La Letra Mata. Poesía (2016). Víctor Ilich

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Víctor Ilich

LA LETRA MATA POESÍA

HEBEL


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Víctor Ilich LA LETRA MATA POESÍA HEBEL

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Víctor Ilich

LA LETRA MATA POESÍA 2ª Edición

HEBEL Ediciones

Bajo Cuerda | Poesía 5


LA LETRA MATA | POESÍA © VÍCTOR ILICH, 2013 2ª Edición, 2016 © HEBEL Ediciones Colección Bajo Cuerda |Poesía Santiago, Chile, 2016 www.issuu.com/hebel.ediciones Registro de Propiedad Intelectual n° 224.571 Imagen de portada: © Yerko Vuscovich Diseño y edición: Luis Cruz-Villalobos www.benditapoesia.webs.com Qué es HEBEL. Es un sello editorial sin fines de lucro. Término hebreo que denota lo efímero, lo vano, lo pasajero, soplo leve que parte veloz. Así, este sello quiere ser un gesto de frágil permanencia de las palabras, en ediciones siempre preliminares, que se lanzan por el espacio y tiempo para hacer bien o simplemente para inquietar la vida, que siempre está en permanente devenir, en especial la de este "humus que mira el cielo".

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In memรณriam Ivรกn Ilich

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PRÓLOGOS

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Cuando la letra resucita

Si existiese una poética de la juridicidad, «transmigrar» podría ser el verbo a conjugar en estos poemas desafiantes de Víctor Ilich, donde la ley («espada de doble filo») no es el pretexto —como una lectura desatenta de sus textos podría sugerir— para desenvolver los arcanos que motivan a su hablante, sino el espíritu que subyace en el hombre como arquetipo jurisdicente: la visión profética que se eleva por sobre la rutina funcional, o el contenido esencial que penetra la sustancia normativa como un taladro inmaterial que busca develarnos su sentido inmanente. Se trata de un camino pocas veces recorrido (unos versos de Borges lo atestiguan: «Yo que anhelé ser otro, ser un hombre / de sentencias, de libros, de dictámenes, / a cielo abierto yaceré entre ciénagas; /pero me endiosa el pecho inexplicable / un júbilo secreto»), que de alguna manera evoca el empeño del Dante por identificar los demonios acechantes en los círculos concéntricos del poder, en este caso, de la palabra reglada. Pero «el que ama soporta el dolor»; y por ello el poeta se endilga por un desfiladero amenazante de peligros, donde temas como el suicidio, el debate jurídico, la apologética judicial, los ritos legales, los conceptos y códigos punitivos parecen estrangular la apetencia intuitiva tras los significados formales. Resulta un lugar común entre los poetas, denostar a los jueces, notarios y funcionarios judiciales (Neruda casi fue reiterativo en ello y otros poetas no tan prestigiados

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no han querido, por supuesto, ser menos), porque son vencidos por la tentación de que tales funcionarios representarían de un modo particularmente expresivo el estatus que los poetas necesitarían ofender para obtener a su vez la condición de tales. Bien por ellos y por sus visiones —o transgresiones— personales. Pero la visión de Víctor Ilich en estos textos se eleva a otras alturas, en las que nos es dable comprobar que el discurso jurídico y sus sostenedores pueden ser objeto de una poetización profunda y consistente, en que la letra, convertida en palabra reveladora, sea capaz de matar la ignorancia que pulula en ciertos círculos «poetisarios» que se parecen sospechosamente a los dantescos infiernos (Borges nos recordaba la prescripción sanagustiniana de que en el discurso debíamos apreciar la verdad y no las palabras). Víctor Ilich encarna de este modo la aspiración de Vonnegut acerca del rol social de la literatura, en cuanto hacer sonar la alarma cuando la sociedad está en grave peligro. Y hasta la ley y la justicia pueden llegar a constituir peligros evidentes —y así está anunciado y a veces enunciado en los poemas de este libro— para la sociedad, cuando se la deshumaniza, esto es, cuando se considera a la ley y a la justicia como fines en sí mismas y ya no un instrumento para la paz y felicidad del hombre. No hay nada menos poético que el discurso jurídico, suele decirse. Pero mi profesor de Derecho Civil, don Hugo Rosende, nos enseñaba lo contrario, cuando sostenía que no existe nada más poético que el Código Civil chileno (y nos llenaba de ejemplos que le daban la razón).

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Víctor Ilich, encarnando la afirmación de Monterroso relativa a que el verdadero escritor no deja nunca de escribir, con este nuevo libro, La letra mata, no solo demuestra que ambos discursos pueden ser muy compatibles, sino además que, perfectamente, puede nutrirse uno del otro, demostrando, de paso, que la letra puede matar, pero finalmente siempre resucita. Carlos Aránguiz Zúñiga Ministro Corte Suprema

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Víctor Ilich abre un puente

Lunes, 9 de la mañana. En el tribunal, esperan ya en sus escritorios los abogados y sus papeles, mientras en su silla el acusado enfrenta su destino. Entran los jueces, de pie todos, saludo, comienza el juicio oral. Cuántas cosas se dirán en la sesión, y cuántas otras quedarán sin pronunciarse, marginadas para siempre de aquel momento. Habrá debate, testimonios y preguntas, se darán argumentos de uno y otro lado, vendrán solicitudes y objeciones. Y al final la decisión. Los ojos puestos en los jueces esperarán que se pronuncie su sentencia. El futuro de al menos una vida está en juego. Todos esperan justicia. Pocos saben qué es eso, o qué dice para este caso. ¿Acaso los jueces sí? La letra mata, escrita tal cual está, pero cuando se pronuncia, mata más fuerte. Mientras se calla, hay esperanza, ansiedad. Una vez pronunciada libera su significado, consumando o consumiendo las expectativas del que la esperaba. En un juicio, demandante o demandado, acusado o víctima, fiscal o defensor, alguien tiene que ganar. Alguien podrá sentirse victorioso, aunque no siempre ello dará gloria. La victoria de la culpabilidad del asesino, por ejemplo, no devolverá la víctima a su familia, ni la absolución del inocente le devolverá el tiempo que estuvo preso ni la angustia que vivió. Emociones y anhelos desbordan a quienes se enfrentan a la Justicia. Tanto a la institución como al ideal valórico que representa.

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El escenario que así surge es la oportunidad que muy bien crea y aprovecha Víctor Ilich en estos versos. Desde la vereda del poeta clama por justicia, la ordena, la interpreta, la cuestiona; también la reparte y otorga a su antojo e incluso la reglamenta a su medida. Muchas veces se dirige al juez —¿o es a Dios?— con una desmesurada aspiración, sometiendo a su juicio esto y aquello, requiriéndolo sin tapujos, y hasta se encarga de recordarle que no se apure en empuñar la espada que otra hoja lo puede esperar a la vuelta de la esquina para caer en su empatía, verso que me resultó genial. Así también hace con otros conceptos jurídicos. Aprovechando sus conocimientos y experiencia de jurista toma este lenguaje jurídico, preciso, técnico, a veces árido para el lector lego, y, con habilidad, sensibilidad y humor, gracias a su genio e ingenio particular, lo transforma, lo cuestiona, lo alaba y lo ridiculiza, lo emplea e instrumentaliza. Nos entrega así una obra novedosa, nos invita a un juego divertido, apasionado, melancólico a veces, reflexivo también, en que habla ya sea con la sabiduría de la historia o con la desesperación del condenado. Evocando Punta de Lobos, la soledad de un cuarto vacío o el estrado de un tribunal, nos desafía e incita como un Dalí cambiando de lugar un seno por un reloj, o un Botero inflando un caballo: su poesía otorga una perspectiva surrealista que revoluciona un mundo tan reglado y ordenado como el jurídico, aunque con tantas posibilidades en el lenguaje y en la experiencia, y lo explota en múltiples formas. Una demanda, un manifiesto, el discurso de un abogado o el veredicto contra un criminal, y hasta el mismísimo Código Penal se

