Fe

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La Realidad y sus Mitos

Fe Sexto Mito

H.C. ElĂ­as


FE Sexto Mito de la Realidad

Extracto del libro “La Realidad y sus Mitos” ©H.C. Elías

Registro Indautor 03-2015-072909540400-1


“Fe”

Sexto Mito de la Realidad

Todos hemos escuchado la tan trillada frase “confía en ti mismo”, o equivalentemente “cree en ti”, pero ¿realmente será buena idea?, ¿es justamente uno mismo aquello en lo que debemos depositar nuestra fe? Lo primero que podemos destacar es que ligado a todo este asunto aparecen tres palabras clave, confianza, creencia y fe. Comencemos por entender lo que significa cada una de ellas. Confianza Alude a una suspensión temporal de la situación básica de incertidumbre acerca de las acciones de los semejantes; gracias a ella, es posible suponer un cierto grado de regularidad y predictibilidad en las acciones sociales, simplificando el funcionamiento de la sociedad. Creencias Una creencia es el estado de la mente en el que un individuo considera como verdadero el conocimiento o la experiencia que tiene acerca de un suceso o cosa sin necesidad de que haya sido confirmada por la experiencia, la razón o demostrado por la ciencia; cuando se objetiva, el contenido de la creencia presenta una proposición lógica, y puede expresarse mediante un enunciado lingüístico como afirmación. Cuando solo implica mera actitud mental, que puede ser inconsciente, no es necesario que se formule lingüísticamente como pensamiento; pero como tal actúa en la vida psíquica y en el comportamiento del individuo orientando su inserción y conocimiento del mundo. Fe La fe (del latín fides) es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión. También puede definirse como la creencia que no está sustentada en pruebas. Además sostiene que la fe solo se alberga en la ausencia de buena evidencia que apoye a la creencia. Desde la óptica del Budismo, entre otras cosas, la fe es la convicción de que algo es.


En el Cristianismo el libro de Hebreos 11:1 dice, “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Antes de retomar la parte medular de este capítulo y para lograr una mejor comprensión de la anterior definición es conveniente definir certeza y convicción. Certeza La certeza es el conocimiento claro y seguro de algo. Quien tiene una certeza está convencido de que sabe algo sin posibilidad de equivocarse, aunque la certeza no implica veracidad o exactitud. La certeza, por lo tanto, se base en una evidencia, o en lo que el sujeto toma como una evidencia de carácter irrefutable. Lo evidente del conocimiento posibilita la afirmación y la posesión de la verdad. El concepto contrario a la certeza es la ignorancia; si se desconoce algo, no se puede tener ninguna certeza. El grado medio de conocimiento entre la certeza y la ignorancia es la duda (la persona cree que el conocimiento puede ser veraz pero no está en condiciones de afirmarlo). La duda, por lo tanto, tiene lugar cuando existe una insuficiencia del conocimiento para tener la confianza sobre su certeza. El conocimiento, en definitiva, aparece como imperfecto y la persona no posee confianza absoluta en la verdad de sus proposiciones. Todo lo anterior parece indicar que la certeza va ligada a un tipo de conocimiento adquirido a través de los sentidos dentro del marco del espacio tiempo. Por su parte el francés René Descartes sostenía que la certeza no estaba basada en el conocimiento, como se había venido explicando, sino más bien en la conciencia que se tiene acerca de que un hecho concreto es verdad. Esta segunda definición de certeza parece ir de la mano de un tipo de percepción extrasensorial, como podría ser la intuición y por tanto esta certeza proviene del mundo cuántico.

Convicción La convicción es el convencimiento que se tiene sobre algo. Quienes tienen una convicción poseen razones, creencias, emociones e incluso intuición que les permiten sostener un determinado pensamiento, discurso o acción.


