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La nueva trova cubana. Poesía y excelencia musical desde el caribe

POR EDGARD “GALO” UGARTE

Licenciado en Teoría de la Música Universidad de Chile Cantautor, compositor y guitarrista.

Hace unos cuantos días dejó este mundo Vicente Feliú, uno de los mayores exponentes de aquel movimiento de la canción que influyó en un sinnúmero de cantautores a través de toda Latinoamérica, incluyendo a quien escribe este artículo: La Nueva Trova Cubana. Surgida al calor del “proceso revolucionario”, innovadora y, a la vez, heredera de toda una tradición trovadoresca surgida en Cuba en el siglo XIX, es una paleta heterogénea de estilos, colores y decires, que recoge poesía, canción política, sátira, humor y que despierta tanto devoción como odio (como todos los movimientos artísticos que responden a un oficialismo). Un movimiento que -a pesar de ser hijo de un régimen político ya hoy a todas luces indefendible- sigue siendo una muestra innegable del alto valor artístico que puede llegar a alcanzar la canción popular. ¿Cuál es su vigencia hoy, luego de tanta agua que ha corrido bajo el puente?

Y TROVA Y BOLERO LOS CREÓ

Cuba ha sido a lo largo de toda su historia un país rico en lo musical. La gran cantidad de aportes de raíz africana y española se ve claramente reflejada en su música, por ejemplo en el amplio abanico organológico: una gran cantidad de instrumentos de cuerda y, sobre todo, de percusión. En estos últimos, es en donde más hace gala el aporte africano. También, por supuesto, en el ritmo sincopado tan apto para la expresión dancística festiva. Lo español se ve reflejado principalmente en dos cosas: el uso de la guitarra y la tradición trovadoresca que proviene desde el medioevo europeo y que dio lugar a expresiones locales a lo largo de toda Latinoamérica. Cuba, por supuesto, no fue la excepción. La trova de la era moderna en dicho país nace el siglo XIX en Santiago de Cuba. En esa época, la ciudad era protagonista de una fuerte ebullición musical: se habían creado varias orquestas y se realizaban a menudo conciertos,

óperas, operetas, en buena medida por influencia de los inmigrantes franceses que venían huyendo de la revolución haitiana. Paralelamente, existe un boom de artesanos fabricantes de guitarras (generalmente provenientes del gremio de los ebanistas), que permiten al común de la gente -para quienes era imposible costear las importadas desde España- acceder a dicho cordófono. Esto le dio al acinturado instrumento un rol fundamental en lo que vendría: un sinnúmero de cantores de extracción popular, que en un principio se agrupaban en peñas y cantinas para, posteriormente, recorrer las calles dando serenatas en dúos o tríos de voces y guitarras. Estos se conocerían después con el nombre de “trovadores”.

En ese nicho de cantautores bohemios, cronistas que reflexionan acerca de todo lo humano, se practicaba un tipo de canción de aire festivo llamado “bolero”, parecido al son. Entre quienes lo cantaban, llamados “boleristas”, nació la necesidad de ir depurando cada vez más el estilo, alejarlo del simple jolgorio y darle un sentido más poético-amoroso. El más destacado de esa época fue el sastre Pepe Sánchez. Luego de Sánchez, aparecen cultores como Sindo Garay, Alberto Villalón, Rosendo Ruiz Suárez, Emilano Blez, Pepe Figarola, Salvador Adams y otros tantos más que se erigieron como discípulos suyos, al tiempo que adquirían ya el mote de “trovadores”. Y en aquellos albores, trova y bolero eran un mismo género que con el correr de las décadas decantaría en dos distintos que, sin embargo, jamás dejarían de retroalimentarse. Cabe destacar que muchos de sus cultores, además, pelearon en la guerra de independencia de 1895 contra España, incluyendo al mismo Pepe Sánchez.

