El mago

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H.C. ELÍAS

EL MAGO


El Mago H.C. ELÍAS

Autor, Hiram Castro Elíasi Registro INDAUTOR No. 03-2017-111411375200-‘01 Ishhara85@gmail.com


El Doctor Alberto San Martín había sido catedrático por varios años, aunque era un profesor admirado y respetado por sus alumnos, él tenía una pasión que nadie conocía, ni siquiera su esposa. El creía en una antigua leyenda inglesa que hablaba de un mago que era capaz de materializar objetos mediante el poder de la palabra. Pero no siempre fue así, como físico teórico especializado en la teoría cuántica era muy meticuloso en sus investigaciones, nunca daba nada por hecho, ni suponía algo que no fuera demostrable o al menos factible dentro de los parámetros de la teoría. En su tercer año sabático tuvo la oportunidad de ir a la Universidad de Cambridge en Inglaterra. Fascinado por conocer los lugares donde había vivido, pensado y dado forma a sus ideas Isaac Newton, dedicó gran parte de su tiempo a dicha actividad. Por todos es sabido que Newton tenía una importante inclinación hacia la alquimia, así como al estudio de las Sagradas Escrituras, sin embargo, todos sus esfuerzos por descubrir cualquier cosa que fuera que estuviera buscando fueron en vano, o al menos eso es lo que la historia cuenta. Pasadas algunas semanas, Alberto se las arregló para tener acceso a un área reservada en Biblioteca de Cambridge donde se guardaban algunas notas y manuscritos del propio Isaac, escritos difíciles de descifrar pues algunos estaban garabateados, otros solo eran signos sin aparente relación con lo escrito, dibujos intercalados que a veces cubrían parte de alguna frase. En fin, un verdadero

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desastre. Así que eran considerados valiosos no por el contenido, sino por quién los había escrito. Alberto tenía una mente muy inquisitiva e intuitiva, al ver aquellos manuscritos, supo que, si el mismo Newton no las había destruido, era porqué para el habían sido importantes y aunque aparentemente indescifrables, definitivamente valía la pena revisarlos a fondo, quizá con una visión más amplia que la de sus colegas y con una gama mayor de conocimientos, algunas de esas notas podrían ser la punta del hilo que condujera a algo en lo que Newton estuvo trabajando y sin duda, importante para él. Conociendo la buena reputación que precedía a Alberto, tanto por sus publicaciones, como por su dedicación a sus cátedras, después de una breve deliberación, las autoridades de Cambridge otorgaron el permiso para que Alberto pudiera tener acceso a los escritos, pero bajo estrictas normas de conservación y dentro de los salones especialmente adaptados para el estudio de literatura antigua. Aún no podía creer que estuviera tocando el papel que el mismo Newton había utilizado, el sólo pensarlo lo hacía estremecer, era como si se vinculara con aquel gran genio a través del tiempo y el espacio y pudiera sentir su presencia, su respiración, su pasión, su dedicación, algo verdaderamente indescriptible. Revisó varias veces aquellas notas, no eran demasiadas y tampoco parecían tener un orden, de pronto escrito como con cierta prisa, pues estaba garabateado y con poca presión sobre la hoja había un nombre, -Grantchester-. Desde luego esto llamó

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la atención de Alberto, sin embargo, no sabía si hacía alusión a una persona, a un lugar, a un tipo de código, o solo era una anotación sin mayor importancia. La única forma de saberlo era comenzando por descartar lo más sencillo. De inmediato se dio a la tarea de buscar en los registros de Cambridge si en la época de Newton había vivido en la universidad alguien de nombre Grantchester. No encontró nada. Luego inició la búsqueda de algún poblado de aquella época con ese nombre, en esta ocasión obtuvo éxito encontrándolo al sur de Cambridge. Por fortuna aquel lugar había llegado hasta nuestros días. Esperó al fin de semana y se dirigió hacia allá, desde luego no sabía que buscar, ni dónde, ni siquiera si valdría la pena ir, pero su intuición le decía que debía ir. Cuando llego a Grantchester buscó un modesto hotel donde hospedarse. Se trataba de un hermoso pueblo cuyas casas, espacios verdes y caminos remontaban al visitante a los tiempos de Newton, creando una atmósfera envolvente que parecía trasladar a todo ser en el tiempo a la segunda mitad del siglo XVII. Alberto se sentía fascinado en aquel sitio, pregunto acerca de los ancianos que conocían más acerca de la historia, mitos y leyendas de Grantchester. Después de platicar con varios hombres de avanzada edad, ya cansado decidió no darse por vencido y visitar a uno más. Cuando tocó la puerta pasaron algunos minutos, insistió y pensando que quizá nadie estaba se retiró, sin embargo, no había avanzado ni 5 pasos cuando escucho una voz -hola!, ¿en qué puedo ayudarle?- Alberto de inmediato se volvió, delante de él estaba un hombre de unos 75 años, alto, de mediana complexión, cabello largo y canoso, barba larga, y de su cuello pendía un

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dije con un extraño símbolo. Alberto se quedó por unos momentos sin habla, aquel símbolo lo había visto dibujado en los escritos de Newton. El hombre al ver la impresión que había causado en Alberto lo invitó a pasar ofreciéndole un vaso de agua. -Dígame, ¿por qué ha venido a verme?, ¿acaso tiene que ver con el buen Isaac? Alberto estaba visiblemente confundido, ¿cómo era posible que aquel extraño y extravagante ser fuera capaz de anticipar la razón de su búsqueda? - ¿por qué me pregunta eso? - lo interroga Alberto. -Simple, vi en su rostro reflejada la sorpresa que le provocó ver el símbolo en el dije que porto pendiente de mi cuello. Tal asombro solo puede explicarse si lo ha visto con anterioridad, y como es la primera vez que usted y yo nos vemos, tuvo que haberlo visto en otro lado. En mi familia este dije se ha transferido de generación en generación y la única persona antes de usted que lo vio fue el señor Newton. Se preguntará, ¿cómo es posible que en el transcurso de tantos siglos nadie más lo hubiese visto?, bien, la respuesta también es simple. El dije nunca fue utilizado alrededor del cuello de ninguno de los primogénitos de mi familia desde que lo vio el señor Newton hasta hoy, que usted lo vio-. Lejos de aclarar la situación, lo que Alberto acababa de escuchar de aquel hombre lo había confundido aún más. -En sus ojos veo sorpresa, asombro, incredulidad, y he de reconocer que no es para menos, pero estoy seguro que un hombre como usted, con la capacidad de comprender los profundos secretos del cosmos, pronto entenderá-. Por fin Alberto pudo recobrarse del asombro que las palabras de aquel hombre le habían provocado y le preguntó - ¿cómo supo que hoy vendría a verle?, ya que de 4


