Agustín Fernandez Paz en GRETEL

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AGUSTÍN FERNÁNDEZ PAZ El Master en Libros y Literatura para niños y jóvenes tiene el honor de contar con Agustín Fernández Paz como segundo autor invitado en esta edición.

AGUSTÍN FERNÁNDEZ PAZ NACE EN GALICIA EN 1947.

Se matricula como Perito Industrial Mecánico, sin embargo descubre que sus oficios están vinculados con ser un maestro de la enseñanza primaria y, haciéndose Licenciado en Ciencias de la Educación, dedicó gran parte de su vida como profesor en diferentes centros. Siendo, hasta hace poco, profesor de Lengua y Literatura Gallega. Con una participación activa en la organización y proyectos estatales de la educación en España, es miembro en 1988 del Gabinete de Estudios para la Reforma Educativa formando parte del equipo de Lengua que preparó los Diseños Curriculares para las etapas de Primaria y Secundaria. Luego, hasta 1995, trabaja como Coordinador Docente de Gallego. También fue asesor del programa SOL, de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y codirector de la Colección "Merlín" de literatura infantil y juvenil. Después, en este constante incentivo por renovar el área pedagógica de su país, se hace miembro fundador de los colectivos Avantar y Nova Escola Galega y participó en la elaboración de numerosos materiales didácticos como O noso galego / Lingua Galega para diferentes niveles escolares. Asimismo es autor de numerosos trabajos sobre la normalización lingüística en la enseñanza, la didáctica de la lengua, la promoción de la lectura, la literatura infantil o la introducción de los medios de comunicación en las aulas. Autor de una prolífera obra (Cuentos por palabras, Luna de Senegal, Un radiante silencio, Muchachas, El laberinto de las palabras, entre otros), ha sido merecedor de varios reconocimientos importantes. Resaltan el Lazarillo, Edebé Juvenil, Rañolas, Merlín, y su introducción a la lista de honor del IBBY, el "Premio Ourense de Banda Deseñada" por un conjunto de escritos sobre el cómics en 1992 y en finalmente en el 2008, el Premio Nacional de Literatura


LEER Y ESCRIBIR: LA CREACIÓN DEL MUNDO (Agustín Fernández Paz, noviembre, 2009) 1. En el año 1963, Álvaro Cunqueiro escribió un breve ensayo, “Imaginación y creación”, al que pertenecen estas palabras: lo propio de un escritor es contar claro, seguido y bien. Contar la totalidad humana, que él por su parte tiene la obligación de alimentar con nuevas miradas. Y si hay algo que esté claro en esa dieta, es que el hombre precisa en primer lugar, como quien bebe agua, beber sueños. Beber sueños como quien bebe agua. ¿Puede haber una definición mejor de la necesidad de la lectura? Y qué curioso: la lúcida idea de Cunqueiro volvemos a encontrarla en boca del estadounidense Paul Auster, al recibir el premio Príncipe de Asturias de las Letras del año 2006: Necesitamos historias casi tanto como el comer, y sea cual sea la forma en que se presenten -en la página impresa o en la pantalla de la televisión- resultaría imposible imaginar la vida sin ellas. O, por citar una nueva coincidencia, Juan José Millás reiteraba la misma idea en una de sus columnas para EL PAÍS: Desde que el mundo es mundo, mientras unos amasan el pan que comemos por la mañana, otros urden las historias que devoramos por la noche. Estamos hechos de pan y de novelas. Cunqueiro, Auster, Millás… Es la misma idea reiterada una y otra vez. Como comer, como beber agua, como el pan de cada día: imágenes luminosas para ilustrar la necesidad de la lectura. Todas las personas necesitamos historias, todas tenemos sed de palabras; debe de ser una característica inscrita en el ADN de la humanidad. Precisamos las historias para entender el mundo y para entendernos; para vivir otras vidas, para maravillarnos de todo lo que la existencia nos da. Pues los libros contienen los sueños, las pasiones, los miedos, las risas; en ellos están la imaginación, los sentimientos y experiencias de las personas, de las que viven ahora en cualquier lugar del mundo y de las que desaparecieron hace muchos años. Y, aunque están muy bien todas las pantallas que inundan nuestras casas, aunque a través de ellas también nos lleguen historias que calman nuestra sed, lo cierto es que el origen de todas está en los libros y, antes de ellos, en la palabra oral.


