nĂšMERO 08 . octuBRE 2015
caminos para conocer a Dios
Comunidad san juan
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Las tres sa bidurías
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En este libro de entrevistas, muy vivo y accesible, el padre Philippe trasmite lo esencial de sus busquedas sobre el hombre y el misterio de Cristo.
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LAS tres sabidurías
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Edición: hno. José, csj / Diseño: Adriana Martinez / Redacción: hno. Leopoldo, csj Versión electrónica: Ana Saldívar.
“Recuperar la conexión de la fe con la verdad es hoy aun más necesario, precisamente por la crisis de verdad en que nos encontramos. En la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con su ciencia; es verdad porque funciona y así hace más cómoda y fácil la vida. Hoy parece que ésta es la única verdad cierta, la única que se puede compartir con otros, la única sobre la que es posible debatir y comprometerse juntos. Por otra parte, estarían después las verdades del individuo, que consisten en la autenticidad con lo que cada uno siente dentro de sí, válidas sólo para uno mismo, y que no se pueden proponer a los demás con la pretensión de contribuir al bien común. La verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto, es vista con sospecha. ¿No ha sido esa verdad —se preguntan—
la que han pretendido los grandes totalitarismos del siglo pasado, una verdad que imponía su propia concepción global para aplastar la historia concreta del individuo? Así, queda sólo un relativismo en el que la cuestión de la verdad completa, que es en el fondo la cuestión de Dios, ya no interesa. En esta perspectiva, es lógico que se pretenda deshacer la conexión de la religión con la verdad, porque este nexo estaría en la raíz del fanatismo, que intenta arrollar a quien no comparte las propias creencias. A este respecto, podemos hablar de un gran olvido en nuestro mundo contemporáneo. En efecto, la pregunta por la verdad es una cuestión de memoria, de memoria profunda, pues se dirige a algo que nos precede y, de este modo, puede conseguir unirnos más allá de nuestro « yo » pequeño y limitado. Es la pregunta sobre el origen de todo, a cuya luz se puede ver la meta y, con eso, también el sentido del camino común.”
lumen fidei No. 25
nÚMERO 08. octubre 2015
caminos para conocer a Dios 6
¿qué caminos hay para conocer a dios? Por hno. José, csj
vías para afirmar 16 cinco la existencia de dios
Por hno. Leopoldo, csj
Comunidad san juan
¿Qué caminos haY para conocer a Dios? Por hno. José, csj
“Si nuestra existencia es limitada, ¿Existe un ser primero del cual dependamos? “Si existe y es la fuente de nuestro ser, seriamos tontos de no ocuparnos en conocerle” - Retour a la Source II P.23.
Introducción En este artículo trataremos de comprender juntos el problema de la existencia de un ser Primero para la persona humana y ver la manera de “abrir”, por así decirlo, nuestra inteligencia a las diferentes maneras de acceder al descubrimiento de su existencia. Al iniciar esta reflexión quizá una primer pregunta que nos pudiéramos hacer es ¿Hay un conocimiento válido más allá del conocimiento de la ciencia y la técnica? Si vemos de cerca hay diferentes tipos de conocimiento que puede alcanzar nuestra inteligencia, investiguemos:
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arte
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1) El conocimiento que nos viene de la experiencia artística. Empezar por reconocer los diferentes tipos de conocimientos que podemos alcanzar con nuestra inteligencia es algo fundamental para comprender el problema, ¿Qué tipos de conocimientos podemos alcanzar? ¿Cuál es su validez? Veamos que primeramente en el arte, en el trabajo, alcanzamos un tipo de conocimiento muy especial. Esta actividad nos pone en el contacto humilde con los límites de la materia a transformar y volverla algo de cualitativo y bueno a nuestra sensibilidad humana (la belleza). Vemos aquí la diferencia
filosofía
