La Revista Masónica de Chile bajo la dirección de Aniceto Almeyda Arroyo (1923-1924)
Manuel Romo Sánchez1Un mes después de que se pusiese término a La Verdad, el Gran Maestro Alfredo Melossi, en la Asamblea que la Gran Logia celebró el 20 de mayo de 1923, se refirió a la necesidad de crear una publicación que sustituyese a la desaparecida revista de Navarrete y López.
El acta de la Asamblea de ese día señala:
El Gran Maestro se refiere a la necesidad que hay de publicar cuanto antes una revista masónica que venga a llenar el vacío dejado por “La Verdad”, que redactaba con tanto brillo el hermano Navarrete y López. Esta nueva publicación sería el portavoz de nuestras aspiraciones e ideales; serviría para transmitir a los Talleres y hermanos los proyectos y deseos del Gran Maestro y sería una fuente en donde los hermanos podrían estudiar y conocer la historia y la filosofía de nuestra Orden.Agrega que tiene en estudio un proyecto para llevar cuanto antes a la práctica esta idea y espera poder realizarlo en breve.2
El Gran Maestro Alfredo Melossi Hutchinson había asumido como Gran Maestro de la Gran Logia de Chile el 28 de agosto de 1922. El mundo del periodismo no le era ajeno, por cuanto había dirigido la revista Luz y Sombra, una publicación ilustrada de artes y literatura, de la que había sido editor y propietario.
Al decidir que la Masonería debía mantener una publicación periódica, tras el cierre de la prestigiosa revista La Verdad, el Gran Maestro elaboró un proyecto que
1 Capítulo inédito de un libro en preparación sobre los 100 años de la Revista Masónica de Chile.
2 Libro de Actas. Gran Logia de Chile, 1920-1930, p. 46. En archivo Gran Logia de Chile.
propuso a las Logias de la obediencia con la circular N°6516, del 21 de junio de 1923:
En vista de la sensible determinación del Q. H. Navarrete y López en el sentido de no continuar la publicación de “La Verdad”, el Gran Maestro de acuerdo con su Consejo, ha resuelto proceder a la fundación de una Revista Masónica, que sirva de medio adecuado y discreto para que la dirección de la Orden pueda impartir a los hermanos de toda la jurisdicción aquellas instrucciones e inspiraciones que, por su naturaleza, no exijan las formalidades de una comunicación oficial, y que, por el contrario, requieren una mayor divulgación en el pueblo masónico; que sirva, igualmente de ayuda eficaz a la labor de instrucción y de estudio del simbolismo, de la historia de la filosofía de la Orden, a que deben dedicar preferente atención los masones de verdad; que constituya una tribuna adecuada para que nuestros hermanos puedan difundir en el medio masónico, sus aspiraciones y sus anhelos por el bien general de la Institución; y que, por todos estos motivos, sea, en fin, un factor permanente de progreso y de perfeccionamiento individual de los miembros de la Masonería Chilena.
La Revista Masónica de Chile, cuyo primer número aparecerá en el mes de Setiembre próximo, necesita de la colaboración económica e intelectual de todos los hermanos.
En cuanto a la contribución económica que ese Respetable Taller pueda aportar, cree del caso indicaros, desde luego, que el Gran Maestro estima como un deber imperioso de todos los miembros de la Orden, el suscribirse a la Revista.
Para realizar la cooperación intelectual que esa Respetable Logia deberá a la Revista, os serviréis disponer que se envíe al Director de ella una copia de todo trabajo, conferencia o disertación que se lea en tenida, y que pueda servir para los fines culturales que perseguimos, y os serviréis también
requerir personalmente la colaboración de aquellos hermanos que estiméis con mayores aptitudes por sus estudios o conocimientos de las materias que informarán las páginas de la Revista.
La Revista Masónica aparecerá mensualmente y el valor de su suscripción anual será de diez pesos ($10,00).
Como es reducido el espacio de tiempo con que contamos para la organización administrativa de la publicación, os agradeceré que os sirváis dar respuesta a esta circular lo más pronto posible, y de todos modos antes del 1° de Agosto próximo, acompañando el valor de las suscripciones que se hayan obtenido hasta entonces, e indicando el nombre del hermano que designéis para que en lo sucesivo desempeñe el cargo de Agente de la Revista y se comunique directamente con su Director para todo lo relativo a ella.