2. Si tuviera que definirme en pocas palabras, diría que soy una persona que encuentra placer en inventar historias y contarlas por medio de la escritura. Un contador de historias, aunque esto siempre debería colocarlo en segundo lugar, porque lo que a mí de verdad me gusta es leer lo que escriben otras personas. Y leer y escribir, ya se sabe, son como las dos caras de una misma moneda. Me encanta que me cuenten historias. De viva voz, a través de las páginas de un libro, en la oscuridad de los cines o en el brillo frío de cualquier pantalla. Supongo que esto viene de mi infancia, de esa patria a la que nunca dejamos de pertenecer. Formo parte de una generación que, como ahora los dinosaurios, será pronto una especie extinguida: la generación de las personas que vivimos la infancia sin la presencia de la televisión y crecimos con las narraciones orales que se contaban alrededor de la cocina de hierro, en el tiempo de invierno, o al aire libre, bajo las estrellas, en las noches de verano. Los años de la niñez tienen una importancia especial, y no lo digo porque una parte de los libros que escribo se encuadre en lo que, para entendernos, llamamos literatura infantil. Rilke escribió que la patria de una persona es la infancia y Pessoa afirmaba que la patria de un escritor era su lengua. En mi caso, lengua e infancia me llevan a mis años en Vilalba, cuando asistí a la creación del mundo y fui descubriendo los nombres de las cosas, en ese proceso maravilloso que tiene lugar durante los primeros años de vida de cualquier persona. Las historias eran una parte importante de aquel tiempo. Estaban en las palabras de mi tribu, y en los escasos libros, y en los tebeos, y en los seriales de la radio, y en el cine, en las películas inolvidables que tanto nos fascinaban. Eran años amargos, la posguerra española no fue nada fácil, pero aquellos mundos construidos con palabras e imágenes nos ayudaban a vivir.

3. Para hablar de mi pasión por la lectura, tengo que recordar a mi padre, pues a él le debo ser lector y, más tarde, escritor. Como ya lo he contado en otro lugar, reproduzco aquí las palabras que escribí hace algunos años: (…)“Ahora tiene el libro abierto y, mientras pasa las páginas, le habla a su hijo más pequeño de las maravillas que, como si fuera una lámpara mágica, encierra aquel volumen. “Pronto podrás leerlo”, le dice al niño, “y entonces verás como es cierto todo lo que te he contado”. Y el niño, contagiado por el entusiasmo que desprenden los ojos y las palabras de su padre, desea que pasen veloces los días, para poder entrar en el espacio de La isla misteriosa de Jules Verne, pues ese es el libro, uno de los que forman la biblioteca paterna, si es que se le puede llamar así a los dos estantes que guardan unos pocos volúmenes, un tesoro para aquellos tiempos: Verne, Poe, Salgari, Dumas, Mark Twain, Puskhin... Todas ediciones viejas y gastadas, aunque algunas aparezcan protegidas por las nuevas tapas que les han puesto las manos cuidadosas de un encuadernador amigo. Libros que, en un proceso de seducción guiado sólo por la intuición y el entusiasmo, sirvieron para que aquel niño quedase contagiado para