La noción de convicción suele confundirse con la idea de creencia. Puede decirse que una convicción es una creencia de la que un sujeto considera que tiene evidencias suficientes para considerarla cierta. No importa si dichas evidencias son científicas, teológicas, intuitivas, racionales, objetivas o subjetivas: la persona cree que son suficientes para sostener su idea. La creencia, en cambio, es más bien una suposición ya sea cierta o falsa. En torno a esto Howard Hendricks dice: “Una creencia es algo acerca de lo que argumentarás, una convicción es ¡algo por lo que morirías!”. Muchos sostienen que tanto la razón como la fe son distintas formas de convicción que pueden co-existir con distintos grados de conflicto. La fe es una convicción que no está basada en el raciocinio, mientras que la razón si está fundada en la lógica. En este sentido el razonamiento, en cierta forma, es innecesario respecto a las creencias religiosas. Con el fin de establecer una relación clara entre confianza, creencia y fe en términos de las anteriores definiciones, comenzaremos con la fe. De acuerdo a lo anterior involucra 4 palabras importantes, certeza-espera (tiempo). Convicción-no se ve (espacio). La certeza como vimos involucra la razón y por tanto el pensamiento, en tanto la convicción es algo emocional. Si consideramos en conjunto estas cuatro palabras, podemos decir que la fe ocurre cuando el pensamiento se une a la emoción generando sentimientos en el marco del espacio tiempo. Sin embargo el asunto es algo más profundo, pues recordemos que la noción de certeza también involucra la percepción extrasensorial y por tanto el mundo cuántico. Además recordemos que toda realidad alterna pre-existe a la capacidad de la conciencia de percibirla conscientemente. Así que en lo tocante a la realidad relativa, como hemos visto, esta no se crea, no se construye, no se llega a ella mediante “saltos”, sino que todo se reduce a una dinámica de reflejo-observación-percepción. Tomando todo lo anterior en cuenta, la Fe involucra observación y por tanto al ser de la conciencia o equivalentemente su esencia, así como ambas percepciones, tanto la sensorial, como la extrasensorial. En el dominio de las realidades alternas toda posibilidad está presente, por lo que integrarse a una o a otra es solo cuestión de reflejar el ser en la más probable para que la conciencia la materializa mediante la observación en octava dimensión y ahí pueda ser percibida por la conciencia.


Para comprender mejor este asunto de la fe, pensemos en el caso de la sanación. Recordemos que la fe involucra, el ser por tanto el MER KA BA, la observación y ambas percepciones. Así que para alcanzar la SANACIÓN, primero hay que transformar nuestro ser, es decir, cambiar el estrés por paz, el odio en amor, el miedo en confianza, la tristeza en felicidad, etc. Con esto la conciencia estará “materializando” aquellas historias posibles que con mayor probabilidad reflejen paz, amor, confianza, felicidad, etc. en realidades alternas que seremos capaces de percibir. ¿Qué tan amplio será el espectro de realidad materializada que seremos capaces de percibir tanto sensorial como extra sensoriamente? Dependerá del grado de activación de nuestro MER KA BA, y esto en función de la intensidad de la emoción amor o la emoción miedo. Hecho esto el cerebro actuará como decodificador y transductor para que la conciencia pueda percibirla conscientemente adjudicándole la connotación de “real”. Y el milagro de la fe, ¡la sanación habrá ocurrido! Todo esto está muy bien, solo que hemos pasado un detalle muy importante por alto y es que la Fe involucra también un conjunto de creencias. Mientras sujetemos las creencias al aspecto racional estas se encontrarán en una posición dominante, constituyéndose en bloqueos de la fe, pero si dejamos que la creencia sea regida desde el mundo cuántico, entonces no habrá muros, ni filtros, ni bloqueos, que nos impidan percibir de lleno la realidad relativa que observa la conciencia y que es producto del reflejo de nuestro ser. En otras palabras debemos inclinarnos hacia el aspecto intuitivo de la creencia. La consecuencia inmediata de la fe apoyada en la creencia es la confianza. Es verdaderamente importante darnos cuenta que en los párrafos anteriores hemos explicado la fe sin necesidad de anclarla a nada o nadie. Esto sugiere que tampoco debemos anclar en algo o en alguien ni el creer ni el confiar. Ahora es momento de retomar las frases con las que iniciamos este capítulo, “confía en ti mismo”, “cree en ti”. Recordemos la definición de confianza que incluimos al inicio del capítulo. “Confianza alude a una suspensión temporal de la situación básica de incertidumbre acerca de las acciones de los semejantes; gracias a ella, es posible suponer un cierto grado de regularidad y predictibilidad en las acciones sociales, simplificando el funcionamiento de la sociedad.” Ahora hagamos algunas modificaciones para que pueda aplicarse a uno mismo.


