Libertad

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La Realidad y sus Mitos

Libertad DĂŠcimo segundo Mito

H.C. ElĂ­as


LIBERTAD Décimo segundo Mito de la Realidad

Extracto del libro “La Realidad y sus Mitos” ©H.C. Elías

Registro Indautor 03-2015-072909540400-1


“Libertad”

Décimo Segundo Mito de la Realidad Aunque en un capítulo anterior hablamos sobre el libre albedrío, por su trascendencia y gran importancia es necesario dar fin a esta interesante cadena de mitos de la realidad con el asunto de la libertad, pues en última instancia, es el concepto fundamental que determina nuestra relación y vínculo con lo que llamamos realidad. Al igual que lo hiciera anteriormente comenzaré por citar algunas ideas al respecto de la libertad como es concebida actualmente. La libertad es un concepto abstracto de difícil definición; en principio, está vinculada a la facultad que posee todo ser vivo para llevar a cabo una acción de acuerdo a su propia voluntad. Un ser libre no está atado a la voluntad de otros de forma coercitiva. La libertad garantiza el respeto por la voluntad individual e implica que cada uno debe hacerse responsable de sus actos. Dado que la idea de libertad involucra el concepto de voluntad, será conveniente definirlo. Voluntad es la potestad de dirigir el accionar propio. Se trata de una propiedad de la personalidad que apela a una especie de fuerza interior para desarrollar una acción de acuerdo a un resultado esperado. La voluntad implica generalmente la esperanza de una recompensa futura, ya que la persona se esfuerza para reaccionar ante una tendencia actual en pos de un beneficio ulterior. Dado que el concepto de voluntad involucra la acción de una fuerza que emerge del interior (existencia trascendente), está ligado al libre albedrío. Así, en última instancia, es la voluntad portadora de la fuerza interior la que “activa” el libre albedrío ya sea en términos de la emoción amor o de la emoción miedo. Analicemos la primera parte de la definición de libertad, notamos que involucra la frase “llevar a cabo una acción” y la palabra “voluntad”. A la luz de lo comentado en el párrafo anterior, la libertad no es un concepto que se pueda vincular a la acción pero sí a la voluntad.


La segunda parte de la definición incluye las frases: “no está atado a la voluntad de otros de forma coercitiva” y “responsable de sus actos”. Al respecto ya hemos fijado nuestra posición en artículos anteriores. En lo referente al asunto de la responsabilidad es claro que si no existe tal cosa como libre albedrío en lo concerniente a las decisiones del individuo, entonces tampoco puede hablarse de responsabilidad en torno a sus actos. En cuanto a la otra frase la que reza “no está atado a la voluntad de otros de forma coercitiva”, requiere un análisis un poco más profundo. Con el afán de llevar a cabo este análisis recordemos la propiedad del mundo cuántico que se denomina “entrelazamiento”. En base a esta idea anteriormente comente que cada vez que se ejerce el libre albedrió ya sea bajo el auspicio de la emoción amor o de la emoción miedo, las historias posibles de los otros seres reducen su espectro a un rango más probable. Esto implica que a pesar de no percibir dentro del macrocosmos un tipo de unión coercitiva producto de la voluntad de otro individuo, a nivel cuántico esto ocurre siempre. De esta forma el estado normal es estar a merced de aquellos que son capaces de ejercer su voluntad activando su libre albedrío dentro del ámbito de la emoción amor o de la emoción miedo. Es así como la segunda parte de la actual definición de libertad simplemente se desvanece. La situación es que siempre estamos atados a la voluntad coercitiva ya que esta hace que unas historias posibles sean más probables que otras, pero no conforme a la voluntad propia, sino a la de otros. Y desde luego no siendo responsables de nuestros actos. Respecto a la definición actual de libertad, lo único rescatable es su relación con el concepto de voluntad, todo lo demás, tal y como lo he mostrado, carece de sentido. Sin embargo antes de continuar asumiendo que al menos este vínculo puede conservarse vale la pena revisar a fondo la definición que dimos de voluntad en párrafos anteriores. Esta incluye las frases “potestad de dirigir el accionar propio” y “se esfuerza para reaccionar ante una tendencia actual en pos de un beneficio ulterior”. Nuevamente la primera parte de la definición carece de sentido ya que no hay tal cosa como dirigir o tener control sobre nuestras acciones ya que están predeterminadas. Por otra parte aunque uno podría pensar que cuando se ejerce el libre albedrío en cierta forma se dirige el accionar propio, no es así. Ejercer se relaciona con un estado previo a la observación de la conciencia, y el accionar solo sucede en la realidad relativa cuando los