siempre por el deseo de leer. Todo tan natural y espontáneo como el simple hecho de beber un vaso de agua para apagar la sed. Aquel niño de los años cincuenta era yo, y aquel carpintero, que además tocaba la trompeta en una de las dos orquestas del pueblo, era mi padre. De él aprendí que la lectura, por encima de todo, nos ayuda a vivir; pero también que nos sirve para conocer otros mundos y otras vidas, y que es la vía idónea para expandir el territorio sin límites de la imaginación. No experimenté nada de eso en la biblioteca pública (porque no la había; cómo iba a haberla si los que nos gobernaban consideraban que los libros nos podían corromper o provocarnos pensamientos peligrosos), y tampoco en la escuela (donde apenas había unos pocos libros, entre ellos los ejemplares repetidos de El Escudo Imperial que usábamos para la lectura colectiva, una obra de la que, todavía hoy, puedo recitar fragmentos enteros de memoria), a pesar de haber tenido un maestro que, en aquel contexto hostil, fomentaba con entusiasmo mi gusto por inventar y escribir historias. Donde experimenté ese placer fue en mi casa, de la mano de mi padre. Con aquellos escasos títulos, en las pocas horas libres que le dejaba el trabajo, nos transmitió a mis hermanos y a mí el vicio de leer. El ingeniero Ciro Smith, el capitán Grant, lady Mariana y tantos otros personajes de papel fueron para mí tan reales como las personas del mundo que convencionalmente llamamos verdadero. Ese primer estadio, el del entusiasmo ante lo que lees, semejante al que tan bien describe Michael Ende en La historia interminable, me lo contagió mi padre. Porque la lectura es un placer que se contagia, como la gripe o la rubéola. Y quizá sea este un aspecto sobre el que tengamos que reflexionar hoy, pues sólo pueden contagiar quienes antes hayan experimentado en su carne ese mismo placer.

4. Aquí, negro sobre blanco, rigen otras leyes. (…) Nada sucederá si yo no lo ordeno.Contra mi voluntad no caerá la hoja,ni una hierba se inclinará bajo la pezuña del punto final.(…)Alegría de escribir.Poder de eternizar.Venganza de una mano mortal. Estos versos pertenecen a “La alegría de escribir”, uno de los poemas más hermosos de la escritora polaca Wislawa Szymborska. Una declaración de amor a la escritura y a la creación literaria. Porque cuando escribimos ponemos en pie un mundo autónomo, original e irrepetible. Un mundo que se nutre del que convencionalmente llamamos mundo real, pero que tiene sus propias leyes y que nos ayuda a mirar de otra manera la realidad. Y, como bien sabe cualquier lector, nos ayuda también a soñar y a vivir. La lectura y la escritura son las puertas que nos permiten entrar en esos mundos autónomos. Dos realidades indisociables, algo que nunca debemos olvidar, "porque es escribiendo como se desatan los mecanismos de la lectura", en palabras de la argentina Zulema Moret. El acto de crear un relato o un poema por medio de la escritura tiene algo de irracional y maravilloso que quizá sirva para explicar el afán que nos lleva a estar horas y horas ante el papel o la pantalla del ordenador, a la búsqueda de un texto


donde, por decirlo con palabras de Luís Cernuda, consigamos que sea cada vez más corta la distancia entre la realidad y el deseo. 5. La idea de que la literatura se teje con los hilos de la vida me parece esencial. La vida, en sentido amplio, es el único material que tengo a mano para articular mis libros, todo sale de ella. Desde las tramas, que me sirven para expresar mi visión del mundo, hasta la manera de escribirlos, con mi experiencia de lector como telón de fondo. Porque mis historias son inventadas, naturalmente, aunque se nutran de materiales de mi biografía, metamorfoseados de una manera más o menos intensa en el proceso de escritura. Las historias que escribo son siempre una extensión de mí mismo. Que las historias salgan de mi vida no es una limitación. Al revés, se trata de lo único original que puedo aportar a las personas que viven conmigo y a las que vivirán cuando yo ya no esté, si es que alguien lee entonces mis libros. El procedimiento que más me gusta es imaginar historias que suceden en un contexto realista pero en las que, de un modo u otro, irrumpe algún elemento fantástico. El empleo de elementos fantásticos tiene una alta rentabilidad literaria. Sirve para hablar de la realidad con una profundidad mayor, desvelando aspectos que con el realismo estricto sería más difícil. El paradigma puede ser La metamorfosis de Kafka; pocas veces la incomunicación y la violencia de las estructuras familiares y sociales se trataron con tanta profundidad, por fijarnos sólo en dos aspectos de una obra inagotable. En mi caso, lo fantástico, por lo que tiene de atractivo y por la libertad que te da, me permite un acercamiento más sencillo a temas difíciles de abordar, sobre todo para unos lectores en formación, como son los de la LIJ. Uso el elemento fantástico como un modo de desvelamiento de la realidad.

