La escultura románica, que es, como la pintura, un producto anticlásico, tiene en principio, un valor funcional. Los "Libri Carolini”, redactados en tiempos y por orden de Carlomagno, asignan a las imágenes de los templos dos finalidades concretas:
1)-Deben utilizarse para que sirvan de adorno, y en consecuencia no debe atribuírseles ningún valor de santidad.
2)-Deben servir para mantener el recuerdo de los acontecimientos sagrados y de los hombres santos.
Texto de Ernesto Ballesteros