EL ARTE DEL MAREAR. Privilegios de galera y saludables consejos a los navegantes

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A GALERAS A REMAR LA VIDA COTIDIANA EN LAS GALERAS ESPAÑOLAS DE LOS S. XVI Y XVII

MARCOS SAMPER

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE NAPOLEÓN

WALTER SCOTT

ALMOGÁVARES LOS CATALANES Y ARAGONESES QUE CONQUISTARON ORIENTE

FRANCISCO DE MONCADA DIFERENTES PARECIDOS CERVANTES Y SHAKESPEARE

MARTÍN SACRISTÁN

EL GENERAL QUE SE ALIÓ CON LAS ARAÑAS

ÁNGEL S. CRESPO

SI ERES GATO, SALTA DEL PLATO COMER Y BEBER EN TIEMPOS DE CERVANTES

ÁNGEL S. CRESPO/ISABEL PÉREZ MIL GUADARRAMAS LA SIERRA HECHA PALABRA

EQUIPO EDIT. GUADARRAMISTAS 101 CURIOSIDADES DE LA HISTORIA DE LA SIERRA DE GUADARRAMA

ÁNGEL S. CRESPO

SU SANTIDAD PECADORA

MARTÍN SACRISTÁN

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El Arte del Marear no es solo una pequeña

obra imprescindible en la biblioteca de los amantes de la navegación y del mar, es una joya de la que el lector curioso disfrutará porque invita a subirse a bordo de las legendarias galeras españolas del s. XVI. Y una vez a bordo, podemos conocer de cerca a sus moradores, sus costumbres, sus penalidades... A través de este centenar de páginas que Guadarramistas Editorial ha tenido el placer de reeditar, el lector encontrará numerosas máximas que el autor llama “privilegios” y “saludables consejos”, escritas en su tiempo para que el navegante supiera de la terrible vida de aquellas prisiones flotantes llamadas galeras, unas embarcaciones que protagonizaron la navegación en el mar Mediterráneo durante los siglos XVI y XVII, siempre vigilantes a los ataques de la piratería berberisca o a las incursiones otomanas. En este libro se dan cita las escabrosas relaciones con unos oficiales que no siempre eran un dechado de virtudes; el trato con lo que se denominaba “chusma”, compuesta por esclavos y galeotes o forzados a la pena de galeras; la presencia de buenas boyas u hombres libres que se enrolaban como remeros con la finalidad, muchas veces, de escapar de cuitas personales o de huir de la justicia. Aparecen hombres de guerra, los de los famosos Tercios de España, y algún que otro pasajero, como lo fue el propio autor, Antonio de Guevara, que en tal condición conoció el submundo de la galera, sus reglas, la terrible alimentación, el maltrato a los esclavos y galeotes, los delitos, los castigos y la pésima higiene que hacía desprender tal hedor que se decía que la galera podía ser olida antes que vista.

ANTONIO DE GUEVARA

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EL ARTE DEL MAREAR

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PRIVILEGIOS DE GALERA Y

SALUDABLES CONSEJOS A LOS

EL

NAVEGANTES

ARTE DEL

MAREAR ANTONIO DE GUEVARA

Fray Antonio de Guevara

nació en Treceño, Cantabria, en 1480. Escritor y eclesiástico, fue uno de los autores de mayor influencia en el sigo XVI y podemos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que estamos ante un auténtico número uno de las letras de su tiempo, ya que su obra fue traducida, reeditada y leída en toda Europa. Siguió la carrera eclesiástica, tal vez más por obligación que por devoción. En 1521, Carlos I lo nombró predicador de su casa y a comienzos de 1527, lo convirtió en su cronista oficial. Su estilo literario es único, a veces sarcástico, otras veces instructivo y, siempre, profundamente descriptivo. Emplea Guevara ese magnífico español que tanta gloria daría a las letras españolas durante el Siglo de Oro. Aunque religioso de profesión, no se encuentra en su obra un marcado carácter teológico, sino más bien, una sosegada reflexión acerca de la realidad, de la dureza de la vida y de quienes la sufren sin otros recursos que su propia resistencia.

ANTONIO DE GUEVARA Guadarramistas Historia Guadarramistas Historia


EL DEL

ARTE

MAREAR

ANTONIO DE GUEVARA


© De la Edición: Guadarramistas Editorial/ A.S.C. Imagen de portada: Galeras turcas en la batalla. Título original: Arte del Marear y de los inventores della con muchos avisos para los que navegan en ellas. ANTONIO DE GUEVARA

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COORDINACIÓN de esta EDICIÓN: Isabel Pérez

EDICIÓN COMENTADA Y ANOTADA POR: Ángel Sánchez Crespo

ISBN: 978-84-945082-7-1 Depósito Legal: M-34147-2016 -Impreso en España/Printed in Spain

MAQUETACIÓN Y DISEÑO de PORTADA: Equipo de diseño de Guadarramistas Editorial


EL DEL

ARTE

MAREAR

PRIVILEGIOS DE GALERA Y SALUDABLES CONSEJOS A LOS NAVEGANTES

ANTONIO DE GUEVARA


Índice Prólogo del Editor

8

Carta del Autor al Ilustre Señor Don Francisco de los Cobos

14

Introducción del autor acerca de los inventos del arte del marear y de los trabajos de la galera