LOS AÑOS DESENFADADOS Y EL ICAIC

Llegó el siglo XX y décadas pasaron. El bolero ya había adquirido una identidad propia y había evolucionado de las más diversas formas, llegando en los años ’50 en Cuba a dar origen al “filin” una forma de hacer el bolero donde este muestra a cabalidad emoción, técnica y libertad interpretativa. Y esto se debe, en buena medida, a la influencia del jazz. La llamada trova, en contraste, se había mantenido sin mayores cambios. Algunos de los cultores de fines del siglo pasado seguían vigentes, como Sindo Garay. En 1959 triunfa la revolución encabezada por Fidel Castro. Varios exponentes de la música cubana deciden partir al exilio. Otros tantos se quedan. Y en medio de ello, surge la figura del cantautor que la revolución necesitaba: Carlos Puebla. Había comenzado como

CARLOS PUEBLA

compositor de música de corte romántico para luego abordar el contenido social. Por lo que saludó con admiración la llegada de la revolución. Y al poco tiempo, compuso lo que se transformaría en uno de los primeros éxitos de la canción de ese tiempo: “Y en eso llegó Fidel”. Con ella, Puebla se transforma en el cronista del proceso que se estaba llevando a cabo en Cuba, siempre, por supuesto, desde la óptica de un ferviente partidario. Muy pronto también se funda la Casa de las Américas, que buscaba desarrollar y ampliar las relaciones culturales entre los pueblos de Latinoamérica y el Caribe, así como su difusión en Cuba y el resto de América, estimulando la producción e investigación culturales. Esto significó durante un buen tiempo enfocarse en lo tradicional. Una pléyade de dúos, tríos y cuartetos surgió. También desde principios de los ’60 se venían desarrollando festivales de la canción. En 1966, se funda La Casa de la Trova. Además, siguió en boga el movimiento del filin, puesto que la mayoría de sus más grandes exponentes, como César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez y Frank Domínguez decidieron quedarse en Cuba, junto al advenimiento de nuevas figuras como Marta Valdés. Lo que sí era muy mal mirado era aquel fenómeno musical que por entonces dominaba la escena mundial: el rock. Asociado al “imperialismo” anglosajón, para muchos representaba todo aquello que había que erradicar. Grupos como The Beatles estaban vetados de las radios cubanas. En este clima es donde comenzarían a surgir nuevas voces de la canción, que se nutrían tanto de las vertientes tradicionales como de las nuevas y foráneas. Algunos como

Pablo Milanés y Noel Nicola venían del filin. El primero, se había acercado a este como cantante. El segundo, como guitarrista. Ambos a la vez tratando de resolver cómo innovar en sus composiciones. Otros, como Silvio Rodríguez, se hallaban influidos por la canción romántica francesa o italiana y comenzaban a prestar oído al rock. Y también hay quienes venían de la academia, como Sara González. En lo que todos coincidían era en ser considerados “bichos raros” por los medios cubanos de la época y por la mayoría de la oficialidad cultural. Poco a poco, estas nuevas voces comenzarían a encontrarse, a confluir. En 1968 Silvio conoce en su programa de TV “Mientras tanto” a Pablo y Noel. Ese mismo año, los tres son convocados por Haydee Santamaría, directora de la Casa de Las Américas, para participar en el Festival de la Canción Protesta. Ella sería para ellos como una especie de protectora, que había sabido valorar la calidad artística de sus canciones que por entonces eran consideradas “extranjerizantes”. Ese mismo año se creó el Centro de la Canción Protesta, iniciativa que organizó muchas actividades en centros estudiantiles, laborales, unidades militares, campamentos agrícolas y otras zonas del país. Pero lo que marcaría el hito más importante para ellos llegaría al año siguiente, cuando por iniciativa de la misma Haydee y de Alfredo Guevara, se funda el “GESI”, Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), dirigida por el connotado compositor, director de orquesta y guitarrista Leo Brower. Además de Silvio, Pablo y Noel, el grupo estuvo integrado por Sara González, Emiliano Salvador, Sergio Vitier, Eduardo Ramos, Norberto Carrillo, Carlos Averof, Leoginaldo Pimentel, Pablo Menéndez, Ana Besa, Leonardo Acosta y Lucas de la Guardia. Allí, junto con dedicarse a crear las bandas sonoras para el nuevo cine cubano, aprendieron bases de composición, armonía y orquestación a la par que experimentaban libremente con la música, dejándose influir por el rock y el pop. En 1972 se organiza el Primer Encuentro de Jóvenes Trovadores y es allí donde nace oficialmente el Movimiento de la Nueva Trova. Aquel que, sin perder la raíz de la trova tradicional, realizaba nuevas lecturas de esta, buscando retratar vivencias e ideas que reflejasen de mejor forma la realidad del momento. Los “bichos raros”, finalmente, habían triunfado sobre la cultura oficial que los había mirado con recelo.

