Autobiografía

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Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho”

Tema: Autobiografía. Alumna: María Goretti Jiménez López. Licenciatura: Educación Preescolar. 1er Semestre.

Materia: El Sujeto y su Formación Profesional como Docente. Maestra: Aneli Galván Cabral.


“La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito”… El siguiente texto que escribo va a hablará sobre lo que es mi formación profesional como futura docente en educación preescolar dando a conocer lo que me impulsó para tomar ésta carrera, todo por lo que tuve que pasar, lo que he aprendido para llevar a cabo mi profesión y lo que espero aprender en los distintos cursos. Mi nombre es María Goretti Jiménez López. Nací el 5 de Mayo de 1996 en la ciudad de Zacatecas. Las etapas educativas considero que fueron satisfactorias, me refiero a que gracias a los maestros (as)-que fueron parte de esto-el entusiasmo por servir ésta profesión fue aumentando cada vez más. Agradezco tanto la atención que se me brindó en un determinado tiempo, todo lo que me enseñaron. Ahora estoy dentro de la BENMAC en la “Licenciatura en Educación Preescolar”, para llegar hasta donde estoy hubo un largo proceso sobre cómo fue que decidí tomar ésta carrera, las capacidades que desarrollaré y seguiré desarrollando; para así ser una buena educadora y hacer que los niños aprendan no sólo para la escuela sino para la vida. “Los habitus e imaginarios, el objetivo del porqué elegimos ésta profesión, disposiciones familiares, el convivir con maestros-alumnos, la vocación de servir, las condiciones del trabajo docente. (Jiménez, “Aprendices de maestros. La construcción del sí”, 2007). Cursé mi educación preescolar en el jardín de niños “Genaro Valle y Muñoz”, me gustaba mucho la manera en la que las maestras daban sus clases, la manera de hablarnos era tierna, educada, en pocas ocasiones nos llegaban a gritar dependiendo de cómo nos comportáramos. Fue representativa ya que ahí nació y comenzó a crecer mi verdadera vocación. Las educadoras son lo mejor que puede existir, son ganadoras porque no todos obtienen el cariño de los niños, ese respeto incomparable, se convierten en un verdadero ángel para los pequeños, reparten amor sin discriminar o dejar fuera a alguien, muestran paciencia, dulzura, son las primeras que influyen en la vida de un niño, y si hacen bien su trabajo sus alumnos lo saben agradecer de una manera o de otra. “Alumnos de la escuela normal vivieron sus primeras experiencias docentes, cuáles fueron sus pro y sus contra, todo aquello que aprendieron para poder enriquecer sus conocimientos, sus formas de trabajar y el enseñar a los alumnos”. (Felipe de Jesús Ramírez Mendiola “Mi primera experiencia docente”, 2004). Cursé la educación primaria en la escuela “Francisco Goitia”. Puedo resaltar que conocí a nuevos amigos, viví nuevas experiencias que siempre recodaré. Los maestros que trabajaron conmigo, eran buenos porque enseñaban lo que se les indicaba en el programa de estudios y malos porque no planeaban bien sus clases y sólo nos ponían a realizar una actividad por día, podías confiar en ellos, te brindaban el conocimiento que realmente necesitas y no sólo lo básico. Algo que aprendí de las lecturas es que los maestros no sólo están para dar el conocimiento, sino que son seres maravillosos que sin duda alguna no podemos juzgar, no sabemos qué tipo de problemas tienen, y a pesar de ello, están dispuestos a continuar


