nĂšMERO 07 . ENERO 2015
persona humana, familia & ecologĂa
Comunidad san juan
“La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo (cf. Ex 33, 18; Sal 27 , 8-9; 63, 2-3; Jn 14, 8; 1 Jn 3, 2)”
Fe y Razón, Juan Pablo II
Edición: hno. José, csj / Diseño: Adriana Martinez / Redacción: hno. Leopoldo, csj Versión electrónica: Ana Saldívar.
nÚMERO 07. ENERO 2015
persona humana, familia & ecología Las tres sabidurías al servicio de la verdad y del amor
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EDITORIAL
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¿por qué EL DESARROLLO es PRIMERAMENTE PERSONAL?
Por hno. Leopoldo, csj
Por hno. Luis Pascal, csj
LA BONDAD DE LA FAMILIA 12 cuidEMOS Por hno. Salvador, csj ¿CUESTIÓN URGENTE? 24 ECOLOGÍA: Por hno. José, csj
Comunidad san juan
EDITORIAL Por hno. Leopoldo, csj
En el presente número de nuestra revista queremos poner a su disposición las contribuciones de nuestro último seminario-taller, en el cual abordamos tres preguntas candentes en nuestra actualidad, pasando del riachuelo - lo más particular - al mar - lo más universal: ¿qué perspectivas de desarrollo para la persona humana hoy? ¿cómo enfrentar la crisis que atraviesa la familia? ¿qué actitud adoptar ante la arrastrante ola ecológica? La mirada “de águila” que se dirige sobre ellas se esforzará en mantener la distinción de las tres sabidurías: la filosófica que busca poner orden en la realidad experimentada con la sola inteligencia, la teológica que se enriquece de esta nueva luz que irradia de la Palabra de Dios recibida en la Iglesia, y por último la mística que considera todo a partir del Amor, de la intención más profunda de Dios. Quisiéramos que sea una gran invitación hacia la verdad tan a menudo escondida, no para poseerla sino para buscarla con un gran deseo, con todas nuestras fuerzas y todo nuestro corazón. Así podremos sentir como nuestro padre San Juan: “no tengo mayor alegría que escuchar que mis hijos caminen hacia la verdad” 1Jn 3, 4
¿Por qué el desarrollo es primeramente personal?
¿Por qué el desarrollo es primeramente personal? Por hno. Luis Pascal, csj
el ser humano como un ser espiritual que busca la verdad y ama el bien, para descubrir quién es necesita hacerse preguntas importantísimas para saber qué es la vida y qué le ofrece para tomar sus decisiones.
La pregunta sobre el desarrollo sustentable o de la sustentabilidad es, hoy en día, motivo de investigación profunda principalmente por parte de las Naciones Unidas; pero que involucra más y más a los gobiernos de los países. Es también motivo de reflexión en las empresas que estudian cómo permanecer en el mercado. De hecho ha sido uno de los criterios más importantes para la familia; aunque no se exprese necesariamente con ese término de “sustentabilidad” de manera explícita. Tenemos la experiencia de que la familia busca dar, conservar y cuidar la vida de cada uno y de todos sus miembros. Un desarrollo sustentable significa partir
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Esta pregunta no se refiere al desarrollo egoísta, centrado en los derechos e intereses propios, sino al compromiso personal a favor del bien común que es el medio vital para que cada una viva bien, entregada al bien personal que elige responsablemente un amor mutuo.
de la realidad concreta, capitalizar los logros conseguidos y conservar el patrimonio espiritual, cultural, religioso y material para vivir mejor. La sustentabilidad es un criterio válido y valioso para la toma de decisiones políticas, sociales, comunitarias y familiares; implica tanto respetar los derechos, como comprometerse responsablemente con las obligaciones; busca el desarrollo permanente. Aunque en la familia la formulación de esta cuestión es menos explícita, las decisiones son más radicales, más vitales, más decisivas para el desarrollo humano. El problema ecológico es también central para el desarrollo sustentable: ¿Para qué desarrollarse si todo va a acabar en una catástrofe natural? Para contribuir a esta investigación, a esta búsqueda de un verdadero desarrollo que aprovecha los avances y capitaliza el crecimiento, se plantea durante este primer ciclo de conferencias la siguiente pregunta:
¿Porqué el desarrollo es eminentemente personal? Nuestra respuesta será de sabiduría filosófica, porque debe considerarse la integralidad del ser humano y no colocar entre paréntesis el sentido de su existencia, el para qué existe, su finalidad, descubriendo y colocando así un orden que lo desarrolla realmente. La diferencia entre el conocimiento científico y el conocimiento de los sabios, es que estos últimos nunca hacen abstracción de la vida, siempre la consideran como la finalidad del conocimiento que busca la verdad del ser humano. Ahora que soy maestro de novicios, de los jóvenes que desean entregarse a Dios en la vida consagrada; les quiero compartir lo que una vez me dijo un novicio joven de la comunidad: “Qué extraño, la biología para conocer al ser vivo, lo mata para poder disecarlo y así comprenderlo.”
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¿Por qué el desarrollo es primeramente personal?