El infrascrito tendrá la supervigilancia superior de la Revista y su dirección inmediata ha sido encomendada, por ahora, al Gran Secretario General, q. h. Aniceto Almeyda, cuya dirección postal es casilla 4033 […].
Aniceto Almeyda Arroyo
![](https://assets.isu.pub/document-structure/230922163811-5b2c680fd80d5d46d2f8485109698ca7/v1/a317f717b625e35bf09d41b53e7381a5.jpeg)
Tal como señalaba el Gran Maestro en la circular del 21 de junio de 1923, reservaba para sí la supervigilancia de la nueva publicación y dejaba como su director al Gran Secretario General Aniceto Almeyda Arroyo, quien formaba parte del Consejo del Gran Maestro.
Aniceto Almeyda era hijo de Clodomiro Almeyda González y Aspasia Arroyo González. Nació en Santiago, el 17 de abril de 1890, y sus estudios los realizó en el Instituto Nacional y en la Universidad de Chile, titulándose de abogado el 5 de agosto de 1914. Su memoria versó sobre el “Proyecto de Código Orgánico de Tribunales”. Hasta 1920 ejerció su profesión en Tacna, desde donde se trasladó a Santiago.3
Ingresó a la Masonería el 3 de octubre de 1914, al ser iniciado en la Logia Cóndor N°9, de Santiago. Allí recibió su 2° grado el 4 de mayo de 1915 y su grado 3° el 28 de abril de 1916. En su Taller había sido Orador adjunto (1918), Experto (1919), Segundo Vigilante (1920 y 1921), Primer Vigilante (1921) y Venerable Maestro (1922 y 1923).
El Gran Maestro le había nombrado Gran Secretario General, por decreto N°40, del 17 de junio de 1923, tras aceptar la renuncia de Agustín Vigorena, quien se hallaba recargado de trabajo profano, en su cargo de subsecretario del ministerio de guerra.4
Entre julio y agosto de 1923, Almeyda preparó el primer número que se puso en venta en el mes de septiembre.
3 En Santiago fue abogado de la Dirección de Tierras y Colonización y, más tarde, Abogado Jefe de la Caja de Colonización Agrícola, de la Caja de Ahorros de Empleados Públicos, Abogado de la Superintendencia de Bancos y Juez de Policía Local de Renca. Autor de algunas publicaciones en temas históricos. (Diccionario Biográfico de Chile, Editores Empresa Periodística Chile, ediciones de 1936 y 1956-1958). En 1966 se incorporó, como miembro de número, a la Academia Chilena de la Historia. 4 Circular N°6520. Gran Secretario General. Santiago, 22 de junio de 1923.
Julio Saa Labra, en 1994, con ocasión de cumplirse 70 años de la Revista Masónica de Chile, trazó el perfil de su primer director diciendo:
De profesión abogado. 33 años a la fecha de asumir el cargo de Director. Juventud y entusiasmo eran sus armas para la misión encomendada.
Su valor y madurez masónicos ya los había demostrado: Segundo y Primer Vigilante, luego Ven.: Ma.: de su Resp.: Log.: “Cóndor” N°9.
La revista que se le entregaba tomó el curso de la periodicidad mensual, en un ambiente público de gran tensión. Había ad portas elecciones, proyectos sobre divorcio, separación de la Iglesia del Estado y un Partido Radical, al que se le atribuía ser la voz masónica en el Parlamento, y para qué decir, de la pertinacia de la Iglesia Católica en atacar con furibunda virulencia a la Orden. Prueba es el librejo entregado a la prensa reaccionaria por el entonces Obispo de La Serena, donde vacía en sus páginas, toda la hez de su pensamiento, malintencionado y perverso.
En ese ambiente público inicia su labor el QH.: Almeyda y lo va a terminar en otro peor que comienza con una asonada que reemplaza al Presidente en ejercicio, por una Junta Militar que, como primera medida administrativa, disuelve las Cámaras de Diputados y Senadores. Se establece una dictadura.