entre la calidad y la cantidad, el dominio de la ciencia es lo medible, el arte busca el orden cualitativo de las cosas, la belleza. Está más allá del mundo de la cantidad, de la medida, de la eficacia, de la ciencia y de la técnica; la calidad está unida a la gratuidad, el artista busca esto. Y alcanza por ello un tipo de conocimiento diferente a todos los demás, una manera de conocer e interpretar el mundo. Para efectos de este estudio me interesa ver que el arte manifiesta como ciertas nostalgias que habitan el corazón del hombre y que son llamados (a veces
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Dondequiera que el hombre descubra una referencia a lo absoluto y a lo trascendente, se le abre un resquicio de la dimensión metafísica de la realidad: en la verdad, en la belleza, en los valores morales, en las demás personas, en el ser mismo y en Dios. - Juan Pablo II (Fe y Razón)
gritos) a un absoluto. El arte no es sabiduría pero prepara el terreno a esta. Por ejemplo Platón (el filósofo-artista) que frente a algo difícil a entender propone un mito, expresa con ello las nostalgias que habitan el corazón del hombre. El artista trata de comprender profundamente y expresar lo que es el hombre según su modo propio de conocer. El artista es el hombre de la calidad, por lo que para el hombre que no tiene búsqueda espiritual y que se contenta con los bienes sensibles, corporales, el dinero, la eficacia o poder, el arte en este aspecto gratuito y más profundo, no le dice nada. Por eso este tipo de conocimiento apunta ya ha algo más allá y vislumbra
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que hay algo espiritual en el horizonte humano, pero que le sobrepasa y no puede del todo explicarlo. Permanece por el arte como en una nostalgia de infinito, de absoluto. Tendríamos que explorar como estas nostalgias que habitan el corazón del hombre y que el arte expresa “abren” o “preparan” nuestra inteligencia al conocimiento de un Ser Primero, claro a la manera en como el artista ama expresarlo a través de lo sensible, tratando de decir algo de lo invisible. 2) El conocimiento filosófico, la analogía. Para un filósofo como Aristóteles no basta el arte, el considera que el mito, no es del todo filosófico. Es pre-filosófico, despierta a la sabiduría. Pero el filósofo busca no una idea inaccesible,
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una nostalgia, busca la experiencia, y la clave para leerla es la analogía (porque el problema de la experiencia es el cambio, el devenir en el cual la encontramos) a través de las causas y los principios que descubre como filósofo en la realidad, de manera analógica siempre, podrá elevarse hasta la contemplación del acto puro, del “primer inteligible, y el primer amable” Aristóteles. Metafísica. 12, 7. #1072a Muy a propósito de este tipo de conocimiento leemos en Fe y Razón de Juan Pablo II: “Dondequiera que el hombre descubra una referencia a lo absoluto y a lo trascendente, se le abre un resquicio de la dimensión metafísica de la realidad: en la verdad, en la belleza, en los valores morales, en las demás personas, en el ser mismo y en Dios.” #83. 3)El conocimiento de las tradiciones religiosas. A través del arte descubrimos esta nostalgia de absoluto en el corazón del hombre, pero por las tradiciones religiosas lo que quizá es más inmediato a nuestra experiencia, recibimos una palabra de sabiduría que alcanza la inteligencia humana (por ejemplo los textos sagrados de las diferentes religiones) a la existencia de un ser primero. Veamos un ejemplo de esto el texto del poeta precolombino Azteca:
Yo Nezahualcóyotl lo pregunto: ¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí. Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea de oro se rompe, aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Los textos de las grandes religiones son por lo general, textos que intentan responder a las grandes interrogantes del hombre, nacen de la inteligencia del hombre que busca la verdad. Son textos analógicos, sin fundamentalismos, sin ideología ni univocidad.