Me pareció una postura muy realista que muestra una contradicción muy interesante que concierne a la filosofía de las ciencias; a la que debo dedicar más tiempo para profundizarlo. Sin embargo, se puede decir que la sabiduría, por el contrario, es un conocimiento ordenado al incremento y aprovechamiento de la vida. Todos tienen en su mente alguien a quien consideran un verdadero sabio: el Dalai Lama, Gandhi, Madre Teresa, el Papa Francisco, Martin Luther King, Nelson Mandela, José Vasconcelos, Sor Juana Inés de la Cruz, la Princesa Isabel que acabó con la esclavitud en Brasil, el padre Philippe, nuestro fundador, etc. Pero la sabiduría también puede ser práctica: son los consejos sabios de una abuela a su nieta que le muestra los caminos de la felicida: de los sacrificios que valen la pena hacer. También la sabiduría puede ser racional, teorética: es el conocimiento del ser humano como un ser
espiritual que busca la verdad y amar el bien para descubrir quién es, cómo se relaciona con el mundo y con los otros, si tiene sentido esperar vivir eternamente, si lo trascendente al mundo material existe, si hay realidades que no ve, que no toca, si Dios existe y lo que quiere de mí. Necesitamos todos hacernos estas preguntas importantísimas e ir esbozando las respuestas para saber lo que es la vida, lo que la vida le ofrece, para tomar sus decisiones y elegir comprometerse a favor de lo que vale realmente la pena hacer para mejorar su vida. Para continuar nuestra investigación e intentar responder a la pregunta que nos planteamos: “¿Por qué el desarrollo es eminentemente personal?”. Debemos comenzar por distinguir lo que es el individuo y lo que es la persona. Esta distinción filosófica es una aportación de la filosofía del siglo XX, expresada
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siempre con modalidades diferentes según los autores de obras que intentan dilucidar el valor de la persona humana. Se trata de los personalistas como Emanuel Mounier y Gabriel Marcel; pero sobre todo de Karl Bubber y Emmanuel Levinas. También de Ana Ardent, discípula de Heidegger, de Stephen Zweig, Victor Frankl, y hasta Milán Kundera para citar algunos de ellos. La distinción entre individuo y persona no existe en Platón y aparece implícitamente en Aristóteles, cuando pasa de la causa formal del Tratado del Alma a la causa final de la Ética a Nicómaco. Las filosofías de Platón y Aristóteles abordan las cosas de manera muy diferente en cuanto a la dignidad personal del ser humano en sociedad. Platón, principalmente en La República considera la comunidad como un conjunto de individuos unidos por necesidad en la medida misma en que el Estado necesita organizar la relaciones de los unos para con los otros para el orden de la comunidad. Podemos entrever una univocidad que crea una justicia artificial en la que cada uno recibe exclusivamente del Estado una asignación, un papel en la comunidad. Donde cada potencia y capacidad individual siendo educada y orientada para buscar el orden y el desarrollo de la comunidad en su conjunto, actúa sin considerar la dignidad personal de cada quien, capaz de comprometerse y de respon
sabilizase y sin considerar que existe la formación natural de familias y de agrupaciones por la esencia política del ser humano. Con Platón, se llega entonces a la conformación artística de un Estado que tiende a concretizarse en una utopía totalitaria. Para Aristóteles, al contrario, la comunidad humana consiste antes que nada en una puesta en común, en una koinonía, constituida naturalmente en vistas de sobrevivir y no solamente de sobrevivir, sino también de vivir bien. Entonces, su visión es completamente diferente; puesto que si las comunidades humanas se distinguen unas de otras, es antes que nada en función de un bien humano para el cual los miembros de cada comunidad cooperan, a su nivel, unos con otros con este fin que es el vivir bien. La finalidad de la cooperación comunitaria es un bien humano (y no una extrapolación de un proyecto artístico). Es en vistas de este bien que la autoridad existirá y se ejercerá sobre las personas, para estar al servicio de la comunidad humana fundamental y, principalmente de la familia que es por naturaleza la comunidad entre los hombres. Así, la verdadera finalidad de la cooperación de las personas es la obtención para cada uno de un bien personal capaz de finalizarlo. Esto es lo que da a la comunidad política su cualidad tan particular: la de ser un medio de vida ordenado a vivir bien; no solamente a
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sobrevivir pero a vivir bien. Esto cobra su mayor sentido en función de la finalidad de las personas. El bien común no es entonces el fin último del ser humano; sino un medio de vida que respeta, alienta y cualifica su dignidad espiritual de deliberación y compromiso. El bien común es entonces un fin: en el que cada uno cree, sirve, cuide y protege la vida con responsabilidad y compromiso para que cada una de las personas que constituyen la comunidad, viva y conquiste su felicidad. Comprometiéndose primeramente con el bien humano personal que la finaliza: el cónyuge, escogido por él mismo. Con el Creador primera persona adorada, amada y contemplada, fuente de toda vida y de vida eternamente feliz para la persona humana. Este compromiso con la persona del cónyuge y con Dios, implica necesariamente un compromiso personal a favor del bien
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común porque el bien común es el medio vital (formal) de cada persona para que cada una viva bien, finalizada, es decir entregada al bien personal que elige deliberadamente y responsablemente en un amor mutuo. En Santo Tomás, esa distinción entre individuo y persona no aparece muy claramente en cuanto a su explicitación, porque en la Suma de Teología prefiere tomar la definición de persona de Boecio (porque, como vimos no existe en Aristóteles, quien es El Filósofo para Santo Tomás) y justificando la definición de Boecio en su tratado sobre la Trinidad va puliéndola y explicándola hasta mostrar lo que significa científicamente el término de “persona”; pero sinceramente, nos quedamos con sed y hambre de más explicación a nivel filosófico sobre esta palabra tan importante.
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El bien común es entonces un fin: en el que cada uno cree, sirve, cuida y protege la vida con responsabilidad y compromiso para que cada una de las personas que constituyen la comunidad, viva y conquiste su felicidad.
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Así, explicitando mejor esta distinción entre individuo y persona, se puede decir que el individuo es un número más dentro de la masa, dentro de la multitud. En efecto, cuando usamos la palabra individuo hablamos ex parte materiae, consideramos que un sujeto es un miembro más del género humano. Y hasta podemos mencionar los derechos humanos de este ser. Esto es muy importante y debe ser respetado sin lugar a dudas, pero no abre nuestra inteligencia a lo más importante del ser humano: no mencionan que tiene derecho a buscar la verdad y a amar a quien él quiere, a tener un hijo y educarlo, a tener amigos, a consagrarse a Dios. No están contenidos en la carta de derechos humanos de la ONU. Tenemos entonces una visión materialista e individualista y, por lo tanto limitada de lo que es el ser humano, porque lo consideramos solamente como un individuo y no como una persona. Y tenemos derecho de ser considerados como personas, capaces de comprometernos por la verdad y por los que amamos. Hablar de persona es entonces hablar del sujeto responsable y libre. Es preguntar ¿quién? Interesarse por alguien y no quedar circunscrito a la pregunta ¿qué? Cuando esta pregunta se hace al nivel de la amistad entre novios o en la familia, esto queda muy evidente. Pregunto ¿qué es tu novia? O ¿quién es tu novia? Pregunto ¿qué es tu hijo? O ¿quién es tu hijo? Y las respuestas a estas dos preguntas son muy diferentes. 10
La carta de los derechos humanos responden a la pregunta qué es el ser humano, pero la cuestión es que el ser humano no es un qué; sino es un quién. Entonces, si el desarrollo mundial parte de una visión de este tipo que es materialista, comprendemos el problema de fondo: las políticas de desarrollo no son integrales y sustentables por una visión parcial y estrecha sobre la persona humana. En otras palabras, podemos decir que la distinción entre individuo y persona nos ayuda a comprender la distancia que existe entre crecimiento económico y desarrollo sustentable: la responsabilidad, su capacidad de comprometerse deliberadamente y libremente por la verdad y el bien y de responder a lo que ese compromiso implica. Evidentemente, las Naciones Unidas se han dado cuenta del problema y han introducido la noción de sustentabilidad. Por eso es muy importante para nosotros comprender bien por qué el desarrollo es eminentemente personal. Después de haber hecho la distinción entre el individuo y la persona, comprendemos que esta pregunta no se refiere a que el desarrollo sea individualista, egoísta, centrado en los derechos y los intereses de los individuos que actúan para su propio bien sin comprometerse responsablemente con los demás. La mano invisible de Adam
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Smith tiene este problema: considera que somos individuos que, por ser egoístas, contribuyen automáticamente y de la mejor manera al crecimiento económico. El personalismo, por el contrario, considera la importancia de la persona humana en sus principales
dimensiones para desarrollarse, forjando su personalidad conforme a sus elecciones de vida, tomando decisiones deliberadas y libres para alcanzar y vivir de su finalidad: la vida feliz que es fruto de recibir y difundir el amor, la verdad y el bien.
