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EDUCACIÓN E INCERTIDUMBRE, APROXIMACIONES SOCIOLÓGICAS

POR DR. MARCELO MARTÍNEZ KEIM

Académico Universidad de Santiago de Chile

LA EDUCACIÓN EN UN CONTEXTO DE CERTIDUMBRE

La modernidad, como paradigma cultural de la ilustración, y la modernización como proceso de institucionalización de sus valores, corresponde a lo que la filosofía política del siglo XVIII denominó la superación del estado de barbarie por la etapa civilizatoria, sobre el supuesto de sujetos racionales que darían sustento a la institución del Contrato Social como fundamento positivo de la organización social.

Aunque su origen europeo fue eminentemente popular (de abajo hacia arriba), en América Latina fue al revés (inducido por la élite), dada la conformación de su estructura social excluyente respecto de mestizos e indígenas, a quienes había que incorporar al proceso civilizatorio, siendo el Estado-Racional-Burocrático, la ecúmene llamada a encarnar el nuevo orden común social, y sobre el cual tributarían las demás instituciones.

De ahí que en esta primera etapa de nuestra modernización, la educación fue concebida “como parte del proceso de formación del Estado nacional moderno burocrático que buscaba racionalizar el espacio social; someterlo a procedimientos preestablecidos, calculables, funcionales al concepto de nación y al desarrollo del capitalismo. Era la expresión de la elite ilustrada que aspiraba reformar gradualmente una sociedad tradicional y ordenarla de acuerdo a los cánones de la razón. Obedecía a la necesidad de darle cohesión a una nación en surgimiento, crear nuevos lazos de adhesión y lealtad en la población”1 .

Décadas más tarde, con la crisis de la hacienda, debido a la escasa demanda de productos agrícolas desde California y el desarrollo y crisis posterior de la industria salitrera, la migración del campo a las

1 SERRANO, SOL. Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX. Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1994, pág.16.

ciudades devino en el fenómeno de la cuestión social. La política, ya con fuerte presencia de partidos de representación obrera y de la clase media emergente, asumió el liderazgo de una nueva fase del proceso de modernización que racionalizara las relaciones sociales a través de un Estado que ya no debía garantizar el orden, sino el desarrollo; de manera que la educación pasaba a ser un asunto de justicia y DD.HH., debiendo expandirse como instrumento de integración y movilidad social, enarbolando el valor social del mérito, constituyendo lo que Peter Berger2 denominó una nueva “estructura de plausibilidad” para resaltar la idea que las conductas o ideas particulares requieren un respaldo social para ser creíbles, dando por sentado que el mundo es y seguirá siendo de determinada manera. Quienes tenemos más de cinco décadas y somos primera generación de universitarios en nuestras familias, podemos dar cuenta de la certidumbre que los resultados de nuestro esfuerzo estudiantil tenía en la comprensión de nuestra trayectoria y proyección vital.

EL ASCENSO DE LA INCERTIDUMBRE

Sin embargo, con la incorporación del Estado subsidiario inspirado en la ideología neoliberal, se sentaron las bases de un nuevo tipo de modernización social que, separando el Estado de la economía, y desplazando la política para afirmar al mercado como sistema de coordinación social, (hoy de alcance global), ha permitido el ascenso de la incertidumbre, interpelando el lugar y sentido de la educación de nuestras estructuras de plausibilidad.

A diferencia del Estado, la novedad del mercado como mecanismo de integración social aplicado con pretensiones de racionalidad total, es capaz de soportar mayores niveles de diferenciación social, ya que la coordinación es sistémica, en tanto el vínculo social es posible bajo el código de pago/no pago, lo que supone individuos pero no sujetos con actividad conciente y reflexividad ética. El mercado, permite la máxima vinculación posible con el mínimo de información requerida.

Por lo mismo, la política -afirmaba Norbert Lechner en 1994- quedó cada vez más limitada al “subsistema político”, que parecía regirse exclusivamente por una lógica autorreferencial (...) abandonando la pretensión de representar simbólicamente la totalidad social3. Esta ausencia de representación contribuyó

2 BERGER, PETER y LUCKMANN, THOMAS. La Construcción Social de la Realidad. Ed. Amorrortu, Buenos

Aires, 1995.

3 LECHNER, NORBERT. Modernización y Democratización: El Dilema del Desarrollo Chileno. Estudios Públicos, a la muerte de las utopías y privatizó la subjetividad, acentuó procesos de individuación hasta un estado vivencial de incertidumbre o liquidez, al decir de Bauman4, cuando se refería al estado fluido y volátil de la sociedad actual, que no tiene valores sólidos, donde la incertidumbre y la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos.

Las consecuencias de la aplicación de este paradigma con pretensiones de racionalidad total, en Chile, fueron descritas en 1998 por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en su Informe de Desarrollo Humano para Chile, que diera lugar a un intenso debate al interior del gobierno de la época entre auto-complacientes y auto-flagelantes5 .