no haber sido así, no habría usado el dije- Bien, permítame contestarle con otra pregunta -como hombre de ciencia, ¿de qué manera sabe dónde se encuentra un electrón? Realizo una observación. Corríjame si me equivoco, ¿acaso no es cierto que la conciencia es una propiedad emergente del mundo cuántico, así que, cuando se realiza la observación lo observado se entrelaza con el observador materializándose lo indefinido del infinito de estados posibles en una partícula de experiencia en un solo estado, pasando a formar parte de la realidad del observador? Sin duda lo que insinúa es algo complejo-, interviene Alberto, -pero ¿cómo sabe tanto del mundo cuántico? Un asunto a la vez mi querido Alberto, en este mundo regido por la “o” no podemos tratar diversas cuestiones simultáneamente. Así que, no queda más que tratar una a la vez-. Retomando la conversación Alberto se dirige hacia aquel hombre – creo entender, por lo que acaba de comentar, sabía que vendría porque al estar entrelazado con la infinidad de mis estados posibles, de alguna manera, enfocó su capacidad de observar conscientemente hacia aquella posibilidad que me materializaría en su realidad. ¿Estoy en lo correcto? -Lo único que puedo decirle en este momento, es que ya sabe por lo que pasó el gato en la caja- Aquel hombre esboza una sonrisa, con cierto dejo de burla. -Ahora retomemos el otro asunto- comenta Alberto - ¿el que se refiere a mi conocimiento de lo que llamas mecánica cuántica? - interviene el hombre. -Tu generación piensa que es un conocimiento nuevo, pero lo único nuevo es el nombre, para mi es magia. ¿Quién eres? - Le pregunta Alberto. -Soy tu. ¡Perdón, pero no entiendo! Lo sé-. Aquel extraño hombre se levantó y dirigiéndose a la puerta le dijo 5


a Alberto, -es hora de que se vaya-. Alberto, siendo un hombre de impecable educación de inmediato se levantó y se dirigió a la puerta. Habiendo pasado el umbral, Alberto giró para dar un último vistazo a aquel hombre, nuevamente no comprendía su extraño comportamiento al pedirle tan súbitamente que se fuera. Además, lejos de aclararle sus dudas, solo las multiplicó. Antes de retirarse se vieron fijamente a los ojos y sin decir palabra, aquel hombre cerró la puerta. Alberto caminó sin rumbo por varias horas, como ya estaba anocheciendo preguntó el camino hacia el hotel donde se había hospedado, al llegar tomó un baño. Una y otra vez resonaban en su cabeza las extrañas palabras del excéntrico hombre. ¿Quién era?, ¿qué relación tenía su familia con Newton?, ¿cuál era el papel de ambos dentro de tan extraña trama? ¿cómo era capaz de hablar con tan remarcada familiaridad y sencillez de conceptos ligados a la mecánica cuántica? Y lo más importante, ¿cómo saber si debería buscarlo o no?, ¿lo volvería a ver? Sobreponiéndose Alberto a su temor de parecer impertinente, decide a la mañana siguiente buscar nuevamente a aquel hombre, por lo que se dirige a la casa donde tuvo el primer encuentro con él. Alberto era un hombre muy observador, y aunque está seguro que es la misma casa en la que estuvo la tarde anterior, nota ciertas diferencias, aunque sutiles, no podían haberse modificado en una noche, así que de momento pensó que se había equivocado por lo que tomó diversos caminos, pero la única casa que más se parecía a aquella en la que había estado la tarde anterior era a la que originalmente había llegado. Así que se armó de valor y tocó a la puerta. En esta ocasión abrió una bella joven de unos 25 años de edad, lo miró a los ojos y le dijo sin darle la oportunidad a que pudiera articular palabra alguna, 6


permítame-, aunque en esta ocasión no fue invitado a pasar. Alberto espero en el umbral de la puerta, minutos después regresó la joven y le entregó un sobre. Alberto le preguntó - ¿qué es esto? - Cuando era pequeña mi abuelo me confió este sobre, me dijo que jamás lo abriera, y que cuando un hombre, - hace un pequeño silencio para recorrerlo con la mirada y luego comentar -de sus características, y que yo jamás hubiese visto antes, tocara a la puerta, se lo habría de entregar. Extrañado, a Alberto lo único que le viene a la mente es preguntar - ¿dónde está tu abuelo? Aquí, ¿puedo verlo? No sé, depende de ti- le responde la joven. Ambos hacen un breve silencio, luego la joven le dice - ¿y bien? -, Alberto le contesta con otra pregunta, - ¿y bien qué? ¿Realmente deseas en tu corazón volver a ver a mi abuelo o no?, desde luego que sí, entonces, ¿por qué no lo estás viendo?, no te comprendo, es obvio que no.- Nuevamente guardan silencio ambos. - ¿Cómo sabes que está aquí?,- pregunta Alberto, la joven le responde, - ¿por qué crees que no?, la ciencia está en tus ecuaciones, pero sin buscar la magia en tu corazón, ¿cómo te atreves a afirmar que conoces los principios que rigen tu universo, tu realidad? Los hombres como tu creen comprender y envuelven su orgullo en la arrogancia de sus elegantes ecuaciones, pero solo poseen certeza, el conocimiento y la vivencia de la verdad requieren humildad e involucramiento, reconocer que la afirmación “soy tu”, es lo que ustedes llaman entrelazamiento- La joven detiene su alegato súbitamente, lo ve y le dice -ya he dicho demasiado, es momento de que te retires, sé que volverás, no solo aquí, sino a ti-. Alberto se despide de la joven, le agradece y se retira, después de dejar el hotel inicia el corto camino a Cambridge, al llegar a su habitación en el campus, se