con las clases, no sólo enseñan, también escuchan, son consejeros y te apoyan en situaciones difíciles. Considero que sin los maestros no habría profesionistas, no habría nada, todos seríamos ignorantes, es por eso que se le debe de dar muchísimo valor a las personas que llegan a ejercer ésta profesión. Respecto a mi vocación supongo que fue en la primaria cuando se fortaleció, me di cuenta de que realmente me gusta ser maestra. Me llamaba la atención saber cómo es que se ejercía ésta profesión, qué se tenía que hacer, cuáles eran las implicaciones u obstáculos para llegar a mi meta. Me di cuenta de todo lo que me gustaba, de lo que realmente quería hacer de mi vida, lo único malo era que no sabía en qué área tendría que especializarme, era confuso porque me gustaban las matemáticas y quería enseñarlas a niños de primaria, después fueron surgiendo dudas sobre que debería de hacer; estaba segura de ser maestra más no sabía de qué nivel educativo. Cursé la secundaria en la federal no.1 “J. Jesús González Ortega”; la convivencia tanto con maestros y compañeros no era la misma, sólo con algunos te llevabas bien, tenía que ganarte su confianza. Hasta que estuve en 3ero todo cambió, no todo era como creía, si los maestros se comportaban de una manera, por decir, “extraña” era porque tenían bastantes problemas, como seres humanos debemos comprenderlos y tratar de entender el duro trabajo que desempeñan día con día. Lo que realmente importaba era que uno se formaba dentro de la institución, se llevaban a cabo principios de moral, de ética, existían normas y lo importante es que existía respeto ante todo. Al igual que en la primaria, teníamos maestros practicantes, únicamente se nos daban en las materias de Español y Educación Física; las experiencias con ellos fue llamativa porque no cualquiera se animaría a trabajar con adolescentes, tenían que tener bien planteadas sus actividades para que se haga caso a sus indicaciones. Eran muy nobles, se notaba que si les gustaba su profesión, realmente tomaban su papel como maestros. Gracias a éstas experiencias me di cuenta de que ser maestro es maravilloso porque los alumnos, a pesar de la edad, te respetan y valoran el esfuerzo que uno hace por ellos; fue ahí cuando mi vocación por ser maestra aumentó mucho y era difícil que quisieran cambiarme de opinión, porque si existieron los comentarios de “¿maestra?, no Gore eso no, tú puedes hacer algo mejor”… en fin, infinidades de críticas inservibles que no me importó lo que mis primos y tíos comentaran, simplemente no dejé que cambiaran mi forma de ver las cosas, y aquí estoy, estudiando y esforzándome para ser una gran educadora. Cursé en la preparatoria no.1 de la UAZ. Cuando hice el examen de admisión tenía miedo de quedar en el turno de la tarde porque creía que era una pérdida de tiempo, que no iba a seguir trabajando como lo hacía antes, que se perdía todo el día y no se podía hacer nada. Afortunadamente eso cambio porque mi hermana está en la tarde e incluso tiene mejores calificaciones, contando que estuve en la mañana y se supone que es en donde se aprovecha más el tiempo. Mis compañeros eran muy sencillos, eran comprensibles y la convivencia fue bonita porque no existía una cierta discriminación hacia otros. Los maestros nos enseñaban lo necesario para poder ingresar a una carrera y no quedarnos