Según el citado informe, Chile presentaba síntomas de asincronía entre subjetividad y modernización. En efecto, ante la pregunta de cómo era posible que a pesar de haber alcanzado la mayor cobertura educacional, sanitaria y habitacional de su historia, al igual que un aumento de sus ingresos, las personas expresaran a nivel “macroscópico” un malestar que, “microscópicamente” se vivenciaba (y se vivencia), como miedo al prójimo, miedo al sinsentido y miedo a perder el control sobre sus propias vidas; en otras palabras, las personas ya no se sienten protagonistas de la historia, como ocurría en décadas anteriores, más bien se ven expuestas a la historia y sus efectos. De aquí que ante un orden organizado, sistémicamente, resulte comprensible el surgimiento de la desconfianza en las instituciones llamadas a crear certidumbres, donde no escapan las educacionales. En el contexto de estas últimas, es factible preguntarse acerca de su capacidad de constituir certidumbres significativas en la comprensión autobiográfica de la mayoría de niños y jóvenes, especialmente respecto de la valoración del trabajo bien hecho, el esfuerzo personal y el mérito propio.

Considerando que la separación entre política y economía no es exclusiva de Chile, no obstante (nuestra experiencia antecedió a otros países), el poder actualmente tiene un carácter mundial y extraterritorial, mientras que la política tiene un carácter territorial y local. “El poder se mueve libremente con la velocidad de las señales electrónicas, haciendo caso omiso a las limitaciones de espacio (…) La política, sin embargo, no tiene otro agente que el Estado, cuya soberanía se define (y se limita),

70 (otoño, 1998).

4 BAUMAN, SYGMUNT. Modernidad Líquida. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 2020.

5 PNUD. Las Paradojas de la Modernización. Informe de

Desarrollo Humano, Santiago de Chile, 1998.

como antes, en términos espaciales”6. Ello deviene, como afirmáramos precedentemente, en el debilitamiento de meta-relatos, pérdida de confianza en las instituciones públicas y pérdida de horizonte de sentido, alcanzando de este modo, un estado de incertidumbre respecto de la realización de proyectos vitales mancomunados que, por décadas, habían sido impulsados y proyectados por la educación.

Entonces, surge la pregunta de cómo podría ser la educación en un mundo organizado sistémicamente, que atiende a un vector globalizado económica y financieramente que, a la vez, se expresa en el vector de la subjetividad con niveles crecientes de pluralización cultural, llevados al paroxismo de la individualización, que clama desde nuestra condición antropológica mayores niveles de certidumbre.

LA EDUCACIÓN PARA UN CONTEXTO DE INCERTIDUMBRE

La respuesta a la pregunta anterior no es fácil, pues debemos reconocer que la globalización del mercado se ha fortalecido y seguirá fortaleciéndose gracias a la incorporación de nuevas tecnologías; no obstante, asistimos a las enormes ventajas que promete la aplicación de la tecnología 5G en tele-

6 BAUMAN, SYGMUNT. La Sociedad Individualizada. Ed.

Cátedra, Madrid, 2007, pág. 229. medicina, movilidad y por cierto educación. El desarrollo de la inteligencia artificial, la realidad virtual y la realidad aumentada, provocarán algo de lo que muchas veces no queremos hablar: la tendencia a la precarización y la polarización estructural de la sociedad, debilitando al mayor depositario de la estructura de plausibilidad de la anterior etapa de la modernización social: la clase media.

No podremos competir con las máquinas, pues estas harán mejor el trabajo que veníamos haciendo (obediente, especializado, relativamente repetitivo, jerarquizado, fundado en nuestra capacidad para procesar e interpretar datos). Por lo mismo, debiéramos disponer de una educación para desarrollar aquello de lo que no nos hemos ocupado y que las máquinas no pueden hacer, y que está presente en nuestro modo de vida humano. Me refiero al pensamiento analógico o simbólico; a la creatividad para solucionar problemas impredecibles; y pensamiento crítico para hacer efectivo el trabajo colaborativo.

En la reflexión sistemática-educativa, ya lo decía la Comisión Delors7, al afirmar que la educación tuvo como propósito que aprendiéramos a conocer con motivos instrumentales. Pero hoy es evidente que el

7 DELORS, J. Informe a la UNESCO de la Comisión internacional sobre la educación para el siglo XXI, Madrid,

España: Santillana/UNESCO, 1996.

conocimiento cambia rápidamente. No se trata de abandonar el aprender a conocer, sino aprender a aprender, a la vez que aprender a hacer (capacidad de los sujetos de intervenir y actuar en la realidad), aprender a convivir (promover el descubrimiento del otro, reconociendo la diversidad y semejanzas en la especie humana y la interdependencia entre las personas), y aprender a ser (conocerse a sí mismo a fin de empatizar).

En este sentido, en un estudio reciente8, el PNUD señala la necesidad de concebir la educación como un instrumento de cohesión social al promover el bienestar subjetivo, entendiendo por subjetividad el espacio y el proceso en que los individuos construyen una imagen de sí, de los otros y del mundo en el contexto de sus experiencias sociales, donde habitan sus emociones, deseos y evaluaciones.