parámetros se han predeterminado lo que ocurre después que la conciencia ha observado. En otras palabras, el ejercicio del libre albedrío “impacta” las historias posibles o más probables, en tanto las acciones se realizan en la realidad relativa. Veamos que ocurre con la otra frase. Si el escenario posible al que hace mención la frase “se esfuerza para reaccionar ante una tendencia actual en pos de un beneficio ulterior” es del tipo determinista donde la causalidad quede determinada desde el pasado hacia el futuro o del tipo “retro causal”, disfrazada de aleatoriedad o indeterminismo, quedando predeterminada desde el futuro, entonces se trata de un espejismo que confundimos con voluntad pero que en realidad no lo es, ya que el ser continua atrapado en la cadena causal que pre establece sus decisiones, acciones, pensamientos, sentimientos y palabras. Pero si esta frase implica procurarse un beneficio que para ser alcanzado requiere la ruptura de la cadena causal, entonces, este tipo de voluntad sí es el que “activa” el libre albedrío ya sea bajo la emoción amor o emoción miedo. Sin embargo no todo es felicidad, más adelante veremos que aún existe una dificultad con el hecho de que esta definición de voluntad involucre la palabra “beneficio”. Asunto que dejaremos para más adelante ya que en este punto aún no tenemos los elementos para analizarlo a fondo. En última instancia lo único que hemos podido rescatar de la definición actual de libertad ha sido la palabra voluntad, aunque con sus reservas. En la actual percepción que se tiene de la libertad se enfatiza que implica necesariamente la ausencia de dependencia, subordinación, o sujeción. Nada más alejado del término libertad, si esto fuera cierto, implicaría que el entrelazamiento cuántico es falso, sin embargo, hay una infinidad de experimentos que corroboran esta propiedad cuántica. Por tanto lo relativo a la libertad debe ser falso. La libertad no puede implicar la ausencia de dependencia, subordinación o sujeción pues este tipo de dependencia es una propiedad esencial que subyace nuestro universo y actúa a nivel cuántico sobre todas las partículas. En un sentido profundo, y bajo la idea de entrelazamiento cuántico de historias posibles para convertir unas en más probables que otras sin la intervención de uno mismo, no resulta descabellado decir que unos son esclavos de aquellos que logran ejercer su libre albedrió ya sea bajo el amor o bajo el miedo.


Lo anterior sugiere que el ejercicio de la libertad, al menos en un universo sujeto al principio de entrelazamiento cuántico, implica necesariamente esclavitud. Esto nos da una nueva pista, pues cualquier cosa que sea la libertad tendrá que concebirse, ya sea al margen de la idea de sujeción, o tendrá que incorporarla desde una perspectiva cuántica. Pero ¿su relación con la esclavitud debe adscribirse únicamente al mundo cuántico, o también el macrocosmos tiene su parte en esto? A manera de ejemplo analicemos la “libertad de expresión”. Decir lo que uno piensa, conoce o considera que es correcto muchas veces alimenta el ego, ya que las personas están más interesadas en hablar que en escuchar. Así es como esta libertad nos convierte en esclavos de la soberbia, de la insensatez, de la intolerancia, etc. En el caso de la “libertad de culto”, su ejercicio nos limita dentro del rango de ciertas creencias, y esto nos hace esclavos de la arrogancia al pensar que nuestras creencias son las únicas verdaderas, de la vanidad, de la intolerancia, de la discriminación, del odio, etc. No hay que perder de vista que ambos conceptos por ser derivados de la idea de libertad, no están definidos, sin embargo, el espejismo de su ejercicio aún deriva en la esclavitud a diferentes actitudes. Sucede entonces que la libertad sin importar que estemos en el dominio del mundo cuántico o en el del macrocosmos está ligada a la esclavitud, la única diferencia es que desde el mundo cuántico la esclavitud proviene de un tercero, en tanto, desde el macrocosmos proviene de uno mismo. Considero algo apresurado el comentario anterior, sucede que la idea de libertad está mejor prefigurada en el mundo cuántico, tal y como lo hemos mostrado anteriormente, sin embargo en el mundo del macrocosmos la libertad no existe como tal, así que, si la expresión no es libre, sino que está predeterminada por la realidad relativa definida por la voluntad propia o la de otros, entonces en el macrocosmos es la esclavitud y no la libertad la que conlleva esclavitud. Debido a esta observación ahora es claro que la libertad sea lo que sea, solo está vinculada al mundo cuántico ya que se revela únicamente en instantes místicos, y la definición de instante inevitablemente está asociada al mundo cuántico. Antes de intentar dar una definición cuántica de libertad, consideraremos el asunto de la liberación el cual está asociado al de esclavitud.


