Ekotaldes en el Sahara Cuaderno de Bitácora diciembre 2010
Un grupo de jóvenes de Leioa de entre 14 y 18 años (Ekotaldes) estuvieron 8 días conviviendo con jóvenes de su edad en el campamento saharaui “27 de febrero” situado en territorio argelino. Estos son sus testimonios de las experiencias vividas en esos días.
Era mi primera vez, la primera vez que volaba en avión, tardó bastante en despegar y cuando me vi sobre las nubes no podía dejar de mirar abajo, era un momento de felicidad, una nueva experiencia junto con un momento inolvidable, no me creía que el Sáhara era así, cuando todas las personas decimos Sáhara todos pensamos “desierto, en medio de la nada, sin tener nada” u otros piensan “guerra”. Yo iba con la idea del desierto, cuando bajamos en el aeropuerto argelino, esperamos horas y horas dentro hasta que pudimos salir de allí, todos con ansias de salir. Nos montamos en un autobús, y estaba tan cansada que no pude recordar nada del camino porque nada más sentarme en el asiento me quedé dormida. Llegamos y la familia nos estaba esperando, conocimos a todos y nos fuimos a descansar. No era una casa como las de aquí, era un pequeño terreno tipo patio, entras y a la derecha había una habitación, a la izquierda la cocina, adelante a la derecha la sala, y adelante a la izquierda otra habitación, entre la cocina y la habitación había un pequeño pasillo con puertas, la del final era el baño y las demás almacenes de comida para guardar cosas. Nada más despertarnos fuimos a dar un paseo, todo era bonito y hermoso, no me esperaba que fuera así, fuimos en coche a una cima de arena, se veían todo jaimas. Al día siguiente tuvimos un día duro, tuvimos que ir al centro, nos lo enseñaron y comimos allí como pudimos, bailamos y sacamos arena del centro, toda la arena que habia en montañas la teníamos que sacar afuera, nuestros planes a la tarde eran a elegir entre ir al centro de víctimas y al huerto, y después de hacer eso ir al museo. Yo elegí el centro de víctimas ya que me daban mucho impacto las cosas sobre la guerra, allí nos contaron algunos lo que les pasó, me asombraron todos, por un muro en el cual hay miles de minas que sólo hacen matar a gente y no se pueden quitar. La visita al museo me pareció aburridísima, porque no podía escuchar bien, el guía iba muy rápido porque iban a cerrar y no nos daba tiempo, así que lo explicó todo rapidísimo, que no pude entender ni la mitad, y lo que más me asombró del museo fueron la parte de las minas y la de las armas, había un monton, objetos hechos para matar, que no vale la pena, y las minas, igual habia 45 especies distintas en el museo, más las que no se han encontrado todavía, miles de millones minas en el suelo protegiendo el muro... Unos días despues nos tuvimos que meter tres horas en el coche para ir a las dunas de Dajla, todo era fantástico, unas montañas de arena inmensas de grandes, la arena muy fina que se te metía por todos los lados, a lo lejos una montaña todavía más alta, a ras del sol, pasamos la tarde bajo el atardecer, ¿Cómo no recordarlo?
