Los poetas clásicos de Mérida compartieron su creatividad, junto con los singulares rasgos de su peculiar contingencia, con sus cantos al paisaje andino conformante de su afectivo entorno, mas con una particularidad aportativa en este último aspecto de su escritura lírica mostrar al mundo de sus lectores no únicamente la hermosura de esos espacios geográficos sino instarlos con vehemencia a abogar por la necesaria perennidad de sus bosques, de su fauna, de sus páramos cual magníficas reservas nutrientes del espíritu, de esa artisticidad natural al alcance de la gente de disímiles procedencias, por cuanto la vida de esas comarcas siempre se ha sustentado en el dinámico vínculo de recíproco fluir de positivismo arraigamiento entre los hombre, las mujeres, los animales, la vegetación con la sagrada tierra, garantizante de una digna permanencia desde su mero origen, desde las poblaciones indígenas, la dramática colonización hispánica, la vida republicana hasta la contemporaneidad.