Segunda fanzine. Editor: Henar Bengale. Portada y fotografías: Henar Bengale, con el cuerpo prestado de Elena Mengual.
Colaboraciones: Chica León / allgatheringstories.blogspot.com Clara / http://cappuccinoamediatarde.blogspot.com.es/ Clío / http://piensoennopensar.blogspot.com.es/ Cyanide / http://cargocollective.com/Cyanide Daniel David Miralles Pérez / http://www.wistfulworld.blogspot.com.es Enid O'Hara / http://tortugasenlabarriga.blogspot.com Jan Arimany / http://eltrotalibros.blogspot.com Jêveur / http://lluviayprejuicios.blogspot.com/ Laura Mazón Maldonado / http://miparanoi.blogspot.com.es/
Lènefar / http://uncieldanstesyeux.blogspot.com.es/ Lucía Aguirre / http://kokoronaki.blogspot.com.es/ M. / www.queridodesenfreno.blogspot.com Maria Grau Piqué / http://cuevasparautopicos.blogspot.com.es/ Maria JPM / http://www.flickr.com/photos/mariajpm/ Pelirroja del Mar / http://www.lidiaadobleeme.blogspot.com.es/ Run Min / http://morirenlondres.blogspot.com/ Srta. While / http://micamisadelasuerte.blogspot.com.es/
#2
Havet (haĂ&#x;É™): m. Mar.
IntĂŠrpretes.
Invierno Infinito Havet se encontraba en una de las calas más próximas a Drevika. El Mar de Noruega le bañaba los pies y el frío le erizaba la piel. La brisa hacía que el pelo le revoloteara en la cara. «Llegó el momento», pensaba. «El mar me tratará mejor que la tierra. Por algo llevo su nombre. Un invierno infinito; eso es lo que necesito». Se bajó de la roca despacio. «Un paso, otro paso... Ya estoy más cerca.» El agua le subía por encima de la cintura cuando se dejó caer a los brazos del mar. Ya apenas sentía los pies y la respiración se le entrecortaba. Pero lo había hecho. Ya era libre. Y, entonces, se entregó por completo. David Miralles Pérez 21, Alicante.
Ocèan La llamaban Ocèan, pero eso jamás se supo a través de sus labios, es por eso que estaba seguro de que no se llamaba así en realidad, aunque nunca me lo dijo. Jamás hablaba de ella más allá de su comida favorita. Aunque siempre supe que tras esos ojos oscuros se encontraba un alma rota que esperaba completarse junto al mar, sólo con él. Por eso no me extrañó verla desaparecer una tarde de mayo, cuando el sol ensangrentaba el cielo, y el agua se teñía del color de las nubes. Unos decían que había huido, otros que se enamoró. Pero yo siempre tuve la certeza de que, hundiéndose en el mar, había conseguido convertirse en un ser acuático. En una mujer oceánica. Srta. While 19, Madrid.
El mar siempre la amará No encuentro el sentido al aire –piensa Havet. A eso le precede la desnudez de su cuerpo y alma tirando su vestido blanco de tirantes sobre una roca. Sabe que el mar siempre la amará, que el atardecer hará mella en sus pupilas y su pelo será liso –como siempre soñó- bajo el agua. Que apretará los dientes dejando escapar una vertiente de sentimientos en cada burbujita de oxígeno y que soñará mil historias que contarle a su amiga mientras vive para los colores que la rodean. Mejor que la música que le hace latir el corazón y batir las alas: El agua entra por sus lunares inundando su ser. Al salir le toca luchar con un mundo cruel. Lènefar 16, Barcelona.
De perdidos Estás en la playa y te adentras poco a poco en el mar. Puede que el agua esté turbia, o transparente. Fría, o caliente. Brava, o tranquila. Pero clavas como puedes los pies entre la arena y notas toda esa agua envolviéndote. Y de repente, te sientes insignificante. ¿Qué soy yo?, te preguntas. Tan solo eres un simple cuerpo perdido en medio de la inmensidad del océano. Pelirroja del Mar 19, Llinars del Vallès.
Storytelling De soslayo tornó a encararlo de frente. Y ese fue ya el germen de lo que vino. Loada y reprobada en igual medida, osó tentar la fortuna. En un juego de riesgos y placeres que no controlaba, cuyas reglas nunca conoció hasta transgredir. De mantenerse a flote, a verse en la cuerda floja. Apnea en una conmiseración que roza lo marchito. Hasta que volver a exhalar fue convertirse en otra persona. La bestia que no es un fénix, pero que resurge; la tara que sobre ella pesa por cometer un error. En el final, como sucede a menudo, se erigió todo lo majestuosa que pudo, en su soledad y en sus errores, a veces bien y otras veces condenadamente sola. Daniel 23, Madrid.