fuera de ella, eran poco exigentes y era bueno porque así valorábamos más el trabajo como docentes. Tomé la decisión de ser educadora, cuando le dije a mi mamá se alegró mucho porque ella jamás se imaginó que haría algo así, a lo que me respondió: “Si quieres ser maestra de preescolar tienes que echarle muchas ganas porque para entrar a la normal se requiere un cierto promedio, y no entran uno ni dos, sino que muchos hacen el examen y sólo aceptan a 25”. Esas palabras me motivaron, contaba con el apoyo de mi familia, no dejé de esforzarme y menos en el último año de prepa. Cuando estaba cursando el 4to semestre una de mis tías me preguntó: “¿qué vas a estudiar?”, le respondí: “Iré a la normal porque quiero ser educadora”. No le pareció la idea y siempre me estuvo diciendo que era difícil entrar porque se basaban mucho en el promedio y por muchas cosas; hice caso omiso a sus comentarios porque si sabía que mis padres y hermanos me apoyaban eso era más que suficiente. Me gusta mucho lidiar con los niños, o mejor dicho ellos se acercan a mí, mi sobrina desde muy pequeña le gusta platicar conmigo, aunque en sus primeros meses no hablaba aún así se expresaba de una forma o de otra. Un tiempo lidié con niños de primero de primaria, les daba clase de catecismo, trabajé con unos 15 alumnos, eran lindos e inteligentes; cuando terminábamos antes de la hora acordada me platicaban de todo lo que hacían y de lo que aprendían en la escuela; solamente los veía los domingos, entonces era muy poco el tiempo que platicábamos. Acepté dar las clases para saber si en realidad era mi vocación trabajar con los pequeños, por buenas o por malas, me gustó estar con ellos un año entero, para ellos no sólo era la maestra sino que era una compañera con la que podían contar en todo momento y eso era lo más agradable. Para entrar a la BENMAC, tuve que hacer varios trámites, me entregaron la ficha y la guía para estudiar; siendo sincera no estudié lo suficiente, pero ya estoy aquí. El día del examen estaba un poco nerviosa, pero se me pasó rápido, salí a la 1:20 y creía no pasar. Durante ese tiempo sólo pensaba en mi resultado, claro que tenía la 2da opción de irme a psicología a estudiar un año y al siguiente volver a intentar. Por fin se llegó el 18 de Julio, salieron los resultados, revisé la página y encontré mi nombre en el número 17, por último fui a inscribirme. Para concluir, la verdadera pregunta es: ¿por qué elegí ser maestra? antes respondía: “Porque me gusta trabajar con los niños”, ahora estando en la BENMAC, con lecturas significativas, respondo: “Porque me gustaría dejar en los niños las huellas del aprendizaje, educarlos ante los lábaros patrios, enseñarles todo aquello que desean aprender y no sólo lo básico, por supuesto, quiero prepararlos para todos aquellos obstáculos que se les vayan presentando con el paso del tiempo. No estaré con ellos toda la vida, pero si puedo ayudarlos a que enfrenten los problemas con o sin ayuda, que su hábito por estudiar y aprender no se termine nunca”… “Formación es un proceso individual, en uno mismo, teniendo las capacidades de sentir, actuar, imaginar, comprender, aprender, utilizar el cuerpo, etc”. (Gilles Ferry “El trayecto de la formación” 1990).


“Lo que realmente es ser un maestro, cómo era en tiempos pasados y cómo es ahora, por todos aquellos problemas por los que tiene que pasar, todos los papeles que deben de tomar. (Eduardo Mercado Cruz “El oficio de ser maestro”, 2008). No es sencillo ser maestro, tienes que saber las bases y condiciones para llegar a serlo, tomar varios papeles, aprender a ser buenos docentes, con moral, con ética, con todos aquellos valores que nos acompañarán toda la vida. Si en verdad deseas ser maestro tienes que tener vocación para hacerlo, se tiene que aprender sobre los alumnos, no sólo es enseñarles la lección, uno debe aprender de los niños o jóvenes, para así fortalecer la forma de enseñar y poder convertirnos en aquello que siempre hemos deseado.

Bibliografía.

Jiménez Lozano, María de la Luz, “Aprendices del maestro. La construcción del sí”, Ediciones Pomares, S.A. Barcelona, México, 2007, p.p.26-90. Ramírez Mendiola, Felipe de Jesús, “Mi primera experiencia docente”, Escuela Normal Manuel Ávila Camacho, México 2004, p.p. 7-105 Ferry, Gilles, “El trayecto de la formación. Los enseñantes entre la teoría y la práctica”. Ed. Paídos, México 1990, p.p 17-130 Mercado Cruz, Eduardo, “El oficio de ser maestro. Relatos y reflexiones breves”, Estado de México: ISCEEM, 2008, p.p. 7-261.


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