La liberación es romper las ataduras físicas o psicológicas que le privan a un fenómeno natural, animal o ser humano de su posibilidad de desarrollarse en plenitud. En principio esta definición no parece infringir ningún principio cuántico, por lo cual la consideramos como cierta. Para que experimentemos la liberación esta debe ser provista por uno mismo o por un tercero. Si se logra la liberación por uno mismo entonces se está ejerciendo el libre albedrío, si la liberación es provista por un tercero, aparentemente el libre albedrío queda fuera de la escena, pero necesariamente surge un tipo de esclavitud. Si el propósito es hablar de la liberación y la libertad, sería interesante conocer un poco más sobre aquello de lo cual se pretende liberarse. En primera instancia se trata de liberarse de los sentimientos derivados de pasiones y deseos provenientes del apego al poder, el dinero y el sexo. La satisfacción de los deseos es lo que produce placer. Pero no debemos olvidar que detrás de todo esto está el miedo. Luego en un nivel mucho más profundo también el ser busca liberarse de todo aquello proveniente de la emoción amor, pero esto lo entenderemos mejor más adelante. Para poder concebir una adecuada definición de libertad, veamos cual es la postura al respecto en el Judaísmo, el Cristianismo, el Budismo y el Hinduismo. Judaísmo El concepto Bíblico de la libertad tiene como trasfondo la idea de la prisión o la esclavitud. Los gobernantes encarcelaban a aquellos que consideraban que obraban mal; una nación conquistada podía ser esclavizada por su conquistador; del mismo modo un prisionero de guerra podía serlo por quien lo capturaba; o también un individuo, como en el caso de José, podía ser vendido como esclavo. Cuando la Biblia habla de la libertad siempre está implícita la idea de la esclavitud o prisión previas. Libertad significa el feliz estado de haber sido liberado de la servidumbre para una vida de gozo y satisfacción qué anteriormente no era posible. La idea de libertad aparece en las Escrituras en su aplicación secular común; pero también recibe un importante aporte teológico que surgió de la comprensión, por parte de Israel, de que ese estado que disfrutaba al haberse librado del yugo extranjero era un don que le había dado Di-s.


En el éxodo Di-s liberó a Israel de la esclavitud en Egipto a fin de que a partir de ese momento la nación pudiera servirlo como el pueblo de su pacto, llevándolo a la tierra en "que fluye leche y miel", estableciéndolo allí, y ocupándose de mantenerlo con independencia política y prosperidad económica mientras se apartara de la idolatría y cumpliera sus leyes. Esto quiere decir que el estado liberado de Israel no dependía de sus propios esfuerzos políticos o militares, sino de la calidad de su obediencia a Di-s. Su liberación era una bendición sobrenatural, el don de gracia de Yahweh para su propio pueblo del pacto; era inmerecido y sin Él, inalcanzable en primer lugar, y solamente mantenido por su continuo favor. La desobediencia, ya sea como impiedad religiosa o injustica social, traería como consecuencia la pérdida de su estado de liberación. Di-s habría de juzgar a su pueblo por medio de desastres nacionales y esclavitud; habría de levantar potencias hostiles contra él, y finalmente la habría de deportar a una tierra en la que no podría esperar expresiones de su favor. La libertad, tal como la concibe el AT, es liberación por un lado ante fuerzas creadas que pretenden evitar que los hombres sirvan a su Creador y lo disfruten, y, por otro lado, la positiva felicidad de vivir en comunión con Di-s, bajo su pacto, en el lugar que le plazca manifestarse y bendecir. La libertad se confunde con el acto de