siete dimensiones que forjan la
personalidad de un ser humano para su desarrollo
Estas siete dimensiones son propiamente personales, porque exigen el compromiso de la persona, compromisos que debe hacer ella misma, sin confundir los niveles de cada dimensión y según el sentido que desea darle a su vida, la vida que desea vivir para que valga la pena, con responsabilidad, considerando, asumiendo y aceptando quién es; eligiendo y comprometiéndose libre y deliberadamente con la verdad y con el bien para vivir feliz; y desarrollándose conformemente a lo que es: una persona que se entrega plenamente a la realidad del amor verdadero y por amor verdadero.
autonomía en el ejercicio 1 Suresponsable de su libertad. de la salud su cuer2 Elpocuidado y el ejercicio responsable de su sexualidad.
3 Su trabajo. y sus amigos, su 4 Supaísfamilia y las comunidades a las cuales pertenece. de la verdad 5 Elqueconocimiento alimenta su espíritu, determinación de un orden 6 Lapráctico de prioridades en un mundo cada vez más complejo.
7 La oración y el culto a Dios.
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Cuidemos la bondad de la familia Por hno. Salvador, csj
la bondad de la familia radica en la misma predicación y vida de JESús quien quiso nacer, vivir y crecer en el seno de una familia. Además participó en la alegría nupcial de sus amigos realizando ahí su primer milagro y es presentado como el Esposo que se une a la Esposa entregándose total e incondicionalmente por ella.
«[…] En el centro del contexto sociocultural en el que vivimos, esta crisis de identidad toca de manera particular a la institución familiar en cuanto tal. El ideal de la familia, en lugar de ser considerado como una indicación de un camino posible, a través del cual se aprende a vivir la propia vocación y misión de hombre y mujer, se ve, al contrario, como una meta inalcanzable y frustrante. Cuando los fieles cristianos perciben esta imposibilidad, la crisis en la pareja, en el matrimonio o en la familia se transforma con frecuencia y gradualmente en una crisis de fe.» Sínodo de los obispos, III asamblea general extraordinaria, Instrumentum laboris, 62
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Una crisis de identidad La Iglesia reconoce con preocupación una crisis de identidad en especial en lo que respecta a la familia, célula fundamental de la sociedad. El hombre, la persona humana, ha perdido la noción de lo que es, por lo que existe y para qué existe, su origen y su fin. Esto tiene una repercusión directa sobre la vida de la fe del cristiano, la cual, tarde o temprano se ve también sumergida en una crisis ella misma. Es urgente, pues, una reflexión en este campo particular y determinante para la vida de una sociedad que se llama humana. Una sociedad que cada vez más se deshumaniza y, con ello, se
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pone al borde de un precipicio del cual difícilmente saldrá indemne. Nos proponemos aquí aportar nuestro granito de arena en esta reflexión sobre este tema; aunque solo a manera de introducción y que pueda servir como base para una reflexión posterior más profunda y desarrollada. Trataremos, pues, la cuestión de la familia bajo tres puntos de vista diferentes pero complementarios, que son la visión de las tres sabidurías: sabiduría filosófica (o humana), sabiduría teológica (a partir de la Revelación), y la sabiduría mística (la mirada más ultima a partir del corazón mismo de Cristo y su misterio.
I. Sabiduría filosófica ¿Qué es la familia? Lo que la inteligencia humana puede decir a) Aristóteles y la familia Aristóteles llevó a cabo una reflexión seria y detallada sobre la familia. Para él, el hombre es un politikón zôion, un “animal cívico”, un “animal político”, o si lo prefieren, un “animal social”. El carácter social del hombre es su diferencia específica: “El hombre es un ser social por naturaleza” (Politica, I, 1253ª). A su vez, lo social se funda en la palabra articulada (logos). En efecto, el hombre puede comunicar a través de
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dice el estagirita, y tal unión es conforme a la inclinación de todos los seres vivos a la reproducción de su especie (cfr Politica I, 1252ª). La razón primera que funda la necesidad de la familia es, pues, la misma que la del resto de los seres vivos, esto es, el anhelo de reproducción, la de engendrar un ser semejante que, por así decirlo, prolongue la propia existencia. Esta causa natural hace que se desplieguen los elementos constitutivos de la familia: los esposos, su prole, y los medios para el sostenimiento de la vida material.
