La exploraciรณn del uncanny freudiano en el elemento agua
Chaido Kaproulia
Foto de portada: NoĂŠmie Goudal, Observatoire III_The Geometrical Determination of the Sunrise [2013]
La exploración del uncanny freudiano en el elemento agua El miedo al agua se debe a su potencial para destruir propiedades y poblados, abriendo un camino a la amenaza y la preocupación por ser al mismo tiempo un elemento familiar e inquietante. Al contemplar el mar con los ojos del hombre de ayer, como una frontera, un obstáculo que se extiende hasta el horizonte, una sempiterna inmensidad omnipresente, admirable y misteriosa, se entiende por qué crea esa sensación perturbadora siendo al mismo tiempo un entorno habitual. El miedo al agua existe desde el albor de las civilizaciones. El mar y los ríos siempre han facilitado la penetración al continente de todo tipo de intrusos, hasta el punto de que el agua ha adquirido dimensiones mitológicas. En el libro del Génesis, se habla de un Diluvio Universal, capaz de borrar la vida de la faz de la tierra. Por eso se construye un arca grande sin referencias a la proa, a la popa o a los mástiles. No eran necesarios, ya que el propósito era simplemente flotar.
Isle of the Dead, Arnold Bocklin.
Los primeros dioses de Mesopotamia surgieron del agua. La epopeya Babilonia de la Creación, Enûma Elish, una de las obras literarias más importantes de su mitología, narra el mito de la creación de los dioses y el mundo, protagonizada por Apsu, Tiamat y Mammu, que representan al primitivo Océano, al Mar agitado y al ruido de las Aguas. Apsu simboliza el agua dulce, el abismo de agua de donde se nutren todas las fuentes de la tierra y Tiamat, el agua salada, la parte femenina de ese abismo. Su mitología se rige por las constantes referencias a la relación vital del hombre con el líquido elemento, y a menudo se hace referencia a una inundación mundial. El agua da paso a la amenaza. No es una mera casualidad que, como en las Cicladas, los poblados, estén construidos en lo alto, lejos del mar, o estén rodeados de altas murallas, algunos similares a fortalezas como los poblados en las islas Sivaji, en La India. Dicha planificación urbana se debe a la amenaza de conquistadores, piratas del siglo XVII o al agua. Según escribe G. Bachelard, la imaginación material del agua es un tipo de ensoñación muy particular. Más concretamente: ‘‘El agua es realmente el elemento transitorio. Es la metamorfosis ontológica esencial entre el fuego y la tierra.’’1 El temor al agua salada no siempre tiene la misma causa que el miedo al agua dulce. La inquietud que surge de las tranquilas aguas de los lagos, puede tener su origen a la 1. Gaston Bachelard, El agua y los sueños, ensayo sobre la imaginación y la materia, Fondo de cultura económica, México, 2003, Pag. 15.
capacidad de reflejar todo lo que hay cerca o encima de ellas, creando simetrías. Este elemento de la repetición y el doble despierta dentro de nosotros la sensación del uncanny según la ha definido S. Freud. Tal vez porque a primera vista, contemplando un objeto y su reflejo, nos es imposible separar lo animado de lo inanimado, y eso nos produce terror, miedo, horror. El agua dulce es un reto para la noción de la inquietud freudiana, que proviene de la reiteración, de lo similar, de la supuesta existencia de un doble. El que se mira al agua siente que se diluye, que se muere, como apunta el mito de Narciso. Sin embargo, según Bachelard ‘‘… el agua del mar es un agua inhumana, que falta al primer deber de todo elemento reverenciado, que es el de servir directamente a los hombres.’’2 Comparado con el agua calma de un lago, que sugiere tranquilidad y silencio, el agua del mar es un elemento violento. Hemos dado por sentado que el contacto con el agua para los habitantes de una ciudad costera, es suficiente para que ellos tengan una experiencia completa del mar. No obstante, las primeras experiencias con el mar son narrativas. Los niños aprenden sobre el mar a través de cuentos, películas, narraciones sobre marineros, plasmando así muchas veces imágenes irreales que llevan a la mitificación del agua. Bachelard, en la obra citada, hace referencia a la importancia que concede el erudito Paul de Reul en el Garden of Cymodoce 2. Ibidem. pag. 230.
Las islas Sivaji, en La India.
Folegandros, Grecia
Sea, de Algernon Charles Swinburne: ’’Sea and bright wind, and heaven of ardent air / More dear than all things earth-born/ O to me Mother more dear than love’s own longing, sea / More than love’s eyes are, fair…’’, para confirmar que ‘‘El llamado del agua reclama de algún modo un don total, un don íntimo. El agua requiere un habitante. Llama como una patria”.3 El hombre moderno es tan alejado de la Naturaleza que tiende a temerla, mientras parece que la sensación de uncanny y desamparo que lo sobrecoge se debe a que ya no habita, en el sentido pleno de la palabra.4 3. Ibidem. pag: 246-247. 4. Driva, L. : La recepción estética del paisaje a través del Uncanny freudiano, Investigación, Universidad Politecnica de Creta
M. Heidegger aborda el tema en su famoso ensayo Construir – habitar - pensar: ’’La auténtica penuria de habitar reside en el hecho de que los mortales primero tienen que volver a buscar la esencia del habitar; de que tienen que aprender primero a habitar […] llevar al habitar en la plenitud de su esencia’’.5 Así pues, señala como problema básico del hombre moderno la falta de hogar y separa la vivienda de la vivencia, la cual califica como una manera de existir. Según el mismo pensador, tal como lo analiza el profesor de filología alemana en la Universidad de Atenas, Giorgos Ksiropedis en su ensayo Heidegger y Arquitectura, observaciones en un tema controvertido, ‘‘Las construcciones son sobre todo objetos mediadores que nos revelan un mundo, y nos permiten entran en diálogo con el entorno y definir desde su propia base nuestra relación con la Naturaleza.’’6 El líquido elemento nos es conocido incluso antes de nacer, sin embargo, nuestro alejamiento de la Naturaleza y sus peculiaridades ha moldeado nuestro miedo al agua. El hombre, en su intento de ponerse en contacto con el mar, está en constante lucha con este elemento, sea con su propio cuerpo, con los barco que construye para navegar o con la decisión de vivir en su superficie.
5. Martin Heidegger, Construir-habitar-pensar. En: http://www. geoacademia.cl/docente/mats/construir-habitar-pensar.pdf 6. Giorgos Ksiropedis, Heidegger y Arquitectura, Observaciones en un tema controvertido. En: http://courses.arch.ntua.gr/ fsr/142086/Xaintegker%20kai%20arxitektoniki.pdf.
Narciso, Caravaggio
Floating Monolith, Jean Nouvel.
University of Thessaly: Department of Architecture