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recuesta, descansa, procura no pensar en nada, solo cierra sus ojos y deja que el sueño lo venza. No habían pasado ni dos horas cuando se despierta súbitamente, - ¿dónde puse el sobre que me dio la joven?, de un brinco se levanta de la cama y corre a su portafolios, ahí busca casi frenéticamente entre varias hojas, como no lo encuentra, vacía el contenido, al ver que el sobre si estaba, siente un gran alivio, al menos podía estar seguro que no había imaginado lo ocurrido. No podía esperar para abrirlo y conocer su misterioso contenido, así que corrió por su abrecartas, rasgó uno de sus costados y luego lo agito sobre su escritorio saliendo un pequeño círculo de madera con una línea grabada en él que lo partía por la mitad. ¿Qué es esto?, ¿acaso aquel hombre y su nieta se han burlado de mí? Visiblemente molesto regreso a la cama y procuró conciliar el sueño. Al día siguiente decide volver a revisar los escritos de Newton, se sentía como un ratón en un laberinto. Al observar cuidadosamente los escritos, ¿cuál sería su sorpresa al notar el dibujo de un círculo con una línea partiéndolo a la mitad? Lo primero que pensó fue que no podía ser una coincidencia, realmente aquel signo debía ser importante y sin duda constituía un gran indicio, ¿pero que podría representar?, lo primero que vino a su mente fue la frase, “la explicación más simple por lo general es la más acertada”. Se quedó sentado mirando el dibujo por varios minutos, de pronto, como si lo hubiera alcanzado un rayo, se percató de que se trataba de lo obvio, un círculo con su diámetro, en otras palabras, el número π. ¿Por qué Newton se habría interesado secretamente en el número π?, ¿qué podría tener que ver con el extraño hombre que acababa de conocer, con la mecánica cuántica, y aún más, con el entrelazamiento?

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Lo primero que se le ocurrió fue investigar como percibían dentro del mundo secreto de la alquimia al número π en el siglo XVII. Comenzó a investigar y encontró que para las culturas de la antigüedad Π era un número sagrado que representaba la irrupción del espíritu en la materia, la cristalización en formas de lo indefinido, la relación entre lo conocido y lo desconocido, entre lo limitado y lo ilimitado, entre la unidad y la multiplicidad, entre lo permanente y lo efímero, entre lo homogéneo y lo heterogéneo. También descubrió que en las Escuelas Esotéricas a lo largo de las diferentes épocas fue conocido como el número llave del Movimiento de la Naturaleza, es decir, símbolo del dinamismo que nace siempre de estos principios opuestos. En cierta forma Alberto no se sentía cómodo con la inclusión de ideas esotéricas, lo único que lo confortaba era que el mismo Newton había recorrido ambos caminos, el del método científico como fuente de conocimiento y el de algo más cercano a la fantasía y la especulación como camino hacia la satisfacción de la insaciable curiosidad de su espíritu. Así las cosas, decidió seguir adelante, pero con gran escepticismo y cuidando de no caer en el abismo de la indefinición, la especulación y la pérdida de rigorismo científico. Desde luego el esoterismo no era su área y poco o nada conocía de aquello, entonces busco personas que supieran del tema, de preferencia investigadores de diversas universidades. Finalmente dio con la Doctora Aatmadeva Kumari de la Universidad de Nueva Deli en la India.

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Después de presentarse, Alberto le comentó su interés por conocer la manera en la que las escuelas esotéricas de la antigüedad veían al número π, desde luego no le comento el verdadero origen de su creciente interés en el tema. La Doctora Kumari sugirió que hablaran por teleconferencia, lo que le pareció muy bien a Alberto. Después de romper el hielo conversando un poco acerca de la actividad de cada uno en sus respectivas Universidades, así como de las cátedras que impartían, la Doctora Kumari entró de lleno al tema motivo de la curiosidad de Alberto diciendo, -para la mayoría de las escuelas esotéricas Π representa la relación no “satisfecha” entre la circunferencia y el doble diámetro, originando el primer movimiento, el giro de la cruz o esvástica, que puede ser dextrógira (giro a la derecha-principio masculino- Shiva) o levógira (giro a la izquierda-principio femenino-Vishnú). Esvástica es una palabra sánscrita que significa “la que se agita por sí misma”, o sea, la voluntad de manifestación, el primer movimiento-. Y esto nos lleva de la mano a las creencias espirituales de la cultura hindú contenidas en los Vedas. Alberto sigue la presentación de la doctora con mucha atención, por el momento solo toma notas sin interrumpirla. -Desde una perspectiva actual, al hablar de relación no “satisfecha” entre la circunferencia y el diámetro, aquellos sabios se referían a que Π no se puede expresar como un número racional, como una fracción simple, o relación numérica. Para ellos los infinitos decimales que presenta en una danza “aleatoria”, era la danza misma de la vida, y en esto hay una profunda sabiduría mi buen Doctor San Martín-.

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-Realmente estoy sorprendido, nunca imagine el gran valor que los sabios de la antigüedad le asignaban a este misterioso número-. Prosigue la Doctora Kumari pero eso no es todo, seguramente

usted jamás ha oído hablar del Himno a

Krishna-. Así es doctora, desconozco todo sobre el tema. Eso supuse, preste atención, pues lo que voy a compartir con usted le va a encantar, y abrirá las puertas de su entendimiento a niveles que jamás imaginó. ¿Está listo doctor?, con esa introducción, ¿quién podría no estarlo? - le responde Alberto. Comencemos, -en la cultura Aryavarta procedente de la India Védica existe el llamado himno a Krishna, a quien se le considera como encarnación del dios Vishnú, en este himno también se menciona al dios Shiva. Aplicando el llamado código védico, el cual se conforma de relaciones criptográficas números-sílabas del alfabeto Devanagari, el cual dio origen al sánscrito, se obtiene… algo que ni remotamente estoy segura que se imagina…, ¿listo para escuchar esto doctor? Desde luego. Bueno, pues lo que arroja el código aplicado al Himno a Krishna es nada más ni nada menos que…, ¡las primeras 32 cifras del número π! -

-Vaya que estoy sorprendido, pero ¿podría usted mostrarme la manera en la que el código se aplica al himno? ¡Claro doctor! -

-Comenzaré por escribir el Himno original,

gopi bhagya madhuvrata; srngiso dadhi sandhiga; khala jivita khatava; gala hala rasandara.