6. En los últimos veinte años he escrito más de cuarenta libros, hubo épocas en las que escribí como si se me fuera a acabar la vida, un ansia que ahora está mucho más atenuada. Siempre intento que mis novelas funcionen como un iceberg, del cual el texto es sólo la parte visible, y que pidan la participación activa del lector. Cuando decido escribir una historia determinada es porque responde a mis preocupaciones o a mis obsesiones. Lo que aparece en mis novelas responde a la visión del mundo que tengo, al tiempo y al lugar en el que me tocó vivir. Otra cuestión es que, formalmente, trate de explorar nuevos caminos, algo a lo que siempre hay que estar dispuesto. Hay aspectos de mis libros de los que no soy yo quien debe hablar. Para analizarlos, criticarlos, valorarlos... siempre es mejor una mirada externa. No obstante, existen algunas cuestiones básicas que, si no las cuento yo, nadie más las puede contar. Una de ellas es la génesis de cada libro, el momento en que se concretan las ideas que quieres abordar, el Big-Bang que contiene lo que luego será el texto. En mi caso, lo que hace que se ponga en marcha el proceso casi siempre es un hecho de la vida cotidiana. No es preciso que sea nada extraordinario, lo que lo hace diferente es la mirada con la que lo contemplo. Muchas veces son experiencias que olvido al poco tiempo. Pero hay casos en los que esa experiencia queda en el cerebro, se asienta en él y acaba por convertirse en una obsesión que pide salir fuera. En ese momento es cuando


comprendo que tengo delante un posible libro, que luego escribiré o no, porque la vida es muy breve y ni de lejos podría disponer de tiempo para desarrollar todas las ideas y obsesiones que me vienen a la cabeza. Si me decido a escribirlo, entonces el proceso sí que es muy semejante: la creación de una trama que le dé vida a lo que quieres expresar, la progresiva definición de los personajes, el proceso de documentación, las fichas previas, la escritura del primer borrador, las dudas que van apareciendo, las sucesivas revisiones... Como en la vida, siempre es igual y siempre es diferente.

7. Donde más cómodo me siento es cuando escribo libros de los que yo llamo "de frontera"; es decir, libros que suelen publicarse en colecciones juveniles pero que también le pueden interesar a un lector adulto. Y las que me resultan más difíciles son las narraciones para primeros lectores, un terreno que no considero nada fácil; se trata de textos que tienen que ser formalmente sencillos y, al tiempo, contar una historia sugestiva y que refleje una visión original del mundo. Varios de mis libros (Aire negro, El centro del laberinto, Corredores de sombra, Lo único que queda es el amor...) podrían estar publicados en alguna colección de la llamada literatura de adultos. Pero mi opción es que estén en colecciones juveniles; de esta manera llego a un sector de los lectores que me interesa mucho, la juventud; y si no existieran los prejuicios sociales que hay sobre la LIJ, no tendría que tener ningún problema en llegar a los lectores adultos. Es una opción con la que me siento cómodo, no tengo intención ninguna de modificarla en el futuro. Me siento muy lejos del concepto de literatura juvenil como una literatura menor. Hace años que, junto con bastantes más personas, estoy empeñado en una lucha explícita por la dignificación de esta literatura; una lucha lenta, pero que en los últimos años ya ha dado sus frutos. Hace una década, los escritores de LIJ éramos invisibles, no existíamos; y, si se hablaba de nosotros, era para hacerlo desde una mirada que llevaba aparejada una cierto minusvaloración. Ahora somos parcialmente visibles y se constata un cambio de mentalidad, aunque algunas miradas de menosprecio sobre la LIJ sigan estando ahí.