LOS MÁS CONNOTADOS EXPONENTES Pablo Milanés

Nacido en 1943, fue el primero en cosechar el éxito y convocar a innumerables seguidores dentro de la isla. En 1965, con su canción “Mis 22 años”, crea el nexo entre el filin (del cual fue cultor y un gran conocedor) y la Nueva Trova, incorporando novedosos elementos musicales que posteriormente influirían en el movimiento. En 1967 comenzó a componer canciones de contenido político y por décadas fue uno de los que más utilizó esta temática en sus canciones, uno de los más reconocidos activistas de la revolución. También ha compuesto muchas canciones de amor, en las cuales intenta reflejar las nuevas formas de relacionarse, como en “Yo no te pido”: “Yo no te pido que me firmes diez papeles grises para amar / Solo te pido que tú quieras las palomas que suelo mirar”. Su repertorio está plagado de grandes éxitos a nivel internacional, como “Yolanda”, “El breve espacio en que no estás”, “Para vivir”, “Yo pisaré las calles nuevamente”, “Comienzo y final de una verde mañana” y “Años”. Actualmente, está radicado en España.

Silvio Rodríguez

Nacido en 1946, ha sido uno de los que ha tenido mayor influencia en la canción latinoamericana. Tiene una fiel fanaticada presente en varios países de Hispanoamérica y su obra ha sido objetivo de diversos estudios tanto musicales como literarios.

PABLO MILANÉS SILVIO RODRÍGUEZ NOEL NICOLA

En 1967 tuvo su debut musical y televisivo con su programa “Mientras tanto”, donde conoció a algunos de sus compañeros del movimiento. Destacan sus arreglos de guitarra -la cual no solo tiene la función de acompañar marcando un ritmo constante, sino que adquiere una dimensión solista junto a la voz- y sus textos de hondo contenido poético, además de su vasta producción, que consta de centenares de canciones, de las cuales hay muchísimas aún sin editar. Ha tenido una influencia enorme en las generaciones de cantautores posteriores a la suya, tanto dentro como fuera de Cuba. A pesar de ser uno de los más fervientes adherentes al régimen cubano (al punto de enrolarse en la guerra de Angola), ha preferido siempre la búsqueda poética en vez de caer en lo panfletario, aun cuando aborde temas políticos. Su catálogo consta de una enorme cantidad de éxitos, como “Ojalá”, “Playa Girón”, “La Maza”, “Unicornio”, “Por quien merece amor”, “Pequeña serenata diurna”, “Sueño con serpientes”, “Mujeres”, “Canción del elegido”. Aquí en Chile, durante la dictadura, se trasformó en un cantautor de culto y su obra fue difundida profusamente en casetes “piratas”.

Noel Nicola

Nacido en 1946 y fallecido en 2005, de familia de músicos (su padre era profesor y uno de los pilares fundamentales de la Escuela Cubana de Guitarra y su madre, violinista), partió adentrándose en la guitarra del filin para posteriormente producir sus canciones en la línea de la Nueva Trova. De perfil bajo, esto no le impidió dedicarse a ser parte de la dirigencia del movimiento, labor política que cumplió hasta sus últimos días. Su canción más reconocida es, quizás, una de las mejores canciones de amor que ha dado a luz la Nueva Trova, “Es más, te perdono”.