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-Desde luego se trata de una transliteración cuyo significado es: “¡Oh señor ungido con el yogur del culto de las lecheras, oh salvador del caído, oh maestro de Shiva, por favor, protégeme!”-En cuanto al Código Védico la equivalencia numérica de las diversas sílabas es…

ka, ta, pa, ya 1; kha, tha, pha, ra gna, na, ma, sa jha dha

2; ga, da, ba, la

5; ca, ta, sa

3; Gha, dha, bha, va

6; cha, tha, sa

7;ja, da, ha

4; 8;

9; Ka significa el cero.

Aplicando este código al himno, se puede cantar como himno o leer como números, cuyo valor expresado en 32 cifras equivale a los primeros 31 decimales del número π (31415926535897932384626433832792…).

-Lo que puedo observar-, comenta Alberto, -es que la correspondencia es casi perfecta excepto por la treintaidosava cifra, ya que en los actuales cálculos en vez de un 2 se corresponde un 5. ¿Había notado eso doctora? - A decir verdad, no, sin embargo, otro colega nuestro sí, se trata del doctor Jacob Herzog de la Universidad de Jerusalén. -

-Me gustaría dejar por un momento esta cuestión y no perder de vista la gran trascendencia de este himno, pues en él, los hombres sabios de los tiempos védicos dejaron un mensaje encriptado en el que se insinúa, al involucrar a la encarnación del dios sustentador de la realidad, vida o creación Vishnú a través de uno de sus avatares Krishna, y al dios destructor y regenerador Shiva con el número π, que todo aquello que existe, surge y mora en ese número, constituyéndose así como una puerta a los Misterios de la Creación-. 12


-Ahora entiendo porque Euler le asigno la letra pi a esta secuencia de números que reflejan la relación “insatisfecha” entre el perímetro y el diámetro de un círculo. Sin duda el símbolo recuerda la Puerta de un Templo-. Comenta Alberto.

-En cuanto a tu observación acerca del decimal 32, el Dr. Herzog, no solo notó lo mismo que tú, sino que fue más allá y se preguntó ¿qué podría implicar tal diferencia? - La doctora hace una pausa, luego prosigue, -Alberto quizá estés pensando, ¿en qué se puede relacionar el Himno a Krishna, los decimales del número π y un doctor cuya especialidad es la mística hebrea? -

-Escucha con atención, al Doctor Herzog le llamó la atención el hecho de que el himno solo revelaba 32 decimales, justamente la cantidad de senderos de la sabiduría mencionados en la Kabaláh. Es bien sabido que el total de senderos lo conforman las 22 letras del alefato hebreo más las 10 sefirót, o emanaciones divinas-.

-El Doctor Herzog me platicó que una tarde mientras tomaba café en uno de sus lugares preferidos de la antigua Jerusalén escribía, o mejor dicho garabateaba en una hoja los números 5, 2 y trataba de encontrar algún sentido a la diferencia entre ambos, el intuía que esa diferencia no era debida a una simple imprecisión, sino que había un significado oculto, todo era demasiado preciso… totalmente metido en sus pensamientos no notó la presencia de un hombre de avanzada edad, cabello canoso y largo, barba blanca y abundante, que se sentó en su mesa y dirigiéndose a él, recuerda que le comentó. ¿Me puedo sentar en su mesa?, no hay lugar libre y he caminado un largo tramo, además el calor es agobiante. Herzog levantó la 13


mirada, lo vio sin dar demasiada importancia al asunto y le dijo, claro siéntese. Aquel hombre estuvo en silencio por varios minutos, pidió un café y después de tomarlo, le comentó a Herzog, ¿ya encontraste la solución?, ¿sabes qué representa la diferencia? En ese momento Herzog sorprendido dejo de escribir y algo molesto le preguntó. ¿Está husmeando en mis notas? ¿Por qué habría de hacerlo?, no tengo necesidad. ¿Cómo sabe acerca de la investigación que estoy realizando?, no distraigas tu mente con cuestiones irrelevantes, ¿quieres o no encontrar la respuesta que buscas?, ¡claro que quiero!, entonces no busques la respuesta donde no está, búscala ahí donde se origina la cuestión, dicho esto se levantó, miro a Herzog como si asintiera con la cabeza y sin decir nada, salió del lugar confundiéndose rápidamente con la gente. Herzog no sabía qué lo había impactado más, si la conversación con aquel hombre, o el misterio que rodeaba su encuentro. De regreso a su cubículo en la universidad, recuerda lo que aquel hombre le dijo: busca la respuesta ahí donde se origina la cuestión. Pero, ¿a qué se refería con eso? Así que se puso a escribir varias veces la frase origen de la cuestión…, y de pronto se dio cuenta que el origen de la cuestión era la diferencia entre ambos números ubicados en la posición 32, es decir, el número 3 el cual provenía de restar 5-2, luego por simple intuición sintió el impulso de multiplicar ambos números por la diferencia y así obtuvo 2 x 3 = 6 y 5 x 3 = 15. Siendo experto en Kabaláh de inmediato se percató que el número 15 correspondía al valor ordinal de la letra samej, cuyo valor reducido es justamente 6 (1+5).

Luego hizo un ejercicio interesante descomponiendo el nombre de la letra en el nombre de cada una de las letras que la componen eliminando aquellas que se 14


repetían, así al descomponer la letra samej en samej, mem y jet, luego nuevamente samej en samej, mem y jet; mem en mem, alef, mem; y jet en jet, alef, tav. Las letras diferentes dentro del último grupo resultaron ser samej y tav.

Esto le recordó las silabas Sa y Ta pertenecientes al alfabeto Devanagari. Cuando Herzog encontró esto me contactó para compartirme tanto el relato como el hallazgo de su investigación-, comenta la Doctora Kumari.

Su trabajo me pareció tan interesante que pensé ¿por qué no usar los valores 6 y 15 que Herzog descubrió en una especie de ingeniería inversa aplicada al Código Védico?

Buscando los renglones que contuvieran las sílabas correspondientes justamente a los números 6, 1 y 5, obtuve que solo coincidían en dos sílabas.

ca

ta

sa

6; ka

ta

pa

ya

1; gna na

ma

sa

5;

- ¿Adivine cuáles Dr. San Martín?, ¡no me diga!... Ta y Sa. Así es-.

Tal y como lo había supuesto Herzog, la diferencia no era producto de una falta de precisión, es un mensaje que conecta el número π con la letra hebrea samej y con las sílabas Ta y Sa, y en consecuencia con el mantra OM TAT SAT, uno de los más antiguos dentro de la espiritualidad hindú.