8. La literatura tuvo, y tiene, una presencia grande en mi vida. También el cine y los cómics, de los que no hablaré aquí para no alargarme en exceso. Me recuerdo leyendo en todas las etapas de mi biografía, en unas con más intensidad que en otras. La escritura es secundaria si la comparamos con la lectura, si algo soy es lector. Es lógico que esta experiencia lectora aparezca reflejada en mis libros, muchas veces de una manera explícita. En mis novelas siempre hay algún personaje al que le apasiona leer. Es, digamos, unas de las marcas de la casa. Eso me vale para poder hablar de los títulos que me gustan y que deseo compartir. Y al tiempo me sirve para caracterizar mejor a los personajes, pues la sentencia de Borges ("yo soy los libros que he leído") también es cierta para ellos.Además, estos referentes literarios me valen para desmentir muchos tópicos sobre los adolescentes: ese lugar común de que leen menos que antes, o de que no leen, o que no se pueden enfrentar a lecturas difíciles porque no las entienden. De modo deliberado, intercalo en las tramas de mis libros poemas que no son nada


fáciles: por ejemplo, un fragmento de los Cuatro Cuartetos, de T. S. Eliot. O poemas de Pessoa, de Neruda, de Valente, de Yeats… Pues bien, todavía no he encontrado un lector que me haya manifestado su extrañeza o su dificultad por esta cuestión; más bien al revés, si he de juzgar por las cartas y correos electrónicos que recibo. Tópicos y prejuicios sobre la lectura y los jóvenes que la experiencia, como docente y como escritor, me ha enseñado que no son ciertos.

9. A mis libros se les aplica con frecuencia el calificativo de ideológicos porque en muchos de ellos abordo cuestiones sociales desde una perspectiva crítica y transformadora. No me molesta, siempre que se aclare que cualquier obra de creación posee una fuerte carga ideológica, porque refleja una visión del mundo y de la sociedad. Por un momento, pensemos en los libros a los que no se les asigna ese calificativo. Por ejemplo, en la tópica historia, que puede servirnos de paradigma, en la que la Mamá Rata está en casa (una casa como las de las películas americanas de Doris Day), toda relajada, con su mandil y sus electrodomésticos, y decide hacerles una tarta en el horno a sus ratoncillos. Y después llega Papá Ratón de la oficina, con su corbata y la cartera rebosante de papeles, y saluda a su cariñosa esposa y a los hijos, y todos juntos se sientan a la mesa y comen la tarta que la esposa preparó. ¡Qué tierno! Pero ese texto, y sus ilustraciones, están empapados de una ideología que defiende los valores de una clase muy concreta. Lo que pasa es que cuando esa ideología coincide con la dominante se vuelve transparente, parece no existir. Qué suerte, que sí se note en mis libros.

