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Monumento a la Revolución
A principios del siglo XX, el régimen del general Porfirio Díaz concretó numerosos proyectos arquitectónicos y urbanos, muestra del desarrollo sin precedentes que tuvo el país en esa época. El palacio legislativo en la Ciudad de México fue un proyecto de vanguardia y el más emblemático del régimen en el centenario de la independencia. Su construcción quedó inconclusa, y con el tiempo la cúpula central de lo que sería el palacio se transformó en el actual Monumento a la Revolución.
El edificio proyectado como el nuevo palacio legislativo, de estilo neoclásico, sería una de las más grandes y lujosas sedes del poder legislativo del mundo, con más de 14,000 m2 (véase figura 1). La traza del poder uniría en línea recta el Palacio Nacional y la Plaza de la Constitución con el nuevo Palacio Legislativo Federal y la Plaza de la República.
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Anteriormente, los recintos legislativos tuvieron como sede edificios virreinales que se adaptaban para tal fin, pero durante la presidencia de Díaz se decidió construir uno especial para este propósito; así, se convocó al concurso para el proyecto arquitectónico y la compra de los terrenos.
El diseño original del palacio fue ideado por el italiano Pietro Paollo Quaglia, quien falleció en 1899 sin poder iniciar los trabajos de construcción. José Yves Limantour, secretario de Hacienda y Crédito Público, pidió a
Sebastián Mier, embajador de México en Francia, buscar arquitectos para tal fin, y el elegido fue el francés Émile Bénard, que estableció su residencia y taller en Mixcoac para comenzar el proyecto.
El inicio fue complicado, principalmente por la naturaleza de los suelos en la Ciudad de México.
En 1906, la construcción de lo que iba a ser un lujoso edificio proyectado con la estética europea neoclásica comenzó con una masiva estructura metálica y tecnología de vanguardia para su cimentación (véanse figuras 2 y 3), a cargo de la compañía neoyorkina Milliken Bros. Sobre estos trabajos, un periódico de la época publicó lo siguiente:
“El terreno se ha consolidado con 17,000 pilotes de arena comprimida, de madera y de concreto, y sobre esta plataforma se construye en este momento una serie de emparrillados de vigas de acero. El primero se compone de 90 vigas de acero de 0.30 metros de peralte por
45 metros de longitud; el segundo en sentido contrario, de 60 vigas de 42 metros de longitud de 45 toneladas cada una. Estas trabes vienen de Nueva York en tres partes, se ensamblan en el terreno y son movidas por poderosas grúas que, con la mayor facilidad, las colocan en su lugar”. Sin embargo, los pilotes seguramente no eran de arena comprimida, como se dice en la nota, sino solo de madera y concreto (a menos de que fueran los precursores de lo que ahora reconocemos como pilas de grava compactada).
Además, la imagen de la figura 3 no muestra que el peralte de las vigas que forman las contratrabes de cimentación sea de 0.3 m; compárese tal peralte con la altura de los trabajadores parados sobre esas vigas. Es posible que tal dimensión corresponda a la anchura del patín. La densidad aproximada de los pilotes se estima de cuatro por metro cuadrado. Seguramente fueron llevados al rechazo, como era común entonces, lo que hizo desplantar su punta en la que hoy se denomina Primera Capa Dura. Esto explica el porqué de la emersión aparente de varios metros que acusa a la fecha el monumento, en el ambiente de hundimiento regional que sufre la Ciudad de México.
Suspensión de la obra
El inicio del movimiento revolucionario hizo que la obra quedara sin recursos. La construcción fue finalmente suspendida en 1912 y se dejó abandonada la estructura metálica de la cúpula central, que quedó expuesta por dos décadas (véase figura 4).
Con el advenimiento de nuevos funcionarios emanados de los movimientos revolucionarios se declaró la inutilidad de la obra. Bénard luchó por que se concluyera, e incluso modificó su proyecto para que se convirtiera en la tumba de los hombres ilustres, pero todo intento se frustró con las muertes de Obregón y Bénard. De haberse concluido, habría sido uno de los mayores edificios del mundo en este género, superado únicamente por el de Budapest con 18,750 m2
Para entender la magnitud del proyecto original, cabe mencionar que, exceptuando las vialidades que la rodean, la actual Plaza de la República era el área original de desplante del edificio. Tan solo quedó la cúpula central elevada al centro de esta plaza; el resto de la estructura metálica fue desmantelada poco a poco.