Alberto estaba tan ensimismado en lo que veía y escuchaba que no se había atrevido a interrumpir, pero ahora sentía curiosidad, y no pudo resistirse a preguntar - ¿qué significa el mantra al que hizo referencia? -

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La Doctora Kumari, con gusto da respuesta a la inquietud de Alberto. -En los Vedas se dice que desde tiempos inmemoriables las palabras OM TAT SAT se han empleado para designar a la Suprema Verdad Absoluta. Al igual encierra la idea de que aquello que se puede percibir por los sentidos y aquello que no, es lo mismo-.

-Por cierto, olvidaba algo importante sobre la letra samej que me comentó el Dr. Herzog-, agrega la Doctora Kumari, - en Kabaláh representa la luz trascendente de la Divinidad que abarca por igual cada punto de la realidad, tanto lo oculto como lo manifestado. Además del poder divino de apoyar y alzar al caído, exactamente la misma esencia del Himno a Krishna-. ¿Ve ahora la fuerte relación entre el número π, la sabiduría védica y la mística hebrea? - Vaya que sus palabras se quedaron cortas cuando antes de iniciar nuestra plática me dijo que lo que escucharía cambiaría mi manera de pensar. Hasta hoy el número π solo era una secuencia probablemente infinita de números que surgían de forma aleatoria, pero ahora sé que representa algo mucho más profundo, trascendente y relacionado con la estructura y generación de la realidad-.

Prosigue Alberto, -no sabe cómo le agradezco el que me haya dedicado tanto tiempo- interrumpe la doctora Kumari – al contrario, ha sido un placer, sobre todo que hace mucho no tenía la oportunidad de retomar el tema, pero no crea que mi tiempo no le costará-, comenta sonriendo, -ahora que me ha involucrado tendrá que compartir conmigo todo cuanto descubra a raíz de lo que quiera que sea aquello que usted este investigando. ¿De acuerdo?, desde luego qué si doctora, sin duda estoy en deuda con usted-.

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Ambos se despiden y esperan volver a estar en contacto pronto.

Por una parte, Alberto comenzaba a cuestionar sus convicciones respecto a lo incuestionable de su ciencia, en contraposición al desdeño, poco interés y escepticismo con el que había considerado la sabiduría ancestral. Su mundo comenzó a tambalearse desde sus cimientos, no era fácil admitir que había algo diferente de aquello que llamaba ciencia y que encerraba gran sabiduría y certeza.

Cada vez se compenetraba más con Newton, sino sabía aún hasta donde había llegado en su búsqueda oculta, al menos podía imaginar la emoción que le habría provocado avanzar en ella. Otro aspecto que lo inquietaba era la presencia del hombre que Herzog había mencionado a la Doctora Kumari, ¿acaso sería la misma persona que conoció en Grantchester?, en el supuesto de que se tratara de la misma persona, era un hecho que ni a Herzog ni a él le reveló su nombre, evadió aquellas preguntas que no se relacionaban con su propósito, y se esforzó por crear un halo de misterio en torno a su presencia, además de evidenciar profundos conocimientos. ¿Quién podría ser?, ¿por qué los había contactado a él y a Herzog para darles un pequeño, pero definitivo empujón para llevar a cabo investigaciones que ni siquiera sabían que harían, y al menos en su caso, ni siquiera había imaginado, dado que el objetivo de la misma estaba totalmente fuera de su esfera de estudio?

Cuando más concentrado estaba meditando sobre ambas cuestiones, uno golpes en la puerta de su cubículo le provocaron un gran sobresalto, recuperado, dijo adelante, pase-. Cuál sería su sorpresa cuando vio delante de él a la joven nieta del 17


hombre de Grantchester. - ¡Hola! -, le dice la joven. Alberto le responde, - ¡Hola! La joven se acerca a su escritorio y le dice -ven acompáñame-. Alberto le pregunta ¿a dónde vamos?, ella le responde, -no te confundas, yo sólo te llevo, ¿adónde irás?, eso es asunto tuyo-. Nuevamente las respuestas de la joven eran confusas, evasivas, irritantes, pero aun así y sin entender bien lo que estaba haciendo decidió seguir a la joven. Una vez en el vehículo de ella, ya en el trayecto hacia su destino, el cuál desde luego desconocía en aquel momento y con el fin de hacerle plática, Alberto le preguntó - ¿cuál es tu nombre? - ¿por qué preguntas eso?, ¡claro que lo sabes!, le respondió ella, -si así no fuera, yo no estaría en tu realidad-. Vaya que era una joven extraña con la que resultaba casi imposible entablar una conversación, después de eso decidió guardar silencio. Por su parte la joven pensó para sí, “¡Ay hombre de ciencia!, aún no encuentras tu corazón”. Después de casi una hora de camino llegaron a un hermoso campo, descendieron del auto y luego de caminar por varios minutos entraron a una zona boscosa, al llegar a la ladera de una montaña, observaron algunos menhires como silenciosos atlantes custodiando a través de los siglos la entrada a un túnel, ambos ingresaron y al final hallaron una cámara circular con otro menhir al centro, aunque había poca luz era suficiente para apreciar el interior de la cámara, ahí grabado en una de las secciones de las paredes estaba algo que se asemejaba al signo que pendía del cuello del abuelo de la joven.

La joven por fin articulo palabra -debes pasar aquí la noche, mañana temprano regresaré por ti. Sin importar que escuches o los temores que te invadan no abandones la cámara. Solo siéntate, ponte cómodo y observa detenidamente el símbolo grabado en la pared. Aquí es donde realmente comienza tu viaje, y tal y 18


como te dije en tu oficina, ¿a dónde irás?, dependerá de ti-. La joven hace un pequeño silencio y ve fijamente a Alberto, luego le comenta -veo cierto temor en tus ojos, aún es tiempo de salir y olvidarte de todo este asunto.- Alberto recorre con la mirada aquella oscura cámara, desde luego la situación era totalmente ajena a lo que había vivido como investigador y catedrático, pero su curiosidad por ver a dónde lo llevaría la única aventura arriesgada fuera de un escritorio y un salón de clase que había tenido en su vida, lo llevó a decidir seguir adelante. – No, no deseo regresar, sigamos con esto-. -En tal caso vendré mañana por ti- ya se iba, pero no había dado ni tres pasos cuando se volvió hacia Alberto para decirle - por cierto, no olvides dos cosas, que sabes mi nombre y que no debes apartar tu atención del símbolo, concéntrate en él, que nada y mucho menos tus miedos te distraiganDicho eso siguió caminando por el túnel hasta la salida, luego se dirigió hacia su auto y se fue.

