< Jap贸n, la creaci贸n continua >
Arquetipos en Arquitectura 2012-20
Arquetipos en Arquitectura 2012-20 Universidad de Los Andes - Bogotá, CO
María Paola Jaramillo Jorge Francisco Mestre María Valentina Pisciotti Harald Villa-Turek
< Japón, la creación continua > Traducción del texto en francés Le Japon, la création continuée
Japón, la creación continua En Japón, ni dioses ni héroes fundadores. A pesar de ser implícita, la idea de fundación fue poco desarrollada. La lengua vernácula no propone equivalente preciso de la palabra francesa «fondation». El origen de un edificio será evocado por ejemplo por el término tateru que designa el acto de construir (literalmente «erigir») o, en el caso de un santuario, por matsuru, celebrar un culto (hacer ofrendas), este último término limitándose a insinuar en el contexto la idea de inicio, origen. Ciertamente existen dentro del vocabulario de origen chino términos tales como sôritsu o konryû que corresponden propiamente al concepto de fundación. Sin embargo, globalmente, la cultura japonesa manifiesta poco interés por interés por el acto fundacional propiamente dicho. Veremos que insiste por otra parte en la legitimidad histórica o mítica de lo que es. >La Proximidad Natural de lo Divino Constatemos en primer lugar la escasez de rituales fundacionales. En efecto las creencias shinto (la religión indígena por oposición al budismo de origen continental) no prescribe ningún gesto previo a la construcción de una ciudad. A parte de esto, el resto del hábitat está determinado por los lugares de culto. Los límites de los santuarios, pueblos o ciudades no presentan un carácter cortante, definido; estos no están pensados como creaciones humanas, sino que son percibidas como naturales. Su imprecisión misma atestigua un sentimiento de intimidad con lo sagrado. Los santuarios no se sitúan en el centro de los territorios habitados, tienden en general hacia la periferia; son menos lugares de congregación para la población que lugares a través de los cuales se da la relación entre los hombres con el más allá. Ciertos grandes santuarios fueron excepcionalmente en la época pre-moderna centros de peregrinaje que contribuyeron a reforzar la unidad política del país. En diferencia a la planta cuadrangular y simétrica de los monasterios budistas, los santuarios shinto describen un recorrido ritual inscrito en un paisaje concretamente marcado por presencias divinas. Y aunque la ordenación de sus edificios fue influenciado por el de los monasterios budistas, chinos o japoneses, las similitudes no son sino formales.
Creador: artista desconocido, Japón. Tìtulo: Shinto Deity Fecha: Siglo XII ID number: CMA_.1978.3.1-2 Source: Data from: The cleveland Museum of Art. Esta estatuilla representa una deidad Shinto cuyos rasgos representan las fuerzas de la naturaleza, que según las creencias, eran las manifestaciones de los poderes sobrenaturales. Esta materialización era usada para las enseñanzas de la religión.
Creador: Artista Desconocido, Japòn. Tìtulo: Amaterasu and attendants on horse and deer Fecha: 1750-1850 ID number: FASF. 23532 Source: Data from: Fine Arts Museums of San Francisco Amaterasu es la diosa del Sol, representada en la parte superior del cuadro. Debajo se encuentran sus servidores.