Otro día fuimos a ver las escuelas, eran diferentes a las de aquí, no tenían los pupitres que tenemos nosotros, las pizarras gigantes que hay aquí, todo era lo contrario. Allí las niñas no llevaban uniforme, todas las semanas cada día tenían que llevar el peinado adecuado, y ése era su uniforme. Los alumnos en el recreo salían del recinto, iban a sus casas a por el “hamaiketako” y volvían a clase, los que no iban a sus casas cogían las canicas y empezaban a jugar, y así se pasaban los recreos, de sábado a jueves. A la tarde fuimos al mercado de “Smara”, allí hicimos compras para traer a nuestras casas de aquí. Otro día estuvimos en un ensayo por el niño que murió en Marruecos y escuchando a un famoso de allí. A la noche celebramos unos cumples de unas amigas y dos saharaius, en el cual hicimos guerra de tartas y todos acabamos mal y bailamos sin parar, haciendo una cena. Otro día por la mañana fuimos a ver una boda, teníamos nuestra propia jaima, tras horas sentados en sillas viendo el desfile cómo bailaban, y hacían el recorrido. Terminado esto al otro lado había jaimas de cómo eran las cosas de allí hace tiempo y a qué juegos jugaban, estuvimos un rato, y estábamos tan cansados y con tanta sed que nos fuimos a casa a comer. Esa tarde fuimos a comprar las plantillas para la henna, yo fui la primera en hacérmelo, tres horas tirada en el suelo, sin poder moverme, antes de empezar fui al baño, pero como seguí bebiendo té, me volví a empezar a mear, sin poder ir a mear y de los nervios porque estaba que tiraba cohetes. Por fin me lo quitaron, lo miré con cara rara, diciendo “qué me han hecho aquí”, se me había corrido todo porque no me lo hicieron bien, se me quedaron los pies negros y las manos y la parte de arriba de los pies naranjas, pero me daba igual, tenía que mear, y terminé. Al día siguiente volvimos al mismo sitio, había carrera de camellos, llegábamos tarde, cuando fuimos a nuestra jaima ya había empezado casi casi, no duró ni 2 minutos, después de que terminase nos fuimos al mercado de nuestro campamento “27 de Febrero”. Llegó el último día, todos con cara triste, recogiendo todo, no me lo creía, se me había pasado tan rápido esa semana, dieron un pequeño discurso de despedida, todos llorando, pero yo no soy de esas que lloran delante de la gente, me lo guardo todo, hasta que exploto. Nos acompañaron hasta el aeropuerto, allí tuvimos que esperar otra vez horas y horas... hasta que nos metimos a otra sala de espera, se despidieron todos una y otra vez, y a partir de ese día nos llaman a la semana, o antes. Todos con la misma ilusión de volver otra vez.
Aiala
Experiencia de Araia en el Sahara: Antes que nada quiero decir que ha sido una de las mejores cosas que me han ocurrido en la vida. Mi vivencia en los campamentos ha sido increíble. No eran como yo me lo esperaba, al verlos y estar ellos me dejó alucinada, me imaginaba algo totalmente diferente. A pesar de ser una realidad totalmente distinta a la nuestra, es algo que tienes que ver aunque sea solo una vez en la vida. Las personas que viven allí son maravillosas, difíciles de describir porque no tengo palabras tan fantásticas como para describirlas. A la idar porque les iré a visitar muy a menudo. Entre todas las familias que éramos, nos hicimos una sola familia. Todos nos llevábamos estupendamente y pasamos unos momentos muy buenos. Nos han enseñado muchas cosas, hemos aprendido mucho con ellos y personalmente todo lo que he aprendido allí, me está sirviendo mucho aquí, en un mundo que es el mismo pero que parece totalmente distinto. Hemos visitado varios lugares: el centro, museos, una escuela, Dagla... En Dagla me lo pasé como nunca y el paisaje era increíble, de photoshop. Agradezco a todos como nos cuidaron y nos trataron de corazón. Les devolveremos todo esto que han hecho por nosotros. Me he enamorado del Sahara y sobre todo de la gente de allí. Parte de mi corazón se quedó en esos campamentos y otra parte en las personas. Les echo mucho de menos aunque pronto nos veremos. Y para terminar, quiero decir: SAHARA ASKATU!!! ¡¡¡SAHARA LIBRE!!!
