durante este periodo por parte de autoridades españolas en Nueva Orleans. Siendo esta ciudad la capital de la Luisiana española un importante puerto en el Golfo de México, el gobernador español permitió el transporte de armas y recursos usando el Río Misisipi para suministrar a los estadounidenses ya que todos los puertos atlánticos de las trece colonias estaban bloqueadas por los británicos.
A pesar de las reservas que la Corte del Rey Carlos III tenía en una intervención directa lo cual podría perjudicar de manera negativa a los virreinatos americanos, España y Francia firmaron el Tratado de Aranjuez en abril de 1779 lo cual hizo que España declarara la guerra a Gran Bretaña en junio del mismo año. En los libros de
ESPAÑA JUGÓ
BIOPIC por TGSM
historia estadounidenses se destaca el apoyo que Estados Unidos recibió por parte de Francia y no de España. Sin embargo la realidad histórica es otra. Ya que España fue el poder europeo que dio más armas, más buques de guerra, más dinero y más soldados a la causa de independencia estadounidense.
La intervención hispana a la causa norteamericana fue crucial en la pérdida de las quince colonias británicas, es decir las trece colonias que formarían los Estados Unidos de América y las dos colonias de la Flo-
Octavio es ampliamente reconocido por su visión y liderazgo para promover la importancia de la comunidad hispana de los Estados Unidos como socio estratégico de actores nacionales e internacionales. Además, tiene una amplia experiencia en política pública obtenida a través del tiempo que trabajó en el Departamento de Estado de los Estados Unidos y en el Congreso de los Estados Unidos. Varias organizaciones de beneficencia a nivel local, estatal, nacional e internacional se han beneficiado en gran medida de su liderazgo, gestión y habilidad para la recaudación de fondos. En el 2004, Octavio trabajó junto a los Miembros del Congreso para establecer el Instituto de Liderazgo Hispano del Congreso (Congressional Hispanic Leadership Institute, CHLI) y sirvió como su Director Ejecutivo Fundador. Más recientemente, Octavio sirvió como el Director Ejecutivo del Consejo Corporativo Nacional Hispano (National Hispanic Corporate Council, NHCC), la principal asociación de miembros corporativos que reúne a las compañías Fortune 1000. Octavio es el actual Presidente de la Asociación de Líderes Hispanos, que está constituida por profesionales hispanos de alto nivel en el sector público y privado.
Octavio es licenciado en Artes con Especialización en Ciencias Políticas y estudios Latinoamericanos de la Universidad de Kansas y tiene una Maestría en Administración Pública de la Maxwell School of Syracuse University.
LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA SE CONVIERTE EN UNA SUPER POTENCIA EN EL SIGLO XX GRACIAS EN GRAN PARTE A ADQUIRIR TERRITORIOS DE TIERRAS HISPANAS POR MEDIO DE PLOMO Y PLATA.
rida que después de 20 años volverían a formar parte de los territorios de la corona española en América del Norte hasta 1821.
Es importante notar que en 2026 los Estados Unidos de América celebrará el 250º Aniversario de su declaración de Independencia del Reino Unido. Cómo estadounidense de origen hispano considero que este próximo aniversario es una oportunidad idónea para reevaluar el importante papel político y militar que jugó España en la creación del segundo estado político norteamericano más longevo después del Virreinato de la Nueva España que duró casi 300 años.
—¿Qué relevancia el papel del gobernador español Bernardo de Gálvez y de otros españoles en la Guerra de Independencia estadounidense?
—En los últimos años se ha hablado mucho sobre el papel que jugó el quinto gobernador de Luisiana y futuro Virrey de la Nueva España, Don Bernardo de Gálvez y Madrid durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos. Bajo su liderazgo Gálvez logró reunir a una fuerza de hombres de diferentes orígenes étnicos y raciales para llevar a cabo una campaña exitosa contra los británicos a lo largo de la costa del Golfo de México para expulsar a los británicos de sus colonias de Florida y las Bahamas.
A todos nos debe enorgullecer la figura de Bernardo de Gálvez quien es un claro ejemplo que el apoyo que Estados Unidos recibió tanto por parte de España como también por el Virreinato de la Nueva España que fue vital para la independencia de las trece colonias británicas y el establecimiento de lo que es hoy los Estados Unidos de América. Ahora la Armada de Estados Unidos honrará la memoria de Bernardo de Gálvez al nombrar una futura fragata estadounidense de misiles guiados, el USS Gálvez.
Además de Bernardo de Gálvez nuestra memoria colectiva debe recordar a tres españoles en particular quienes también contribuyeron a la independencia estadounidense.
El primero es Don Luis de Unzaga y Amézaga, el cuarto gobernador de Luisiana española quien en el otoño de 1776 escribió una carta dirigida a Washington como “General de Los Estados Unidos Americanos.” Tanto
fue el agrado por parte de George Washington a recibir este trato por parte del Unzaga que lo empezó usar en sus comunicaciones posteriores. Este es el origen hispano del nombre oficial que las trece colonias adoptarían para referirse oficialmente como un país libre y soberano durante este periodo bélico y en la negociaciones de paz del Tratado de Paris de 1783.