“Confianza alude a una suspensión temporal de la situación básica de incertidumbre acerca de las acciones de uno mismo; gracias a ella, es posible suponer un cierto grado de regularidad y predictibilidad en las acciones propias, simplificando el funcionamiento de uno mismo.” Si analizamos a fondo la definición anterior notamos de inmediato que no tiene sentido, además convierte al individuo en un sistema cerrado y aislado, donde la confianza depende únicamente de la predictibilidad de las acciones propias, no solo simplificando sino tornando la situación en algo simplista. Además la confianza es un concepto sociológico no psicológico, por lo que, nuevamente no tiene sentido, ya que está fuera de contexto, la frase que nos ocupa: “confía en ti mismo”. Vayamos con la segunda frase: “cree en ti”. Recordemos que una creencia es el estado de la mente en el que un individuo considera como verdadero el conocimiento o la experiencia que tiene acerca de un suceso o cosa sin necesidad de que haya sido confirmada por la experiencia, la razón o demostrado por la ciencia; cuando se objetiva, el contenido de la creencia presenta una proposición lógica, y puede expresarse mediante un enunciado lingüístico como afirmación. Cuando solo implica mera actitud mental, que puede ser inconsciente, no es necesario que se formule lingüísticamente como pensamiento; pero como tal actúa en la vida psíquica y en el comportamiento del individuo orientando su inserción y conocimiento del mundo. En tanto la confianza va ligada a la sociedad, la creencia lo está al mundo, los objetos y a los sucesos que ocurren en él. En general las creencias se pueden agrupar en dos conjuntos, las creencias abiertas y las cerradas, las primeras admiten discusión a través de un análisis lógico y racional; las segundas solo pueden ser discutidas por una autoridad. Las creencias científicas caen dentro del grupo de creencias abiertas ya que cualquiera puede demostrar algo que contradiga o confirme la creencia. El caso de las creencias religiosas que pertenecen al grupo de creencias cerradas es diferente pues emanan de una divinidad y por tanto no están sujetas a debate o comprobación. Dado que el individuo ni es un objeto, ni un suceso y mucho menos una divinidad nos encontramos nuevamente con que la frase “creer en uno mismo” carece de sentido.


Lo más preocupante de esto, no es la carencia de sentido, sino el culto al egoísmo. Y como ya mencioné en capítulos anteriores, el egoísmo solo es fuente de enfermedad, tristeza, inseguridad, soledad, fracaso, etc. Entonces, ¿si confiar en uno mismo o creer en sí mismo, no tiene sentido, en quién si? Empecemos desde la perspectiva religiosa, que tal si intentamos “creer en Di-s”. Por increíble que parezca la palabra hebrea “emuná” que puede traducirse como creer o tener fe, solo aparece una vez en los 26 libros de la Torá, y ocurre en el Libro del profeta Isaías 43:10. “Vosotros sois Mis testigos, dice el Eterno y Mi siervo a quien he elegido, para que sepáis, Me creáis y comprendáis que Yo soy Él. Antes de Mi, no había ningún Di-s formado, no lo habrá después de Mi.” Biblia Hebrea ¿Por qué no se da la importancia que suponemos debe darse a la acción de creer en Di-s o incluso de creerle a Di-s?, si así fuera, la referencia a tal compromiso debería aparecer frecuentemente, sin embargo tal cosa no ocurre. Algunos hemos sido educados con la idea de que debemos creer en Di-s o tener fe en Di-s, otros han ido un poco más allá y dicen que debemos creerle a Di-s. Creer en Di-s es una cuestión de existencia, creerle a Di-s implica aceptar Su Palabra. Pero, ¿qué pasa si traducimos directamente del arameo el Evangelio de Marcos 11:22?, el cual conforme a la Biblia Peshitta dice: “Yahshúa respondió diciéndoles: Tengan la fe de Di-s.” En arameo textualmente dice jamainuta d´Alaha Yahshúa (Jesús) dice esto justamente después de que Simón le dice ¡Mira Maestro, la higuera que maldijiste, se secó! Alaha proviene o se relaciona con la palabra hebrea Eleh, raíz del vocablo Elohim el cual se traduce como Di-s. Jamainuta en arameo es el equivalente al vocablo hebreo para fe, emuná. Así es como jamainuta d´Alaha, significa literalmente la fe de Di-s. Esto es realmente importante, pues esta es la fe que mueve montañas. No es la fe en uno mismo, no es la fe en Di-s, ¡es la fe de Di-s!, pero ¿cuál es esa fe?