Rescate de la estructura
Viendo el riesgo que corría el resto de la estructura, el arquitecto Carlos Obregón Santacilia presentó en el año 1932 un proyecto para rescatar la estructura abandonada y convertirla en un Monumento a la Revolución (véase figura 5).
En 1933 se formó la Gran Comisión del Patronato del Monumento a la Revolución, integrada por el presidente Abelardo Rodríguez, el general Plutarco Elías Calles, el gabinete presidencial y todos los gobernadores de los estados.
El arquitecto Carlos Obregón reinterpretó la estructura y los espacios para otorgarles un nuevo significado: el uso de la plaza como espacio público en torno a la conmemoración de la revolución.
El diseño final es de un “estilo nacionalista” con detalles art decó; en su recubrimiento se emplearon materiales locales como cantera y chiluca, tratando de lograr una apariencia austera y grandiosa solo adornada con el bronce de la cúpula exterior y de las lámparas y barandales. Los grupos escultóricos del artista mexicano Oliverio Martínez de Hoyos en las cuatro esquinas del monumento representan la Independencia, las Leyes de Reforma, las Leyes Agrarias y la Ley del Trabajo, que se complementan con las águilas en los lampadarios. El águila, que se ubicaría en la parte superior de la cúpula en el diseño del palacio legislativo, no fue contemplada en el diseño del monumento, por lo que fue colocada en la cima del Monumento a la Raza al norte de la ciudad. El monumento se concluyó en 1938.
1 Pilotes
2 Plataforma
3 Vigas norte-sur
4 Vigas este-oeste
Elevador original
El Monumento a la Revolución Mexicana fue concebido también como un mirador público, que permaneció abierto por tres décadas, durante las cuales se accedía a él mediante dos elevadores internos: el primero subía por el pilar sureste hasta el mirador externo, a la altura de las esculturas; el segundo seguía una trayectoria curva situada entre las dos cúpulas de cobre dando acceso de las “aspilleras” al mirador de la linternilla que corona el monumento (véase figura 6).
Las cabinas de los elevadores tienen una doble puerta: la primera de acceso al mirador y la segunda a la “escalera presidencial” interna que usaban personalidades distinguidas en su visita al monumento para cambiar de un elevador a otro. En el sótano se localiza el Museo Nacional de la Revolución.
Remodelación
Para conmemorar el Centenario de la Revolución Mexicana, el monumento que recuerda esta lucha armada fue remodelado e inaugurado el 20 de noviembre de 2010.
Los trabajos efectuados en el edificio consistieron en la reconstrucción de los elementos de piedra y cobre, así como de los barandales; se construyó un elevador con paredes de cristal que lleva al espectador al mirador ubicado a 57 m de altura; también se rehabilitaron las urnas que poseen los restos de Francisco I. Madero, Francisco Villa, Venustiano Carranza, Plutarco Elías
Calles y Lázaro Cárdenas; se restauró el mirador, el Museo Nacional de la Revolución y la fuente. Además, se construyó un estacionamiento subterráneo con cupo para 700 vehículos; en la Plaza de la República (sitio donde se ubica el monumento), las banquetas fueron ensanchadas, el piso fue cambiado a concreto y granito de mármol, se colocaron lámparas de luz amarilla y blanca y una avenida denominada Paseo de las Capitales, con pequeñas astas con banderas nacionales
Elaborado por Helios Comunicación con base en las siguientes fuentes: Comunicación personal del doctor Manuel Jesús Mendoza López. El Monumento a la Revolución, más de 100 años de historia, julio 2019. Disponible en: glocal.mx/el-monumento-a-la-revolucion-mas-de100-anos-de-historia/ Monumento Revolución Mexicana: mrm.mx
Tarsicio Pastrana Salcedo, Arquitectura del Centenario, 2010. Disponible en: www.esenciayespacio.esiatec.ipn.mx
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