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>Influencia de la cosmología china La planta geométrica de los establecimientos budistas se basa en un simbolismo independiente del lugar, propio a la cosmología china. Esta fue introducida en Japón en la antigüedad, en el momento de la formación del Estado centralista basado en el modelo T’ang. Es, en efecto, el conjunto de la cultura continental, mucho más sofisticada que la cultura indígena, que la élite dirigente de entonces trató de adaptar: las reglas administrativas, conocimientos científicos y técnicos, así como como creencias religiosas. La Vía del Yin y el Yang (en japonés Onmyôdô), notablemente originado en la religión astrofísica de la antigüedad china, sentó las bases de la geomancia que preside la elección de los sitios y la orientación de los edificios budistas, shinto o profanos. Lo muestra así el santuario nacional de Ise, dedicado a la diosa Amaterasu, antepasado de la familia imperial, reflejo de las preocupaciones astrológicas chinas. Basada en la teoría de los cinco elementos y sobre la dualidad complementaria de los principios masculino y femenino, la Vía del Yin y el Yang respondía ciertamente a una preocupación preexistente de la relación establecida entre los actos humanos y la naturaleza. Fue objeto en los medios aristocráticos de una infatuación que se concretó en una época tardía por la instauración de un Oficio (culto) gubernamental especifico (Onmô-ryô). Si en práctica sus reglas de aplicación sufrieron con frecuencia adaptaciones, sus principios mismos devinieron un componente clave en la concepción japonesa del espacio. De manera generalizada, la cosmología china definió orientaciones esplendorosas y sagradas (noroeste y sureste) y nefastas (noreste y suroeste). En Japón, del mismo modo, esta oposición rige con frecuencia la elección del sitio de los lugares sagrados. Así, el sitio mismo de Ise se encuentra en el suroeste de la región de Yamato, que fue el centro político del Estado japonés antiguo. En lo doméstico igualmente los almanaques aconsejan instalar los altares budistas y shinto en estas direcciones esplendorosas. Por otra parte, los soberanos antiguos, en su deseo de rivalizar con su grandioso vecino, buscaron marcar el territorio nacional con signos de su poder. Para esto las grandes capitales de la antigüedad, Nara y más tarde Kyoto, fueron construidas a la imagen de las ciudades chinas (Ch’ang-an y Lo-yang), es decir según un plan cuadrangular y orientado, de suerte que el norte, región del mundo donde todo nace y termina, es el sitio del poder. El dibujo ortogonal y simétrico de las
Creador: artista desconocido, escuela de Tosa. Tìtulo: Horse Race at the Kamo Shrine. Fecha: Siglo XVII ID number: CMA_.1976.95.2 Source: Data from: The cleveland Museum of Art. El cuadro representa la cantidad de actividades realizadas en los santuarios Shinto formado por las juntas del Rìo Kamo. Además de mostrar una escena de campo, da cuenta del paisaje y la arquitectura de antiguo Kyoto,formado por las juntas del rìo kamo . Debido a la influencia continental surge una predilección por diferentes lugares del territorio, para así poder elegir el lugar ideal para erigir el templo.
Detalle de la imagen anterior. Nuevamente se presenta la importancia del paisaje, el cual junto a las creencias, definía la localización de un templo.
Creador: Utagawa Kunisada Tìtulo: Goddess Amaterasu emerging from earth Fecha: 1860 ID number: 33-01-10/56 Source: Image and original data provided by Erich Lessing Culture and Fine Arts Archives/ART RESOURCE, N.Y. Se cree que la diosa representada en esta imagen, Amaterasu, quien está emergiendo de la tierra, es la antesesora de la familia real.
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calles, como la implantación de monasterios en los límites este y oeste de la ciudad, materializan la ambición de dominio de la administración central. A escala del país entero, el gobierno decretó la edificación de monasterios regionales (kokubunji), coronados por el gran monasterio de Todaiji en Nara: el Buda solar allí venerado (Mahāvairocana) está sentado en un loto de mil pétalos, símbolo a la vez de las provincias japonesas y de los mundos donde brilla el Buda de los príncipes. Es, de nuevo, a las creencias continentales, que debemos relacionar los pocos rituales fundacionales sofisticados que nos son conocidos. Estos fueron homogeneizados hacia la mitad de la época de Edo por los religiosos de la familia Tachibana y desde entonces son realizados con relativa solemnidad para todos los tipos de construcción y edificación. Después que un recinto cuadrado es erigido en el terreno a construir, el celebrante del rito presenta a todos los puntos cardinales, y al centro, ofrendas de tierra contenidas en telas de cinco colores diferentes. Aveces, los sitios de las ofrendas son hoyos en los cuales se entierra un pequeño mobiliario funeral compuesto por efigies metálicas, espejos y armas. Finalmente en las ocasiones extraordinarias se representan pantomimas: se siegan hierbas silvestres, se hace una incisión en la tierra con una azada y, por último, se aplana el suelo. El fin de estos ritos es doble: pacificar la divinidad propietaria del suelo y pedirle protección para las obras de construcción. Al momento de emplazar la cumbrera, un rito simétrico es realizado, esta vez para agradecerle. ¿Cuál es la naturaleza de este dios del suelo? Sin lugar a dudas no es identificable con los dioses chinos del suelo; aparece más como un avatar de imagen china de los «dioses del territorio», dioses salvajes y autóctonos que reinaban en Japón antes de ser sometidos por los soberanos de los dioses del cielo, tal como lo veremos. >Continuidad genealógica del mundo En efecto si la cultura japonesa se preocupa poco de la fundación, es la idea misma que el hombre pueda instaurar un corte de orden espacial o temporal deroga la visión continuista del mundo inherente al pensamiento indígena. Esta concepción, tal cual surge de relatos míticos consignados en el siglo VIII, se basa en una metáfora vegetal. La aparición del mundo está relacionada con el brote en ciernes de la caña, con la proliferación de las plantas, opuesto para los japoneses a la idea de una creación
Creador: Wang Yuanqi Tìtulo: Wangchuan Villa detail 6 Fecha: dated 1711 ID number: 19836 Source: Data From: The Metropolitan Museum of Art Esta imagen de origen chino, presenta la creencia que se tenía en estas tierras. La creencia consistía en considerar ciertos puntos del territorio como sagrados, y otros como inconvenientes. En este caso se nos presenta una tierra prodigiosa, en la que el ser humano puede habitar sin problemas y prósperamente. Es un espacio de esplendor absoluto.