La conducción de la Revista en el breve período de dirección del Q.: H.: Aniceto Almeyda, podemos sintetizarla a través de sus editoriales, esencialmente de orientación masónica, en las informaciones masónicas, en las enseñanzas del simbolismo y en algunas breves biografías de masones ilustres.5
5 Julio Saa Labra. “Setenta años de la Revista Masónica de Chile y sus directores”. Revista Masónica de Chile, N°8/9/10 – 1993 N°1/2 – 1994.El primer número de la “Revista Masónica de Chile”, nombre que se le dio a la nueva publicación, apareció en septiembre de 1923, con un total de 32 páginas, a dos columnas. La publicación mantuvo el mismo formato, tipografía y viñetas de La Verdad; y su impresión se hizo en la imprenta “Camilo Henríquez”, de propiedad de la Gran Logia,6 al igual que lo había hecho su antecesora.
Su primera página traía un artículo editorial, titulado “Anhelos”, en seguida venía una sección llamada “Colaboraciones”, en que aparecieron los siguientes trabajos: “Algo sobre la vida del hermano Daniel Feliú”, “Tolerancia. (Discurso de iniciación)”, “Al margen de un símbolo – Sermón dominical”; y “Tradición”. La siguiente sección se tituló “Reproducciones” y en ella se publicaron tres artículos: “La Masonería y el Gobernador Eclesiástico”; “Disolución de la Gran Logia de Distrito para Chile, dependiente de la Gran Logia de Massachusetts”; y “¿Qué es; qué debe ser un francmasón?”. Finalmente, hubo una sección titulada “Bibliografía”, en que se dio cuenta del Boletín de la Asociación Masónica Internacional.
El artículo editorial representaba el pensamiento del director de la revista, las Colaboraciones eran artículos enviados por hermanos, las Reproducciones correspondían a textos tomados de la antigua revista La Verdad o a artículos de publicaciones extranjeras, en tanto que en la sección Bibliografía se reseñaban publicaciones. Esta última sección despareció después del primer número.
Dada la carga de trabajo que debió representar la confección de los dos primeros números de la publicación, por decreto N°49, del 4 de octubre de 1923, se nombró a Vicente Padilla Yáñez7 como oficial de la Gran Secretaría, quien atendería especialmente la administración de la Revista Masónica y la formación del índice masónico.
6 Manuel Romo Sánchez. “La Imprenta Camilo Henríquez, de Santiago”. Archivo Masónico. N°57. Santiago, 1° de julio de 2022.
7 Empleado en los Ferrocarriles del Estado. Había sido iniciado en la R. Logia Cóndor N°9, el 7 de agosto de 1920. Durante 1923, con grado de Maestro, era el secretario de su Taller.
Durante su primer año de existencia, la publicación obtuvo material de las revistas masónicas extranjeras que llegaban a nuestro país: Boletín de laAsociación Masónica Internacional, con sede en Ginebra, institución de la cual la Gran Logia de Chile era miembro fundador; Boletín del Gran Oriente de Francia; Bulletin of the Grand Lodge of Free andAccepted Masons in the State of NewYork; Bulletin Officiel de la Grande Loge de France; Le Simbolisme, revista dirigida por Oswald Wirth; y The Cabletow, de la Grand Lodge of Free &Accepted Masons of the Phillippines, en Manila.
También se publicaron fragmentos de la obra Guide d’instruction maçonnique, de Edouard Quartier La Tente yAlfred L. Jacot, de la Gran Logia Suiza Alpina, traducción de R. S. Virato, edición de Barcelona, 1917; y de “La Escuela Laica. Apéndice a la Escuela Atea. Colección de los artículos que hacen falta en esta última”, publicado en Valparaíso, en 1873.
Además, hubo reproducción de artículos de los diarios Los Debates y La Ley. Se publicaron, también, varios trabajos leídos por los hermanos en sus Logias, cuyos autores aparecían identificados con sus iniciales o con seudónimos. Cada ejemplar tendría 32 páginas. La tapa era muy simple, sin ilustraciones. Al interior de tapa aparecía el Año, número de revista, mes y año, y, más abajo, el sumario que daba cuenta del contenido del ejemplar.