Antes de sentarse tal como le fue indicado por la joven, Alberto revisó cuidadosamente la cámara, no encontró nada además del símbolo grabado que ya había visto. Le llamo la atención que los surcos que lo definían parecieran tener el mismo grosor y profundidad, no habían marcas de cincel, eran perfectamente lisos y uniformes. Si habían sido hechos con algún tipo de herramienta de la edad de piedra, desconocía con cuál, aunque realmente lo dudaba. Negar que sentía temor por la situación en la que se encontraba hubiera sido deshonesto. Desde luego quería sentarse y concentrarse en aquel símbolo, pero al mismo tiempo sentía temor, tanto de bajar la guardia y abandonar por completo su estado de alerta, lo cual estando solo en un lugar tan desprotegido sería poco menos que irresponsable, 19


como de penetrar en profundos niveles de conciencia de los que no sabría si podría regresar a un estado consciente, después de todo no había nadie que pudiera ayudarlo si llegara a necesitar algún tipo de auxilio.

Pasado el tiempo y sintiéndose más confiado al ver que realmente estaba solo y aparentemente no corría peligro alguno, decidió que era momento de hacer lo que la joven le había indicado, así que se sentó recargando la espalda en el menhir del centro de la cámara mirando hacia el símbolo de la pared y solo pensó en conocer o recordar el nombre de la joven. Paso algo de tiempo y de pronto en su mente se formaron cuatro letras HKAW, ¿acaso ese era el nombre de aquella joven?, o ¿quizá solo sus iniciales? Aún estaba tratando de darle sentido a aquellas letras cuando comenzó a escuchar diferentes sonidos, su primer impulso fue levantarse y salir para averiguar de qué se trataba, pero recordó que sin importar los sonidos no debería abandonar la cámara, así que no lo hizo. Los sonidos se multiplicaban en una interminable danza entrelazándose unos con otros, eran tantos que pronto solo se escuchaba una especie de zumbido, pasado el tiempo aquel zumbido, a pesar de estar presente se volvió imperceptible para Alberto. Fue en ese preciso momento cuando inicio su viaje, el símbolo se desvaneció ante sus ojos y luego solo hubo oscuridad, Alberto sabía que no debía temer, luego escucho una cadena de sonidos que parecía formar palabras a la vez que una oscuridad acotada surgía de la oscuridad plena, y se disolvía en ella para volver a surgir casi de inmediato. Al escuchar una secuencia diferente de sonidos ocurría lo mismo solo que la oscuridad acotada que surgía de la oscuridad primigenia era diferente, aunque no podía definir con palabras en qué consistía esa diferencia. La secuencia se repetía para esa 20


nueva oscuridad, surgía de la oscuridad primigenia y se diluía en ella continuamente. Posteriormente cada palabra dentro de la secuencia que acotaba la oscuridad se presentó formada por tres símbolos a los que les correspondía un número. De repente todo se diluyó en la oscuridad y silencio iniciales. Sin poder determinar cuánto tiempo había transcurrido, Alberto sintió una mano en su hombro y súbitamente abrió los ojos en medio de un fuerte sobresalto, la joven había vuelto por él.

-Bueno, es hora de irnos- le dice la joven a Alberto tomándolo de la mano para ayudarlo a levantarse. -Ahora podemos hablar, dime lo que quieras respecto a la experiencia que has vivido- a Alberto le sorprende el cambio de actitud en la joven, había dejado la agresividad con la que lo había tratado y la había sustituido por palabras cálidas y una actitud condescendiente y comprensiva. -Creo que recordé tu nombre- le dice Alberto, ¿cuál es?, no sé cómo pronunciarlo, o si se trata solo de tus iniciales, pero es HKAW. Así es, ese es mi nombre, y estoy segura que te mueres de ganas por saber que significa, ¿o no? Desde luego que sí- le comenta Alberto. El significado lo encontraras en escritos del antiguo Egipto, para mí sería fácil decírtelo, pero es importante que tú mismo lo descubras. En cuanto a lo que viste te ayudaré con dos palabras, entrelazamiento cuántico-. Fue tan amena la plática que sin darse cuenta ya habían llegado a dónde se encontraba el auto de la joven, ambos subieron e iniciaron el camino de regreso a Cambridge. Durante el trayecto Alberto preguntó algo más a la joven. ¿Newton vivió una experiencia como la mía?, ¿quién es tu abuelo?, ¿con qué intensión ha manipulado los eventos para que yo pudiera tener la visión que tuve? Pronto lo sabrás, le responde la joven. Ya en 21


Cambridge y al momento de despedirse antes de bajar del auto, Alberto hace una última pregunta, - ¿Qué tiene que ver todo esto con el número π?, las piezas ya las tienes, solo ponlas en su lugar y lo sabrás-. ¿Te volveré a ver?, ¿por qué lo preguntas?, ya sabes mi nombre. Alberto pensó para sí, “la joven evasiva y que todo lo envuelve en un sutil halo de misterio, regresó”.

Lo ocurrido lo había agotado, Alberto se dirigió a su habitación en el campus, comió algo, pues moría de hambre y durmió hasta el día siguiente.