Desde luego es aquella que no va ligada ni anclada a nadie. De acuerdo a lo expuesto en párrafos anteriores la fe de Di-s es la realidad que refleja lo que se es, que se materializa mediante la observación consciente de la conciencia, y que se interpreta como “real” a través de la percepción sensorial y extrasensorial (MER KA BA) utilizando el cerebro como decodificador y transductor bajo el paradigma más amplio. De acuerdo a esta definición la fe de Di-s puede sanar, mover montañas, secar plantas, modificar el clima, calmar las aguas, transformar una sustancia en otra, etc. Cabe remarcar la aparición de algunas palabras importantes en esta definición: observación consciente, MER KA BA, paradigma más amplio. Si no estuvieran estas tres palabras, consciente, MER KA BA, amplio, la definición de la fe de Di-s simplemente describirá el proceso normal por el cual la realidad refleja el ser, luego la conciencia observa la historia posible más probable para que finalmente el cerebro utilice sus paradigmas como filtros de la percepción. Notemos que la conciencia siempre observa, ya sea de forma consciente, subconsciente o inconsciente, pero cuando lo hace de forma consciente, sabe que está activando su MER KA BA bajo la emoción amor o la emoción miedo, y procura utilizar el más amplio paradigma posible. Es entonces cuando hablamos de la fe de Di-s y no de una observación “cotidiana”. Ampliemos un poco el asunto del ejercicio de la fe de Di-s bajo la emoción amor. Dentro de la definición aparece la palabra paradigma o sistema de creencias y vinculada a estas se encuentra la duda, la cual puede implicar la suspensión de la decisión. Para que todo el proceso descrito en la fe de Di-s bajo la emoción amor culmine con éxito se debe evitar la duda, la cual en última instancia proviene del miedo. En relación a esto citaré algunos versículos del Evangelio de Mateo, en particular del 14:25 al 14:32. 25

…pero a la cuarta vigilia de la noche vino Yahshúa a ellos andando sobre las aguas.

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Al verlo los discípulos andando sobre las aguas, se turbaron y dijeron: ¡Es un fantasma!, y empezaron a gritar de miedo.

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pero Yahshúa hablándoles de inmediato dijo: ¡Tenga ánimo, Soy Yo, no tengan miedo)

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Pedro, respondiéndole, dijo: Señor mío, si eres tú, mándame que vaya hacia ti sobre las aguas.


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Entonces Yahshúa le dijo: Ven. Y bajando Pedro de la barca, anduvo sobre las aguas para ir hacia Yahshúa.

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Pero al darse cuenta de la fuerza del viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse, y daba gritos diciendo. ¡Sálvame Señor mío!

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Y tendiéndole de inmediato su mano, nuestro Señor lo sostuvo y le dijo: hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?