Me resulta muy dificil exlicar lo que he sentido y aprendido en este viaje... No creo que nadie sea capaz de sentir, sólo con mis palabras, lo que yo y mis compañeros hemos experimentado en este maravilloso viaje, que sin duda ha cambiado mi vida. He tenido la oportunidad de conocer a personas que, sin pensarlo, en tan solo una semana han dejado huella en mi corazón, una huella difícil de borrar. Podría decir con toda seguridad que me he enamorado ... de esas personas, de esa tierra... Me sentí parte de ellos cuando tan sólo llevaba un día allí, y me alegra muchísimo pensar que tengo una familia esperando mi regreso. He aprendido tantas cosas de su cultura, sus ideales... Tenemos mucho que aprender de esas personas, seremos el primer mundo pero solo económicamente; en lo moral nos llevan muchos años de ventaja. Nos acogieron en sus casas sin conocernos, lo suyo era nuestro, éramos parte de su familia. Hay una imagen que no puedo borrar de mi mente: el día que llegamos, esperando a que nos viniesen a buscar con los coches para llevarnos a la casa en la que pasaríamos nuestra estancia, empezó a amanecer, y fue sin duda la imagen más bonita que he visto en mi vida, apenas había dormido y estaba muy cansada, pero en ese momento estaba como en otro mundo, me sentía feliz. En este viaje no he conocido únicamente a los saharauis con lo que he convivido, también he podido conocer a mis propios compañeros, y me siento muy orgullosa de haber podido compartir esta experiencia con ellos. En la despedida lloré como jamás habia llorado, y no exagero cuando digo que se me cayó todo encima, tener que alejarme de ese lugar y de esas personas ... Me dolió y no me siento mejor. Yo sólo puedo decir que merece la pena ir allí y que nunca volveré a ser la misma persona. SAHARA LIBRE. Haizea
Me acuerdo el día que llegamos, aquel 2 de diciembre, me acuerdo como si hubiese sido ayer, las 4h interminables esperando que nos sacasen del maldito aeropuerto con ansias de conocer a mi familia, poder apreciar la “riqueza” que mi familia me podía ofrecer. Cuando llegué y vi, a mi niñas... jope cómo me acuerdo de ese momento de nuestra llegada, de lo bien que nos trataron, de todo lo que nos ofrecieron al momento en el instante todo el cariño que me transmitieron. Los días pasaban y el lazo que me unía con ellos y con todos, era tan fuerte... Las excursiones a lugares remotos que nunca me había imaginado, la preciosidad de éstos, tantas horas en aquellos coches nos unieron tanto... . Recuerdo el viaje a las dunas de Dajla, recuerdo cómo el sol se metía entre éstas ofreciendo un cielo naranja, melancólico. Puf, que momentos tan difíciles de describir, cada momento todo junto a la gente que tanto me ofreció allí, todo el cariño, todos los consejos... todavía me acuerdo de los abrazos, de las noches jugando al “lobo”. Recuerdo las comidas, las cenas, las risas, recuerdo cada momento. Aquella fiesta de cumpleaños, los bailes que tanto me hicieron reír, la guerra de tartas donde fui la que peor acabó. Las sorpresas, es que fue tan increíble que todavía al recordarlo mis ojos se encharcan de lágrimas. El peor recuerdo que me puedo llevar de allí ha sido la despedida, cómo maldigo ese 10 de diciembre, fue muy intenso, desde la mañana pedía que nuestro avión no pudiese salir, que el avión se retrasase una semana más. Llegaron las 10 de la noche y tenía que hacer las maletas y despedirme de mi familia, de esas pequeñas personitas que tanto me habían enseñado, la verdad es que fue duro, pero no tanto como cuando nos reunimos todos, nuestros “monitores” o como se quieran denominar de allí, yo los llamaría hermanos, cuando comenzaron a hablar a despedirse, comencé a llorar tanto...puf. Cuando acabaron de hablar, llegó el autobús que nos llevaba al aeropuerto y todavía en éste seguía llorando, no quería irme de allí. Y todavía es hoy el día que daría todo por volver a aquellos momentos donde con tan poco me hicieron tan grande. Donde noche a noche no dejo de soñar con despertarme en el lugar que tanto me ofreció, en ese lugar mágico, donde hay personas que tanto me han marcado el corazón. Lydia
