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Entrevista a Presidenta de la FECH y bisnieta del General René Schneider.

Emilia Schneider PRESIDENTA DE LA FECH Y BISNIETA DEL GENERAL RENÉ SCHNEIDER

“Hoy día queda claro que la unidad de los sectores progresistas de oposición no existe”

La estudiante de derecho y militante del partido Comunes del Frente Amplio, fue elegida presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) en medio de una importante crisis institucional, con una participación del 25,8% del padrón electoral y con poco más de 3.700 votos, asumió la cabeza de la mesa directiva transitoriamente por 6 meses. A menos de un mes de que se cumpla el plazo establecido para llamar a nuevas elecciones, dice estar tranquila con lo realizado, no obstante, no desconoce que es uno de los peores momentos de una Federación que desde su fundación en el año 1906 siempre ha mantenido un rol protagónico en la vida nacional.

Bisnieta del General René Schneider, quien fuera asesinado por el grupo de ultraderecha Patria y Libertad, para impedir la asunción del electo Presidente Salvador Allende, reconoce que esa parte de su historia familiar la marcó políticamente desde muy pequeña y que ser la primera presidenta trans de la federación es importante pero no es el foco principal de su gestión.

Emilia Schneider, defiende con claridad y entusiasmo su trabajo, pero también está consciente que la crisis de la Federación es representativa de lo que vive el país y que POR POR EDUARDO GÁLVEZ ASTORGA Periodista

es tan profunda que se requiere de una cirugía mayor, apelando a la refundación.

–¿Cómo han sido estos meses a la cabeza de la FECH? –Han sido muy intensos, creo que justamente por el momento histórico en que me toca asumir como presidenta. En medio de la crisis, en que el movimiento estudiantil está en un proceso de descomposición, pero también de reinventarse pensando en lo que fue la movilización del 2018, que fueron las movilizaciones feministas por la educación no sexista. Creo que de alguna manera igual aportamos con volver a conectar a la federación con las y los y les estudiantes que se estaban organizando, principalmente con una línea programática desde la campaña, que era el trabajar con disidencias sexuales, que fuéramos una herramienta también para ir articulando esos distintos colectivos, y hacer que la federación se proyectara en estas formas de organización fuera de lo tradicional. Por eso creo que mi mandato no termina de hacerse cargo de la crisis por ninguna circunstancia porque es una cuestión que escapa, sin duda, a lo que una pueda hacer en estos seis meses, pero creo que hemos aportado a eso, principalmente.

–Desde el principio volcarnos un poco hacia la interna sin perder de vista el escenario político nacional porque la Federación siempre ha sido una vocería importante en ese sentido. Eso igual lo logramos en los espacios que se movilizaron. Ahora bien, creo que un paso clave fue haber dado la cara ante los medios de comunicación, ante la sociedad, ante el país de la situación que estaba viviendo la FECH, no negarla pero tampoco permitir que la política tradicional con su vacío, con su misma decadencia, nos apuntara con el dedo a una situación que es de toda la política. Intentamos enmarcar la crisis que vive la Federación en un proceso general de desgaste de las instituciones en Chile, en un proceso de distancia de la política con la sociedad, con en este caso las bases estudiantiles. Una burocratización de la política y un sinsentido también como ejercicio transformador. Creo que fue muy importante situar la crisis ahí y empezar a tirar líneas respecto a qué puede ser una refundación de la federación. Nosotros impulsamos un proceso de discusión que en el largo plazo se podrá evaluar si aportó o no aportó. Pero por lo menos fuimos capaces de adelantar ciertas discusiones, para pensar la federación del futuro.

–¿Cuál es el momento actual del movimiento estudiantil? –El momento del movimiento es más bien un momento

de reflujo. El año pasado las movilizaciones feministas nos dieron la impresión de que había una refundación del movimiento estudiantil muy rápida. Pero la verdad es que esto es un poco más largo y no tiene que ver tan solo con una crisis programática de perder el norte de las demandas que alientan al movimiento, sino que hay que hacerse cargo de la descomposición interna de éste, volver a organizarlo, que los centros de estudiantes, las federaciones vuelvan a ser espacios de encuentro, de diálogo, de proyectar demandas de las y los estudiantes a un conflicto más político o de disputa por el carácter de la universidad y la educación en nuestro país.