la palabra, no como técnica (poiesis), sino como praxis, y es esto lo que sostiene lo político. Mediante la palabra se manifiestan y desarrollan las potencias sustanciales del hombre (inteligencia y voluntad), lo que lo lleva a desarrollar su verdadera identidad de persona, de ciudadano. Para Aristóteles, este carácter de comunicabilidad, de interacción a través del logos, solo se aprende en la familia mediante la primera educación en la infancia. Ahí, precisamente, se forjan los primeros hábitos del carácter político del hombre. Fundamento causal de la oikos (familia) La causa de la familia es, en primer lugar, la unión natural de los esposos, nos 14
El requerimiento de estos medios que suministran los bienes de la vida material implica bienes de distinto orden, herramientas animadas e inanimadas. En la constitución de la familia griega era natural la existencia de los esclavos, quienes hacían parte de esas herramientas animadas como el buey de yunta (ibídem, 1253b). Así, con esta asociación de hombres, libres y esclavos, surge el oikos griego en cuanto a su composición básica: esposo y esposa, hijos y esclavos. La relación entre estos tres elementos se concentra en el esposo, como el término fundamental de las relaciones, toda vez que los demás miembros de la familia encuentran en él su término correlativo. Con esto la familia supone un entrama-
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do a partir de las siguientes relaciones: esposo/esposa; padre/hijos; amo/esclavos. Esta comunidad es llamada oikia u oikos, es decir, casa, familia. La familia nace así a partir del vínculo natural del parentesco, constituyendo un término medio entre el individuo y la polis, lo que quiere decir que la familia es un elemento necesario para el buen funcionamiento de una estructura política, es decir, de un medio vital donde se busque el bien-vivir. La ciudad no está configurada meramente como un agregado de individuos libres, sino como un agregado de familias, un agregado de oikos, lo cual implica la existencia de un esposo (hombre) y una esposa (mujer), e hijos (y esclavos), que estarían ubicados en el ámbito intermedio de sostenibilidad de toda estructura política. Para Aristóteles, la familia es anterior cronológicamente, pero la ciudad es anterior ontológicamente, ya que la ciudad es el fin que la familia contribuye a realizar. (Cfr Nicomáquea, 1162ª). La sociabilidad natural del hombre queda marcada no solo por la coparticipación de los hombres libres a la vida política; sino por la integración de todos los hombres (libres, esclavos, mujeres y niños) a la comunidad (koinonia) mediante la pertenencia a esta agrupación simple y fundamental que es la oikos, la familia.
Familia: un esposo (hombre), una esposa (mujer) e hijos nacidos de esta unión. Con esta crisis de identidad actual arriba citada, se ha llegado hoy en día a una tal despersonalización del individuo hasta el grado de despersonalizar la sexualidad (Gender theory), llegando a afirmar que el ser humano nace sexualmente neutro. Esto es algo absurdo; pero se desarrolla con gran fuerza en nuestros días influenciando grandemente las legislaciones civiles y las conciencias poco esclarecidas de muchos de nuestros contemporáneos. ¿Qué es la Gender theory? No pudiendo aquí explicar ampliamente lo que esta nueva ideología propone y, que está introduciendo de hecho, la manera de concebir el matrimonio y la familia de la cual sólo señalaremos las líneas directrices de fondo. Esta teoría del género es: «Un conjunto sistemático de ideas, encerrado en sí mismo, que se presenta como teoría científica respecto del “sexo” y de la persona Su idea fundamental, derivada de un fuerte dualismo antropológico, en el que el “sexo” sería un mero dato biológico: no configuraría en modo alguno la realidad de la persona. El “sexo”, la “diferencia sexual” carecería de significación en la realización de la vocación de la persona al amor. Lo que existiría –más allá del “sexo” biológico– serían “géneros” o roles que, en relación con su conducta sexual, dependerían de la libre
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elección del individuo en un contexto cultural determinado y dependiente de una determinada educación.» Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo (31.VII.2004), n. 2: «La diferencia corpórea, llamada sexo, se minimiza, mientras la dimensión estrictamente cultural, llamada género, queda subrayada al máximo y considerada primaria»
La Conferencia Episcopal Española, en un texto publicado el 26 de mayo del 2012, reflexionando sobre este problema preciso, nos dice: «Según esta ideología del género, cada uno puede optar en cada una de las situaciones de su vida por el género que desee, independientemente de su corporeidad. En consecuencia, “hombre” y “masculino” podrían designar tanto un cuerpo masculino como femenino; y “mujer” y “femenino” podrían señalar tanto un cuerpo femenino como masculino. Entre otros “géneros” se distinguen: el masculino, el femenino, el homosexual masculino, el homosexual femenino, el bisexual, el transexual, etc. La sociedad atribuiría el rol de varón o de mujer mediante el proceso de socialización y educación de la familia. Lo decisivo en la construcción de la personalidad sería que cada individuo pudiese elegir sobre su orientación sexual a partir de sus preferencias. Con esos planteamientos no puede ex-
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trañar que se “exija” que a cualquier “género sexual” se le reconozcan los mismos derechos. De no hacerlo así, sería discriminatorio y no respetuoso con su valor personal y social. » CEE, “La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar”, # 54-55
¿De dónde viene esta ideología destructora de la Familia? Los antecedentes de esta ideología hay que buscarlos en el feminismo radical y en los primeros grupos organizados a favor de una cultura en la que prima la despersonalización absoluta de la sexualidad. Simone de Beauvoir: El antecedente más importante es esta cuestión del genero desde las ciencias sociales lo encontramos por ahí del año 1945 con la francesa Simone de Beauvoir, en su famosa y celebre sentencia: «Mujer no se nace, se hace» (“On ne naît pas femme, on le devient”). Simone afirmaba que no se nace mujer sino que llega a serlo, afirmando que las actitudes y reglas sociales entrenan al ser humano nacido con genitales femeninos para caminar, jugar y comportarse de manera que al completar su educación pudiera ser llamada “mujer”. Informe Kinsey: Este primer germen cobró cuerpo con la interpretación sociológica de la sexualidad lleva-
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da a cabo por el informe Kinsey, en los años cincuenta del siglo pasado. Es un trabajo que el zoólogo Alfred C. Kinsey y sus colaboradores publicaron sobre la conducta sexual del varón, en 1948, y la conducta sexual de la mujer, en 1953, La realización de este informe fue posible por la creación en 1947 del Instituto de Investigaciones Sexuales (actualmente, Instituto Kinsey) en la Universidad de Indiana, USA, financiado entonces por la Fundación Rockefeller. El marxismo: Después, a partir de los años sesenta, alentado por el influjo de un cierto marxismo que interpreta la relación entre hombre y mujer en forma de lucha de clases, se ha extendido ampliamente en ciertos ámbitos culturales. El Individualismo liberal: El proceso de “deconstrucción” de la persona, el matrimonio y la familia, ha venido después propiciado por filosofías inspiradas en el individualismo liberal, así como por el constructivismo y las corrientes freudo-marxistas.