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convierten en herramientas en su propuesta. Es a veces demandante, acusado, juez, simple ciudadano, poeta en esencia, y hasta estudiante de noches insomnes repasando largas enumeraciones. De haberlo leído antes de mi propia etapa de estudiante, amén de admirar el conjunto, me hubiera reído a mares con algunos pasajes —igual que ahora lo hice—, aunque algunas agravantes o atenuantes seguro habría confundido. Ahora, en todo caso, es para releerlo y aprovechar el talento de un observador tan agudo de nuestra realidad, un puente vivo que nos regala una visión creativa que se vale de los elementos de nuestra ley e idiosincrasia jurídica, con una cuota necesaria de locura. No disfrutar este regalo que su creatividad nos brinda sería convertirse en inmediato acreedor de su sentencia más categórica: ¡culpable sin asco! Rodrigo Gómez Marambio Juez TJOP de Santa Cruz

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La letra mata: prótesis y territorialización

¿Qué subjetividad es aquella que, en el intento de hacerse ajena, ficciona su propia condición de objeto? La pertinencia de la pregunta radica en que el texto de Víctor Ilich desde su inicio parece no hacer otra cosa que obligarnos a concebir una huida y, en ese ejercicio, fantasear la remota posibilidad de hacerse la subjetividad algo otro. Para entender con mayor exactitud lo que se acaba de indicar, bastaría con recurrir a textos como Testimonio de una soga, Vals de una soga o Balada de una bala. Todos ellos de lo que dan cuenta es de un sujeto alterado que pone en obra una y otra vez un ejercicio de autocomprensión, cuya conclusión es siempre la misma: la caída en el lenguaje. Algo que no es de extrañar es, en consecuencia, el título, La letra mata. Pero ¿qué significa letra aquí? En el análisis que sugerimos, letra equivale a procedimiento. De manera más radical también podríamos hablar de prótesis de la cual asirse para mantener el equilibrio. Nos referimos no solo al uso de las palabras, sino también a todos aquellos otros elementos a los que se va echando mano a lo largo del poemario: «testimonio», «simulacro», «autopsia», «balada» y, cómo no, aquel extensísimo catálogo de instituciones jurídicojudiciales omnipresentes durante toda la lectura. Lo que con esto queremos decir es que acceder a un determinado tipo de comprensión de aquello que el texto propone importa preguntarse qué mirada es la que permite contextualizar las diversas operaciones allí

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planteadas en un escenario de coherencia y verosimilitud. La respuesta más inmediata podría ser entender la cuestión en la perspectiva de la locura: un sujeto que ha perdido toda conexión con la legalidad del mundo y que, por lo mismo, intenta articular la existencia desde sus propias de-formaciones. Sin embargo, más sugerente que esa alternativa pareciera ser abordar el problema a partir de un sujeto que, exigido al límite de sus categorías, recurre a diversos mecanismos lingüísticos para precisamente evitar caer (procurar equilibrarse entonces) en la locura de la que hablábamos, transformando a la letra en su última tabla de salvación. Pero ¿cómo logra el texto plantear una alternativa como esta? De la manera que lo decíamos al comienzo: a través de una huida. En este caso, la huida se traduce en la angustiosa necesidad de abandonar por siquiera un momento el carácter de sujeto y alcanzar una instancia de descanso. ¿Descansar de qué? De su propio trabajo de simbolización. Así es posible entender, por ejemplo, la objeción que forma parte de texto Pruebas irrefragables de la soledad y la muerte, en que se indica «S.S. la pregunta es engañosa: / ¿Ser o llegar a ser un creador? / —Que se reformule la pregunta— / ¿Ser o llegar a ser un poema?». Y es en el ensayo de diversas alternativas dirigidas en la misma dirección que la huida se va complejizando hasta llegar a ser la «forma juicio» la que con sus infinitos artilugios y repliegues asoma como la única capaz de estar en correspondencia con aquella. Por supuesto, los intentos son tan inagotables como inútiles. Por lo tanto, la pregunta que cabría hacerse es ¿qué ha ocurrido con el sujeto después de

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todo este recorrido? ¿Ha podido salir indemne del proceso? Sobre el punto conviene atender a la figura citada en Declaración Jurada de Joseph Merrick, quien —recordemos— también ha sido conocido como el hombre elefante. En el texto de Víctor Ilich se dice «un hombre deforme despojándose de sus dolores». Esto, en la lectura que venimos haciendo, significa concebir la deformidad como rendimiento del proceso de despojo del dolor o, en otras palabras, pensar la deformidad en su potencial de monstruosidad como una aparente vía de liberación. Hablamos de potencial de monstruosidad y no de esta última, porque lo relevante no es propiamente el sujeto-objeto «monstruo», sino entender que, si existe como opuesto al cuerpo formado algo así como el cuerpo deforme, en aquello que desde el análisis estético denominamos «cuerpo», habría una cierta reserva ajena a cualquiera de ambos extremos que, latente en aquel, se resiste a todo tipo de territorialización. En lo dicho resuena la idea freudiana presente en El malestar en la cultura, en orden a que el origen de la conciencia encuentra su condición de posibilidad en la pretérita existencia de un cuerpo hipersensible, que hubo de comenzar a sentir menos para que eso que conocemos como mundo pudiera aparecer. Lo importante en este caso es atender a que no se trataría de sentir menos cosas, sino de sentir menos, lo que consigo llevaría aparejadas las ideas de una conciencia que se cierra sobre sí misma y de un sujeto que, sintiendo y no sintiendo a la vez, es portador de todo lo que no ha sentido. Y he aquí el nacimiento de un malestar, que también podríamos llamar dolor. Por lo tanto, si nos

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tomamos en serio aquello de «un hombre deforme despojándose de sus dolores», no nos puede resultar indiferente la constatación de un despojo en desarrollo cuyo fin jamás es anunciado ni —esto es lo que planteamos— tampoco podría serlo. Es en este contexto en el que podríamos aventurar que la segunda parte del título del poemario a lo que apunta es a poner en evidencia que no es que haya un objeto más allá de la letra (lenguaje, procedimiento, cuerpo formado-deforme o como quiera llamársele) susceptible de morir por acción de esta, sino más bien que la instancia de surgimiento de un algo a lo que llamamos objeto es precisamente esa en la que emerge letra y sujeto como resultado del proceso de hiposensibilidad al que hacíamos mención. Si ello es así, que la letra mate importaría sostener que esta lo que hace es limitar, individualizar, territorializar y que el texto de Víctor Ilich de lo que posiblemente siempre nos está hablando es de esa diferencia fundamental de la cual depende la constitución misma del sujeto: que el orden del significado jamás será contemporáneo al orden del significante. Carlos Moreno Briones Juez de Garantia de Talagante

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LA LETRA MATA

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«¿Y después? Junto a un título flamante de abogado, irá el pobre poeta con su melancolía a hundirse en la ignorancia de alguna notaría o a sepultar sus ansias en la paz de un juzgado». Nicolás Guillén

«No hay peor ladrón que un mal libro». Proverbio italiano

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La letra es una pesada carga. Es un yugo que si no se ama puede ser fatal. La letra puede colar el aire y no dejar pasar la gracia. El motivo de estas palabras es destacar que el juicio comienza en casa, entre las palabras, lo que leemos, lo que vemos, lo que nos sacia, aunque sea en forma falsa, lo que nos llena el alma. Extractos de juicios dejan en evidencia el derramamiento de tinta en vano, si las palabras no se abrazan, ni buscan el borde de otra alma. El proceso darĂĄ cuenta de que los fariseos todavĂ­a hablan.

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LA LETRA MATA: ANÉCDOTAS A LOS PIES DE WISŁAWA SZYMBORSKA

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«Quien llega a la determinación del suicidio se pone sobre sí mismo una cruz, vuelve la espalda al pasado, se declara a sí mismo fracasado, anula los recuerdos». Boris Pasternak

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Asesoría antijurídica a un suicida Si piensa en suicidarse no lo haga una rutina ni antes de salir de la oficina ni de vacaciones. ¿No ve que los niños quedarán sin flotadores y aún en plenas vacaciones? Una pena. Ni el día del cumpleaños de su hijo, ni tome la soga después de hacer el amor con su mujer sería un soberano despropósito, si piensa suicidarse visite Punta de Lobos unas horas antes y se dará cuenta cuán solo es. Recuerde nada de mártires por las deudas. ¿No ve que los muertos penan a través del Servicio de Impuestos Internos? Si piensa en suicidarse no practique tiro al blanco, no vaya a ser que le apunte medio a medio, al corazón o al cerebro y si va de pesca devuelva el pez a su amo no tome para sí lo prestado.