Fotógrafo: Werner Bischof Tìtulo: JAPAN. 1951. JAPAN. Town of Nara. Todaiji Temple. Great Buddha. 1951. Fecha foto: 1951 Fecha escultura: 760 CE ID number: PAR198408.jpg Source: Image and original data provided by Magnum Photos El gran Buda del monasterio de Todaiji es un reflejo de la situación de la nacíon en el momento de su creación; mil pétalos que representan las mil provincias de Japón y la importancia de la religión para sus habitantes.
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del mundo ex nihilo y que implica un proceso de autogénesis. Entre otras el advenimiento del linaje imperial se integra en el proceso mismo de formación del archipiélago. Por sus desplazamientos y sus conflictos, los soberanos descendientes de dioses genitores de las islas contribuyeron directamente en la formación a la vez física y simbólica del mundo, dicho de otro modo a la diversificación cualitativa del espacio. El principio de contuidad está igualmente presente en el proceso de humanización gradual de los dioses del cielo que al ser también soberanos de la tierra, pierden la inmortalidad y luego la longevidad. Pronto los soberanos no tienen más contacto con sus antepasados celestes y son finalmente rezagados a apelar a algún médium o a establecer lugares de culto para comunicarse con los dioses. Sin embargo la autoridad del linaje imperial, en teoría ininterrumpida desde su ascenso mítico al trono en 661 antes de Cristo y siempre reinante, fundado por sus relaciones privilegiadas con lo divino. En cuanto al origen de los hombres comunes no es mencionada en los mitos. Es para afirmar su superioridad que los soberanos ordenaron la escritura de los relatos de sus orígenes. El objetivo principal de esta empresa es ratificar las tradiciones genealógicas detenidas por las otras familias nobles previendo subordinarlas al linaje imperial. Asimismo a la vez que esto fue fijado por la escritura, la relación de elementos del pasado fue erigida como instrumento del poder político. Anidando hechos míticos y los propiamente históricos, la construcción narrativa de los textos supone la ausencia de distanciamiento en relación con los orígenes. Cerca de doce siglos después, en 1890, la Constitución Meiji ratificará en su primer artículo la continuidad absoluta del linaje imperial (bansei ikkei). Aunque fue permitida la libertad de culto, los mitos tomarán un valor de historia oficial y serán enseñados en las escuelas para apoyar el dogma, paradójicamente laicas, de una esencia divina propia de la casa imperial. Si nos enfocamos ahora del lado de la organización de los pueblos, vemos que ella es, también, pensada desde esta referencia a los orígenes. Las posiciones estructuralmente dominantes son de las primeras casas (familias) que reclamaron las tierras (kusa-wake) o por casas llamadas originales (hanke) de dónde son originarias, por segmentación, de casas subordinadas, «ramificadas». La jerarquía entre casas es con frecuencia justificada por genealogías reescritas durante periodos de cambios bruscos importantes de índole económica.
Creador: Artista Desconocido Tìtulo: The Shinto Deity Zao Gongen Fecha: Siglo XIV - XV Source: The Walters Art Museum Esta escultura policromada en madera muestra las creencias naturales Shinto, y cómo ciertos dioses recibían la forma de algunas deidades Budistas. Zao Gongen , por ejemplo, representaba el espíritu del Monte Kimpu, visto como un paraíso Budista.