Mi escriito sobre el Saharaaaa : Todavía siento tu dolor. Cierro los ojos y oigo tus fuertes gritos pidiéndonos tu libertad. Despegamos de madrugada. En nuestras caras podía verse la ilusión y la alegría. Equipaje en mano, partíamos hacia un mundo nuevo y desconocido. Nos íbamos al Sahara. ¿Sahara? ¿Qué es el Sahara? Supongo que una persona que jamás te ha visitado imaginará que únicamente eres tierra, arena y polvo. No voy a mentirte. Yo, pensaba lo mismo. Pero lo que nunca pude imaginar es que me enamoraría de cada grano de arena. De cada rincón habitado por tu gente y de cada amanecer en tus poblados. Tu belleza es única. Tu generosidad llena los corazones de la gente sedienta de amor. Lo que más me impresionó de ti fue tu gente. Gente deseosa de paz y de libertad. Me encantaba pasear por tus pueblos porque en cada calle, rincón o casa encontrabas gente dispuesta a ayudarte. A darte lo que no tenían, a curar tus heridas y a llenar de sencillez y amor tu corazón. Soy tan diferente a la persona que dejé atrás... Gracias a ti he vivido una experiencia única. He visto el verdadero sufrimiento y eso me ha ayudado a cambiar. Ahora soy mejor persona. Sé ayudar a la gente. Sé escuchar sus lamentos y sé consolarla predicando con tu realidad. La de un mundo mejor dejando a un lado, un lado muy lejano, todas las cosas materiales que nunca he necesitado. Sé que estás en guerra y que no has podido enseñarme tu mejor cara. Pero lo que he visto ha sido mejor de lo que podría haber visto nunca. Porque he visto a la gente luchar por su libertad. Por sus creencias y por su fe. La he visto ansiosa de un mundo mejor. Y eso, te puedo asegurar, que me ha dejado huella. He aprendido a luchar por la injusticia. A creer en un mundo mejor. Yo vivo en tu mismo mundo, aunque siento decirte que en mi tierra es todo bastante diferente. La gente es amable y cariñosa, pero no sabe conformarse con lo que tiene. Siempre quiere más, más, y más. Ojala pudieras hacerles ver la realidad del mismo modo en que me has hecho verla a mí. En estos momentos me alegra decirte que me siento parte de ti. Estamos lejos pero unidos. Nunca imaginé que esta experiencia pudiera provocarme estas sensaciones. Nunca antes derramé una lágrima por alejarme de algo. El día de mi marcha, lo hice. Desde mi partida, estoy sedienta, pero sé que tu té podrá saciarme. Tengo los pies mojados, pero sé que tu brisa podrá secármelos. Tengo las manos llenas de llagas, pero sé que tu gente podrá curármelas. Tengo el corazón vacío, pero sé que a mi vuelta tu podrás llenarlo. Marta
Patricia Mi viaje al Sahara. DIARIO 3 de diciembre:
Lo primero, cuando llegamos allí nos retuvieron en el aeropuerto de Argelia hasta las 7 de la mañana. Entre esperar a los coches y cargar las maletas, llegamos al campamento “27 de Febrero” a las 9 de la mañana. Nada más llegar al campamento nos fuimos a dormir, por lo menos mi grupo ya que nos dividimos en grupos de 3 ó � Cuando nos levantamos nuestra casera (ya hermana) Mansura nos enseñó el campamento. Nos enseñó lo que fue la antigua escuela y algunas tiendas y el museo que explicaba la historia de las guerras contra Marruecos y explicaba un poco la flora, la fauna, la artesanía, la historia en general y los minerales que se podían encontrar por el desierto y las pinturas rupestres. Esa misma tarde hicimos una reunión para conocernos un poco todos y para ver lo que íbamos a hacer. Nos pidieron que les dijésemos lo que queríamos hacer allí y por supuesto les dijimos que queríamos ayudarles en todo lo que pudiéramos y que queríamos conocer su forma de vida. Ellos nos propusieron un trabajo en el centro de menores que hay en Rabbuni (un territorio cerca de nuestro campamento en el que no había más que carretera y en el que estaban los ministerios de justicia, educación, etc. Cuando nos explicaron lo que íbamos a hacer (que iré explicándolo todo a medida que avance la historia) fuimos todos juntos a pasear por el campamento. Visitamos alguna que otra tienda y conocimos a Yuca, el subdirector del centro de menores. Esa noche fuimos a su casa y nos contó unas anécdotas suyas divertidas que nos demostraron que Yuca tiene mucho sentido del humor. Unos cuantos chistes más y a dormir que el día siguiente iba a ser largo.
