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Salud & Mente
¿QUÉ TANTO SABEMOS SOBRE EL DUELO?
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Las palabras duelo y muerte suelen tener un sentido ambiguo para los seres humanos. Por un lado, es una respuesta natural, individual y universal por la que todos hemos pasado o tenemos que pasar en algún momento, y a su vez, es un tema censurado y estigmatizado del que se habla y se conoce poco. De esto deriva de que en nuestra cultura estamos poco familiarizados con la muerte, favoreciendo así, que un proceso natural se convierta en patológico, a pesar de poder celebrarla con nuestras tradiciones de día de muertos o el “Hanal Pixán”.
El duelo es el proceso psicológico al que nos enfrentamos tras una pérdida, algo que todos vivimos a lo largo de nuestra vida y a veces, sin darnos cuenta. Consiste principalmente en la adaptación emocional a éstas. Es una experiencia compleja que engloba también factores fisiológicos, cognitivos y comportamentales, por mencionar algunos. Aunque el duelo se asocia inmediatamente a la muerte, las pérdidas pueden ser muy diversas: rupturas de pareja, cambios de domicilio, pérdida de trabajo, pérdida de algún objeto importante, procesos de enfermedad terminal, amputaciones, pérdida de funciones fisiológicas, entre otros. Incluso, en niños y adolescentes podemos observar el proceso de duelo en sus diferentes etapas. Por ejemplo, al dejar el chupón o la sabanita preferida, la pérdida de una mascota, el cambio de etapa de desarrollo (de la infancia a la adolescencia o adultez, con todos los cambios que esto conlleva), cambio de escuelas o de ciudad, pasar de la primaria a la secundaria, etc. Cada persona experimenta el duelo de una forma diferente. Generalmente, una persona siente el duelo en olas o ciclos. Esto significa que hay períodos de sentimientos dolorosos e intensos que aparecen y desaparecen. Las personas pueden sentir que están progresando en el duelo cuando sienten menos dolor de forma temporal. Pero después de un tiempo, pueden volver a atravesar el duelo. Tales cambios pueden ocurrir en fechas importantes, como fiestas, eventos trascendentales, cumpleaños o aniversarios luctuosos. A lo largo del tiempo algunas personas experimentan estos ciclos de duelo con menor frecuencia mientras se adaptan a la pérdida.
Es importante mencionar que existen varios autores que explican diferentes modelos sobre el proceso de duelo, una de ellas es la Psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, quien divide
este proceso en 5 etapas: 1. Negación: Es una reacción que se produce de forma muy habitual inmediatamente después de la pérdida, con frecuencia junto a un estado de shock o desgaste emocional e incluso cognitivo. «Esto no me puede estar pasando, no a mí». 2. Ira: Va asociado a sentimientos de frustración y de impotencia con respecto a la propia capacidad de modificar las consecuencias de la pérdida. Dicha frustración conlleva a su vez la aparición de enfado y de ira.
Durante la etapa de ira la persona busca atribuir la culpa de la pérdida a algún factor, como puede ser otra persona o incluso uno mismo. El proceso de duelo implica la superación de la frustración y del enfado. «¿Por qué a mí? ¡No es justo!» 3. Negociación: La persona guarda la esperanza de que nada cambie y de que puede influir de algún modo en la situación. Un ejemplo típico son los pacientes a quienes se les diagnostica una enfermedad terminal e intentan explorar opciones de tratamiento a pesar de saber que no existe cura posible, o quienes creen que podrán volver con su pareja si empiezan a comportarse de otra manera. «Haré cualquier cosa por…» 4. Depresión: En este período, la persona empieza a asumir de forma definitiva la realidad de la pérdida, y esto genera sentimientos de tristeza y de desesperanza junto con otros síntomas típicos de los estados depresivos, como el aislamiento social o la falta de motivación. El hecho de perder a un ser querido, de enfrentarse a la propia muerte y otras causas del duelo, puede hacer que la vida deje de tener sentido para la persona, al menos durante un tiempo. 5. Aceptación: Llegada de un estado de calma asociado a la comprensión de que la muerte y otras pérdidas son fenómenos naturales en la vida humana. La fase de aceptación supone la normalización de estos sentimientos de tristeza. Aprender a vivir con ello sin que afecte la vida cotidiana de manera patológica.
El duelo no es lineal. Pueden experimentar primero un sentimiento, luego otro y, después de un tiempo, regresar al primero. Como tal, no tiene una duración exacta, todo depende de cada persona. Se estima que puede durar entre 1 y 2 años. Cuando el duelo por una pérdida dura demasiado tiempo (más de 2 años) y los mecanismos de defensas naturales para superar la pérdida parecen fallar, podemos encontrarnos ante un duelo patológico.
Este estado emocional puede influir de forma muy intensa en nuestra salud física y mental. En este caso, buscar apoyo terapéutico con un tanatólogo nos puede ayudar a identificar nuestros sentimientos y afrontar la situación, sabiendo que la terapia para el duelo permite una recuperación plena de la persona, con el objetivo de cerrar ciclos pendientes.
El proceso de la terapia es favorable para integrar emocionalmente la pérdida y vivirla como parte natural de la vida, reconociendo el dolor que nos ha provocado la pérdida, pero siendo capaz de seguir adelante, generando nuevas y sanas expectativas emocionales.