Sara González

Nacida en 1949 y fallecida el 2012 fue una de las voces principales del movimiento. Realizó estudios de viola en el Conservatorio Amadeo Roldán para posteriormente graduarse en la Escuela Nacional de Instructores de Arte, donde además ejerció como profesora de Guitarra y

Solfeo. Apasionada por la Revolución, su composición más reconocida es “Girón, la victoria”, un homenaje al triunfo revolucionario en la Invasión de Bahía de Cochinos

Vicente Feliú

Nacido en 1947 y fallecido recientemente, el pasado 17 de diciembre. Aunque se incorporó un poco después que los demás al grupo, fue uno de los fundadores del movimiento, piedra angular de este hasta sus últimos días. Su famosa canción “Créeme” mezcla de forma perfecta el amor con el compromiso político, así como muchas otras de sus canciones. Fue asesor de música de la radio y la televisión cubanas y guionista, locutor y director de radio.

Otros trovadores de esa generación de gran importancia son Amaury Pérez, Virulo, Sergio Vitier, Augusto Blanca y Eduardo Ramos.

MIKE PORCEL

LAS NUEVAS GENERACIONES

En los años ´80 llegó una nueva generación que la prensa llamó la “Novísima Trova”, pero que en rigor es parte de la misma Nueva Trova. Tomando el legado de sus predecesores, buscó nutrirlo con nuevos lenguajes, nuevos estilos, acordes al tiempo en que vivían. Primero debemos mencionar a quien sirvió de puente entre ambas generaciones: Santiago Feliú. Hermano de Vicente, mostraba un dominio portentoso en la guitarra, la que tocaba al revés debido a que era zurdo, creando sus propias técnicas guitarrísticas, y se acercó al rock dando lugar a una trova de características muy propias. A partir de él, surgen otros trovadores con una búsqueda similar, que buscaba mezclar música tradicional con rock y pop, entre los que destacan Gerardo Diego, Carlos Varela, Frank Delgado, Pável Urquiza, Roberto Poveda, Julio Fowler, Amaury Gutiérrez y Gema Corredera.

LOS NUEVOS RUMBOS

En un principio, la Nueva Trova era un movimiento cohesionado por una adhesión irrestricta al régimen cubano. Sus integrantes buscaban ser verdaderos cronistas del proceso que estaban viviendo y en cual deseaban participar con fervor. Hoy la situación ha cambiado un poco. Junto al activismo revolucionario irrestricto de Silvio, Vicente Feliú y Sara González, hay quienes han tomado posiciones más críticas respecto al régimen. Carlos Varela compone su canción “Guillermo Tell” como un llamado de atención hacia las autoridades: el pueblo cubano ya está maduro para tomar sus propias decisiones y no que los viejos dirigentes decidan todo por ellos. Ha tomado contacto con el exilio cubano en un intento de amistar ambas partes. Pablo Milanés (quien curiosamente alguna vez fue uno de los más políticamente comprometidos con la Revolución, llegando incluso a componer canciones de corte panfletario), hoy denuncia los abusos cometidos con él el año 1966 cuando fue recluido en un campo de trabajos forzados de tipo estalinista, y se opone constantemente a las encarcelaciones y condenas a muerte hacia opositores al régimen. Esto le ha llevado a enemistarse y a protagonizar constantes polémicas con su otrora inseparable amigo Silvio Rodríguez. También ha salido a la luz el caso de Mike Porcel, talentoso músico integrante del movimiento que denuncia el violento acto de repudio al que fue sometido el año ‘80 por querer abandonar la isla y que le significó vivir impedido de ejercer su arte dentro de Cuba durante más de diez años, además de la imposibilidad de visitar a su esposa e hijos en el exterior.

La historia de Cuba es y ha sido siempre convulsionada. Con un régimen que todavía tímidamente va abriéndose poco a poco hacia una situación más democrática, esta isla en medio del Caribe seguirá inspirando amores y odios. No sabemos hacia dónde llevará todo eso. Lo que sí sabemos es que, en medio de todo el fervor de la época, surgió un grupo de cantautores que supo poner un timbre de excelencia en lo musical y lo poético y que dejó una alta vara para quienes nos dedicamos en cuerpo y alma a la canción.

SARA GONZÁLEZ VICENTE FELIÚ

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