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Cuando ellos abordaron la barca, se calmó el viento

En este relato están todos los elementos que nos son de interés, fe, miedo y duda. En el momento en que Pedro ve a Yahshúa, pasa del miedo a la confianza, su interior se transforma, cuando Yahshúa le dice ven, la conciencia de Pedro mediante la observación colapsa la realidad alterna en la que él puede percibirse caminando sobre el agua. Pero el viento actúa como un distractor que activa su memoria y su sistema de creencias es alertado, bloqueando la percepción de su realidad actual, dado que él sabe de cierto, en virtud de su paradigma, que nadie camina sobre el agua, y al percibir la realidad alterna en la que su creencia lo ha convencido de que se hundirá, el miedo lo invade y su cerebro le da la connotación de “real” a su hundimiento en el agua. Este relato nos coloca en medio de la certeza (aquello que sabemos mediante el recuerdo de una experiencia) y la ignorancia (algo que jamás hemos experimentado), es decir, nos ubica en la duda. ¿La solución?, bueno recordemos que el cerebro no distingue entre acción realizada y acción pensada, por lo que tenemos que sentir la posibilidad como si realmente la estuviéramos experimentando aun antes de que suceda. En el caso de caminar sobre el agua, debemos sentir el agua en nuestros pies, quizá un poco fría, así como el golpe de las olas, algo de agua salpicando los tobillos y las pantorrillas, el viento en el cuerpo, el reflejo de la luz de la luna en el agua, etc.; además de un sensación de paz, de alegría, de seguridad. Esto engañara a nuestra mente y guardará la “experiencia” en la memoria como acción realizada, así ambas creencias estarán en igualdad de condiciones en el momento en que percibamos conscientemente esa realidad alterna. Vayamos nuevamente al Evangelio de Marcos 11, ahora citaré el versículo 11:23.


“Porque de cierto les digo que todo el que diga a este monte: “Levántate y échate al mar”, y no duda en su corazón, sino que cree que lo que dice será hecho, lo que diga le será hecho”. Esta declaración de Yahshúa describe el mismo procedimiento del párrafo anterior. “No dudar en el corazón” significa SER y sentir la posibilidad bajo la emoción; “creer que lo que se dice será hecho”, es darle existencia a la posibilidad mediante la observación de la conciencia. “Lo que diga será hecho”, es percibir conscientemente esa posibilidad bajo el paradigma adecuado y mediante la activación del MER KA BA, percepción que el cerebro interpreta dándole un sentido de “real”. La razón por la cual nadie mueve montañas es porque nos han hecho creer que la fe es algo que debe depositarse o “entregarse” a la Divinidad, a uno mismo, a otros seres, a animales, a objetos físicos e incluso subjetivos como el poder y el dinero. Esto se llama IDOLATRÍA. Cuando, como hemos visto, ¡no es así!, la fe no se otorga, la fe es un asunto de expresión de la consciencia. Y esto aunque nos lo dijo Yahshúa ha permanecido oculto, al menos para aquellos que se dicen ser sus discípulos, tal vez por ignorancia, por descuido, o quizá con una clara intensión al aparecer en todas las traducciones Bíblicas utilizadas por el Catolicismo, el Protestantismo, el Cristianismo la frase “Tened Fe en Di-s” en Marcos 11:22, en lugar de la traducción literal del arameo que está contenida en la Biblia Peshitta, ¡“Tened la fe de Di-s”! Este hermoso y poderoso conocimiento nos lo negaron ocultándolo por una razón: ¡la IDOLATRÍA es mejor negocio! Ahora en torno a la realidad tenemos una palabra nueva fe, con esto los conceptos vinculados a la realidad relativa o individual son: conciencia, existencia, observación, māyā, percepción sensorial, percepción extrasensorial, creencias, perspectiva, MER KA BA, y fe de Di-s.


Ingeniero Físico con especialidad en física cuántica por la Universidad Iberoamericana (UIA). Creador de la Teosofía Cuántica. Ha realizado estudios de Hebreo Bíblico en la Universidad de Jerusalén (en línea). Ha estudiado Sagradas Escrituras, Evangelios Apócrifos, Kabbaláh, Geometría Sagrada, antiguos manuscritos sumerios y egipcios, Decodificación Biológica de las Enfermedades, entre otros más. En la actualidad cuenta con 64 publicaciones. elias.hiram@yahoo.com.mx


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