20

capítulo I

24

De las cosas muy monstruosas que cuentan muchos historiadores en cosas de galeras

capítulo II

30

De los primeros inventores de galeras y de cuándo y cómo comenzaron en el mundo

capítulo III

38

De cuán peligrosa cosa es el navegar y de muchos filósofos que nunca navegaron

capítulo IV De muchos y muy famosos corsarios que hubo por la mar

44


capítulo V

50

De muchos y muy grandes privilegios que tienen las galeras

capítulo VI

58

De otros veinte trabajos que hay en la galera capítulo VII

68

De otros más trabajos y peligros que pasan los que andan en galera capítulo VIII

76

Del bárbaro lenguaje que hablan en las galeras capítulo IX

80

De una sutil descripción de la mar y de sus peligrosas propiedades capítulo X De las cosas que el mareante se ha de proveer para entrar en la galera

84


Prólogo del Editor

F

ray Antonio de Guevara (Treceño, Cantabria, 1480 - Mondoñedo, Lugo, 3 de abril de 1545) fue un escritor y eclesiástico español. Fue uno de los autores de mayor influencia en el sigo XVI y podemos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que estamos ante un auténtico número uno de las letras de su tiempo, ya que su obra fue traducida, reeditada y leída en toda Europa.

Siguió la carrera eclesiástica, tal vez más por obligación que por devoción. Como segundo hijo de una familia noble y, siguiendo la costumbre de su tiempo, estaba predestinado a ingresar en el el estamento religioso. Aún así, recibió estudios en la Corte “a do me crié, crecí y viví algunos tiempos, más acompañado de vicios que no de cuidados”.


En 1521, Carlos I le nombra predicador de su casa. “En estos tiempos pasados vi la corte del emperador Maximiliano, la del Papa, la del rey de Francia, la del rey de romanos, la del rey de Inglaterra, y vi las señorías de Venecia, de Génova y de Florencia, y vi los Estados y casas de los príncipes y potentados de Italia; en todas las cuales cortes vi grandes cosas que notar y otras dignas de contar; por manera que me han de creer como a hombre que vio lo que escribe, y experimentó lo que dice”.

A comienzos de 1527, Carlos I lo convirtió en su cronista oficial, trasladándose a Valladolid el 27 de junio para participar en la junta de teólogos que debía dictaminar sobre las obras de Erasmo de Rotterdam.

Estuvo en el Consejo del Emperador y es muy posible que le escribiera los importantes discursos que éste pronunció, primero ante las Cortes de Monzón, en respuesta al desafío de Francisco I -junio de 1528- y, después, en Roma, ante el Papa Paulo III, en el año 1536, con motivo de su coronación como emperador.

El 7 de enero de 1528 es nombrado obispo de Guadix, pero sólo en 1529 obtuvo permiso real para marchar a esa diócesis, si bien acompañó al Emperador en la empresa de Túnez, entre 1535 y 1536, y durante este último año estuvo en Roma, en la citada coronación del Emperador, y en Nápoles.

En 1537 fue nombrado Obispo de Mondoñedo, pero sus escritos y la edición de sus libros le apartaron continuamente de una dedicación exclusivamente reli-


giosa. Falleció en su diócesis y fue enterrado en la catedral. Entre sus obras destacan: Libro áureo de Marco Aurelio (Sevilla, 1528). Reloj de Príncipes (Valladolid, 1539). Menosprecio de corte y alabanza de aldea (Valladolid, 1539). Epístolas familiares (Valladolid, 1539 y 1541). Una década de Césares, es a saber: Las vidas de diez emperadores romanos que imperaron en los tiempos del buen Marco Aurelio (Valladolid, 1539). Arte del Marear y de los inventores de ella: con muchos avisos para los que navegan en ellas. (Valladolid 1539). Aviso de privados y doctrina de cortesanos (Valladolid 1539). Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (Valladolid, 1542).

Su estilo literario es único, a veces sarcástico, otras veces instructivo y, siempre, profundamente descriptivo. Emplea Guevara ese magnífico español que tanta gloria daría a las letras españolas durante el Siglo de Oro. En sus obras se dan cita la experiencia de un hombre curtido por variadas vivencias, capaz de relativizar los efectos de las azarosas circunstancias de la vida con un sentido del humor que es sabia resignación.

Aunque religioso de profesión, no se encuentra en su obra un marcado carácter teológico, sino más bien, una sosegada reflexión acerca de la realidad, de la


dureza de la vida y de quienes la sufren sin otros recursos que su propia resistencia.

En el Arte del Marear, obra que nuestra editorial Guadarramistas tiene el placer de reeditar, el lector puede encontrar entre numerosas máximas que el autor llama “privilegios” y “saludables consejos”, cómo era la terrible vida de aquellas prisiones flotantes llamadas galeras. Unas embarcaciones que protagonizaron la navegación en el mar Mediterráneo durante los siglos XVI y XVII, siempre vigilantes a los ataques de la piratería berberisca o a las incursiones otomanas.