Cuentos nacidos de pueblos fantasma Cuentan en un minúsculo pueblo, inexistente en los mapas, que hay un lugar donde van las personas cuyas vidas han sido cortas, ya que nacieron cansadas, con el alma vieja y un entendimiento del mundo extraordinariamente fantástico; ese lugar es llamado Havet. Existe un portal, el Portal del Intercambio, cuya ubicación está bajo el agua; una vez allí esas personas se dejan llevar por la corriente, hasta que el mismo portal los encuentra y los lleva. Una vez se van, nunca vuelven; ya que, una vez dentro, pierden todos los recuerdos junto a sus conciencias para liberarlos del peso de la vida. Entonces, Havet, encuentra animales, los cuales deciden compartir su naturaleza libre y salvaje. Run Min 16, Torrevieja.
El escondite de mis lágrimas Huyendo de la realidad me deslizo entre árboles hundiendo la mullida tierra con mis pies descalzos. Inspiro profundamente el aire fresco para olvidar lo que me trajo aquí pero es difícil olvidar aquello que te importa. Me topo con un lago, ya libre de las sombras del bosque sumerjo la punta del dedo, el agua está helada pero algo impulsa mi cuerpo y me sumerjo poco a poco en aquel lago custodiado por un bosque. Una lágrima comienza su recorrido por mi rostro. Sumerjo la cabeza. Bajo el agua me siento más pequeña pero protegida, arropada por aquello que no me dañaría. Emergí, mis lágrimas ya no se distinguían. Me sentí ligera, ahora era lo que realmente soy: libre, como un ciervo. Laura Mazón Maldonado 15, Écija
Tardó veintidós minutos en desnudarme el corazón El día que te conocí, el sol te acariciaba las constelaciones de la espalda. Reías con tristeza cuando aquellos rayos ambarinos te hacían cosquillas en la piel y confesaste, sin quererlo, no sentirte completamente humana. Yo, incrédulo, te observé como hoja del otoño sobre el agua, hundiéndote sin darte cuenta. Gritaste ser un monstruo y tu voz devoró mis oídos. Dejaste, al emerger de entre las sirenas, que reconociera el temor en tus ojos. Y te vi ahí, empapada. Vi a un animal herido, por la vida y las palabras. Y quise hacerte latir el corazón entre las costillas. Quise decirte que no tuvieses miedo, pero no supe hacerlo. Solo supe verte huir como un cervatillo asustado, dejando atrás un llanto estremecido. Clara Encinas Tejero 18, Rute.
Túneles Todos, cada uno de los lunares de su piel la abrasaban. Túneles de fuego bajo su piel se abrían, en el interior de su cuerpo frágil, mordiéndole con ira su alma de centinela voladora. Las estrellas del mundo se habían filtrado por los huecos de sus pecas inundando de luz todos sus pensamientos, embelesando su ser. Tanto le dolía que no se atrevía a respirar. Lentamente, fue introduciendo cada poro de su delicada piel en un agua cristalina. Un lago de lágrimas de bruja y oso polar. Lágrimas frías como su corazón. Miles de torbellinos penetraron con ímpetu por sus lunares y los túneles dejaron de arder. De pies a cabeza, hasta los cuernos que ahora sostenía en la cabeza. Maria Grau Piqué 17, Pont de Suert.
Ante la libertad, más miedos Éramos dos ante el lago, con el amanecer a punto de suceder. Ella y yo. Ella, con su piel de gallina, las pecas dibujadas en la espalda y el pelo cobrizo al sol. Y yo, yo con el jersey de invierno a mediados de octubre y mis demás extrañezas. La miraba. Me di cuenta de que la profundidad del lago la estaba tragando recién cuando su pelo se sumergió por completo y su vestido también. Solía asombrarme. Tanto, que pensaba estar ya acostumbrado. Salió del agua diferente, ya no era ella, había cambiado. Se alejó de mí. Y yo pensando: o las aguas turquesa la han convertido en un monstruo o la han liberado de mí. Jêveur 17.
I. Cuando se despertó, la muchacha había desparecido. Estaba su cuerpo, es verdad, estaba su cuerpo en la orilla. Su rostro, sus manos, sus ojos que habían rebosado vida se hallaban ahora inertes y vacíos bajo el sol de la mañana. La criatura se incorporó despacio y comenzó a avanzar. Cada paso le ofrecía una sensación analgésica, hipnótica; cada pisada le devolvía la forma que tuvo una vez; cada huella, la esencia del monstruo que anhelaba volver a ser. El océano la envolvió y sintió paz, pero no se detuvo. Siguió adelante con la certeza de que merecía la pena sacrificar la alegría, la satisfacción y el orgullo, si significaba que podía regresar a un mundo que no conocía el dolor. Enid O’Hara 26, Logroño.
