11 de febrero de 2015
EL DOCENTE Y LOS PROGRAMAS ESCOLARES . LO INSTITUCIONAL Y LO DIDÁCTICO .
Ángel Díaz Barriga. FUNCIONES , ESTRUCTURAS Y ELABORACIÓN DE LOS PROGRAMAS.
Tensiones entre las perspectivas y elaboración de los programas. La programación abandonó el señalamiento de temas como grandes esbozos para plantear propuestas muy detalladas, que se desagregan en múltiples elementos: objetivos, contenidos, actividades, recursos didácticos, etc., e incluso tienen la pretensión de planificar cada sesión de trabajo con los estudiantes, completando esquemas de columnas o de índices que permitan elaborar un programa de asignatura o módulo. Desde la perspectiva institucional, el programa representa el conjunto de contenidos que deben ser abordados en un curso escolar y que los docentes tienen que mostrar a los alumnos como materia de aprendizaje. Al respecto, es conveniente tener en cuenta que Zabalza utiliza el término “programa” para atender la dimensión institucional, cuya obligación es presentar un prospecto de trabajo y una programación. ¿Visión uniforme o dimensión plural? Una discusión que no se realiza en nuestro medio es si los programas de estudio deben presentar una interpretación única del contenido y de sus formas de transmisión, o si, por el contrario, vehiculizan una propuesta curricular adecuada a las condiciones específicas de una escuela y de un grupo concreto de docentes y de alumnos. En el contexto de la pedagogía pragmática, emerge la idea de una programación uniforme, ordenadora de la tarea educativa. “Actualmente [la institución] cuenta con programas detallados que incluyen objetivos, contenidos, metodologías, apoyos, bibliografía, etc. igualmente se está sistematizando la evaluación, de suerte que no es el profesor a título individual quien decide cómo evaluar. En el siglo XX, Herbart hacía hincapié en que un problema en la educación era la elección de diversas finalidades, dado que éstas son múltiples en virtud de la misma complejidad humana y las dificultades para establecer finalidades socialmente aceptables. Es conveniente tener presente una distinción sutil, pero fundamental entre fin y finalidad. Desde nuestra perspectiva, este planteamiento distrae la atención del problema fundamental, que consiste en analizar cuáles son las finalidades a las que debe atender el acto educativo y cómo se pueden expresar tales finalidades en la orientación global del sistema educativo, en la selección del contenido y en las formas de trabajo pedagógico aplicadas dentro del aula.
María Goretti Jiménez López.
11 de febrero de 2015 Un debate sobre la estructura. Por una parte, el análisis de los elementos que conforman un programa ayuda notoriamente a las instituciones educativas a ordenar la redacción y elaboración de los mismos, pero, por otra, su delimitación afecta a la necesaria singularidad que reclaman las condiciones particulares de cada situación educativa, así como a la visión que cada docente tiene sobre su trabajo pedagógico. Su estructura depende de una articulación puntual entre:
Un sistema legal o administrativo de la institución educativa, que establece las normas para presentar y aprobar los programas de estudio o, en su caso, establece los programas como instrumentos que deben seguir o cumplir los docentes. Adecuar el programa a las características de sus alumnos, siempre y cuando no modifiquen el contenido. La trampa está en invitar al cambio, a la innovación y crear, al mismo tiempo, condiciones de inmovilidad. Una concepción educativa, que se adopta en la institución de manera explícita o implícita, pero que condiciona tanto el papel de los programas de estudio como los elementos que lo configuran. Se conforma un paradigma educativo y didáctico que puede no ser explícitamente construido en el plano de los conceptos, pero que condiciona notoriamente la configuración del programa. El docente adopta una perspectiva educativa. La función del programa en el contexto del plan de estudios. La estructura del programa depende de la articulación compleja, particular y contradictoria de u conjunto de elementos teórico-técnicos.
Las funciones de los programas. De acuerdo con sus funciones, consideramos que existen tres tipos de programas:
Los programas de plan de estudios.