liberación de la

esclavitud de los poderes que se oponen a Di-s para el cumplimiento de sus demandas sobre nuestra vida. La liberación no es logro del hombre mismo, sino don gratuito de la gracia, algo que, aparte de la acción de Di-s, el hombre no puede alcanzar de ninguna manera. En su continuidad, el estado de liberación es una bendición del pacto, algo que Di-s ha prometido mantener mientras su pueblo se mantenga fiel. Este estado de liberación no significa independencia de Di-s, sino que es precisamente en el servicio de Di-s que el hombre encuentra su perfecta liberación. El hombre puede disfrutar de la liberación de la esclavitud a lo creado solamente haciéndose esclavo de su Creador. Es así que la manera en que Di-s libera a los hombres de quienes los mantienen cautivos, como también de sus enemigos, es haciéndolos “esclavos” suyos. Es importante notar que todo este asunto desde la perspectiva de Di-s gira en torno a la liberación y no a la libertad, en este caso, en tanto Di-s ejerce su libertad para liberar a su pueblo esclavizándolo a Él mismo, la gente del pueblo utiliza su libre albedrío para


arrepentimiento bajo el amor, o el miedo y con esto optar por esclavizarse al pacto, o a los enemigos del pacto. Aquí, al igual que en el caso de la libertad, la liberación conlleva esclavitud. Cristianismo En el NT se revela que los enemigos de quienes Di-s libera a su pueblo por medio de Yahshúa son el pecado, Satanás, la ley, y la muerte. El ministerio público de Yahshúa fue de liberación. Él mismo lo inició proclamándose como el cumplimiento de Is. 61.1: "… me ha ungido … (para) pregonar libertad a Ios cautivos" (Lc. 4.16). Yahshúa ignoró los deseos de los zelotes de lograr una liberación nacional de Roma, y declaró que había venido a liberar a los israelitas del estado de esclavitud al pecado y a Satanás en que los había encontrado (Jn. 8.34–36, 41–44). Había venido, dijo, a derrotar al "príncipe de este mundo", y a liberar a sus prisioneros (Jn. 12.31; Mr. 3.27; Lc. 10.17). Los exorcismos (Mr. 3.22) y las curaciones (Lc. 13.16) formaban parte de esta obra de liberación. Yahshúa apeló a estos hechos (Lc. 11.20; cf. Mt. 12.28) como prueba positiva de la llegada del Reino de Di-s a los hombres. En consecuencia, los cristianos están bajo la "ley de la libertad", que según Santiago (Stg. 1.25; 2.12) es la ley del amor (Mr. 12.28; Jn. 13.34), la cual encierra el principio del sacrificio personal voluntario y sin reservas por el bien de los hombres y la gloria de Di-s. Esta vida de amor es la respuesta de gratitud que el evangelio liberador exige y evoca. La libertad cristiana es precisamente libertad para el amor y el servicio a Di-s y los hombres. Yahshúa también libera pero a diferencia de Yahwéh, enseña que el hombre puede liberarse a sí mismo de la esclavitud de sus apegos al mundo material ejerciendo su libre albedrío a través de la emoción amor. Sin amor no habrá decisiones propias y continuara realizando actos de servidumbre a los apegos, hasta que la gracia rompa la causalidad en la que está atrapado y lo haga cautivo del evangelio. Cuando el hombre es liberado, se vuelve esclavo ya sea de la ley o del evangelio. Pero cuando comprende el verdadero mensaje del Masiah (Mesías), en el amor trascendente encuentra la libertad, y en el amor inmanente la capacidad de liberarse a sí mismo para esclavizarse voluntariamente a la tutela de Di-s.