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b)“Lo que Dios unió, no lo separe el hombre” (Mt 19, 6) Bien conocida es esta sentencia de Jesús en el evangelio. El Señor la ha dicho en un contexto esponsal, al tratar la cuestión del divorcio (permitido por Moisés a causa de la dureza de corazón de sus contemporáneos), y eso nos puede llevar a encerrar su significado en la sola cuestión de separación de los esposos. Sin embargo, esta frase encierra mucho más que el solo divorcio entre esposos. Hay tantas cosas que Dios unió en su designio de amor creador y que el hombre, mangoneado por el pecado y sus pasiones desordenadas, se ha encargado y empeñado en querer desunir en el ámbito particular de la familia. La sexualidad separada de la procreación: Primero se postuló la práctica de la sexualidad sin la apertura al don de los hijos: la anticoncepción y el aborto. Sexualidad separada del vínculo matrimonial estable: Después, la práctica de la sexualidad sin matrimonio: el llamado “amor libre”.
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Dios es amor y el hombre fue creado por amor y para amar. Cuando se pierde esta noción fundamental de la persona humana y de la familia, ambas se ven peligrosamente amenazadas.
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Sexualidad separada del amor: Luego, la práctica de la sexualidad sin amor.
II. Sabiduría teológica
Sexualidad separada de la relación: Más tarde la “producción” de hijos sin relación sexual: la llamada reproducción asistida (fecundación in vitro, etc.).
El designio de Dios sobre la familia: Ser un espejo del amor divino
Sexualidad separada de la alteridad personal: Por último, con el anticipo que significó la cultura unisex y la incorporación del pensamiento feminista radical, se separó la “sexualidad” de la persona: ya no habría varón y mujer; el sexo sería un dato anatómico sin relevancia antropológica. El cuerpo ya no hablaría de la persona, de la complementariedad sexual que expresa la vocación a la donación ni de la vocación al amor. Cada cual podría elegir configurarse sexualmente como desee. Esta cuestión sobre la Teoría del Género también fue parte de la reflexión del reciente sínodo sobre la familia del mes de octubre, ya que al atacar a la identidad y diferenciación sexual del ser humano, se ataca directamente a la institución natural familiar. Hoy, quizá más que nunca, necesitamos de una visión global del hombre, una visión sapiencial de la persona humana para comprender mejor los graves errores de nuestro mundo como ésta gender theory y salvaguardar la dignidad de la institución familiar tradicional, lo cual no es otra cosa que aquello que la misma razón y la naturaleza humana gritan a la conciencia del hombre y de la mujer. 18
Este segundo nivel de reflexión sapiencial es aquel que parte de la Revelación, de aquello que el mismo Dios nos desvela de su misterio y del misterio del hombre y de la mujer y de la unión de estos para formar una sola carne y constituir así una familia. Si la primera sabiduría parte de la experiencia humana y de lo que la inteligencia puede alcanzar de la verdad de las cosas que están a su alcance, naturalmente, la sabiduría teológica parte de la Palabra de Dios y, por ende, de la fe. La primera es una visión horizontal, esta segunda es más bien una visión vertical; la primera es ascendente, la segunda descendente. Creados el uno para el otro El Libro del Génesis presenta al hombre y la mujer creados a imagen y semejanza de Dios quienes, al acogerse mutuamente, se reconocen hechos el uno para el otro (cfr. Gen 1,24-31; 2,4b-25) y llamados a entrar en una comunión de vida, en una interrelación de toda su persona. El ser humano no fue creado para estar solo, sino para entrar en relación con el otro, y más allá de su alteridad, o aún más, gracias a ella, encontrarse plenamente él mismo en la complementariedad en la comunión interpersonal.
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Cuidemos la bondad de la familia
Creados para ser fecundos: cooperadores de Dios Esta comunión de personas, comunión en el amor, está llamada a ser fecunda, a expandirse, por así decir, en la prole: “Dios los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla”. (Gn 1, 28) “Mediante la procreación, el hombre y la mujer son colaboradores de Dios, acogiendo y transmitiendo la vida: «Al transmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador» (CIC, 372). Los esposos tienen, pues, la responsabilidad de ser custodios de la creación (“llenen la tierra y sométanla”) y aquella de hacer crecer la familia humana a través de su entrega mutua y total en el amor. La procreación de la prole, fruto natural de esta común-unión del hombre y de la mujer, está inscrita en lo más profundo de la naturaleza misma del hombre sexuado y de la unión matrimonial. No aceptar esta verdad fundamental, que es justamente el gran drama de nuestra época antinatalista, pone en riesgo el fundamento
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La Encarnación del Verbo en el seno de una familia nos muestra que es un lugar privilegiado para la revelación de Dios al hombre y se reconoce que precisamente la familia es el lugar ordinario y cotidiano del encuentro con Cristo.
mismo de toda la estructura social que es la familia. Aquello que Dios creó y quiso como algo muy bueno es hombre moderno se empeña en considerarlo como algo secundario y, hoy en día, como algo que impide la plena realización de las personas. La familia, en el centro de la vida y obra de Jesús Nuestro fundamento, como Iglesia de Cristo, en el anuncio de la bondad de la familia y de su verdad, radica en la misma predicación y vida de nuestro Señor quien quiso, él mismo, nacer, vivir y crecer en el seno de una familia (cfr. Mt 1, 18-25; Lc 2). Él tomó parte activa en la alegría nupcial de sus conocidos y amigos, en donde realizó su primer milagro (cfr. Jn 2,1-11), es presentado como el Esposo que se une a la Esposa (cfr. Jn 3, 29) entregándose total e incondicionalmente por ella en la cruz, poniéndose él mismo como la medida y la fuente del amor conyugal (cfr. Jn 13 y ss)
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Signos de un Amor más grande: un nuevo modo de amarse Los esposos cristianos, están llamados así a amarse de un modo nuevo, a ser signos para nuestro mundo de ese Amor más grande que es el amor mismo de Cristo manifestado en la cruz y en su gloriosa resurrección, signos de ese amor que llega hasta el extremo. El matrimonio es, pues, un sacramento de este misterio esponsal de Cristo y la Iglesia (cfr. Ef. 5, 31-32).