Creador: Watanabe Seitel. Tìtulo: The Young Bird and the Flower Fecha: Meiji Period (1868 - 1912) ID number: 25837 Source: Data From: The Metropolitan Museum of Art Esta imagen representa cómo los mitos, apoyados en imágenes son de gran utilidad para la enseñanza del Dogma, que surge en el siglo XIX con la Constitución Meiji.
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>Fracturas y diferenciación del espacio Sin embargo este modelo de un desarrollo genealógico continuado, modelo dominante ya que corresponde al mismo principio de la unidad de Japón, tiende de hecho a enmascarar otra concepción del mundo, dualista en este caso, y el que opone a una descendencia de dioses autóctonos a una descendencia de dioses del cielo. Los primeros ocupantes del suelo, estos dioses autóctonos - los " dioses del territorio " ya nombrados tienen una naturaleza ambivalente. Los cuentos míticos los presentan primero como los dioses que construyeron, civilizaron y pacificado el país, y también como compañeros matrimoniales de los dioses del cielo. Más tarde, en el curso de los conflictos que se los oponen a estos últimos, venidos sobre tierra para imponer su legitimidad, son calificados como dioses salvajes. Los más malos de ellos, depredadores y crueles, son asesinados; mientras que los otros anudan nuevas alianzas matrimoniales con sus vencedores. Por esta sumisión, se encuentran relegados al otro mundo del cual se hacen soberanos. Es muy probable que este antagonismo entre dioses del cielo y dioses del territorio evoque los conflictos históricos, que propiciaron la formación del primer Estado japonés. No es para menos un objeto de una reinterpretación que le da una dimensión cosmológica. Este otro aspecto del génesis del poder imperial deja divisar un modo diferente de legitimación que acude a una tripartición cosmológica entre cielo, tierra y más allá. El cielo representa la fuente de la legitimidad, la tierra, el lugar donde ésta se ejerce, y más allá, el refugio de los soberanos retirados. Pero esta visión tripartita, nada más pone en juego dos categorías de dioses, los del cielo y los del país, a los cuales corresponden por una parte, un principio esplendoroso, y por otra parte, un principio nefasto. El primero de esos principios es dominante en el cielo y en la parte civilizada del país, como en el más allá. Sin embargo, el cuadro no es tan sencillo, ya que cada una de las tres regiones, está sujeta a una polarización entre lo fasto y lo nefasto, que modula las características de las deidades que viven allí. Esta polarización se encuentra en el territorio nacional por dos grandes santuarios, Ise e Izumo , situados sobre la costa este y oeste del Japón: el primero dedicado a Amaterasu, la diosa solar antepasado de la línea imperial, el segundo de los principales dioses del país, notablemente a Ôkuninushi, el gran maestro del país. Constatamos además que cielo y más allá tienden con
Creador: Emaki artists. Japòn. Título: Illustrated Legends of the Kitano Shrine (Kitano Tenjin Engi) Fecha: Periodo Kamakura. 1185-1333 ID number: MMA_.25.224B Source: Data from: The Metropolitan Museum of Art Esta pintura nos muestra el origen del templo Kitano perteneciente al culto Tenjin. El demonio de la tormenta se levanta contra el ministro Fujiwara Tokihira (871 – 909) amenazando al espíritu furioso de Sugawara-no-Michizane (845-903), quien había sido rival del ministro. Esta imagen ilustra la tripartición
Creador: Boggett, David Tìtulo: Kamigamo Shrine(…)detail of Princess Fecha: 20th century ID number: 498502D Source: David Boggett: Art, Architecture, and Festivals in Japan Esta imagen representa el mito de la princesa Tamayorihimr-no-Mikoto. Esta princesa encuentra una flecha en el río mientras toma un baño y la lleva al santuario Kamo. En la noche esta se convierte en un apuesto joven, un dios, con quien se casa y tienen un hijo quien luego se convierte en una de las deidades del santuario de Kamigamo.