El amor inmanente es algo que ocurre dentro de la realidad relativa por lo que la liberación aunque sea a través de uno mismo, conlleva sujeción la cual es un cierto tipo de “esclavitud”, en este caso al amor y al evangelio. En cuanto a la libertad asociada al amor trascendente, lo único que diré es que aún no es el momento de intentar explicarla, así que lo dejaré para después. En nuestro camino por intentar conformar una nueva definición de libertad hasta el momento contamos con algunas claves que podrán ayudarnos más adelante. La libertad está relacionada con la voluntad, es de naturaleza cuántica, se manifiesta de forma inmanente y trascendente, e involucra la emoción amor. También debemos tener presente que la libertad y la liberación son cosas diferentes, y que tanto la libertad inmanente como la liberación involucran esclavitud. En este punto la pregunta que surge de forma natural es si ¿La libertad trascendente también implicará esclavitud? Veamos que nos dice el budismo acerca de la libertad y la liberación Hay un dicho que reza: “Bajo los cielos nada importa realmente; los ignorantes aún se angustian.” Un maestro Chan dijo: “Ver, escuchar, sentir y saber: todos son causas del ciclo de nacimiento y muerte”. Pero él también dijo: “Ver, escuchar, sentir y saber son también las raíces de la liberación”. Ver, escuchar, sentir y saber significa percibir con nuestros órganos sensoriales; saber significa entender con la mente. Así que si usamos nuestros sentidos y nuestras mentes para discriminar entre las cosas, considerándolas como reales y teniendo apego a ellas, se convierten en condiciones causantes para continuar en el ciclo de nacimiento y muerte. Sin embargo, si pudieras percibir objetivamente lo que ves, escuchas, sientes y sabes, sin tener en cuenta tus ganancias y pérdidas, entonces te habrás asegurado el camino hacia la liberación. Cuando inyectas el sentido del ‘yo’ en tus asuntos, entonces eso ocasionará problemas; cuando descartas cualquier sentido de ganancia o pérdida, la liberación es posible. La libertad del cuerpo significa ser capaz de moverse sin obstrucción; la libertad de la mente significa estar libre de aflicciones. Si sólo cultivamos la libertad del cuerpo, es posible obtener poderes sobrenaturales y manifestar capacidades de transformación. Pero para las personas comunes y corrientes, los poderes sobrenaturales son limitados y transitorios. Hasta que hayamos alcanzado la Budeidad, no habrá verdadera libertad del cuerpo; experimentaremos nacimiento y muerte. Entonces, los poderes sobrenaturales no son suficientes para conducirnos hacia la liberación. Cuando nuestras percepciones están


basadas en codicia, enfado, ignorancia, orgullo, sospecha, etc. el mundo estará lleno de problemas; cuando percibimos el mundo a través de la sabiduría, la mente se vuelve despejada y libre. La verdadera libertad radica en no ser atados por el ciclo de nacimiento y muerte. Las personas residentes en la ignorancia no están iluminadas, las personas verdaderamente iluminadas no residen en iluminación. Eso es porque cuando hay apego a estar iluminado, no hay verdadera libertad. Las personas comunes y corrientes residen en el concepto del “yo”, que incluye “mi” y “mío”. En primer lugar, el cuerpo es “mi cuerpo” pero no soy “yo”. En cuanto a “mi dinero”, “mi casa”, etc, todos estos son “míos”. Puesto que no hay un “yo” real que pueda ser indicado o ser sentido, es ignorante considerar lo que es “mío” como “yo”. Quizá lo siguiente aclare esta idea. Si alguien pregunta ¿quién eres?, seguramente dirás soy Martha. Bien, pero no preguntó tu nombre, sino ¿quién eres?, soy doctora, nuevamente, no pregunto tu profesión, preguntó ¿quién eres?, al final te das cuenta que estas tratando de responder algo relativo al yo, con algo relativo a mí. Este sencillo ejemplo muestra que es ignorante responder de esta forma. Si un practicante iluminado reside en la idea de estar liberado, esa no es una gran liberación. La verdadera libertad del camino de los Budas y Budhisattvas radica en no tener idea del “yo”, ni ninguna idea de estar liberado. Esto no significa que uno no deba actuar en el mundo, sino que debe usar compasión y sabiduría para ayudar incondicionalmente a cualquier ser sensible. Esa es la verdadera libertad. Esta noción de libertad también está basada en el amor al involucrar la compasión, pero es más incluyente ya que no solo se refiere a hombres sino a cualquier ser sensible, y dado que hace hincapié en no tener idea del yo, no conlleva esclavitud o sujeción a nada ni a nadie en su aspecto trascendente, en tanto que desde la perspectiva inmanente, nos guía en el sentido correcto ante la pregunta ¿quién eres?, haciéndonos ver que la única respuesta válida que involucra libertad es ¡SOY TU! Este es otro concepto muy importante que debemos considerar al proponer una nueva definición de libertad, “no tener idea del yo”.