Temprano despertó ya con su mente más clara y después de un profundo y reparador sueño, comenzó a recordar lo ocurrido el día anterior. Lo primero que le vino a la memoria fue un artículo reciente presentado por los doctores Hirosi Ooguri de la Universidad de Tokio y Matilde Marcolli de Caltec en el Phisical Revew Leters donde explicaban como el espacio tiempo surgiría del entrelazamiento cuántico. De pronto hizo una pausa y recordó a su colega hindú, la doctora Kumari y tal como lo había prometido le llamó para compartir con ella lo sucedido, y de paso averiguar si ella podía ayudarlo en su tarea de descubrir el significado de las letras HKAW. Así que tomó su computadora y se comunicó a través de video-conferencia. La doctora de inmediato tomó la llamada, no pudiendo ocultar el gusto que le da tener noticias de Alberto. Después de intercambiar saludos, Alberto la pone al tanto de lo sucedido, luego la Doctora Kumari le pide a Alberto que le explique lo que es el entrelazamiento cuántico, él le explica que representa la asociación de dos o más partículas subatómicas, de manera que se comporten como una sola, sin importar que tan lejos estén la una de la otra. -Ahora comprendo- comenta la doctora Kumari, -lo que no entiendo es cómo el espacio tiempo puede derivarse del entrelazamiento. 22


En ese caso trataré de explicarle, y para ello iniciaré con lo que en física se entiende como principio holográfico, el cual es ampliamente considerado una característica esencial de la Teoría del Todo. Postula que toda la información contenida en cierto volumen de un espacio concreto se puede conocer a partir de la información codificable sobre la frontera de dicha región. También establece que la gravedad en un volumen tridimensional puede ser descrita por la mecánica cuántica en una superficie de dos dimensiones, que rodea al volumen. De esta forma los efectos del entrelazamiento cuántico en la frontera generan el espacio tiempo en el interior de ella, así como su dimensionalidad.- Realmente es fascinante la profundidad a la que se ha llegado en términos de la naturaleza de las cosas a través de la teoría cuántica- comenta la doctora Kumari, y continúa, -creo que esa oscuridad que vio representa el entrelazamiento cuántico y los estados de oscuridad acotados, las partículas elementales.- De pronto interrumpe Alberto,- eso explicaría el por qué las partículas entrelazadas tienen una misma función de onda. Otro aspecto que me inquieta, - comenta la doctora Kumari, -es acerca de los sonidos que escuchó a manera de nombres compuestos cada uno por tres palabras y su relación con una secuencia de números. Tiene razón, esto me trae a la mente otra parte importante de ese mismo artículo en la que el Dr. Ooguri comentó que él siempre había creído que la masa y la energía eran los constituyentes básicos de la naturaleza pero, en los últimos años, el papel de la información como constituyente del mundo había ido cobrando interés para la física.- Súbitamente lo interrumpe la Doctora Kumari.- ¿Se da cuenta Alberto?, las palabras y el código de números que formaron parte de la visión que tuvo no son más que ¡la información de la que proviene la materia!. Las antiguas escrituras sagradas no describen mitos, sino la manera en la que los 23


antiguos “dioses” usaban la información codificada a modo de sonidos o “palabras” para materializar la nada. ¡Tiene razón Kumari!, lo que ellos describían como nombrar para crear-materializar, la física le llama observar para colapsar la función de onda de probabilidad que describe a una partícula. En otras palabras, todo cuanto este universo es, puede describirse como una única función de onda correspondiente a una gran mega partícula cuya aparente diferenciación en diversas partículas solo se manifiesta cuando es observada o nombrada por un dios.- La doctora Kumari se queda en silencio por un momento y le dice a Alberto. -Esto me recuerda algunas estrofas del Himno a Ptah que se encuentra en el Papiro de Berlín 3048. No sé quién pueda ser la joven de quien me habló, pero definitivamente sí hay una relación en lo que vio en su trance, lo que acabamos de dilucidar y las escrituras sagradas del antiguo Egipto. Ahora le voy a recitar la estrofa que creo le va a interesar. Permítame un segundo en lo que la busco en los archivos de la computadora… ¡Aquí está!, ya lo estoy abriendo…listo, escuche con atención, no me interrumpa, solo anote lo que le parezca importante y al final lo comentaremos, ¿de acuerdo?,- De acuerdo. “(Aquél que) se manifestó como el corazón, (aquél que) se manifestó como la lengua, con la apariencia de Atum, (aquél) es Ptah el muy grande, quien dio la vida (a todos los dioses) así como a sus genios (ka) gracias a este corazón del que Horus es la emanación, gracias a esta lengua de la que Thot es la emanación, nacidos ambos de Ptah. Y ocurrió que el corazón y la lengua predominaron sobre todos los miembros del cuerpo, puesto que él (Ptah) está en el cuerpo, y que él (Ptah) está en la boca de todos los dioses, de todos los hombres, de todos los animales, de 24


todos los reptiles, de todos los (seres) vivientes, pensando y nombrando todo lo que desea.”

-Ponga especial atención en lo que sigue-, le indica la doctora Kumari a Alberto. “Ptah se manifestó en forma de Atum, y como tal creó a todos los dioses y a sus ka <la energía vital>, y lo hizo concibiéndolos primero en su corazón, y luego dándoles vida mediante su lengua.”

- ¿Se da cuenta Alberto?, en esencia es lo mismo que establece la mecánica cuántica al hablar de observación de la conciencia. El poder del corazón manifestado a través de la palabra para materializar dando forma a lo indefinido qué, por no tener mejor manera de nombrarlo, ustedes lo han designado como entrelazamiento cuántico-. Ahora entiendo por qué aquel enigmático hombre insistía en que hallara mi corazón, pensó Alberto en silencio. Luego, en voz alta comentó -ya comprendo por qué algunos físicos actualmente están convencidos que el entrelazamiento cuántico parece servir como un cordón inmaterial que conecta todas las cosas del universo y tiende un puente entre la materia y el espíritu. - Tocó el turno a la doctora Kumani de continuar con la conversación. -Enmarcando lo que acabas de comentar dentro de las escrituras Védicas, es claro, al menos para mí, que la realidad subyacente es el mundo del Espíritu, el Brahman, en la que el entrelazamiento cuántico parece ser el cordó n umbilical entre la dimensión de unidad divina absoluta y el mundo material de la multiplicidad, que es una falsa caída o división provocada por la observación de la conciencia o la pronunciación del nombre a través de la 25


palabra como emisaria del corazón ya que, por el mismo entrelazamiento cuántico, el Espíritu sigue irradiando, transmitiéndose a sí mismo a través de nosotros.- Continúa la doctora Kumari -vayamos al siguiente punto que te interesa resolver, y es el significado de las letras HKAW. Para eso retomemos el Himno a Ptah, al principio de una de las estrofas que te recité decía, “Ptha se manifestó en forma de Atum… En la mitología egipcia, y que a partir de hoy ya no estoy segura que lo fuera, más bien pienso que es un relato científico sobre las leyes fundamentales de la realidad envuelto en folklore para conservar su legado lo menos adulterado posible, se relacionó a Atum con el dios Ra. En el papiro Bremner-Rhind se puede encontrar una referencia al nombre de Ra: … Yo usé mi propia boca y ‘Magia’ (HkAw) fue mi nombre, esto como parte de un relato acerca de la conversación entre la diosa Isis y el propio dios Ra. Así que Alberto, el misterioso nombre de tu joven amiga es “magia”. No sé si esto te ayuda a resolver el asunto de su identidad, o te confunda más, pero esto es todo lo que puedo hacer por ti. - Realmente me ha sido de gran utilidad todo cuanto hemos conversado el día de hoy, es cierto que aún hay ciertas cuestiones que tengo que resolver, pero al menos ya sé en qué dirección buscar. Gracias nuevamente, estaremos en contacto. -No, gracias a ti por cumplir tu palabra y compartir los avances de tu investigación, o mejor dicho, aventura. - Ambos sonríen y dan por terminada la video-conferencia.