10. La lectura no sólo nos ayuda a crecer como personas, sino que también es imprescindible para construir una sociedad mejor, más justa, con ciudadanos críticos y responsables. Sabemos que la lectura es una conquista que requiere tiempo y energía. Por eso se precisan políticas activas de promoción del libro, no basta con las buenas palabras. Se precisa de una red de bibliotecas atractivas, se precisa que los poderes públicos apuesten por la lectura, se precisa reconocer y apoyar el papel que los mediadores hacen en los distintos ámbitos, desde las librerías, las bibliotecas, las aulas, las familias. Muchas voces afirman que vivimos tiempos difíciles para el libro y la lectura. Sobran razones para decirlo, pero yo prefiero fijarme en los muchos síntomas que invitan a la esperanza. La infancia y la juventud nunca tanto leyeron como hoy; Internet está siendo un inesperado aliado en la extensión de la lectura; desde los poderes públicos comienza a haber algo más que medidas propagandísticas. El editor Manuel Bragado afirma que “leer es una urgente necesidad pública y privada. Una persona que no lee limita sus posibilidades de apropiarse de las claves del lenguaje, indispensables para la construcción del conocimiento y para la comprensión del mundo. Una sociedad donde la lectura no esté extendida está limitando su libertad y su vitalidad democrática”. Por eso la promoción de la lectura tiene que formar parte de las prioridades estratégicas de cualquier sociedad democrática. Por eso es importante que las administraciones apoyen de una manera decidida leyes y medidas que favorezcan la biodiversidad cultural, tanto a través del libro tradicional como a través de la Red. Por


eso es urgente y necesaria esta revolución silenciosa en la que tantas personas andamos embarcadas. La revolución de la lectura, tan necesaria para conseguir una sociedad más democrática, más justa, más feliz.

LIBROS Y PUBLICACIONES: BIBLIOGRAFÍA de Agustín Fernández Paz en el Centro de Documentación del Banco del libro.

MUCHACHAS / Agustín Fernández Paz; Trad: Xavier Senín .-- 1ra. ed .-- Madrid (España) : Anaya, 2006.-- 143 p. 23 cm; Traducción; Español.-- (Espacio Abierto, 117) ISBN 84-667-4727--3 UN RADIANTE SILENCIO / Agustín Fernández Paz; Ilust: Pablo Auladell .-- 1ra. ed .-- Madrid (España) : Anaya, 2006.-- 70 p. 23 cm; il; Traducción; Español.-- (Espacio de la lectura, 6) ISBN 84-667-5205--6 LO UNICO QUE QUEDA ES EL AMOR / Agustín Fernández Paz; Ilust: Pablo Auladell .-- 1ra. ed .-- Madrid (España) : Anaya, 2007.-- 175 p. 22 cm; il, color; Original; Español ISBN 978-84-667-6482-7 RAPAZAS / Agustín Fernández Paz; Ilust: Miguelanxo Prado; Trad: Maria Jesús Senín Fernández .-- 1ra. ed .-- Salamanca (España) : Lóguez, 1996.-- 104 p. Il; Traducción; Español.-- (La joven colección, 49) ISBN 84-85334-93-0 TRECE AÑOS DE BLANCA / Agustín Fernández Paz; Ilust: Manuel Uhía; Trad: Rosa García Vilariño .-- Barcelona (España) : Edebé; Fundación Editorial Salesiana, 1994.-- 97 p IL Rectangular Rústico Cosido Mate Traducción; Español.-- (Periscopio, 18) ISBN 84-236-3707-7 CUENTOS POR PALABRAS / Agustín Fernández Paz; Trad: Rafael Chacón Calvar .-- 2da. ed .-- Madrid (España) : SM, 1992.-- 135 p. il; Español.-- (El Barco de vapor : Oro, 2) MI NOMBRE ES SKYWALKER / Agustín Fernández Paz; Ilust: Agustín Fernández Paz .-- 1ra. ed .-- Madrid (España) : SM, 2003.-- 91 p. 19 cm; il; traducción; Español.-- (El Barco de vapor : A partir de 9 años, 164) ISBN 84-348-9645-1