Si su esposa lo engaña, no sea leso abra bien los ojos y vea si se caza los dedos. Si usted engaña a su esposa no sea menso abra bien la boca y diga lo siento, lo siento, lo siento y sea machito para soportar los azotes al alma y el temblor de los besos. Si piensa en suicidarse no lo haga por necesidad ni en Navidad, piense en los niños huérfanos.

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Ni después de Año Nuevo no ve que el dolor quedó atrás y espere que el Director le diga: ¡Luz, cámara y acción! ¡Actitud! Hasta la última escena. Si piensa en suicidarse no lo haga por amor, Romeo y Julieta es ficción, la realidad de Punta de Lobos es peor: El que ama soporta el dolor, el frío y el aguijón. Si piensa en suicidarse nada de cartas de despedida ni últimas palabras, tiene derecho a cometer un error, pero no a escribir palabrotas ni tonterías. ¿No ve que repicarán sus palabras y retumbarán sobre su tumba, una tras otra? Nada de poemas, ni endechas, nada de flechas encendidas atravesando la hoguera dirigiendo su vida. Si piensa en suicidarse bote las agendas y olvide las direcciones no vaya a ser que se arrepienta si encuentra una mano que lo sostenga. Si piensa en suicidarse vaya al médico para que le prescriba un mal amor. Si piensa en suicidarse nada de ironías: —Morir ahogado siendo salvavidas— Nada de contradicciones: —Seré fiel hasta la muerte— Ni de estupideces: —No podré amar a otras mujeres—. Si piensa en suicidarse sea bien hombrecito llore hasta saciarse y si se siento solito ¡Oiga! no es el único que vuela sin rumbo fijo

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o que mira perplejo desde la orilla el anzuelo o que se mira el ombligo en el espejo. Cien años de soledad no son nada comparados con la eternidad. Algunos creen que la soledad puede durar un Big-bang otros creen que no, mire, yo no sé, pero ante la duda es mejor detener el motor, no intente quemar el arroz ¿No lo cree usted? —Tiene razón, Señor, usted es el experto si ha sobrevivido a tres intentos.

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Testimonio de una soga Miserable de mí. Largamente miserable. ¿Quién podrá darme aire al caer la noche sobre mí? Me falta el aire, me sofoco al atardecer. Sufro de crisis de pánico, me sudan los bordes, las curvas y todas mis fibras tiemblan en un trémulo ritual. Tengo la certeza de que la muerte me acecha, me espera. Me voy a morir y no de vieja. Siento la angustia de manos que no dudan, cuando alguien me toma por sorpresa me asusta y si me coloca en el cuello, se me aprietan las venas, me pongo tan tensa que pierdo la conciencia. El peso de un vacío tan profundo me despierta, la muerte se balancea con mis trenzas. No soporto las alturas, ni los postes, ni las ramas, ninguna altura que me obligue a ver un par de pies caminar sobre el agua, sobre todo si no tienen alas ni plumas, más aún si se atan los cordones del calzado que suda. Miserable de mí ¿Quién me librará de este cuerpo letal? Largamente mortal. No me gusta que me tomen del cuello sino de la cintura.

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Simulacro de un suicidio Me acerco a la ventana, nadie pasa por mi espalda. Miro la puerta está bien cerrada. Pienso en la insoportable angustia aunque veo un túnel de doble vía. Veo la salida definitiva: una antorcha encendida. Hay esperanza, el peso del dolor no me alcanza. No tengo dinero para un arma. Me detengo en un cuchillo lo pongo sobre la cama, pienso en las sábanas manchadas por un momento. Me arrepiento. Siempre quise volar como un águila… Me lanzaré por la ventana, quizás me salgan alas. Abro la ventana, me golpea un aire fresco, es la primavera. Me carga por mi alergia, el plátano oriental, a ratos los detesto. Me despido de las fotos de los seres queridos. Confío en que esto los alivie por un momento. Tomo vuelo, el necesario para caminar sobre el agua. Me arrepiento. Esperaré la noche mientras todos duerman. Me levanto a medianoche, enciendo la luz del velador y aparece una polilla a su alrededor, la muy tonta se golpea creyendo que va hacia la luz. Me acuesto y duermo.

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Autopsia de un suicida Se debe extraer la bala, sin miedo alojada en el dolor a la izquierda de la ausencia, el cadáver está desnudado por el quebranto de los padres separados, el abuso y el esperpento humano lacerado. En su mano derecha rastros de angustia en pólvora, algunas partículas de vergüenza en las huellas dactilares. Desprendimiento de masa encefálica lo que explica la pérdida. El trayecto de la bala no tiene futuro ni propósito, laceración del nervio óptico. Salida de proyectil por una puerta cerrada en el centro de las sienes. Necesidad de cubrir el cadáver posibilidad de ver el rostro en la memoria, de algún ser querido, un familiar o un amigo.

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Balada de una bala Vamos al grano besaré tus labios hasta hacerte pedazos el cráneo. Seré directo como un rayo, cuando pongo mis manos en el arado marcho firme sin cansancio, no miro hacia el cielo ni hacia el suelo, no soy de los que se contradicen si digo sí es sí y si digo no es no. Vamos al grano buscaré tus labios y en señal de aprobación cerraré tus ojos salados. ¡Gritaré viva el amor! Tú sabes que una vez que hablo, no me retracto, he dicho que acariciaré tus sienes solo una vez, esta vez, sin dolor aunque sea lo último que haga en este mundo. (Una pequeña mentira como yo no le hace daño al alma, la atraviesa con una traviesa potencia). Les doy mi palabra ni vana ni pasajera, soy una explosión eterna.

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Vals de una soga Un, dos, tres. Me toman. Me aprietan. Se aferran. Un, dos, tres. Se mece. Suspiro. Se suelta. Un, dos, tres. Fallece. Silueta. Enferma.

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Minueto de un ahogado La muerte flota en el agua, se aferran los pies en la garganta, su imagen no se halla. El agua salada opaca las lรกgrimas. El aire se espanta. Un pez lo mira con desconfianza. Cae una espesa noche. Su alma se ancla mรกs allรก de la garganta.

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¡Pase lo que pase!, gritó un poeta Pase lo que pase nunca te tires por la ventana así no nacen las palabras por el contrario te tragará un ancla a la que le arde la garganta. Pase lo que pase nunca te tires por la ventana mejor tira las palabras verás cómo les salen alas azótalas contra el muro de ser necesario machácalas contra la página, pero no sobre una lápida y nunca las coloques sobre un sudario verás que es inútil acallarlas o sepultarlas en el alma tarde o temprano las palabras siempre, siempre se levantan. Pase lo que pase la muerte también pasa, pero las valientes palabras ¡Jamás, jamás se marchan!

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APOGEO DE LAS DISCUSIONES, ARGUMENTOS Y ATURDIMIENTOS

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«—El acusado —dijo— duda de su culpa. Es humano. ¿Quién de nosotros se conoce? ¿Quién de nosotros tiene noción de sus crímenes y ocultas fechorías?». El desperfecto. Friedrich Dürrenmatt

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Demanda de hambre y sed En lo principal: Nada de atajos a la verdad. Al primer otrosí: El callejón de la realidad. Al segundo otrosí: Acompaña las penas que se indican bajo apercibimiento letal. Al tercer otrosí: Se tenga presente al final de la senda. A Su Señoría Excelentísima Iván Ilich en representación de los desaparecidos de Punta de Lobos según se acreditará el día del juicio a Su Señoría respetuosamente digo: Que estando dentro de tiempo y forma poética, es decir, en este relámpago de vida y mediante letras cojas, símbolos e imágenes rotas vengo en defensa de los muertos que lloran en su tumba, cubiertos de frío, sin mantas y llenos de sombra, y sin la más mínima justicia en medio de sus dos cejas. Nada de atajos a la verdad. ¿Es justo que nos suban el pan, si no solo de pan vive el hombre? Vengo en defensa de los niños con cola de cerdo, tratados como cerdos, revolcados en el cieno. Sabrá Su Señoría que el Cristo del Elqui compra acciones en la Bolsa de los Pobres y que los niños lloran cuando tienen hambre, porque se les secan los pechos a sus madres de tanto llorar a solas. Nadie dijo que esta causa sería fácil,