Arrullo de un desenlace precoz Una vez decidió huir de sus errores sin saber que cargaba con ellos encima de sus espaldas llenas de lunares, porque nunca tuvo estrellas. Ebria de su repentina libertad entró en aquel lejano bar para beber algo y quitarse el gusto a pasado. Fue entonces cuando se topó con aquella sonrisa insolente y aquellos ojos azules como el cielo, porque nunca tuvo mar. Su desesperación fue enmudecida por aquellas aguas llenas de miedos, lágrimas y un beso. Y en ese gélido beso murió, aunque no lo supo hasta el amanecer, cuando su reflejo astado se lo anunció. Estupro, mencionó el cernunno. Ella no se atrevió a llevarle la contraria a su ángel de la muerte con cuernos, porque nunca tuvo alas. Jan Arimany 19, Escaldes- Engordany.
Dorean era una chica salvaje Dorean era una chica salvaje. Siempre lo había sido; aunque la sociedad nunca la aceptase del todo. Ella decidió que nunca cambiaría. Ni por nada, ni por nadie. En sus ratos libres acostumbraba a ir dónde los ruidos de la ciudad no llegan, dónde la paz reina, y el alma se siente libre. Allí parecía que el tiempo no pasaba, y Dó recorría los parajes como si de sueños se tratasen. Entonces nacía su corazón del bosque, y nadaba entre las frías aguas que le ponían la piel de gallina, sumergiéndose por completo. Y le encantaba. Y verdaderamente, era ella misma, entre árboles verdes, y cuernos marrones, lo que le hacía ser libre, libre como si fuese un ciervo. M. 14, Écija.
Havet. Mi Havet El sol intentaba calentar lo que pertenecía al frío. Se dejó flotar, se creyó libre, una efímera mentira. Pero el agua fría pesó más y se hundía sin aire en el agua muerta. Pensó en el monstruo, el monstruo de cuernos largos y rostro ausente. Y pataleó. Y peleó contra el monstruo de hidrógeno y oxígeno, intentó que saliese de su cuerpo, de su piel, de su garganta. Pero el monstruo era más fuerte. Abrió los ojos, esos ojos de océano que él decía que quería morir acariciando en miradas. Creyó que la llamaba. Pero cuando abrió los ojos, sí, allí estaba. Delante. Pero otra vez lejos. Demasiado lejos para alcanzarla. Clío 18, Madrid.
Metamorfosis El sol quemaba. Había llegado el momento, aquel era el día en el que debía suceder. Algo dentro de mí me lo decía. El sol quemaba y yo me sumergía poco a poco en el agua. Sin miedo. "Sé valiente", me repetía. Y, de pronto, una chispa. Una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo. Metamorfosis. Seguir aguantando la respiración, vaciar la mente y contar despacio. Uno...dos...tres... ¡Ya! (Re)Surgimiento. (Re)Nacer. Cyanide 22, Madrid.
La leyenda de la mujer ciervo Llevaba tiempo pensándolo. Su libreta de rayas así lo confirmaba. Fechas y anotaciones desde su decisión. Ir exactamente a esa playa y hacer ese viaje de 13258 kilómetros y ser al fin libre. ¿Pero por qué precisamente ahí? Contaba una leyenda que si ahogabas tus penas en ese lugar a las 7 y media de la tarde del mes de septiembre éstas se irían para siempre y no regresarían jamás a ti. Sólo había un riesgo, si tus penas eran demasiado insoportables aún para esa inmensidad lleno de lágrimas de otras personas que ya habían ido antes, te convertías en la mujer ciervo… Maria JPM 36, Málaga.
Min Lille Havet –¡Havet! ¡Min lille, liten jente! –grita una mujer de aspecto enfermizo mientras el policía trata de apartarla. Un reguero de lágrimas empaña su cara. Olav está a unos pocos metros, casi tan níveo como el pelo de la niña. Está consternado, no logra asimilarlo. La mujer lo ve y se acerca a él sollozando. El niño la mira con los ojos desenfocados. –La encontré ahí –dice con gesto inexpresivo señalando el lago–, parecía un cervatillo indefenso. Se le quiebra la voz. Estaba nadando, le había saludado, incluso le gritó. Después se sumergió y estuvo bajo el agua unos minutos. Sabía que ella aguantaba bien la respiración, pero al final simplemente flotó y no volvió a moverse. –¿Qué gritó? –insiste la madre. –Vuelvo a casa. Chica León 19, Madrid.
Tú, mi salvaje La luz mimaba tu nuca mientras tú jugabas a querer, mi sirena. Qué fría estaba el agua. Cómo se entrecerraban tus ojos. Cómo se erizaba tu piel. De dos gotas de agua hubieras podido hacer un océano, así como tenías hasta a la naturaleza a tus pies. Aguantabas el aire hasta que no podías más. Que se nublara la realidad. El corte de la superficie respirar. Tú, mi salvaje, mi pequeño animal. Incomprensible como eras, lejana. No te alcanzaban mis brazos. Ni mis besos, tan sólo mis ganas. Para ti era sólo un juego, ¿y después? Después te alejabas. Lucía Aguirre 17, Talavera de la Reina.