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Los cambios sociales y espaciales que produjo el modelo agroexportador
Los cambios sociales y espaciales que produjo el modelo agroexportador
Se comienza a trabajar sobre los efectos sociales y espaciales que tuvo
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el modelo agroexportador en Argentina. Para introducir estas cuestiones se propone observar el siguiente video informativo denominado: “El modelo agroexportador” https://www.youtube.com/watch?v=O69MFt76SV8&t=381s. de Canal Encuentro
Con el propósito de orientar a los estudiantes hacia aquellos aspectos en los que se quiere focalizar, se solicita que presten especial atención al mirar el video, a las siguientes categorías y conceptos: concentración espacial / urbanización - tenencia de la tierra –inmigración - sociedad local - cultura - condiciones sociales y laborales –modernización social.
Finalizada la observación del video es importante que el docente guíe el diálogo con los
estudiantes,
explicando y aclarando las principales cuestiones que se relacionan a las categorías y conceptos mencionados anteriormente. Esto sirve de insumo para que ellos elaboren grupalmente, un texto informativo y argumentativo que describa y explique los cambios producidos en la organización espacial y en la sociedad argentina en general, a partir del desarrollo del modelo agroexportador
Posteriormente, es conveniente incorporar al glosario definiciones provisorias de conceptos tales como inmigración, urbanización, crisol de razas, modernización social, concentración espacial entre
otras, que aparecen mencionados en el video y ampliando también la red conceptual.
Se invita a los estudiantes a leer grupalmente
los dos fragmentos que se presentan a continuación centrando la atención en las condiciones sociales que se relatan.
"(…) Vine al país halagado por las grandes promesas que nos hicieron los agentes argentinos en Viena. Estos vendedores de almas humanas sin conciencia, hacían descripciones tan brillantes de la riqueza del país y del bienestar que esperaba aquí a los trabajadores, que a mí con otros amigos nos halagaron y nos vinimos. Todo había sido mentira y engaño.
En B. Ayres no he hallado ocupación y en el Hotel de Inmigrantes, una inmunda cueva sucia, los empleados nos trataron como si hubiésemos sido esclavos. Nos amenazaron de echarnos a la calle si no aceptábamos su oferta de ir como jornaleros para el trabajo en plantaciones a Tucumán. Prometían que se nos daría habitación, manutención y $20 al mes de salario. Ellos se empeñaron hacernos creer que $20 equivalen a 100 francos, y cuando yo les dije que eso no era cierto, que $20 no valían más hoy en día que apenas 25 francos, me insultaron, me decían Gringo de m... y otras abominaciones por el estilo, y que si no me callara me iban hacer llevar preso por la policía. Comprendí que no había más que obedecer. Les ruego compañeros que publiquen esta carta, para que en Europa la prensa proletaria prevenga a los pobres que no vayan a venirse a este país. ¡Ah, si pudiera volver hoy! Esto aquí
es el infierno y miseria negra! Y luego hay que tener el chucho, la fiebre intermitente de que cae mucha gente aquí. Espero que llegue ésta a sus manos: Salud. José Wanza”. Fragmento de una carta de inmigrante enviada a El Obrero; Nº 36, del 26/9/1891. Tomado de: José Panettieri, Los Trabajadores. Biblioteca argentina fundamental. Serie complementaria: Sociedad y Cultura/18. Centro Editor América Latina. 1982, pp.101 -104.
El terror argentino Psicología de clase
“El río y los ferrocarriles hacen el drenaje de la dispersión de riqueza, condensándola transitoria o permanentemente en Buenos Aires, que es el mercado, el puerto y la aduana; que es la Capital por ser el capital (…) teatro instructivo de la lucha de clases en América Latina; Buenos Aires, donde los miles que usufructúan el lujo y los cientos de miles de obligados a usufructuar la indigencia, se mezclan unos a otros en la democracia de las calles, se aprietan y se frotan, cargándose de una electricidad de venganza… Pero no simplifiquemos tanto; el comercio, el ejército y la Iglesia, tienen su proletariado, dependiente de empleadillos, estudiantes reporteros, acólitos de suburbio, reclutas del fusil y del remo, todo un proletariado que sea por la esperanza del ascenso, merced al engranaje del escalafón o a la “manito” criolla, sea por natural abatimiento de espíritu, es un proletariado conservador, incluible como aliado, acaso fiel, en la clase poseedora.(…) los soberbios servicios urbanos, las instalaciones de edificación, de tráfico y de enseñanza, introductoras de la cultura europea y norteamericana, encierran un valor social positivo y absoluto. Son el discreto lastre de fastuosidad bonaerense, que sólo a los ojos de los turistas y en boca de los empresarios pasa por exponente del bienestar colectivo.
No hay bienestar colectivo. Hay bienestar de una clase cuyo dogma forzoso es la propiedad. ¿Cómo ha de resistir la mente del proletariado a la virtud operatoria de la renta? Ayer poseíais uno y hoy, sin más molestia que la de cruzaros de brazos, poseéis diez. (…) La sagrada escritura económica es el código, que manda al pobre seguir siendo pobre y al rico seguir siendo rico (…) La pobreza es una circunstancia agravante y una presunción de delito. (…) ¡Ah, el desprecio del pobre, el asco del obrero, la delicia de atormentar al débil! Las costumbres están de común acuerdo con la ley. La religión de la propiedad se arraiga tanto más en los poseedores cuanto menos religiosos son (…) Desde que el anarquismo es un principio según el cual no se conoce ni ley, ni Dios, ni patria, resulta que podríamos compararlo con una reproducción de los antiguos vándalos que destruían por destruir (…)”. Fragmento extraído de “Rafael Barret, anarquismo y denuncia. Selección de textos”. Warley,J (1987) Biblioteca Política Argentina N° 184. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, pp. 7-10.