En esta obra se dan cita las escabrosas relaciones con unos oficiales que no siempre eran un dechado de virtudes; el trato con lo que se denominaba “chusma”, compuesta por esclavos y galeotes o forzados a la pena de galeras; la presencia de buenas boyas u hombres libres que se enrolaban como remeros con la finalidad, muchas veces, de escapar de cuitas personales o de huir de la justicia. Aparecen hombres de guerra, los de los famosos Tercios de España, y algún que otro pasajero, como lo fue el propio autor, Antonio de Guevara, que en tal condición conoció el submundo de la galera, sus reglas, la terrible alimentación, el maltrato a los esclavos y galeotes, los delitos, los castigos y la pésima higiene que hacía desprender tal hedor a la galera, que se decía que podía ser olida antes que vista.

Comienza Antonio de Guevara con una descripción de las galeras, de los piratas y navegantes, así como con una crítica sin medida acerca del peligroso mundo del navegar o “marear”, actividad que produce en su


ánimo un temor que no es capaz de disimular y una sincera incomprensión hacia quienes pudiendo vivir en tierra se aventuran a las desdichas de los mares.

Hemos respetado el texto original de Guevara, con la única salvedad de actualizar, puntualmente, alguna forma gramatical antigua, que podía hacer incomprensible o muy dificultosa la lectura para el lector actual. Las anotaciones a pie de página aportan definiciones o aclaran el significado de algunas expresiones, de tal modo que la lectura sea siempre amena y ágil.

Una pequeña e imprescindible joya este Arte del Marear, que no puede faltar en ninguna apreciable biblioteca de Historia. Esperamos que el lector disfrute tanto como nosotros lo hemos hecho en la preparación de este texto que ahora le ofrecemos.

El Editor


Fray Antonio de Guevara.


capĂ­tulo VIII

Del bĂĄrbaro lenguaje que hablan en las galeras


DEL BÁRBARO LENGUAJE QUE HABLAN EN LAS GALERAS 77

Dichas estas libertades y privilegios de la galera, digamos ahora la forma y lenguaje que hablan en ella; porque tan extremados son en el modo del hablar, como en la manera del vivir. Al fundamento de la galera quieren ellos que se llame quilla; y a las clavijas del palo llaman escalemos; a la cabecera de la galera llaman popa y al cabo de ella dicen proa. A lo que nosotros llamamos costeras, no consienten ellos sino que se nombren cuadernas; y a lo que decimos borde, llaman ellos caballeros. A la cámara sobre que está la aguja, llaman escandilar; y al camino que va de proa a popa, nombran crujía; a donde se sientan los remeros llaman postiza; y adonde van guardadas las velas, llaman cuarteles. Quieren que la cocina se llame fogón; y al renovar la galera le digan dar carena. Como decimos en nuestro lenguaje, acostaos a una parte, dicen ellos en el suyo, teneos todos a la banda; y por decir tirad de esto, o de aquello, dicen ellos a grandes voces, iza, iza; a lo


78 EL ARTE DEL MAREAR

más alto del mástil mandan que se llame gata; y a las garruchas con que suben las velas, se nombre topa. Nosotros decimos, ésta es la vela mayor, ésta es la vela mediana, y ésta es la menor; ellos no dicen sino, vela maestra, vela mesana, vela del trinquete; a las maromas llaman gumenas, y al poste llaman puntal; a la estaca a do atan las velas quieren que se llame maimoneta; y a la maroma con que templan las velas, dicen que se llame escota. Como nosotros decimos, volved esa galera, dicen ellos ciaboga; y para decir no reméis más, dirán ellos leva remo; a la garrucha con que meten el esquife, llaman barbeta; y a lo con que carga la galera, llaman lastre; llaman al guarda ropa nochar, y al que rige la galera cómitre. Por decir que navegan con buen viento, dicen que van en popa; y por navegar a medio viento, dicen que van a orza; a do se prenden las velas, llaman antena; y a la maroma con que la suben llaman candaliza; a lo que llamamos remar, dicen ellos bogar; y al sacar agua de galera llaman escotar. Mandan que a la despensa no llamen sino pañol; y que los remeros de popa se nombren espalderes, a los que andan en el barco llaman proeles, y a la nariz de la galera, asperón. Al primer remero llaman bogavante, al postrero dicen tercero; al viento cierzo llaman tramontana, al ábrego, medio jorno, al solano, levante y al gallego, poniente. Estar la galera armada, dicen estar empavesada; y cuando ella se pierde por tormenta, dicen que dio al través. No dirán ellos vamos por agua, sino hagamos aguada, ni tampoco dirán navegad a Cerdeña, sino pon


DEL BÁRBARO LENGUAJE QUE HABLAN EN LAS GALERAS 79

la popa en Cerdeña. Esta, pues, es la jerigonza que hablan en la galera, de la cual, si todos los vocablos extremados hubiésemos aquí de poner, sería para nunca acabar, abaste concluir con nuestro tema: que la vida de la galera déla Dios a quien la quiera.


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