4 de diciembre:
Al día siguiente fuimos al centro de menores en el que estuvimos recogiendo la arena del campo de voleibol y de cerca de la cocina, y pintando el aparcamiento que había fuera. No había mucho más que hacer allí por lo que nos quedamos a comer. Nos explicaron un poco lo que era el centro, lo que se hacía en cada habitación y lo que se plantaba en la mini huerta que había en él. Después fuimos a comer alubias. Las cucharas desaparecieron y tuvimos que comerlas con pan y con las manos. Después del show de las � Íbamos a ir al gallinero pero no había tiempo porque también queríamos ir al museo de la resistencia. Nos enseñaron la huerta de nabos y tomates. Allí Yuca cogió un nabo y nos enseñó lo tiernos que eran... estuvimos de broma con el famoso nabo hasta que el mismo Yuca (de vuelta ya al campamento) decidió tirarlo por la ventanilla del todoterreno. Después de ver las huertas y el jardín, fuimos al Museo de la Resistencia. Allí nos explicaron todo muy rápido y muy poco claro (hay que decir que había muy poco tiempo)� Volvimos al campam�
5 de diciembre:
Este fue el día que fuimos al mercado de Smara. Tuvimos muy poco tiempo para mirar las tiendas. Llegamos tarde y con muy poco tiempo pero tuvimos tiempo para comprar unas cuantas cosillas aunque había 100 tiendas y vimos 4 ó 5. Por la mañana estuvimos en nuestra casa con Mansura y con Jaiatsu (su hermana, la cual el primer día nos estuvo contando que una amiga suya era una pesada y su hermana también). Por la noche todas las chicas nos pusimos la Melfa (el vestido que llevan allí las mujeres) y nos fuimos a celebrar el cumpleaños de 5 personas al centro. Nos pusieron comida como para alimentar a mil camellos e hicieron 5 tartas (una para cada cumpleañero). Después de cenar, estuvimos bailando en una de las salas del centro y después de la fiesta volvimos al campamento a eso de las 2 ó 3 de la mañana.
6 de diciembre:
Este día nos fuimos al campamento de Dagla, cerca del cual estaban las dunas. Por la mañana fuimos al centro a recoger lo de la fiesta y a montar en los coches algo de comida y agua. Jugamos un poco a futbol y estuvimos con Gilal que era un cachorro de pastor vasco que había por ahí. Cuando nos montamos en los coches íbamos aplastados. Llevábamos mil cosas e íbamos 13 personas en un coche en el que entraban 8. Nos dijeron que eran 3 horas de nuestro campamento a Dagla pero entre que había un coche que tenía una rueda pinchada y cada dos por tres había que bajar a hincharla (hasta que la cambiaron), que también había que parar para estirar las piernas y para hacer nuestras necesidades, tardamos 5 ó 6 horas en llegar a las dunas. No habíamos comido y llegamos allí a las 7 de la tarde. Comimos a las 8 después de haber estado jugando en las dunas (que de 80 veces que intente llegar arriba lo conseguí 4) y de sacar muchas fotos. Cuando fuimos al campamento nos dieron de cenar a las 10:30 (habíamos comido hace dos horas) y estuvimos hablando con la familia que nos acogió. Fuimos a jugar a los lobos (el juego de cartas que he mencionado antes) que consistía en que cada uno tenía una carta y era un personaje y los lobos tenían que matar a los campesinos. Había dos chicos que estaban haciendo trampas y que se pasaron la noche gritando. No pudimos disfrutar bien el juego por lo que en cuanto terminamos de jugar un par de partidas (muy largas) nos fuimos a dormir.