Estamos en un momento de volver a constituir el movimiento y ahí yo creo que es clave ver que las demandas feministas todavía son las que hacen más sentido.

–¿Tiene que ver también con el fortalecimiento de la educación pública? –Sí, con su ampliación. Después de la reforma, se sigue la misma tónica en Chile de, claro, más gente puede estudiar en el sistema de educación superior, pero es un acceso a esa educación a través del mercado, a través de becas, como es la beca gratuidad, a través del CAE o este CAE 2.0, que es el endeudamiento. Entonces, con esta reforma se sigue en esa misma línea. Se avanza en ciertas cuestiones desde la Ley de Universidades del Estado. Pero

yo creo que hoy día lo que está pendiente siguen siendo las mismas grandes banderas del movimiento estudiantil: ampliar lo público, fortalecerlo, hacerse cargo de eso. En particular, en este ciclo hemos tenido un Ministerio de Educación con Marcela Cubillos, que la verdad no se ha preocupado de fortalecer lo público y ni siquiera de hacerse cargo de implementar la reforma que ya existe. De alguna manera hemos visto profundizado ese abandono de la educación pública. Parte de esa construcción de educación pública es que queda pendiente la educación no sexista. El plan de equidad de género que presentó la ministra Isabel Plá y la ministra Cubillos en el verano no se hace cargo de ninguna de las demandas que nosotras pusimos en la palestra el año pasado, que en algunas universidades ya se avanzó pero en otras no, y ese debería ser el rol del Ministerio de Educación, hacer avanzar esas cuestiones con los actores sociales, y bueno, para qué hablar de una cuestión que para nosotros en la FECH este año ha sido central, que es la educación sexual integral, que en Chile no existe y que vemos en las altas tasas de violencia, de Vih y dan cuenta de que es una cuestión que se necesita urgentemente.

–¿Por qué no avanzan estos procesos? ¿existe falta de voluntad? –Es ilustrativo lo que pasó con la acusación constitucional de la ministra Cubillos. ¿Por qué no avanzan estas cuestiones? Yo creo que ahí hay que preguntarse

podido hacer avanzar esas demandas. Yo creo que del ciclo anterior tiene harto que ver ahí la voluntad política. Pero hoy día el no poder volver a poner estos temas en la palestra, el no poder hacer avanzar la agenda de “la oposición”, creo que tiene que ver con eso. Creo que hoy día queda claro que la unidad de los sectores progresistas de oposición no existen.

–Antes el termómetro de la política nacional eran las elecciones en la Universidad de Chile, ¿es un mito o los resultados se muestran coherentes con la política nacional? –Son, no diría una representación, pero dan muchas luces del estado actual de la política. Por ejemplo, la baja participación en estas elecciones ya nos empieza a dar líneas de lo que se viene, esta decadencia de las formas de hacer política en Chile, de esta decadencia de las instituciones que requieren una refundación y un nuevo pacto social. No es de sorprenderse que la mayoría de las personas en este sistema tan precarizante y carente de sentido, vivan con problemáticas de salud mental. Pero sí, yo creo que todavía las elecciones de la Federación de la Universidad de Chile son bastante representativas de lo que ocurre en la política y todavía siguen siendo un espacio muy importante para el movimiento estudiantil. La FECH, con toda la crisis, durante el año y en el tiempo que me ha tocado a mí trabajar hemos sido un actor que ha intentado mantenerse relevante en el debate y creo

Por ejemplo, la baja participación en estas elecciones ya nos empieza a dar líneas de lo que se viene, esta decadencia de las formas de hacer política en Chile, de esta decadencia de las instituciones que requieren una refundación y un nuevo pacto social.

primero, sí yo creo que hay un factor ideológico y hay un factor de voluntad política. Hay sectores que han defendido el lucro de la educación, que han defendido la falta de democracia también en establecimientos educacionales y eso nos tiene como resultado este sistema educativo de mercado y sexista. Y yo creo que esos sectores están en lo que fue la vieja Concertación, sin duda están en la derecha. Y ahí hay una cuestión de defensa del mercado educativo. Pero por otro lado creo que cabe preguntarse cuál es la fuerza política que tiene realmente el movimiento o los sectores, las fuerzas, que estamos por las transformaciones, los derechos. El 2013 sin tantos escaños en el parlamento, digamos de una nueva izquierda, sacamos al ministro Beyer, eso fue con fuerza del movimiento social, en las calles, con un movimiento que era claro, que convocaba a las mayorías y yo creo que eso es lo que hoy día nos falta volver a construir, y es por eso también que no hemos

que en alguna medida lo hemos logrado.