En el primer número, de septiembre de 1923, el artículo editorial se tituló “Anhelos”. En él, Almeyda lamentó la desaparición de la revista masónica La Verdad, que durante catorce años había llenado los propósitos de dar a conocer nuestra doctrina al pueblo masónico, y saludó la determinación del Gran Maestro de crear una publicación que le sucediera. Anunció, en seguida, que la Revista Masónica de Chile se consagraría “al estudio de la ciencia de las ideas, de los ritos y enseñanzas de la Orden”, estimulando “el desarrollo de estas especulaciones” en Logias y Triángulos.
Agregó, en seguida:
En la investigación de la verdad, concurrirá con los mejores elementos intelectuales al logro de una justicia más palpable, de una felicidad menos ilusoria, de un respeto más honrado a la conciencia ajena; en una palabra, a la prosperidad y ventura de nuestra patria.
Anunció, a continuación, que no levantaría bandera de lucha religiosa, aunque se consagraría al estudio del concepto del Gran Arquitecto del Universo; pero lo haría mediante el estudio sereno “y la perseverante acción que ha de conducir al país al reinado de una sincera tolerancia”.
Declaró que, “anhelosa de progreso”, la Revista Masónica de Chile concurriría “al esfuerzo de los grandes hombres de la Masonería que laboran por el reinado de una paz tan quebrantada en diez años de convulsiones satánicas”.
Finalmente, señaló:
Servirá con perseverante acuciosidad los ideales de la Gran Logia de Chile, de los organismos que le son dependientes y de los hombres que la componen […].
La revista aparecía en una época de turbulencias sociales y políticas que mantenían a la sociedad en constante enfrentamiento, dado que, con la llegada al poder del masón Arturo Alessandri Palma, nuevos actores buscaban un lugar en el sistema político, en tanto los viejos sectores dominantes, ahora desplazados de La Moneda, hacían recia oposición a la Alianza Liberal, desde la Cámara de Diputados y del Senado, donde contaban con mayoría.
El segundo artículo editorial, de octubre de 1923, salió al paso de comentarios que le atribuían injerencia a la Masonería en las designaciones que los
partidos políticos hacían de los candidatos al Congreso y a las Municipalidades, y para el otorgamiento de ascensos y promociones a los funcionarios públicos.
En el tercer editorial, de noviembre de 1923, se hizo votos por el éxito que auguraba a las nuevas oficialidades de las Logias, entregando consejos para el buen funcionamiento de los Talleres.
El cuarto editorial estuvo marcado por las elecciones políticas que se avecinaban y, en consecuencia, invitó a todos los hermanos, cualesquiera que fuesen sus ideas políticas, a participar activamente en ellas, para dar cumplimiento a sus deberes como ciudadanos.
En enero y febrero de 1924, la revista no apareció, por lo que su N°5 llevó fecha marzo de 1924. Esta vez, su editorial se tituló “Serenidad”, y con sus palabras salió a defender a la Orden en medio de la campaña de odios y de calumnias de que se le hacía objeto, con motivo de las recientes elecciones.
El sexto artículo editorial, de abril de 1924, se intituló “Asamblea General”, con el que se invitó a los Venerables Maestros a participar en la próxima asamblea, oportunidad en que se elegiría Gran Maestro y demás autoridades de la Orden.
El editorial de mayo de 1924, intitulado “Triángulos”, se refirió a la creación de estos organismos El llamado era a fundarlos, pero teniendo en consideración que era necesario que ellos fuesen convertidos en Logias en el más breve plazo.
En este número de la revista, se incorporó una sección permanente llamada
“Crónica Extranjera”. En esta oportunidad, se dio cuenta de actividades desarrolladas en el Gran Oriente de Francia, en la Gran Logia de Francia y en el Supremo Consejo del Perú.
El 19 de mayo de 1924, mediante circular N°7257, el Gran Maestro Melossi hizo un balance de la labor desarrollada por la revista:
La “Revista Masónica” que debía constituir el exponente de intelectualidad de las Logias de la Obediencia, no ha contado hasta hoy, con la valiosa y nutrida colaboración de los hermanos más preparados en el conocimiento de las ciencias, de la filosofía, de nuestras doctrinas.
Ha llenado sin embargo cumplidamente la misión que se le ha señalado, instruyendo y educando al pueblo masónico, por lo menos a aquella parte que ha desatendido su propio perfeccionamiento intelectual, necesario al éxito de la obra humanista que desarrolla.
