Maestro de todo, sabio de nada. La función docente. Tema tratado desde diversas ópticas: administrativas, pedagógicas, sociales, políticas. Grandes temas que se plantean en la función docente:
Transmisión de valores. El del análisis de lo que comporta asumir una profesión y una cultura profesional. El del análisis de la existencia. El del exceso de funciones.
Si el hablar de funciones viene de lejos, el hablar y el de escribir sobre profesión, profesionalización o profesionalismo en la enseñanza es, relativamente, un hecho reciente, o al menos con un nuevo estilo de análisis y lenguaje, unido, en los últimos tiempos, a los debates sobre las reformas educativas, y, sobre todo, aplicado al profesorado no universitario. Incidir en un nuevo concepto de la profesión y la función docente que iguala a todos los que se dedican a la tarea educativa, y se argumentan en los siguientes puntos:
Se trata de una actividad laboral permanente y que sirve como medio de vida; por tanto, el profesor/a, como profesional, será sinónimo de profesor/a trabajador/a. Se trata de una actividad pública que emite juicios y toma de decisiones en circunstancias sociales, políticas y económicas determinadas, lo que significa que está enmarcada en un contexto determinado que la condicional, que, por consiguiente, requiere una formación específica en diversos conocimientos y capacidades, y que, además, determina el ingreso en un grupo profesional determinado. Es una actividad compartida. La educación ya no es una tarea exclusiva de los especialistas, sino que es un problema sociopolítico, en el cual intervienen agentes, grupos y medios diversos.
La función docente es el ejercicio de unas tareas de carácter laboral educativo al servicio de una colectividad, con unas competencias en la acción de enseñar, en la estructura de las instituciones en las que se ejerce ese trabajo y en el análisis de los valores sociales. Los elementos contextuales y las crisis estructurales de los actuales sistemas educativos comportan una indefinición de las competencias de la función docente con una sobreabundancia o hiperresponsabilidad de funciones y de una deslegitimación, provocando una <<profesión a la expectativa>>.
La función docente comporta con un conocimiento pedagógico específico, un compromiso ético y moral y la necesidad de corresponsabilización con otros agentes sociales. Los profesores y profesoras adquieren un cuerpo de conocimientos y habilidades especializadas durante un periodo de formación a lo largo de la vida profesional como resultado de una intervención en un contexto y toma de decisiones aplicadas a situaciones únicas y particulares que encuentran durante el desempeño de su labor. Marco específico de la profesión. a. Autonomía (del profesorado en una escuela autónoma). -Decisión sobre el currículum. -Vinculación a un proyecto común. -Formación como reflexión sobre la práctica. -Evaluación/autoevaluación. b. Globalidad (como contrapunto al corporativismo). -Interrelación entre las diferentes cuestiones. -Concordancia entre el modelo pedagógico y las condiciones laborales. -Consenso de la comunidad educativa. ¿Existe un conocimiento profesional pedagógico específico? El conocimiento pedagógico vulgar no se da únicamente entre el profesorado, sino que existe lógicamente en la estructura social, forma parte del patrimonio cultural de una sociedad determinada y se traspasa, desde la infancia, a las concepciones y acciones del profesorado. El conocimiento pedagógico especializado que es el que diferencia y establece la función docente y que necesita un proceso de formación que reúne características específicas, como la complejidad, la accesibilidad y la utilidad social, y que todo ello, en un contexto determinado, permitirá emitir “juicios profesionales situacionales” basados en el conocimiento experiencial, en la teoría y en la práctica pedagógica.
La primera tarea es de profesorado como mediador en el proceso de enseñanzaaprendizaje. En ésta función se introduce al trabajo de tutoría de forma destacada, ya que una tarea fundamental será la de provocar y supervisar el buen funcionamiento del proceso educativo, así como la tarea de moderador de grupos de aprendizaje. Otra tarea es la de conocedor disciplinar, que deriva de la capacidad del profesor o la profesora para hacer la selección y el análisis adecuado de la disciplina o
disciplinas e individualizar el significado y la validez social y formativa que contiene. La adquisición de capacidades o conocimientos no implica necesariamente ser competente. La competencia es un conocimiento adquirido que se aplica a un proceso, pero la heterogeneidad de la práctica educativa es múltiple, de modo que el concepto de competencia se aplicará al saber reflexionar, organizar, seleccionar e integrar lo que puede ser mejor para realizar la actividad profesional, resolviendo una situación problemática o realizando un proyecto. La competencia no implica homogeneidad sino aplicación diversa según la situación y el saber escoger y organizarse según las capacidades y conocimientos adquiridos. La competencia es necesariamente adaptable y transferible. No puede limitarse a una tarea única y repetitiva, sino que supone la capacidad de aprender, de innovar y de comunicar los procesos de innovación, comprendiendo diversas circunstancias profesionales y la capacidad de adaptar el conocimiento a ellas. La función de analizar y proponer valores es una tarea educativa compleja y a veces contradictoria, ya que la formación de individuos no se conseguirá únicamente mediante la simple interacción social, que en una sociedad pluralista y democrática presenta aspectos altamente dilemáticos, sino también teniendo como referencia puntos de carácter ético, inherentes a la naturaleza humana y en los que se coincide con otros agentes sociales que inciden en esa proposición de valores.