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La experiencia de las grandes religiones nos muestra como en estos textos “el discípulo” confrontándose incesantemente a los textos (sin voz) trazado por la sabiduría original del maestro constituye la línea espiritual o la auténtica tradición religiosa. Ellos nos revelan esta sed que habita el corazón del hombre que se confronta constantemente con el absoluto nombrado de diferentes maneras por las tradiciones religiosas. 4)El conocimiento de la fe. De otra manera pero no sin dejar nuestro modo humano de conocer, Dios nos revela su amor, su persona a través de la palabra (sagrada escritura) Esto es lo que llamamos un conocimiento de fe. Por aquí entramos a una compresión del misterio de Dios “en profundidad” y llevados por Dios mismo, alcanzamos cosas que por la vía filosófica o humana no podríamos descubrir. ¿La palabra de Dios es como un texto de sabiduría? Sí, sólo que es todavía más... Comprender lo que es un texto de sabiduría ayuda (dispone) a comprender lo que es la palabra de Dios, que es una revelación divina. ¡Dios quiere expresarnos su Sabiduría! De cierta manera, Recibimos la palabra de sabiduría humana que está contenida en la palabra de Dios. Pero sabemos que en la obscuridad de la fe que es una palabra de sabiduría divina. Después de este breve itinerario por los diferentes tipos de conocimiento, 10
podemos responder a nuestra pregunta inicial, y darnos cuenta que hay conocimientos válidos y verdaderos más allá de lo que la ciencia o la técnica moderna pueden darnos. Descubrimos más aún que este tipo de conocimientos nos son necesarios para nuestro plena desarrollo humano y espiritual.
Localizando lo que impide a nuestra inteligencia emerger a la búsqueda de Dios. ¿Pero porque hoy en día nos es más difícil acceder a este descubrimiento? quizás sea porque llevamos sobre nosotros el peso de un ambiente en el mundo del pensamiento que orienta nuestra inteligencia en el sentido de negar la existencia de Dios, (ateísmos) porque se considera a Dios como un rival, como alguien que nos impide crecer y nos aplasta, veamos lo que piensan algunos connotados pensadores ateos sobre esto: “Abrir los ojos al hombre sobre el mito religioso” “Suprimir la afirmación de un Dios distinto al hombre” Feuerbach. (Filósofo Alemán)
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“Llamamos “Dios” a nuestra falta de valor, y nos quedamos con la consolación infantil de la religión”, “La idea de Dios es la proyección de la necesidad de un Padre” (Sigmund Freud). “Suprimamos a Dios y surgirá toda la grandeza del hombre” (Frederich Nietzsche). ¿Tienen ellos razón? ¿De dónde viene que el hombre pueda negar la existencia de Dios? Veamos como este “veneno” del ateísmo se ha ido inoculando de diferentes maneras por ejemplo en el positivismo, del cual se nos advierte: “Si solo el conocimiento de las ciencias modernas es digno de consideración, todo lo que no es científico, en el sentido moderno del
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término, no es verdadero. Solo lo que dice la ciencia es adecuado al mundo y al hombre. Ningún otro conocimiento ni la filosofía, ni el arte son suficientemente serios para tener derecho de ciudadanía…” Por lo que para Augusto Comte la búsqueda de las causas y especialmente de la causa final, la de un Ser primero que las tradiciones religiosas llaman Dios, es algo de la edad infantil de la humanidad. Cfr. Fr, Marie Dominique Goutierre csj art et sagesse Aletehia #14 La psicología, en ella misma no es mala, como no lo es la ciencia, Obviamente. Quizá su desarrollo sea el resultado (por oposición) de una visión muy racionalista del hombre que no mira sus límites, sus condicionamientos, pero el riesgo, no es la psicología como tal, la psicología trata de reve-
“Para santo Tomás el gran respeto que debemos a Dios es de reconocer que nuestra inteligencia está hecha para El”. - R.S. II MD Philippe op
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lar todos esos obstáculos que hay en el medio que nos desenvolvemos… pero ¿está ahí la solución? ¿En descubrir los obstáculos que tiene para crecer tal o tal viviente? El riesgo es de reducir al hombre a la complejidad de su condicionamiento y de sus límites, (una especie de psicologismo) semejante visión corre el riesgo de que busquemos construirnos siempre como siendo nosotros mismos nuestro propio bien, que nos encierre en nuestro vivido, sin ver más allá de nuestros límites. Se impone a ello que Dios no puede aparecer en el horizonte, sería como un rival o una proyección de seguridad y protección (como lo que dice Freud en Totem y Tabu) Concluyamos que a partir de estas orientaciones nuestra inteligencia no puede emerger, esta como enterrada (RS) Muy otro es el camino de una filosofía de la experiencia por ejemplo, donde reconozco que el tacto permitirá despertar la inteligencia en un juicio fundamental, el juicio de existencia. Si estamos siempre a la realidad, al hombre real, a nuestro amigo. Nuestra inteligencia vive. Muere al poner la existencia entre paréntesis y poner primero lo vivido y su descripción o el pasado y sus efectos en nosotros. Es pues el riesgo de una psicología que se erige en un absoluto de visión sobre el hombre.