III. Sabiduría mística La familia, ícono de la Trinidad: Una realidad sagrada A imagen de la vida trinitaria Una última mirada sobre la bondad de la familia que nos permite ver más allá de lo visible y poder decir más de lo que la lengua humana puede decir y el
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Cuidemos la bondad de la familia
oído humano escuchar, es aquella de la sabiduría mística. En el documento, ya citado, Instrumentum laboris, que sirvió como base de los trabajos del reciente sínodo sobre la Familia, se dedican tres números para mirar a la familia bajo la luz del misterio de la Trinidad y de la Sagrada Familia, dándonos así una perspectiva de sabiduría mística. Un cierto número de respuestas hace hincapié en la imagen de la Trinidad reflejada en la familia. La experiencia del amor mutuo entre los esposos ayuda a comprender la vida trinitaria como amor: mediante la comunión que viven en familia los niños pueden entrever una imagen de la Trinidad. Recientemente, el Santo Padre Francisco recordó en sus catequesis sobre los sacramentos (audiencia general del 2 de abril de 2014) que «cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del Matrimonio, Dios, por decirlo así, se “refleja” en ellos, imprime en ellos los propios rasgos y el carácter indeleble de su amor. El matrimonio es la imagen del amor de Dios por nosotros. También Dios, en efecto, es comunión: las tres Personas del Padre, Hijo y Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. Y es precisamente este el misterio del matrimonio: Dios hace de los dos esposos una sola existencia» (IL, 35)
La Sagrada Familia de Nazaret y la educación al amor […] se subraya la importancia de la familia de Nazaret como modelo y ejemplo para la familia cristiana. El misterio de la Encarnación del Verbo en el seno de una familia nos revela que ésta es un lugar privilegiado para la revelación de Dios al hombre. De hecho, se reconoce que precisamente la familia es el lugar ordinario y cotidiano del encuentro con Cristo. El pueblo cristiano mira a la familia de Nazaret como ejemplo de relación y de amor, como punto de referencia para toda realidad familiar y como consuelo en la tribulación. A la familia de Nazaret la Iglesia se dirige para encomendar a las familias en su realidad concreta de alegría, esperanza y dolor. (ídem, # 36) La familia es una escuela de amor, de comunión, de relación Se pone de relieve la importancia del amor vivido en familia, definida como “signo eficaz de la existencia del amor de Dios”, “santuario del amor y de la vida”. La primera experiencia de amor y de relación tiene lugar en familia: se subraya la necesidad de que cada niño cuente con el calor y el cuidado protector de los padres y viva en una casa donde habita la paz. Los niños deben poder percibir que Jesús está con ellos y nunca están solos. La soledad de los niños a causa de la mayor fragilidad de los vínculos familiares está presente, en particular, en algunas áreas geográ-
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A la familia de Nazaret la Iglesia se dirige para encomendar a las familias en su realidad concreta de alegría, esperanza y dolor.
ficas. Asimismo, las correcciones deben tener como finalidad que los niños puedan crecer en un ambiente familiar donde se viva el amor, y los padres realicen su vocación a ser colaboradores de Dios en el desarrollo de la familia humana. (ídem, # 38) La familia: primera escuela de humanidad [..] Se define a la familia “escuela de amor”, “escuela de comunión”, “escuela de relaciones”, el lugar privilegiado donde se aprende a construir relaciones significativas, que ayuden al desarrollo de la persona hasta llegar a la capacidad de entregarse. […] el conocimiento del misterio y la vocación de la persona humana están vinculados al reconocimiento y a la acogida en el seno de la familia de los diferentes dones y capacidades de cada uno. Emerge aquí la idea de la familia como “primera escuela de humanidad”: en esto se la considera insustituible. (ídem) 22
Familia, ¡“se” lo que “eres”!: Comunidad de vida y amor «En el designio de Dios Creador y Redentor la familia descubre no sólo su «identidad», lo que «es», sino también su «misión», lo que puede y debe «hacer». El cometido, que ella por vocación de Dios está llamada a desempeñar en la historia, brota de su mismo ser y representa su desarrollo dinámico y existencial. Toda familia descubre y encuentra en sí misma la llamada imborrable, que define a la vez su dignidad y su responsabilidad: familia, ¡«sé» lo que «eres»! Remontarse al «principio» del gesto creador de Dios es una necesidad para la familia, si quiere conocerse y realizarse según la verdad interior no sólo de su ser, sino también de su actuación histórica. Y dado que, según el designio divino, está constituida como «íntima comunidad de vida y de amor»[44], la familia tiene la misión
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de ser cada vez más lo que es, es decir, comunidad de vida y amor, en una tensión que, al igual que para toda realidad creada y redimida, hallará su cumplimiento en el Reino de Dios. En una perspectiva que además llega a las raíces mismas de la realidad, hay que decir que la esencia y el cometido de la familia son definidos en última instancia por el amor. Por esto la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa.» JP II, Exhortación Apostólica, Familiaris Consortio, 17.
Todos estos textos magisteriales hablan por sí mismos y no necesitan muchos comentarios de interpretación. Dios es amor (1Jn 4, 8), y el hombre fue creado por amor y para amar. Cuando se pierde de vista esta noción fundamental, tanto horizontal como vertical, la
belleza y bondad de la persona humana y de la familia se ven peligrosamente amenazadas. El grito de san Juan Pablo II debe interpelarnos seriamente a cada uno. Al decir: “Familia, ¡sé lo que eres!”, nos está diciendo que cada uno debe reconocer el lugar insustituible que ocupa en el entretejido humano que es la familia, la sociedad y el mundo. Cuidar la bondad de la familia comienza con la toma de conciencia del lugar que ocupamos cada uno y ejercitarlo plenamente, siguiendo el orden de la razón que jamás podrá contradecir a aquel de la Revelación divina y viceversa. Cuidar de esta bondad familiar pasa, pues, por la búsqueda sincera y asidua de la verdad del hombre y de la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, creados por amar y para amar en toda verdad. Buscar, vivir y defender la dignidad y la bondad del matrimonio y de la familia es un cometido urgente para el cristiano de hoy, si queremos realmente alcanzar una humanidad digna de ese nombre.
San Juan Pablo II al decir: “Familia, ¡sé lo que eres!” nos exhorta a cada uno a reconocer el lugar insustituible que ocupamos en la familia, la sociedad y el mundo.
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urgente?
Calentamiento global VS enfriamiento interior. es una ecología humana, no es por el animal o la planta en ella misma; sino del hombre, por las futuras generaciones. y desde la perspectiva de la fe, la sagrada Escritura nos ayuda a que nuestra conciencia se afine; y con ello nuestra responsabilidad sobre el uso de las cosas.