EL CENTRO DEL LABERINTO / Agustín Fernández Paz; Trad: Soledad Carreño Albín .-- 2da. ed .-- Alzira (España) : Algar, 2003.-- 222 p. 20,5 cm; Traducción; Español.-- (Algar Joven : 8) ISBN 84-95722-09-7 LA CIUDAD DE LOS DESEOS / Agustín Fernández Paz; Ilust: Manolo Uhía; Trad: Maribel G. Martínez .-- 1ra. ed .-- Salamanca (España) : Lóguez, 1997.-- 46 p. Il; Rectangular; Cosido; Bond; T; Español.-- (La joven colección) ISBN 84-89804-04-4 LONXE DO MAR / Agustin Fernandez Paz; Ilust: Fran Jaraba .-- 1ra. ed .-- Zaragoza (España) : Edelvives, 1991.-- 61 p. il; Color; Gallego.-- (Ala delta : Azul, 7) ISBN 84-263-2029-5 AMOR DE LOS QUINCE AÑOS, MARILYN / Agustín Fernández Paz; Trad: Alfonso Chacón .-- 1ra. ed .-- Madrid (España) : SM, 1998.-- 151 p. Traducción; Español.-- (El Barco de vapor : A partir de 12 ños, 96) ISBN 84-348-5271-3 A CIDADE DOS DESEXOS (LA CIUDAD DE LOS DESEOS) / Agustin Fernandez Paz; Ilust: Manolo Huia .-- 1ra. ed .-- Vigo (España) : Xerais, 1989.-- 56 p.il; Gallego.-(Merlin) ISBN 84-7507-402-2 CONTOS POR PALABRAS (CUENTOS POR PALABRAS) / Agustin Fernandez Paz; Ilust: Miguel Vigo .-- 2da. ed .-- Vigo (España) : Xerais, 1992.-- 107 p. il; Gallego.-- (Merlin) ISBN 84-7507-557-6 AS FLORES RADIACTIVAS (LAS FLORES RADIACTIVAS) / Agustin Fernandez Paz; Ilust: Miguelanxo Prado .-- 1ra. ed .-- Vigo (España) : Xerais, 1990.-119 p. il; Gallego.-- (Merlin) ISBN 84-7507-454-5 EN EL CORAZON DEL BOSQUE / Agustín Fernández Paz; Ilust: Miguelanxo Prado; Trad: Rafael Chacón .-- 1ra. ed .-- Madrid (España) : Anaya, 2001.-- 144 p. Il Color Traducción; Español.-- (Sopa de libros, 48) ISBN 84-207-1282-5; 978-84-207-1282-6 CON LOS PIES EN EL AIRE / Agustín Fernández Paz; Ilust: Miguelanxo Prado; Trad: Rafael Chacón .-- 1ra. ed .-- Madrid (España) : Anaya, 2001.-- 80 p. Il; Color; 20 cm.; T; Español.-- (Sopa de libros : A partir de 10 años, 62) ISBN 84-667-0614-3 UN TREN CARGADO DE MISTERIOS / Agustín Fernández Paz; Ilust: Enjamio .-1ra. ed .-- Madrid (España) : Anaya, 2004.-- 87 p. 20 cm; il, color; original; Español.-- (Sopa de libros : A partir de 6 años, 97) ISBN 84-667-3688-3


LA ESCUELA DE LOS PIRATAS / Agustín Fernández Paz; Ilust: Luis Filella; Trad: María Xesús Fernández Fernández .-- 1ra. ed .-- Barcelona (España) : Edebé, 2005.-159 p. 20 cm.; il, color; Traducción; Español ISBN 84-236-7325-1 LA PASTELERIA DE DOÑA REMEDIOS / Agustín Fernández Paz; Ilust: Mabel Piérola; Trad: Isabel Soto .-- 1ra. ed .-- Barcelona (España) : Edebé, 2008.-- 60 p. 20 cm; il, color; Traducción; Español.-- (Tucán : A partir de 6 años, 16) ISBN 978-84-236-8863-0 TRES PASOS POR EL MISTERIO / Agustín Fernández Paz; Trad: Rafael Chacón .- 1ra. ed .-- Madrid (España) : Anaya, 2009.-- 166 p. 23 cm; Traducción; Español.-- (Espacio Abierto, 139) ISBN 978-84-667-8438-2


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