En cada uno de sus números se analizan nuestros símbolos, se estudian disposiciones de nuestra Constitución, y las prácticas de la Orden, se anotan observaciones sobre acontecimientos que ocurridos en otros países dicen relación con situaciones análogas del nuestro; se rememoran hechos de nuestra historia y se recuerda hombres de nuestras filas que la ilustraron.
El Gran Maestro confía en que esta labor no será estéril, que los hermanos no se habrán limitado a satisfacer el valor de su suscripción, sino que la Revista será leída con cariñosa atención. Supone así mismo que en ocasiones de escasa u olvidada materia a tratar en alguna Tenida de Logia, o reunión de Triángulo, el comentario de algún artículo de doctrina masónica, habrá dado tema a un amplio desarrollo.
Apesar de su propósito de prescindir de controversias políticas y sobre todo religiosas, la Revista ha debido ocuparse sucintamente de los ataques que hombres, y Logias o la Orden misma ha recibido de sacerdotes católicos o frailes de levita, ataques que ven la luz pública en periódicos o folletos editados tanto en la Capital como en Provincias.
El Gran Maestro no ha estimado de ninguna utilidad el salir a la palestra de la prensa a refutar esas calumnias, pero no es obstáculo para que cualquier Logia haga insertar en los periódicos de su Oriente, artículos
que como algunos editoriales de la Revista, se ocupan de los asuntos materia de esos ataques.
Así mismo declara que no hay inconvenientes en que profanos se impongan de nuestra lectura. Su lectura aventará prejuicios […].
A la semana siguiente, mediante decreto N°76, del 24 de mayo de 1924, el Gran Maestro dispuso las siguientes medidas, para regularizar la marcha que llevaba la Revista Masónica:
Vistos:
La existencia de una publicación que con el título de “Revista Masónica de Chile” viene apareciendo mensualmente en este Oriente desde el mes de Septiembre del año próximo pasado.
Que dicha revista fue autorizada por el Gran Maestro que suscribe en aquella fecha, y designado como su editor-gerente al querido hermano Gran Secretario Aniceto Almeyda Arroyo, quedando en Dirección supervigilada por el Gran Maestro de la Orden.
La petición del querido hermano Almeyda de que los fondos existentes, como los futuros ingresos, sean percibidos en lo sucesivo por el Gran Tesorero de la Gran Logia de Chile, cuya repartición se haría cargo de ellos, atendiendo asimismo a los pagos provenientes de impresiones o gastos en que incurra.
Lo resuelto por el Consejo del Gran Maestro al establecer en el próximo presupuesto ítems de entradas y salidas con este objeto.
Decreto:
Declárase legal y definitivamente incorporada a la Gran Logia de Chile, como órgano oficial la “Revista Masónica de Chile”.
Ratifícase la designación del querido hermano Aniceto Almeyda A., como Redactor, Jefe y Administrador de la misma, hasta nueva resolución del Gran Maestro.
Hágase ingresar a fondos de la Gran Logia las sumas que el citado hermano Almeyda hará entrega al Gran Tesorero y atiéndanse en lo sucesivo por la Gran Tesorería los pagos que con V° B° del Administrador y del Gran Maestro corresponda a esta publicación […].
En las elecciones que la Gran Logia de Chile celebró el 8 de junio de 1924, asumió como Gran Maestro el médico Segundo Adeodato García Valenzuela. El editorial que la revista publicó en el número correspondiente a ese mes, dio cuenta de esto, con el título “Un nuevo trienio”.
El nuevo personal que regiría los destinos de la Orden durante 1924-1927, estaba formado, según se indicó, por “viejos y expertos masones”. El nuevo Gran Maestro llegaba con las ideas de buscar acercamientos con las Logias de la correspondencia y tener mayor coordinación en el trabajo que se hacía en Logias y Triángulos. Buscaría, además, que los hermanos profundizaran en el conocimiento de la Masonería y que contrarrestaran los ataques que recibía la institución. En el presupuesto que se propuso en esa Asamblea celebrada el 8 de junio de 1924, se proyectó un gasto de diez mil pesos para la revista masónica, para el año masónico 1924-1925.