Ecología humana en filosofía Ochocientos años antes de Cristo los griegos en su deseo natural por conocer empezaron una reflexión sobre el cosmos, el universo y sus leyes y consideraban a los 4 elementos (tierra, aire, fuego y agua) como el origen de todo, y que si representaba un misterio (los mitos lo manifestaba) era superado por el logos que buscaba explicar este cosmos; y que consideraba la hipótesis de una inteligencia que ordenara ese universo. Digamos que entonces empezó la preocupación ecológica; por lo que el vínculo con la tierra de las sociedades y las religiones primitivas y rurales, hasta no hace muchos años era muy fuerte. En la década de los 80’s apenas comenzamos a vivir más 24
terrícolas en las grandes ciudades que en los campos, dejamos este lazo con lo natural cuyo origen no son nuestras manos propiamente, y nos rodeamos de “made in” hombre. En fin, ante esta situación, intentemos primeramente hacer un recorrido para las diferentes ramas de la filosofía en relación a la cuestión ecológica; y veamos cómo cada una de ellas sitúa el problema. En filosofía del trabajo reconocemos que el hombre por su vínculo con la materia que trasforma y de la que se sirve continuamente, aprende a valorar la tierra, a respetarla, sabe que si la explota por ejemplo, se volverá estéril. El verdadero trabajador, crece en un respeto a la materia, pues conoce sus verdaderas potencialidades y limites; desde
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esta perspectiva el problema ecológico es un problema de falta de inteligencia y conocimiento del medio ambiente. En filosofía ética consideramos nuestro sentido del otro, nuestra responsabilidad con nuestros semejantes, con aquellos que amamos. Entonces aquí el tema de la ecología nos despierta en nuestra responsabilidad con las generaciones futuras. Es una ecología humana, no es una ecología por el animal o la planta en ella misma; sino del hombre, por las futuras generaciones, la ecología viene de eso, entender la casa: “eco” “logos”, entender ésta “pequeña nave azul por la que navegamos en el universo” Himno de vigilias del domingo. Liturgia de las horas. La filosofía primera o metafísica nos esclarece sobre el problema del ser, ¿es
el hombre un ser evolucionado en el puro devenir, entonces con el mismo destino que las plantas, las piedras y los animales o hay algo diferente? El ser humano es sólo una parte de la evolución del universo; como afirma la declaración de la UNESCO, muchos piensan eso hoy en día; y concluyen al final que esta especie humana se va acabar por las leyes de la naturaleza, es solo una especie en el devenir. Pero el ser humano está más allá del devenir, lo supera, es persona, las ideologías ecológicas actuales niegan eso; y consideran que hay que aplicar una cuota, de seres humanos, para que la sagrada tierra (que es como un dios) no se destruya. El ser humano integra y asume la cuestión ecológica, en una perspectiva de filosofía primera; y además sabe que
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hay un ser que está más allá del devenir, que está a la fuente de todo lo que existe, esto es a nivel de la teología natural o descubrimiento del Ser Primero, fuente de todo lo que existe, está más allá del devenir y creó todo el devenir, nosotros no, somos devenir. Si descubrimos este Creador, el problema ecológico nos permite ordenar desde el juicio divino, nuestro lazo con la naturaleza, frente a Dios, reconocemos mejor lo que nos afecta, el hombre o no es capaz de cuidar su propio planeta.
Estemos pues conscientes que necesitamos esa sabiduría filosófica; sino la buscamos, no va ser suficiente nuestra pobre reflexión científica; y no vamos a lograr tomar conciencia clara del problema ecológico. Si Él es el Creador y nosotros sus hijos, debemos de tratar SU OBRA como hijos de Dios.
Hay una humildad que me da la adoración del Ser primero. No tengo la misma relación con este universo cuando descubro este ser que lo creó; ya no solo es mi pobre perspectiva de ser evolucionado, sino que tengo algo de la mirada de sabiduría de este ser primero, en su intención al crearlo para mi. Hay un Ser que está en la fuente de todo este mundo físico y lo sostiene y al cual reconozco como ordenador de este universo maravilloso que debo respetar, pues no me pertenece.
En otra perspectiva la que nos da la fe, la palabra de Dios es suficiente para hacernos comprender, para reflexionar sobre el uso que hacemos de las cosas, la sagrada Escritura nos ayuda a que nuestra conciencia se afine; y con ello nuestra responsabilidad. El hecho de la creación por ejemplo: da cuenta de esta intención de Dios, y en respuesta le adoramos, agradeciendo por este don, el texto sagrado nos revela que sobre todo la creación es que es algo bueno (Gn. 1, 10.18.21.25 ) y muy bueno(Gn. 1, 31) en el caso de la creación del hombre y la mujer. Esta bondad de la creación nos aclara este mandato de labrar la tierra y de cultivarla (Gn. 2,15); pero también de someterla (Gn 1, 28), de ponerle nombre (Gn. 2,20), este poder que tenemos como reyes de la creación; pero que nos es dado por Dios (hay un límite, no nos pertenece). No es, por tanto, un dios la tierra, es una creatura; ¿pero no hay
Aprendemos a leer en este libro maravilloso que es el libro de la naturaleza, saltarnos esta lectura es terrible, saltarnos al autor es todavía más terrible, “Puede el hombre organizar el mundo sin Dios. Pero sin Dios el hombre organiza el mundo en su contra…” Henri de Lubac.