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pero le aseguro, Su Señoría, que usted no será el mismo de ayer, hoy y siempre aquel juez implacable que clava la letra aún en los corazones de piedra. Nada de atajos a la verdad digamos las cosas por su nombre ¿Es justo que nos suban el pan si no solo de pan vive el hombre? Ruego a Su Señoría tenerlo presente para todos los efectos letales. Al primer otrosí: Se sirva tener presente Su Señoría que el pan es alimento de primera necesidad y qué me dice de la sed, es vital para respirar en paz. Sabrá usted, Su Señoría, que cuando la justicia tarda la sed se agranda. Al segundo otrosí: Se sirva tener por acompañadas, Su Señoría, las siguientes penas bajo apercibimiento letal. Bosquejos sin terminar de baobabs. Una fotografía instantánea del relámpago amarillo que mordió el tobillo del Principito. Una diapositiva inédita de la rama quebrada del árbol de Judas. Informe pericial del cuerpo de Lázaro donde consta que fue asesinado. El último testamento de Gabriela Mistral donde consta que dejó sus últimas alegrías fuera de casa. Su Señoría, ruego tasar prudencialmente los antecedentes,

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en conformidad a la sana conciencia del zorro o del erizo —el que tenga oídos para oír que oiga— escrita aún en los corazones de piedra. Al tercer otrosí: Su Señoría, ruego se sirva tener presente que al leer Cien años de soledad, se dará cuenta de que la soledad puede durar algo más.

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Acusación contra el Principito Su Señoría, vengo en formalizar a este pequeño príncipe de trigo y cereal imputado de haber abandonado una flor a las afueras de Pichilemu, en Punta de Lobos. No sabemos, Su Señoría, cómo llegó y aunque procuró reparar con celo el mal causado su antídoto empeoró la situación dejando un hálito melancólico en la atmósfera. Además, no tendría configurada atenuante alguna ni siquiera la de irreprochable conducta anterior ya que la soledad que dejó es un delito inexcusable por estos lares, tierra de revoluciones y proclamaciones, protestas, sindicatos y corporaciones, colusiones de precios y gestos mercenarios. En efecto, el día 28 de noviembre del pasado imperfecto, luego de hacer amistad con un relámpago amarillo abandonó sin indulgencia una acuarela en flor, específicamente, un asterisco en flor alegando violencia intrafamiliar ya que cada vez que la abrazaba esta lo pinchaba, según él. Su Señoría, usted comprenderá que el imputado se burla del sistema, de nosotros, se muestra cálido, ingenuo, a ratos infantil,

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pero si es capaz de pensar en el suicidio no estamos frente a un niño. Su Señoría, solicito se decrete a la brevedad y antes que el juicio llegue, sin más trámite la medida cautelar de prisión preventiva por ser un peligro para la sociedad, es un eventual Rey, que gobernará sobre la tristeza, la melancolía de las fiestas, y en subsidio, solicito medida de protección para su eventual rehabilitación a fin de evitar hacer amigos con zorros ladinos y relámpagos amarillos. Sabe usted, Su Señoría, cuántos niños se han suicidado por este Principito depresivo y cuántas flores han muerto esperando su regreso. La única flor que lo amaba murió anciana esperando vanamente que volviera y la cuidara. Su Señoría, no hay derecho a boas abiertas o cerradas mientras no se aclaren los hechos.

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Dos refranes de ribetes jurídicos I Un niño gritó en el vientre de su madre, la imagen de la muerte vale más que mil palabras escritas con grafito, el niño hiede ya en el mar amniótico. II Yo no hice nada solo la besé, por la boca muere el pez.

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Negligencia médica Su Señoría Excelentísima, que este hombre aúlle no es su culpa ruego que le quiten la camisa de fuerza, que aflojen el cinturón de diazepam que le aprieta el cerebro cada tres versos y a cada vuelta de tuerca, en el tic-tac de las sílabas rotas, que el cáncer que lo aqueja es posible de extirpar, las palabras se pueden borrar previa autorización de la comisión médica, aunque con peligro para la sociedad existe la posibilidad de riesgo vital. Pero, Su Señoría, pido clemencia, este hombre no es un loco, ni un anacoreta, mírelo bien: es un poeta. Buscaré al responsable de esta negligencia médica aún entre los de la Academia.

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La prescripción del dolor El viento erosiona el corazón: la puerta del dolor en un par de sesiones, en una visita de doctor, el perdón pica la piedra hasta extraer el tumor. Pero el tiempo, el tiempo solo es un señuelo grotesco que llega a fracturar los huesos al apretarlos entre sus fragmentos.

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Ley y doctrina

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La Academia asegura a todos los poetas: El derecho a la memoria y a la integridad física de sus palabras. El viento protegerá las palabras que están por nacer desde el vientre de las manos hasta el nacimiento de los astros por los labios. La igualdad ante la palabra. Hombres y mujeres, prostitutas y frailes, huérfanos de padres, tíos y hermanos son iguales, simples borradores ante las letras, los símbolos y las imágenes. La igual protección de la palabra en el ejercicio de sus versos. La libertad de la palabra. Su única frontera será la superficie donde derramar la tinta y el alma —esta última para el que la tenga en comodato o préstamo de uso. El derecho a la palabra personal, ya sea con modismos, refranes, ademanes o mensajes de texto. El derecho a reunir palabras sin permiso previo y sin armas. La libertad de trabajar la palabra hasta decir basta. El derecho de propiedad sobre la palabra. Lo que significa que se la puede quemar sin asco o resucitar de un solo trazo. Por motivos fundados se podrá expropiar la palabra muerta, previo pago al contado en homenajes, memorias y ensayos.

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Son responsables criminalmente de los poemas: Los autores que toman parte en la ejecución del poema, juntando letra por letra, sea de una forma inmediata y directa, a través de un telegrama o lenguaje de señas, sea impidiendo o procurando impedir que se evite. Coda: Los que tienen manchadas sus manos con sangre no son artesanos de la palabra. Son autores también los que fuerzan o inducen directamente a otro a escribir un poema, mediante talleres literarios, lecturas obligatorias, invocación de espíritus clásicos, o sutilmente mediante un poemario de regalo. Son cómplices los que cooperan a la ejecución del poema por actos anteriores como bosquejos, siluetas, conversaciones con bebidas espirituosas, lecturas traposas o pegajosas, o actos simultáneos como asombrarse por las cosas, los astros, y lo que es capaz de hacer un beso y una mano coja. Son encubridores los que con conocimiento de la perpetración de un poema o de los actos ejecutados para llevarlos a cabo, como lavarse las manos, sin haber tenido participación en él como autores ni cómplices, intervienen, con posterioridad a su escritura, de alguno de los modos siguientes: Aprovechándose por sí mismos o facilitando a los poetas medios para que se aprovechen de los efectos del poema o simple bosquejo como lo realizado por editoriales, librerías, ferias literarias, prostíbulos y piras ceremoniales.

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Ocultando el cuerpo o inutilizando el cuerpo del poema, sus versos abiertos y sus cadenas, o simple poema para impedir su descubrimiento a travĂŠs de crucigramas, acertijos y ecuaciones, como lo ocurrido por herederos, albaceas y antologadores de mala cepa. Albergando, ocultando o proporcionando la fuga del poeta atravesando la cordillera de lenguas extranjeras o mares sin patria o tierras sin banderas. Acogiendo o protegiendo habitualmente a los poetas sabiendo que son estrellas apagadas, aun sin conocimiento de los poemas o simples poemas determinados que hayan cometido o facilitĂĄndoles los medios de reunirse u ocultando sus lapiceras o efectos, o suministrĂĄndoles auxilios en concursos literarios o noticias para que se guarden, precaven o salven de las blasfemias como lo que ocurre, a veces, en las Sociedades de Escritores o en las Academias.

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Divisiรณn de los versos Los versos, atendida su gravedad, se dividen en poemas, simples poemas, garabatos o bosquejos.

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Cuasipoemas El que por imprudencia temeraria escribiere un verso que, si mediare malicia, constituirĂ­a un poema capaz de abrir las venas y hacer sudar las entraĂąas.