Un elemento clave en la elaboración de este tipo de programas es que sean construidos a la luz de todos los contenidos que se pretende desarrollar en un plan de estudios. Quienes participan en su elaboración deben tener claridad sobre el conjunto de referentes conceptuales que permiten la selección y la organización de determinados contenidos. Finalmente, es necesario tener en cuenta a los sujetos de la educación, las condiciones de los estudiantes y de los docentes; es necesario atender sus motivaciones y su situación psicosocial, así como la necesidad de una visión cultural-antropológica que permita entender aspectos básicos de su identidad y de las condiciones laborales en las que el docente desempeña su tarea.
Los programas de las academias o grupos de maestros.
María Goretti Jiménez López.
11 de febrero de 2015 El programa escolar cumple otra función básica: orientar el trabajo del conjunto de docentes de una institución, sobre todo cuando varios docentes imparten un mismo curso, o cuando el sistema educativo busca establecer para sí mecanismos de formación homogéneos. La elaboración de programas formulados por un grupo de docentes pretende una descentralización efectiva de las decisiones educativas. Finalmente, sirve como elemento orientador de los procedimientos de acreditación fuera del curso regular, al igual que los exámenes de recuperación o extraordinarios. La determinación de contenidos básicos. Según Hilda Taba, los contenidos cumplen dos funciones básicas: dar información o posibilitar el desarrollo de un proceso de pensamiento. Taba establece otras precisiones, señala la existencia de diversos tipos: el que se refiere a hechos, a principios generales de una disciplina y el que refleja la estructura de la misma (ideas básicas). Coll realiza una pequeña reformulación de este planteamiento al subdividir los contenidos en: hechos, procedimientos y valores. La presentación de propósitos expone el sentido del curso, su ubicación en el plan de estudios, los criterios que subyacen en la selección y organización del contenido. El establecimiento de formas de acreditación. Señalar formas de acreditación permite volver a revisar el problema del contenido y de los métodos de enseñanza en función de sus relaciones internas y de las determinaciones del contexto educativo. Este señalamiento de formas de acreditación opera también como una sugerencia que se le plantea al trabajo docente, que adquiere así una particular importancia cuando se requiere efectuar procedimientos de regularización académica. Selección y organización de contenidos. La selección de los temas de un curso se convierte en motivo de presiones para muchos docentes. Subyace en ella un terreno de debate entre posiciones epistemológicas, teóricas, políticas y pedagógicas vinculadas con la tarea educativa. La elaboración de este tipo de programas depende de la claridad que se tenga sobre los contenidos, lo cual permitirá realizarla con mayor soltura.
Los programas de cada docente.
Se construye a la luz de los dos programas anteriores y, fundamentalmente, a partir del propio maestro, del análisis de su experiencia profesional y de las condiciones particulares en las que se trabaja. Corresponde fundamentalmente a cada docente la elaboración de una propuesta global de trabajo para su curso, lo que supone tener una concepción bien correcta y relevante de su papel profesional.
María Goretti Jiménez López.
11 de febrero de 2015 Una consecuencia negativa de la primera perspectiva es que los maestros no desarrollan imaginación pedagógica y eso les impide considerar el aula como un espacio de innovación, experimentación y desarrollo personal y de los alumnos.
Para elaborar su programa es conveniente que cada profesor tenga a la vista la totalidad del plan de estudios, así como el conjunto de contenidos que lo integran. El programa docente puede contener la presentación general, la determinación de la acreditación, el establecimiento de unidades del curso, la elaboración de una propuesta metodológica global o particular y el señalamiento de una propuesta bibliográfica. La elaboración de una propuesta metodológica resulta de la síntesis de una serie de fundamentaciones, opciones y adecuaciones a la realidad que realiza el maestro. Las tensiones entre las diversas propuestas didácticas dan prioridad también al papel, ya sea del docente ya del alumno en la enseñanza-aprendizaje. Hay docentes que prefieren hacer una propuesta metodológica muy puntual para todo el curso, mientras que otros eligen determinar líneas generales de trabajo. En realidad, compete a los docentes luchar contra una práctica en la que la calificación y las formas de examen constituyen medios de sanción para la negligencia o el desorden por parte de los alumnos. En forma sintética, podemos afirmar que en este capítulo hemos intentado esbozar algunos problemas que subyacen en la dimensión institucional y pedagógica de los programas de estudio.
María Goretti Jiménez López.