Por último hablaremos del Nirvana, el cual es un concepto algo complejo de definir, aparece especificado en el “Udana” (uno de los textos atribuidos a Gautama o Buda) pero aún allí resulta un tanto oscuro. Implica un estado de completa libertad interior en vida o estado de “Nirvana provisional”, este implica un total desapego de las cosas. En tal estado


desde luego hay libertad, pureza y tranquilidad. El “Nirvana” definitivo se alcanza tras la muerte por parte de quién ha conseguido un estado que le permite abandonar el ciclo de renacimientos, y es más “disolución” que “extinción”. Aunque la especulación budista de lo que sucede en ese estado es limitada, podría identificarse como “alcanzar el vacío”, idea que no equivale a la “nada” sino al “vacío de todo lo ilusorio”. De acuerdo al concepto de Nirvana el tipo de libertad al que se refiere es aquello que anteriormente denominé libertad trascendente, la cual implica un total desapego de las cosas y desde luego de los deseos aún en vida, la ruptura definitiva del ciclo de nacimiento muerte y la expectativa de alcanzar después de esta vida y fuera del ciclo de renacimiento el vació de todo lo ilusorio. La libertad inmanente está relacionada con la voluntad, es de naturaleza cuántica, involucra la emoción amor y es parte de la realidad relativa, o del observador. Anteriormente comenté que el asunto de la voluntad como “catalizador” de la libertad incluía la palabra “beneficio”, palabra que podemos seguir conservando, siempre y cuando la redefinamos pero bajo un paradigma diferente, uno más ad hoc con las ideas anteriores. Para esto haremos uso de un concepto del Hinduismo conocido como “mudita”, este representa la "alegría solidaria", “mudita” conlleva el compartir con alguien, forma parte de las cuatro moradas o virtudes espirituales del budismo. Significa alegrarse de algo o alguien y con ese algo o alguien, digamos que compartir la alegría ajena por el bien ajeno, siempre implica apreciar algo que viene de fuera, precisamente por eso es solidario. Siente un beneficio ajeno como algo propio. Esto deja claro que el beneficio como integrante fundamental de la voluntad, no debe estar relacionado con las expectativas propias, sino con las ajenas, con la misma intensidad que si fueran propias. Este nuevamente refleja la frase ¡Soy tu! La libertad trascendente involucra un total desapego de los deseos, una ruptura definitiva con la realidad relativa, la disolución del yo y un estado de contemplación del vacío de todo lo ilusorio. Es interesante notar que este tipo de libertad no implica amor, pero si la disolución del yo, lo cual es consistente con la idea de que más allá de la realidad relativa no hay dualidades. Considerando todo lo expuesto hasta este momento, considero que ya estamos en posición de proponer una nueva definición de libertad.