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Eximentes de responsabilidad penal Están exentos de responsabilidad penal: El poeta, a no ser que haya escrito en un intervalo lúcido. El que sea menor de cien años de soledad y haya publicado más de un libro. El que escribe por mero accidente. El que escribe violentado por una fuerza irresistible como el amor al dinero o impulsado por un miedo insuperable como al destierro, el exilio o el olvido. El que escribe en cumplimiento de un deber dado por los dioses —según los griegos— o en el ejercicio legítimo de un derecho, autoridad, oficio o cargo — según los fariseos. El que escribiera un cuasipoema, salvo los casos penados por la Academia.

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Circunstancias atenuantes Son circunstancias atenuantes: La de escribir el ofendido por provocación o amenaza a sus poemas. La de haber escrito un poema por vindicación próxima a una ofensa causada al autor, a su musa o prole. La de escribir por estímulos tan poderosos que hayan producido arrebato literario u obcecación matemática. Si la conducta anterior del poeta ha sido irreprochable, es decir, tiene obras, pero inéditas. Si ha procurado el poeta con celo reparar el mal poema o impedir sus ulteriores perniciosas lecturas, ya sean, privadas o públicas. Si pudiendo eludir la acción de la Academia por medio de la fuga u ocultando sus poemas, quemando o destruyendo cualquier vestigio, las páginas en blanco, los garabatos o cuasipoemas, se ha denunciado y confesado poeta. Si ha colaborado sustancialmente el poeta al esclarecimiento de las palabras. El haber obrado por celo de la Academia.

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Circunstancias agravantes Son circunstancias agravantes: Escribir el poema en contra de las personas con alevosía, es decir, a traición y con diccionarios, manuales y obras literarias a mano. Escribir por vil precio, recompensa o promesa con una copa de vino sobre la mesa o en el velador una sortija ajena. Ejecutar el poema por medio de veneno u otro artificio que pueda ocasionar grandes estragos o dañar a otros poetas, aún los ingratos. Aumentar deliberadamente el mal del poema causando otros males innecesarios como la ceguera. En los poemas contra las personas emplear astucia, fraude o disfraz desconocidos. Abusar el poeta de la superioridad de sus lecturas, en términos que el ofendido no pueda defenderse con probabilidad mediana de repeler la ofensa. Acometer el poema con abuso de confianza, sin una invitación previa o cena. Prevalerse del carácter público que tenga el poeta, esto aumenta en dos grados la pena. Emplear medios que añadan la ignominia a los efectos propios del hecho como cartas de despedida, flores secas, postales o emblemas. Escribir el poema con ocasión de incendios amorosos, naufragios sentimentales, sedición familiar, tumulto sindical o conmoción popular, aluvión o desgracia inmerecida según la Academia.

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Ejecutar el poema de noche y con misterio, bajo las sĂĄbanas despuĂŠs de encender el brasero o en despoblado sin velador o sĂĄbanas de terciopelo. Ser reincidente en poemas de la misma especie.

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Los obligados a denunciar Están obligados a denunciar: Los poetas que escriben en la trastienda de los astros, aquellos cánticos de sal vertiginosos, aquellos poemas que pican los ojos. Los que escriben perdidos en el callejón de los deseos inconclusos. Los analfabetos que piden a otros que escriban sus versos en lenguaje de señas, ademanes y gestos. Los vagabundos que dan pasos en falso en la frontera de la lluvia y el fango. Los enfermos terminales, aquellos que leen los poemas ajenos como amos y señores de ellos.

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Requisitos de la querella Designación precisa del sanador sanado que conozca la peste del insomnio, la indiferencia y las obras inacabadas. El nombre propio y ajeno, apellido del árbol genealógico, profesión u oficio de víctima o victimario y domicilio preciso dentro de Punta de Lobos. Designación clara del querellado en especial su linaje, los José Arcadio o los Aurelianos. La relación circunstanciada de los hechos, los mitos, los trucos y los cuentos. La firma del querellante o una huella de molino de viento después del diluvio.

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Aforismos I Quien puede lo más, puede lo menos si puedo escribir poemas puedo construir mundos entre mis dedos y romper pompas de jabón para hacer mundos reales, aunque mortales, sin miedos. II Quien calla, otorga un poema inconcluso y sucio que cae de nuestros labios y se estropea en nuestras manos. Dejaré de escribir por un tiempo para que me tomen en serio quien calla, otorga una salida madura que con los años se esfuma. III Hechos no palabras, hijos, libros, plantas que con los años se amontonan, páginas y hojas que con los años retumban, palabras en la alforja que con los años caducan.

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Las palabras son ruinas que con los años se ocultan. IV Esta es la verdad oficial: la excepción confirma la regla: en el reino de papel la verdad tiembla. V Nadie puede ser juez en su propia causa, es lo que el suicida no entiende, lo que la amante defiende. VI Las palabras vuelan, los escritos perduran, hasta que algún torpe los quema ¡Vuela, vuela palabra, aletea sin miedos que yo protejo tus sueños! Algún niño jugará a los aviones con tu desenfreno.

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Derechos que la Academia me debe reconocer Tengo derecho a escribir lo mismo hasta que la tinta seque la herida, vez tras vez, una y otra y otra vez. Tengo derecho a cojear entre los versos, nadie dijo que serían perfectos.

Tengo derecho a censurar mis versos por atentar contra las buenas escrituras, la ética de la pluma y el orden público de las lecturas. Tengo derecho a ser ignorado como el embrión en su vientre, que me aborten si quieren, pero les señalaré con el dedo cuando vuelva de la muerte. Tengo derecho a ser olvidado ¡Ay del hombre que me invoque! Que nadie nombre mi nombre en vano, ese hombre no quedará impune. Tengo derecho a contradecirme a pecar y arrepentirme con tal que no sea con la misma, ni con la misma flecha, la misma endecha, ni la misma fecha.

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Tengo derecho a las muecas a cacaraquear un par de letras, a las erratas de mis sopas y a escribir un epigrama con sal y en la arena. Tengo derecho a desconfiar de lo que escribo me rebelo a mĂ­ mismo, lucho contra los feos adjetivos.

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Perder el juicio Imposibilidad de distinguir entre una lรกgrima y una pena.

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ALGUNOS CONCEPTOS IRRELEVANTES PARA LOS SIMIOS Y OTROS ANIMALES

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ÂżQuĂŠ es la justicia? Es no tener todas las respuestas. Si la persona es talentosa tiene derecho a caminar coja, a no andar por las veredas ni correr por las aceras.

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La ley, definiciĂłn acadĂŠmica (I) Una de las manifestaciones de la materia, de ĂĄspero contorno, pesada como tronco, esculpida por la voluntad soberana de las urnas.

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La ley, definiciรณn ilegal (II) Espada de doble filo que los verdugos levantan sin saber sobre sus cabezas.

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Decreto ley n° 1 La ley del embudo Si usted es ciudadano puede codiciar la mujer de su prójimo, pero si le codician la suya se decretarå Estado de Sitio, ipso facto, ley marcial, dos palabras en el pecho y a la tumba.

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El pago Modo de extinguir las obligaciones y en especial el sufrimiento. Recuerde que el remordimiento se hereda es solo cuestiรณn de tiempo y el arrepentimiento es intransferible dura solo hasta llegar al cementerio.

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ConfusiĂłn Otro modo de extinguir las obligaciones se produce cuando la calidad de acreedor y deudor se reĂşnen en una sola persona como es el caso de un suicida.

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Daño moral Es el detrimento más hondo que puede experimentar el ser humano, capaz de enloquecer al reloj que se pega cabezazos contra el muro, se determina por la extensión del llanto, la rabia, la risa irónica, eso sí, no se admite la prueba preconstituida de los poetas: sus poemas sin pie de firma.

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Delito Acción u omisión voluntaria como al escribir un poema o abstenerse de levantar sus alas. Recuerde, la mayor cantidad de veces el poema se halla en la etapa de frustrado, para algunos la tentativa sería pecado, pero el consumado ocupa un lugar en el corazón, las manos y los labios, lo importante de todo esto es que está penado por la ley, la voluntad soberana del hondo polvo, del profundo hueco, por ejemplo para que nos entendamos, algunos creen que escribir acerca de Dios lo hace ser un poeta religioso, pero si no lo nombra sería hijo del demonio, y la perdición se asomaría sobre el dintel de sus hombros, a veces, la ley puede ser absurda, pero es ley, que manda, obliga y asusta.

