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PROYECTO 100: MÁS NUEVOS DISCÍPULOS

SÁBADO, 07 DE MAYO

Mateo 28:19, 20

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INTRODUCCIÓN

¿Cuál es la misión de la iglesia? La respuesta a esta pregunta puede ser obvia. Sin embargo, merece una respuesta puntual: La misión de la iglesia es HACER DISCÍPULOS. No tenemos otra misión como iglesia. El cumplimiento de esta misión define, inclusive, la propia identidad de la iglesia. Elena G. de White destaca que “LA IGLESIA es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el Evangelio al mundo” (Los hechos de los apóstoles, p. 9). Jesús no nos dejó otra misión o mandato sino la de HACER DISCÍPULOS. Predicamos y evangelizamos para HACER DISCÍPULOS. Y es que el mandato es claro: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19, 20). El maestro Jesús va más allá del hecho de comunicar o proclamar el evangelio en su mandato final, pues dice: “hagan discípulos”. Es un verbo imperativo. La palabra griega traducida como “hagan discípulos” es matheteúsate, de mathētēs y significa “uno que es aprendiz o alumno”. Parte de la misión de la iglesia es evangelizar, testificar; pero no solo es comunicar, sino enseñar, instruir a las personas.

PROPÓSITO: El presente mensaje tiene el objetivo de mostrarnos que se cumple la misión de hacer discípulos a través de tres acciones: YENDO, BAUTIZANDO Y ENSEÑANDO. Por lo tanto, si somos obedientes a Dios debemos ir, bautizar y enseñar. La gran pregunta es, ¿cómo se hace eso en asuntos concretos y prácticos?

I. ¿CÓMO SE HACE DISCÍPULOS?

Esta es la gran comisión. No hay otra. Y esta labor es continua. Es por ello que Mateo 28:20 finaliza diciendo: “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Estas palabras “hasta el fin del mundo” dan a entender claramente que Jesús veía la labor que les encomendaba como algo que continuarían a lo largo de toda la historia, desde su ascención hasta el fin de los tiempos. Entonces, la Iglesia Adventista del Séptimo Día nació para cumplir la misión: Hacer discípulos. Ese fue el mandato de Cristo. A fin de entender la dinámica de la misión podríamos decir que la misión se cumple a través de tres verbos:

El verbo principal de la oración es “Hagan discípulos o discipulen”. La pregunta es, ¿cómo? Y el texto refiere: yendo, enseñando y bautizando. Entonces, se hace discípulos: (1) yendo a todas las naciones. (2) enseñando a que guarden todo lo que Jesús ha mandado. (3) bautizando en el nombre de toda la deidad.

¿Cómo enseñar a guardar todo lo que Jesús mandó sin usar la Biblia? Se hace discípulos cuando enseñamos la Biblia, la Palabra de Dios. Todos los dones, los talentos y ministerios en la iglesia deben finalizar abriendo la Biblia, enseñando a guardar todo lo que Jesús enseñó. La palabra “todo” indica que no es un estudio simple, no es un sermón evangelístico o un programa de TV, es más que eso, es escudriñar la Biblia. Cuando la persona estudia la Biblia, cuando aprende lo que demanda Jesús en su Palabra, ella entenderá que necesita ser bautizada y el proceso continuará.

Una vez bautizado, el creyente ya discípulo reiniciará el ciclo o proceso: irá, enseñará y llevará al bautismo a otro nuevo creyente. Pero la dinámica es cíclica.

II. LA MISIÓN DE LA IGLESIA ES HACER DISCÍPULOS

La misión de la iglesia es hacer discípulos. El mandato de Cristo es claro: “Hagan discípulos”. Y esta tarea implica el bautismo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del

Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:18-20). Todos los verbos que indican los medios para lograr este fin: HACER DISCÍPULOS están en gerundio presente del griego, y debieran traducirse como yendo, bautizando, enseñando. Estos son medios para lograr el gran objetivo que está indicando en el único imperativo de la comisión: mathetéuo (¡Hacer discípulos!).

Entonces el bautismo es parte del discipulado. No se puede hablar de hacer discípulos omitiendo el bautismo. Por lo tanto, el bautismo de un creyente es el resultado de un trabajo en conjunto de la iglesia, pues es uno de los ritos más importantes y frecuentes en la iglesia. Elena G. de

White refiere que “todo lo relacionado con este santo rito debe revelar una preparación tan perfecta como pueda” (El evangelismo, p. 231).

III. EL PLAN DE DIOS PARA EVANGELIZAR AL MUNDO

La Escritura nos dice lo que sucedió en la tierra en estos días anteriores a la ascención de Jesús. Considera cómo habrá sido la escena cuando Jesús llegó al cielo. Diez mil veces diez mil ángeles le dieron la bienvenida. En mi imaginación veo al poderoso ángel Gabriel que se acerca a Jesús.

—Señor —le dice—, tú sufriste mucho, muriendo por los pecados de la humanidad. Tu muerte proporcionó vida eterna a todos los que la acepten. ¿Saben esto todos los que están en la tierra? ¿Han escuchado todos de tu sacrificio? —No, Gabriel, no todos lo han oído —replica el Salvador—; solo un puñado de personas en Jerusalén y Galilea saben esto.