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frecuencia a confundirse, particularmente en los ritos, que realmente trae la tripartición a una simple oposición entre lo que está aquí y lo que está allá. Esta oposición entre dos términos complementarios es aún más evidente en la cosmología del pueblo en dónde la noción del más allá cubre todas las áreas no habitadas: cielo, mar, región subterránea, montaña. >Conexiones del suelo Como en el génesis del linaje imperial, el punto de vista genealógico que regula la organización de la comunidad de la aldea, se asocia con una referencia en su lugar. Esta referencia fomenta un sentimiento de arraigo y refuerza la idea de unidad entre las personas. Las deidades de los santuarios tutelares de los aldeanos son llamados así, casi con indiferencia, usi-gamí, “dios del linaje (dieu de la lignée)”, et ubusuna-gami, “dios del lugar de nacimiento”. El uso paralelo de estos dos términos es generalmente considerado por los autores japoneses como la consecuencia de una evolución de la identidad de las divinidades del pueblo: estas habrían perdido su naturaleza familiar para adquirir un significado local adecuado. Pero nos parece más justificado para ver el reflejo de una imbricación estructural entre los lazos de sangre y los del suelo. >Necesidad de ritos de regeneración La preocupación por la continuidad y la afirmación de la complementariedad entre las regiones del mundo, puso en evidencia tanto a nivel del Estado como al de la comunidad del pueblo, son expresadas a través de operaciones rituales que ponen periódicamente en contacto el país, es decir, el mundo profano en sí, inevitablemente condenado a la degeneración, con las poderosas fuerzas del más allá. Esta necesidad de una regeneración cíclica de seres vivos y de cosas es concebida como la sucesión regular de tres etapas: la liebre, fausta o sagrada (literalmente “claro”, “puro”), el ke, profano (literalmente “ordinario”), et le kegare, nefasto (literalmente “sucio”, “contaminado”). En particular, se refiere a la persona del emperador, cuya energía vital debe ser reactivada cada otoño y más solemnemente al comienzo de cada reinado, por "ritos de apaciguamiento del alma" (chinkonsai) que recuerdan los lazos del soberano con los dioses encarnando la vitalidad original del mundo. Es su propia regeneración la que permite llevar a cabo al emperador, al otro día de los ritos de apaciguamiento, la ofrenda de los primeros frutos (Shinjo-sai-sai Daijō o "ritos de gustación" primicias), símbolos de la regeneración de todo el país. Estas ceremonias de ofrenda
Creador: Kamakura Period, Japón. Título: The Three Sacred Shrines at Kumano: Kumano mandala Fecha: 1300 ID number: CMA_.1953.16 Source: Data From: The Cleveland Museum of Art Esta imagen refleja la unidad entre las personas, además de mostrar una gran preocupación por la naturaleza ya que los dioses residían en montañas, ríos, piedras, y otros elementos del paisaje.
Creador: Okatomo of Kyoto Tìtulo: Desconocido Fecha: 1720 - 1800 ID number: BMFA.11.23441 Source: Data from: Museum of Fine Arts, Boston Esta imagen muestra la figura sagrada de la liebre, representando lo puro, lo que se puede apreciar en la mirada y la posición de las orejas y miembros del animal.
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tienen dos secuencias idénticas realizadas, de acuerdo con sus mitos: una, para antiguos soberanos que son los dioses del país, y el otro para el hijo de los dioses del cielo accediendo así al poder. Sin embargo, las glosas más tardías ponen esta doble celebración, bajo los auspicios exclusivos de la deidad ancestral de la línea imperial (Amaterasu la diosa del sol). En este contexto, la repetición del rito se explica por la necesidad de honrar al emperador difunto y luego al nuevo. En el más-allá opera entonces una fusión entre los soberanos celestes difuntos y los dioses del país caído. Mientras que el presente no es más que el acá, el pasado y el futuro se confunden en un más-allá de dónde provienen los soberanos y donde residen los difuntos. La sucesión imperial es en cierta manera parecida a la reproducción humana según la cual los muertos dejan este mundo por un más-allá dónde se purifican. Enseguida, ellos pierden su individualidad para adherirse a un panteón colectivo o se reencarnan en su linaje. Esta segunda interpretación de los ritos imperiales traduce de esta manera también la voluntad de consolidar la unidad política del país por medio del reconocimiento de una ascendencia común a ambas categorías de dioses - de hecho afirmado en ciertas variantes míticas. Por medio de esta