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Comodato Es un contrato en virtud del cual una de las partes entrega a la otra gratuitamente el alma, una especie de bien raíz —inmueble por adherencia— para que haga uso de ella, y con cargo de restituir la misma especie o cuerpo cierto después de terminado el uso con la muerte.

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Donaciรณn Contrato en virtud del cual un hombre y una mujer por mera liberalidad se entregan el cuerpo, las emociones o los sentimientos, sin reservas y de mutuo acuerdo.

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La hipoteca Es una garantía que dura prácticamente lo que dura la vida, algunos creen que es una expiación de sus culpas arraigadas al subsuelo lo mismo creen de las prendas sin desplazamiento.

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Testamento Manifestaciรณn unilateral de la voluntad, mรกs o menos cuerda, que se hace solemne, por regla general, con un hรกlito de misterio, que demuestra la peste del hombre que quiere gobernar mรกs allรก del umbral y que casi siempre queda insatisfecho quien lo cruza con miedo.

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Naturaleza de las penas

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Confinamiento Es la expulsiĂłn de los versos del territorio de las manos con residencia forzada en un lugar determinado como los cuadernos, las pĂĄginas inĂŠditas, los boletos y aĂşn las servilletas.

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Extrañamiento Es la expulsión de los versos del territorio de las manos al lugar de su elección como el territorio de los recuerdos, sean estos ríos puros o siniestros.

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Destierro Es la expulsiĂłn de los versos desde algĂşn punto del cuerpo.

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Relegación Es la traslación de los versos a un punto habitado del cuerpo con prohibición de salir de él, pero permaneciendo libres en el cerebro.

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Presidio El presidio importa la privación de libertad de los versos en el ataúd de los sonetos, sinalefas carnívoras, imágenes rotas y ejércitos de espíritu inquieto.

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Pena de muerte Amar sin ser correspondido.

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Formas de cumplir la pena

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Reclusión nocturna Es el encierro de los versos en las estructuras métricas desde el crepúsculo del presente siglo malo, hasta el cacaraqueo del siglo venidero.

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Libertad vigilada Consiste en someter a los versos a un régimen de libertad a prueba de balas y de sonetos que tenderá al tratamiento intensivo del ritmo, la imagen y el viento, bajo la vigilancia de los astros y la orientación permanente de un relámpago. Remisión condicional de la pena Es la suspensión de escribir poemas, y en la discreta asistencia al poeta por la autoridad competente al dormir durante el tiempo que dure su sueño. Opinión sobre la ley La muy terca cree que será eterna, y aunque yo tropiece en sus incisos los dos sabemos algo: yo seguiré produciendo efectos aunque caduquen mis derechos.

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PRUEBAS IRREFRAGABLES DE LA SOLEDAD Y LA MUERTE

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«Yo soy el límite de todo lo creado… ¡Atrás! ¡Atrás, seres humanos!…». León Felipe

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Confesión Su Señoría Excelentísima, confieso mi participación en el crimen yo escribí esos poemas fui yo el que derramó la tinta sobre estas páginas inocentes, soy culpable de haber escrito sin asco aún en los márgenes de los libros; si soy condenado a trabajos forzados: Un libro por año, sepa que no tan solo estoy dispuesto a eso sino también a llenar crucigramas con sopas de letras o a escribir tú y yo en la corteza de los gigantes de cemento, o a tatuar el nombre de ella en mi frente, pero por favor no me condene a vender bananas en Punta de Lobos, o a las afueras de La Moneda. Usted me pregunta ¿cuáles fueron mis razones, qué me motivó a cometer semejante despropósito? No lo sé, quizá la pobreza de sueños propios, la vanidad de guardar silencio, usted sabe que la oportunidad desenmascara al actor, necesito desahogar este mar no en la tragedia de la arena, que traga, se alimenta y no escarmienta, siempre en la orilla nunca abandona las riberas. Solo sé que una poeta de cepa griega dijo: “que solo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes”. Eso quisiera Su Señoría, ser inocente.

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Lista de testigos Gamaliel, el de la letra muerta y la mano seca. Alonso Quijano, lĂşcido y con la tristeza ancha. GamĂŠnides, el espartano, hijo del rigor, amante de los regalos. Thomas Harris, aventurero olvidado de Cipango.

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Declaración de testigos Gamaliel, a la hora señalada en la lápida se levanta el acta del testigo presentado por la parte acusada. Para que diga el testigo cómo es efectivo que nadie desapareció en Punta de Lobos. —Como miembro del Sanedrín, fariseo por exceso, sé perfectamente lo que está escrito en la ley, así que es verdad que nadie ha muerto en Punta de Lobos. Para que diga el testigo si es efectivo que a los trabajadores los torturaron antes de masacrarlos. —Reitero mi declaración, la ley es la ley y si los muertos tiemblan es por defecto.

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Contrainterrogatorio Para que aclare el testigo sus dichos, al parecer hay una contradicción, usted dice que nadie desapareció en Punta de Lobos, pero luego señala que los muertos tiemblan por defecto. ¿Cómo es eso? —Señor, he sido claro como los astros y limpio como mis manos. ¿O me acusa usted de haberlos asesinado por revolucionarios? Nada de eso, el defecto fue haber creído en Dios en vano. Se da por terminada la declaración del testigo, y se le autoriza a volver a su cuarto cerrado.

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Alonso Quijano A la hora señalada en la contratapa del ingenioso hidalgo, comparece Don Alonso Quijano, más conocido en nuestro medio como el Sr. Quijano, el Caballero de la tristeza ancha, la sonrisa la dejó hace años, presentado por la parte demandada. Para que diga el testigo si es efectivo que la hojarasca nubla la razón. —Mire, hace años que dejé de leer libros de ficción, poemarios y panfletos ahora leo sentencias para mantener la cordura. —Tacho al testigo por cuerdo. El testigo se retira indignado y se excusa de firmar la presente acta por analfabeto, aunque estampa su huella digital de molino de viento.

97


Gaménides A la hora predestinada, comparece el mancebo de Zeus, comparece con la mirada baja y el rostro enfermo: Para que diga el testigo si es efectivo que Zeus lo violó en Punta de Lobos. —No. Contrainterrogatorio Para que aclare el testigo ese No. No fue violado o no fue en Punta de Lobos. —No recuerdo. Se deja constancia de que el testigo tuvo que retirarse por las náuseas. No se autoriza al testigo a vomitar en las plazas ni en el escenario.

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Thomas Harris A la hora señalada tras volver los pasos desde la aventura, comparece este hombre de ficción, por la parte demandada, comparece sin asco. Para que diga el testigo si las meretrices de Orompello ejercieron sus favores en Punta de Lobos. —¿Qué quiere que le diga? ¿Qué mienta? Las prostitutas de oro están donde la realidad se trunca, donde lo fantástico asoma, no haga preguntas tontas. Se le ruega al testigo mantener la compostura, al menos en su última hora. Para que diga el testigo si las prostitutas de Orompello eran felices en Punta de Lobos. —A veces, cuando las putas cerraban las piernas en señal de luto. No hay más preguntas. Se autoriza la salida de este personaje de cuentos de lobos. Se excusa de firmar por motivos personales, ni la huella digital nos deja.

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Objeción S.S. la pregunta es engañosa: ¿Ser o llegar a ser un creador? —Que se reformule la pregunta. ¿Ser o llegar a ser un poema?

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Absolución de posiciones (Prueba confesional) A la hora fijada por Su Señoría se lleva a efecto la absolución de posiciones de la parte querellante, comparece doña Desdémona, quien al tenor del pliego de posiciones señala: Si es efectivo que engañó a Otelo con José Arcadio. —No, yo le fui fiel hasta la muerte. Si es efectivo que usted se hacía la mosquita muerta. —No, eso es falso, yo era una mosquita. Si es efectivo que conoció a José Arcadio en Punta de Lobos. —No, no conozco Punta de Lobos, yo he visitado solo Cipango. Reconozco que sí he oído hablar de José Arcadio. Si es efectivo que lo que escuchó acerca de él fue que era muy fogoso. —Señor, por favor, soy una dama, guarde el pudor. Si es efectivo que por pudor la asesinaron. —Sí, Señor.