El Gran Maestro Adeodato García Valenzuela se había desempeñado como Gran Secretario General y miembro del Consejo del Gran Maestro, yhabía, además, dirigido la Imprenta Camilo Henríquez, empresa creada por el Gran Maestro Navarrete y López. Aparte de ser médico y profesor universitario, había sido propietario de la Imprenta y Encuadernación Universitaria.
Al igual que Alfredo Melossi, Adeodato García Valenzuela llegaba a la Gran Maestría convencido de la necesidad de marginar a la Masonería de toda actividad política, para evitar disputas entre hermanos.
El noveno editorial de la Revista Masónica de Chile se tituló “Cultura Masónica” y apareció en el número correspondiente al mes de julio de 1924. Con
él, se invitó a las Logias a “fomentar estudios de diversa índole en el campo de la historia, de la legislación antigua y presente y, sobre todo, en el terreno de la ciencia”, para darlos a conocer, más tarde, por medio de conferencias. Hizo un llamado, además, a que la iniciación solo fuese concedida a jóvenes estudiosos y a hombres cultivados, aunque disminuyese el número de iniciados.
El décimo editorial, titulado “Política y Masonería”, apareció en agosto de 1924. El director, en esta oportunidad, recordó que en las elecciones parlamentarias había triunfado la Alianza Liberal, el conglomerado de partidos que apoyaba al Gobierno, pero que los partidos de avanzada que lo integraban comenzaban a desbandarse y a mostrar signos de desacuerdo, con miras a las próximas elecciones presidenciales. Haciendo una crítica a esta actitud y una mayor crítica a los masones que participaban en política, el editorial continuaba señalando:
Se da como razón la de que los partidos se apresuran a tomar posiciones a propósito de la próxima lucha presidencial. Lo que querría decir que, en nuestro país, los hombres se agrupan más bien alrededor de un hombre que alrededor de una idea o de un conjunto de ideas que sean de vital importancia para el progreso y desenvolvimiento de la Nación. Querría decir, también, que nuestros políticos de hoy se encuentran muy por debajo de los políticos que hace treinta años nos dieron la mayoría de las leyes civiles, porque no son capaces de dictar las otras que las complementan y las leyes sociales que son su continuación. ¿Qué se ha hecho en los últimos años para establecer la precedencia del matrimonio civil al religioso, para legislar sobre el divorcio con disolución de vínculo, para obtener la separación de la Iglesia y el Estado y para que cada uno pueda pensar como se lo indique su conciencia? Muy poca cosa. ¿Qué se ha hecho para regularizar las relaciones entre el capital y el trabajo; para establecer un sistema de protección aduanera a nuestras producciones; para mejorar nuestros métodos de enseñanza, de cultivos, de intercambio, etc., etc.? Mucho menos aún. Estas son las ideas alrededor de las cuales los hombres patriotas, abnegados y libres de prejuicios debieran agruparse. Un bloc formidable
constituido de este modo haría inútil desvelarse a propósito de quién será el próximo Presidente de la República, porque cualquier hombre que asuma la Primera Magistratura será, como hoy, un esclavo de las tendencias que se agiten a su alrededor. ¿Por qué esos hombres que han sido educados en nuestros Talleres y que actúan hoy en la cosa pública no se acercan unos a otros, haciendo uso de esa concordia, de esa discreción, de esa tolerancia, que debieron aprender en el seno de nuestras Logias y que han sido la piedra angular de nuestra Orden en todos los países y en todos los tiempos? O es que la política los ha contaminado de tal modo que les ha hecho olvidarse por completo de los usos de la regla, del compás y de la escuadra? Y si esto fuera así, habría, entonces, conveniencia en que, de cuando en cuando, volvieran al seno de sus hogares masónicos a retemplar sus espíritus, a fortalecer sus corazones y a rememorar las reglas olvidadas.
Con este número, el N°10, de agosto de 1924, se puso término al primer año de la Revista Masónica.
Entre las páginas 317 y 320 fue publicado un índice de los artículos aparecidos en el año que terminaba.