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Nacer a la Sabiduría “Para santo Tomás el gran respeto que debemos a Dios es de reconocer que nuestra inteligencia está hecha para El”. R.S. II MD Philippe op Dada nuestra situación actual, lo que nos queda no es más que volver a nacer a la sabiduría. Dice el p. Marie Dominique Philippe: Si nuestra existencia es limitada, ¿Existe un ser primero del cual dependamos? “Si existe y es la fuente de nuestro ser, seriamos tontos de no ocuparnos en conocerle” Retour a la Source II P.23 ¿Soy yo totalmente autónomo? ¿Soy yo mismo la realidad más interesante que puedo conocer? Cierto a El si existe, no lo puedo conocer directamente… como a mi amigo. Pero si el me creo es eminentemente mi Amigo. Puedo decir yo soy a causa de Él. Mi amigo por bueno que sea no es mi causa, ni yo la suya, puedo morir en sus brazos o el en los míos pero no puedo hacer más. “Esta interrogación es por lo demás muy importante pues cada vez más vivimos en un mundo insensato (Ps.14) que afirma colectivamente que Dios no existe y que vive prácticamente con esta convicción. Aun si todavía hay hombres que han descubierto a Dios y que le reconocen como Dios, es muy importante de constatar que estamos
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en un mundo que rechaza hablar de Dios y de reconocer que la inteligencia humana puede plantearse el problema de su existencia y resolverlo”. Retour a la source II. P. 25
Una primera teología para contemplar. Hagamos un pequeño recorrido filosófico que nos ayude a entrar en esta sabiduría. Capaz nuestra inteligencia de afirmar la realidad, alcanza su “clímax” su fin propio como inteligencia en la contemplación. Pero antes de afirmar esto
tenemos que abrirnos a la distinción filosófica y más aún propia a nuestra experiencia entre lo que es del orden práctico y lo que es del orden especulativo. Hay como dos filosofías que tienen sus fines propios, la filosofía práctica, que se ordena a lo que nos permite alcanzar nuestro bien humano sea en el orden de la “poesis” del hacer humano o trabajo, o sea en el orden del “agir”, el actuar que permite alcanzar nuestra felicidad, es todo el fundamento ético. La filosofía especulativa es la búsqueda de la verdad en ella misma, busca un conocimiento en el mismo, de lo que es en tanto que es. Es lo que los griegos llamaban la “theoría” que en nuestra época no tiene el mismo sentido.