–¿Y cómo abordan la baja participación de los estudiantes? –La participación va a la baja desde el gran estallido que fue el 2011, y cómo las movilizaciones del 2018 no logran fortalecer la institucionalidad del movimiento social son desafíos que quedan absolutamente pendientes. Mientras menos gente participa en las elecciones de la federación, y no solamente en esos espacios, en las asambleas, la organización, más mermada se ve tu fuerza de convocatoria, de movilizar, de dar un golpe a la política.

–Y con esta baja participación, ¿quiénes ganan y quiénes pierden? –Pierden las mayorías, perdemos todos los sectores que queremos que haya derechos sociales en Chile, derechos sexuales y reproductivos, quienes creemos que se

tiene que combatir la desigualdad, la precarización de la vida que se vive; perdemos las feministas, los estudiantes, todos los movimientos que se han movilizado en el último tiempo, porque de alguna manera con esta contención que tiene la política para que ningún interés social ni ninguna movilización permee con su lógica, el país no se mueve. Y de alguna manera se hace gobierno, se hace política y se legisla sin estas mayorías. Creo que ahí gana la modernización neoliberal en Chile. Vemos cómo con esta forma de hacer política de la Concertación en adelante, la forma de la transición en adelante, lo único que ha ganado, más allá de la acumulación que puede tener uno y otro sector político, es el neoliberalismo en Chile, es la profundización de esa modernización neoliberal que se instala en dictadura, de esa precarización de la vida, ese modelo se fortalece con esta política impermeable a los procesos sociales.

–¿Aún sostienes que una presidenta trans en la FECH no va a cambiar el país? –(Risas) Esa frase me la han preguntado mucho y yo la dije sin darle vuelta a la sentencia. Yo efectivamente creo que nunca una cuestión individual o una cuota de poder para poblaciones que han sido históricamente marginadas van a cambiar las cosas, menos para la población trans, que es una población que ha vivido históricamente vejaciones, precarización, violación de sus derechos fundamentales y que hoy día siguen matando en las calles. Si bien no cambia un país, más que lo que se hizo del hecho de ser yo la primera trans en algo, fue lo que pudimos hacer desde la federación, de que esta federación por primera vez en su historia se abriera a las organizaciones de disidencia sexual, tanto de la universidad como fuera, como la asamblea de disidencias de la

Universidad de Chile, es una cuestión que se articuló con distintos colectivos en distintos espacios de la universidad y en el cual como federación participamos y aportamos a la construcción de eso.

Hemos aportado a distintas discusiones y eso fue lo relevante. Creo que el hecho de que yo en tanto persona individual esté acá no genera un cambio, pero sí el hecho que desde la presidencia, desde el equipo FECH hayamos impulsado y trabajado junto a otras organizaciones esta línea de la demanda por una educación no sexista, de la organización feminista y las disidencias sexuales, se le puede volver a dar un nuevo sentido al movimiento estudiantil. Creo yo que eso es real, en eso no nos equivocamos. Pudimos acercar la federación a personas que no habían estado cerca y creo que eso fue positivo. Queda de alguna manera para la historia de la FECH.

–Qué rol juega en tu carrera política la figura de tu Bisabuelo Rene Schneider? –La historia de mi bisabuelo es algo que me marcó políticamente desde muy chica. En mi familia se hablaba mucho de la dictadura, de la impunidad, de las violaciones a los derechos humanos. Mi papá, mi abuelo, siempre intentando hacer acciones para terminar con la impunidad que todavía hay en torno al caso de mi bisabuelo. Es parte de mi historia y muy formativo para la política. Creo que el legado que deja mi abuelo hacia el progresismo chileno y el hecho de haber sido un militar que no estaba dispuesto al golpe, a violar la constitución, a cometer todas estas atrocidades que se cometieron en dictadura creo que es muy importante, creo que habla de una persona íntegra, y de la posibilidad en algún momento de recuperar la confianza en ciertas instituciones que hoy día están tan alicaídas. .

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