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Ecología humana desde la sabiduría teológica y mística
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“Puede el hombre organizar el mundo sin Dios. Pero sin Dios el hombre organiza el mundo en su contra…” Henri de Lubac.
algo sagrado? SÍ, y podemos descubrir como vestigios, pues la creación nos dice algo del Creador; y si nos mandó cultivarla es para darle una fisionomía conforme a lo que somos como seres humanos, algo que eleva el alma y nos dispone a recibir mejor la noble vocación para la que estamos hechos. En los Salmos se nos revela nuevamente nuestro lazo con el Creador y con su Creación… su obra maravillosa por la cual constantemente le alabamos en la Iglesia con el rezo diario de la liturgia de las horas. Sin embargo, con la Encarnación, entramos en una etapa nueva de la humanidad, ella va realizar un cambio cósmico, todo el universo y en especial los astros lo manifestaron; y en la cruz, también el cosmos se sacudió al momento de nuestra redención. “El universo entero está esperando ser redimido” como dice san Pablo en la carta a los Romanos, el orden del universo roto por el pecado, Cristo por su sangre va restablecerlo. (Rm. 8, 22)
La cuestión litúrgica
Es interesante, la iglesia tiene una responsabilidad frente a la creación, en la liturgia tenemos una enseñanza; que nos pone en sintonía con el orden creado, los tiempos litúrgicos nos muestran como el tiempo le pertenece a Dios; por ello por ejemplo se establece el tiempo pascual con respecto a el estado de la luna para pascua. También las estaciones y los tiempos litúrgicos están en consonancia pues cada tiempo litúrgico nos dice algo del cosmos y lleva en él ya, las semillas de “la tierra nueva y el cielo nuevo” del que habla el Apocalipsis. (Ap. 21) Dominque rey, obispo de Toulon, Francia, propone en un texto interesantísimo, donde se pregunta si ¿un católico puede ser ambientalista? (La gran mayoría de los movimientos ambientalistas son desarrollados por ideologías ateas; por lo que que se considera que para ser ambientalista hay que negar la existencia de Dios). Propone una cuares-
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ma por la tierra,( donde haya la oración, la penitencia y el ayuno necesario para equilibrar este desorden) dice que la primera actitud ecológica es la adoración, vivir en conexión con Dios y situarlo en el primer lugar, adoramos en Cristo, y Cristo es este templo nuevo donde podemos encontrar a Dios. La verdad en esto, hoy es muy importante, porque cuando el hombre se separa de Dios no logra descubrir que hay algo más allá, su reinado sobre la creación se corrompe y la tiraniza, la creación sufre por el hombre, entendemos aquí lo de “calentamiento global, enfriamiento espiritual” Por último pensemos lo que decía Benedicto XVI “La conciencia ecológica crece por la Eucaristía” Ahí donde está la eucaristía como centro de vida, la naturaleza prospera y es respetada. Veamos lo que sucedía alrededor de los monasterios y conventos donde se sembraba con amor la tierra, donde la creación se salva. No es por nada; sino
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que la conciencia ecológica en los cristianos va creciendo en la medida que descubrimos la eucaristía en nuestra vida. Dios que viene hasta la materia trasformada, fruto de la cooperación del trabajo del hombre y de la tierra como es la fabricación del pan y el vino, exige en ello mismo que esa naturaleza sea respetada, amada para que siga dando este fruto precioso a partir del cual viene la Eucaristía.
El magisterio Desde el concilio Vaticano II la Iglesia considera al problema ecológico como un signo de los tiempos. En la enseñanza social de la iglesia aparece frecuentemente el tema: Solicitudo rei sociali de san Juan Pablo II ; donde señala fuertemente que la naturaleza se destruye porque se busca el desarrollo a cualquier precio; y señala a aquellos que se están beneficiando de esto y no están pagando las consecuencias (Juan Pablo II. Solicitudo Rei Sociali #33)
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Dominque rey, obispo de Toulon, Francia, propone que un católico puede ser ambientalista ya que la primera actitud ecológica es la adoración, vivir en conexión con Dios y situarlo en el primer lugar.
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Benedicto XVI, llamados por algunos el papa ecológico por las constantes alusiones al tema en los diferentes escenarios donde se presenta, por ejemplo en Sidney (2008) a los jóvenes que asisten a la JMJ, en el muelle de Barangaroo, habla sobre la desfiguración de nuestro hábitat; o a los científicos en Alemania, preocupados por la foca ciertamente; pero no por el hombre que es el primer bien de la creación. Pero de manera insistente y concreta hablará de este tema en Caritas in Veritate en los párrafos del 4850 cómo Juan Pablo II considera que es un tema en estrecha relación con el tema del desarrollo, pues el uso del ambiente natural representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generación futuras y toda la humanidad. Deja claro desde un inicio que cuando se considera a la naturaleza; y en primer lugar al ser humano, fruto del azar o del determinismo evolutivo, disminuye el sentido de la responsabilidad en las conciencias. Después de la crisis mundial, uno de los puntos de reflexión más fuertes es la cuestión de los derechos y deberes, hablamos mucho de los derechos pero
poco de los deberes, Benedicto XVI pide aquí enfocarnos sobre nuestros deberes; ¿de qué somos responsables? Dios nos da algo, es un don nuestra naturaleza y somos responsables de ello frente a los pobres y las generaciones futuras, ocupamos una sabiduría que nos abra los ojos a la maravillosa creación de Dios y la usemos respetando su ciclos, sus ritmos, la vida que brota en ella y se renueva. Pero esto sin perder que es el hombre el primer agredido en su propia naturaleza, es una ecología humana y no en ella misma. Otra de las cosas que señala Benedicto en estos párrafos de Caritas in Veritate es el problema energético que suscita el acaparamiento de grupos de poder y empresas, pues se vuelve un grave obstáculo para el desarrollo de los países pobres. Por ultimo, pide también purificar nuestras prácticas de consumo, podemos hacer algo en nuestro modo de vida que sea muy provechoso para la naturaleza. No podemos estar en sintonía con una sociedad del despilfarro, estar atentos a la manera en como consumimos, la riqueza se genera a partir de que se destruye; y esto es grave, éticamente no nos estamos haciendo res-
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ponsables, tomar la batuta en la cuestión ecológica empezando por darle la vuelta a esta economía de consumo es un deber cristiano y humano. Descubramos pues como cristianos como al acoger el plan de Dios el hombre puede recobrar el equilibrio justo
en su relación con el mundo creado, tal como nos lo enseña en una mirada de sabiduría mística san Francisco de Asís en su cántico de las Criaturas lleno de profundo significado pues muestra cuanto un alma unida a su Creador ama su obra que es su reflejo, conviene rezarlo y recordarlo siempre.
EL CÁNTICO DE LAS CRIATURAS Altísimo y omnipotente buen Señor,tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. A ti solo, Altísimo, te convienen y ningún hombre es digno de nombrarte. Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el Señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas. Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación. Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas. Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento. Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual
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iluminas la noche, y es bello y alegre y vigoroso y fuerte. Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas. Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación; bienaventurados los que las sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán. Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar. Ay de aquellos que mueran en pecado mortal. Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad porque la muerte segunda no les hará mal. Alaben y bendigan a mi Señor y denle gracias y sírvanle con gran humildad.
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