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Se ve la diferencia, la filosofía práctica considera la felicidad en cuanto alcanzable por la voluntad, en medio de las contingencias (y aquí un sentido de la prudencia) y el devenir (por ejemplo en el arte). Y en cuanto a la filosofía especulativa el grado de certitud (sobre esta felicidad), es mayor, y la nobleza de lo que considera. Permite al volverse un habitus, contemplar, considerando al primer amable y el primer inteligible, es decir el ser primero. Ambos buscan la felicidad humana y al final la contemplación permite asumir todo el aspecto práctico y orientarlo con mayor claridad y determinación a su fin propio. De hecho ambas tienen la misma fuente el “nous” del hombre y una influencia recíproca. Tal influencia respeta el campo propio de cada una y al mismo tiempo, la especulativa manifiesta su superioridad al ver el objeto último que considera. En la medida que accedo a los principios propios que dan cuenta de la realidad existente (Acto y sustancia), mi inteligencia se abrirá al Ser primero y sus maneras de ser que contemplo. En toda su vitalidad mi inteligencia hace un nuevo juicio sobre el cual puede contemplar y adquirir un conocimiento que le perfecciona y la eleva. Se está a la fuente de la realidad. Este juicio de sabiduría le permite afirmar la existencia de un ser primero
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(Dios) y ver cuál es mi lazo con el (El ser). A este conocimiento accedo de manera analógica ya que es una realidad sobre la cual no tengo experiencia directa, pero hay otras experiencias directas que me permiten afirmar la existencia de un Ser primero, de manera análoga, como lo es la experiencia de la amistad. Descubro su existencia (mi inteligencia es capaz) y descubro mi dependencia. La vida de mi inteligencia es relativa a este Ser primero en la actividad contemplativa y es empujada por el amor más que por el conocimiento. Por lo que al mismo tiempo es un conocimiento muy pobre, porque es una realidad que me sobrepasa completamente. No es un teorema geométrico o una realidad que encerramos en un concepto univoco. En esto vemos cuanto la praxis dispone a la teoría. La filosofía práctica a la filosofía especulativa. El conocimiento que alcanzo de Dios es a partir de las realidades que tengo experiencia de manera analógica. Afirmar su existencia es ponerme en la verdad y reconocer su contingencia y sus límites y es el llamado a un absoluto y sin límites que afirmo, como Ser primero y que amo. Mi inteligencia no es más huérfana tiene un Padre: Dios. Hay en mí un deseo de conocerlo cada vez más. Al final de su recorrido metafísico y cuando analiza las diferentes dimensiones de la persona humana, sobre
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todo en la prudencia el P. Philippe dice esto que es muy significativo y concluye bien nuestro presente estudio:
“Desde el punto de vista prudencial, no es razonable negar la existencia de un ser superior, de un Creador. Eso vendría a limitar tremendamente el desarrollo de mi persona humana.” P. Marie Dominique Philippe o.p. La persona humana. Colección sapientia. México 2008.
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santo Tomás de AQUINO va reafirmar que la inteligencia humana, iluminada por el Verbo que es la luz verdadera que ilumina a todo hombre, es capaz de volver a su fuente y, al mismo tiempo, incapaz de conocer su esencia.
introducción
La Palabra de Dios
El teólogo amigo de Jesús y sediento de contemplar los secretos de su corazón, se pregunta: ¿Qué vínculo hay entre el misterio de Dios y el hombre? ¿Es la voluntad humana por sí misma ordenada directamente hacia Dios? ¿Es Dios la bienaventuranza natural del hombre? ¿Puede la inteligencia humana por sí misma, por su capacidad natural, descubrir la existencia del ser primero que llamamos Dios? ¿Cómo? ¿Puede alcanzar su esencia, su naturaleza? ¿Puede contemplarla? ¿Puede captar el misterio de la creación?
Recogiendo la enseñanza de los Padres de la Iglesia, santo Tomás de AQUINO (1225 - 1274) va reafirmar con fuerza que la inteligencia humana, iluminada por el Verbo que, como escribe san Juan en el inicio de su evangelio “es la luz verdadera que ilumina a todo hombre, y viene a este mundo (sensible)” [Juan 1, 9], es capaz de volver a su fuente y, al mismo tiempo, incapaz de conocer su esencia: ¿quién es Dios? Esto trasciende no sólo nuestros sentidos sino también la razón humana y los espíritus angélicos.