Libertad inmanente es el ejercicio del amor incondicional sobre todo lo que existe en la realidad del observador de acuerdo a su propia voluntad. A diferencia de la definición convencional, en la nueva definición la voluntad no tiene que ver con ningún tipo de acción sino con una fuerza interior que tiene su origen en el entrelazamiento cuántico y se refleja como empatía al desplazar el YO y adoptar el TU. Así la voluntad apela a un tipo de fuerza que procura el bienestar de todo lo que existe en la realidad del observador. Y a pesar de que la libertad inmanente libera al ser de todo lo relativo a la emoción miedo, lo sujeta o “esclaviza” a la emoción amor. La diferencia entre el libre albedrío y la libertad inmanente es que el primero se ejerce para romper la cadena causal y la fuerza interior que anima la voluntad para ejercerla es la existencia inmanente, en tanto que la segunda libera de los apegos derivados del miedo al mismo tiempo que esclaviza el ser al amor, la fuerza interior que anima la voluntad para realizarla es la empatía que desplaza el Yo y fortalece el Tu. Definamos ahora el otro tipo de libertad. Libertad trascendente implica un desapego de todo aquello que nos mantiene inmersos en la realidad del observador, es decir, en la propia realidad. Este desapego incluye tanto a los derivados de la emoción miedo, como a los de la emoción amor. Representa un estado de conciencia capaz de sumergirse en el vacío de todo lo ilusorio. No implica llegar a un estado de nada, sino al de disolución del Yo. Este tipo de libertad si conlleva una liberación definitiva de la participación de la conciencia en la infinidad de sus realidades alternas. Algunas de las religiones nos ofrecen liberación más que libertad, cambiando un estado de sujeción o esclavitud al miedo, a uno de esclavitud al amor. Otros nos muestran la forma de ejercer la libertad inmanente para liberarnos de la emoción miedo y sujetarnos o “esclavizarnos” voluntariamente a la emoción amor. Muy pocas van más allá y nos hablan de la libertad trascendente como camino hacia la liberación definitiva de la sujeción o “esclavitud” de la conciencia al dualismo ilusorio de las realidades alternas.


La conciencia puede existir en tres estados, esclavizada al miedo (Yo soy Yo), sujeta al amor (Yo soy Tu), ambas correspondientes a la existencia inmanente, o en libertad absoluta (disolución del Yo) existencia trascendente. El libre albedrío es la manifestación en un evanescente instante de la libertad trascendente como agente responsable de la ruptura causal en la realidad relativa. Cuando la conciencia ejerce el libre albedrío (aspecto revelado de la libertad trascendente) rompe la secuencia causal ya sea bajo la emoción amor o la emoción miedo, cuando se sujeta al amor ejerce la libertad inmanente y cuando alcanza el estado de disolución del Yo ha ejercido la libertad trascendente (en su aspecto oculto). Si nos cuestionamos sobre ¿cuál de los tres estados es más deseable?, la respuesta es, aquel en el que la conciencia satisfaga su necesidad de adquirir experiencias tanto en el plano espiritual, como en el mental, emocional y físico. Como autómatas sin ejercicio de la voluntad viviremos esclavizados bajo los deseos de otros. Si optamos por vivir en el amor estaremos bajo la tutela de Di-s, o mejor dicho, de su reflejo en el mundo de la ilusión, si logramos alcanzar el estado de libertad trascendente seremos parte de Di-s. Los dos primeros estados incluyen la emoción miedo, el primero en alto grado, el segundo en su más bajo nivel, pero no desaparece del todo. En tanto el único miedo que conservemos sea a la disolución del yo, la conciencia optará por seguir bajo la tutela de Di-s. Solo al vencer ese último miedo, la disolución del yo, la conciencia logrará la integración con Di-s. Ahora el conjunto de conceptos asociados al de realidad es: Conciencia, existencia, observación, māyā, percepción sensorial, percepción extrasensorial, creencias, perspectiva, MER-KA-BA, fe, vida, información, tiempo fractal, resonancia mórfica, conservación de la continuidad temporal, libre albedrío, amor, libertad inmanente y libertad trascendente. Con esto damos por terminada la presentación de algunos de los mitos de la realidad que, de acuerdo a los paradigmas actuales, considero más significativos en cuanto a la falsedad que encierran, y que por lo mismo contribuyen a la esclavitud de la conciencia al miedo mediante el engaño.



Ingeniero Físico con especialidad en física cuántica por la Universidad Iberoamericana (UIA). Creador de la Teosofía Cuántica. Ha realizado estudios de Hebreo Bíblico en la Universidad de Jerusalén (en línea). Ha estudiado Sagradas Escrituras, Evangelios Apócrifos, Kabbaláh, Geometría Sagrada, antiguos manuscritos sumerios y egipcios, Decodificación Biológica de las Enfermedades, entre otros más. En la actualidad cuenta con 64 publicaciones. elias.hiram@yahoo.com.mx


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