De esta manera, frente a la globalización y racionalización sistémica (objetiva y excluyente), se abre una ventana para que la educación sea un camino para acometer la tarea de mejorar nuestro bienestar subjetivo, construyendo capacidades para que nos transformemos en recursos para la acción, convirtiéndonos en agentes constructores de nuestros proyectos de vida, sintiéndonos reconocidos y respetados en dignidad y derechos, generando vínculos significativos con los demás, participando e influyendo en la sociedad.

Sin duda vivimos tiempos convulsos y pareciera

8 PNUD. El Papel de la Educación en el Bienestar Subjetivo para el Desarrollo Humano. Una Revisión al Caso

Chileno. Santiago de Chile, 2014.

BIBLIOGRAFÍA

BAUMAN, SYGMUNT. La Sociedad Individualizada.

Ed. Cátedra, Madrid, 2007.

BAUMAN, SYGMUNT. Modernidad Líquida. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 2020

BERGER, PETER y LUCKMANN, THOMAS. La Construcción Social de la Realidad. Ed. Amorrortu,

Buenos Aires, 1995

DELORS, JAQUES. Informe a la UNESCO de la Comisión internacional sobre la educación para el siglo

XXI, Madrid, España: Santillana/UNESCO, 1996 LECHNER, NORBERT. Modernización y Democratización: El Dilema del Desarrollo Chileno. Estudios

Públicos, 70 (otoño, 1998)

PNUD. El Papel de la Educación en el Bienestar Subjetivo para el Desarrollo Humano. Una Revisión al Caso Chileno. Santiago de Chile, 2014 PNUD. Las Paradojas de la Modernización. Informe de Desarrollo Humano, Santiago de Chile, 1998. SERRANO, SOL. Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX. Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1994.

se prolongarán por varios años o décadas, cuyo desenlace, quizás, ocurra fuera de nuestra trayectoria vital, pero se ha abierto una ventana para que la conciencia retome protagonismo, en su eterno retorno a las verdades pre-reflexivas y desnuda de conceptos.

NI UNOS NI OTROS SINO TODOS

POR ANDRÉS RIVETTE

Algunos se creen dueños de la verdad y no hacen sino recurrir a su opinión para validarla, nada de evidencias, nada de historia, hacen caso omiso a los hechos tal como son, se guían por su corazonada, la superchería, incuso la fe. Son incapaces de escuchar al otro, reconocer los buenos argumentos del contrario, reflexionar con sensatez, acudir a los libros, analizar la Historia, suponer escenarios, contrarrestar las ideas a las posibilidades. Se guían por sus dioses, sean estos del altar de las religiones, de las fotos colgadas en las salas de las grandes corporaciones transnacionales o de las gélidas estatuas erguidas en las plazas públicas del estalinismo.

Los lugares comunes son sus frases preferidas, pero estas carecen de contenido, no sabemos muy bien cuál es el significado profundo del concepto de libertad que argumentan los grandes empresarios, tampoco los alcances de la igualdad que vociferan destempladas las masas callejeras. La justicia social, la equidad, la democracia, el desarrollo parecen etiquetas vacías lanzadas al viento para que se las lleve, apenas pancartas pintarrajeadas de buenas intenciones.

Ni rojos ni amarillos, ni azules ni tricolores, la vida pareciera ser más compleja y si de algo se puede jactar la especie humana es que su capacidad evolutiva tiene que ver necesariamente con ir poniéndose de acuerdo, construir normativas comunes, crear la democracia como mecanismo magnífico de resolución de problemas. Eso nos ha permitido, a pesar de todo, evitar más guerras, disminuir los sufrimientos y construir un mundo como el actual que, pese a sus bolsones de miseria, conflictos siempre pendientes e injusticias evidentes, es muchísimo mejor que el mundo de hace un siglo, quinientos o mil años.

La humanidad ha avanzado a pasos agigantados hacia mejores estadios de democracia, ha consolidado sus instituciones y ha podido llevar desarrollo a sus pueblos. Hoy la tecnología nos permite estar más cerca unos de otros, resolver problemas complejos y cotidianos con una facilidad insospechada hace cinco décadas, hacer grandes avances en la medicina, mejorar las expectativas de vida de los pueblos. Pero algunos creen que todo esto es suficiente, que nada más resta por hacer, que el Chile actual es la mejor demostración de ese avance, sería cosa de ver sus carreteras, contemplar el gran parque automotriz, o los chilenos atestando restoranes y centros comerciales para compartir un almuerzo en familia o una compra que mejore su bienestar hogareño. Otros, en cambio, pretenden retrotraer al país en utopismos fracasados y profundamente desiguales, miran con nostalgia los autoritarismos poco democráticos y pretenden instalar una cultura única para todos donde prime el comisariado, la exclusión y el veto.

No ha sido Dios ni las religiones, ni los gurúes, tampoco las ideologías excluyentes ni las recetas mágicas, solo el hombre que en paz y democracia ha alcanzado los avances de nuestra sociedad. Es el propio hombre con su inventiva y sus acuerdos, sus instituciones y su trabajo, la respuesta de nuestra supervivencia, es por ello que urge tomar conciencia para que sepamos construir una sociedad tolerante y democrática, respetuosa y pacífica como único camino para el éxito de nuestra trascendencia material y espiritual.

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