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No obstante se ha estado siempre mantenido, apoyándose en la afirmación de san Pablo a los Romanos: “todo cuanto se puede conocer acerca de Dios está patente ante ellos: Dios mismo se lo dio a conocer, ya que sus atributos invisibles – su poder eterno y su divinidad– se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras” [Ro 1, 19-20]. A partir de las creaturas visibles podemos remontar hasta la Realidad invisible, primera, que llamamos Dios, por vías que hay que descubrir. Y en otro comentario, de la carta a los Hebreos, sigue: “Porque es de saberse que hay algo acerca de Dios del todo desconocido para el hombre en esta vida: qué es Dios. Con razón vio Pablo en Atenas un altar con esta inscripción: ‘Al Dios desconocido’ [He 17, 23], lo cual se debe a que el conocimiento del hombre empieza por las cosas que le son connaturales o sea, por las creaturas sensibles, que no están proporcionadas para representar la divina esencia [lección 6, n° 114]. Primeros intentos de una teología natural Primero (1266-68), Tomás destaca en
su Comentario de los Nombres divinos de DIONISIO tres maneras de alcanzar la existencia de Dios. Subimos de las creaturas a Dios por: la causalidad, la remoción y la eminencia. Eso nos lleva a la causa por la cual esta realidad existe. Por la causalidad y es lo que guardó santo Tomás, se considera lo que es recibido. Por la remoción y la eminencia se considera el modo por el cual se recibe, puesto que la existencia, la recibimos de manera imperfecta. O se remueve la imperfección, o se
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considera como lo que es recibido en la creatura de manera imperfecta, sí es en Dios de manera eminente, perfecta y sumamente noble.
Artículo 1: La existencia de Dios no es obvia. Sólo la alcancemos indirectamente, porque nuestra inteligencia no sabe qué es Dios.
En el Contra Gentiles (1259-65), se plantea la pregunta con otro enfoque, bastante actual también: “Ese Dios que adoran los creyentes ¿existe? ¿Acaso podemos mostrar que existe?”
Artículo 2: No se puede demostrar rigurosamente por la causa (“propter quid”), sino por sus efectos (“quia”), que son más conocidos por nosotros: ¿cómo alcanza nuestra inteligencia a Dios? En efecto no puede haber una causa anterior a Dios: es primero. Cf. Ex 33, 23: “verás mis espaldas; pero mi rostro no lo puedes ver”.
La maduración En la Suma teológica (1265-73), santo Tomás alcanza la cumbre de su propósito de dar un orden de inteligibilidad (de enseñanza) a la Revelación divina. Inicia con una preocupación crítica; se trata de establecer, desde la cuestión 2: ¿Pudiera haber teología si la inteligencia humana fuera incapaz de alcanzar por sí misma (filosóficamente) la existencia de Dios?
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Es así que llega en el tercer artículo de esta cuestión a plantear un conjunto de 5 vías a partir de esta pregunta : ¿Existe o no existe Dios? Primero lo vamos a leer para ir sacándole el genio muy particular del teólogo contemplativo: 1) La primera y más clara es la que se deduce del movimiento. Pues es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo hay movimiento.
¿Existe o no existe Dios? La existencia de Dios no es obvia, porque nuestra inteligencia no sabe qué es Dios; pero podemos alcanzarla indirectamente.
