Las Leyes de la Realidad
Conciencia Primera Ley
H.C. ElĂas
ConCiencia Primera Ley
Extracto del libro “La Realidad y sus Mitos” ©H.C. Elías
Registro Indautor 03-2015-072909540400-1
Conciencia “El Todo es Conciencia Viviente Emocional Inteligente”
El Todo es Conciencia, la cual existe, tiene vida, es inteligente, emocional, homogénea, todo lo permea, ilimitada, no sujeta a la idea de tiempo lineal, inmutable, inmóvil y sin embargo tiene la capacidad de producir “movimiento” desde el reposo. Esta entidad que es en sí misma conciencia es incapaz de experimentarse a sí misma. La homogeneidad, la unidad, la inmovilidad, la atemporalidad, la totalidad, definen sin duda una Conciencia Absoluta tan similar a la nada, que no puede percibirse, no se conoce, y en última instancia ni siquiera sabe que existe. Para tener una idea de lo que esto podría significar imagínese usted mismo sin poseer ninguno de sus sentidos, usted no ve, no oye, no percibe olor, no tiene tacto, ni el sentido del gusto, ¿Cómo podría conocerse?, ¿cómo sería su realidad? Sin un conocimiento previo de algo, no tendría ningún parámetro de referencia, solo habría silencio, ni siquiera esa voz interna que escuchamos estaría presente. Solo un absoluto e interminable silencio. Dado que el infinito de historias posibles constituyen la esencia misma de la Conciencia Divina a manera de súper posición de estados totalmente indistinguibles, el silencio no implica la nada, sino el Todo, pero imperceptible. Si volvemos a leer el primer párrafo, nos damos cuenta que pasamos por alto un aspecto que por lo general se da por hecho, pero que vale la pena analizar, su “existencia”. Quizá sea su primer y más fundamental atributo. La Conciencia Divina existe. Esto implica que es la única Conciencia que es capaz de observarse a sí misma, pues no hay más nada, algo, alguien o ente que la observe. Al observarse a sí misma se hace consciente. Observarse a sí misma no solo implica su existencia sino que conlleva la existencia trascendente de conciencias individuales mediante el principio de fractalidad. En otras palabras, cuando la Conciencia Divina se observa a sí misma, ocurren de cosas, se torna consciente de sí misma y trae a la existencia mediante la forma y el principio de fractalidad a conciencias individuales en un estado de existencia trascendente. (En un artículo posterior desarrollare a fondo esta idea). La conciencia absoluta solo puede conocerse a sí misma, percibirse y experimentarse en el marco de la diversidad y por tanto del cambio y la movilidad aparentes. Esto equivale a descubrir qué contiene cada historia posible. La conciencia individual es la que le permite a la Conciencia Absoluta experimentarse a sí misma al ser el vehículo para conocerse en su totalidad. Desde esta perspectiva la creación no representa el
“surgimiento” de algo a partir de la nada, sino el místico momento en el que la conciencia se va descubriendo y conociendo a sí misma. En este sentido cada “creación” no es una acción, es un acto de autoconocimiento. Es así que en el más amplio sentido, la palabra creación no tiene cabida, pues nada se crea, todo existe per se. Todo lo que cada conciencia individual es capaz de observar, percibir, imaginar, soñar, realizar, sentir, es parte de esa Conciencia Absoluta descubriéndose a sí misma.
Esta Conciencia Absoluta es la Realidad Absoluta Sustancial que subyace y se manifiesta en todas las formas y apariencias que conocemos como universo material. A diferencia de la Realidad Relativa y la Verdad Relativa, perspectivas ambas de la Conciencia Absoluta que se funden en la ilusión, la Realidad Absoluta y la Verdad Absoluta son idénticas no diferenciales en modo alguno, no son perspectivas de algo, son el “algo” mismo. En lo más profundo la Conciencia Absoluta o el Todo es incognoscible desde la perspectiva de la conciencia individual, sin embargo, la Conciencia Absoluta solo puede conocerse y experimentarse a sí misma a través de la conciencia individual. Dado que la Conciencia Absoluta es aquello que subyace y permea todo lo que denominamos “ilusión”, entonces, todo existe, es vida, inteligencia y emoción. En otras palabras, tanto la humanidad, como el reino animal, el vegetal y el mineral, elementos como el viento, el agua, la tierra y el fuego, así como las partículas elementales, existen, tienen vida, inteligencia y se sustentan en diversos grados de confusión, siendo sus extremos el amor y el miedo. Sin embargo no hay que perder de vista que ni vida, ni inteligencia deben ser entendidas conforme a sus definiciones actualmente aceptadas. En este caso vida se relaciona con la existencia y la capacidad de observar y percibir conscientemente, no con el ciclo biológico de nacimiento, desarrollo, reproducción y muerte. Reconocemos inteligencia en la capacidad de estructurar información. Toda información estructurada refleja inteligencia, aún más, es inteligencia. Aunque todos los seres que mencioné anteriormente son inteligencia, no todos son inteligentes. De esta forma, todos son capaces de percibir aunque no todos de forma consciente, todos son unidades de información estructurada y todos se sustentan en el amor, la confusión o el miedo.
Por ejemplo, el agua encierra amor, confusión o miedo, es una unidad de información estructurada, es capaz de percibir en el dominio cuántico, es decir extrasensorialmente, aunque no de forma consciente. Una planta, “irradia” amor, miedo o confusión, es una unidad de información estructurada, es capaz de percibir tanto en el dominio sensorial, como en el extrasensorial aunque no de forma consciente. Un gato, “proyecta” amor, miedo o confusión, es una unidad de información estructurada, es capaz de percibir tanto en el domino sensorial, como en el extrasensorial de forma consciente. El ser humano, “posee” amor, miedo o confusión, es una unidad de información estructurada, es capaz de observar, percibir conscientemente en el dominio sensorial, en tanto que en el domino cuántico o extrasensorial, no siempre es capaz de percibir conscientemente.
Ingeniero Físico con especialidad en física cuántica por la Universidad Iberoamericana (UIA). Ha realizado estudios de Hebreo Bíblico en la Universidad de Jerusalén (en línea). Ha estudiado Sagradas Escrituras, Evangelios Apócrifos, Kabbaláh, Geometría Sagrada, antiguos manuscritos sumerios y egipcios, Hinduísmo, Budismo, Judaísmo y Cristianismo, entre otros muchos. elias.hiram@yahoo.com.mx