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Inspección personal del macabro Tribunal A la hora fijada en un epigrama se constituye el Verdugo y la Mandrágora, se deja constancia de que en el lugar del crimen se observa: Abundante luz por las ventanas. Una luz cerrada cuelga de una lámpara. Desde el ojo de una chapa una llave calla. La habitación no está vacía estamos nosotros. Un escritorio desordenado y encima una página herida. Sangra la hoja en una esquina. Profusamente la tinta se amontona en un pliegue de la página inédita. La tinta se coagula en el piso. En la hoja se aprecia una herida horizontal, renglones cortos, vísceras de letras sueltas a la vista. El tintero cerrado, huellas de manos en el suelo. La página yace muerta boca abajo sin ningún poema, sin duda. Un dibujo pegado a la pared frente al escritorio: Un payaso jugando al emboque y un cordero con piel de lobo en una parodia de Batman y Robin. No hay rastros del arma al menos en esta página. Se levanta el acta como una negra ala. El Verdugo deja caer la lanza rota y la Mandrágora nerviosa la oculta.

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Extracto de las conclusiones del informe pericial sobre la muerte de Lázaro Múltiples equimosis y hematomas en su cabeza, rostro, cuello y brazos todos ellos pintados por un arcoíris de muerte, de negros, azules y violáceos. Hematomas intracerebrales subcorticales que no alcanzaron a afectar su fe. Contusiones heteroprovocadas, es decir, no fueron realizadas por penas de amor, ni fue él su propio acreedor. En otras palabras, para que Su Señoría comprenda, Lázaro fue lapidado con piedras talladas a mano u objetos contundentes sacados desde el templo, allí donde atan las manos con escapularios, se sospecha de dos bloques de piedra encontrados cerca de su cráneo, fue desgarrado su cuero cabelludo y magulladas sus manos, sus restos fueron hallados cerca de la tumba vacía de Melquíades, con una venda en los ojos que decía: «Resucita ahora, mentiroso». La inscripción estaba escrita en inglés, árabe y arameo. Es todo cuanto puedo informar a Su Señoría. Perdón por las manchas en el informe, pero no pude contener el vómito, ni el asco.

103


Declaración jurada de Joseph Merrick Sí, viví en Punta de Lobos casi un año, llegué en secreto en un barco a vapor sin velas ni timón, arrancando del circo humano, de las nubes de Aristófanes, de mi tío Eurípides, del juicio del hombre que se espanta de su propio corazón, pero hace culto a los Cíclopes, que rechaza lo deforme de su imagen en la semejanza de otra alma símil. Sí, viví en un asilo de ciegos que en Punta de Lobos nadie veía, los que allí residían solo escuchaban mi uniforme voz, fui respetado por las palabras no por sus sílabas, fui aceptado por las letras no por la métrica, fui amado por lo que era, ya no era un tumor perdido, era un sujeto buscando un espejo de carne y sueños. Era un hombre con memoria de elefante. ¡Un hombre! ¡Un hombre! Un hombre deforme por dentro despojándose de sus dolores. Lo juro con esta mano inmensa, finalmente, todos jugamos ajedrez contra la muerte.

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Audiencia confidencial con un menor de edad —¿Cómo te llamas? —Miguel. —Hola, Miguel, ¿sabes por qué estás aquí? —Por qué me porté mal. —¿Es pregunta o es respuesta? —Es pregunta. —Es profunda tu respuesta. —Eso dice mi mamá. —Miguel, ¿qué quieres ser cuando grande? —Quiero ser juez. —¿Por qué? —Para solo hacer preguntas, son más fáciles que las respuestas.

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OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS A LA PRUEBA

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«Para que una verdad universalmente conocida pueda expresarse, hay que esperar la ocasión afortunada que le corresponde cada cien años». Boris Pasternak

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I Su Señoría Excelentísima, el tiempo es un ladrón egoísta toma para sí lo que nos queda de vida prueba de esto es la siguiente observación: la soledad es longeva y la muerte podría llegar a ser eterna al romper un poema se comprueba.

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II Su Señoría, no tengo nada inteligente que decir, he allí la razón de mi escribir, he aquí el trazo de mi existir.

110


III Su Señoría, la prueba es contundente como navegar contra la corriente, aprobará, Su Señoría, que la verdad es una sola ni blanca ni estrecha. ¡Venga, vea, acérquese, el cadáver hiede ya aunque el rostro se blanquea!

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ALEGATOS DE CLAUSURA

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«Es curioso que a mí estar de espaldas me resulte la posición más natural, y a veces sospecho que mi tía le tiene horror…». Julio Cortázar

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I Sus Señorías Excelentísimas, es necesario que los cadáveres estén recostados de espaldas para que no se asusten ni se ahoguen si despiertan con un chasquido de mariposas o un derrumbe de cometas, porque todos sabemos que boca abajo el aire no se renueva, es más difícil gritar y la muerte siempre acecha por detrás, por esto, Sus Señorías, soy partidario de que en Punta de Lobos todos los muertos sean sepultados de pie para que no les cueste caminar erguidos si por si acaso despiertan con hambre y sed, naturalmente sobrenatural desde la mollera hasta los pies.

115


II Sus Señorías Excelentísimas, no he venido a hablar de la torpeza humana, ni de los niños caídos de los brazos o de aquellos que soltaron de la mano, ni de los secuestrados por la ausencia premeditada. No he venido a hablar de los relámpagos en el hielo del corazón desquebrajado, ni del robo de las palabras y de sus caricias, no he vendido mis errores en pública subasta, ni he venido a hablar de los errores olvidados en la mar, ni de los de ella ni de los de él. No he llegado hasta esta instancia para hablar si no para llorar, permítanme llorar haciendo una mueca sobre estas páginas hambrientas, a todo pulmón, lo digo de todo corazón. Les suplico me permitan llegar al corazón de las luciérnagas.

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ALEGATOS DE LA ÚLTIMA HORA

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I En representación de los demandados y por primera vez en estrado, a Su Señoría Excelentísima, respetuosamente digo: No sabían que usted era soberano, y aunque la ley se presume conocida por todos, siempre les enseñaron que generalizar era malo.

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II En mi propia defensa vengo ante usted Su Señoría sin abogado, prefiero defenderme solo que mal acompañado, no ve que uno me arrancó un ojo y lo revendió en el mercado. —Su Señoría, objeto, el demandado lleva un abogado dentro, no ve que en su familia todos son tuertos.

120


III Su Señoría, en mi calidad de abogado y teniendo presente que la prudencia virtud esquiva que regula a la justicia, y sin ánimo de coerción ilícita hago presente a usted que el recurso de queja lo tengo congelado sobre la mesa.

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IV Su Alteza, perdóneme la ofensa, no vi el disco «Pare», aunque me fijé que no venía nadie por la vereda. Si usted quiere, me toma la alcoholemia.

122


V Su Señoría Excelentísima, sepa usted que todos llevamos un Principito dentro y un relámpago amarillo que nos quiere morder a unos el tobillo a otros el pescuezo.

123


VI Su Señoría, me arrepiento de haber escrito tanto verso, el hambre me cegó, solo quería una sopa de letras es que estaba hambriento, Su Señoría, lo lamento.

124


VII Su Señoría, en solo cinco minutos le demostraré con lujo de detalles y precisión de grabado japonés, lo errado del fallo de primera instancia, el juez que lo dictó vive en el mundo al revés, a un ave la llama pez. Su Señoría, en estos últimos sesenta segundos nada más puedo argumentar, solo me resta decir que el derecho me avala y la doctrina me respalda y como decía Aristóteles: «El que cacha, cacha».

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VIII Su Señoría, en estos tiempos modernos se aplica la regla, la letra sin vida, una y otra vez, vez tras vez qué importan las consignas o la justicia. ¿Acaso usted se baña con agua fría?

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IX Su Señoría, saque la mano de esa espada no la desenvaine en vano si la deja caer sobre mí sepa que la guillotina fría lo espera desnuda en la esquina, sin asco caerá la hoja en su empatía y con la vara que mide le medirán su hombría.

127


X Su Señoría, los mediadores entre el hambre y la sed son el pan de aflicción y la amarga agua que habitan en el viejo corazón donde la mano ordena al cerebro actuar con irreflexión.

128


XI Su SeĂąorĂ­a, la famosa justicia, esa que algunos izan en banderas de ropa sucia, esa es la que me repugna: que lancen la piedra sin miedo, pero ojo por ojo, diente y pescuezo.