mecánica se niega la realidad histórica de los cambios dinásticos y consagra la ausencia, inclusive la imposibilidad, de toda ruptura en la sucesión imperial. Los ritos en los pueblos tienen también por objetivo implícito de regenerar la comunidad de «feligreses» del santuario tutelario (uji-ko, literalmente «hijos del linaje»). Ordinariamente, su desarrollo implica como mínimo cuatro fases: la bienvenida al dios (kami-mukae) y la presentación de ofrendas (komotsu), su consumo (norai) y finalmente el rendimiento del dios (kami-okuri). Con su ir y venir periódico, son materializados por la transferencia de símbolos divinos (shintai, «cuerpo del dios»), los dioses figuran como mediadores en contacto es espacio habitado con el dominio sagrado. Es as que el «Dios de los campos de arroz» (ta no kami) desciende cada primavera a las planicies para repartir más tarde las cosechas e instalarse en esta región eminentemente sagrada que es la montaña, lugar de permanencia de los muertos y fuente de fecundidad; es a propósito bajo el nombre de «dios de la montaña» (yama no kami) que se le llama durante la estación opuesta. En cuanto al consumo de las ofrendas , por medio de los cuales las comunidades comulgan con los dioses, es el momento en el cual es significado concretamente la regeneración de los seres vivientes (el término naorai se escribe generalmente con los caracteres «regenerarse» y «reunirse»). La dualidad del fasto y nefasto es directamente puesto
Creador: Artista Desconocido Tìtulo: Shinto Figure: Standing man in Helian Dress Fecha: Siglo XIV Kamakura Period ID number: 14350 Source: Data from: Seattle Art Museum En esta imagen podemos apreciar un hombre con un pergamino escrito entre sus brazos. Esto nos muestra la importancia de los documentos sagrados, lo que se ve en la simbología del cuadro, como por ejemplo en el vestido, ya que el color blanco alude a la pureza.
Detalle superior de la imagen anterior.
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en escena en el cumplimiento de ciertos rituales ligados a la renovación de la fecundidad. Estos toman frecuentemente la forma de competencias entre grupos de campesinos y se oponen por ejemplo los hombres y las mujeres, habitantes de arriba y abajo en la montaña, o bien del este y el oeste. Pero la acción ritual no busca solamente contrarrestar un proceso de degeneración endógeno a la comunidad y conducir al kegare, es decir a la deshonra y a la muerte. Ella prohibe igualmente la intrusión de fuerzas nefastas y de desorden que residen ellas también en el más-allá. De donde la necesidad de señalar los límites del emplazamiento de estelas consagradas a divinidades protectoras (dosojin, literalmente «dioses-ancestros de caminos») y cada año, de instaurar de nuevo simbólicamente los límites del pueblo al tensar una cuerda nueva (shimenawa) a la entrada del santuario. La creencia en una regeneración cíclica confiere a los ritos de restauración una importación que ilustran la reparación anual de los santuarios domésticos dedicados a la divinidad del lugar de residencia (yashiki-gami) como la reconstrucción por intervalos de tiempos regulares de ciertos grandes santuarios (cada veinte años para Ise). Estos hechos contrastan en evidencia con extrema pobreza de los ritos de fundación. La permanencia del mundo depende aquí de su renovación. >Perspectivas budistas A diferencia de la Vía del Yin y del Yang, el budismo no propone una temática ritual de la fundación. No obstante, él también se opone al shintô que valoriza el carácter extraordinario de los acontecimientos del origen de los monasterios, los establecimientos destinados, en regla, a proteger reliquias y estatuas. Ciertamente, indicamos anteriormente que el Estado antiguo había organizado la construcción de monasterios provinciales; sin embargo, más seguido, los lugares de culto budista proceden de la iniciativa de oradores o de monjes conocidos por sus excepcionales méritos y en los que los grandes hechos constituyen generalmente la matriz de las historias individuales, las engi, “historias de origen” de monasterios. Sobre su modelo fueron también imaginadas historias para los santuarios shintô, que cuentan las aventuras de los monjes, los nobles o de Dios; es notable que el prestigio de esos fundadores es, en este caso, anterior a la fundación del lugar del culto. La intervención de una persona en monasterios budistas se combina con una concepción de la temporalidad distinta al shintô.
Creador: Artista desconocido Tìtulo: Dosojin, deidades protectoras Las deidades protectoras, Dosojin, eran los ancestros que protegían el camino.