Ya solo le restaba resolver cómo podría relacionarse el asunto del entrelazamiento cuántico, el poder de la palabra como información constituyente fundamental de la realidad y el número π. Sin embargo, tampoco intuía algún vínculo con Newton y sentía que no estaba ni remotamente cerca de averiguar quiénes eran la joven cuyo 26


nombre es “magia” y su enigmático abuelo. Durante una semana no ocurrió nada, no más contactos extraños, no más indicios en los escritos de Newton, hasta que “casualmente” se encontraba descansando por la tarde cuando vio un documental en la televisión sobre el lenguaje genético del ADN. De inmediato le vino a la mente las tres palabras que conformaban cada nombre del que surgían aquellas regiones de oscuridad acotada que habían aparecido en su inquietante visión. Así que pensó, tal vez, sólo tal vez, cada palabra equivale a un nucleótido, y cada tres palabras a un codón, la secuencia exacta corresponde a las instrucciones de formación, no de aminoácidos como en el ADN, pero sí de materialización de cada partícula elemental. De ser así, pensó… la secuencia de palabras que escuche podría representar un segmento de lo que me atrevería a llamar el “ADN de la realidad”. Y sin saber cómo recordó lo que la doctora Kumari le había enseñado respecto al significado que le asignaban al número π los sabios de la antigüedad. Eso aunado a que cada palabra tenía un número relacionado, de la nada se dio cuenta que la aparentemente secuencia aleatoria de números que el número π representaba, no era otra cosa que un código de formación perfectamente determinado, cuyos números debían indicar la correcta secuencia de aquellas palabras secretas que formarían los nombres exactos para materializar cada partícula elemental, y yendo más lejos, cada objeto de la realidad. Π no representaba una secuencia de números aleatorios, sino el código de formación de todo cuanto existe siguiendo una precisa secuencia.

En ese momento recordó lo trabajos del físico israelita Yakir Aharonov respecto al entrelazamiento cuántico tomando en cuenta el tiempo. Como resultado de sus 27


estudios se percató que la aparente aleatoriedad, no era tal, sino una especie de causalidad cuyas variables se establecían en el futuro. O en otras palabras los fenómenos cuya causalidad proviene del futuro se manifiestan como aleatorios en el tiempo presente. Alberto intuyo que la aparente aleatoriedad del número π era consecuencia de eventos cuya causalidad se originaba en el futuro. Descubrir esto le causó tanta alegría que de inmediato se comunicó con su amiga la Doctora Kumari, después de ponerla al tanto, ella solo dijo – ahora entiendo el por qué a Brahma se le considera un dios creador de una creación terminada. Poniendo esto en su lenguaje cuántico, es como si a través de la aleatoriedad del número π, entendido como código, se revelara que la conformación de la realidad sigue un plan pre-determinado-. Prosigue la doctora Kumari. -ahora más que nunca debe preguntarse ¿de dónde provendrían aquellas palabras que los antiguos dioses conocían?, ¿qué números tenían asignados?, si lo supiera podría buscarlos en la serie de números contenida en π, y así dependiendo de su posición sabría la secuencia correcta en la que deben pronunciarse. Tiene toda la razón- le respondió Alberto, pero por el momento me son desconocidos-. Nuevamente interviene la doctora Kumari -quizá debería tratar de encontrar al hombre o a la joven de su relato, solo ellos pueden darle un nuevo indicio, pues yo no tengo la menor idea de cuales puedan ser tales palabras ni dónde comenzar a buscarlas. Eso haré, - le responde Alberto, terminando con una cordial despedida su conversación. En tanto intentaba dar con la joven, comprendió qué, así como él penetró al mundo cuántico en aquella cámara, tal vez Newton, viviendo una experiencia similar, se habría percatado que había una fuerza invisible que todo lo conectaba, solo que no la interpretó como entrelazamiento, sino como lo que el llamaría más tarde “gravedad”. Ahora 28


comprendía que aquello que los vinculaba a ambos, era justamente el entrelazamiento cuántico.

En cuanto a la joven y su abuelo, Alberto volvió a la casa en Grantchester en repetidas ocasiones, pero nunca vio a nadie en ella. Después de algunos meses y ya cerca del término de su año sabático, fue a caminar por la campiña inglesa, se sentó bajo un árbol y sin saber por qué, sintió el impulso de escribir varias veces en su cuaderno de notas el nombre HKAW, no había pasado ni una hora desde que se sentó a la sombra del árbol cuando de entre el follaje surgieron dos siluetas, al acercarse se dio cuenta que se trataba de la joven y su abuelo, su corazón comenzó a latir rápidamente, no podía creerlo, los había buscado por meses y ahora simplemente estaban ahí dirigiéndose hacia donde él se encontraba.

-Aún te preguntas, ¿quiénes somos?,- Alberto asiente con la cabeza-. Somos la magia que hay en tu corazón y la verdad que expresan tus palabras, somos Ptah. Siempre recuerda, Ptah está en el cuerpo, Ptah está en la boca de todos los dioses, de todos los hombres, de todos los animales, de todos los reptiles, de todos los vivientes, pensando con el corazón y nombrando todo lo que desea-.

-Respecto a las palabras y nombres que buscas…- hacen un breve silencio y se le quedan viendo con una mirada profunda, cálida y que emanaba una infinita confianza… tú los sabes. Dicho esto, ambos se dieron la vuelta y se dirigieron hacia el mismo lugar de donde habían venido…

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