129


XII Su Señoría, cuando la letra mata se rigidiza la lengua aparecen las livideces de la gramática se deshidrata el alma y se enfría la conciencia.

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VEREDICTO: SURSUM CORDA, MANOS A LA OBRA

131


«El hombre está aquí para cumplir una sentencia, no para imponerla». León Felipe

132


Interpelación Su Señoría Excelentísima, estoy preocupado porque nada ha dicho en todo este rato, lo veo pensativo sujetando el mallete esperando el colapso como los astros. —Abogado, mientras pueda siga alegando, siga escribiendo mientras tanto. Yo tendré a su tiempo claro el resultado.

133


Crucigrama de una sentencia Parte expositiva: Pista n° 1. Línea horizontal. Una paloma degollada. Pista n° 2. Línea vertical. Un ataúd de pie. Parte considerativa: Pista n° 3. Línea vertical. La imagen de un hombre consumido. Pista n° 4. Línea horizontal. Un reloj cansado. Parte resolutiva: Pista n° 5. Línea horizontal. Un ladrón mirándose el ombligo.

134


Iter Criminis Su Señoría, vi la página tan blanca, tan lozana, tan estilizada que algo despertó dentro de mí: el deseo de besarla, la abordé por la espalda, la tomé del borde de su solapa y me derramé en ella hasta mancillarla.

135


Poema en grado de frustrado Cuando el poeta pone todo de su parte, lo necesario, lo marginal y lo prioritario para que el poema o simple verso se consuma y esto no se verifica. Como la existencia de los ovnis, la llegada del hombre a la Luna, o el toque de Dios en la penumbra.

136


Deliberación En el principio el hombre caminó erguido y en el camino se encorvó la coraza, en el principio el hombre fue baluarte del tiempo y con el tiempo cruzó las manecillas del reloj, en el principio el hombre buscaba la verdad hasta que una linterna lo encegueció. Finalmente, el hombre se extravió tras Moby Dick y cojeó solitario por la senda tuerta. La presencia de dos agravantes: la necedad y la soberbia y ninguna atenuante permiten que podamos aumentar en un grado el llanto, para que siga sollozando. CULPABLE de aferrarse al dolor, CULPABLE sin asco.

137


Duda razonable Si pocos leen poesĂ­a para quĂŠ escribir estos poemas a la deriva.

138


DeterminaciĂłn de la pena Se debe considerar primero que la pena es indivisible que las atenuantes no siempre compensan todas las agravantes del precario salario, que los ojos mojados se llueven, que la sal los preserva en su trasparencia, que la paz desafĂ­a a la tristeza, los dĂ­as pasan y la pena queda, por ende, es necesario cumplir la pena para ser libre de polvo y paja, la propia o la ajena.

139


Costas de la causa La suma de todas las pĂŠrdidas, de todas las lĂĄgrimas, de todas las noches en vela, son de cargo de todos los mĂŠdicos y los abogados mal entrenados en el arte de los secretos.

140


En consulta Vistos: Se revoca el pasado con la luz del presente: el perdón del ofendido es clave para vivir en paz. Devuélvase bien por mal. Nadie dijo que sería fácil dejar la fusta en el suelo y abierta la mano aunque le falten los dedos.

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RITUAL DE LAS MANOS ROTAS (Epílogo)

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«He dicho muchas cosas inteligentes en mi vida, pero he hecho tan pocas…». Ezra Pound

144


Collage sobre la justicia: demostración de un poema frustrado Una espada rota. Una frase coja. Un poema a medias. A un lado de la balanza una cabeza de piedra al otro una pluma sangrienta. La venda apretando las muñecas. Ella está siendo apuntada por un fusil de estrellas en la cabeza. Pechos desnudos de mujer. Cerros erosionados envueltos en una atmósfera de soledad. A uno de los lados un mercader y en el otro un raposo y el Código Civil puesto bajo una mesa trunca. Un rostro sin ojos. Un juez sin rostro. Una mujer pidiendo limosna. Una pintura de Punta de Lobos en un pasillo sin luz en La Moneda a la derecha la pintura de un rico lleno de polillas y a la izquierda un menesteroso comiendo polillas. Un guante de seda abofeteando a un payaso que ríe entre sollozos. En una esquina la oreja de Malco, besando la espada de Pedro. Lágrimas en un vaso de mármol. En el suelo, a los pies de ella, los ojos de Edipo y una boca haciendo una mueca.

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Manifiesto I Cada hoja de papel es una lápida. Donde el hambre y la sed con voz seca se quedan bajo tierra al filo de los pies hasta que el día se encienda en un ademán del más allá en el más acá donde las mejillas tiemblan. II Esta hoja de papel es un pequeño ataúd donde el rostro de los muertos es encendido al abrir tú los ojos por ellos y al dar vuelta la página cae una tapa como lápida sobre el rostro de un sueño vencido despertando en tus manos el dormido. III Tengo hambre y sed de labrar con hechos las palabras, las pequeñas, las enjutas y las ásperas Hambre y sed de labrar con hechos la esperanza, la olvidada, la dormida, la censurada. Tengo hambre y sed de hallar ROSEBUD en el rompecabezas de mi infancia,

146


sin duda, una mala broma, lo que no percibe tu mirada de ĂĄmbar, tengo hambre y sed de que el sĂŠptimo sello se abra y una mariposa nazca, prima lejana del escarabajo de Kafka. Tengo hambre y sed de declararme incompetente y que sea otro el que me haga justicia aunque sea al borde de mi cama cuando parta.

147


Punta de Lobos Su Señoría, en Punta de Lobos las ovejas no abundan. Su Señoría, sabrá usted que el viento las envía y la palabra las reúne, sabrá también usted que la letra sin vida las trasquila y los lobos se aprovechan de su desnudez y las devoran. En Punta de Lobos, las palomas se ocultan y las ovejas que no luchan se esfuman.

148


Un final casi feliz Su Señoría, no solo de justicia vivirá el hombre la misericordia del pan es la hambrienta vara que se refleja en mi cara rota, entonces, júzgueme usted como una migaja que cae de su mesa, allí donde termina la regla con la ingenua esperanza de levantarse en el alma una balanza que no sea falsa llena de sed para saciar el asma que pesa.

149


150


ÍNDICE 9

Prólogos

25

La letra mata: Anécdotas a los pies de Wislawa Szymborska

37

Apogeo de las discusiones, argumentos y aturdimientos

47

Ley y doctrina

65

Algunos conceptos irrelevantes para los simios y otros animales

79

Naturaleza de las penas

87

Formas de cumplir la pena

91

Pruebas irrefragables de la soledad y la muerte

107

Observaciones astronómicas a la prueba

113

Alegatos de clausura

117

Alegatos de la última hora

131

Veredicto: Sur sum corda, manos a la obra

143

Ritual de las manos rotas

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Santiago de Chile, 1978. Egresado del Instituto Nacional y de la Escuela de Derecho de la Universidad Finis Terrae, en la cual estudió becado. Abogado y Juez Titular del Juzgado de Garantía de San Vicente de Tagua Tagua. Autor de más de una decena de obras literarias, tanto reflexivas como poéticas. Algunas de ellas han sido prologadas y comentadas por destacados académicos como Hugo Zepeda Coll, Thomas Harris y Andrés Morales. Entre sus obras se puede citar Infrarrojo (poemario presentado por el académico, escritor, poeta y miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Juan Antonio Massone del Campo, quien le incluyó en una antología de poesía); además, es autor de Réquiem para un hombre vivo, poemario dedicado al poeta Juan Guzmán Cruchaga (presentado por el Ministro de la Excelentísima Corte Suprema y escritor, Carlos Aránguiz Zúñiga y el Ex Ministro de la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Santiago, Juan Guzmán Tapia). También es autor de La insurrección de la palabra, Arte de un ocaso vital, Baladas de un ruiseñor (poemario erótico romántico). Dragón, escorpiones y palomas, Hojas de Té, La letra mata (un texto que resucita la palabra), entre otros, y El Silencio de los Jueces, un texto para sazonar el corazón, el cual fue prologado entre otros, por Sergio Muñoz Gajardo, quien fuese Presidente de la Excelentísima Corte Suprema (2014-2015). 156


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