Tìtulo: Cuerdas Shimenawa Source: http://susu.xanga.com/432510540/bye-bye-chickie-and-hello-fido/ Estas cuerdas, realizadas con fibras de arroz, cuidaban de los espíritus malignos, mientras se invocaba la presencia de los dioses. Servìan para instaurar simbólicamente los lìmites del pueblo. Esta cuerda se tenzaba a la entrada de los santuarios.
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De hecho, la permanencia, ver hacia la eternidad de Japón, la doctrina budista se opone al principio de la degradación de la Ley de Buda, un proceso que necesariamente genera la llegada de un nuevo Buda, en el ciclo corto de lo sagrado y lo profano lo que asegura la perpetuación de lo que es, se opone a la no permanencia del mundo y de la naturaleza ilusoria de toda realidad. De una manera más general, mientras que el shintô es inseparable de los lazos comunitarios, el budismo ofrece una perspectiva escatológica que los trasciende. Paradójicamente, sea lo que sea de la doctrina, es a través de esta escatología que se efectuó en Japón la integración del budismo a las creencias comunitarias. La tarea principal de los monjes es llevar a cabo los ritos por los que los muertos van surgiendo de la contaminación de la muerte para, eventualmente, reencarnarse, según las creencias, es su descendencia. Monasterios y cementerios son por esto asociados en la conciencia popular. El uso de la palabra hotoke para designar a los muertos atestigua esta especialización del budismo japonés. En resumen, la idea de fundación aparece como muy poco desarrollada en Japón. Si aceptamos algunas prácticas particulares directamente ligadas a las influencias culturales continentales, esta no es el objeto de ningún rito ni de ningún comentario específico; no es más que una sola fundación, la del Estado, y se inscribe en su totalidad dentro de la cosmogonía. Varias razones para esto. La primera es, si queremos, de orden historiográfico; la historia propiamente dicha se sitúa dentro de la continuidad directa de la cosmogonía. No hay pausa entre esta parte del pasado en el cual los humanos se reconocen como los actores y este tiempo, tiempo del mito por nosotros, donde los dioses proliferan y esbozan los contornos del país. Por lo tanto, si el cuadro geográfico y físico así como el político es dado al principio, la historia no se presenta como una simple repetición del mito. Acá no hay un código de la historia que se entienda completamente por el mito; la permanencia del mundo no excluye la complejidad por los humanos. Es entonces permitido hablar de una historia abierta, excediendo los límites del mito. Sin que haya, sin embargo, una distanciación verdadera relativa a los orígenes. A partir de esto, los ritos de regeneración tienen por objeto reactualizar el recorte primordial del mundo y reinstaurar un equilibrio constantemente amenazado por el desgaste y por la intrusión de fuerzas nefastas. Si concebimos la fundación como un acto que, de un mismo movimiento, afirma un comienzo radical y lo justifica uniéndolo al pasado, la ausencia en Japón de
Creador: Helian Period Tìtulo: Zao Gongen Fecha: 794 – 1185 ID number: MMA_.1975.268.155 Source: Data from: The Metropolitan Museum of Art Zao Gongen era la deidad protectora de Shugendo, un culto Shinto-Budhista. Es el espíritu del Monte Kimpo, en las Montañas Yoshino, al sur de Nara.
Creador: Koshun Tìtulo: Sogyo Hachiman shin zazo The Shinto Deity Hachiman in the Guise of a Buddhist MONK Fecha: 1328 ID number: BMFA.36.413 Esta escultura representa lo que es la sabiduría. Esta se ubica en el ionterior de la cabeza, es decir, en la parte más importante del cuerpo humano.
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toda fundación a parte de la cosmogónica debe sin duda alguna ser atribuida a la existencia del linaje imperial que se requiere como un referente perma nente y global de la historia nacional. En el seno de este universo homogéneo y cerrado, desde la formación desde la cual la memoria no ha querido conservar sino las causas internas, tiempo y espacio se reducen, otra vez, a la historia y al territorio de Japón encarnados por los soberanos. Puede ser el rechazo de todo sacrificio sangriento, principio relevante de la doctrina budista en general, pero respetada con escrúpulo remarcable en Japón, esto se explica por la inmanencia de lo divino a todo ser. Observemos, finalmente, que la creencia en la antigüedad del país y en su predilección por los dioses constituye la base de un aspecto particular, que tiende a prohibir todo cuestionamiento comparativo.
Laurence CAILLET et Patrick BEILLEVAIRE .
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