El año II comenzó con el N°11 y su editorial dio cuenta del golpe de Estado que se había producido en Chile:
Cuando terminábamos la primera jornada de nuestra REVISTA MASÓNICA y entregábamos el décimo número de ella al conocimiento de nuestros hermanos y benévolos lectores, como terminación del año 1923-24, nos llega en forma sorpresiva y casi insólita la noticia de haberse reemplazado el actual Gobierno Constitucional, cuyo Presidente ha debido salir del país; de haberse formado una Junta Militar de Gobierno en su reemplazo; y de haberse disuelto las Cámaras de Senadores y de Diputados.
Declaró que Chile entraba a una dictadura y que era deber de los masones, en tanto ciudadanos, buscar que el país volviera a su cauce democrático. Finalizó el artículo diciendo:
Y si como masones, tampoco nos es permitido salir a la arena a esgrimir una espada material de combate, tenemos, sin embargo, la libertad de esgrimir por do quiera las armas de la persuasión y del convencimiento, afianzadas en el estudio, en la historia y en la ciencia; armas que los masones del mundo vienen utilizando con ardor, con perseverancia y sin tregua desde siglos y desde que los Estados han sufrido las asechanzas de la reacción, las omnipotencias de los poderosos y las altanerías de los advenedizos, de los ambiciosos y de los audaces.
No nos engolfemos en si los nuestros procedieron bien o mal; si pudieron haber hecho esto o aquello; si han respetado o no lo juramentos prestados; y si se han amoldado siempre al espíritu de nuestras enseñanzas y doctrinas. Momento llegará en que, producida la calma, realizados los balances y liquidados los saldos se vea el juicio que merecemos los que en una o en otra forma hemos afrontado la situación actual.
Es menester calma, prudencia y sagacidad.
¡Procedamos, pues, como patriotas y como masones!
Este número de septiembre presentó novedades en el diseño de la revista. Al interior de la tapa, trajo una hoja de 19,3 x 13,5 centímetros, con la imagen del Gran Maestro Juan de Dios Arlegui Gorbea, rodeada de viñetas de inspiración masónica. Sobre su parte superior, aparecía la inicial del apellido del dibujante, el famoso José Foradori.
También hubo cambios en la tapa, lugar al que se trasladó el sumario o índice, que hasta entonces se había publicado al interior.
El artículo editorial que hemos citado es el último que podemos atribuir a Aniceto Almeyda Arroyo, pues el Gran Maestro Adeodato García Valenzuela, mediante decreto N°12, del 7 de octubre de 1924, aceptó su renuncia como director
de la Revista Masónica y, en su reemplazo, nombró a Rudecindo Salas Mora, miembro de la R. Logia Cóndor N°9, en cuya oficialidad actuaba como Orador.
Cuando, en 1973, la Revista Masónica de Chile cumplió 50 años, el Gran Archivero de entonces, Manuel Sepúlveda Chavarría, se refirió a la publicación en el período que estuvo bajo la dirección de Aniceto Almeyda Arroyo diciendo:
Una visión muy esquemática de la publicación – la primera oficial de la Masonería Chilena – permite señalar que la componen secciones claramente diferenciadas: una parte destinada a exponer la voz oficial de la institución, que se expresa en editoriales, trabajos y otras notas; otra de gran volumen y extensión, destinada a colaboraciones, muchas de ellas biografías, notas historiográficas, poemas, discursos y, finalmente, una no menos valiosa con reproducciones y traducciones de obras y trabajos de publicaciones de otros orientes.8
Para Manuel Sepúlveda, la causa del cambio de director estuvo asociado al golpe de estado de 1924. Señala al respecto:
La alta marea social que agobia a nuestro país, en 1924, culmina en septiembre con un movimiento militar cuyos ecos, apagados y tenues, retumban, sin embargo en el silencio de nuestros templos. La consideración por algunas Logias y HH.: de estos problemas contingentes – ajenos a nuestras prácticas y enseñanzas – aleja a algunos HH.: de la Dirección Superior y, entre ellos, al H.: Almeyda de la conducción de la Revista […].9
A partir de octubre de 1924, entonces, la Revista Masónica de Chile tuvo un nuevo director, quien, a pesar de lo que pudiese pensarse, continuó la línea editorial del mes de septiembre, criticando a la dictadura militar.
8 Manuel Sepúlveda Chavarría. “Gestación y crecimiento de la Revista Masónica de Chile”. Revista Masónica de Chile. N°8 al 10, septiembre – diciembre de 1973, p. 4.
9 Ibidem.