7 de diciembre:
Nos despertamos y después de desayunar nos montamos en los coches y nos fuimos. Esta vez el viaje fue más corto porque no hubo pinchazos. Saqué la cabeza por la ventana y me quedé dormida. Después estuvimos echando una carrera con otro coche por la carretera a 120km/h. Llegamos al campamento y comimos. Estuvimos en casa hasta tarde. Ese día no hicimos nada, nos quedamos descansando en casa. Estuvimos jugando al Keima, un juego que consistía en estar callado y decir a la persona que estaba sentada a tu lado lo que tenía que hacerle a la que estaba sentada a su lado. Después de pintarnos la cara, tirarnos agua por encima y de meternos vasos de té en la boca, cenamos y nos fuimos a jugar a los lobos otra vez a casa de Omar (uno de los chicos que trabajaban con el FATH y también en los campamentos. Era el director del centro de menores). Nos pasó exactamente lo mismo que en Dagla y seguimos sin disfrutar el juego.
8 de diciembre:
Este día desayunamos y nos fuimos a ver un desfile que hacían como fiesta típica. Yuca nos estuvo explicando un juego típico de allí y unos utensilios que utilizaban. Llegamos a casa, comimos y nos dimos cuenta que Mansora estaba llorando porque sabía que al día siguiente nos íbamos. Esta fue la última noche que pasamos allí. Empezamos a llorar ella y yo y después de que Yuca intento animarme nos fuimos ella y yo solas a dar una vuelta por el campamento. Volvimos a la casa más calmadas y con la intención de seguir riéndonos como habíamos estado haciendo hasta ese momento. Ese día nos pusieron la henna. A mí me la pusieron en las manos y en� Esa noche fuimos a casa de Yuca a jugar a los lobos y esta vez sí lo disfrutamos. Esta vez me tocó ser lobo y gané yo sola pero hubo una pequeña bronca porque Yuca escuchó a algunos decir en árabe que yo era lobo. Lo solucionaron en 10 minutos y seguimos jugando. Ese día estuvimos jugando mucho tiempo. Jugamos unas 10 partidas y salimos de casa de Yuca a las 3 de la mañana. Llegamos a nuestra casa y estaban Ainara (una de mis compañeras de SOLASGUNE) con Mansora y Jaiatsu riéndose y diciéndonos que nosotros chuofui (que no nos quisieron decir lo que significaba pero que nos lo imaginábamos). Estuvieron así un rato hasta que se fueron a fregar (a eso de las 3:30 ó 4 de la mañana). Yo me quedé dormida.
9 de diciembre:
Desde que me levanté me estaba aguantando las ganas de llorar por no pegárselo a Mansora. Nos fuimos a dar una vuelta por el campamento y volvimos a comer a casa. Yuca comió con nosotros, se tumbó en el suelo y se quedó dormido. Nos habían dicho que no había avión. Yuca llevaba todo el día preparando todo para que no hubiese problemas a la hora de irnos y se había levantado muy pronto. Llego Kity (un amigo del jefe del FATH) y le despertó. Yuca se levantó y le dijo a Lamín (el hermano de Mansora y Jaiatsu) ¡yalah, yalah! Que significa vamos, vamos y que era una frase muy típica de Yuca. Siempre metía prisa a todo el mundo y todo el mundo repetía su yalah, yalah. Siempre que había que hacer algo se oían aplausos a lo lejos y llegaba Yuca con su yalah, yalah. Por la tarde estuvimos en casa y por la noche nos estuvimos pintando los brazos con henna de bolígrafo. Después se marchó todo el mundo de nuestra casa (porque estaba TODO el mundo en nuestra casa) y cenamos. Todo el mundo estaba callado y triste. Después de cenar nos fuimos a casa de Omar a celebrar la última reunión de grupo en la que lo que sobraban eran lágrimas y nos despedimos pero al mismo tiempo nos reímos. Autobuses preparados fuera, ya con las maletas cargadas, nos montamos después de una despedida demasiado triste. Medio campamento se vino con nosotros al aeropuerto y jugamos entre pocos la última partida a los lobos en la que, mientras teníamos los ojos cerrados, cambiaron cartas en las que ponía que el personaje era Yuca o Fadiri o Mohamed... (Después de haber tenido mis problemas con una de las guardias argelinas que requisaban la arena y las piedras que te llevabas del desierto) nos despedimos definitivamente cuando teníamos que pasar por el último detector de metales y nos tuvieron ahí esperando hasta las 7 de la mañana (desde las 2 que llegamos al aeropuerto). Nos m