El segundo es el almirante Luis de Córdova y Córdova quien a su edad avanzada apresó en aguas cercanas de Madeira un doble convoy británico de 57 fragatas el 9 de agosto de 1780. La captura de esta flota impidió que las fuerzas británicas en las trece colonias recibieran el suministro de 80,000 mosquetas para 40,000 soldados, 294 caños y 3,144 hombres con destino a las trece colonias y caribe británico. Como nota no hay que olvidar que la ciudad de Córdoba en el estado de Alaska ostenta el nombre de este gran almirante español del siglo XIX.
El tercer español a quien debemos reconocer es Francisco de Saavedra de Sangronis quien fue enviado por el Rey Carlos III a La Habana para apoyar a Bernardo de Gálvez a expulsar a los británicos del golfo de México. Como parte de su misión Saavedra jugaría un rol decisivo en la financiación y apoyo logístico en el asedio cuando él personalmente logró recaudar donaciones de los ciudadanos cubanos para pagar los gastos del bloqueo naval de Yorktown por parte del almirante francés François de Grasse. No hay que olvidar que la rendición del General Charles Cornwallis fue la derrota decisiva por parte de los británicos lo cual hizo posible las negociaciones de los Tratados de París de 1783
y el reconocimiento oficial de la independencia de las trece colonias como un país soberano e independiente.
—¿Qué impacto tuvo el Tratado de París de 1783, en el que España participó, en la configuración territorial de los Estados Unidos?
—Con la firma del Tratado de París de 1783, España, Gran Bretaña, Francia y los Países Bajos reconocen la independencia de los Estados Unidos de América. Como aliado clave de los Estados Unidos, España recupera La Florida de los británicos gracias a las campaña de Bernardo de Gálvez y vuelve formar parte de la Capitanía General de Cuba y el Virreinato de la Nueva España. Por su parte los Estados Unidos logra expandir su territorio original de las trece colonias hacia el occidente más allá de los Apalaches hasta el río Misisipi. Como consecuencia el Imperio español alcanza su máxima extensión territorial a nivel global y Estados Unidos se convierte en un país vecino del mundo hispano en América.
La configuración territorial de los Estados Unidos se mantuvo relativamente estable durante los siguientes 20 años con la excepción del Tratado de San Lorenzo de 1795 donde España cedió su reclamo del parte sur del actual estado de Georgia. Este mismo tratado definió la frontera entre la Florida con Estados Unidos y facilitó el libre tránsito y navegación por el río Misisipi tanto para los ciudadanos españoles como estadounidenses.
A finalizar el Siglo XVIII, el destino manifiesto empieza dar sus primeras señales de vida con la llegada de los primeros inmigrantes estadounidenses a tierras hispanas en Lui-
siana y Misuri. Entre ellos el legendario pionero Daniel Boone quien en 1799 recibió una concesión de tierras por parte de las autoridades novohispanas en San Luis. Hoy día esta localidad se conoce como St. Louis, Missouri, la “Puerta al Oeste,” donde el 26 de mayo en 1780 se realizó la una única batalla en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos del lado novohispano del rio Misisipi que resulto en la derrota de aliados británicos en manos de un ceutí, el capitán Fernando de Leyba.
Con la cesión de la Luisiana española a Francia por medio del Tratado de San Ildefonso (1800), Napoleón Bonaparte pondría en marcha la masiva expansión territorial de los Estados Unidos en el Siglo XIX con la venta de este vasto territorio de más de 2 millones km2 en 1803. Así fue como los Estados Unidos duplicó su territorio y adquirió sus primeras comunidades hispanas, los isleños de origen canario.
Durante los siguientes cien años, entre 1803 a 1903, el destino manifiesto estadounidense se hizo realidad gracias a su expansión agresiva hacia el mundo hispano: Florida (1821) Texas (1846), Arizona, California, Colorado, Nevada, Nuevo México, Utah y partes de Kansas, Oklahoma, y Wyoming (1848), Alaska (1867), Las Filipinas, Puerto Rico y Guam (1898) y finalmente las bases militares en la Zona del Canal de Panamá y en la Bahía de Guantánamo, Cuba (ambos en 1903). Como consecuencia los Estados Unidos de América se convierte en una superpotencia en el Siglo XX gracias en gran parte a estas adquisiciones territoriales de tierras hispanas por medio de plomo y plata. l
ESPAÑA FUE EL PODER EUROPEO
QUE DIO MÁS ARMAS, MÁS BUQUES DE GUERRA, MÁS DINERO Y MÁS SOLDADOS A LA CAUSA.
INFORME DE LA GEOPOLÍTICA DE AMÉRICA LATINA
El informe de geopolítica de América Latina que publicará próximamente el think tank GEOPOL 21 en colaboración con Global Square Magazine aborda aspectos cruciales para entender la dinámica actual del continente, desde un punto de vista holístico, enfocándose en los procesos políticos, económicos y sociales, las relaciones internacionales y bloques de integración, tensiones y controversias limítrofes, la dependencia de grandes potencias como Estados Unidos y China, y la amenaza del narcotráfico.