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Y todo lo que se mueve es movido por otro. De hecho nada se mueve a no ser que en cuanto potencia esté orientado a aquello para lo que se mueve. Por su parte, quien mueve está en acto. Pues mover no es más que pasar de la potencia al acto. La potencia no puede pasar a acto más que por quien está en acto. Ejemplo: el fuego, en acto caliente, hace que la madera, en potencia caliente, pase a caliente en acto. De este modo la mueve y cambia. Pero no es posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en potencia y en acto; sólo lo puede ser respecto a algo distinto. Ejemplo: Lo que es caliente en acto, no puede ser al mismo tiempo caliente en potencia, pero sí puede ser en potencia frío. Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo: Un bastón no mueve nada si no es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a Dios.
2) La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos la llaman Dios. 3) La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas
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llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios. 20
4) La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las cosas. Pues nos encontramos que la bondad, la veracidad, la nobleza y otros valores se dan en las cosas. En unas más y en otras menos. Pero este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se aproximan más o menos a lo máximo. Así, caliente se dice de aquello que se aproxima más al máximo calor. Hay algo, por tanto, que es muy veraz, muy bueno, muy noble; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son sumamente verdaderas, son seres máximos, como se dice en II Metaphys. Como quiera que en cualquier género algo sea lo máximo, se convierte en causa de lo que pertenece a tal género -así el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el mismo libro —, del mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir,
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de su bondad, de cualquier otra perfección. Le llamamos Dios. 5)La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios. Primera observación: todas parten del juicio de existencia - esto es - incluido en la experiencia. Recapitulemos brevemente esos cinco puntos de partida:
1>
La experiencia de lo que es movido: es movido por otro
2> La
experiencia del orden en las causas eficientes
3> La
experiencia de lo necesario y de lo posible: lo posible depende de lo necesario
4> La experiencia de los grados en las cosas, el más y el menos, la calidad
5> La experiencia de un devenir en vista de un fin: en realidades que no necesariamente tienen inteligencia Pero lo que es genial es la iluminación de cada una de estas experiencias fundamentales por el principio de la causalidad final: “lo que es en potencia depende de lo que es en acto” [cf. ARISTÓTELES, Metafísca, libro 9, capítulo 8] según esas 5 modalidades; se trata en efecto del último alcance de la filosofía primera, dentro de la inducción del fin de lo que es en cuanto que es. Esto entonces lleva Santo Tomás a la necesidad de afirmar la existencia de un primero en acto, Él que todos llaman Dios. Es una demostración a partir de los efectos. Partimos de una realidad existente y llegamos a una Realidad existente. Esas realidades limitadas exigen necesariamente la existencia de un primero, que no es un principio, sino un primer ser, una Realidad existente primera. Sola la quinta concluye a la existencia de un Ser primero inteligente. Las demás: 1° un primer Ser inmóvil 2° un Viviente primero 3° un Ser necesario 4° un Ser en el cual la calidad es primera, absoluta
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La búsqueda es regida por la causalidad final pero asume las demás causalidades y las unifica: 1. ligada a la causa material 2. ligada a la causa eficiente 3. ligada a la causa formal 4. ligada a la causa ejemplar 5. en sí misma
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Conclusión Estas cinco vías, tal como nos están expuestas en un solo artículo, están unidas y son necesarias para llegar a descubrir la existencia de un Ser primero inteligente, y entonces de una Persona capaz de crear en la sabiduría, es decir en la verdad y en el amor. Esta reflexión crítica es por lo tanto muy inteligente y necesaria, al estar conviviendo hoy entre personas que niegan o que afirman la existencia de Dios. Para hablar correctamente a los hombres, creyentes o no, sin herirlos, hay que descubrir primero que nuestra inteligencia es capaz de descubrir esa necesidad de afirmar que Dios ES, existe, que esa afirmación es inteligente, y que nuestra inteligencia depende radicalmente de Él. Terminaremos con esta cita de San BERNARDO, invitando de manera apremiante a nuestros lectores a emprender personalmente esta gran ascensión: “Eres bondadoso, Señor, con el alma que te busca [Lam 3, 25]. ¿Qué será por la que te encuentra?” [Tratado del amor de Dios, VII, 22]
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