—Bueno, Maestro —sigue Gabriel—, ¿cuál es tu plan para informar a todos de tu gran amor? —He comisionado a mis seguidores —responde el Maestro— para que lleven el mensaje de salvación a todo el mundo. Les dije que lo cuenten a otros, quienes a su vez se lo contarán a otros, hasta que la última persona, en el rincón más alejado, haya oído la historia. El rostro de Gabriel se demuda. Ve lo que podría ser una falla en el plan del Maestro, de modo que pregunta: —¿Qué pasaría si Pedro se cansa de contar a otros la historia de la cruz, y se vuelve a pescar? ¿Qué pasaría si Santiago, Juan y Andrés se unen con él, y Mateo regresa a su puesto de recolector de impuestos en Capernaúm, y todos los demás pierden el celo y dejan de hablar de tu sacrificio? O ¿qué pasaría si estos discípulos mueren antes que la tarea se complete, y tu iglesia se vuelva grande y cómoda, y los corazones de tu pueblo ya no ardan para contar la increíble historia de tu amor? ¿Cuál es tu plan de emergencia? Hay una larga pausa, y luego se oye la voz del Señor Jesús: —Gabriel, no tengo otro plan.

Por supuesto esta escena es imaginaria, pero la lección que enseña es verdadera para cada generación. Cristo nos ha dado la tarea, el privilegio, de comunicar el evangelio a la gente de este mundo. No tiene otro plan. Si se tratara de buscar el método más fácil y rápido de evangelizar al mundo, Dios llamaría a los ángeles. La sierva de Dios declara: “Dios podría haber proclamado su verdad mediante ángeles inmaculados, pero tal no es su plan” (Los hechos de los apóstoles, p. 266). En ese sentido, nosotros somos colaboradores de Dios en esta bendita causa de salvar personas y llevarlos al bautismo. Y es que “la más alta de todas las ciencias es la de salvar almas” (El ministerio de curación, p. 310). Definitivamente Dios nos llama a todos a cumplir la misión de predicar el evangelio, porque esta es la comida de Jesús (Juan 4:34). Entonces, todo creyente, todo miembro de la iglesia y discípulo de Cristo es llamado a cumplir la misión de predicar el evangelio.

CONCLUSIÓN

Philip G. Samaan registra en su libro El método de Cristo una parábola ilustrativa de John Drescher sobre un grupo que se denominaba “Los Pescadores”. Cuenta la ilustrativa parábola que los pobladores de esa región gozaban de hermosos ríos y lagos llenos de peces. Todos “los pescadores” amaban su vocación. Semana tras semana se reunían para discutir sobre la abundancia de los peces y sobre los mejores métodos para pescar. “Periódicamente definían con cuidado qué significaba pescar, defendían la pesca como la profesión y declaraban que pescar era, es y sería siempre la primera tarea de los pescadores. Continuamente buscaban nuevas y mejores técnicas para lograr renovadas definiciones de pesca. Decían convencidos: “La industria pesquera existe gracias a los pescadores, como el fuego viene a la existencia al producirse la combustión”. Les gustaban frases como: “Pescar es la tarea de cada pescador”, “Todo pescador es un recolector de peces”, y “Un puesto de cada pesca por cada club de pescadores”. “Patrocinaban reuniones especiales que llamaban “campañas de pescadores” y “El mes de la Pesca Abundante”. También patrocinaban congresos nacionales e internacionales para discutir acerca de pesca y de cómo promoverla. Oían disertaciones acerca de los nuevos equipos, sonidos especiales y cualquier nueva carnada que fuese descubierta. Estos pescadores construyeron grandes y hermosos edificios llamados “Sedes de Pescadores”. La consigna era que cada uno debía ser un pescador modelo, y cada pescador debía obtener una buena pesca. Sin embargo, había una cosa que ellos no hacían: PESCAR. “Además de reunirse regularmente, organizaron un consejo para enviar pescadores a otros lugares donde había muchos peces. Parecía que todos los pescadores concordaban en que era necesaria una junta administrativa que pudiese desafiar a los pescadores a que confiasen en la pesca. “Esta junta contrató personal, nombró comisiones y organizó muchas reuniones, asambleas y seminarios para consolidar la pesca y decidir qué nuevas corrientes se deberían considerar. Pero el personal y los miembros de las comisiones NO PESCABAN. “Se edificaron grandes, elaborados y caros centros de entrenamiento donde el principal propósito era enseñar a los pescadores a cómo pescar con eficacia. A

lo largo de los años se dictaron muchos cursos acerca de la necesidad de pescar, la naturaleza de los peces, dónde encontrarlos, sus reacciones psicológicas y cómo aproximarse a ellos para alimentarlos. “Quienes enseñaban eran doctores en “pescalogía”. Estos profesores enseñaban muy bien a pescar… pero no pescaban. Luego de tantos años de entrenamiento se graduaban como licenciados en pesca… pero nadie pescaba. “Algunos salían de su región para viajar a otros países y estudiar en prestigiosas universidades, pero después de todos sus doctorados y maestrías… seguían sin pescar. “Construyeron imprentas y publicaban manuales y libros especializados sobre la pesca y sus formas. Técnicas y más técnicas… pero nadie pescaba.

LLAMADO

Te imaginas ese pueblo de pescadores que no pescaban. ¿Se puede considerar pescador a una persona que en el transcurso de varios años no captura un solo pez? ¿Es pescador de hombres el que no está pescando? No. No lo es. No puede haber pescador sin pesca, ni pesca sin pescador. Seguir a Jesús y pescar con él son dos acciones ligadas por los mismos intereses. Ambas están tan entrelazadas que no pueden existir separadamente. Vamos a ser pescadores de hombres. Necesitamos ser parte del proyecto 100, necesitamos salir a dar estudios bíblicos.

¡Vamos juntos y CONECTADOS!

Pr. Heyssen Cordero Maraví

Ministerio Personal - UPS

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